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Para orar estos días

La crítica histórica cree haber descubierto, dispersos por el texto de Isaías, cuatro poemas que configuran un proceso bien curioso y muy serio. Se les conoce como “poemas del Siervo de Yahvé”. Los tres primeros se leen en la eucaristía el lunes, martes y miércoles santo. Son los textos de Isaías 42 (1-9), 49 (1-7) y 50 (4-9). Y en ellos se describe el siguiente proceso:

Yahvé llama a su siervo para que implante la justicia legal en las naciones, saque de la prisión a los cautivos y de la mazmorra a los que viven en tinieblas. Pero eso no ha de hacerlo de manera violenta sino procurando no apagar las mechas humeantes ni quebrar la caña cascada. Es decir: potenciando todas las posibilidades de justicia ya existentes por frágiles que sean.

En el segundo canto, la idea de reconstruir o convertir a Israel se queda corta y la vocación del siervo se amplía claramente a todas las naciones para que la salvación de Dios llegue hasta los límites de la tierra. Se refleja aquí la experiencia del destierro cuando, tras la noche oscura y la incomprensible experiencia de la caída de Jerusalén, los desterrados descubren la universalidad de Dios: que no es solo el Dios de Israel sino el de todos los pueblos.

En el canto siguiente el siervo se encuentra con que, aunque tenga una lengua experta y sepa alentar a los abatidos, provoca hostilidad y sufre palizas. Por lo que necesita una ayuda de Dios que le endurece el rostro y le da valor para plantar cara a quienes le condenan.

Y en el último canto que leemos en la liturgia del viernes santo (Isaías 52, 13 – 53, 12), esas dificultades se desbordan hasta límites increíbles: el siervo es maltratado hasta perder figura humana, convertirse en varón de dolores, ser quitado de en medio sin defensa y sepultado entre malhechores. Y en esta situación de derrota se nos dicen tres cosas: que el siervo acepta esas humillaciones sin abrir la boca; que lo que ha caído sobre él son nuestros pecados y nuestros sufrimientos; y que el siervo ha triunfado así, ha tenido éxito y ha vuelto justos a muchos.

Este proceso, formulado no de forma lineal sino con todas las intuiciones y repeticiones típicas de la poesía, describe una experiencia fundamental para todo cristiano y para todo revolucionario: la vocación a la transformación del mundo no implica la violencia, llega más lejos de lo que piensan el cristiano o el revolucionario, pero despierta conflictividades y ha de pasar por experiencias de martirio y de aparente derrota para terminar triunfando. Un programa duro y difícil de aceptar cuando somos conscientes de él. Pero, desde una óptica cristiana, el único camino de liberación que tiene este mundo. Es comprensible que los judíos de la época no supieran qué hacer con estos textos (los más optimistas pensaban si se aplicaban a Israel). Y es llamativo también que los primeros cristianos estuvieran tan familiarizados con ellos que el Nuevo Testamento está lleno de alusiones a ellos incluso sin necesidad de citarlos expresamente.

Leídos los cantos expresamente o no, creo que el proceso que parecen describir constituye un material muy apto para orar en estos días que llamamos santos, y encararse con el Misterio de Dios y con nuestra respuesta a lo que pueda ser llamada suya a nosotros.

NB.- He dado aquí sólo el esquema del proceso que puede servir para orar estos días y quizá revivir experiencias pasadas. Para otros problemas técnicos (de traducción o límites de cada canto etc.), remito al Cuaderno 96 de Cristianismo y Justicia, titulado: Servir. La lucha por la justicia en los poemas de Isaías.

8 comentarios

  • George R Porta

    Un poema de Gabriela Mistral para leer en la mañana del silencio:

    ¡De qué quiere Usted la imagen? Preguntó el imaginero:
    Tenemos santos de pino,
    Hay imágenes de yeso,

    Mire este Cristo yacente,
    Madera de puro cedro,

    Depende de quién la encarga,
    Una familia o un templo,
    O si el único objetivo
    Es ponerla en un museo.
    Déjeme, pues, que le explique,
    Lo que de verdad deseo.
    Yo necesito una imagen
    De Jesús El Galileo,
    Que refleje su fracaso
    Intentando un mundo nuevo,
    Que conmueva las conciencias
    Y cambie los pensamientos,
    Yo no la quiero encerrada
    En iglesias y conventos.
    Ni en casa de una familia
    Para presidir sus rezos,
    No es para llevarla en andas
    Cargada por costaleros,
    Yo quiero una imagen viva
    De un Jesús Hombre sufriendo,
    Que ilumine a quien la mire
    El corazón y el cerebro.
    Que den ganas de bajarlo
    De su cruz y del tormento,
    Y quien contemple esa imagen
    No quede mirando un muerto,
    Ni que con ojos de artista
    Solo contemple un objeto,
    Ante el que exclame admirado
    ¡Qué torturado mas bello!.
    Perdóneme si le digo,
    Responde el imaginero,
    Que aquí no hallará  seguro
    La imagen del Nazareno.
    Vaya a buscarla en las calles
    Entre las gentes sin techo,
    En hospicios y hospitales
    Donde haya gente muriendo
    En los centros de acogida
    En que abandonan a viejos,
    En el pueblo marginado,
    Entre los niños hambrientos,
    En mujeres maltratadas,
    En personas sin empleo.
    Pero la imagen de Cristo
    No la busque en los museos,
    No la busque en las estatuas,
    En los altares y templos.
    Ni siga en las procesiones
    Los pasos del Nazareno,
    No la busque de madera,
    De bronce de piedra o yeso,
    ¡mejor busque entre los pobres
    Su imagen de carne y hueso ¡
     

