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La infabilidad de todo el pueblo de Dios

Este finde y principio de próxima semana la atención la pomdré en Roma y no por afición clerical. Este sábado a las diez la creación de nuevos cardenales, con la mezcla de chirriante espectacularidad mediática, con signos y palabras de fe y esperanza a cargo de Francisco. Y por la tarde una culminación de la iniciativa ecuménica Togheter, que concluirá a las seis con una vigilia de oración promovida por Taizé. Y a partir del miércoles 4 la inauguración de la Asamblea 2023 del Sínodo. Pero quien quiera conocer lo más importante que podría cambiar lo más importante de la Iglesia, que lea con la calma del sábado esta primera parte de un artículo de nuestro teólogo Jesús. Así de difícil pero posible es este cambio en la Torre de Mando hoy. AD.

¿Dónde va a quedar la “infalibilidad de todo el pueblo de Dios” en los Sínodos mundiales sobre la sinodalidad? (I)

               He leído estos días, previos al inicio de los dos Sínodos mundiales sobre la sinodalidad, un par de noticias que me han llamado poderosamente la atención y que me han reafirmado en la necesidad de recordar y poner en el sitio que le corresponde a la sinodalidad que, fundada en “la infalibilidad de todo el pueblo de Dios”, ha de ser no solo corresponsable y consultiva, sino también codecisiva o deliberativa.

        Según la primera de las noticias, fechada el 12 de septiembre de 2023 en Zúrich, en la Iglesia Suiza se han producido, desde los años cincuenta –tal y como se puede leer en el Informe dirigido por las historiadoras Monika Fommann y Marietta Meier de la Universidad de Zúrich– más de 1.000 casos de abusos sexuales, la mayoría de ellos a niños.  

        Y según la segunda, Johannes Norpoth, portavoz del Consejo Asesor de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK), ha denunciado –en entrevista concedida al “Rheinische Post” de Düsseldorf y refiriéndose a la pederastia eclesial– que, entre los invitados a participar en el próximo Sínodo Mundial, “no hay ni una sola persona que represente a las víctimas. ¡Ni una sola!”, a pesar de que se haya constatado que éste es un problema “sistémico” de la Iglesia. Pero lo es no solo, como se reconoce en dicho Informe, en la Iglesia suiza, sino también en la alemana (Informe MHG) y francesa (Informe CIASE) y, por extensión, en no pocas de las restantes.

        Entiendo que, cuando en estos Informes se califica el drama de la pederastia como “sistémico”, se está sosteniendo que tenemos delante un problema que afecta a la concepción y ejercicio tanto de la autoridad y del poder como del gobierno de la Iglesia; un par de asuntos que merecerían ser abordados en los próximos Sínodos mundiales. Por eso, creo que en el abordaje de esta cuestión “sistémica” se está jugando no solo la credibilidad de dichos Sínodos Mundiales sino, sobre todo, el futuro de la Iglesia.  

        Con ánimo de que esta urgencia mayor no quede disuelta en otras –indudablemente, también importantes, pero es posible que no tan “sistémicas”– me permito recoger y prolongar algunos puntos de mi aportación en el “libro coral” en el que he participado y que acaba de ver la luz: “Caminar juntas y juntos. Soñar la Iglesia. Vivir la misión”, Madrid, 2023, Ediciones HOAC.  

        En este texto indico que lo que creo que está en juego en los dos Sínodos mundiales sobre la sinodalidad es la recepción creativa de la “infalibilidad de todo el pueblo de Dios”, es decir, la implementación de lo que puede ser un nuevo modelo de gobierno o liderazgo, magisterio y organización eclesial, a pesar de que haya sido marginado hasta el presente: el corresponsable, esto es, bautismal y ministerial, y, por ello, deliberativo, codecisivo o “co-gubernativo”, en el que el sucesor de Pedro cuida y vela por la unidad de fe y la comunión eclesial.  

        Además, en coherencia con dicha recepción conciliar, una nueva forma de sinodalidad, igualmente, bautismal y ministerial, y también codecisiva; lejos, de la solo “consultiva” que, a diferencia de los papas anteriores, apadrina Francisco, interesado –al menos de momento– en “escuchar” al pueblo de Dios y al colegio episcopal, quedando en el aire que pueda deliberar y codecidir con ellos; y, en caso afirmativo, hasta dónde y cómo.  

