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LA CENA (Segunda parte: Invitación al compromiso)

Pinceles para el Evangelio, y 15

  • 1. La última pieza del tríptico de la Cena

        La última pieza del tríptico de la Cena se inicia sin que haya atisbo de reacción por parte de los discípulos respecto a la traición anunciada en el relato central. Ha aumentado la confusión tras el ensombrecido momento del comienzo de la comida expuesto con anterioridad: “Caída la tarde”. Los componentes del grupo no saben por dónde salir. Están enrocados en un espeso silencio. Ninguno se ha atrevido a admitir su deslealtad. Tampoco han dado un paso al frente manifestando al Galileo promesa de fidelidad a él y a su proyecto. Callan como manera de mantener inconfesables sus propósitos, marcados por el ideario del nacionalismo rebelde. Pero el Galileo ejecutará un movimiento que ninguno podrá olvidar jamás. Así lo redactó Marcos:

“Mientras comían cogió un pan, pronunció una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:
–Tomad, esto es mi cuerpo.
Y cogiendo una copa, pronunció una acción de gracias, se la pasó y todos bebieron de ella. Y les dijo:
–Esta es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos.
Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día aquél en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios.
Y después de cantar salieron para el Monte de los Olivos”
(Mc 14,22-26).

 

  • 2. Intimidad y desconfianza

        La expresión con que Marcos da entrada a este último elemento del tríptico: “Mientras comían” denota que no hay más interrupción que los gestos disimulados y sigilosos de los discípulos. La comida compartida indica que persiste el marco de intimidad, aunque en el ambiente se hayan instalado negros nubarrones de desconfianza. Además de unir los tres relatos, la cena marca la continuidad de la acción y el sentido de su desarrollo. El Galileo intervendrá en un intento por dar salida a la pantanosa situación.

 

  • 3. El pan: Alimento físico y alimento social

        Su primer paso lo realiza sobre un pan, el alimento fundamental en aquella cultura. Lo tiene a mano, sobre la mesa. Además de alimento físico, el pan representa también el alimento social, el que da energía para conseguir la libertad, la justicia y la igualdad. En la cultura judía, el pan era símbolo de la Ley; aquí el pan representa el mensaje de Jesús.

 3.1. El Pan-Proyecto, liberación para los pueblos

         Una muestra de este significado lo encontramos en el relato de la mujer sirofenicia. Esta mujer, que ha comprendido la inigualable oportunidad de vida auténtica que se le presenta, pedirá al Galileo la liberación para su hija. Han llegado a sus oídos noticias sobre él y se interesa por su proyecto. Ella le reclamará beneficiarse de la libertad que Jesús pregona; él, sorprendentemente, le hablará de ¡pan y de hartura!:

“Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros” (Mc 15,27).

        La mujer no se extrañó. Tampoco de la prioridad que él le daba al pueblo judío. Ella pedirá migajas. Entendió que el proyecto de aquel hombre de Galilea aportaba libertad y satisfacción a los desahuciados del mundo. Y comprendió que al hablar de pan y de saciarse él se estaba refiriendo a su propuesta (ver en ATRIO el artículo: La semilla de la igualdad – 10. La sirofenicia).

 3.2. El Pan-Proyecto: La división y distribución sacian

        Los verbos usados para describir las acciones de Jesús sobre el pan: ‘coger’, ‘bendecir’, ‘partir’ y ‘dar’, son los mismos que aparecen en el primer relato de la división de los panes que dieron la solución a un pueblo hambriento y desolado (Mc 6,41). La relación entre ambos relatos resulta evidente. Aislar la acción sobre el pan en la cena del significado del relato sobre la división de los panes supone desviarse de su hondo significado) (ver en ATRIO: La división de los panes… y los peces. La semilla de la igualdad-6)

 3.3. Un Proyecto divino en manos de los discípulos

        El Galileo ha bendecido (del verbo griego εὐλογέω: ‘bendecir’, ‘dar gracias’ ‘alabar’) el pan. Asocia a Dios el alimento físico y social. Considera que procede de las mejores manos. Y su finalidad de saciar es la que anhelan los insignificantes como definitiva. El pan se ha dividido en trozos. Jesús lo ha ofrecido a los discípulos. La totalidad de un pan único se reparte entre los comensales. Él les invita a aceptarlo:

“Tomad”.

        No les dice: “comed”. Tampoco el texto apunta que ellos comieran (Mateo sí añadió este imperativo: “comed”; Mt 26,26. Pero no hace lo mismo Lucas 22,19 ni el texto de I Cor 11,24). El gesto proponía en forma explícita y única: aceptar. Comerlo era una acción obvia a ejecutar por cada uno tras haber aceptado el trozo. El verbo griego usado para invitar a aceptarlo (λαμβάνω: ‘coger’, ‘tomar’) es el mismo verbo utilizado previamente para indicar que Jesús “cogió un pan”.

La acción marcada por el verbo en imperativo “tomad” está conformada por dos movimientos: El de dar y el de aceptar. Lo da el Galileo. Coger el trozo de pan marca el límite de la acción. Señala el umbral de la actitud que él espera de los participantes de la cena. El imperativo muestra firmeza y exigencia. Invita seriamente a aceptar. Los trozos de pan son parte de un único pan. Cada uno de los discípulos ha tomado uno de esos trozos en la mano. Ellos no pronuncian palabra. Él les explicará a continuación de qué va el requerimiento:

“…esto es mi cuerpo”.

 3.4. EL CUERPO: Vida e historia a la vista

        El demostrativo: “esto” no está referido solo al pan (alimento físico y proyecto), sino al hecho de considerarlo definitivo habiéndolo asociado a Dios, a la acción de partirlo y al movimiento de darlo. Es lo que han de aceptar sin tapujos ni falsedad: el proyecto al que los discípulos se han opuesto reiteradamente sin dar su brazo a torcer.

Ese proyecto universal lo ha mostrado el Galileo a sus discípulos día a día, momento tras momento vivido junto a ellos. Por eso lo identifica con su “cuerpo”. En la antropología subyacente a la cultura del NT, el término ‘cuerpo’ designa a la persona en su completa realidad histórica; es decir, desde que nace hasta el final de sus días. Incluye sus movimientos, sus acciones, sus gestos, sus palabras, sus ejemplos, su mensaje. Engloba todo lo que de esa persona se ha podido ver, oír y constatar. Se trata del proyecto vivido. Aceptar el pan supone identificarse y comprometerse con la realidad histórica de Jesús compartida por ellos desde el comienzo de su actividad. Aquí no se habla de tejidos orgánicos, sino de la realidad incontestable de la vida de aquel hombre de Nazaret.

 

  • 4. La entrega del pan, una invitación a aceptar su proyecto

        El texto sintetiza al máximo lo ocurrido en la cena. Las conversaciones fueron muchas y largas. Lo habitual en cualquier comida entre amigos. Marcos refleja solo lo esencial, la conclusión obtenida de lo ocurrido en aquella comida especial. Dejó constancia de aquello que no se puede olvidar y exige a todas las generaciones de adheridos a la sociedad alternativa. El Galileo culminó los debates con una acción inesperada. La suma de los trozos en mano de cada uno de los discípulos representaba la totalidad del pan-proyecto. El que la humanidad necesita y los insignificantes anhelan. Al colectivo competía, entonces y ahora, desarrollar esa praxis social. Ellos han sido testigos de esa praxis desde la entrada del Galileo en escena hasta estos instantes últimos de su vida. La aceptación del trozo de pan implica, según Jesús, comprometerse en esa tarea.

Los discípulos no manifiestan extrañeza por la acción y las palabras del Galileo. Han entendido la identificación del pan-proyecto con la realidad histórica del Galileo de la que ellos han participado. No ha habido cosas raras de por medio; ni magia ni acto sobrenatural ni transustanciación alguna. Solo invitación individual a una faena colectiva que ellos han de aceptar olvidándose de los planes que ocultan. Ahora bien, conviene notar que las palabras de invitación están pronunciadas después de la entrega y la aceptación del pan partido. Los presentes han aceptado el pan sin saber todavía su significado. Tras conocerlo, reina el silencio. Ninguno responde ni hace nada. Cogieron el pan, pero el texto nada expone respecto a que aceptaran o no la propuesta. Lo confirmarán más tarde con sus actuaciones.

