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El derecho a decidir legalmente sobre la propia vida

Más que mucho discurrir ético y político, es necesario tomar posición activa sobre el respeto a la voluntad bien informada y serena que nos puedan decir que desean ya poner fin a su vida.

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23 comentarios

  • George R Porta

    No sé si puedo afirmar que haya un derecho legal a decidir cuando y cómo morir.

    Es simplemente un derecho natural que la ley no puede regular.

    El suicidio ocurre a pesar de que la eutanasia es ilegal en la mayoría de los países.

    Nada que decir acerca de la guerra y con el uso de armas de destrucción masiva y sin ninguna justificación porque la guerra hace mucho que puede ser hasta de naturaleza tan torcida y perversa como la «guerra preventiva» preconizada por la doctrina Bush-Cheney.

    También ocurre el sobrepeso o la obesidad aunque todo el mundo sabe que daña la vida. Yo lo sé y soy obeso. Más aún, cabe la posibilidad de que mi adicción a los alimentos a ciertos alimentos implique un factor cultural fortísimo (no lo digo para excusarme). Pero pedir que en Cuba no se utilizara el azúcar de caña hubiese sido antes de los Castro una petición tonta. Ahora está racionada y aún así, la dieta común abusa de carbohidratos y sigue habiendo obesos/as, aunque no haya la misma disponibilidad de azúcar.

  • oscar varela

    OBITUARIO
    Louis Bériot, destacado periodista francés, murió el miércoles a los 79 años sin que se precisaran las causas del deceso.
    Durante años fue responsable del canal Antena 2, luego dirigió France 2 y fue un defensor de causas ecológicas y de la muerte digna.
    Su obituario apareció publicado en el diario Le Monde.
    En primera persona, bajo su nombre y las fechas 1939-2019, Bériot hace su salida con total elegancia:
    “¡Hola amigos!
                – Me voy sin lamentos,
                – feliz con la vida
                            – rica,
                            – estimulante y
                            – emocionante
                                        – que se me ha ofrecido;
                            – curioso insaciable del viaje que se me abre.
                – Como dijo Chautebriand:
                –          ‘Debemos terminar tarde o temprano’.
                – No se preocupen,
                – no me lloren.
                – Rían,
                – amen y
                – vivan
                            – a mi salud”.

  • Mª Pilar

    He leído el art. que Antonio nos aconseja. Y encuentro en el, mucha información, muchos datos… pero sigue sin convencerme.

    Sí, estoy totalmente de acuerdo con el comentario de nuestra querida Olga; porque baja los pies al suelo real y duro de nuestro vivir cotidiano, con el permiso de todas los pensadores que cita  el art.

    ¿Todo el mundo ajeno a mi vida, tiene derecho a decidir por mí, y yo no puedo decidir porque:

    “La palabra derecho está cuajada para el bien de cada persona”

    Y por ello se me dice, que no tengo derecho, porque utilizo mal el sentido que es palabra encierra?

    ¿No soy yo la responsable de mi vivir, de como decido actuar; tanto si lo hago dentro de la ley o fuera de ella?

    Este es para mí, el claro problema que las religiones nos han causado; nos han metido en vena, esa culpabilidad por casi todo que concierne a nuestro vivir; estamos (según ellas… las religiones) condenadas al infierno… por todo.

    Tanto es así, que hemos dejado… de pensar, de optar, de discernir que deseo hacer y como decido vivir.

    Pero llega el final de mi camino… Y no puedo optar, porque ataco directamente al sentido de la “palabra”:

    ¡Derecho ha!

    Durante toda mi vida, estoy caminando como las demás personas ordenan: estado, iglesia, Jefes…

    Y cuando logro pensar, preguntarme por el sentido de la vida, como concierne ella en las personas que forman mi entorno; no puedo decidir… ¿por que trasgredo la ley?.

    Y ahora, relean el comentario de Olga; ella lo plantea con una claridad tan meridiana, que hace temblar la osadía de quienes nos manejan.

    mª pilar

     

     

  • Olga Larrazabal Saitua

    La sociedad acepta mandar gente a morir en guerras estupidas provocadas por la ambición de los que tienen el poder. Y nadie dice nada.

