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Va a hacer 300 años que nació Kant

Agradecenos una vez más la aportación de Leandro para que en ATRIO sigamos atreviéndonos a pensar y a dialogar civilizadamente sobre las guerras y la paz en el siglo XXI, en estos terribles nuevos años veinte que estamos viviendo. AD.

  • Cumple 300 años Inmanuel Kant, el gran filósofo de la Ilustración
  • Pese a la complejidad de su lenguaje, sus mensajes siguen teniendo actualidad para los lectores de ATRIO
  • Sus propuestas para una “paz perpetua” siguen vigentes

EL 22 de abril de 2024 se cumplen 300 años del nacimiento de Inmanuel Kant. Los que han estudiado bachillerato (y más) recuerdan con horror las clases sobre Kant: su pensamiento enrevesado parecía incomprensible. Desde entonces hemos crecido y madurado. Pero esta fecha, los 300 años del nacimiento, puede servirnos para reconciliarnos con él y reconocer la vigencia de muchas de sus propuestas,

Kant, cosmopolita sin salir de casa

Immanuel Kant (nacido el 22 de abril de 1724 en Königsberg, en la antigua Prusia, y actualmente Kaliningrado [hoy es un enclave de Rusia entre Polonia y Lituania] y fallecido en esa misma ciudad, de la que nunca salió, el 12 de febrero de 1804) fue uno de los grandes pensadores que impulsó la época de la Ilustración.

Kant nunca salió de su ciudad, pero su mente traspasó fronteras y rompió moldes culturales, políticos, sociales y religiosos. La que fue llamada época de la  Ilustración – Aufklärung, en alemán,- fue un movimiento cultural e intelectual europeo​ que tuvo lugar desde mediados del siglo XVIII hasta principios del siglo XIX, especialmente en InglaterraFrancia y Alemania. ​ La Ilustración, con Kant a la cabeza, inspiró profundos cambios culturales y sociales, como la Revolución francesa o el racismo científico fueron algunos de sus efectos más drásticos. ​     Inmanuel Kant, a lo largo de sus 80 años de vida, fue el primero y más importante representante del criticismo (la teoría del conocimiento humano) y precursor del idealismo alemán. Es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal. Además es uno de los últimos pensadores de la modernidad, anterior a la filosofía contemporánea, cuyo origen suele situarse en 1831 tras la muerte de Hegel.

 

Inmanuel Kant y sus propuestas para la paz perpetua

En estos tiempos revueltos que vivimos, tal vez su obra más “moderna” sea Sobre la paz perpetua (Zum ewigen Frieden. Ein philosophischer Entwurf). Esta es una obra política escrita por Immanuel Kant en 1795, con 71 años de edad. Como se intuye por el título, el objetivo de este tratado es encontrar una estructura mundial y una perspectiva de gobierno para cada uno de los estados en particular que favorezca la paz.

El título de la obra recuerda la obra del llamado abate de Saint Pierre quien escribió un ensayo sobre el proyecto de una confederación europea llamado “La paz perpetua”, que fue sintetizado y comentado por el filósofo político Jean Jacques Rousseau.

Si bien no ha sido probado que Kant leyera ese texto de manera directa, sí se sabe que su novela favorita fue “Emilio, o de la educación” de Juan Jacobo Rousseau. En el libro V de dicha obra, Rousseau cita los comentarios del Abate de St. Pierre y resume su propuesta de manera sucinta. La misma estructura del Abad y el mismo fin de lograr la paz en una Europa unida son los motivos que impulsan a Kant.

Otra historia menos probable es que el título de este estudio de Kant es una ironía del mismo Kant: podría ser que el título lo tomó de un dibujo que un hostelero había puesto en su casa: era la imagen de un cementerio y abajo la frase «paz perpetua». La estructura de obra puede ser entendida también como ironía literaria: tiene la forma de un tratado de paz, con artículos preliminares, definitivos y hasta una cláusula secreta.

En este ensayo, Kant propuso un programa de paz para ser aplicado por los gobiernos de la época. Se divide en dos secciones, ilustrando que habrá dos momentos clave para lograr la paz perpetua. La primera sección titulada los “Artículos Preliminares” describe los pasos que se deberían tomar de inmediato, o lo antes posible. Entre otras cosas, Kant propone que “Los Ejércitos permanentes –lat. miles perpetuus– deberán desaparecer por completo con el tiempo”, que “Ningún estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución o el gobierno de otro estado”, que “Ningún estado debe, durante la guerra con otro estado, permitir tales actos de hostilidad los cuales hagan que se vuelva imposible la confianza mutua en la paz futura, como: el empleo de asesinos (lat. percussores), envenenadores (lat. venefici), el quebrantamiento de las capitulaciones, y el incitamiento a la traición (lat. perduellio) del estado enemigo”.

 

Un postulado de salida para nuestra sociedad banal: «Ten el valor de usar tu propia razón».

