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¿Se puede mantener en secreto un amor hasta la muerte?

Religión Digital

Han pasado veinticinco días desde su publicación en Religión Digital. Pensé enseguida que valía la pena que en Atrio reflexionáramos sobre estas vidas de sacerdotes con pareja secreta. No se trata de abusos de menores ni siquiera de abuso de autoridad  espiritual para que otra persona más influenciable se ofrezca en secreto para satisfacer necesidades (inconfesables o no) de un cura que considera con derecho de ser servido. Se trata de una verdadera amistad entre dos personas adultas y libres, que se ha ido profundizando hasta exigir una relación completa de pareja, que solo ha podido durar privándola de publicidad, algo que exige un amor verdadero.

¿Tendrán esas situaciones, de las que algunos pueden tener conocimiento o presentimiento, que mantenerse en secreto (¡impresionante esos retornos de un encuentros esporádicos felices peo clandestinos, ocupando asientos separados del tren!) hasta llegar a lo que se llama “artículo mortis“? Os invito a leerlo, hablar de otros casos reales vividos sin necesidad re revelar nada y sacar las consecuencia sovre lo urgente de algunos cambios, He aquí el referido artículo:

Un sacerdote suizo se casa en su lecho de muerte tras treinta años de relación con una monja

9 comentarios

  • Buen final valiente, como toda su vida. Confiemos que pueda haber en la Institución Católica la posibilidad ya canónica de “ejercer una función ministerial, como el sacerdocio, totalmente compatible con el amor humano, más hermoso y profundo: la pareja. El Evangelio da la venia!!!!

  • Carmen

    He leído lo que has escrito, Román.

    Dices que el post concilio  trajo mucho sufrimiento por aquello de la secularización. Posiblemente tengas razón, no soy quien para saber lo que lleva a un sacerdote a decir; hasta aquí. Pero sé lo que lleva a decir hasta aquí después de matrimonio de 35 años. Que eso lleva aparejado sufrimiento, bueno, sin duda. Cualquier ruptura de algo que has creído en un momento determinado o muchos momentos que era para siempre, supone una ruptura en primer lugar con una creencia de esas profundas de las personas.

    Pero, son negativas las rupturas siempre?

    Desde mi punto de vista, el mío, no el de nadie más, si un sacerdote decide dejar de serlo, bueno creo que siempre lo será, me refiero a eso que llaman colgar los hábitos o la sotana, no creo que haya sido exclusivamente por la cuestión del celibato. Digo exclusivamente, sino porque después de mucho pensar y hablar consigo mismo, habrá llegado a la conclusión de que, a ver si soy capaz de decirlo, de que de alguna manera le han vendido humo. Y no está dispuesto a seguir. Y claro, la vida sigue y si tiene por ahí un amor de esos callados, pues ya no tiene por qué callarlo.

    Eso creo.

    Y también creo que los años sesenta y setenta fueron una oportunidad de oro para una reforma de la iglesia católica , que tardará en repetirse. La causa diría que fue temor , pues a muchas cosas. A lo mejor estoy totalmente equivocada

    Creo que los que optaron por dejar los hábitos, la mayoría tienen ahora una familia, ya irán por los nietos muchos. Y eso, me apuesto lo que sea que les ha compensado.

    En fin.

    Opiniones.

  • Román Díaz Ayala

    La moral sexual ha sufrido una revolución durante todo el siglo XX sacudiendo las sociedades todas cambiando las mentalidades de las masas. El clero católico ha estado desprotegido. La Iglesia Católica en su Jerarquía y mediando un Concilio (1963-1965) siquiera ha  sabido o ha podido  analizar y dar respuesta al desafío. El Papa Juan XXIII dijo repetidas veces que el concilio sería más pastoral que dogmático marcando la diferencia con el inacabado de 1870. En la navidad de 1961 cuando la convocatoria oficial señaló tres objetivos:  la contribución de la Iglesia a los problemas del mundo, la renovación de las estructuras de la Iglesia y  allanar un camino para la unidad de los cristianos.

    La figura de la  barragana en la sociedad tradicional dan  razón del repudio social al amancebamiento de algunos miembros del clero y de la doble moral con la que se sorteaban las disposiciones del Derecho Canónico. Entonces el celibato de los miembros ordenados era defendido  como una valor evangélico, compartidos por el pueblo creyente. Frente a las otras confesiones cristianas era mostrado y defendido como señal de la santidad de la Iglesia y cumplimiento de las ordenanzas de Jesús.