    Además los países fabrican armas, ojivas nucleares, cohetes, fusiles y son para matar. y nadie dice nada.

    Los estados se apoyan en los ejércitos, donde les enseñan a asesinar en forma científica, y en los torturadores para que los enemigos confiesen.  Y nadie les dice nada.

    ¿Y arman un escándalo porque una persona sufriente por su propia voluntad quiere terminar con su vida?

    ¿Nos están tomando el pelo o tenmos cara de idiotas?

     

  • Antonio Duato

    Una muy buena reflexión en este artículo publicado en Mundo por Ana María Marcos del Cano. catedrática de Filosofía del Derecho de la Uned. Su título: Eutanasia, ¿de qué se trata?

    Su tesis: Hay que legislar más y mejor sobre la asistencia a quienes tengan conflictos relacionados con el fin de la vida. Pero evitar usar la expresión “derecho a morir” que en sí es una contradicción. Reflexión importante y abierta a tener en cuenta.

     

    • Carmen

      Opiniones.
      No me dan miedo las palabras. Si no gusta la palabra derecho, cámbiese por otra. Pero hay montones de personas que deciden acabar con su vida. Y acaban. Con derecho o sin él, pero acaban. Es una realidad a la que hay que hacer frente. Utilizando las palabras correctas. Pero hay que hacer frente.
      Pienso hacer un testamento vital ante un notario. No quiero que mis hijos vean a su madre destruida como yo vi a la mía. Quisiera irme antes. Emprender el viaje cuando el viaje sea inevitable, solamente se trata de que quisiera elegir el horario y la clase del vagón.
      Y si eso no es un derecho, pues que se cambie la palabra.

      Esto empieza ahora. Veréis la que se lía.

    • George Porta

      Gracias Antonio: La paz contigo. Muy buen artículo. Es cierto que no hay un derecho a algo que sea inevitable precisamente porque no se puede elegir. De lo que se trata es de permitir que la muerte sea innecesariamente una muerte penal o penosa.
      Estoy en contra de la pena de muerte. Matar no puede engendrar el derecho a matar, ni siquiera el de un Estado.
      Además, si hay alguna duda o se puede argumentar sobre la completitud de la humanidad de un feto en una etapa u otra de la gestación, no la hay después que un feto ha llegado a su término de crecimiento intrauterino y lo abandona. A partir de ahí la muerte le espera al final de su segunda andadura en muy diferentes condiciones, pero no la podrá ni la deberá evitar. Todos esos sueños grandiosos de la ciencia tratando de impedirla, hasta ahora han sido solo eso, sueños, pura borrachera de soberbia.
      Es bueno morir, aunque no es necesario morir antes de tiempo.
      Como toda otra criatura, es bueno vivir y una vez que comienza la existencia es solo justo poder llevarla a término. Por lo tanto, hay derecho a vivir.
      Desgraciadamente, sin embargo, los pobres constituyen la mayoría de la humanidad y los más ricos la minoría y en esa detestable ecuación de desigualdad hay una gama infinita de injusticias que son infligidas sobre los más vulnerables casi a cada instante.
      Con todo, hay un derecho inalienable e inviolable, me parece a mí, y es el derecho universal a que cada hombre o mujer, pueda nacer y morir con dignidad y para ello debe poder existir, desde el nacimiento hasta la muerte, disfrutando su existir dignamente. Esto no ocurre a todo el mundo, lo cual constituye un escándalo porque interrumpe esta gestación del ser, que comienza con el nacimiento o antes, pero que concluye con la muerte cuando la existencia se realiza finalmente alcanzando su expresión más real para siempre.
      Morir con dignidad implica haber alcanzado la autonomía suficiente para evitar una muerte tormentosa y humillante. Hay muchas personas que la sufren. Quien ha visto morir a alguien de obstrucción pulmonar, o de cáncer de cualquier forma, lo sabe y quien no lo ha visto, se lo puede imaginar.
      Después está el tormento infligido por el maltrato, bien sea por el excesivo celo en defensa de la seguridad nacional, sea eso lo que se quiera, el odio por causa del color de la piel, por razones de género, o razones de origen étnico o cultural, por razones de religión, por causas ideológicas…¡Dios! por cualquier causa. Esas experiencias que matan en vida son todas igualmente detestables formas de muerte y ninguna muerte ha de ser detestable.
      En ese sentido quien conoced anticipadamente que morirá en esas circunstancias penosas y humillantes, debe poder elegir no sufrirlas.
      El Galileo que hemos llamado Jesús de Nazareth fue asesinado propiciándole una de esas muertes horribles y esa es una razón para que por amor a su memoria, más que reproducir el mismo martirio incruento, de cada creyente o seguidor de él, creyente o no en las afirmaciones teológicas; mejor aún que cualquier simulacro de martirio, la celebración de sus seguidores, en honra de su memoria, sea la solidaridad por la justicia en la vida y la dignidad en la muerte, oponiéndose a cualquier muerte tormentosa.
      Este derecho a morir dignamente carga en sí mismo ―en una especie de analogía del embarazo materno― la promesa de morir como quien arriba a otra vida y la espera, plena de alegría y luz.

