Otros temas

Autores

Archivo de entradas

Temas

Fechas

Calendario

septiembre 2023
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930  
7215 Artículos. - 110011 Comentarios.

1973: Golpe de Estado en Chile

Habia mandado este articulo para el diario IDEAL de Granada para publicarlo hoy dia 11. Pero no lo han considerado de interés. Por ello, te lo remito por si deseas difundirlo. Leandro Sequeiros

Tengo unas vivencias muy especiales del golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende en Chile el 11 de septiembre de 1973, hace ya 50 años. Ese día estábamos un grupo de geólogos españoles en la ciudad de Grenoble, en Francia, en un Congreso Internacional de Paleontología.

Nos habían alojado en una de las residencias universitarias del campus de la Universidad de Grenoble. Cuando nos levantamos la mañana del dia 12, notamos algo inusual para unos españoles que vivíamos en España los estertores de la dictadura: el campus de la Universidad, desde muy temprano, era un clamor de gritos de rechazo, banderas rojas contestataria, pancartas con textos de condena y manifestaciones airadas de estudiantes. Nos asustó tanto alboroto político indignado.

Es cuando nos logramos enterar de que el Chile se había producido un golpe de Estado que se desarrollaba trágicamente. Y muchos de nosotros nos sumamos a las manifestaciones, algo que nos parecía tan provocador desde nuestra situación política española represiva.

El golpe de Estado en Chile del 11 de septiembre de 1973 fue una acción militar llevada a cabo por las Fuerzas Armadas de Chile conformadas por la Armada, la Fuerza Aérea, Cuerpo de Carabineros y el Ejército, para derrocar  al  presidente socialista Salvador  Allende y  al  gobierno  de la Unidad Popular. Tropas del ejército y aviones de la Fuerza Aérea atacaron el Palacio de La Moneda, la sede de gobierno. Allende se suicidó mientras las tropas militares ingresaban al Palacio.

Este golpe dio origen al establecimiento de una junta militar liderada por Augusto Pinochet. Chile, que hasta ese entonces se mantenía como una de las democracias más estables en América Latina, entró en una dictadura militar que se extendió hasta 1990. Durante este periodo, fueron cometidas sistemáticas violaciones a los derechos humanos, se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y el Congreso Nacional fue disuelto.

Salvador Allende asumió en 1970 como presidente de Chile, siendo el primer político de orientación marxista en el mundo que accedió al poder a través de elecciones generales en un Estado de Derecho. Su gobierno, de marcado carácter reformista, produjo una creciente polarización política en la sociedad y una dura crisis económica que desembocó en una fuerte convulsión social.

Esto llevó a una acusación constitucional por parte del Congreso poco antes del golpe. Sin embargo, la posibilidad de ejecutar un golpe de Estado contra el gobierno de Allende existió incluso antes de su  elección.  El gobierno  de  Estados  Unidos,  dirigido  por el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger, influyeron decisivamente en grupos opositores a Allende, financiando y apoyando activamente la realización de un golpe de Estado. Dentro de estas acciones  se  encuentran  el asesinato del  general René  Schneider y el Tanquetazo, una sublevación militar el 29 de junio de 1973.

Tras el Tanquetazo, grupos dentro de la Armada de Chile planearon derrocar al gobierno, al que posteriormente se sumaron los altos mandos de la Fuerza Aérea y grupos dentro de Carabineros. Días antes de la fecha planificada para la acción militar, se sumó Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército. En la mañana del 11 de septiembre de 1973, las cúpulas de las Fuerzas Armadas y de Orden lograron rápidamente controlar gran parte del país exigiendo la renuncia inmediata de Salvador Allende, quien se refugió en la sede de gobierno.

De alguna manera, los españoles (geólogos y paleontólogos) presentes ese 12 de septiembre el en campus de la Universidad de Grenoble, en Francia, nunca olvidaremos que fue la primera vez que pudimos manifestarnos en libertad sin miedo a ser brutalmente reprimidos.