 

  • 5. Y cogiendo una copa

        Sin interrupción ni mediar palabras, cuenta Marcos que el Galileo cogió una copa: “Y cogiendo una copa”. El texto apunta a una cualquiera de las usadas en la cena. Su importancia no radica en que fuera especial, sino en lo que significaría el movimiento a realizar con ella. La copa y el pan forman parte de una misma acción. La aceptación del pan como compromiso a ser leal a la historia vivida por el Galileo no bastaba. La copa exigirá a los suyos un paso más. No se habla de vino. Se deja a la suposición del lector. Lo esencial es el gesto hecho con la copa; no, la identificación de su contenido.

El Galileo había hablado de una copa en la conversación con los Zebedeos (Mc 10,38). A la petición de los ambiciosos hermanos aspirando a tener poder, él les preguntó hasta donde serían capaces de llegar en su compromiso:

“¿Sois capaces de pasar el trago (literalmente: “de beber la copa”) que yo voy a pasar (lit.: “que yo voy a beber”)…?”.

        La copa se usa como símbolo para significar la consecuencia de una lealtad sin límites al reinado de Dios. El Sistema, adversario de ese reinado, actuará sin medida y sin entrañas contra aquel hombre que se atrevió a ponerlo en marcha. El reinado de Dios se sitúa en el polo opuesto al Sistema. Libera de él y de sus prácticas injustas y asesinas. Reinado de Dios y Sistema son absolutamente incompatibles.

Del mismo modo que con el pan, el Galileo hace un gesto con la copa. Con el pan emitió una bendición. Con la copa, “pronunció una acción de gracias”. Los sentidos de una y otra expresión son similares. El verbo empleado ahora (εὐχαριστέω: ‘agradecer’, ‘dar las gracias’) es el mismo que se utilizó en la segunda división de los panes (Mc 8,6), dato a no olvidar (ver en ATRIO: La igualdad, proyecto universal. La semilla de la igualdad-12). También conecta la copa con Dios. No será una copa inútil, sino cargada de significación. Representará el proyecto de Dios para el ser humano llevado a sus últimas consecuencias.

Como con el único pan, también el Galileo pasó la única copa a los discípulos: “se la pasó”. Tampoco aquí hay muestras de asombro. Y habrían sido lógicas. Porque cada comensal disponía de su propia copa. Ni era normal pasar una copa a todos ni su contenido daba para tanta gente. Pero como hemos indicado, el protagonismo recae en la copa, no en el líquido contenido en ella.

 

  • 6. Y todos bebieron de ella

        En este caso sí se dice que los discípulos bebieron: “Y todos bebieron de ella”. No debe pasar desapercibido un detalle: sigue sin mencionarse la sustancia bebida. Destaca la acción de beber todos de la misma copa. Se trata de un movimiento lógico. La copa no es para mirarla ni para darle vueltas. Lo que se espera al pasarla es que todos participen bebiendo de ella. Y bebieron antes de que el Galileo explicara el sentido de este gesto. Lo hizo a continuación cuando la copa había pasado ya por todos los participantes en la comida:

“Y les dijo:
–Esta es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos”.

        El pronombre que inicia la frase está traducido en femenino: “Esta”. Sin embargo, en el texto original griego aparece en neutro: “Esto”. Bien es cierto que el término “sangre” en nuestra lengua pertenece al género femenino y en griego (τό αἷμα: ‘la sangre’), al neutro. Pero la concordancia de géneros no supone que el pronombre “esto” se refiera al contenido de la copa, del que el texto no ha hablado, sino a la copa misma (también neutro en griego: τό ποτήριον: ‘la copa’) y al hecho pasarla y de beber todos de ella.

El término “sangre” nada tiene que ver con el fluido orgánico, alude a la forma violenta de morir y a la vida así derramada. Beber de la única copa significaba comprometerse con el Galileo hasta sus últimas consecuencias. Para él no era suficiente que los discípulos renunciaran a sus pretensiones de conquista del poder y aceptaran el proyecto. Les exigía una entrega hasta al límite; a estar dispuestos a dar la vida por llevarlo a cabo. Sus intenciones de lograr el poder estaban equivocadas; pasaban por usar la misma violencia que el poder usó contra el Galileo. Jesús les demanda un giro completo a sus objetivos (Esa misma lección de cambio radical se extrae del elemento inicial del tríptico: El seguimiento del hombre del cántaro). Aceptar y beber de la copa suponía estar a muerte por la sociedad alternativa.

 

  • 7. Jesús sella su Nueva Alianza para un Proyecto universal

        Bebiendo de la misma copa se solidarizaban con el hombre de Nazaret arriesgando hasta el fin. La muerte del Galileo a manos del Sistema injusto, significada por la copa de la que todos beben, sella el Pacto o Alianza de Jesús con el grupo que conforma la sociedad alternativa:

“…de la Alianza mía”.

        La antigua Alianza basada en la Ley ha quedado invalidada. La nueva, la establecida por el Galileo con los suyos, está fundada en la entrega al definitivo proyecto humano, el reinado de Dios.

Las palabras sancionando el nuevo Pacto recuerdan las del antiguo, imaginariamente realizado entre Dios y el pueblo de Israel. Antes de confirmar ese Pacto, el pueblo israelita aceptó las condiciones establecidas en el Decálogo. Lo repitieron por tres veces: “Haremos todo lo que dice el Señor”. (Ex 19,8; 24,3 y 24,7) En la última añaden: “…y obedeceremos”. Tras haber dado el pueblo su conformidad, se realizó el rito de consumación de la Alianza con la sangre dividida previamente entre el altar y unos recipientes:

“Después tomó la mitad de la sangre y la echó en recipientes, y con la otra mitad roció el altar…
Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo:
Esta es la sangre del Pacto que el Señor hace con vosotros a tenor de estas cláusulas”
(Ex 24, 6. 8).

En el nuevo Pacto no hay rito ni hay cláusulas legales. No hay altar, sino mesa y comensales. Tampoco animales sacrificados; no hay sangre ni se rocía a nadie. Y los discípulos, a diferencia del pueblo de Israel, no confirman haber aceptado. Ni siquiera han abierto la boca. Solo destaca la invitación del Galileo a jugarse con él la vida en el proyecto. La sangre mencionada aquí hace referencia a su vida entregada por el reinado de Dios. Su ejecución demuestra su absoluto convencimiento de la verdad de su propuesta. También confirma la maldad del sistema frente al que presentó su alternativa y el engaño de quienes lo pusieron en ese trance. Él no dio un paso atrás. Su entrega fue total como corresponde a un proyecto universal:

“…que se derrama por todos”.

        Las palabras del Galileo son un llamamiento a los discípulos a dejar de fingir haciendo el papel de seguidores fieles y a comprometerse con él sin engaños. El seguimiento, acción solicitada a los suyos desde el comienzo, ha de corroborarse con la vida. Se trata de la última invitación al compromiso. El texto solo atribuye silencio al colectivo de seguidores. Pero ni valdrá el silencio ni servirán ya las palabras. Tendrán que dar una respuesta con hechos.

 

  • 8. Vides productoras

        En el relato no se dice que el Galileo bebiera de la copa. Es lo lógico por el significado de esa única copa. Ni se menciona la palabra ‘vino’. En cambio las últimas palabras del Galileo si hablan por dos veces de beber él, aunque evita pronunciar el término ‘vino’:

“Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día aquél en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios”.

        La entrada inicial de esta afirmación: “Os aseguro” (literalmente: “en verdad os digo”) abre un espacio con lo expuesto anteriormente. Los discípulos tendrán la responsabilidad de llenarlo con su praxis. Esa fórmula solemne: “Os aseguro” enfatiza lo expresado a continuación. Tiene importancia. Anima a abrir los oídos. Se trata de expresar una certeza basada en las acciones rotundas que él llevará a cabo. Con ellas reafirma su postura de llegar al final y marca la pauta del comportamiento que exige a los suyos.

