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España se retrata

España ha sido retratada por el virus como un país atrasado que llega con retraso a su aparición virulenta. Pero este atraso o retraso es propio de un país que pensábamos rico, pero que es pobre tanto real como mentalmente. Primero se politizó el tema, sin asumirlo científicamente, luego se militarizó considerándolo una guerra, de acuerdo con nuestra tradicional beligerancia. El Dios español de Olivares es un dios beligerante.

      Nuestra guerra en la península contra moros e invasores, así como nuestra conquista americana, más la guerra civil, condicionan nuestros gestos de acuerdo con nuestras gestas buenas o malas, siempre belicosas. Pero el coronavirus no se puede afrontar directamente a tiros, sino indirectamente de un modo inteligente o esquivo y no atropellado o incompetente.

      Dónde está ahora nuestra gran sanidad. Es cierto que el covid-19 es un virus estrambótico cuya estructura aún desconocemos del todo, y que nos ha cogido por sorpresa. Pero aquí la respuesta ha sido improvisada de modo chapucero en la primera ola, pero también en la segunda. Así que hemos cumplido sin saberlo lo que decía el terrible A.Hitler de los españoles (soldados): desafían la muerte y apenas se protegen (según Borman). Nuestra tauromaquia viene a confirmarlo.

      Y es que entre nosotros triunfa el ingenio tragicómico frente a la seriedad o serenidad, así como el listo frente al inteligente. En mis años de estudiante en España, se exigía repetir lo que un autor consagrado decía, sin aportar nada propio; pero en mis estudios en el ámbito germano, se exigía un aporte personal. Según Leopoldo Alas (Clarín) el español medio es algo irreflexivo, por eso M.Azaña pedía silencio para poder pensar sin el barullo ambiente. Nos sobra crítica, pero nos falta diacrítica o discernimiento.

      Así pues, nos falla la estructura social, pero no la urdimbre psicosocial de carácter personal. España suele ser vituperada en su organigrama, pero los españoles suelen ser uno a uno en su urdimbre caracterizados por una especie de humanismo popular; así lo entendieron G.Orwell y L.Osipora. Sin embargo, ese humanismo popular puede devenir populista y populachero hasta convertirse en fullero o jacarasco, o sea, pícaro. Y es que el español sería un tipo más vital que existencial.

      Tres instituciones delatan nuestro atraso o retraso histórico. Por una parte, la Iglesia católica con su dogmatismo; por otra parte, la política con su belicosidad; finalmente, la ciencia por su ausencia todavía entre nosotros. Es verdad que la democracia está enmendando bien estas tres carencias, pero es aún una democracia con nuestros tres vicios de dogmatismo, belicosidad y nesciencia. Como decía Ortega, la mediocridad nos define y confina, hasta el punto de convertirnos en un estrambote de Europa, así pues, en un país estrambótico como el propio virus que nos azota (de ahí quizás su mutua convivencia o connivencia).

      Precisamente el liberalismo nace en España como reacción a nuestro absolutismo, pero se trasplanta fuera. Aquí aún perviven luchas y peleas, envidias y odios, honor y honra. Falta o falla cierta selectividad intelectual, cierta cultura más refinada, menos bravura o bravuconería. El escritor O.Girondo nos definió como un país ardiente y seco, como un repiqueteo de castañuelas. Se olvida de nuestra periferia y sus costas marítimas, pero ni Euskadi ni Cataluña nos ayudan para fluidificar nuestra sequía central.

      Sigue pues en pie el grito unamuniano de que tratamos los unos y los otros de vencer sin convencer, es decir, sin diálogo y mediación de los contrarios. Frente a la rudeza de las dos Españas, apoyamos una tercera España de la educación y la cultura. Hay mucho odio aún entre nosotros, y falla la deliberación y el pensamiento. Se atribuye a Julio César nuestra definición como bebedores y vividores, que certificaría después Goethe. En fin, nos falta superar nuestra vieja rudeza mental a favor de una mayor flexibilidad y tolerancia, con el fin de trabajar juntos entre nosotros y los demás frente a toda pandemia y pandemonio. España se retrata, pero no se retracta.

8 comentarios

  • Jose Antonio Pastor M.