        Y, también entiendo que urge recuperar –actualizando– el proyecto de Constitución eclesial o Ley fundamental (la famosa “Lex Ecclesiae fundamentalis”) impulsado por Pablo VI y aplazado “sine die” por Juan Pablo II en 1981, aunque algunas de sus disposiciones quedaran recogidas en los actuales Códigos de Derecho Canónico de 1983 y 1990. En tal Constitución eclesial o “Ley Fundamental”, además de garantizar los derechos fundamentales tanto de todos los bautizados y bautizadas como de las iglesias locales, se habría de establecer la oportuna separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) con el fin de limitar los excesos del autoridad y dejar bien claro su sometimiento a derecho. Igualmente, se habrían de garantizar y regular los oportunos procedimientos democráticos en el ejercicio de la sinodalidad y corresponsabilidad, sean éstas colegial o bautismal.  

        1.- Corresponsabilidad y sinodalidad, bautismal y ministerial

        Se trata, en primer lugar, de un liderazgo, magisterio y sinodalidad que, porque todos los cristianos, gracias al bautismo, somos en Cristo “maestros, sacerdotes y reyes”, se tipifica y reconoce como corresponsable.

        Pero, en segundo lugar, además de corresponsable es también ministerial ya que en el seno de la comunidad cristiana existen diferentes ministerios (sean instituidos o reconocidos) con sus respectivos ámbitos de competencia y responsabilidad para el desarrollo de la comunidad y servicio a la misión evangelizadora.  

        Me refiero, por tanto, a un modelo de liderazgo, magisterio y sinodalidad presidido por una responsabilidad compartida entre bautizados y diferentes ministerios ordenados.  

 

        2.- El formato democrático de la corresponsabilidad y sinodalidad

        Ahora bien, tal corresponsabilidad no puede ser implementada –al menos, en la Europa occidental– primando modelos gubernativos y magisteriales presididos por formas monárquicas y absolutistas del ministerio ordenado.  

        Ya no es posible ignorar, descalificar o despreciar, durante mucho más tiempo, la conquista y el progreso de la separación de poderes y de la democracia en cuanto tal, por muy formales y burguesas que puedan ser tales adquisiciones y por desmedidas las tropelías que, en su nombre, se hayan cometido y se vengan realizando.  

        Dicha separación de poderes y la democracia que le acompaña son, con sus indudables limitaciones, mediaciones tan humanas e históricas como la monárquica y absolutista con las que quedan revestidas y reforzadas la autoridad, el magisterio eclesial y la organización de la Iglesia cuando, por ejemplo, en el posconcilio, Pablo VI interpreta e implementa involutivamente la colegialidad episcopal a la luz del modelo unipersonal del papado aprobado en 1870, en el Vaticano I (“Nota explicativa praevia” a la Constitución Dogmática “Lumen Gentium”, 1964). O cuando Juan Pablo II sostiene que la infalibilidad de todo el pueblo de Dios es por “participación” en la propia del ministerio ordenado y, por ello, no recibida por el bautismo (Declaración “Mysterium Ecclessiae”, 1973). Y cuando el Papa K. Wojtyla prohíbe a los obispos elevar ante la Santa Sede peticiones de revisión sobre asuntos que –solicitadas por sínodos diocesanos– se ha reservado para sí el sucesor de Pedro (“Instrucción “De synodis dioecesanis agendas”, 1997)

        Decretando tales interpretaciones e implementaciones del Vaticano II, Pablo VI y Juan Pablo II han torpedeado –o, al menos, disuelto– la recepción corresponsable y codecisiva de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, “Lumen Gentium” (1964), tanto en la relación sacramental existente entre el papado y los obispos como en la del ministerio ordenado con todo el pueblo de Dios.  

        Pero, a diferencia de estas interpretaciones e implementaciones, descaradamente preconciliares, operativas durante el postconcilio en la Iglesia latina, entiendo que el magisterio y el gobierno eclesial pueden –y deben ser– corresponsables y codecisivos, al estar en plena sintonía con el Vaticano II y, en concreto, con la infalibilidad de todo el pueblo de Dios.  