    Pronto se evidenció que las estructuras de la Iglesia  estaban necesitadas de una renovación más profunda sin que por ello no dejemos de reconocer que aquella reunión de todos los obispos del mundo, , unos 2.500,  y todo el personal que movió,  haya sido un acontecimiento determinante de la Iglesia en el siglo XX.

    Pero igual de importante vino a ser el post-concilio  y la crisis que sacudió al clero y las comunidades eclesiales. Produjo muchas víctimas, causó muchos sufrimientos, truncó muchas vocaciones en la fe y en el compromiso. La secularización fue un vertiente, la otra más callada y silenciosa, pero igualmente desgarradora quedó en el seno comunitario, como  el ejemplo de este sacerdote suizo.

     

  • Carmen

    Hay historias de amor preciosas. Conozco a alguna.

    Esta historia, pues para ellos será bonita, pero valientes no han sido. Y eso lo sabéis muchos de aquí.

    Pero bueno.

  • mª pilar

    Desde mi mirada.

    No veo por ninguna parte un “hermoso canto al amor”; veo un gran egoísmo y una cobardía.

    Ambos, sin ninguna responsabilidad, ante la que conlleva crear una familia.

    Gozan de los placeres del sexo, sin renunciar a sus vidas; casi siempre “guiadas por los responsables de ambas congregaciones”..:

    ¿Dónde están las responsabilidades, en este canto al amor más egoísta que se da bajo el firmamento?

    ¡No lo comprendo!

  • Antonio Duato

    Al leer e impresionarme este testimonio de cómo había vivido el ejemplar capellán suizo, en ningún momento pensé en la calificación moral de su doble vida, que era tan moral y cristina como la que hacía con los presos de las cárceles a quien se hacía cercano. No creo que necesitase pedir perdón por lo que ocultaba, sino por publicar a todo el mundo y a la comunidad cristiana cómo la entrega a ese amor conyugal concreto, mantenido contra natura en secreto, estaba siendo inspirador y motor de eso que  otros veían como “ejemplar vida sacerdotal de un capellán de prisiones”.

    Otra cosa es si hubiese sido posible y ejemplar que ellos publicaran su amor treinta años antes, como otros hicimos a pesar de que parecía ser un escándalo de abandono lo que era una mayor fidelidad a la misión personal proveniente de Dios.  De eso, en otros casos, nunca he juzgado.

    Mi invitación a comentar va en este sentido, de profundo respeto, y asegurando a quien quiera trasmitirnos su secreto que confirma esta historia, será tratado no solo con el secreto más absoluto, más si cabe que el de confesión, sino con el mayor respeto a la íntima libertad con la que cada uno conduce su vida en las concretas circunstancias.

    ¡No es una entrada para volver a hacer juicios y diatribas contra la ley del celibato! Ya los conocemos. Es para ayudarnos a vivir con más libertad situaciones excepcionales en que la vida haya situado a algunos.

  • Juan A. Vinagre Oviedo

    Aparte de este caso que da a conocer “Religión digital”, reconozco que he conocido en mi vida algún caso parecido… Después de repensar bastante el por qué de esos ocultamientos y de ese matrimonio “in articulo mortis”, he llegado a preguntarme, con absoluta tranquilidad de conciencia, si en esas conductas hay algo verdaderamente inmoral. Jesús dejó el celibato como opción personal, no como imposición… Pedro, elegido por Jesús como primer Papa, era un hombre casado. Lo cual quiere sugerirr mucho… La Iglesia impuso al clero otro estilo de vida, según algunos estudios quizá por intereses…   En esto, como tampoco en otros temas, no siguió al Señor.

    Por eso después de esa reflexión, que creo bastante madura, me pregunto: ¿Romper la opción del celibato a causa de un amor profundo y auténtico es inmoral, es pecado -grave, en este caso-, tanto como para confesarlo “in articulo mortis”?  Considero que esta decisión de vivir secretamente en pareja, puede ser ilegal (según el derecho canónico), pero no inmoral. No me parece inmoral vivir en amor de pareja, si esto ayuda a evitar una terrible soledad -en muchos casos difícil de soportar- u otras infidelidades esporádicas -acaso ya inmorales-, y sobre todo si ayuda a servir mejor, con más entrega y vocación el ministerio.

    En suma, ¿no se pueden aplicar aquí las palabras “donde hay amor, allí está Dios”?  Personalmente creo que sí.  (Disculpen los amigos de la tradición, que la sobreponen al Evangelio.)

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