  • oscar varela

    Hola!

    Del reciente fallecido

    Cumpa argentino

    residendo en España

    …………………
    QUE SUERTE HE TENIDO DE NACER
    (Alberto Cortéz)

     Qué suerte he tenido de nacer,
    para estrechar la mano de un amigo
    y poder asistir como testigo
    al milagro de cada amanecer.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para tener la opción de la balanza,
    sopesar la derrota y la esperanza
    con la gloria y el miedo de caer.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para entender que el honesto y el perverso
    son dueños por igual del universo
    aunque tengan distinto parecer.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para callar cuando habla el que más sabe,
    aprender a escuchar, ésa es la clave,
    si se tiene intenciones de saber.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    y lo digo sin falsos triunfalismos,
    la victoria total, la de uno mismo,
    se concreta en el ser y en el no ser.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para cantarle a la gente y a la rosa
    y al perro y al amor y a cualquier cosa
    que pueda el sentimiento recoger.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para tener acceso a la fortuna
    de ser río en lugar de ser laguna,
    de ser lluvia en lugar de ver llover.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para comer a conciencia la manzana,
    sin el miedo ancestral a la sotana
    ni a la venganza final de Lucifer.

    Pero sé, bien que sé…
    que algún día también me moriré.
    Si ahora vivo contento con mi suerte,
    sabe Dios qué pensaré cuando mi muerte,
    cuál será en la agonía mi balance, no lo sé,
    nunca estuve en ese trance.

    Pero sé, bien que sé…
    que en mi viaje final escucharé
    el ambiguo tañir de las campanas
    saludando mi adiós, y otra mañana
    y otra voz, como yo, con otro acento,
    cantará a los cuatro vientos…
    Qué suerte he tenido de nacer.
    ………………….

    • Carmen

      Me gusta mucho Alberto Cortez. Tiene canciones preciosas. Ya descansa en paz.

      • oscar varela

        Hola!
        Te leo:
        -“Ya descansa en paz”-
        ¿Qué?,
        ¿Murió de “CANSANCIO”?
        ¿Será ésta una manera “rara” de morir?
        Gracias y abrazo!

      • George Porta

        Carmen, las metáforas pueden ser poéticas y a fuer de poéticas válida y se vuelven expresiones comunes de enorme valor mitológico. «Descansar en paz» es una de ella, si no en otro sentido, en el de referirse al descanso de la lucha diaria de la vida que quien envejece conoce.

  • George Porta

    Después de responder a Pili y a Carmen, me pareció bueno escribir lo siguiente en este mismo contexto, que aclara un poco mi comentario anterior, de fecha 6 de abril a las 19.01h:

    Esteo es largo, 1362 palabras. Lo advierto para que quien no desee perder tanto de su tiempo, no intente leer esto.

    Si la existencia tiene repercusión, pienso y me refiero a traer vidas al Mundo, inventar cosas, jugar un rol social o familiar necesario, las responsabilidades caminan a la par de dicha existencia y, en ese caso, aumentadas, pero me parece que en todo caso, ejercer la autonomía después de haber recibido una existencia no solicitada, aunque provenga del amor y esté endeudada por tanto bien que se haya recibido, acarrea en su propio seno, la necesidad imperativa de ser responsable y de hacer lo posible por no agobiar a nadie cuando ya, en realidad, solo se adquiere una deuda de gratitud cada vez mayor.