    Yo también tengo que darle las gracias por la valentía de este articulo que retrata a una España del continuo enfrentamiento ideológico y que va más allá incluso de eso. La España de la diáspora continua de jóvenes científicos y científicas y otras disciplinas hacia otros paises donde se aprecia el saber y se pagan salarios más dignos por estos trabajos. Y se ve que hemos desechado todo lo demás en favor de las gestas deportivas, de las que yo estoy orgulloso, pero con eso se ha relegado todo lo demás. Como si ganar un mundial de fútbol (que esta bien y no seré yo quien niegue ese sentir) del que yo también me siento orgulloso y contento, resuelva todos los problemas que atraviesan una sociedad como la nuestra. Recuerda al “Panem et circenses” de la Hispania Romana. Además y siempre supuestamente, con una sensación estos meses de estado policial y político-militar que no me acaba de convencer en un estado democrático. Seguramente me equivoque y sea una sensación personal pero no dejo de darle vueltas.

     

  • oscar varela

    En torno a OPINAR sobre otro País (pensado en 1945)
     
    1- Desde hace un siglo el progreso de la facilidad y velocidad de las comu­nicaciones
    – ha sido tan grande y tan rápido que hoy puede hablarse de «tráfico mundial»
    – sin que el vocablo signifique una utopía.
    – Hemos comenzado a vivir en un mundo que se ha contraído, en que todo está más cerca que antes.
    – En el pasado predominaba la distancia, la lejanía.
    – Cada pueblo tenía noticias de los otros pue­blos,
    – pero como de algo distante y prácticamente inasequible.
    – Esto daba lugar a que cada pueblo tuviese que imaginar a los demás, soñarles.
     
    2- Herder es el clásico de este «amor a distancia» hacia los otros pueblos
    – Cuando viajaban iban a buscar lo exótico, lo extravagante,
    – que cada pueblo extraño es siempre en relación con el nuestro.
    – Pero hoy se ha hecho tan fácil trasladarse al pueblo más remoto,
    – son tantas las noticias, que la imaginación no puede funcionar y crear sus idealizaciones.
    – El resul­tado es que los viajes hoy han dejado de ser entusiastas y se han vuelto críticos.
     
    4- No tiene duda que la facilidad extrema a que se está llegando en los medios de comunicación
    – es un hecho glorioso que debemos agradecer a la técnica.
    – Pero uno se pregunta qué efectos producirá en el tiempo inmediato
    – ésta casi súbita aproximación espacial de los pueblos.
     
    5- No conviene hacerse ilusiones.
    – El caso es que:
    a) a la vez que cada cual se siente más «de su país»,
    b) se observa una no menos sorprendente movilidad,
    – una inquietud incoercible,
    – un prurito de viajar,
    – de irse de donde se está.
    – El alma contemporánea está llena de estas contradicciones
    – y por eso hoy nadie es feliz.
     
    6- Grandes masas de un pueblo visitan otros distantes y
    – permanecen algún tiempo sumergidos en formas de vida muy diferentes de las usadas en su país.
    – Esto les hace caer en la cuenta de que los usos tradicio­nales de su nación no tienen sustancia propia,
    – que son, en general, hábitos casuales y últimamente injustificados.
    – Esto liberará a los hombres del mecanismo infrahumano de las costumbres heredadas
    – dentro del cual viven prisioneros y les hará capaces de elegir los usos mejores.
     
    7- Esto representaría una reforma radical de la vida humana,
    – porque hasta ahora los hombres han vivido atenidos a modos de comportamiento que eran aceptados
    – no por que fuesen los mejores, ni siquiera porque fuesen buenos,
    – sino simplemente porque el azar había hecho que adquiriesen vigencia en la sociedad donde vivían.
    – De aquí que la mayor parte de los usos nacionales sean toscos y sin sentido,
    – desde el régimen culinario hasta las formas de trato.
    – Es evidente que en cada país hay algunas cosas que se hacen mejor que en los demás y
    – no hay justificación para el hecho de que esas formas más perfectas no sean vigentes en todas partes.
     
    8- Más o menos, el europeo ha sido siempre viajero y curioso de nuevos horizontes,
    – pero el asiá­tico y el africano han vivido siempre inmunizados
    – por su estabi­lidad en los grandes espacios que habitan.
    – Imagínese el cambio que en estos dos grandes y herméticos mundos se producirá
    – el día que un gran número de chinos visiten el Occidente y
    – en que millo­nes de negros puedan enseñar sus dientes
    (el mayor don del negro es la sonrisa),
    – en Londres, París, Roma y Sevilla.
     