7 comentarios

  • José María Valderas

    Todos ustedes hablan del post factum. En Barcelona había una importante colonia chilena que se había ido forjando alrededor de Carlos Barral y el boom americano. Vivían, sobre todo, de la labor de traducción en numerosas editoriales, la de Barral editores incluida, por supuesto. Chileno era, por ejemplo, el traductor de Jacques Monod (El azar y la necesidad). Venía a menudo a las tertulias el que fuera embajador de Allende en París, cuya familia residía a menudo en la ciudad condal. El golpe se veía venir. Numerosas visitas de cubanos a Chile, las relaciones intensas con la China de Mao, el clima de inestabilidad política del país promovida por la famosa huelga de transportes y la intervención constante de Kisinger no presumían nada bueno. En las páginas de ABC podíamos leer, día a día, la crónica de la zozobra. Cuando el ejército se sublevó, una parte de los chilenos comentaba aquí con alborozo el éxito de las fuerzas aéreas en el ataque al palacio de la Moneda, donde la aviación había anulado, sin apenas desconchar la estructura, la resistencia. Otros, proclives al movimiento revolucionario, ponderaban el heroísmo patético del presidente con su salacot y su rifle. Alumnos de la Universidad Católica, que habían recalado en Barcelona para el doctorado, algunos de ellos íntimos amigos nuestros completaban el temor por la vida de compañeros, profesores o familiares. Otros parecían aliviados. Había bastante comunicación, en círculos católicos, con los sacerdotes españoles de Gerona que habían ido alli y se habían hecho unos con el pueblo. De hecho, una íntima amiga nuestra, había venido a Barcelona de la mano de un sacerdote secularizado. Era una chica extraordinaria, era porque ha fallecido, conocedora de la pobreza de su país en aquellas fechas, que logró traerse a más de un crío aquí. El de Pinochet era la crónica de un golpe de estado anunciado.

    Lamento dar información. Ya vendrá algún ignaro (o ignara) para decir que presumo.  

  • José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

    A mí “el golpe chileno” me cogió vendimiando en Francia… cosas de juventud… íbamos a la vendimia francesa y nos ganábamos unos francos para el curso en el seminario… Antoine, republicano y exiliado español en Beziers (Francia), nos contrató. Cosas de la vida. Recuerdo muy bien la viña, el sol de la mañana, y la pasión con que nos instruía. Un buen tipo y una experiencia interesante. Dura, porque nuestro hábito de trabajo físico no era el mejor, pero nos compensaba el salir de España y ver un poco de mundo, (y el sueldo, claro). Volvíamos curtidos y orgullosos. Cosas. Saludos.  

  • Rodrigo Olvera

    Mi abuela materna falleció en 1984, cuando yo tenía 10 años de edad. La visitábamos en los fines de semana, cada quincena. De noche, nos contaba historias muy lindas; dormíamos en su habitación, mi abuela en una cama, y mi madre, mi hermana y yo en otra cama. Todavía recuerdo varios de los cuentos para dormir que nos contaba, y no los he escuchado ni leído en ningún otro lado, supongo que los inventaba en el momento. De día era otra vivencia, era una mujer rígida, inflexible, seca, y – como niño- represiva. 

    Pocas veces la ví relajarse de día. Dentro de esas pocas veces, fue en un par de reuniones con sus amistades del Centro de Salud (mi abuela, quien quedó huérfana de madre cuando ella nació, y huérfana de padre antes de los 5 años,  quien fue abandonada por su esposo con menos de 30 años y 7 hijos y sin estudios ni oficio para ganarse la vida, mi abuela materna en esas condiciones empezó a estudiar enfermería y vivió de ello).

    En esas reuniones llegaban doctores, enfermeras y otras amistades.  Un recuerdo muy asentado para mí es en una de esas reuniones en casa de mi abuela materna de un varón, no recuerdo su imagen pero sí su voz: le recuerdo tocando la guitarra y cantando la historia de un hombre maniatado, un hombre bueno que defendía al pueblo y que era llevado a la muerte. Yo con 7 u 8 años de edad no sabía en ese momento nada de la Guerra de Independencia de Chile, ni del “guerrillero de la libertad” Manuel Rodríguez, ni siquiera entendía bien en la canción la expresión “Til Til” (a mí me sonaba a Tintín). Pero me emocionó la letra de la canción, y me emocionó aún más el sentimiento de profunda tristeza y nostalgia con que ese hombre interpretaba la canción. Fue muchos años después, ya como adolescente, que puede hacerme la hipótesis de que ese amigo de mi abuela materna, que cantaba con tanta tristeza “El cautivo del Til Til”, pudo haber sido un exiliado chileno en México, huyendo de la dictadura pinochetista.