    Convertirse en «hijo o hija» de los propios hijos e hijas, nietos, etc., es parte importante del ciclo de la vida.

    Así interpreto las viejas palabras del rito de enterramiento en el bellísimo, poco conocido en general entre católicos, «Book of Common Prayers» (Libro de Oraciones Comunes) de la Iglesia de Inglaterra en su versión de 1662, en cuanto al servicio de enterramiento. Me refiero a esta pequeña parte del texto que me permito copiar en inglés y tratar de traducir. El primer párrafo (o primera dos líneas) constituye la rúbrica del rito, como se puede deducir:

    «…Then, while the earth shall be cast upon the Body by some standing by, the Priest shall say, “Forasmuch as it hath pleased Almighty God of his great mercy to take unto himself the soul of our dear brother here departed, we therefore commit his body to the ground; earth to earth, ashes to ashes, dust to dust; in sure and certain hope of the Resurrection to eternal life, through our Lord Jesus Christ; who shall change our vile body, that it may be like unto his glorious body, according to the mighty working, whereby he is able to subdue all things to himself.”…»

    El cual puede ser traducido libremente al español como sigue. Quizás quien lea esto pueda hablar y leer en el inglés británico o europeo y no necesite mi ayuda. Permítaseme traducirlo en caso de que tal no sea el caso y no pueda. Y, por favor, sin considerarme presuntuoso, porque mi intención no lo es. Si traigo a colación una parrafada inglesa me parece apropiado ahorrar a quien generosamente lea lo que escribo, el esfuerzo que haya de hacer para leer en un idioma diferente. Huelga aclarar que la traducción que sigue es mía y no autorizada.

    «… Entonces, mientras los presentes que permanecen cerca echarán tierra sobre el cuerpo y el sacerdote dirá: “Contemplando como ha complacido a Dios Todopoderoso en su gran misericordia reclamar para sí el alma de nuestro querido/a hermano/a que ya ha partido, encomendamos su cuerpo a la tierra. Tierra a la tierra, cenizas a las cenizas, polvo al polvo. [Lo hacemos] en la esperanza segura y cierta de la resurrección a la vida eterna, por medio de nuestro Señor Jesucristo; que deberá cambiar nuestro vil cuerpo para que sea semejante al suyo ya glorioso cuerpo, obrando su poder , por el cual es capaz de someter a sí mismo todas las cosas.”…»

    El texto de este ritual lo tomaron los autores de la Biblia de Inglaterra, publicada por primera vez en el siglo xvii, de la leyenda mitológica de Génesis 3, 16-19, el texto del castigo que Dios impusiera sobre Adán, Eva, y sobre sus descendientes. El texto es más que importante con respecto a la muerte, me permito apuntar, aunque no soy experto ni mucho menos, más allá de ser un habitual «oyente de la Palabra» (la expresión es de K. Rahner).

    Es muy interesante, me parece, que Dios considerara la cuestión de la obediencia de la mujer al hombre como un castigo a éste, del cual el hombre sería el verdugo y por lo tanto perdiendo el disfrute ligado con el amor (y no me refiero al disfrute sexual), es decir, para mí el verdadero castigo. Sin embargo no quitó a la mujer sus poderes no violentos de atracción y persuasión, con los cual había sido creada y que constante alivian tanto pesar en el seno de la familia.

    La muerte momentánea y final de la serpiente bajo el pie de Eva, la hace «redentora» de la vulnerabilidad a lo malo como si fuese una contrastante alternativa de la muerte sin término del amor conyugal (imagino esto como un castigo proferido en presente continuo) a la mano del marido que al dominarla no le devuelve el amor y los cuidados, sino que la hiere robándola su autonomía, y al hacerlo envilece su propio corazón.