        No es de recibo, teológico y dogmático, sostener que, por “institución divina”, se cuenta con la asistencia del Espíritu Santo solo en el formato monárquico y absolutista de gobierno, magisterio y sinodalidad, permaneciendo callado o mudo en el corresponsable, es decir, aquel en el que todos los bautizados tienen, gracias a la infalibilidad de todo el pueblo de Dios, una palabra que decir apoyados en la mediación democrática y en la consecuente separación de poderes traídas por la modernidad. Y tampoco es de recibo sostener que esta palabra de todo el pueblo de Dios –visto el cauce infalible del que brota– no cuenta con argumentos, teológicos y dogmáticos, suficientes para ser corresponsablemente codecisiva.

        Entiendo, a diferencia del formato absolutista que se defiende en los tres textos magisteriales recordados más arriba, que dichas mediaciones democrática y separación de poderes son mucho más adecuadas para implementar la infalibilidad de todo el pueblo de Dios, es decir, la de los bautizados y ministros, sean instituidos (ordenados y laicales) o reconocidos por las comunidades cristianas.  

        Por eso, creo que estos dos Sínodos Mundiales tienen –¡por fin!– en sus manos recibir en serio, y por responsabilidad eclesial, la Constitución “Pastor Aeternus” (1870) a la luz de la –también, Constitución Dogmática– “Lumen Gentium” (1964). Y no, al revés, tal y como hizo Pablo VI y como han seguido haciéndolo, después de él, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y, visto lo visto –al menos, hasta el presente– lo que también está haciendo el Papa Francisco, cierto que dejando un notable margen de libertad, desconocido en el postconcilio. De ahí, la importancia de recuperar –y actualizar– el proyecto de Constitución eclesial o Ley fundamental.  

        E, igualmente entiendo que ha llegado la hora de tomarse en serio la “catolicidad” como “comunión de iglesias” locales, por tanto, no uniformes, sino singulares. Pero diferenciadas no solo por contar con ritos propios, sino también –y, sobre todo– por prestar la debida atención, tanto magisterial como gubernativamente, a las específicas circunstancias culturales, históricas, políticas, económicas y espirituales (“lugares teológicos”) en medio de las que existe y se manifiesta el “sensus fidei y el “sensus fidelium”.  

        Es evidente que la fe cristiana no es incompatible con un “credo común” que puede y debe ser inculturado de diferentes maneras sin romper la comunión. Y cuando ello acontece, la catolicidad, comunión de comunidades locales, se ve enriquecida, aunque, a veces, tal enriquecimiento pueda ser percibido como destructor de la unidad, en particular, por quienes tienen dificultades para eludir y salir al paso de una concepción uniformista de la misma o de una forma de gobierno verticalista o de una concepción monárquica y absolutista del poder eclesial.  

        La experiencia al respecto, de las iglesias patriarcales en el primer milenio de nuestra era, con sus aciertos y errores, es una referencia de indudable relevancia, tal y como propuso Juan Pablo II en la encíclica “Ut unum sint” (1995).  

        No atender a este clamor del Espíritu puede comportar nuevamente otra u otras escisiones, si se persiste en el actual modelo –absolutista y monárquico– de organización, liderazgo e impartición de magisterio en la Iglesia católica. Y es más que posible que se siga asistiendo –una vez finalizados los Sínodos y no afrontadas estas cuestiones– al reinicio, tal y como ha sucedido durante los pontificados de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, del “exilio interior” e, incluso, a la salida eclesial, de muchos cristianos abiertos que, prontos a recibir creativamente el concilio Vaticano II, se han cansado de esperar y porfiar al respecto.

 

 

 

25 comentarios

  • Antonio Llaguno

    Leo a Martínez Gordo y como siempre, me parece brillante. Leo a Rodrigo Olvera y me parece tan brillante o más que Jesús.

    Y sin embargo defienden posturas contradictorias…Me hacen pensar y mi pensamiento, por desgracia o deformación, me lleva a donde siempre: al concepto de “verdad”.

    Porque probablemente y aunque defiendan posturas contrapuestas ambos lleven razón y están en la “Verdad”.y es que la Iglesia, si quiere ser signo y portador de la Verdad de Dios (Así con mayúsculas) debería ser como la verdad y ésta es mutable, poliédrica, con matices, con aristas y admite diferentes interpretaciones.