El verbo ‘beber’ se escribe dos veces. La primera en negativo: “ya no beberé más”; la segunda en positivo: “el día aquel en que lo beba”. Se esperaría que, en relación con lo dicho anteriormente, ahora sí hablara de vino; o al menos de la copa. Pero ni de una cosa ni de otra. El vino seguirá sin mencionarse y la copa ha quedado atrás. Nos situamos en otro plano. Se requiere descubrirlo para entender de qué se trata.

 

  • 9. Odres nuevos para la nueva producción

        Resulta cuando menos curioso el uso de la expresión “el producto de la vid” referido a la sustancia a beber. Se emplea tanto referida a la acción negativa de beber: “no beberé más” como a la positiva: “el día aquel en que lo beba”. El apunte sutil añadido en este segundo caso con el adjetivo: “nuevo” aporta una pista importante para aclarar el sentido de la potente afirmación del Galileo. En Mc 2, 22-23 y sus paralelos: Mt 9, 17 y Lc 5,37-38 se habla del vino nuevo:

“Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; si no, el vino revienta los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos”.

        El vino nuevo o recién cosechado representa el reinado de Dios y la praxis que desarrolla. Se opone a la ideología y la práctica tradicional. Las antiguas estructuras carecen de capacidad para sostener la energía de esa sociedad alternativa y definitiva que acaba de aparecer. Se requiere un orden nuevo. El intento de adaptar la Buena Noticia a los antiguos esquemas lleva al desastre.

Con la expresión: “el producto de la vid…” el Galileo está refiriéndose, pues, al fruto que dará su proyecto una vez cada uno de sus integrantes entre en plena producción: “…en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios”. Está llamando a los suyos a no defraudarlo e involucrarse en la nueva tarea productiva. Ese es el fruto que desea y espera de ellos.

La viña es en el Antiguo y en el Nuevo Testamento imagen del pueblo. Así se explicita en Is 5,7:

“La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel…”.

        Jesús la utilizó en la denuncia a los dirigentes con la parábola de la viña y los labradores (Mc 12,1-11):

“Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el guarda, la arrendó a unos labradores y se fue de su país” (v. 1).

        Aquí, en la última pieza del tríptico, no hablará de “la viña”, sino de “la vid”, cada una de las plantas que en su conjunto conforman una viña. Al afirmar Jesús: “…ya no beberé más del producto de la vid”, a la vez que anuncia los momentos finales en que se encuentra, alude al fruto que producen los individuos (“vid” como elemento del conjunto “viña”) adscritos al pensamiento tradicional e institucional, el que en realidad comparten los discípulos. La convivencia del hombre de Nazaret con ellos termina. Ya ha concluido el tiempo de debatir planteamientos. La porfía respecto a cómo llevar a cabo el reinado de Dios no admite más palabras. Sobran. Ha dado fin la etapa en que él ha sobrellevado los planes ocultos de sus discípulos. No insistirá. Pero tampoco admitirá otra estrategia que la de su proyecto. Rechaza definitivamente el “fruto de la vid” salido de la Ley, el que esconden los discípulos en su pretensión de enfrentarse con la violencia al imperio dominante persiguiendo sus mismos fines y usando sus procedimientos. Al colectivo de los seguidores solo les queda asumir el compromiso al que el Galileo les ha invitado o, en caso contrario, el miedo y la desbandada.

 

  • 10. Las cartas boca arriba. A falta solo de la apuesta de cada uno

        El Galileo no tendrá más que añadir. Ha descartado en la cena la condescendencia con unos discípulos, que brillan por su deslealtad. Él espera que cambien su posicionamiento y sigan los pasos del Hombre del Cántaro (Mc 14, 12-16) y hagan suya la actitud y entrega de la Mujer del Perfume (Mc 14, 3-9). La indecisión se ha quedado ya sin espacio. A las puertas de su previsible final, les animará a comprometerse transmitiéndole su convencimiento de que lograrán hacer arrancar con fuerza la sociedad alternativa. Él no se dará por vencido. Frente a la deslealtad responderá con confianza. Asegura que se sentará con ellos participando en la comida que destaca la hermandad y el triunfo de la vida: “Os aseguro… … el día aquel en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios”. Ahora bien, no seguirá contemporizando con ideas ajenas a su proyecto ni con aquellos que, aparentando seguirlo, no dejan de la mano la tradición y ocultan sus ambiciosos ideales: “Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vid”.

Ahí quedó la última llamada del Galileo al compromiso. Sus afirmaciones fueron serias y cargadas de firmeza. Marcos no puso respuestas en boca de los discípulos. Al Lector le tocaba explicar que no se trataba de responder con palabras. Solo cabía la opción de poner en marcha el reinado de Dios. La asamblea que oía sus explicaciones podía sentirse satisfecha. Ellos sí estaban por la labor. Cada uno de sus integrantes representaba el fruto nuevo de la vid. El texto les alentaba a continuar esa praxis.

 

  • 11. Final de la Cena. Salida de la ciudad al Monte de los Olivos

        La cena concluyó con el canto de la segunda parte del Hallel, término hebreo que sirvió en la sinagoga para denominar a un grupo de salmos (Sal 113-118) que se cantaban en las grandes solemnidades:

“Y después de cantar…”.

        Con esos últimos salmos los judíos participantes de la cena de Pascua exteriorizaban la firme esperanza en la superación de todas las dificultades y en la llegada de la definitiva liberación. Los seguidores del Galileo los entonaron conociendo al detalle cómo les exigía el Galileo que llevaran a cabo esa liberación. Y con cada verso se le venían a la cabeza las palabras que antes él les había dirigido invitándoles al compromiso. En el salmo 118,22 se puede leer:

“Abridme las puertas del triunfo
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias, porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular”
.

        Tras cantar los últimos salmos del Hallel, actuaron en contra de lo que estaba prohibido hacer en la noche de la Pascua según Ex 12,22: “…y ninguno de vosotros salga por la puerta de casa hasta la mañana siguiente”. Aunque en el siglo I había permisividad de salir a cierta distancia de Jerusalén debido a la acumulación de peregrinos llegados desde dentro y fuera de la nación. El Galileo y el colectivo de seguidores salieron de la estancia donde se había celebrado la cena y también de la capital, sede del poder político, económico y religioso, lugar donde las élites de la nación tramaban aquella noche la traición y el crimen.

Al salir de ese espacio, el colectivo de seguidores comprobó cómo se volatilizaron sus esperanzas de que el Galileo asumiera el liderazgo de las masas dispuestas a enfrentarse por las bravas al imperio dominante. Volvían al Monte de los Olivos, refugio nocturno utilizado como defensa ante la crueldad y la violencia de los dirigentes del pueblo. A los discípulos no les quedaron más opciones que comprometerse con su planteamiento o abandonarle a su suerte. Esto último fue lo que hicieron ante el acoso de las huestes enviadas por los dirigentes del país.

Los discípulos estuvieron de acuerdo con aquel hombre de Nazaret respecto a la inutilidad de esperar una venida del reinado de Dios. Había que meterle mano al asunto y tenerlo como objetivo. Sin embargo, desde el principio y durante todo el tiempo que duró la convivencia entre ellos discreparon con la forma de llevar a cabo la operación. Jesús optó por una sociedad alternativa al sistema. Humilde, pero visible y en desarrollo. El colectivo de discípulos, aunque aceptando de boquilla ese planteamiento, prefirió la fidelidad a las ideas tradicionales: combatir con las armas y la participación de todo el pueblo al imperio dominante para hacerse ellos con el poder y construir un imperio que sometiera al resto de naciones. El momento idóneo era la fiesta de Pascua, el día conmemorativo da la liberación de los esclavos en Egipto. Además Jerusalén estaba aquellos días a reventar. De modo que hasta llegar a esos instantes, la simulación se instaló en ellos como constante nunca puesta en duda.

Sabiendo el de Nazaret el poco tiempo que le quedaba, decidió tomar la iniciativa y poner las cartas boca arriba. El contexto de la cena fue el elegido para acabar con el disimulo del grupo. Allí les obligó a mostrar su auténtica o falsa lealtad. Marcos expuso en síntesis lo vivido en ese escenario a través de un tríptico con la cena como escenografía. El guión estuvo compuesto por tres intervenciones del Galileo exigiendo a los suyos un compromiso total y sin engaños. Ellos tendrán que realizar su apuesta refrendándola con la vida.