    De esta manera, Eva sigue teniendo el privilegio de transmitir la existencia, la vida, el poder sobre el propio espacio interior escenario de la vida. Si los dolores del alumbramiento son momentáneos y salvo en raras excepciones enfermizas, son dolores que se transforman en una especie de resurrección a la consecuencia del parto, la vida, el hombre queda con su corazón envilecido para siempre por la injusticia que representa ser el ladrón y el verdugo que hace daño a Eva por una infracción, que si en ella es inmediatamente perdonada por la alegría de originar la vida, en realidad es una debilidad que solo Dios mismo imputa al hombre en el relato, que permanece irredenta en la leyenda. Uno de los significados implícitos es que Eva ofrece a Adán algo bueno, aunque sea cuestionable como lo obtuviera, una sabrosa fruta y recibe a cambio la esclavitud que le impondrá el hombre.

    Después de todo, Eva no sabía cuán pérfida podía ser la serpiente, otra criatura defectuosa que el mismo Dios creador introdujo en la realidad, según la leyenda genesíaca, aunque el Libro de la Sabiduría lo niegue (Sabiduría 1, 12-14).

    El texto de la leyenda de Génesis que me gusta es este de la versión Schökel-Mateos (Madrid, Cristiandad, 1975): «El Señor Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho eso, maldita tú entre todos los animales domésticos y todas las fieras salvajes; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; el herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón. A la mujer le dijo: Mucho te haré sufrir en tu embarazo, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido y él te dominará. Al hombre le dijo: Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol prohibido, maldito el suelo por tu culpa: Comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron; pues eres polvo y al polvo volverás.»

    Una aclaración final:

    Esto es lo que el DRAE tiene que decir acerca del vocablo « ansia»: Del latín tardío anxia, de la raíz de angĕre ‘estrechar’, ‘ahogar’. 1. f. Congoja o fatiga que causa en el cuerpo inquietud o agitación violenta. 2. f. Angustia o aflicción del ánimo. 3. f. náusea. 4. f. anhelo. Cantar en el ansia: 1. locución verbal, germanía: Confesar en el tormento, especialmente en el de ‘toca” (tormento que consistía en hacer tragar agua a través de una gasa delgada. Comer ansias: 1. locución verbal en México y República Dominicana: Impacientarse.

    Me sirvo siempre de http://www.etimologias.dechile.net para averiguar la etimología de palabras en castellano. Esta es la cita que he tomado acerca de «ansia»: “La palabra ansia viene del latín ‘anxia’, forma detectable ya en Lucrecio y frecuente en bajo latín a partir del adjetivo ‘anxius’ (ansioso, angustiado, oprimido, estrecho), un adjetivo derivado de la raíz del verbo latino ‘angĕre’ (oprimir, estrechar, específicamente estrangular la garganta). De la raíz de este verbo latino se formaron derivados ya en latín que dan lugar a nuestras palabras angina, angosto, angustia, ansiedad y congoja. En catalán tenemos como palabras derivadas ‘angoixa’ y ‘angúnia’ para las distintas modalidades de angustia, si bien popularmente en las áreas valencianas se emplea mucho el vocablo ‘agonía (propiamente la agonía del moribundo, palabra de diferente origen griego) para referirse a la angustia física que provoca el vómito. El verbo latino se asocia a una raíz indoeuropea: angh, que conlleva la idea de estrecho y doloroso.”

  • Javier Pelaez

    Hablando de los obispos españoles muy significativo lo que cuenta hoy eldiario.es.Resulta que los obispos pensaban no apoyar al obispo de Alcalá en eso de las terapias hasta que contó que invadieron la catedral en plena Misa.Obispos poco evangélicos:les importa más el templo que las personas.Me produce tanta indignación que yo que soy persona moderada y civilizada no sé si voy a tener que acabar cagándome en el templo como Willy Toledo….

  • Honorio Cadarso

    Nuestros jerarcas los obisapos se están cubriendo de gloria estos días…Un poco menos que el Papa Bergoglio, pero ahí se andan. Eso del aggiornamente todavía no lo han asimilado ni los unos ni el otro. ültimamente tengo fuertes tentaciones contra la fe…

  • Javier Pelaez

    Le he visto en tv.Suscribo que lo que ha hecho a petición de su mujer es un acto de amor.Para mí un hombre bueno en una situación dificilísima.