    Y el problema viene (En mi modesta opinión) en el momento en que convertimos a la Iglesia o más bien a su jerarquía. no en un colectivo que sirve y basa su “Auctoritas” en el servicio sino en un órgano de gobierno que basa su “Auctoritas” en el poder.

    Es entonces cuando no les queda más remedio que “imponer” en vez de “consensuar” y derivan en el “servirse” en vez de “ser servidores”.La pregunta del millón es: “¿Es esta la iglesia que hubiera querido Jesús (En el caso de que hubiera querido una)?” Probablemente no.

    Pero tampoco lo se. Quizás sí.Lo que sí se es que no es la que quiero yo. No me parece digna de los Hijos de un Dios Amor y servicio, y por lo tanto habrá que seguir esforzándose en cambiarla.

  • Carmen Hernández Rey

    Jose Miguel un fuerte abrazo y no te exijas más de lo que puedas. Desde esta pandemia todos vamos relentizados. No sé si era el plan de esta pandemia o no. 

    • José Miguel Lertxundi

      Gracias Carmen, si la pandemia a mi me dejó algo tocado, me quedaron secuelas después de pasar el COVID que no mejoran. Un fuerte abrazo.

  • carmen

    Es que, me parece, que todo hay que leerlo dentro del contexto de la guerra intraeclesial. Porque ya me dirán el porqué de la elección de un número tan alto de nuevos cardenales. Tienen que ganar la próxima elección.

    Ya me dirán el porqué de tantos cardenales con derecho a voto, de países que, al menos yo, ni sabía que la iglesia tenía dominio en ellos. Se trata de una globalización del poder . Vivimos tiempos globales. Y Europa, actualmente es descreída, pensamos y la estructura eclesiástica no resiste un análisis superficial. A lo mejor en otros países piensan de otra forma. No sé. Esto está pensando al milímetro.

    Juegan genial.En cuanto a la pederastia me prometí a mí misma no volver a hablar de ella. Es tal la ira que me produce que veo todo rojo. Y ya tengo mis años.Creo que la sexta va a emitir un día de estos un nuevo Salvados, presentado por Gonzo. No sé si lo veré. Es un tema que me afecta demasiado. Pienso en mis alumnos, en mis hijos, en mis nietos… Es superior a mí. En el país, bueno, tampoco puedo seguir las historias. No. Mi cabeza no puede. Lo siento.

    Además, tengo grabada en mi cabeza algo que se me dijo cuando empecé a hablar aquí del tema . Un Yo sí te creo, que me fundió. Negando la mayor. Literalmente, me fundió. Y no me puedo permitir el lujo de que me fundan. Lo siento, estoy mayor.En cuanto al título, creo que no ha sido acertado. Porque parece que trasmite la infalibilidad católica del papa  a la comunidad. Y en realidad no dice eso el artículo. Es que los títulos de los artículos y de los libros hay que pensarlos muy despacio. Bueno, en mi mundo de cultura escrita. En el de ahora, no sé. pero no es el mío.

    Tiempos de cambios. Pero no de cambios de Poder  para que todo siga igual o cambios  en la espuma de mar. No. Eso no será suficiente. O sí, si lo que se pretende es cambiar la imagen.

    Pero ya digo, soy de cultura escrita.Buen día a todas las personas.

  • José Miguel Lertxundi

    Perdón pero no hay forma de separar frases y puntos y aparte.

  • José Miguel Lertxundi

    Leo las declaraciones del Cardenal Schonborn:”El Sínodo sobre la sinodalidad es un sínodo sobre cómo se vive en modo evangélico la comunión eclesial, el caminar juntos de todos los miembros del pueblo de Dios … La sinodalidad es muy simple: es el modus operandi de la comunión eclesial, la participación incluso sobre cuestiones y decisiones de gobierno, sobre aspectos de la vida de la Iglesia … El de la sinodalidad es un sínodo sobre cómo se vive de manera evangélica, de manera que corresponda a la vida del Evangelio, a la comunión eclesial, al caminar juntos del pueblo de Dios, de todos los miembros del pueblo de Dios … La sinodalidad, la vida en la Iglesia, es siempre una búsqueda de la unanimidad, no en el sentido parlamentario de que todos deben votar de la misma manera -como ocurre en las dictaduras o en el comunismo-, sino como una búsqueda de la unidad. Es escucha de la voz del Espíritu Santo que avanza en la búsqueda de la verdad, en la búsqueda del bien, hasta llegar a una casi unanimidad …”.¿Pero es esto creíble? con las actuaciones y métodos que se utilizan,  ya sabemos que en los  sínodos no existe  el derecho de hablar, pero, supuestamente sí el derecho de escuchar a todos, pues tampoco parece.

