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La primera república: 150 años (2/2)

          Estamos recordando, con el anterior articulo y con este, los 150 años de la proclamación de la Primera República española (11-02-1873) y hoy, 14 de abril, se nos cruza en el camino el recuerdo y conmemoración de la Segunda República (14-04-1931). Suele decirse que no hay continuidad entre una y otra, pero sea lo que sea, cabe destacar que la memoria de la Primera República y su ideario cívico pervivieron calladamente en el recuerdo de muchos durante la Restauración (1874-1931). EI.

I

          La tercera etapa diseñada por el catedrático José María Jover sobre la consideración bibliográfica en torno a la Primera República, que vengo comentando, corresponde a los años noventa, es decir años finales del siglo XIX y de transición al XX. Esta tercera etapa presenta características propias: mayor lejanía de los acontecimientos de la República, nuevas circunstancias de vida y políticas, nuevas generaciones, nuevos intereses, nuevas perspectivas. Será en esos años cuando los recuerdos de la Primera República se incorporen a la Historia General.

          Destaca al respecto Jover Zamora, algunos de los elementos circunstanciales de esos años:

<< (…) el creciente sentimiento de crisis, la agudización de las tensiones sociales, la conmoción de la guerra colonial y del 98, la profundización de la crítica – de raíz positivista – acerca del limitado alcance real de la Revolución del 68,  y la necesidad de una “regeneración” que calara más hondo que la revolución septembrina (…) Pese a todo ello quizá conviniera anteponer un obvio condicionamiento generacional (…);  la Primera República, la revolución cantonal, la última guerra civil han perdido su calor de contemporaneidad (…) convirtiéndose por primera vez en substancia apta para el recuerdo sereno o para la historia. >>

Y señala alguna de la literatura de contenido “recordatorio” de lo acontecido: reimpresión, en 1891, del “Cantón Murciano”; la reproducción por el “Diario de Cádiz” de 43 artículos que había publicad a partir de mayo de 1873; la publicación a partir de 1899 de los Fragmentos de mis memorias” de Nicolás Estévanez;  “Memorias de un solterón” de Emilia Pardo Bazán;  la segunda edición, en 1892,  de la “Historia de la Revolución española (desde la guerra de la Independencia a la restauración de Sagunto)” de Vicente Blasco Ibáñez,  así como sus novelas “Entre naranjos”, de 1891 y “La Bodega” de 1905.

 

II

          Son, pues, años de rememoración, con cierta distancia temporal y es la etapa en la que se realiza la inclusión de la República dentro del ámbito de la “Historia general”.

          En este sentido cita Jover Zamora la obra la obra de Pirala, “Anales desde 1843 hasta el fallecimiento de D. Alfonso XII”, año 1895; de la de Miguel Morayta, “Historia General de España” y la “Historia General de España en el siglo XIX” de Francisco Pi y Margall y Francisco Pi Arsuaga, publicada en 1902, en Barcelona.

          Sobre a incorporación de la Republica del 73 en la Historia general, hace José María Jover tres observaciones destacables:

          La primera observación: el desglose que hace la historiografía de la realidad única de la Primera República, diferenciando sus grandes componentes históricos:

1) el proceso constituyente de la República,
2) el movimiento cantonal,
y 3) la guerra carlista.

          Con esta diferenciación se obtiene la impresión (errónea) de que se trata de “series históricas desconectadas entre sí“. Siendo que se trata de una realidad compleja pero única, con diversos componentes coincidentes a un tiempo y con mutuas interacciones entre ellos. La razón de ello, aduce Jover, será “la necesidad, en la mentalidad conservadora, de aplicar distintos baremos jurídicos y éticos a los sucesos del Norte y a los del Sur y Levante”; produciéndose una disociación entre “proceso político” y “guerra civil”.

          La segunda observación: que se constata en la historiografía la persistenciade la imagen negativa forjada en la coyuntura ideocrática de los años setenta”.

          La tercera observación: que se recrudece y patentiza, añadiéndolo a las “contravirtudes”, como rasgo definitorio de la República del 73, el de “ilegal”.(NOTA 1)

 

III

          La cuarta etapa del proceso de evolución bibliográfica de la percepción sobre la 1º República comprende la primera década del siglo XX.

          Desdramatización” es la expresión con la que José María Jover caracteriza esta cuarta etapa. A ello añade otras características propias de esta etapa:

1) el tratamiento más formalista de la guerra civil y del Sexenio, de modo que “la narración de la historia del Sexenio tiende a circunscribirse a sus vicisitudes políticas, prescindiendo de todo patetismo social”.
2) Se “esfuma” la “dependencia retrospectiva respecto a experiencia de 1873” y se potencia el carácter prospectivo y de utopía.