Sapere aude  es una locución latina que significa «atrévete a saber», aunque también suele interpretarse como «atrévete a pensar», «ten el valor de servirte de tu propia razón», «ten el valor de usar tu propia razón».

Su divulgación se debe al filósofo Immanuel Kant en su ensayo Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, aunque su uso original se da en la Epístola II de Horacio del Epistularum liber primusDimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, / incipe (“Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza”).

Sapere aude  tiene muchas traducciones, pero en el contexto de la carta (en la cual trata sobre los múltiples procedimientos que Ulises usó en su regreso de Troya para superar las pruebas a las que se enfrentó) se puede entender como «tener el valor de usar tu habilidad para pensar». Otros la traducen como «atreverse a pensar». Desde entonces se utiliza muy frecuentemente como tópico literario y también como lema de varias universidades. ​

Es clásico este fragmento de Kant del conocido opúsculo “¿Qué es la Ilustración?” sobre “Sapere aude”:

“La Ilustración es la liberación del ser humano de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! He aquí el lema de la Ilustración.

 

Las tres preguntas filosóficas de Kant ​

Todo el edificio filosófico de Kant se construye sobre tres preguntas filosóficas​ a las que dedica sus obras capitales: «¿Qué puedo conocer?» [en la Crítica de la razón pura, ​ calificada generalmente como un punto de inflexión en la historia de la filosofía, en la que investiga la estructura misma de la razón]; «¿Qué debo hacer?» [con la Crítica de la razón práctica (centrada en la ética) y La metafísica de las costumbres (con una parte acerca de la doctrina de la virtud y la otra centrada en la doctrina del derecho)]; ​ y «¿Qué puedo esperar?» [en la Crítica del juicio (donde investiga acerca de la estética y la teleología)].

Estas tres preguntas – según Kant – pueden resumirse en una: «¿Qué es el hombre?» ​ Asimismo, Kant propuso que la metafísica tradicional se puede reinterpretar a través de la epistemología, ya que podemos encarar problemas metafísicos cuando entendemos y relacionamos la fuente con los límites del conocimiento. ​

Kant adelantó importantes trabajos en los campos de la ciencia, el derecho, la epistemología, la moral, la religión, la política y la historia habiendo logrado, inclusive, una síntesis entre el empirismo y el racionalismo. ​ Aceptando que si bien todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no todo procede de ella, ​ dando a entender que la razón juega un papel importante. Kant argumentaba que la experiencia, los valores y el significado mismo de la vida serían completamente subjetivos si no hubiesen sido subsumidos por la razón pura, y que usar la razón sin aplicarla a la experiencia, nos llevaría inevitablemente a ilusiones teóricas.

 

Actualidad del pensamiento de Kant

Immanuel Kant cambió el mundo sin ver mucho de él. El filósofo alemán apenas salió de su ciudad natal, Königsberg, pero sus escritos cambiaron el modo de pensar de la gente de todo el mundo.

Y, aun así, lo que son las cosas, parece que la ciencia más reciente, que Kant ni siquiera pudo imaginar (la física cuántica o la teoría de la relatividad chocan de lleno con mucho de lo que él escribió), está socavando poco a poco ese legado kantiano. Esa es al menos la tesis de Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies en un libro que ha arrasado en Francia y, recién publicado en español, ya empieza a hacerlo entre nosotros: Dios — La ciencia — Las pruebas«A principios del siglo XX, creer en un Dios creador parecía oponerse a la ciencia. ¿No será hoy todo lo contrario?», se interroga su contracubierta. Pues (tal es la tesis de estos autores) hoy la ciencia (como antes de Kant; de hecho, el mismo Newton así lo pensaba) vuelve a dar sugerentes argumentos a favor de que haya por ahí un Dios.

Han pasado 300 años desde el nacimiento de Kant. Europa y el mundo asumieron y superaron la cultura de la Ilustración. Pero muchas de las intuiciones de Inmanuel Kant, solitario y piadoso, siguen vigentes. Terminamos con estos textos:

La pereza y la cobardía son causa de que una tan gran parte de los seres humanos continúe a gusto en su estado de pupilo, a pesar de que hace tiempo la Naturaleza los liberó de ajena tutela; también lo son que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo no estar emancipado! […] no me hace falta pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea.

Es, pues, difícil para cada hombre en particular lograr salir de esa incapacidad, convertida casi en segunda naturaleza. Le ha cobrado afición y se siente realmente incapaz de servirse de su propia razón, porque nunca se le permitió intentar la aventura. Principios y fórmulas, instrumentos mecánicos de un uso o más bien abuso, racional de sus dotes naturales, hacen veces de ligaduras que le sujetan a ese estado. Quien se desprendiera de ellas apenas si se atrevería a dar un salto inseguro para salvar una pequeña zanja, pues no está acostumbrado a los movimientos desembarazados. Por esta razón, pocos son los que, con propio esfuerzo de su espíritu, han logrado superar esa incapacidad y proseguir, sin embargo, con paso firme. […]

Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad; y la más inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber: libertad de hacer uso público de su razón íntegramente.”

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