  • José Miguel Lertxundi

    La noticia sobre las investigaciones y el posterior  informe de la Universidad de Zúrich, en donde se documentan 1.002 casos de abuso sexual en la Iglesia Católica Suiza desde mediados del siglo XX hasta hoy, En su mayoría, las víctimas fueron menores de edad, es impactante. Según leo en una entrevista, Monika Dommann, y Marietta Meier, desde 1950 se les ha encargado investigar casos de abusos en la Iglesia católica. ¿Cómo surgió este proyecto? Marietta Meier: “La iglesia se acercó a nosotros y negociamos durante mucho tiempo. Entre otras cosas, esto implicaba obtener acceso a los archivos (secretos) y tener garantizada la libertad de investigación y publicación“. La investigación sobre los abusos en la Iglesia católica y las estructuras que los hicieron posible durante tanto tiempo es un desiderátum de la historiografía, tanto en Suiza como a nivel internacional. Aunque ya se han realizado estudios en otros países, estos no fueron realizados principalmente por historiadores, sino por teólogos, psicólogos o sociólogos.Pongo este enlace de la entrevista publicada en la web de la Universidad de Zurich hace un año donde cuenta los métodos de investigaciones, a mi que me parece muy interesante, está en ingles.https://www.news.uzh.ch/en/articles/news/2022/magazin-church.htmlEs terrible, el estudio contabiliza también 510 autores de estos abusos, la mayoría cometidos en actividades pastorales  confesiones, clases de religión o actividades con grupos infantiles y juveniles. Leo en algunos diarios suizos que en al menos dos diócesis suizas se ha podido comprobar la destrucción de documentos, lo que habría podido eliminar pruebas de otros abusos. Al menos la conferencia episcopal suiza admitió haber iniciado una investigación sobre un presunto encubrimiento de casos de abusos sexuales tras una carta dirigida al nuncio apostólico en Suiza, Martin Krebs, en la que se denunciaba la existencia de estos casos y su gestión negligente. En fin, gravisimo  

  • Rodrigo Olvera

    1.- Leo el título y de inmediato reconozco que no me identifico. Estoy convencido desde adolescente que la falibilidad es parte de la experiencia humana, y la fantasía de que personas o colectivos humanos sean infalibles des-humaniza a quienes persiguen tal fantasía. Nunca me he tomado a mal equivocarme, ni reconocer mis equivocaciones; agradezco cuando alguien me convence de que estoy equivocado, porque entonces puedo aprender algo mejor. Alfred Adler apuntaba cómo el perfeccionismo  – incluyendo el rechazo a la falibilidad – es sólo una sobrecompensación a un sentimiento de inferioridad (la falibilidad no se acepta sino que percibe como una deficiencia que me hace valer menos). Decía que en ésto se explicaba parte del rechazo infantil al estudio de las matemáticas, porque a diferencia de otras materias el error se hace evidente; por ello es que con frecuencia las personas que desarrollan gusto por las matemáticas son personas con suficiente confianza en su propio valor para no desalentarse por cometer errores. En la Psicología Adleriana se ha explorado mucho todo el daño que causa el afán de perfeccionismo – incluyendo la fantasía de infalibilidad cuando se atribuye a alguien distinto al ser Infalible por definición- para la salud mental. Rudolf Dreikurs dió un hermoso discurso  ante estudiantes universitarios sobre el tema, titulado “La valentía de ser imperfecto” (The courage to be imperfect). En mi opinión, debería enseñarse en la pubertad.  Dejo aquí un enlace a ese discurso, lamentablemente sólo en inglés, por si le interesa a alguien. The courage to be imperfect 