     

  • ana rodrigo

    Aquí está el enlace del que os hablaba, vale la pena escucharlo, es media hora.

    http://www.feadulta.com/es/effa/90-secc1cat/3846-secc1col14.html

    • Javiierpelaez

      Interesante

    • ELOY

      Muchas gracias ana rodrigo, por hacernos llegar este enlace con una exposición de Gonzalo Haya tan interesante.

      Y muchas gracias también a Gonzalo Haya por su  conferencia, tan documentada, instructiva y didáctica, abriendo espacios de conocimiento y comprensión del espíritu de los textos que comenta.

       

  • ana rodrigo

    Esta tarde he escuchado una conferencia de Gonzalo Haya donde pone negro sobre blanco, es decir, la pasión de Jesús no es un relato, entre otras cosas porque todos sus discípulos se escondieron y nadie presenció los hechos, salvo unas mujeres que sí estaban a cierta distancia del crucificado. Gonzalo va poniendo textos de los profetas, salmos y algún otro texto del AT, y son como un relato adelantado de lo que narran los evangelistas, o los evangelios repiten lo que habían dicho aquellos, puesto que, en los mismo textos evangélicos se dice “para que se cumpla…”, referido al Mesías, porque su discipulado lo recibió como el Mesías prometido por Dios al pueblo de Israel para la liberación de Israel del poder romano.

    También habla del tema de la redención del pecado según san Pablo, pero que en este momento no cabe en cabeza humana que Dios envíe a su hijo para que lo crucifiquen y muera por no sé qué pecados.

    Siento no saber poner el enlace de la conferencia de Gonzalo en Fe Adulta.

    Pido, asimismo, que si Gonzalo me lee y ve que he transcrito mal algo que él ha dicho, que me corrija o que lo explique él, que lo hará mejor, aunque ahora está un poco pachucho.

  • Javiierpelaez

    Después de leerlo pues llego a la conclusión de siempre:el siervo de Yavhé esos seres feos,sucios y deformes q pululan por las calles de Madrid…Incluso te sientas a desayunar y te pones lo más lejos posible…Eso de cargan con nuestros pecados ,vamos q los provoca nuestra indiferencia ante este sistema q los tritura…En fin, es de una extraña belleza el texto y duro x lo demás…A mí la Semana Santa y el viernes santo me puso de mala hostia la verdad…Mi madre murió en viernes santo tras pasar el ELA…Una tía me dijo muere en Viernes Santo y al tercer resucitó…No supe que decir…Luther King tb le asesinaron en viernes santo,creo recordar…En fin,unos textos bellos,exigentes y duros…

  • Javiierpelaez

    Ya había leído mucho en tiempos a Jon Sobrino sobre el siervo de Yavhé .Lo voy a leer sistemáticamente,más que orarlo…no vaya yo a pasar una Semana Santa totalmente profana…Voy a leerlo

  • Juan A. Vinagre

    En días como éstos es bueno -y necesario- repetir y reiterar  (siempre en mi opinión y de otros muchos) que la muerte cruenta de Jesús no debe concebirse como pura expiación por nuestros pecados, sino como  consecuencia de ser fiel al Mensaje del Reino, que implica una transformación de las estructuras religiosas tradicionales, y como “añadidura”  también de las estructuras sociales. Es decir, a Jesús lo eliminó -mató- el poder religioso y el poder político, que no aceptan a quien cuestione o intente cambiar las estructuras de ese poder que oprime y se sirve del hombre-mujer para dominar o acrecentar ese poder.   El Mensaje del Reino es un mensaje por el cambio a fondo -personal, religioso y social-, con sentido trascendente, que es lo que da sentido pleno a la vida.  En esta perspectiva, hoy se puede entender mejor -porque es más convincente- la venida de Jesús para “dar testimonio de la verdad”-sentido del ser humano en la tierra.  Verdad y testimonio en un mundo en evolución, que es cambio, y que por tanto están por encima de un paradigma estático…   El Mensaje anunciado por Jesús de Nazaret es un mensaje innovador, que implica un cambio profundo a nivel personal, religioso y social, dentro de la historia, es d., dentro de un paradigma dinámico, no cerrado.   Mensaje que -dentro de ese paradigma estático del poder-tradición-, si lo quieres cambiar, te espera la cruz. Este Mensaje -con la cruz inherente, a nivel personal y social- solo se puede entender si se halla inspirado por el AMOR. Mensaje que todavía está a medio anunciar -y en gran parte sin realizar-, porque los condicionamientos mentales individuales y las estructuras sociales -y los interese de los egos-, no lo entienden ni aceptan…  Nos espera, pues, un anuncio nuevo del Reino, que construyan una Iglesia-Fraternidad nueva, abierta,  y un mundo nuevo, unidos en la solidaridad, no guiado por intereses y egos.

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