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La gratitud

 En tiempos oscuros de crispación, bueno será volverse a una calidad que sana. AD.

       Si valor es lo que da vida y estímulo para la salud “integral”, uno de estos valores es LA GRATITUD. Saber decir “gracias”. A todos, incluso al enemigo. ¿Paradoja u oxímoron? El enemigo es siempre una persona. Y toda persona tiene su dignidad.

       Gratitud viene del latín que tiene el sufijo “tud”, que indica una calidad; y “gratuito” que significa agradable, bien recibido, agradecido. Por lo tanto, quien ejerce la cualidad, la acción de saber lo que es agradable, bueno, satisfactorio, dice “gracias”.

Pero este valor no cae del cielo, como no cae del cielo nada. Todo se aprende. Es un trabajo de todo ser humano. Y saber decir “gracias” es un aprendizaje que entra por ósmosis, no sólo por las indicaciones paternas: “Di gracias”, cuando los padres nunca lo dicen o no lo hacen. Además, la raíz última de gratitud viene del indoeuropeo: elogio. Decir gracias es un elogio a la persona que hace algo beneficioso para mí. Pero, fruto a la vez, de un reconocimiento interior. Si sólo son palabras obligadas, no tiene efecto como “valor”.

       El valor de la gratitud es universal, ya que en todas las culturas hay palabras y gestos que sirven para reconocer las buenas acciones de los demás. Aparte de la palabra “gracias” en los diferentes idiomas, expresamos agradecimiento con algún gesto (una sonrisa, una ligera inclinación de cabeza, un gesto con la mano… y la creatividad de cada persona). La ósmosis o esta conexión se puede proyectar a todas las personas que nos rodean. Asimismo, el hecho de que nos sentimos agradecidos tiene un efecto en nuestro interior. Los que no experimentan este sentimiento son seres humanos desagradecidos. Vale la pena recordar l dicho castellano: “Es de bien nacido ser agradecido”.

       Pero, desgraciadamente, la memoria humana es muy frágil, desagradecida, egoística y autista. ¡Cuántas fiestas nacionales esconden masacres! Recordar lo que se hizo “bien”, escondiendo las matanzas humanas. Y es un hecho actual que sería necesario “revisar”. Doy por ejemplo, la revisión que Francia hace de Napoleón, el intocable.

       Y por otro lado, hoy en día, por las neurociencias sabemos que cuando generamos sentimientos de gratitud en nuestros pensamientos, activamos el sistema de recompensa del cerebro, situado en un área llamada “Núcleo Accubens”. Este sistema se encarga de las sensaciones de bienestar y placer en nuestro cuerpo. Cuando el cerebro identifica que pasa algo bueno, que hay cosas en nuestras vidas que merecen un reconocimiento y estamos agradecidos por ello, libera dopamina; un neurotransmisor importante que aumenta la sensación de placer.

       Por tanto, las personas que expresan gratitud viven en altos niveles de emociones positivas, satisfacción con la vida, vitalidad y optimismo. El hacer actos desinteresados ​​sinceros conlleva una recompensa psicosomática. De ahí también un valor de los valores: la salud física y emocional.

       Hay una gran psicoanalista Melanie Klein (1882-1960) que tiene un precioso artículo, cuyo título es “envidia y gratitud” (1952). Llega a la conclusión de que la envidia en atacar las relaciones tempranas, básicamente con la madre, es uno de los factores más poderoso que mina los sentimientos de amor y gratitud. Del hogar emerge la escala de valores.

       Y en lugar de consideraciones abstractas, especulativas o argumentadas, prefiero pasar a mencionar algunas citas que nos ayuden a comprender la gratitud, como un valor fundamental en la vida para crecer, madurar y establecer buenas relaciones:

  •        Nada es más honorable que un corazón agradecido (Séneca).
  •        Haz uso de la gratitud como una capa y esta cubrirá cada rincón de tu vida. (Rumí)
  •        Si la sola oración que dijiste en toda tu vida fue gracias “, esto ya sería suficiente. (Maestro Eckhart)
  •        La esencia de todo hermoso arte es la gratitud. (Nietzsche)
  •        La gratitud es un deber que hay que pagar, pero que nadie tiene el derecho de esperarlo. (Jean Jacques Rousseau)
  •        La gratitud no es sólo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás. (Marcus Tullius Cicerón)
  •        La ingratitud es la esencia de la vileza. (Emmanuel Kant)
  •        La ingratitud es la hija del orgullo. (Miguel de Cervantes)
  •        La gratitud es la memoria del corazón. (Jean Batiste Massieu)
  •        Actúa con amabilidad, pero no esperes gratitud. (Confucio)
  •        La sonrisa es un rayo de luz en la cara. (Thackeray)
  •        Ciertas cosas pueden captar o capturar tu mirada, pero mira sólo las que pueden capturar tu corazón. (Proverbio sioux)

     

       Y finalizo con un proverbio alemán: “El tiempo es capaz de destruir todo lo construido y la lengua todo lo que aún está para construir”. Y así como la palabra agradecida puede salvar muchísimas cosas, la envidia lo puede destruir todo. Y sin personas no hay valores. Si bien las personas pueden fallar, pero no así los valores.

