UNO. – 

Se hace memoria hoy en el santoral renovado de san Fileas que, además de ser obispo y mártir, prestó su nombre a Fileas Fogg protagonista del famoso viaje “La vuelta al mundo en ochenta días”, encargo que había recibido de don Julio Verne y que nos permite llegarnos a algunos países de África y conocer situaciones ocultas en los medios de comunicación patrios obsesionados con cuestiones de menor cuantía.

Las relaciones entre Mali, regido desde 2020 por una junta militar tras un golpe de estado, y Argelia se han deteriorado hasta el extremo de que la junta militar de Bamako ha anunciado el fin con efecto inmediato del Acuerdo de Argel, firmado en 2015 con los grupos independentistas malienses asentados en el norte del país y de los que me hice eco hace unos meses en esta columna. La crisis se produjo al reanudarse los ataques de esos grupos contra el ejército regular maliense; grupos preferentemente compuestos por tuaregs, tras la retirada de la Misión de Naciones Unidas (MINUSMA) que fue expulsada por los militares de la junta golpista tras diez años de presencia con misiones de impedir los combates. Advierten a Argelia de que si siguen inactivos ante esos grupos ellos harán los mismo acogiendo en Mali a los independentistas argelino de la Kabila. La presencia en el Sahel del Grupo salafista argelino para la predicación y el combate (GSPC) adherido a Al Qaeda es un inicio de la presencia del terrorismo internacional islamista en la región. Bamako considera que las autoridades argelinas mantienen relaciones ocultas con algunos de los grupos terroristas que actúan en Mali y en el resto del Sahel.

DOS. – 

Jano, que fue rey en Roma, instalado en el Janículo, una de las colinas a la que proporcionó nombre, en la edad de oro y que inventó la navegación y la moneda y, a lo que iba, enseñó a los itálicos a cultivar la tierra mostrándoles el camino de la abundancia. Los agricultores franceses y los belgas y un poco los españoles y los italianos y los portugueses han visto peligrar desde hace años la pretendida abundancia que les preparó Jano y han salido a las carreteras con sus animales mecánicos para hacer saber a los nuevos reyes, burócratas de los partidos y más burócratas de los gobiernos de los estados nacionales de la UE y burocratizadísimos de la Comisión y del Parlamento europeos, que su nivel de silencio y paz bucólica en los yermos barbechados por decisión de unos técnicos que es probable que no sepan nada de lo que es el descanso de la madre Tierra, ha terminado, precisamente unos meses antes de que se celebren elecciones para cambiar de burocrátas al mando.

Los interpretadores de lo interpretable se han apresurado a diagnosticar que la extrema derecha ha levantado al campesinado como en la Erhebung des gemeien Mannes (la revolución del hombre común) en Alemania. Aquellos eran católicos contra los nobles que se habían pasado a don Martin Lutero. En la represión de la nobleza luterana cayeron 100.000 campesinos muertos (algunos elevan la cifra a 150.000). En 1525 se habían levantado en armas 300.000 campesinos. Hoy con los campos vacíos solo hay 300.000 políticos y funcionarios para rebelarse contra los campesinos que son unos miles en cada estado nacional. Con tractores, sí. Don Martín, por cierto, escribió: “…contra las hordas asesinas y ladronas mojo mi pluma en sangre: sus integrantes deben ser aniquilados, estrangulados, apuñalados, en secreto o públicamente, por quien quiera o pueda hacerlo, como se mata a perros rabiosos”. Puede leerse en Contra los campesinos asaltantes y asesinos. Verdaderamente menos mal que, pese a todo, uno ha nacido en un país católico donde se mataba menos y con jueces dominicos que recogían en papel las sentencias y entregaban al personal seglar a los ajusticiables. Cosa muy de agradecer.

Ahora eso no va a pasar. Los sabinos invadieron Roma y estuvieron a punto de derrotar a los latinos, más Jano hizo brotar un manantial de agua hirviendo delante de los atacantes y presuntos vencedores, lo mismo que los civilizados gobernantes de los belgas hicieron estos días pasados en la plaza de Luxemburgo. Allí cerca había, cuando servidor trabajaba en Bruselas, un bar asturiano donde se podía comer, beber, jugar al billar, charlar y aguantar las dichosas y aburridisimas “suarés” oscuras y húmedas. Agua sí, pero guardias pocos que no es el juez Zoido el ministro del Interior de Belgium (gracias sean dadas al Eterno por tan inmenso favor).

