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¡Emocionante la posesión del presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez!

¡Petro amigo, el pueblo está contigo! Así lo recibió el pueblo colombiano reunido en la plaza de Bolívar para su posesión como presidente. Se cambiaron los estilos tradicionales de una ceremonia protocolaria por un acto que representó el sentir de la gente. Una plaza llena –con la mayoría de gente común y corriente– y en la que una “hija de la historia dolida de Colombia” – la senadora María José Pizarro, hija del excandidato Pizarro, asesinado por la violencia irracional que ha acompañado la historia de Colombia–, le colocó la banda presidencial.

No menos fueron las ovaciones a Francia Márquez quien encarna la “dignidad” del pueblo más sufrido de Colombia –los nadies y las nadies–, jurando fidelidad a la responsabilidad que le confían como vicepresidenta: “hasta que la dignidad se haga costumbre”. Estos juramentos enmarcados en la realidad de dolor, violencia, muerte que han acompañado tantas décadas la realidad colombiana –y excelentemente recogidos en las fotografías de Mauricio Vélez que fueron proyectadas–, significan mucho más que un juramento: son compromisos a “no olvidar la historia vivida” para “no repetirla” pero también para “repararla” y “transformarla” para que la vida se imponga en este territorio tan azotado por la muerte.

El discurso del presidente del Congreso, Roy Barreras, recordando la historia de la que venimos para transformarla de una vez por todas nos conectó con los grandes desafíos que tiene el nuevo gobierno: ha de ser para el pueblo y responder a sus necesidades; ha de parar la muerte y convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida; ha de conocer las heridas para curarlas. Este gobierno es el primero de izquierda y progresista que llega a Colombia y significa una ruptura, un quiebre con lo vivido hasta ahora, buscando cambiar la injusticia social que ha golpeado a tantos. Colombia está llamada a trabajar por la paz hasta que se consiga plenamente.

El discurso del presidente Petro no tuvo ni una sola palabra de sobra. Enfocado a la justicia social y a la paz con un llamado a despertar la conciencia: “no naturalicemos la desigualdad y la pobreza, somos una de las sociedades más desiguales en todo el planeta y eso es una aberración, una inmoralidad que no podemos aceptar”. Trazó diez compromisos:

  • (1) La paz –para vivir sabroso–;
  • (2) Los abuelos/as, niños/niñas –política del cuidado;
  • (3) Con y para las mujeres –Francia y el ministerio de la igualdad–;
  • (4) diálogo con todas y todos – puertas abiertas–;
  • (5) gobierno de la escucha –no distante del pueblo, cerca de los problemas–;
  • (6) defender a todos de las violencias –estrategia de seguridad humana; la vida será el test del éxito–;
  • (7) lucha contra la corrupción –recuperar lo que robaron, desestimar ese sistema–;
  • (8) protección del ambiente –potencia mundial de la vida–;
  • (9) desarrollar la industria nacional, economía popular y el campo –especialmente las mujeres y los pequeños empresarios–;
  • (10) Cumplir y hacer cumplir la Constitución –la ley es el poder de los que no tienen poder–.

Por supuesto, las palabras no cambiarán la realidad, pero tener una ruta clara ya es el primer paso. Con su discurso Petro se volvió a comprometer con sus promesas de campaña. No las olvidaremos y las exigiremos. Colombia es un país creyente y la toma de posesión se hizo invocando a Dios. Pero esa creencia va más allá de esa invocación. Los discursos y los propósitos que señala este nuevo gobierno tienen todo que ver con los valores cristianos. Se puede decir que la jornada que vivimos hoy fue una celebración creyente de un pueblo que cree en la dignidad humana, la justicia social, la paz, el bien común por encima de los intereses personales. Con seguridad Dios se hizo presente en esa multitud emocionada porque donde se defiende la vida, Dios está presente.

10 comentarios

  • oscar varela

    El 17 de noviembre de 2014, 15 mujeres salieron de La Toma –junto a treinta jóvenes que se convirtieron en guardianes cimarrones–, pasaron por otras comunidades, dialogando, explicando la necesidad de interpelar directamente al gobierno nacional, y muchas otras mujeres se fueron sumando en el camino. Después de nueve días de marcha, cuando llegaron a Bogotá, ya no eran quince sino ochenta mujeres.
    La marcha de los turbantes –el nombre de la movilización– empezó a sonar en cada vez más medios, y Santos se vio forzado a establecer una mesa de diálogo. Se lograron valiosos reconocimientos y una serie de acuerdos (que, como de costumbre, el gobierno terminó incumpliendo), pero sobre todo se logró una gran visibilidad nacional e internacional.
    La marcha de los turbantes era la muestra de una crisis ecológica y social que se replicaba en todo el país, pero también de una sociedad civil que –en simultáneo al Proceso de Paz con las FARC– ya no estaba dispuesta a soportar impotente hasta que las instituciones les prestaran atención, sino que estaba dispuesta a tomarse las instituciones mismas.
    En Bogotá y en toda Colombia se sigue festejando, con la convicción de que Iván Duque fue el último presidente de la vieja Colombia. El lunes empezará la tarea titánica: la paz, la distribución de la riqueza, la igualdad, la Colombia Humana, ya no como slogan, sino como realidad de construcción política, por primera vez desde el Estado colombiano.
    https://cdn.biodiversidadla.org/var/biodiversidadla_org/storage/images/media/images/turbantes/1288916-1-esl-ES/turbantes_full.jpg

    • ana rodrigo

      Gracias, Oscar, por este maravilloso vídeo. Tal como está la política en el mundo llamado civilizado, esto es un respiro de esperanza de que otro mundo mejor es posible.

  • oscar varela

    Colombia (TeleSur)
    – El nuevo gobierno presentó reforma tributaria para
    – recaudar 1.605 millones de dólares por año de los sectores más ricos y concentrados del país y orientarlos a la educación, salud, producción y saneamiento.
    – mejorar las condiciones de vida de niños y jóvenes para revertir progresivamente las enormes desigualdades.
     
    – “los impuestos no serán confiscatorios, simplemente serán justos, en un país que debe reconocer como aberración la enorme desigualdad social en la que vivimos”;
    – “llevar una parte de la riqueza de las personas que más tienen y más ganan, para abrirle las puertas de la educación a toda la niñez y la juventud, no debe ser mirado como un castigo o un sacrificio”.
    – “Somos una de las sociedades más desiguales en todo el planeta tierra”.

  • mª pilar

    Les deseo todo lo mejor el pueblo sufriente se lo merece.

    Un abrazo entrañable para los sencillos de corazón uniendo sus fuerzas:

    ¡Podrán llevarlo a cavo!

    Lo deseo de todo corazón

  • Ana rodrigo

    Ojalá haga todo lo que pueda de su programa. Un país no se cambia de la noche a la mañana.

  • Esoeremos que no se carguen Colombia como hicieron el gorila, el conductor de autobuses y su pajarito con Venezuela.

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