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A propósito del caso Koldo

A Koldo García,  chófer y asesor del exministro  Ábalos, no se le conocen estudios ni formación profesional de ningún tipo. No está claro si fue o no portero de un club de alterne. Lo que parece seguro es que su nivel profesional no pasó de vigilante de seguridad. Así empezó a trabajar como escolta del sindicalista socialista Nicolás Redondo. Afiliado al PSOE y UGT , se inició en el mundo de la política como concejal en la localidad de Huarte en Navarra.

En 2018, Koldo comenzó a trabajar para José Luis Ábalos —que era por aquél entonces secretario de organización del PSOE— como su chófer personal y escolta, convirtiéndose en una persona de su máxima confianza. Posteriormente  al ser nombrado Ábalos ministro de Fomento, nombró a Koldo como su asesor principal. Al año siguiente, Ábalos le nombró consejero de Renfe Mercancías y vocal del consejo rector de Puertos del Estado,​ mientras que su mujer, Patricia Úriz​, accedió a un puesto de secretaría en el ministerio de Transportes. ​

No es fácil conocer lo que ingresa Koldo por sus distintos cargos. En El Confidencial podemos leer que Koldo cobró entre el PSOE, sus diferentes puestos en el Ministerio de Transportes y la pensión por incapacidad un total de 372.503,68 euros en menos de cuatro años. O sea, unos 100.000 al año, no está mal. Y resulta bastante curioso que ocupando todos estos puestos cobre una pensión por incapacidad.

En sus tiempos de vigilante de seguridad, sin ninguna cualificación profesional ¿podía imaginar Koldo que llegaría a ocupar puestos de este nivel? Difícilmente podía prever una carrera tan brillante, y sería muy natural que ahora se encontrara muy satisfecho y feliz con la situación alcanzada. Pues parece que no ha sido así, la ambición puede enloquecer lo mismo a un banquero que a un vigilante de seguridad. Y es que, como he dicho muchas veces, una sociedad capitalista es una sociedad insatisfecha. Todo nos empuja a aspirar a más, a no quedarnos tranquilos con lo que tenemos, aunque  podamos vivir de una manera muy aceptable y satisfactoria.

Koldo se dejó arrastrar por esa ambición. Pensó que su situación política le permitiría un rápido enriquecimiento. Se pasó. Saltarse le ley estando en política parece más fácil, Koldo lo hizo, pero no tuvo en cuenta una dificultad: que todos los ojos de la oposición están pendientes a ver si pueden pillar a alguien en algo. Koldo se confió y lució por un lado y otro sus billetes de 500 euros y sus tres flamantes apartamentos en Benidorm. Le ha costado caro. Tampoco tuvo en cuenta que los jueces seguramente serían mucho menos complacientes con él que con el hermano de Díaz Ayuso.

Dejando a un lado la anécdota de Koldo, el problema es cómo podemos llegar a sentirnos satisfechos en la inhumana sociedad capitalista, algo que Koldo no consiguió.  Satisfechos no es sólo que nos conformemos con el nivel económico que hemos alcanzado, sino que llevemos un vida plena, una vida feliz. Un punto de coincidencia entre los estudiosos del tema es que la felicidad tiene mucho que ver con la autorrealización de la persona. Labramos nuestra felicidad cuando nos acercamos a la plenitud de nuestras posibilidades en cuanto a nuestra calidad humana. Cuando llegamos a ser lo que podemos ser. Erich Fromm insiste en este ser, en contraposición al simple tener. Tener es algo que queda fuera de nosotros, ser afecta al fondo de la persona, ahí donde puede residir la felicidad.

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