          Y así, distinguiendo entre la perspectiva “conservadora” y la perspectiva “liberal-republicana” dirá Jover:

<< (…) en la mitología conservadora, el 73 ha perdido su fuerza como símbolo “socialista” – sucedáneo nacional de la Commune – (…) ha perdido su fuerza como símbolo “separatista” (…).  Y en la mitología liberal-republicana el 73 ha perdido su fuerza como obligada referencia retrospectiva (…). Para lo sucesivo el problema no consistirá ya en polemizar acerca de la ocasión perdida; sino en integrar la común experiencia en un proyecto de futuro: en una utopía. >>

          Así pues, el fracaso de la Primera República se integra en una común experiencia liberal-republicana y se ve transformado en un proyecto de futuro: en una utopía.

          Y prosigue diciendo el profesor Jover Zamora, haciendo cita de Joaquín Romero Maura:

<< En efecto, el llamamiento a la unidad y a la atención de las clases trabajadoras contenido, ya en 1895, en el testamento político de Ruiz Zorrilla, había marcado el único camino abierto al republicanismo, una vez “”acomodas las capas medias al régimen de Cánovas, desmovilizado el pueblo, improbable la cuartelada, mojada la pólvora republicana por las leyes liberales”, todo ello comportaba la necesidad de volver definitivamente la espalda al pasado, encarando el porvenir con imaginación.>>

 

IV

          Centrando la atención en los dos Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós referidos a la República, redactados en 1911 ( “La Primera República” y “De Cartago a Sagunto”), destaca Jover como Galdós se mueve entre el republicanismo y el socialismo y también la desconfianza que muestra frente a las personas concretas que encarnan el republicanismo, manteniéndose, no obstante, fiel  a su ideario republicano.

          Añade Jover que la inclinación socialista de Galdós, en la década de 1910, resulta “indispensable” para entender el “clima” de los dos citados Episodios Nacionales. Y en relación a la perspectiva que, en dicha década, tenían los republicanos en relación a como debiera ser una posible segunda República en España, es decir cuál era entonces “la utopía” de los republicanos, tras el fracaso de la Primera República, destaca Jover la necesidad de “merecer” alcanzar ese ansiado “paraíso” republicano con la vivencia de las “virtudes cívicas”: eso ha de ser lo primero.

          Y así, Jover, haciendo cita de Joaquín Romero Maura (“La Rosa de Fuego: el obrerismo barcelonés de 1899 a 1909), dice:

<< (…) en cuanto se refiere a la imagen social que circulaba entre los cuadros del republicanismo español de comienzos del siglo acerca de lo que debiera ser las Segunda República Española, si esta llegaba alguna vez, hay que tener en cuenta el cambio advertido por Joaquín Romero Maura. La República, dice, había sido hasta entonces “”el régimen que debía hacer de España una nación moderna de ciudadanos conscientes””, pero luego, a copia de desengaños, aquella República adquirió paulatinamente la figura  de un Edén político que los españoles no alcanzarían si antes no lo merecían. Las virtudes cívicas primero para luego tener la República. (…)  >>

          Y destaca Jover que esa orientación de exigencia de comportamiento cívico impregnaba plenamente el republicanismo” de Galdós.

 

V

          Concluye José María Jover, que República y Federalismo en cuanto a utopías, ofrecían para Galdós muy distintas posibilidades de realización: La Republica era, no sin esfuerzo, un ideal accesible, contrariamente a la Federación, ideal “tan perfecto y difícil” que estaba marcado por el escepticismo histórico. Pero ambas aspiraciones , la de la República y la del Federalismo “quedan salvadas en cuanto utopías: en cuanto proyección de la voluntad humana hacia un objetivo posible y más alto

          Galdós centrará sus críticas no sobre la “oposición ideocrática”, sino precisamente sobre la clase política de 1973. Dice al respecto Jover:

<< Los cuadros políticos del 73 no estuvieron, pues, a la altura de su misión. Carecieron de energía y de realismo, de conciencia de su más imperiosa obligación ciudadana, anduvieron sobrados de ingenuidad e idealismo para defender y consolidar el nuevo régimen (//…) En fin la clase política de la República no acertó, ni a defender con energía el régimen frente a sus enemigos domésticos, ni a estructurarlo y consolidarlo con decisión y racionalidad>>   (NOTA 2)

 

VI

          De la fragilidad de la Primera República cabe ahora solamente apuntar que los republicanos habían tenido hasta entonces poco peso electoral y estaban ideológicamente divididos.