Los campesinos, agricultores en lenguaje políticamente correcto, han visto reglamentadas toda clase de nimiedades de sus actividades, avasallados por una marea de intermediarios que les pagan 0,20 euros por un kilo de tomates marca Segoyene los cuales se lo venden a la señora Martina en Utrera a 3,40. Y luego tienen que presentar las facturas del 0,20 por duplicado ejemplar y autenticadas ante notario a las huestes de doña Maria Jesus Montero para que al cabo de unos meses les paguen la PAC que exige varios viajes a las sucursales de los bancos para presentar más impresos 003-2020-0000017864 y que les adelante los euros de la UE mediante el pago de un interés bondadoso que permite al Banco o Caja que sea multiplicar sus beneficios pese a lo mal que va la economía por culpa de la izquierda pactista. Añadiendo la política de tierras baldías subvencionadas a terratenientes y grandes firmas de controladores varios que aún perdura, aunque se hayan tratado de menguar. Más la presión de los países no europeos con inmigración en ellos hacia Europa y cuya vigilancia policial y horrores para contenerla son considerados proporcionados por jueces dedicados a la política y por dirigentes políticos de vocación judicial con ignorancia culpable.

Jano, al morir, fue divinizado y las puertas de su templo en el Foro permanecían cerradas en tiempo de paz y se abrían en tiempos de guerra para que el dios pudiese acudir siempre en ayuda de los habitantes con su agua hirviente en contra de sus enemigos y de toda adversidad. Lo que muestra la rebelión de los actuales campesinos que recorren a distintas velocidades Europa es que los dirigentes y las poblaciones de las ciudades no somos conscientes de que, sin agricultura propia, la dependencia de ajenas tierras y ajenos negocios condicionará de tal manera nuestra libertad, nuestra independencia y nuestros sistemas políticos y de vida que, si los partidos que gobiernan y los Parlamentos nacionales y europeos que los conforman no hacen un esfuerzo por atender la llamada de los cultivadores de la tierra de sus países dejándose guiar preferentemente por los intereses económicos que ahora succionan a tales gentes estarán, como ahora, jugando el solitario de Canfield, que es un juego de cartas con muy pocas probabilidades de ganar. Pese a estas notas y opiniones tengo que reconocer que es asunto de gran calado que exige reflexionar y saber más, mucho más, de lo que un servidor sabe.

CODA. –

Buñuel famoso y lúcido director de aplaudidas cintas peliculeras, filmó VIRIDIANA. Más nuestra santa madre la Iglesia Romana incluyó mucho antes en su santoral y la memoriza todos los años a su VIRIDIANA original, nacida como Virginia Margaret del Mazziere en Castelfiorentino, en 1182, en la deliciosa Toscana. Se vino en peregrinación a Santiaguiño para abrazar al apóstol y volverse a su pueblo donde logró que le construyeran una ermita en donde permaneció 34 años.  En una ocasión dos serpientes entraron a su estancia, pero ella nunca le dio importancia a lo que contaban sus vecinos pues lo veía como un acto de aceptar los acontecimientos como en las películas de Buñuel. Cuentan las crónicas que en 1221 fue visitada por San Francisco de Asís y que su muerte fue anunciada por el sonido de las campanas de Castelfiorentino. Como ocurría, por cierto, con todos los cristianos que entraban en agonía cuando las gentes se interesaban por estos asuntos cosa que hoy no ocurren porque en los hospitales no hay tiempo, ni ganas, para perderlo empleando el de los turnos semejantes pamplinas. La canonizó Clemente VII en 1533. No fue hasta 1961 en que a Luis Buñuel se le ocurrió filmar su VIRIDIANA, que fue condenada por el Vaticano y declarada no existente por los censores de Su Excelencia el Jefe del Estado español de esa época en la que no había reyes, ni titulares ni eméritos.