 

  • 12. El Galileo exigió entrega leal; nada de liturgias

        Este relato que cierra el tríptico descarta la indefinición y las medias tintas. La entrega individual sin fisuras al reinado de Dios poniendo toda la carne y hasta la sangre en el asador figura como tema central. Entender esta narración como la institución de dos sacramentos por parte del Galileo disfraza de religión su última invitación a ser leales a ese proyecto de sociedad alternativa. La simulación ha quedado al descubierto. Aparentar adhesión mientras se persiguen otros objetivos se llama deslealtad. Fingir ser de los suyos y actuar en connivencia con el sistema que ajustició a aquel hombre de Nazaret no es otra cosa que traición.

24 comentarios

    • George R Porta

      Esto está muy bien, Oscar, aunque no haga falta que yo lo diga porque sea obvio. Un abrazo.

    • Mª Pilar García Martímez de Aguirre

      ¡¡¡Gracias Oscar por este regalo!!!

      No me extraña, que me sienta tan cerquita de Salvador Santos; es la persona, que mejor me explica (y a toda persona que lo quiera escuchar) La Buena Noticia que el Galileo nos dejó.

      Expresa con tanta claridad, lo que el Galileo proclamó, enseñó, vivió, y en consecuencia… porque le mataron.

      Me fortalece en mi caminar… que siempre ha encontrado “reveses” de los que llevan la voz cantante; y porque a lo largo de mi vida, he conocido personas con ese talante y capacidad de llevarlo a cabo; quizá, tenían que bajar la voz un poquito, para que los que han maquillado tanto… La Palabra … no pudieran acabar con la labor emprendida.

      ¡Gracias amigo, me ha encantado el destilado, sois una gran pareja, gracias a los dos!

      Un abrazo entrañable.
      pili

  • George R Porta

     
    Leo esto en el artículo: «Les exigía una entrega hasta al límite; a estar dispuestos a dar la vida por llevarlo a cabo.»
     
    Esta es una afirmación del autor a la que atribuyo mucha importancia.
     
    Me imagino que el Galileo no pidiera a otros lo que él mismo no estuviese dispuesto a hacer. Y entonces cabe la muy humana pregunta del ¿para qué arriesgarse tanto? Que también aplicaría al Galileo a menos que él pensase o sintiese que de alguna manera él continuaría ligado a su proyecto.
     
    Con estos seguidores no hizo lo mismo que con aquel joven rico de Marcos 10, 17-27, a quien dejó alejarse sin tratar de insistir para que se convirtiera. Con estos 12, incluido los traidores, insiste en invitarlos a que se comprometan hasta el extremo ―salvando las debidas distancias, lo hace también con Judas― si bien sabía que echaba en saca rota, porque aquellos no estaban tan dispuestos.
     
    Según que me van pasando los días, los años, ya desde hace tiempo, a menudo trato de imaginar cómo será la vida cuando yo no esté. La imaginación me dice que quizás algunas personas por lo menos dirán que se duelen de mi desaparición y unas pocas no solo lo dirán. sino que lo dirán y lo sentirán. Seguramente habrá a quien no le importe y a algunos, quizás los menos, pues les alegrará.
     
    Con todo, lo único cierto es que a mí no me va a afectar mi propia desaparición. Después de una cremación con toda certeza mi materialidad va a cambiar y por lo tanto no me puedo imaginar pensando cuando ya mi cerebro habrá sido reducido a cenizas, pulverizado.
     
    Hablando de esto en mi grupo de lectura de los Evangelios, la mayoría creen que haya vida después de la muerte, sobre todo dos de los siete u ocho que asistimos regularmente, porque perdieron hijos respectivamente y prefieren alimentar la esperanza de que quizás sea posible el reencuentro. Como aquellos doce estos dos miembros del grupo están pensando en como será su propia vida después.
     
    En cuanto a mí, me tomo en serio el hecho de que ya he tenido esta vida, de que ciertamente no soy necesario (nunca lo he sido excepto cuando aún era joven y podía tratar de aportar algo a la vida). Pronto seré una carga, el tiempo vuela. ¿Para qué fuera necesario que me repitiera?
     
    Construir esta sociedad alternativa por el puro gusto de hacerlo mirando la enorme resistencia que encuentra, requiere un grado elevado de deshacimiento, de autonomía y hacer algo virtualmente imposible: No esperar nada a cambio de lo que se haga. Quizás la única ventaja de no ser necesario ni ser importante, es que se puede empeñar uno en las cosas pequeñas del entorno, hacerlas lo mejor posible para el beneficio de los demás y el propio, ¿por qué no¿, y alegrarse de poder hacerlo a sabiendas de que en cualquier momento puede quedar completamente olvidado como si nunca hubiese existido, incluso para sí mismo/a. El galileo, imagino que a eso respondería: «Sí, eso es lo que hay. O estás conmigo o no. Ya sabes, si no recoges, pues eso, desparramas». Una especie de apuesta a una ruleta en la que todos los números son invisibles.

  • George R Porta

     
    Parte II
     
    No simpatizo con Pablo, pero la idea de un cuerpo y muchos miembros me gusta, aunque no por causa de él. Pienso que la primera persona oprimida que pensara en la necesidad de poner fin a toda opresión ya al pensarlo comenzaba a terminar la opresión propia y del resto.
     
    No digo que todos fueran Judas, el Hombre del Cántaro y la Mujer del Perfume, ciertamente no lo eran, pero, como Judas, seguramente tampoco podían lanzar la primera piedra.
     
    Si esta Cena ha de decir algo acerca de la sociedad alternativa, dice eso, proclama su universalidad.
     
    En otro hilo conté una experiencia del pasado fin de semana en una prisión local. Se me olvidó comentar que mientras esperaba en el salón de visitas por el prisionero al que fui a visitar a nombre de mi colega, me impresionaron algunas caras: La de un hombre ya muy mayor al que visitaba un hombre que podía ser su hijo y, a juzgar por su actitud, me pareció buena persona a pesar de vestir el uniforme de los presidiarios. Había también otro hombre mucho más joven, cubierto de tatuajes en cuanta parte del cuerpo se escapaba de su uniforme: Cuello, rostro y manos, y que realmente (no me gustan los tatuajes) me desagradó a la distancia. También el presidiario al que fui a visitar. Mi colega me había contado un poco acerca de él, pero cuando salí del lugar, confieso que salí apenado y preguntándome si yo no hubiese sido capaz de cometer su propio delito de haber estado en la circunstancia necesaria. (Desde luego me reservo la respuesta).
     
    La única cosa innegable es que la condición humana es variopinta, muy versátil, pero es eso, la única condición humana.

  • George R Porta

     
    Parte I:
     
    Esta es otra interesante afirmación de Salvador santos: «El Galileo no tendrá más que añadir. Ha descartado en la cena la condescendencia con unos discípulos, que brillan por su deslealtad. Él espera que cambien su posicionamiento y sigan los pasos del Hombre del Cántaro (Mc 14, 12-16) y hagan suya la actitud y entrega de la Mujer del Perfume (Mc 14, 3-9).» (Énfasis añadido).
     
    Cuando ya todo ha sido dicho y casi cuando ya no queda más por hacer que esperar por el prendimiento y casi seguro una muerte terrible, Salvador piensa en las ausencias. Por un lado, la ausencia que se materializa en la deslealtad de los discípulos que permanecen atrincherados en su manera de pensar y sus expectativas. Por otro lado, las lealtades presentes como por defecto, en la mente y el corazón del Galileo: El Hombre del Cántaro y la Mujer del Perfume, dos personas en situación de desventaja, que son el objeto de la preocupación de Jesús y beneficiarios de su proyecto alternativo.
     
    Estas personas presentes pero ausente participan de la Cena: están en el corazón mismo del Galileo, pero son invisibles a los demás comensales.
     
