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En el territorio de la posverdad

Sí, nuestra sociedad es líquida y los mensajes se construyen y se lanzan renunciando desde el principio en que respondan a verdad. Eso de posverdad es un eufemismo de mentira. Significa que ya la verdad no es criterio en la información. No hay que perseguir la verdad sino la utilidad de la información para los propios fines. Sin complejos. La relación que hace Pascual Serrano en la Zona Crítica de eldiario.es merece la pena ser leída pinchando en todos los enlaces que iluminan los ejemplos por él escogidos. AD   

zona criitica¿Y si prohibimos (o sancionamos) la mentira?

Es más fácil triunfar en el periodismo, en las redes y en la política con la mentira atractiva, contundente y bien aderezada que con una verdad aburrida, compleja y llena de matices

Parafraseando a Martin Niemöller, podríamos decir que los grandes medios comenzaron a mentir y engañar, pero no les preocupó porque formaba parte de su negocio y trataban bien a los poderosos. También mentían y engañaban los políticos gobernantes, pero tampoco importaba porque cuando gobernaban garantizaban que todo siguiese igual.

Pero llegó un momento en que también comenzaron a engañar con sus mentiras algunos políticos psicópatas e incluso todo el mundo comenzó a sacar adelante sus mentiras en las redes sociales. Y entonces se alarmaron, pero ya era demasiado tarde. La mentira se había apropiado de nuestra información, de nuestro análisis de la actualidad y, lo que es peor, a la población ya le daba igual lo real que lo falso.

El escritor Adolfo Muñoz García nos recordaba que la historia está llena de mentiras que se han ido manteniendo porque interesaba: “Para mentir no es necesario caer en el bulo. Se puede mentir diciendo solo una parte de la verdad. Se destaca una pequeña parte de la verdad, se la ilumina, se la descontextualiza, se la carga de notas sentimentales… y ya tenemos esa pequeña parte de la verdad convertida en una descomunal mentira”. Es lo que han estado haciendo los grandes medios desde hace décadas. Como señala Muñoz García, “el buen bulo político triunfa porque tiene las cualidades necesarias para triunfar”.

No es lo más frecuente que la realidad supere en espectacularidad a la ficción. Es más fácil triunfar en el periodismo, en las redes y en la política con la mentira atractiva, contundente y bien aderezada que una verdad aburrida, compleja y llena de matices.

La campaña electoral estadounidense ha sido el zenit del caos informativo. Las mentiras han circulado por las redes con mayor fruición que las verdades. Evidentemente si lo que fascina es la espectacularidad y el escándalo, la imaginación siempre podrá ser más fructífera que la realidad. La verdad ha terminado muy devaluada. Esa afirmación periodística de que “no dejes que la verdad te estropee una buena noticia” ya está en vigor para los políticos y para todos los ciudadanos: no dejes que la verdad te estropee un buen comentario o anécdota en un mitin, no dejes que la verdad te estropee un buen post o comentario en facebook.

Muñoz recuerda el siguiente chiste: Muy satisfecho, un viejo le cuenta a otro que ha corrido cien kilómetros sin detenerse. El amigo le responde: “Eso es mentira”. Y el primero, sin perder un ápice de entusiasmo, le contesta: “Sí, es mentira, pero ¿a que es muchísimo?”. La gracia del chiste reside –afirma Muñoz García– en que la falsedad no invalida el razonamiento: pura posverdad. El vocablo ya resulta insultante. “Posverdad” se le define como un término que “denota circunstancias en las que los hechos son menos influyentes sobre la opinión pública que las emociones o las creencias personales”. No es que “posverdad” sea sinónimo de mentira pero casi, en la medida en que supone que la verdad se convierte en un elemento secundario e innecesario frente a la intencionalidad emocional. O sea, el intento de adecentar la mentira.

Ahora ya se abre la veda. La asesora de la Casa Blanca Kellyanne Conway se inventó una “masacre” que nunca existió para justificar el veto impuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump a los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana. Durante una entrevista con la cadena MSNBC, Conway aseguró que la orden ejecutiva promulgada el 27 de enero estaba justificada en parte por la “masacre de Bowling Green” de 2011, aunque en realidad este hecho nunca tuvo lugar. Y Donald Trump se inventa un atentado en Suecia. Y un youtuber nos engaña a todos con un vídeo falso de un pizzero y gas pimienta. Y unos padres pedían ayuda por la grave enfermedad de una hija, pero era una trolaque colaron a las televisiones.

