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¿Sigue vivo Maciel?

Para Bernardo Barranco, un informado comentarista mexicano, a los tres años de su muerte biológica y decretada la canónica, muchos cuentan con su permanencia institucional. Más sibilina que cualquier maniobra que descubre Barranco es el escrito de la directora del conservador Catholic.net, que plantea al Papa el dilema evangélico: “no puede haber frutos buenos de árbol malo”. Y si los frutos son buenos –según los criterios [conservadores] de quien ha investigado la Legión– se deduce… ¡un gran enigma! Según ella lo que se presenta como “hechos probados” tal vez no son sean tales.  Sometemos a discusión  los dos artículos:  

 

 A tres años de su deceso, Maciel no ha muerto

Por Bernardo Barranco V., Jornada, 2-2-2011

 Marcial Maciel es el hombre que nunca debió existir. El pasado domingo, muchos legionarios tuvieron que celebrar su tercer aniversario luctuoso en la intimidad porque, como sabemos, ha sido desterrado de su orden y de la Iglesia. Su imagen desapareció por decreto y su nombre será pronunciado en voz baja, casi como un susurro, para que nadie más escuche, porque su nombre ahora es maldecido. Es el asesino solitario, el chivo expiatorio, que exime responsabilidades institucionales de la orden y es sacrificado para que la comunidad siga existiendo como en la prehistoria las colectividades arcaicas realizaban las inmolaciones. Maciel el esclavo del dinero, el cómplice del poder, modelo de desenfreno de adicciones y de patologías sexuales, es conducido a los oscuros rincones del olvido. Los legionarios, después de haberlo exaltado como un héroe y haberle rendido culto con veneración servil, ahora lo cosifican; ya lo querían santo y ahora se ven obligados a condenarlo al destierro de la memoria.

Por prescripción institucional, Marcial Maciel ha dejado de existir, porque sus actos jamás debieron haberse dado. Y ¿qué queda después del iconicidio ordenado por el Vaticano?, ¿qué lecciones ha dejado su paso pernicioso por la Iglesia y por el mundo? Se ha hablado tanto de él que se antoja seguir con desgano el consejo de Ciro Gómez Leyva: ya basta, ya déjenlo.

Efectivamente, estamos saturados de un personaje siniestro y malévolo; sin embargo, los silencios de la Iglesia y de las elites de la sociedad se siguen manifestando como un silencio cómplice. ¿Qué ha dicho la Iglesia católica, además de lamentarse de la vida licenciosa de este religioso? ¿Es que el caso Maciel no amerita una reflexión eclesial profunda por la jerarquía y de sus intelectuales? Se han registrado en los medios algunos tibios y esporádicos comentarios de algunos miembros de la jerarquía en los que apenas salpican el tema. Hasta ahora, el silencio ha sido la tónica de la jerarquía, como si Marcial Maciel no hubiera existido o, peor aún, como si se tratara de un accidente tan raro y exótico en la vida de la Iglesia que no ameritara un razonamiento. Creo que los obispos deben a la sociedad mexicana una meditación madura y sensata del caso, por la sencilla razón de que el escándalo de Marcial Maciel ha trastocado la vida, la autoridad y la credibilidad de toda la institución.

No existe una recepción local del caso. ¿La Iglesia católica mexicana está obligada a dar una explicación a la sociedad por el caso Maciel? No lo sé, pero sí creo prudente que una interpretación pastoral, y hasta teológica, sería un signo saludable de contrición. Yo quisiera preguntarles a los obispos qué piensan del modelo religioso que Maciel creó, el modelo empresarial llamado legionarios: ¿qué tan evangélico, señores obispos, es el personaje Maciel convertido en una máquina de hacer dinero? O la inquietud la formulo de otra manera: ¿qué tan evangélico es que una congregación en tan poco tiempo haya construido un imperio financiero que oscila entre 20 y 50 mil millones de euros? El silencio es encubridor, y a la postre implica cómo fueron los cómplices que quisieron acallar a las víctimas y ahora tienen una obligación moral y jurídica de dar la cara. Creo que el cardenal Norberto Rivera, en primera línea, tiene la exigencia no sólo de ofrecer explicaciones públicas, sino de pedir perdón. Porque Marcial Maciel fue su mentor, porque lo defendió ciegamente utilizando todo el peso institucional de su investidura; porque su actitud desorientó a muchísimos feligreses y porque afectó la vocación de personajes tan entrañables como Alberto Athié Gallo, quien tuvo, en medio de una crisis, que abandonar su vida religiosa.