    2.- Cuando yo ingresé a la universidad, dediqué un par de meses a explorar su biblioteca (que en ese entonces, afortunadamente, era de sistema de estantes abiertos). Encontré un librito titulado “La herejía vaticana”. Mostraba una versión de cómo se llegó a la definición del dogma de la infabilidad del Papa. Ya entonces yo estaba convencido que era un error esa enseñanza católica. En ese época daba yo mucho tiempo a decidir si seguir siendo integrante de la Iglesia Católica – en la que fui criado por mis padres – o dejar de serlo. Entonces leí en ese libro que  en el Concilio Vaticano Primero se estaleció que quien no crea en la infabilidad papal es anatema. “Vale, asunto resuelto, no tiene caso pensar en salirme o no de donde me han sacado oficialmente desde finales del siglo XIX”.  

    3.- No me parece aceptable a la razón la infabilidad papal, y tampoco la infabilidad “de todo el pueblo de Dios”.  

    4.- Concuerdo sí con el autor en la conveniencia de democritación de la Iglesia Católica. Al tradicional slogan conservador “la Iglesia no es una Democracia” yo respondo “Mucho menos una Dictadura; si la Iglesia no es una Democracia es porque debe ser MÁS que una Demmocracia, no menos”.  Concuerdo también con Jesús Martínez que el tema sistémico de la pederstia en espacios eclesiales (no sólo es la pederastia clerical la que ocurre en espacios eclesiales, que también hay pederastia laical en algunos movimientos infantojuveniles) debería ser una prioridad del Sínodo y dice mucho que no haya una sóla víctima o representante de víctimas entre las personas invitadas al Sínodo en su etapa final.  

    5. El lenguaje nunca es inocente. Sínodo simpre fue en la antiguedad – antes de la deriva monárquica del papado en las iglesias latinas – un órgano de gobierno, por tanto decisivo. Así sigue siendo hasta la actualidad en las iglesias ortodoxas. Deja de haber sínodos – como forma de gobierno- en las iglesias iglesias latinas conforme se impone el modelo monárquico. Quedan algunos sínodos como reuniones regionales de obispos. La  palabra que adquiere peso es Concilio (también, reunión de obispos).  El largo debate sobre la peeminencia del  Papado o del Concilio en la Iglesia Católica hace que se evite hablar de Conciliarismo y se use Sinodalidad. Pero mucho de lo que se estará debatiendo en el Sínodo actual implica dar la razón – sin reconocer que se le da la razón – al derrotado Conciliarismo, al menos en algunas de sus posturas. ¡¡¡Siglos perdidos por esa mala solución!!!! Por supuesto, para una mirada tradicionalista, este dar la razón sin reconocer que se da la razón a una parte del Conciliariasmo será una traición, una cludicación, una “protestantización” del catolicismo. En cierto sentido, tienen razón: la identidad católica se ha configurado en gran medida como “somos el cristianismo que ni es ortodoxo ni es reformado”. Ese aspecto les es más importante que la verdad y la parte de razón qe tienen las iglesias ortodoxas y las iglesias reformadas.  

    6.- Hablando de lenguaje. El uso de la denominación “Católicos” es contrario a la rigidez dogmática de quienes se autodescriben como “muy católicos”. El primer uso de “católicos” o “católico” se da en el siglo segundo, como parte de la disputa sobre quienes renegaron de la fe durante la persecución. Un sector decía que no se les podía reintegrar a la asamblea (iglesia) y mucho menos a la Cena (eucaristía) a menos que hubieran cumplido una rigurosa y prolongada penitencia. Otro sector decía que bastaba con que solicitaran su readmisión, porque la salvación es para todo los que creen en Jesucristo. Este segundo grupo empezó a autoidentifiarse como el bando de los católicos.  A los “muy católicos” les falta mucho de la flexibilidad dogmática de los católicos originales. 

  • carmen

    SorryPero lo acabo de oír. No sé si es cierto. En la 1.

    El Papa ha elegido a lo largo de su papado a dos tercios de los cardenales.Y de todas partes del mundo mundial, porque él quiere una iglesia global.A ver si no juegan bien. Son únicos.