    Comparto con ustedes, esa canción que desde mi infancia influyó en mi perspectiva del honor, de la justicia social, del mundo y de lo que me toca hacer en él. https://www.youtube.com/watch?v=khgkUybVrd0   

    • carmen

      En España también sabemos.

      A la salida de Murcia, para ir a la zona del mar, hay un puerto de montaña, pequeñico, se llama el puerto de la cadena. Ahora lo pasas en coche sin darte cuenta, cosas de la autopista, pero antes no. Se pasaba muy despacio y te daba tiempo a mirar.

      Había una cruz en un arcén de la carrera. Casi siempre tenía algunas flores de esas sencillas. Una vez pregunté. Mamá, y esa cruz? Silencio dentro del coche. Y alguien me dijo: un muerto en un accidente. No volví a preguntar. Algo extraño noté.

      Muchos años después, muchos, me enteré que era el lugar donde fusilaban. Ahora hay una especie como de altar, no sé exactamente. Cuando paso por ahí, uf. Prefiero no mirar. Porque no fue a García Lorca al único que fusilaron y lo enterraron en un Barranco.

      Las dictaduras son horribles. En España, en Chile , en Argentina y dónde se instalen. Siempre por el bien del país, claro.  A veces poniendo a Dios por testigo. Al menos en España se puso .

      Horribles.

  • ana rodrigo

    La mayor parte de quienes escribimos en atrio, recordamos el golpe de estado en Chile o en Argentina, algunos también habían nacido ya cuando el golpe de estado de Franco. Es decir, no hablamos de hace siglos. Yo nací en 1942 y, por tanto, aunque es imposible que yo recuerde el nazismo de Hitler, fascismo de Mussolini o el golpe de estado de Franco, sí recuerdo cómo viví gran parte de mi vida en la dictadura franquista, en la que quienes no eran franquistas no se les permitía ni vivir (algún recuerdo tengo yo de gente de mi pueblo) Tendría que hacernos pensar que eso mismo podría ocurrir en cualquier momento. No hay peor cosa que dividir a la sociedad en buenos y malos. Y, como quienes nos gobiernan salen del voto popular, tengamos cuidado.

    Hasta Gonzalo corrió peligro en Chile, aunque afortunadamente lo tenemos con nosot@s.

    Esta mañana hablábamos de la agresividad e intolerancia que hay en la sociedad en temas políticos. Pues en mi tierra, Zamora, ayer un grupo con banderas de España armó un alboroto contra un grupo musical que estaba ensayando, por cantar en Inglés y diciéndole que cantaran en español. Lo mismo ocurrió en Salamanca, creo que esta mañana, en un festival anual de tamborileros, otro grupo llegó agrediendo a l@s asistentes protestando contra Puigdemont; el grupo de tamborileros suspendió su actuación hasta que la policía puso orden. Os digo la verdad, a mí, estas cosas me asustan.

    Abrazos cordiales

  • LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN

    Gracias, Gonzalo. Ya me lo comentabas el otro día. Mi experiencia fue muy fuerte. En España se vivía una gran represión y esa explosión de protesta en Francia en la que pude participar fue muy liberadora. Tal vez, por vez primera en mi vida, intuí lo que podía ser vivir en LIBERTAD DEMOCRÁTICA…

  • Gonzalo Haya

    No sé si ya lo he contado aquí. A mi me cogió en la Universidad Católica del Norte. A los pocos días cerraron la Universidad para registrar los despachos de los sospechosos. A mi me había confiado el MIR unos planos del paso por la Cordillera de los Andes. A un profesor boliviano, que se había refugiado en Chile, lo llevaron a la frontera y lo entregaron a la policía por la que estaba perseguido. Días después hicieron una redada en el barrio en que yo vivía y nos llevaron al estadio. El cónsul español logró rescatarme. Luego me interrogó la policía, pero el hombre debía ser de izquierdas porque me ayudó a suavizar mis expresiones para redactar su informe. Meses más tarde me devolvieron mi pasaporte pero con la amenaza de expulsarme. ¡Han pasado 50 años, pero no se me olvidan algunas imágenes de esos días.

Deja un comentario