Por ello es tan importante el libro que Carmen Aristegui ha producido, Marcial Maciel, historia de un criminal (editorial Grijalbo), porque Marcial Maciel es un espejo de nosotros mismos como sociedad. Los testimonios de sus víctimas, los diversos enfoques interpretativos, sean sociológicos, teológicos y hasta sicológicos, nos develan que las patologías de Marcial Maciel son las mismas de la sociedad mexicana, especialmente de sus elites económicas y de poder político. Muchos empresarios, políticos, servidores públicos, comentaristas y periodistas que lo defendieron ciegamente deben hacer su balance. Algunos, me consta, aun en privado han hecho una evaluación crítica. Otros siguen el ejemplo del cardenal y hacen como que la virgen les habla. Marcial Maciel no ha muerto; hay temas de verdad y de justicia aún pendientes, que van mucho más allá de la atención a las víctimas como recién lo anunció la congregación. “En mayo de 2010 –nos dice Aristegui en su libro– el Vaticano tocaba el asunto central de las complicidades y ahora abandona, sólo meses después, las responsabilidades de quienes participaron en ese contexto permisivo… Benedicto XVI terminó por caer en cuenta de que una investigación seria sobre encubrimientos o complicidades sería topar con su propia figura y la de su antecesor, Juan Pablo II, quien resultó ser el más grande protector de Marcial Maciel.” Si hay una apuesta por la desmemoria, la verdad tarde o temprano saldrá.

 – o – o – o-

 

Marcial Maciel: «Una figura enigmática» para Benedicto XVI

Lucrecia Rego de Planas, Directora | Catholic.net , 4-2-2011 [No hemos encontrado el artículo en la dirección normal sino únicamente en el caché de Google. ¿Lo habrán retirado?]
El Papa se encuentra ante dos piezas de un rompecabezas que no cuadran entre sí.

Las cosas que han sucedido en la Legión de Cristo desde hace dos años, no terminan de cuadrar en el privilegiadísimo cerebro de Joseph Ratzinger, hoy jefe Supremo de la Iglesia católica.

Hay algo absolutamente contradictorio en el asunto. Y él, con su mente aguda y luminosa, acostumbrado a hallar siempre la concordancia perfecta entre la fe y la razón, no ha podido encontrar la explicación.

Lo expresa consternado en su última entrevista, plasmada en el libro “La luz del mundo”(*). Cuando Seewald le pregunta acerca del caso Maciel, él responde:

“Para mí, Marcial Maciel sigue siendo una figura enigmática.”

¡Pobre Papa! Por un lado, alguien de su absoluta confianza (no sabemos quién) le muestra en el año 2000 (no antes) “testimonios inequívocos” (no sabemos de quién) de que Marcial Maciel tuvo “una vida de aventuras, disipada, extraviada”.

Para su mente racional y extraordinariamente lúcida, el silogismo era obvio: Si el árbol está podrido, los frutos lo estarán también.

Jesucristo lo ha dicho con absoluta certeza: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? No hay árbol bueno que pueda dar frutos malos, ni árbol malo que pueda dar frutos buenos. ” (Mt 15,20)

Y el mismo Card. Ratzinger, siendo aún prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, lo había afirmado con total convicción cuando Seewald le preguntó, en el 2002, acerca de la manera de distinguir a los falsos profetas (esta entrevista está publicada en el libro “Dios y el mundo”). El cardenal, en ese momento, responde sin dudar: “¿Qué frutos produce él y su círculo? Analiza esto y verás a qué conduce.” […] “Los frutos son la norma y esto es válido siempre”

“Esto es válido siempre” es una afirmación seria y contundente (y aún más cuando es dicha por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe), así que para el cerebro del Card. Ratzinger no existía duda alguna: si le han demostrado con “testimonios inequívocos” que la vida del P. Maciel (el árbol) fue una vida corrupta, no puede haber más que una conclusión directa e ineludible: la Legión y el Regnum Christi (sus frutos) estarán igual de corrompidos que el árbol que los engendró. No hay vuelta de hoja, con toda seguridad habrá que disolverla.