  • George Porta

     

    Mis opciones, algunas de las cuales ahora lamento, me condujeron a no tener descendencia. Atendí a los ancianitos de casa en sus años terminales: Mi abuela materna, mi padre, mi madre y, finalmente, mi tía.

    Fui formado y crecí según una noción de familia que está en franca desaparición (Cf., por ejemplo, Elizabeth Roudinesco: La Familia en Desorden, Barcelona, Anagrama, 2006).

    Me alegra haberlo hecho porque cumplí con un «deber» aprendido en mi juventud y también aprendí el imperativo moral de cumplir con tales deberes. Pero los tiempos han cambiado y vivo en una sociedad o cultura en la que la familia nuclear ―en contrapunto con la familia extendida― es concebida de manera que cada persona es responsable de sí misma y por sí misma. Se puede demostrar que esa percepción de la familia y los valores morales correspondientes caracterizan esta sociedad a lo ancho y largo de esta compleja cultura, nación, sociedad o como la queráis llamar. Este estado de la cuestión será bueno, malo, criticable, lamentable, pero es el que predomina «by far».

    La Constitución estadounidense declara que cada uno tiene el derecho de procurarse su propia felicidad y usualmente eso es interpretado como queriendo decir que solo hay que preocuparse por la propia felicidad, aunque el texto original solamente declara que todo/a ciudadano/a tiene «derecho a la felicidad».

    Como no tengo mujer o hijos y mis hermanos son casi tan viejos como yo (el mayor me lleva un año y medio, a la tercera le lleva dos años, yo soy el atravesado segundo), he de considerar si siendo gordo pero saludable tengo el derecho de imponerles (a ellos y a sus familias) el coste (económico y moral) de los cuidados que yo requiera cuando ya no pueda valerme con autonomía. Cuando ese momento llegue pienso y deseo poder optar por la terminación de mi existencia sin que le cueste la prisión a nadie.

    El énfasis en el valor de la vida cuando predominan en tantas partes condiciones de existencia que son realmente injustas, lamentables, hasta catastrófica y cuando cuesta tanto organizar el cuidado del planeta, denuncia ese tema, el de la cacareada defensa de la vida, más como una cháchara hipócrita que como un valor tenido realmente en cuenta. Los abusos clericales, la violencia doméstica, el tráfico humano, la xenofobia, la injusta desigual distribución de la riqueza y del poder decisorio en lo concerniente al «bien común», lo demuestran.

    Por otra parte, contrario a Antonio, no creo que seamos necesarios ni sobrantes y ciertamente somos efímeros y una mayor parte de la humanidad ni siquiera puede influir sobre su propio destino como desea y debiera poder. La comprensión cristiana de la noción de divinidad solo complica la situación. Crear lo creado vulnerable al mal y a la autodestrucción, no es precisamente evidencia de un «trabajo bien hecho» cuando lo creado es capaz de sentir que no deba morir.

    El horror a la muerte es más bien un problema de quien cree que deba vivir. Los murientes suelen llegar a desear la muerte y simultáneamente temer a lo desconocido. Posiblemente se pudiera probar que Juan de la Cruz que estaba tan seguro de que los ángeles llevarían su alma al Paraíso, era demasiado confiado a la certidumbre que creía tener, aunque no tuviese evidencia de lo mismo. Solo lo salva que esta certidumbre protestase en los versos que reprochan al Amado su ausencia. 

    • Carmen

      Pues mis circunstancias son otras. Tengo familia, un poco mayores, pero ahí están. Tengo un par de hijos y dos nietos. Y pienso exactamente igual que usted. Tengo derecho a elegir mi final, ya que no pedimos nacer, por lo menos que nos dejen morir dignamente.
      De hecho en algunos hospitales hay , a ver, no es suicidio asistido, ni tampoco eutanasia, pero cuando se ve claramente que el fin está llegando y solamente queda tiempo de sufrimiento, ponen morfina. Sin preocuparse de los efectos secundarios.
      Pues el suicidio asistido y la eutanasia es sencillamente un paso más. Un paso donde interviene la voluntad de la persona que quiere acabar.
      Me parece necesario. No creo que se cometa falta alguna contra nadie. Quizás sea el último acto de libertad.
      Y lo que haya después, lo veremos después. Las certezas ,empiezo a pensar, que no son otra cosa miedo a plantearse distintas opciones. En este caso , de lo que nos vayamos a encontrar después de la muerte , es miedo a lo desconocido como usted dice.
      En fin.