  • carmen

    Por supuesto, con tus tiempos.Y si te apetece y quieres.Ya te dije, somos como grillos en una noche de verano. Si lo entiendes así,   Atrio es un lugar estupendo.

    Diría, con lo que he leído que has escrito estos días, de alzheimer, nada. Quizás un poco de miedo a tenerlo. Lo entiendo perfectamente. Pero no. Si estás tomando algún tipo de medicación, a veces, te quita un poco de vitalidad. Eso también tiene su parte buena.Vive tranquilo y disfruta de cada momento. La vida es estupenda.Un abrazo.

    • José Miguel Lertxundi

      Sí Carmen Atrio es un lugar estupendo, y sí tengo que ir con mis tiempos. Como le decía a Eloy no son los padecimientos de la edad, los físicos la artrosis que no me impide caminar, que es con  o que mas disfruto, de los paseos, sino el cansancio mental, para mi eso es lo más limitante y lo que no me permite hacer lo que quiero, no me deje ser yo mismo. Tengo envidia sana por nuestro Antonio Duato, por su actividad, por la ilusión que pone en este proyecto, por su enorme capacidad, es un ejemplo extraordinario, de lo cual me alegro mucho por él y por todos los que podemos compartir esta maravilla de atrio. Un abrazo.

  • Gonzalo Haya

    En el mundo físico y en el cultural existen fuerzas centripetas y fuerzas centrífugas; unas garantizan la cohesión y otras la expansión y la libertad. Hay procurar un equilibrio entre ambas. La Iglesia viene intentando reforzar la cohesion; la cultura actual  da prioridad a la libertad. ¿Cómo lograr este equilibrio? Creo que habría que tender hacia un Consejo de las Iglesias locales.

  • Antonio Duato

    Recomiendo, y no solo a Carmen, la experiencia a través del directo de esta importante ORACIÓN ECUMÉNICA DE HOY.

    Ha empezado a la cinco. Siempre se podrá ver desoués, pues se conservará en YOUTUBE o en http://www.vatican.va

    Y estoy asistiendo desde <a href=”https://www.youtube.com/watch?v=gbhi4z5jloQ” rel=”noopener” target=”_blank”>https://www.youtube.com/watch?v=gbhi4z5jloQ</a&gt;

     

  • José Miguel Lertxundi

    Voy a leer con detenimiento el artículo, que por mi tratamientos médicos relentizan, se dice así, mi memoria. Y sobre el anglicanismo quería Carnen, se bastante, y sobre luteranismo querido Antonio también, 35 años en una universidad luterana y casado con una luterana, pero con mis tiempos.

    • ana rodrigo

      Querido José Miguel, veo que andas un poco chungo de salud. Espero y deseo que mejores todo lo posible. No te puedes ni imaginar lo que te comprendo, yo todo lo achaco a la edad. He hecho un auto-curso sobre la vejez para no estar deprimida constantemente. Y aquí seguimos, sacando fuerzas de flaqueza Un abrazo.

      • José Miguel Lertxundi

        Muchas gracias Ana, yo sufro porque veo que mi cabeza no da para mucho, tengo una hermana que sufre Alzheimer   con la que no puedo hablar porque no me conoce, y yo tengo algo de de demencia y me cuesta pensar, es duro querer y no poder. Un abrazo.

    • ELOY

      Un gran abrazo José Miguel. Te deseo lo mejor.  Me digo con frecuencia que debo vivir centrado e intentando llevar lo mejor posible el afán de cada día. Sólo el que lo padece sabe las limitaciones que con la edad nos van llegando, pero el compartir dificultades y esfuerzos  pienso que es algo positivo que nos puede ayudar.

      • José Miguel Lertxundi

        Gracias Eloy, sí el día a día es lo mejor, ilusión cada día. Más que la edad es la actitud, yo lo que más me limitan no son los males físicos sino los mentales, es lo que más incapacita, y lo que no permite que seas tu mismo. Un gran abrazo.

        • ana rodrigo

          Como voy s a pasar el día con un grupo de gente guay, estupenda, dejaros, a quienes nos encontramos con tantas limitaciones por la edad, compartir mi tabla de salvación en el día a día: estar ocupada todo el día con diversas cosas, relaciones sociales, leo mucho y, entrar en atrio, que es como una terapia antivejez. Buenísimo domingo para todos y para todas.

