Verdaderamente oportuna esta reflexión de Iñaqui, que tendría que ir acompañada por una lectura o un vistazo al menos al Infome de OXFAM presentado para la reunión de Davos y titulado: Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica.

La efervescencia del independentismo catalán ha puesto en el candelero lo que se viene llamando la agenda Territorial. Ante este hecho, los unionistas españoles están que se rasgan las vestiduras y esgrimen toda clase de argumentos en contra de todo lo que huela a separatismo. Destacaría uno que no acabo de entender bien. Dicen algo así como que la secesión catalana va en contra de la igualdad de todos los españoles o mejor, utilizando un lenguaje menos excluyente, de la igualdad de todas las personas que componen la ciudadanía española actual.

Ante esta afirmación me surgen un montón de preguntas. ¿Igualdad en qué sentido? ¿En el DNI? ¿En ser todos europeos? ¿En dignidad como personas, con independencia del género? ¿En derechos a la educación, vivienda, puesto de trabajo, atención sanitaria, Justicia, etcétera? Porque si algo hay en la piel de toro son desigualdades. No hay más que fijarse en las agendas social o productiva, para mucha gente más importantes que la territorial.

¿En qué se parece cualquiera de las cien personas más ricas del Estado, con sus inmensas fortunas, a quien se ve obligado a mendigar por las calles de Madrid? Y sin ir tan lejos, no veo la igualdad social entre un mileurista y cualquier alto ejecutivo de las empresas del Ibex 35. Si nos fijamos en la actividad productiva, ¿en qué se parece un pueblecito guipuzcoano, con industrias en cada palmo de terreno, a uno extremeño, andaluz o castellano de la meseta, sea agrícola, ganadero o turístico? Es evidente que la actual unidad territorial española no ha sido capaz de acabar con este tipo de desigualdades. ¿Por qué iba a ser peor con Cataluña y Euskal Herria soberanas, prósperas y solidarias, dentro de Europa? Seguro que la cooperación podría ser mucho más transparente, leal y beneficiosa para todos y ayudaría a caminar hacia una igualdad menos desigual.

Sobre la base del respeto a la dignidad de todas las personas, sin olvidar la identidad nacional de los pueblos que convivimos en el actual Estado español, se podría dar un buen meneo a la temática social, productiva y territorial. La España plurinacional inacabada lo agradecería.