    • Mª Pilar

      Muy estimado George;
      Que alegría tenerte de nuevo en Atrio.

      Comparto tu idea sobre la vida y la muerte; aunque nuestras circunstancias sean muy distintas. Tengo deis hijos/as, y si estoy en mis cabales y puedo decidir… también quiero marchar sin que ello, pueda acarrear problemas legales por ello.

      Hoy no es fácil hacerlo sin marcar de alguna manera a las personas que más quieres; y eso es muy triste y doloroso.

      Para nada quiero que mis hijos/as, tengan que hipotecar sus vidas por mi causa. He tenido una vida plena, y ellos/as tienen derecho a tenerla de igual manera; y por mucho amor que me tengan… hoy en día, como muy bien comentas, mi cuidado, rompería por completo sus vidas.

      Y no quiero de ninguna manera que eso suceda; así, que intento mantenerme lo mejor posible, cuidando mi alimentación, mi organismo dentro de lo que se aconseja a toda persona que va llegando a nuestra edad; sin “cosas” raras.

      Un abrazo entrañable amigo.
      pili

      • George Porta

        Hola Pili, me alegra «escuchar» tu comentario porque sé y comprendo cómo piensas y sientes. Reconozco que quizás mi soledad represente un pelín más de libertad, pero comprendo que la persona cuya vida represente consecuencias sobre aquellos a quienes más quiere, esté encuadrada en otra marco diferente al mío. Te ofrezco mi gratitud por tu amistad de nuevo en un abrazo cordial.

  • oscar varela

    LA MUERTE COMO CREACIÓN (1926)
    * Es curioso que quien siente menos apetitos vitales y percibe la exis­tencia como una angustia omnímoda, según suele acaecer al hombre moderno, supedita todo a no perder la vida.
    * La moral de la moder­nidad ha cultivado una arbitraria sensiblería en virtud de la cual todo era preferible a morir.
    * ¿Por qué, si la vida es tan mala?
     
    * Por otra parte, el valor supremo de la vida —como el valor de la mo­neda consiste en gastarla— está en perderla a tiempo y con gracia.
    * De otro modo, la vida que no se pone a carta ninguna y meramente se arrastra y prolonga en el vacío de sí misma, ¿qué puede valer? ¿Va a ser nuestro ideal la organización del planeta como un inmen­so hospital y una gigantesca clínica?
     
    * Esta es la manera de sentir propia del espíritu industrial, del ánimo burgués.
                – Quiere a toda costa vivir, y
                – no se resigna a recono­cer en la muerte
                            – el atributo más esencial de la vida.
                – A este fin emplea el único procedimiento hábil para alargarla,
                            – que es reducirla a su mínima expresión,
                            – como hacen ciertas especies animales
                            – al sumirse en el sueño invernal.
                – Los biólogos han dado a éste el nombre de vita minima.
                – Con lo cual resulta que la vida se prolonga
                            – en la medi­da que no se usa.
                – Se obtiene su extensión a costa de su intensidad.
     
    * ¿No es arbitrario decidirse, sin más ni más, por aquélla en contra de ésta?
    * ¿Por qué ha de triunfar la moral de la vida larga sobre la moral de la vida alta?
     
    * Ni en ética ni en biología se ha atendido aún suficientemente
                – al hecho capital de la inevitabilidad de la muerte.
    * Hace poco, un gran fisiólogo (Ehrenberg) ha mostrado
                – cómo no puede definirse la vida sin la muerte.
                – Es aquélla un proceso químico en cadena,
                            – cada una de cuyas reacciones dispara inevitablemente
                            – la sucesiva hasta recorrer la serie predeterminada y fatal.
                – Desde el primer momento, como un móvil en su trayectoria,
                – va la vida lanzada a su consumación:
                            – tanto vale decir que se vive como que se desvive.
     