       Además, la gratitud es una gran vacuna contra el pesimismo, la depresión y más en tiempo pandémico. Que nuestra memoria no sea frágil ni olvidadiza sino rica de gratitud. Es muy sano.

     Jaume PATUEL. Pedapsicogogo.

15 comentarios

  • ELOY

    Gracias Jaume.

    Esa reflexión tiende a la paz interior. A mí me la produce.

     

     

  • mª pilar

    ¡Que hermosa presentación, de los grades valores de la Gratitud!

    ¡¡¡Gracias Jaume!!!

    No me cuesta nada ser agradecida; pero…tengo una situación que no logro superar…no se mostrar agradecimiento, ante las personas que mienten con descaro, que caminan por la vida…pisando…a quienes no sienten como iguales; eso me cuesta.

    No soy capaz de sentir rencor, ni envidia, pero…no sé, ser agradecida con estas personas…que causan tanto dolor a su alrededor.

    Desearía que no fuera así, no les negare el saludo, una conversación respetuosa; pero ser agradecida..:

    ¡No se, no puedo! 

    Y lo siento en el alma, porque me limita como persona en todo aquello que hago y siento. Corro un tupido velo en torno a ellas; soy correcta y a la vez lejana.

    Un abrazo entrañable y siempre agradecido, porque es un gozo leer-escucharle.

  • Javier Peláez

    Bastante cierto…Aunque yo creo que en ciertos terrenos lo que más se acerca la realidad es lo de Confucio:Actúa con amabilidad,no esperes gratitud….Si nos referimos a este tiempo de crispación….Creo que lo de Confucio es más realista….

  • ana rodrigo

    Hay actitudes, sentimientos, pensamientos y comportamientos, como la ingratitud, el odio, el rencor, la envidia, que son intrínsecamente masoquistas, puesto que quien las genera es quien las padece y, a quienes van dirigidas, la mayor parte de las veces ni se entera de lo que siente el otro. Por tanto el sujeto agente es víctima de sí mismo, pues es como el que vive voluntariamente en un estercolero y, además disfruta de ello.

    Si a estas actitudes vitales les damos un giro de ciento ochenta grados, es decir, el equivalente a “donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”, la vida se transforma en otra cosa, de la que, no sólo se beneficia la propia persona, sino quienes te rodean, y tu propia vida contagia de positividad creativa a tu entorno que es a donde puedes llegar directamente, sin olvidar que se va generando ambiente sano sumando y sumando aunque sea uno más uno, más uno….

    Se comenta mucho que la pandemia está provocando muchos trastornos sicológicos personales, pero la suma de esas individualidades van creando un ambiente general, que lo respiras, que lo percibes en la sociedad.

    Pues igual ocurre con determinados contravalores como los que he mencionado. La mala calidad de un elemento constructivo como, por ejemplo el cemento, puede ser catastrófico para una construcción. Pues eso mismo pasa con la sociedad, nuestras pequeñas aportaciones deben de ser de calidad.

    “Gracias a la vida, que me ha dado tanto….”

    Perdón si me he salido del tema.

    • Ana, no hay nada que perdonar donde hay amor. La “pandemia” (cosa de todo el Pueblo) nos ha marcado, marca y marcará para quien lo vea y viva como una LUZ…que no excluye el dolor; en algunos casos trágico e inhumano. Y la vida nos da tanto que no lo vemos y la pandemia ha abierto luces. Gracias

      • Carmen

        Es que, sabe qué pasa? El odio, la envidia, en rencor…ufffff
        Tienen un efecto rebote tremendo. Boomerang, si lo queremos decir de otra manera.Te destruye a ti mismo, a ti misma. Podrás hacer daño al otro, a la otra persona, no digo que no, pero el principal damnificado es la persona que da cabida a esos sentimientos. Eso es una realidad que todo el mundo, si observa un poquito, se puede dar cuenta.
        Además, es muy sencillo. Si una persona te hace daño, como se dice ahora, resulta tóxica para ti, pues apártate y que siga su camino y tú el tuyo.
        El problema es cuando no pu des escapar, pero de eso me parece que no va este artículo.
        Además, es que las personas que nos rodean, la inmensa mayoría están dispuestas a echarte una mano, en la medida de sus posibilidades. Insisto. En la medida de sus posibilidades.
        Y luego hay otras que no. Que parece que se alegran cuando a otras les va mal . Pero eso es problema del o de la que se alegra. No es tuyo. Es suyo. Y , además, es un porcentaje muy bajo.

        No sé. Esa es mi experiencia.

  • Juan García Caselles

    En una sociedad mayoritariamente ingrata, da gusto leerte. Moltas gracies, Jaume

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