La asesora de la Casa Blanca va más allá del término “posverdad”. Cuando en una entrevista dejan en evidencia las mentiras del portavoz del gobierno estadounidense se defiende diciendo que eran… “hechos alternativos”.

Ante esta situación de impunidad de los poderosos (políticos y medios) para mentir. ¿Por qué no iban a dedicarse los ciudadanos a hacer lo mismo? Por interés político, por ser más graciosos y entretenidos entre sus seguidores, para aparentar que han descubierto grandes noticias. Total, no pasa nada por mentir y, en cambio, consigues más seguidores y más argumentos para tu tesis sin necesidad de tener que documentarte con rigor y buscar informaciones verdaderas. ¿Acaso El País, periódico español de mayor tirada, no puso una foto falsa de Chávez entubado en su portada? ¿Acaso los presidentes más poderosos del mundo y todos los grandes medios no nos engañaron cuando nos contaron que en Iraq había armas de destrucción masiva?

El caos informativo ya es total. La Unión Europea anuncia un millonario presupuesto para “rastrear y contrarrestar la propaganda y la desinformación proveniente de Rusia”. Pero por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso anunció en lanzamiento de una  página web para recoger y desmentir las noticias falsas y otras desinformaciones provenientes de fuentes extranjeras dirigidas contra Rusia y su política exterior. Lo más grave es que, muy probablemente, ninguno de los dos proyectos se dedique a desmontar las mentiras sino a montarlas. Y en el medio una ciudadanía que no podrá diferenciar las mentiras de las verdades.

La Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI), organizó el 21 de febrero en Madrid unas jornadas para analizar el fenómeno de las ‘fake news’ en España. El lema principal: “Noticias falsas: Disfrazar la mentira de realidad”. En las jornadas también participaban las principales iniciativas promovidas desde los medios para rastrear y desmontar bulos como “Maldito Bulo”, de los creadores de “Maldita hemeroteca”; “ El cazabulos“, de eldiario.es; o “El Tragabulos”, de ‘Verne’. Allí se presentó un decálogo ante los medios: Contra la posverdad: 10 fórmulas para hacer frente a las noticias falsas, en el que se ofrecen una serie de pautas para que los periodistas y los lectores sepan moverse, “con buenas prácticas” como es “la verificación de la información”.

Lo curioso es que los organizadores destacaron en sus declaraciones su rechazo a cualquier iniciativa legal en la “criminalización” o la “represión” de las noticias falsas. En mi opinión se trata de un gran error, consecuencia del cual hemos llegado a esta situación de inseguridad informativa. Ha sido la impunidad de la mentira la que ha provocado que, con el paso de los años, periodistas, políticos y ahora cualquier usuario de las redes sociales se apunte a mentir o, al menos, a no preocuparse por la veracidad de lo que difunde.

Presentarles a los periodistas pautas sobre cómo contrastar noticias no es necesario, lo saben hacer. La cuestión estriba en que contrastar retrasa la publicación de la noticia y la encarece, porque requiere tiempo de trabajo y, total, no pasa nada si lo que dices es erróneo. Por eso cuando un famoso se encuentra enfermo de gravedad, siempre aparece algún medio dando la noticia de su muerte antes de tiempo. Es lo más barato y, con un poco de suerte, mientras se tarda en desmentir igual hasta se muere y fueron los primeros en dar la noticia. Y tanto, como que la dieron estando vivo.

Proponer que las legislaciones y las instituciones persigan la mentira no es en absoluto ningún atentado a las libertades ni a la libertad de expresión como parece que consensuadamente se repite desde la profesión. En cambio, sí que es un atentado a los derechos ciudadanos no garantizar la veracidad de la información, derecho recogido en la Constitución española. Si los poderes públicos no persiguen a quienes difunden mentiras están violando el derecho a una información veraz del resto de la ciudadanía.