Pero… su convicción se derrumbó al recibir los informes de los visitadores apostólicos que nombró para la Legión, hombres de su absoluta confianza, quienes, de manera unánime atestiguaron “que han encontrado un gran número de religiosos ejemplares, honestos, llenos de talento, muchos de los cuales jóvenes, que buscan a Cristo con celo auténtico y que ofrecen toda su existencia a la difusión del Reino de Dios.” Y, en lugar de aconsejar al Papa disolver la Legión, le aconsejaron justo lo contrario: preservar el núcleo del carisma (la Militia Christi) y preservar el entusiasmo apostólico que encontraron. Aquí las palabras del comunicado:

“La necesidad de redefinir el carisma de la congregación de los Legionarios de Cristo, preservando el núcleo verdadero, el de la ´Militia Christi´, que caracteriza la acción apostólica y misionera de la Iglesia y que no se identifica con la eficiencia a toda costa.”
“La necesidad de preservar el entusiasmo de la fe de los jóvenes, el celo misionero, el dinamismo apostólico, por medio de una adecuada formación”

Me imagino la cara de interrogación que habrá puesto el Papa ante este informe, que para colmo, ha sido ratificado después por la experiencia positiva que ha tenido el Card. Velasio de Paolis, Delegado Pontificio para la Legión y el Regnum Christi: “agradecer al Señor por el don de la congregación de los Legionarios de Cristo a la Iglesia. La Iglesia ha obtenido, a través de este don, a anunciadores del Reino de Dios, o mejor, del Reino de Cristo” (homilía 4 de enero del 2001)

Nuestro muy querido y admirado Benedicto XVI, inteligente y sabio como pocas personas en el mundo, se encuentra ante dos piezas de un rompecabezas que no pueden unirse entre sí. ¿Un árbol corrupto que da frutos buenos? ¡Eso contradice a lo que su razón le dicta y contradice las enseñanzas de Cristo!

El Papa ha tenido la confianza de hacernos partícipes de esta confusión que siente en su interior, al responder a Seewald (en La Luz del mundo) que lo verdaderamente notable del caso Maciel es LA CONTRADICCIÓN. He aquí sus palabras:

“Este es el hecho notable, la contradicción: que, por así decirlo, un falso profeta haya podido tener un efecto positivo.”

El Papa se encuentra ante un enigma que no ha podido resolver y nosotros estamos con él en esta terrible interrogación que cuestiona lo más íntimo de nuestra fe, pues sólo hay dos opciones: O Jesucristo mintió al decir “No hay árbol malo que dé frutos buenos” o, si no, forzosamente hay algo que no se ha descubierto aún en los “testimonios inequívocos” que le mostraron al Papa.

¿Cómo terminará esta historia? Todos lo sabemos: en el día del Juicio Final la verdad saldrá a la luz y el cerebro del Papa podrá descansar. Mientras tanto no nos queda más que orar y seguir siendo fieles en el lugar en el que Dios nos ha puesto.

Hoy se cumplen tres años de la muerte del P. Maciel y los legionarios lo estarán recordando, en todos los rincones del mundo, con una misa penitencial.

Que Dios los llene de bendiciones

Lucrecia Rego de Planas
Dirección
Catholic.net

4 comentarios

  • emilio múgica

    En http://www.chiesa.espressonline.it del 9 de febrero aparece un detallado informe por  Richard Gill, un ex-dirigente ahora sacerdote de la archidiócesis de Nueva York. Ver el texto en español  “Legionarios. Los diez interrogantes” pinchando  castellano en la web. 

  • Jesús

    Maciel muestra a las claras quiénes son los que gobiernan esta iglesia y hasta dónde están dispuestos a llegar para cubrir a los ideológicamente afines.

  • ana rodrigo

    Errata: en vez de pudredumbre, debe decir podredumbre.

  • ana rodrigo

    ¿Sigue vivo Maciel? Pues claro, que sí, ¿alguien duda de que había muchos de sus cachorros que conocían sus fechorías y que ahora están detrás o delante del altar celebrando misas en latín o en dios sabe en qué idioma, jurando en arameo a ese dios para que no los descubran? Anda que el rastro ¿oculto? que habrá dejado será de cuidado.

     Lo que tenía que hacer el Vaticano es cerrar ese antro, no sólo por la cuestión sexual, sino por la pudredumbre pecuniaria y de poder en la que se mueven todos sus componentes.

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