    En este momento me parece que se hace evidente que Jesús no está pensando en una sociedad que impone tarjetas de identidad, fotografías, téseras, vestimentas distintivas, etc., sino en una «sociedad» en la que cabe todo el mundo porque supone que no ha de haber ausentes. En ella caben incluso aquellos anónimos de los que escribió y habló K. Rahner, que estando no saben que lo están. Más aún estos 12 que rodean al Galileo a la mesa, traidores o no, desleales o no también caben en la sociedad que proyecta el Galileo.
    Así, si uno de ellos ama todos aman, y si uno traiciona, todos traicionan: Es la universal condición humana que requiere de múltiples oportunidades de conversión.

  • George R Porta

     
    Parte II
     
    Hace tiempo, antes del boom de los fertilizantes, los labriegos, los campesinos, se preocupaban con devolver las plantas secas de las que habían obtenido el fruto al terreno para que el sol y la lluvia las reintegraran al mismo devolviéndole una buena parte de los minerales y del material orgánico que le había sido extraído por la planta mientras crecía y fructificaba. Hoy día eso aún es hecho, pero no se vacila en añadir los productos químicos artificiales que la harán más pródiga en la cosecha, pero también le van cambiando sus características, incluyendo que especies de insectos y vermes pueden habitar en ella y trabajarla bajo la superficie siguiendo las leyes de renovación y sostenibilidad naturales. En lugar de pacientemente adaptarnos al medio ambiente, exigimos a éste que se adapte a nuestra existencia, como niños caprichosos y malcriados.
     
    Al evocar estas referencias a Mateo 5, también me resalta la coherencia del proyecto del Galileo. No se trata de una utopía sino se trata de expandir el espacio para que el proyecto se realice. Es cierto que esa sociedad alternativa no tiene aún un espacio propio, no se materializa en una nación (o en varias) cuyo territorio es típicamente reconocible. Tampoco está tan distante de ello. Al final de la Segunda Guerra Mundial a los judíos les fue entregado un territorio para que vivieran según creían que debían hacerlo. En la década de 1920, Marcus Garvey lideró un movimiento que proponía que los negros regresasen al África, a los lugares donde sus ancestros fueron vendidos o secuestrados en esclavitud. En ambos casos los sometidos a la dispersión o al maltrato heredarían la tierra de sus ancestros. El proyecto de Garvey aún sigue resonando. En 1999 la República de Ghana aprobó la propuesta de Ley # 573 y en 2001 fue discutido un presupuesto para convertir el retorno en realidad. Una utopía en vías de materialización. Los cuáqueros llevan años intentándolo, aunque ese fuera otro tema. Una nación que adoptase los ideales de la sociedad alternativa no es una utopía que solo pudiera ocurrir más allá de la muerte, como si la idea de erradicar todo mal fuera una condición irrealizable en nuestra era. Solo se trata de la ecuación del deseo de defender la justicia y amar la libertad sin pretensiones, humildemente, es decir nada nuevo que el galileo no haya incluido en su «plataforma» sociopolítica y en lo cual encuentra un eco la vieja profecía de Miqueas 6, 8.

  • George R Porta

    Parte I

     
    He aquí otra línea que me parece significativa: «Y su [la del pan] finalidad de saciar es la que anhelan los insignificantes como definitiva.» (Énfasis y corchetes añadidos).
     
    Comprendo la interpretación del autor y la acojo. Habla de la sociedad alternativa que desea y está tratando de poner en marcha. Cuando llegué a esta frase, me fue imposible quitar de mis oídos la resonancia de aquella otra: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos van a ser saciados» (Mateo 5, 6). No se refiere aquí tampoco al hambre físicamente hablando, sino a la necesidad de justicia, pero tampoco, me parece que se refirió en Mateo solo a la necesidad de que se haga justicia retributiva con cada uno, sino a la necesidad humana de existir sin opresión. Es decir, legítima y auténtica justicia, aquella que se refiere a mucho más allá que a la mera resolución de un caso de maltrato en el plano individual o personal. Se trata de una sociedad en la que las formas, las múltiples formas de la versátil opresión no existirán.
     
    La realidad ocurre en movimiento en variación que a menudo va a peor. Esta promesa del Galileo es que quienes adopten su propuesta de dedicarse a una sociedad que apunte al Bien Común, van a afianzar la dirección de la realidad que comenzará a moverse progresivamente hacia el Bien Común, sea este el que sea.
     
    Eso me explica la promesa a los pacientes en Mateo 5, 5: «Dichosos los sometidos porque esos van a heredar la tierra». No se trata de la vida en el más allá de la muerte, porque solo los acrisolados los capaces de someterse al ritmo de la tierra pueden cultivarla y esperar por la cosecha, acompañándola, cultivándola al ritmo de ella. Metafóricamente al menos, como ocurre en la sumisión, uno se ajusta porque no puede imponer su voluntad. Quien cultiva la tierra, la cuida y la trata bien, sabiendo que no sea necesario maltratar genéticamente la simiente para que germine y dé fruto, sino, tener paciencia y acoger el fruto que dé porque ese fruto bastará.
    No estoy en contra del progreso científico, pero basta echar una mirada a nuestro mundo para saber que la tierra es mirada como mercancía mucho más que como medio de sustento, como la fuente de la sostenibilidad de todos. Se desea poseerla mucho más para convertirla en inversión financiera que para producir alimentos. No se desea tanto cuidarla como explotarla, literalmente, extraer de ella lo que no le será repuesto.

  • George R Porta

     

    Parte II

    Graham Greene en «The Power and The Glory» (El Poder y La Gloria), plantea este problema católico al relatar el dolor que su personaje se siente obligado a albergar al constatar cuán bajo ha descendido, precisamente, «permitiendo» que su humanidad tome, como por asalto, lo que al inicio del relato significaba, precisamente, la característica dignidad del sacerdocio que él tomaba por excepcional, es decir, su decisión de arriesgarse al martirio. (Contrario a algunas interpretaciones, me parece que si el cura de Graham Green se sorprende de su propia abyección es únicamente porque se sigue teniendo por alguien excepcional de quien se esperaba más que humanidad.)

     

    El autor del hilo en este otro párrafo se refiere a lo que comento: «Los discípulos no manifiestan extrañeza por la acción y las palabras del Galileo. Han entendido la identificación del pan-proyecto con la realidad histórica del Galileo de la que ellos han participado. No ha habido cosas raras de por medio; ni magia ni acto sobrenatural ni transustanciación alguna.» (Énfasis añadido).

    En este contexto no ha de causar extrañeza que un documento tan tardío y cuestionable desde el punto de vista exegético como la «Carta a los Hebreos» sean tan extraordinariamente importante en la formulación de la sacralidad excepcional del curato católico que en realidad se reconoce premodelado en el sacerdocio del tempo de Jerusalén. Esto es particularmente irónico y paradójico porque fue, precisamente, el sacerdocio del templo jerosolimitano el que asesinó al Galileo. También esta valoración tradicional católica de la Carta a los Hebreos es significativa para comprender mejor la confusión de Anselmo de Canterbury en su «Cur Deus Homo» y en el hecho tan importante de que nunca haya sido declarada dogmática la lectura sacrificial del asesinato del Galileo, aunque sea tenida por verdadera en el magisterio católico.

  • George R Porta

    Parte I

    Leo: «No les dice: “comed”. Tampoco el texto apunta que ellos comieran (Mateo sí añadió este imperativo: “comed”, Mt 26,26. Pero no hace lo mismo Lucas 22,19 ni el texto de I Cor 11,24). El gesto proponía en forma explícita y única: aceptar. Comerlo era una acción obvia a ejecutar por cada uno tras haber aceptado el trozo. El verbo griego usado para invitar a aceptarlo (λαμβάνω: ‘coger’, ‘tomar’) es el mismo verbo utilizado previamente para indicar que Jesús “cogió un pan”.» (Énfasis añadido, negritas y cursivas cambiadas.)