    9- El tráfico mundial va a arrancar a los hombres de su perspectiva local,
    – de sus usos tradicionales (que son casi siempre arbitrarios),
    – y va a crear, por fin, algo así como el «hombre abstracto», el hombre desnudo de pasado casual.
     
    – Muchos esperan que el tráfico mundial, al reducir el tamaño vital del planeta,
    – acerque íntimamente a los hombres, les haga com­prenderse mejor.
    – Sin embargo, por lo pronto, se ha producido el efecto contrario.
    – Van sintiendo los pueblos menos simpatía los unos por los otros.
     
    10- Tal vez, cuando la facilidad de los viajes se intensifique
    – hasta convertirse en facilidad de efectiva convivencia,
    – entonces podría pen­sarse en un gobierno universal que ahora, tan ingenuamente, postulan algunos grupos,
    – para quienes la política consiste en expresar los propios deseos y
    – no en preguntarse cuáles son las condiciones que nuestro deseo exige
    – para que sea posible.

  • Carmen

    Pues , he estado pensando y…

    A mí me gusta España.

    A lo mejor porque soy histérica, histriónica, decadente, neurótica, un alma inarticulada, mido 162, no sé si soy bajita, un alma dispersa, de alma disgregada y menesterosa, maniática, insatisfecha,obsesa, exagerada, chulita, de inteligencia reducida, de moral estrecha, aspaventera, anticlerical de los cerriles…

    Me ha encantado el texto.

  • oscar varela

    UNA PRIMERA VISTA SOBRE BAROJA (1910)
    # Hipótesis del histerismo español
     
    1- Casi todas las palabras que usa la parlería política de nuestros conciudadanos son simplemente improperios.
    Clerical no quiere decir, en labios de los liberales, hombre que cree en la utilidad de las órdenes religiosas para el buen vivir histórico de un pueblo; quiere decir directamente hombre despreciable.
    Liberal no equivale a parti­dario del sufragio universal, sino que en voz de un reaccionario viene a significar hombre de escasa vergüenza.
     
    2- En todas las tierras del planeta acontece cosa parecida.
    – No existe pueblo en Europa que posea caudal tan rico de vocablos injuriosos, de juramentos e interjecciones, como el nuestro.
    – Esta literatura dicha se caracteriza por un elemento que da a los períodos todo su sabor y todo su ritmo: llámenlo ustedes como quieran, ajo, taco o interjección.
    – Tal fenómeno, por lo mismo que su frecuencia y extensión parece quitarle importancia, la tiene enorme.
     
    3- En un momento de dolor dilacerante envía el alma con premura todas sus reservas de energía
    – hacia aquel lugar por donde ha penetra­do la impresión dolorosa.
    – Queda por un instante en suspenso el resto de la vida psíquica y
    – aun la fisiológica disminuye de pulso y el corazón se contrae y detiene:
    – necesita el alma movilizar toda su emotividad hacia la brecha que en el flanco le han abierto.
    – Ni se piensa, ni se ve, ni se oye.
    – El alma íntegra es un arco a toda tensión de que va a salir como una flecha contra el enemigo dolor
    – un |ay!
    – ¡Cuán breve e insignificante el cuerpecillo sagitario de esta palabra!
     
    4 ¿Qué decimos, qué decimos cuando decimos ¡ay!?
    – Nada decimos sobre las cosas del mundo, pero decimos toda nuestra alma.
    – Esta minúscula ampolluela del ¡ay! lleva a altísima presión, condensada, toda nuestra afectividad,
    – es propiamente una congestión de senti­miento que en ella explota.
    – Esta explosión nos liberta del desequili­brio emocional que el dolor moral o fisiológico sobrevenido nos causara.
    – Para este uso normal ha puesto Dios en la tierra esas cosas llamadas interjecciones.
     
    5- Pero ¿qué acontece a este hermano español que fue con nosotros ayer en el tranvía?
    – Hablamos de cosas indiferentes para ambos:
    – no obstante, nues­tro amigo desparramaba entre sus frases sinnúmero de interjecciones.
    – Eran éstas ya como un compás, como un ritmo que daba cierta arquitectura a sus frases.
    – Y nuestro amigo, visiblemente sentía, cada vez que soltaba un taco, cierta fruición y descanso;
    – se notaba que los había menester como rítmica purgación de la energía espiritual que a cada instante se le acumulaba dentro, estorbándole.
    – ¿No es esto admirable?
    – ¿Por qué sentía mi amigo tal fruición pronunciando palabras sin sentido o cuyo sentido le era indiferente?
    ………………………….
     