  • carmen

    Me gustan los libros y los artículos de algunos anglicanos que he leído. Adoro a Spong. Y a otro señor que escribió un libro que se llama psicoanálisis del cristianismo. Y a otros. Ya sabes cómo soy para los nombre. Antes de leer el libro veo la reseña y busco en internet quien es. Te indica muchas cosas.

    Me encantó que en el funeral de la reina Isabel estuviesen presentes representantes de esos importantes de diferentes iglesias, de diferentes religiones.

    Y la reina era la cabeza de la iglesia Anglicana. Pero ellos tienen un concepto de cabeza de la iglesia diferente al nuestro. Ya sabes. Como una monarquía parlamentaria, no absoluta.

    Me gusta que se casen sus ministros o como se llamen y no tengan ese jaleo de celibato sí, pero castidad no, a no ser que se caiga en amancebamiento. Ya sabes. Tampoco tienen voto de pobreza. Y sin embargo no paran de decir cosas sobre los pobres, como si ellos fuesen los únicos que tienen derechos ante Jesús. Que es Dios. Estamos llenitos de contradicciones.Y no logro entender por qué. Dios santo. No lo entiendo. Por qué si pienso que Jesús es un gran Maestro no es suficiente  ? Y sabes que no soy la única persona que lo piensa y porque soy rarita. La gente se quedaría muerta si de verdad muchas personas católicas a tope dijeran lo que en realidad piensan. Es que los he oído hablar. Me gusta hablar. Y en una conversación no es únicamente las palabras que se dicen, qué va. Lo mismo que en un libro a veces se lee más entre líneas que en las líneas.Por eso me gusta Salvador Santos.  Y otros muchos. Pero la gente se cansa mucho. Muchísimo. Y se va.

    Y es que creo que la solución nunca pasa por la imposición. Qué problema habrá en que unas personas crean una serie de cosas relacionadas con la persona de Jesús y otras no? No lo entiendo.

    El problema ya sabes dónde está.Y no quiero seguir hablando.

    Gracias por arreglarme los textos. Me sale todo en un párrafo gordo. Y no es precisamente mi estilo.No hagas caso a los cantos de sirena. Sabes que no quiero deconstruir a nadie y menos aún faltar al respeto a nadie. Gracias 

  • carmen

    Y eso qué cambiaría?El problema es mucho más profundo , mucho más complejo. El concilio se celebró al principio de los años sesenta. Han pasado sesenta años y un montonazo de cosas. Y las personas que entonces éramos jóvenes o niñas, ahora somos de una   época pasada. De otra cultura.

    No creo que un posible cambio en la iglesia católica tenga que regirse por la lentitud de los tiempos eclesiásticos.Habrá personas que, como viene sucediendo desde hace años, abandonará y punto. Pero los huecos los rellenarán las nuevas generaciones.  En qué línea creen que están los chicos jóvenes que’ se apuntan ‘ a la iglesia católica?

    Bueno, se me olvidaba que  los jóvenes de Europa no cuentan , no los que piensan demasiado.Acabará todo con un gran concierto de Hakuna. 

    • Antonio Duato

      Veo que conoces Hakuna. Pero hay otro estilo joven cristiano.

      ¿Por qué no te acercas esta tarde a las seis a la Vigilia de oración en la plaza de San Pedro donde estarán otros jefes cristianos (sobre todo Justin Welby, el “papa anglicano” y la secretaria general de la Federación Luterana Mundial, la reverenda Anne Burghardt? Allí estaré a través de las ondas y los satélites, viendo, escuchando, pensando e interrogándome a fondo. Te facilito el contacto mejor (creo): https://www.youtube.com/watch?v=gbhi4z5jloQ

      Es el mismo canal que ha retrasmitido antes el consitorio, mezcla de parafernalia púrpura anticuada y unas palabras muy hondas y verdaderas de Francisco.

      • Antonio Llaguno

        Bastaría con que echase una mirada cada Semana Santa a la concentración pascual en Taize.

        Hay otra “juventud cristiana” que no son los fieles seguidores de Hakuna (Que tampoco hace ningún daño, aunque no se si hace algún bien) y que está ahí, solo que gritan menos.

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