    * El fenómeno del morir se va produciendo desde la concepción.
                – No cabe variar el proceso inexorable;
                – sólo es posible artificialmente frenarlo,
                – hacer que cada reacción tarde más en producirse.
                – Una vida de ritmo lento será más larga que una vida en prestissimo;
                – pero, en definitiva, no hay más vida (químicamente hablando)
                            – en una que en otra.
     
    * El repertorio de reacciones es idéntico,
                – como hay las mismas fotografías en una película
                            – cuando se proyecta de prisa y despacio.
    * Las emociones y el pensamiento son
                – los más formidables aceleradores del quimismo vital,
                – lo llevan a latigazos en frenética carrera, y son, como Gracián diría,
                – «postillones de la vida que sobre el común correr del tiempo
                            – añaden su apresuramiento genial».
     
    * Pero si químicamente da lo mismo la lentitud o celeridad del tempo biológico,
                – puede haber entre ambas velocidades una diferen­cia virtual.
                – La vida condensada adopta formas distintas
                – que la di­luida en largo tiempo.
                – Aquellas formas son los diversos heroísmos, nombre que, en efecto,
                            – damos a toda voluntaria anticipación de la muerte.
     
    * No se comprende por qué
                – el imperativo que nos ordena tomar la vida bajo nuestra voluntad y
                – gobernarla empleándola en levan­tados destinos,
                – no ha de extenderse a la muerte.
    * Si es ella de tal modo un ingrediente, un factor de la vida,
                – lo mismo que debemos usar deliberadamente de ésta,
                – debiéramos también usar de la muerte, apro­vecharla, emplearla.
     
    * Una moral de más quilates que la imperante
                – no aceptaría el prin­cipio que nos mueve a evitar todo riesgo
                – con el fin de hacernos arribar a nuestra muerte natural.
                – Esta es la muerte química, forzosa, invo­luntaria,
                ( como la de la bestia y la planta, tal vez la del mundo).
     
    * Pa­rece de mayor dignidad humana aprovechar el hecho y la fuerza que es la muerte
                – usando de ella bajo el regimiento de la voluntad.
    * Esta moral mejor había de advertir al hombre
                – que posee la vida para exponerla con sentido.
     
    * El espíritu industrial viene a cooperar, sin sospecharlo,
                – en la realización de esa norma de espíritu guerrero.
                – Bajo la inspiración del horror a la muerte
                – ha inventado maravillosas técnicas para domi­nar la Naturaleza:
                – la mecánica, que disminuye el esfuerzo innecesa­rio;
                – la medicina, que aminora los casos de muerte inepta por enfer­medad;
                – la economía cooperativa, que facilita la existencia material y
                            – asegura la vida de los nuestros, sobre la cual no tenemos derechos y,
                            – habiendo de velar por ella,
                            – suele ligarnos vilmente a una larga exis­tencia.
     
    * Todas estas admirables creaciones contra la muerte química
                – dejan vacar nuestro albedrío
                            – para elegir una muerte voluntaria y,
                            (eliminando, en gran parte, los peligros naturales),
                            – nos permiten buscar más libremente otros de nuestra invención.
     
    * De esta manera con­vergen hacia una nueva moral ambos impulsos antagónicos.
    * Pero, después de dos siglos de huir la muerte,
                – hace falta fomentar el arte de morir.
     
    * Junto a los innumerables
                – hospitales,
                – cajas de ahorros y
                – sociedades de seguros,
    – fuera espléndido multiplicar las sociedades de riesgos.
     
    * Como en tantos otros órdenes,
                – el deportismo ha iniciado espontáneamente esta labor de nuestra época,
                – ocupándose en orga­nizar el peligro.
     
    *La muerte química es infrahumana.
    * La inmortalidad es sobre­humana.
    * La humanización de la muerte sólo puede consistir en usar de ella
                – con libertad,
                – con generosidad y
                – con gracia.
     
    * Seamos poetas de la existencia
                – que saben hallar a su vida
                – la rima exacta en una muerte inspirada.
    ………………..

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