     

    ¿Qué pudo inducir a Lucas y al autor de 1 Corintios 11, 24, a cambiar el texto sino precisamente la incomprensión del gesto que, en cambio, Marcos conservó y quiso comunicar? Lucas no estuvo presente y obviamente recibió el relato de su fuente o fuentes y lo leyó literalmente como comida o como cena. La tradición católica y en gran medida la reformada y la evangélica lo han considerado un evento fundante. Pablo, presumiblemente el autor de la Carta, tampoco estuvo presente y aunque ha sido reputado hasta de ser el auténtico ideólogo del cristianismo, no siempre comprendió las sutilezas de estos textos marcanos que el autor del hilo saca a la luz.

     

    Esta cuestión, al menos, desde mi ignorancia, me parece relevante porque todo el ritual eucarístico, el problema de la transubstanciación, la cuestión que los reformadores trataron de resolver para no leer sacrificialmente el relato de la Cena y desmontar precisamente este poder mitológico que la lectura católica le atribuye por el cual, cada cura católico, se atribuye ser «alter Christus» y estar exclusivamente revestido, por virtud de su ordenación, de la potestad de repetir sobre el altar de modo incruento «el mismo» sacrificio de la cruz y de hacerlo tan disociadamente de su persona que no importa que él sea en su vida el peor de los criminales, si fue legítimamente ordenado por un obispo, su liturgia conserva íntegramente su validez y significación.

    • José Ignacio Calleja

      “…este poder mitológico que la lectura católica le atribuye por el cual, cada cura católico, se atribuye…”. Yo creo que sería mejor decir “la lectura católica le atribuye a cada cura ser «alter Christus» y estar exclusivamente revestido…”, porque qué piensa y, sobre todo, cree de esto cada curo católico, lo sabrá él; a lo mejor hay no pocas sorpresas. Creo que ha de haber mucha gente “humilde” entre esos curas como para vivir de otra manera alternativa esa equívoca interpretación. Creo que sí. Un saludo, Porta.

      • Carmen

        Y a qué esperan para hablar? Estoy segura de que tiene usted razón. Pero si no hablan…
        La postura de San Manuel Bueno ya no se vale.

      • George R Porta

        Muchas gracias, José Ignacio, por su comentario. Lamento que ya no le leo en Facebook porque cancelé mis cuentas. Traté de decir que la homilética que ya está limitada a los curas (al menos en los EE. UU. sigue comunicando esa vision excepcional, la misma que en «Clérigos, el Psicograma de un ideal» Madrid, Trotta, 2018) Eugen Drewermann estudió tan a fondo y tan objetivamente, aunque los obispos alemanes se lo hicieron pagar caro y Ratzinger no evadió la oportunidad. Pero valoro en mucho lo que me dices y acepto la sugerencia con gusto y gratitud.

      • José Ignacio Calleja

        Hablan, Carmen, no todo lo que debieran quizá, tomo nota, pero hablan y muchos; lo hacen muy abajo y muy atrás; lo hacen sin poder, que es la primera condición de la verdad (posible) para mucha gente; pero ustedes siguen -SEGUIMOS- interpretando las realidades del mundo por lo que dicen las élites con poder. Valoramos la vida que brota desde abajo, pero al pensar el mundo y esa vida, las élites son nuestros interlocutores; para aceptar o negar, para apoyar o renegar; las élites alcanzan los noticiarios, las enciclopedias y los catecismos, y les reconocemos “la ortodoxia”. Dependemos de los catecismos de las élites al referirnos al credo y a la fe; es una ventaja impagable que les regalamos. ¿Por qué, si no, supones que lo contrario de no compartir esa metafísica teo-dogmática de la Cena es la no fe en secreto de San Manuel Bueno y Mártir? Lo contrario es una verdadera fe en y del Evangelio. Con toda la modestia intelectual y espiritual que le corresponde, claro está, pero un verdadera fe. Paz y bien.

  • George R Porta

     
    Leo: «Su primer paso lo realiza sobre un pan, el alimento fundamental en aquella cultura. Lo tiene a mano, sobre la mesa. Además de alimento físico, el pan representa también el alimento social, el que da energía para conseguir la libertad, la justicia y la igualdad. En la cultura judía, el pan era símbolo de la Ley; aquí el pan representa el mensaje de Jesús.» (Énfasis añadido).
    Parece que el modo con el que Jesús trata aquella situación tensa y preñada de sombras es la sencillez de ofrecer algo, sin confrontar de inicio a nadie, es decir, sin aumentar las diferencias, buscando lo que pudiera haber de común, en lugar de lo opuesto, tomando partidos. Eso lo hará después. Allí se sienta quien le va a entregar y quien le negará, y quien después dudará de que haya podido cumplir de promesa de resucitar y se sienta el resto un montón de cobardes, pero también se sientan un montón de confundidos y perplejos y, sobre todo,  una de estas dos cosas: Aquél que confiará al cuidado de su madre o aquél a cuyo cuidado la confiará a ella.
    Así su gesto es un gesto de ofrecimiento, no de reclamo, aunque su ofrecimiento es algo que será signo de contradicción. El pan dejará de simbolizar la Ley, algo concreto, que no es susceptible de cambio excepto en el sentido en el que la continua interpretación rabínica la hace cada vez más compleja. La Ley está también vinculada al Templo y a las castas socio-religiosas del mismo, que parecen inamovibles e inconmovibles como la Ley. Metafóricamente hablando eso tienen en común: Están hechas de Piedra, como el corazón endurecido (Salmo 95,8).
    Pues bien, el pan que sostiene el Galileo en sus manos se transforma en signo de otra cosa, de su mensaje que no está dirigido a erradicar la Ley, pero en cambio está dirigido a completarla y a convertirla en un lugar o espacio ―en el mismo sentido que se parecen metafórica o simbólicamente la antigua Tienda y la Ley como modo de vida― en el que uno/a puede ser liberado o liberarse y por esta liberación ser convertido en obrador de justicia e igualdad ―siguiendo el orden en que ha escrito el autor de este hilo.
    Me repito al decir que no creo que seamos libres. Creo que uno va siendo progresivamente liberado o lo contrario en la medida que aprende a ser cada vez más descentrado centrado en sí mismo, respectivamente.
    Creo que sea la necesidad ajena de justicia la que libera si uno la descubre como llamada al servicio, a la solidaridad. Y esto es algo que se ha de aprender, que ha de serle comunicado.
    En resumen, es la práctica de la justicia la que acrisola progresivamente el hábito de libertad y lo enraíza en el ethos de la persona, no el conocimiento de la Verdad que siempre será cuestionable. El servicio, hacer el bien satisfaciendo la necesidad de otra persona, es real o no lo es, por muy imperfecto que resulte. De ahí el valor de la parábola del Buen Samaritano para comprender al Galileo y la Justicia que representa o es.
    Opto por creer que constituya un infortunio que en ningún lugar de las narraciones evangélicas se afirme o se atribuya al Galileo la afirmación de ser Justicia en lugar de Verdad. El Galileo fue él mismo Justicia porque obró la justicia. El hecho mismo de haber sido injustamente asesinado solo añade contraste a esta visión de él como personificación de la Justicia.
    Por este camino hay que considerar corregir la socorrida expresión absolutamente enigmática e ininteligible de 1 Juan 4, 8.
    El Galileo, me parece, se propuso mucho más invitar a practicar, ejercer, demandar, someterse a la Justicia, que a tratar de entender o pensar la Verdad porque en el Cuarto Evangelio no se trata, con igualdad de importancia, ni del Camino ni de la Verdad, que son más bien una especie de «adjetivos» en el texto, sino de la Vida, que en el texto es un nombre, y es como el fin, el propósito del obrar del Galileo y esta Vida a la que se refiere es en esencia un espacio y una realidad constituida de Justicia, es decir, de ausencia de contradicciones o enemistades y de carencias, un espacio en el que solo se habita cuando se ha alcanzado y termina de alcanzarse la plenitud humana que solo es compatible con la Justicia. (Cf. J. Mateos, J. Barreto et. Al., El Evangelio de Juan, Huesca, Cristiandad, 1992. 635).