    6- Mi amigo se llama Juan Español.
    – No posee grande entendimien­to,
    – administra una moralidad reducidísima,
    – no se conmueve ante una obra de arte,
    – es incapaz de heroísmo,
    – va viviendo hacia la muerte como una piedra hacia el centro de la tierra.
     ¿Diremos que a este hombre le sobra energía psíquica?
    – ¿No diremos más bien que le falta, que padece astenia espiritual?
    ¿Será acaso ese abuso de interjecciones, ese alarde de energías frecuente en el español
    – más bien efecto de su debilidad espiri­tual?
     
    7- Además de las interjecciones, es curioso el prurito de nuestra raza por expresarse con gestos excesivos.
    – A lo mejor, un compatriota, para decirnos que acudamos a una cita a las cuatro en punto,
    – acompaña este «punto» con ademán de formidable energía,
    – sacude el brazo como si en la mano llevara un alfanje
    – y bajo el alfanje se hallara el cuello de un gigante y se tratara de degollar a éste.
    – Claro está que después nuestro compatriota no acude a la cita.
    ………………………….
     
    8- Anda hoy sugestionando a gran número de psiquiatras alemanes y norteamericanos
    – una teoría de las psicosis e histerias, debida a Sigmund Freud, médico y profesor en Viena.
    – Reducida a tér­minos extremos, la teoría es la siguiente:
    – Toda representación lleva consigo, además de una imagen de la cosa o acción representada,
    – un estado afectivo o energía psíquica con­comitante.
    – Un deseo fuerte es una representación lastrada con una ingente aglomeración de energía psíquica.
    – Lo propio ocurre con la imagen de una escena violenta.
     
    9- Al presentársenos ciertos deseos, nuestras convicciones morales o estéticas
    – nos obligan a dejarlos insatisfechos.
    – Pero un deseo que permanece insatisfecho es, según Freud,
    – una condensación de afec­tividad que pugna por expandirse, por actualizarse,
    – gastándose en forma de movimientos musculares o inyectándose en el resto de nuestras ideas y quereres.
    – Esa pugna es dolor para el alma y resulta a menudo insoportable.
    – Entonces nuestra conciencia, no contenta con dejar insatisfecho el deseo,
    – lo expulsa fuera de sí misma, lo aherroja en los sótanos del alma
    – y allí queda «inconsciente», sin poder volver, por lo común, al plano de la percatación.
     
    10- Con él va de lansquenete o mozo la energía psíquica, el afecto.
    – Éste permanece como un tumor de emotividad presto a estallar, a liberarse de cual­quier modo.
    – Mas habiendo sido expulsada la representación en cuyo servicio iba originariamente,
    – se tiene que buscar otra cuyo tránsito a la plena conciencia y al mecanismo motor de los músculos
    – no ofrezca dificultad.
    – ¿Cómo encontrarla?
     
    11- Las representaciones se hallan asociadas en largas cadenas, que componen la textura de nuestra alma.
    – Gracias a esto, el afecto puede saltar de una representación a otra, de ésta a otra
    – y así hasta llegar a una inocente, cuyo paso a la conciencia esté permitido,
    – porque su enlace con la prohibida es remotísimo.
    – Así penetra la emoción de contrabando, solapada, a una imagen indiferente,
    – con la cual ya apenas si tiene que ver.
     
    12- Arribada a la conciencia, explota, y el espíritu en quien esto acaece
    – se extraña de que ideas mansas que le ocurren le angustien o exalten tan desmesuradamente,
    – y hasta le llevan a movimientos injustificados.
    – Los brincos y gestos absurdos de los histéricos, las manías, obsesiones y tristezas de los neuróticos
    – no son, según Freud, más que esto.
     