          El peso electoral de los republicanos se refleja en los siguientes datos:

          En las elecciones constituyentes de Enero de 1869, los republicanos obtuvieron  85 escaños; en la sesión del 16 de noviembre de 1870, en la que se eligió a Amadeo como rey de España, los republicanos obtuvieron 63 votos y Amadeo 191votos de los 311 contabilizados; en las generales de Marzo  de 1871 y Abril de 1872: 52 escaños republicanos, en cada elección; en las generales de agosto 1872: 80 escaños republicanos. En estas últimas elecciones los monárquicos del partido radical de Ruiz Zorrilla obtuvieron 274 escaños , de un total de 391 escaños del Congreso

          Estos últimos datos ponen de manifiesto el poco peso que los republicanos tenían en el Congreso cuando este, conjuntamente non el Senado, constituidos en Asamblea, proclamaron la República; cabe decir, pues, que la mayor parte de los votos con que fue proclamada el 11 de febrero de 1873, eran de origen monárquico, que se convirtieron en “republicanos“ más por “necesidad” política del momento que por convicción. Los gobiernos “de conciliación” entre los “nuevos” republicanos (“conversos” de la monarquía) y los “viejos” republicanos fueron, desde el primer momento, fuente de conflictos.

          En las elecciones generales  constituyentes, de Mayo de 1873, marcadas por la abstención monárquica de diverso signo, los republicanos obtuvieron 343 escaños de un total de 383.

          Esta concentración republicana  en el Congreso, agudizó los enfrentamientos entre los propios republicanos. ya de antes divididos entre “benévolos” e “intransigentes”.

 

VII

          El 9 de abril de 2013, publicó el diario EL PAÍS la carta que yo le había remitido al Director con el siguiente texto:

<<Se cumplen en 2013 ciento cuarenta años del advenimiento de la I República española, proclamada el martes 11 de febrero de 1873. No proliferan, si los hay, actos conmemorativos. Pero, por razones de actualidad, sí se habla estos días, en público y en privado, de la forma de Gobierno republicana en contraposición a la monárquica. Ante los dramáticos problemas que vive nuestra sociedad, creo que lo que importa prioritariamente no es el mero cambio formal y legal de régimen de Monarquía a República, sino la implantación practica de los valores cívicos, éticos, democráticos, asistenciales y racionales en la actuación pública y privada, cualesquiera que sea el régimen de Gobierno.

 Y a partir de ahí la República puede llegar, o no, como producto de la convicción ciudadana, el sentimiento de igualdad y la racionalidad. La República probablemente la traerá la Historia, pero el simple advenimiento de ella no contribuirá a hacernos mejores ni a mejorar nuestras vidas, si desde ahora no vamos conformando unas instituciones y una sociedad más profundamente democráticas y honestas, orientadas en todos sus ámbitos al bienestar de las personas, especialmente de las más vulnerables y necesitadas.>>

          Creo que, sin matizaciones destacables, hoy puedo ratificarme en su contenido.

 

NOTAS

NOTA 1  La inconstitucionalidad de lo actuado por la Cortes al proclamar la República pronto fue notoria. El periódico “El Eco de Galicia”, de Lugo del 13 de febrero de 1873, en su página 1, lo ponía de manifiesto en base a las primeras noticias de lo sucedido en las Cortes, adelantadas por telegramas. Y, a la espera de más noticias de la prensa de Madrid del día 11, que se esperaba llegase ese mismo día 13 a Lugo, recordaba el contenido de los artículos 74, 110, 111 y 112, de la Constitución de 1869 entonces vigente. Y concluía:

<< Juzgamos probable que se haya debatido sobre la observancia de estos preceptos constitucionales y desconocemos las razones que se habrán tenido presentes para admitir desde luego la renuncia al trono de D. Amadeo de Saboya y proclamar la República, como forma de Gobierno de la Nación española, lo cual tuvo efecto a las 10 de la noche de anteayer. El Senado y el Congreso reunidos se han constituido en Asamblea Soberana. (…) >>

Por su parte Miguel Morayta (“Las Constituyentes de la República española”) lo recordaba así:

<<  Entonces y luego se discutió mucho si lo acordado había o no infringido los artículos 110, 111 y 112 de la Constitución de 1869, a la sazón vigente, conviniendo todos en que su estricto cumplimiento era imposible. No habiendo Rey, habría sido necesario incurrir en la inutilidad de nombrar un gobierno provisional, que haciendo veces de rey, de acuerdo con aquellas Cortes, propusiera la reforma consiguiente y convocara y reuniera otras, para que estas la votaran; cuyas diligencias sobre haber determinado un larguísimo periodo de difícil interinidad, no resultaban constitucionales, e infracción por infracción, preferible era, la que resolvía todas las dificultades desde el primer momento. (…) >>

En la tarde del 10 de febrero de 1873, en la reunión conjunta del Congreso y el Senado en la que se proclamó la República, Emilio Castelar había dicho:

 << (…) Con Fernando VII murió la Monarquía tradicional; con la fuga de Doña Isabel II murió la Monarquía parlamentaria, y con la renuncia de D. Amadeo ha muerto la Monarquía democrática; pero estas Monarquías han muerto por sí mismas. Nadie trae la República; la traen todas las circunstancias; la trae la fuerza aunada de la sociedad, de la naturaleza y de la historia . // Señores, saludémosla como un sol que se levanta por sus propias fuerzas en el suelo de nuestra patria.>>

 NOTA 2 – Los textos de los dos artículos titulados “La Primera República: 150 años” (1 y 2), están basados en el Apéndice de la Parte Primera de mi libro “Republicano entre Repúblicas. Eloy Artime Pérez. Un padronés afincado en Compostela, edición no venal, Diciembre 2021; disponible, en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, en la Biblioteca de Galicia y en la Biblioteca Ánxel Casal, en Santiago de Compostela, así como en las bibliotecas Municipales de Padrón y Santa Uxia de Ribeira (A Coruña).

2 comentarios

  • ELOY

    Hola Ana, gracias por tu comentario.

    Me gustaría referirme a la observación, creo que de desencanto, con la que concluyes el primer apartado de tu comentario:  “este país nunca será republicano.”

    Al respecto he de decir que yo no sé si será republicano en más o menos tiempo, pero tampoco puedo afirmar que no lo llegue a ser.

    Y a partir de aquí me sumo a la opinión de que para que llegue a ser republicana con un republicanismo realmente integrador y rico en beneficios para la ciudadanía ha de “merecerlo”, tal como decía Joaquín Romero Maura, al que cito, de la mano del profesor Jover, en el artículo: “los españoles no alcanzarían si antes no lo merecíanLas virtudes cívicas primero para luego tener la República. ”

    Y es el esfuerzo diario por ese merecimiento mediante el ejercicio veraz de las virtudes cívicas – con las dificultades y errores inherentes a la condición human –  lo que ,con esperanza e la “utopía”, debemos mantener con independencia de que llegue o no.  Que creo que es lo que de laguna forma venía a manifestar en la carta al EL PAÍS que cito al final del artículo.

    Muchas gracias otra vez.

     

  • ana rodrigo

    El fracaso de la Primera y la Segunda República, el pasar sobre ascuas por la conducta del rey emérito, Juan Carlos I, la polarización política actual, el miedo de los partidos más moderados, PSOE y PP, a mencionar el concepto república, nos indica que este país nunca será republicano.

    El “culto” a una institución tan absurda que deviene por vía hereditaria, descoloca la más mínima racionalidad. Y así y todo, ya se habla del crecimiento del turismo a partir el viaje que el emérito va a hacer a Sansenxo y predice el entusiasmo popular más o menos numeroso y fanático de la monarquía.

    Como los reyes actuales ni hacen ni dejan de hacer (lo suyo, es decir, nada), no molestan, aparecen siempre muy guapos y muy sonrientes, pues quiere decir que en España ni existe y existirá a medio plazo, ni siquiera la utopía por la república. La suple, a efectos de gestión, un parlamento democrático, mientras la monarquía es algo que “está ahí”, pero, eso sí, intocable, porque lo contrario no quiero ni pensar lo que podía provocar. Lo que tendría que ser un sistema de gobierno en sí mismo, se ha ideologizado, me refiero al concepto república, como de izquierdas  (cuando en la segunda República una etapa fue de derechas) y perverso

    Así que la república en España seguirá siendo un recuerdo de lo que pudo ser y no fue y, además, muy vilipendiada por la derecha política, que fue la vencedora de que estos dos intentos fracasaran, y la segunda, en los libros de texto y en algún intelectual tipo Tamames, como la culpable de la guerra civil. Ya peor, imposible.

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