  • Santiago

    UNO puede interpretar lo que uno quiera y como quiera..Somos libres físicamente para escribir lo que queramos, lo que nos acomode mejor…En el caso de la Iglesia de Cristo existe tal cantidad de testimonios sobre el verdadero sentido de la Eucaristía que es imposible negar su institución por el mismo Cristo y su práctica durante todos los siglos, hasta el siglo XXI…

    Por eso, el momento crucial de este gran sacramento ocurrió antes de la Pasión y Muerte de Cristo, sabiendo El mismo Jesús que Su cuerpo iba a ser “entregado” y Su “sangre, derramada…”Esto” que os doy ES mi cuerpo…”Esto” que también os doy ES mi sangre…Marcos recoge el kerygma principal eucarístico de la Iglesia que existía desde la muerte de Cristo…También Mateo, Lucas y Pablo…puesto que este anuncio y mensaje has sido recibido como el doctor de la Ley Pablo de Tarso escribe: “Pues yo recibí del Señor los mismo que os transmití a vosotros: que el Señor Jesús la noche que era entregado, tomó pan y habiéndose dado gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía”. Asimismo el cáliz, después de haber cenado, diciendo: “Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre; hace esto, cuantas veces bebiereis, en memoria mía”. Porque cuantas veces coméis este pan y bebéis el cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. De suerte que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del Cuerpo y la Sangre del Señor” (1 Corintios 11: 23-17)

    San Pablo, doctor de la Ley judía, contemporáneo de los Apóstoles, quien había hablado con Pedro (Kephas) y que fue adscrito directamente al grupo de los Once,  escribía en la década de los 50 detrás de Marcos, recoge exactamente las palabras y los gestos de Cristo al instituir la Eucaristía…Por eso, el discípulo amado, Juan Zebedeo completa en Sus Memorias a los Sinópticos lo que indudablemente se grabó indeleblemente en su memoria que es la Promesa de este don que Jesús quiso regalarnos para nuestro alimento del espíritu que tanto necesitamos cada día:

    “Yo soy el pan vivo, el que del cielo ha bajado; quien comiere de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo os daré es Mi carne para la vida del mundo….El que come Mi carne y bebe Mi sangre , tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día…Porque Mi carne es verdadera comida y Mi sangre verdadera bebida. El que come Mi carne y bebe Mi sangre permanece en Mi y Yo en el…Este es el pan que bajó del cielo: no como le comieron los padres, y murieron: el que come de este pan vivirá eternamente” (Juan Cap. 6: 48-64)

    No es posible hablar mas claro…Y así lo entendieron todos los apóstoles y los discípulos que seguían a Cristo y memorizaron Sus palabras…Así lo confirma toda la Iglesia primitiva…La Didaché (Didajé) donde se expresa la acción de gracias, junto con el sacrificio y la fracción del pan…

    Así lo narran los Hechos cuando dice que los primeros fieles “perseveraban asiduamente en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan, y en las oraciones” (Hechos 2:42)….Y día por día, asiduos en asistir unánimemente al templo, y partiendo el pan en sus casas, tomaban el sustento con regocijo y sencillez del corazón” (Hechos 2: 46)…El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan, Pablo que iba a marchar al día siguiente , conversaba con ellos y prolongó su plática hasta la medianoche” (Hechos 20: 7) 

    Escriben sobre la Eucaristía los Padres Apostólicos repitiendo exactamente el kerygma primitivo y exhortando a recibirla. Muy claro está el testimonio de Ignacio, Policarpo, Justino, Clemente etc. etc.

    Hermanos, que cada uno de vosotros ofrezca la Eucaristía a Dios de acuerdo al orden establecido para el, con conciencia recta y reverencia apropiada y sin ir mas allá de las reglas del ministerio que le fue asignado”  (Clemente I, Tercer Sucesor de Pedro, en su Carta a los Corintios, Capítulo 40-44)

    Por eso la Eucaristía es la representación del único sacrificio de Cristo que se actualiza en cada Misa y es presentado de nuevo a Dios Padre. Por eso el sacrificio es “actual y memorial” al mismo tiempo.

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

    • Carmen

      Santiago, por favor.
      De verdad cree que usted se come la carne de Jesús y se bebe su sangre todos los días?
      Pues francamente, no sé cómo decirle, me parece que es usted médico. Algo de biología sabrá. Posiblemente muchísimo.
      Mi profesora de matemática de todo el bachillerato, la tuve de primero a sexto, cuando ya no podía más porque alguna de nosotras nos atascábamos en algo y tenía que pasarse media hora con la misma historia, nos decía; niñas, la cabeza la da dios para usarla, por favor, dejaos de cabezonerías y utilizadla .
      Pues eso.
      Un abrazo

      • Santiago

        Sin duda estamos llenos de misterios…misterios por todos lados.Ni siquiera la ciencia ha podido entender la estructura íntima del átomo, cuyos componentes constituyen lo mas pequeño que se conoce.La mera improbabilidad entre las improbables de estar ahora yo aquí escribiendo en mi ordenador…en un planeta insignificante y perdido en un punto de la Vía Láctea…Por eso, no es sorprendente que inmerso en los misterios de esta vida tengamos también que penetrar en lo trascendente…y es que lo trascendente nos encuentra a nosotros, aunque tratemos de negarlo…nuestro componente espiritual nos lo indica a cada instante…

        En medicina, también hay miles de misterios..Las últimas causas de la curación, del desencadenamiento del parto, de la muerte etc. etc. se nos escapan..Sabemos que existe un proceso en ellas pero muchas veces no podemos abarcarlo en su profundidad y complejidad..A pesar de los grandes avances de la tecnología y de la investigación médica hay miles de diagnósticos etiológicos que están todavía por resolver…y cada vez surgen mas preguntas, y algunas respuestas..Pero siempre falta algo, algo que se nos escurre, y resbala…en este proceso de restablecer la salud…Por eso, el paso del estudio de la fisiología o funcionamiento “normal” del cuerpo humano a la patología que es lo anormal, la enfermedad, que es el disturbio de la homeostasis,…. para un estudiante de medicina NO representa un simple “disturbio de la fisiología” sino “algo mas”….donde se agrupan muchos factores no sólo de índole biológica, sino del espíritu, y de la psique…El gran escritor Stefan Zweig escribió sobre el tema en su obra maestra La Curación por el Espíritu

        Es por eso que Paracelso nos dice: “El médico crece en el corazón; procede de lo divino; es luz natural y el fundamento más valioso de su arte de curar, es el amor”
        Y Paget: “Si la vida de un médico no llega a ser vocación divina, entonces ninguna vida es vocación y nada es divino”..La mera biologia interacciona con nuestro espiritu…

        Por eso el misterio de la Eucaristía cae dentro del mismo misterio de Cristo…Los que tratan de asemejar a Jesús de Nazaret a un simple “profeta” itinerante que vino simplemente a estar un tiempo con nosotros y a dejarnos un ejemplo filantrópico a seguir, están totalmente desfasados..Mejor es que busquemos a “otro personaje” importante de la historia como Gandhi, Thomas Moore etc. Jesus es el unico trascendente
        Por eso la Eucaristía se relaciona con La Presencia perenne de Jesús entre nosotros…la misma que llevó a Tomás Apóstol a aceptar la verdad metiendo sus dedos en las llagas y en el costado de Cristo…Es una consecuencia existencial, personal y espiritual de LA PRESENCIA…La Iglesia proclama que Jesús resucitado está vivo y quiso quedarse con nosotros de una manera especial y sacramental en la Eucaristía…

        Si aceptamos “otros” misterios como cosa corriente, ya que nuestras constantes vitales se mantienen “misteriosamente” en cada uno de los seres humanos de manera precisa, automática, sin nuestro concurso realizando operaciones complejísimas a cada momento..Por qué vamos a negar “a priori” la posibilidad del portentoso milagro eucarístico que se realiza de manera continua en todos los altares del mundo? Tenemos que ser honestos con todo…no podemos establecer “prejuicios” para que todo encaje en lo que yo he “prefigurado” de antemano y que ajuste en mi pensamiento a las mil maravillas…

        Gracias por la oportunidad y por intervenir.

        Un saludo cordial

        Santiago Hernandez

  • Asun Poudereux

    Tenía pendiente leer esta segunda parte. Muchas gracias, Salvador.  Cuesta, cuesta.       
     