    13- Esas intromisiones súbitas de afectos y de ideas,
    – que no tienen que ver con el curso del pensamiento,
    – producen, claro está, una frag­mentación de la vida intelectiva.
    – Entran en la continuidad de una mente normal como cuñas y la hacen saltar en trozos;
    – se interpo­nen, se interyectan entre los miembros de una construcción intelec­tual y la hacen imposible.
    – Por eso las almas de histéricos y neuró­ticos viven una vida discontinua,
    – incompatible generalmente con el edificio de un ideario unificado y resistente.
    – Son almas disgregadas en átomos, inconexas; almas dispersas,
    – cuya existencia es un nacer y morir a cada instante,
    – menesterosas, como efímeras, de condensar en esa vida instantánea toda su vitalidad.
    – Almas inarticuladas que se expresan en interjecciones, porque ellas mismas lo son.
    ………………………….
     
    14- No puedo en este lugar detenerme a la consideración más deta­llada de este tema.
    – Me basta con haber sugerido un punto de vista desde el cual se ve España
    – como un paisaje de histerismo,
    – de ese histerismo étnico que a veces se ha apoderado de todo un pueblo,
    – que es acaso síntoma de un continente entero.
     
    15- El chulismo, el flamenquismo, la bravuconería, la exageración, el retruécano
    – y otras muchas formas de expresión que se ha creado de una manera predilecta nuestra raza
    – podrían muy verosímilmente reducirse a manifestaciones de histerismo colectivo.
     
    16- No se me oculta que al proyectar dos tipos clínicos de la pato­logía individual
    – como histeria y neurosis sobre la espiritualidad colec­tiva,
    – dejan de ser enfermedades, en un sentido médico. Conste así.
    – Pero se transforman en enfermedades, según un sentido histórico. Conste también.
    ………………………….
     
    17- En cierto sentido, encuentro en Baroja una manifestación supe­rior del histerismo nacional.
    – Todos somos un poco como él, pero somos menos sinceros.
    – Lo mejor y lo peor de la España actual se presenta en Baroja a la intemperie, sin pellejo.
    – Y lejos de ser esto una censura, repito que se me aparece como el más fecundo punto de vista
    – desde el cual puede salvarse su obra, tal y como ésta se presenta.
    – Dentro de cincuenta años, los libros de Baroja tendrán principalmente valor de síntomas nacionales.
    – Como para Baroja, suele ser para nosotros los demás iberos cada palabra un jaulón,
    – donde aprisionamos una fiera, quiero decir un apasionamiento nuestro.
    – En general, el humorismo español, del mismo modo que el de Baroja, comienza por ser malhumorismo.

    • Antonio Duato

      No sé si interesará a muchos cómo veía Ortega y Gasset a Pío Baroja hace 110 años. Más nos interesaría saber lo que tú piensas de lo dicho por Andrés, cuyos retrasos sobre lo habitual nos hacen temblar. O lo que tú piensas por ti mismo, Oscar, de la España de hoy, escrito en un artículo si pasa de la extensión normal de un comentario.

      • oscar varela

        Hola Antonio!
        Gracias por tu atención!

        “lo que pienso YO:

        a) se trata de pensar acerca de un “SECRETO”, pues eso es un país (acá España)
        b) los argentinos no le somos “extranjeros”;
        – acaso solo “forasteros”;
        – para nada “originarios”.
        c) me parece lo mejor, entonces, “escuchar” lo que Uds. con-versan.
        d) el mismo AOO los hace en su Artículo.
        e) ¿a qué meterme como elefante en un bazar?
        f) si me quieres bien
        – ¡aguántame como soy!
        – y corrígeme cuando lo consideres,
        – pero no me invites a un matadero!

        Abrazo!
        …………..
        P.S.: posiblemente te “cuelgue” algo que fundamenta lo acá dicho.

    • Jose Antonio Pastor M.

      Yo añadiría la injusticia que España cometió con Benito Pérez Galdós y el premio Nobel que nunca le concedieron, por la envidia y saña de este pueblo al que tanto quiero, pero que me duele cuando uno descubre episodios nacionales como le acontecieron a este ilustre escritor.

  • mª pilar

    ¡Gracias por este art. Gracias de todo corazón!

    Ayer, escuchando las noticias, y siendo una mujer sencilla y sin carrera… tristemente… llegué a este mismo razonamiento; lo sentía en lo más profundo de mí:

    Nuestra “talla” es… cortita… y nuestro orgullo “patrio” decadente.

    Nunca hay que desesperar…pero visto lo visto…no tenemos un buen porvenir.

    Gracias de corazón.

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