      Vaya salto en comprensión, el que hay que hacer para ponerse en la piel de Jesús, en la escena, circunstancias de compromiso auténtico en toda su persona.
       Se  hace un gran esfuerzo en esta entrega para marcar el cambio de cosmovisión necesario y llevar a la práctica el proyecto de Jesús.     
     
    De ahí la intuición, y poco más, se pone en marcha en cuanto que se reproduce y renueva, como de hecho atestigua  la historia, cualquier tipo de poder poniendo en curso el fenómeno de hacer cambios visibles y aparentes para que, sin embargo,  de fondo,  todo  permanezca estructuralmente como antes, si no, aún mejor.                Y no es facilmente reconocible por la gran mayoría, pues viene perpetuándose su mecanismo con  aceptación y éxito.  Nos guste o no.                                
     
        Ahora no hay un Jesús,  una persona que cuestione los principios y actos de la religión, así como toda clase de poder, ya que, como en su tiempo,  se dan por buenos sus hechos, desde dentro, suavizando y apartando lo que lo cuestione. Tergiversando si es preciso. Rechazando  con dialéctica muy estrecha en madurez y experiencia en todos los aspectos de la convivencia diaria. 
     
    Una actitud muy afincada en los intereses del poder, que no tiene freno y empapa a acompañantes y seguidores,             y que se cierra a lo pueda ser considerado obstáculo por diferente en objetivos.                        
     
      No quisiera mostrar pesimismo,  pero sigue estando yendo Jesús muy por delante en profundidad y amplitud. Ya vemos lo distinto y hasta opuesto que es plasmado y activado en el subconsciente  colectivo.                   
      No pide  marcha atrás su comprensión, sino ir hacia adelante con lo ya dado y comprendido.  Un sí, es un sí.  Y ahí cabe todo.                                       
     
        Si así parece que lo comprendió Marcos, ¿Qué sucede para que triunfe lo contrario ya desde el seno del entorno de Jesús?  ¿La Ley les condiciona su compromiso con el proyecto de Jesús? ¿Qué hay en todo ello que no se reconoce y permanece oculto?   
                                             
      Un abrazo atriero agradecido, Salvador. Besos.

  • Carmen

    Pues hoy, como se habrán dado cuenta, me apetece hablar. Sorry.

    Mis hijos se tronchan de su madre. El pequeño es más comprensivo y hace un par de años me dijo: mamá, es estupendo que te quieras reencontrar con tu fe a estas alturas de tu vida. Esa es otra, me ven matusalenica . Jolín con los nenicos.  Pero para otras cosas me ven en plena forma.

    El mayor es demoledor. Dice que ‘el maestro ‘ ha hecho mucho daño con su buenismo. Que la vida no está para poner la otra mejilla. Ha sido un niño que ha creído en la ley , el orden y la verdad desde siempre. Por lo visto cuando empezó a pensar pues se sentiø engañado y efecto rebote a tope.

    He de decir que la palabra dios no la han oído mis hijos saliendo de la boca de su madre. Menudo jaleeeeeeo tenía la pobre.

    Bueno. Pues el otro día, estaba en su casa hablando de cosas de familia, ya saben lo complicado que puede ser ese tema. Y me dice: mamá, ya lo dijo el maestro y es en lo único que no se equivocó, trata a los demás como te gusta que te traten a ti. Lo demás, pamplinas.

    Quizás ese sea la enorme aportación de Jesús a nuestra cultura. Incorporar la regla de oro.

    Da igual la imagen que de él tengamos. Da igual que esperemos o no la vida eterna, eso también puede ser de los egipcios. Pero da igual. Las respuestas después de la muerte.

    Pero si algo no se le puede negar al maestro es su mensaje central. Trata a los demás como te gusta que te traten a ti .

    No vean. Quiero creer que algo he tenido que ver en la trasmisión de esa idea. Aunque sea un poquito, poquito.

    Suficiente.

     

  • Carmen

    Sabes qué te digo Salvador? Que no entendieron ni media palabra. Cada uno con su idea. Unos que querían un puesto bueno en ese reino que iba a venir ya mismo, otros que querían ir a por los romanos, otros que lo que querían era que los sanará…en fin.

    Pues como pasa ahora. Aquí cada una de las personas tenemos nuestra visión personal. No soy la única. Unos lo ven como hijo de dios y hacedor de milagros, otros como líder religioso , otros como líder político, otros como líder social, a otros lo que más le gusta del tema es el asunto de la vida eterna. Otros en su nombre hacen auténticas barbaridades.

    Así somos. No tenemos solución. A mí me gusta el mío. No es tan exigente como el tuyo. Entendería que soy un poco desastre. De todas maneras intento estar en su línea, salvando las distancias, claro. Porque después de leer las distintas opiniones que aquí se tienen de él , cada día estoy más segura de que es un diseño de mi mente. Pero a mí me sirve.

    Hace unos diez años o por ahí le dije a una persona que sabe mucho de esto que era imposible saber qué sucedió exactamente y qué de cierto hay en todos los libros que componen la biblia. Como después dejó de hablarme , deduzco que no le gustó mucho.

    Ahora que se algo más, porque algo he aprendido en estos diez años leyendo cosas de éstas, sigo pensando prácticamente igual. Me quedo con tu exégesis y con la teología de Arregi. Sencillamente porque son las que mejor se adaptan a mí forma de pensar, de sentir. Pura intuición.

    Un abrazo

  • Mª Pilar García Martímez de Aguirre

    ¡Impresionante!

    Y aún contando con la “pasividad” de sus amigos… ¡Confía!

    Que de una u otra manera … ¡Su Nueva Alternativa! … Saldrá adelante y dará sus frutos.

    Puedo dar fe de ello; allá donde se vive por encima de todo, y a cualquier precio… a pagar:

    ¡Se hace realidad, y la Vida nace de nuevo y crece en abundancia!

    Lo más triste es, que quienes tienen en sus manos llevarla adelante, se han montado todo un tinglado=negocio, que cambia por completo el sentido y el resultado.

    Siendo ellos… y quienes les son fieles… los que más persiguen y castigan esta hermosa labor; la silencian, la machacan sin respeto alguno.

    Tenemos una muestra más… y muy sangrante;  el art. que ha presentado Atrio de su poder y por donde andan sus pasos. ¡Muy triste!

    Es imposible entrelazar riqueza, poderío… sin respeto a la vida de los siempre castigados:

    ¡No se puede servir a dos señores… nunca!

    Siempre me ha impresionado el relato de:

    ¡La noche- la cena con sus amigos! 

    Sabiendo que todo se iba a consumar de aquella terrible manera; ahí estuvo, hasta el final… sin dudar, sin retroceder ni un ápice… es tan duro ese momento, que cada vez que lo contemplo me encoge el corazón y siento en parte mi medianía en la entrega… pero ya sin culpabilidad..:

    ¡Sí, con inmenso dolor y aceptación de mi realidad!

    Pero es una contemplación impresionante, llena de silencios elocuentes, ante la entrega ¡Total! del Galileo ante sus amigos; perdidos todavía en el poder de la fuerza …

    Y en parte… nunca ha sabido “esa” iglesia poder asimilar la grandeza de esta:

    ¡¡¡Buena Noticia!

    Que libera, hace crecer, anima a llevarla adelante, para que las personas no se hundan en la nada y trabajen en beneficio de toda la humanidad; sean “religiosas” o no; porque este Proyecto de Vida, lo pueden seguir todas las personas de:

    ¡Buena voluntad!

    Solo hay que trabajar mirando especialmente en las personas más desfavorecidas, porque son apaleadas sin compasión por los poderosos de este mundo.

    ¡Gracias Salador!

    Es un gran gozo, poder meterse de lleno en estos textos sin almíbares, sin piadosismos… sin ataduras; fuera de aquellas que cada cual rompa, para poder llevarlo a cabo.

    Un abrazo entrañable.

    pili

     

  • Carmen

    Pues me siento como un vino de una añada que no encuentra odre. No sé si tengo cabida o no en todo esto. Un vino de esos que no hay sumiller que lo catalogue. A veces pienso que no soy ni tan siquiera vino.

    En fin.

     

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