No puede ser la solución esa propuesta de dar pautas al público y a los profesionales para detectar las mentiras. No difundimos a los ciudadanos pautas para comprobar si un puente se caerá antes de cruzarlo, o para detectar si una comida es tóxica o para deducir si el cirujano que te operará sabrá hacerlo. Tenemos legislaciones y controles para asegurar que el puente esté bien construido, que la comida haya pasado controles adecuados y que el médico esté cualificado. Y se establecen sanciones contra los incumplimientos.

En nombre de la libertad de expresión y el derecho a la información los que han pilotado el control del periodismo a través de las empresas de comunicación han conseguido que estemos más desinformados que nunca: aplastados con información basura que nos impide diferenciar lo importante de lo desechable, espectadores de versiones contrapuestas sin capacidad de diferenciar la verdad de la mentira y hasta difusores a través de las redes de bulos y falsedades solo porque nos parece que se ajustan a la realidad que queremos y los planteamientos que defendemos.

Va siendo hora de que, tal y como se hace con la comida en mal estado, se creen mecanismos de control para impedir que seamos víctimas de las intoxicaciones. Y no, no se trata de censura. Censura y ataque a la libertad de expresión es condenar a años de prisión a  tuiteros raperos por hacer chistes de Carrero Blanco o canciones sobre el rey, no permitir que la mentira se apropie del periodismo.

13 comentarios

  • Isidoro García

    No sé si ha quedado claro la tesis de mi comentario anterior.

    Lo que quiero decir es que la llamada “postverdad”, es la verdad subjetiva de cada persona. Lo que pasa es que siguiendo la filosofía de la paja en el ojo ajeno y la viga en el nuestro, los políticos en la práctica del sectarismo connatural a  la lucha política, a la subjetividad nuestra, la consideran “la verdad” o como mucho un error involuntario e inocente, mientras que la subjetividad de los contrarios, es pura mentira malvada y perversa.

    Claro que hay mentiras descaradas y no simples errores. Pero estas estarán siempre entre los contrarios, nunca entre los nuestros. Esa es la explicación por ejemplo, de la ceguera o el estupor y la perplejidad, ante los escándalos descubiertos entre los nuestros, (desde corrupción a pederastia o lo que sea).

    El militante honrado, se pregunta asombrado: me lo creo fácilmente en los contrarios, ¿pero cómo puede pasar también con los nuestros?.

    Humanos somos. ¿De qué nos vamos a asombrar a estas alturas?

  • Isidoro García

    El tema de la llamada “postverdad”, como eufemismo de la mentira política, es un tema en el que se mezclan dos campos intelectuales, muy diferentes y contrapuestos, y de ahí sus grandes contradicciones.

    La verdad y su discernimiento y conocimiento, es un tema filosófico-psicológico, mientras que la política es otro campo intelectual donde rigen reglas y lenguajes muy distintos.

    Hay quien dice que cuando entra la política por la puerta, el pensamiento crítico sale disparado, por la ventana. Son dos terrenos de juego distintos donde los lenguajes, la sintaxis y las reglas de corrección son muy distintas.

    La política es el reino del cortoplacismo y del aquí y ahora, y en ella hay en juego, no solo la razón intelectual, sino también, honores, puestos, y también dinero, y eso saca de cualquiera la fiera que todos llevamos dentro.

     (Se da un proceso paulatino de pérdida de sílabas, paralelo al de pérdida de ética: Cuando un político  toma posesión de su escaño lo hace sabiendo que es INDEPENDIENTE, al poco se da cuenta de que es DEPENDIENTE de lo que opina su grupo parlamentario, y pasa entonces a estar PENDIENTE  de lo que opina el jefe de su grupo, para acabar al final pensando con el DIENTE, porque al fin y al cabo hay que comer de algo). 

    La política tiene mucho de lucha, pero no de lucha intelectual, sino de lucha personal, y eso genera unos códigos de conducta mucho más agresivos que en la lid intelectual. En la política, no hay oponentes, sino enemigos, o como mínimo adversarios.

    Y como se recibe mucha cera, lógicamente también se da. Y por ello casi todo vale, y donde el sofista se mueve como pez en el agua.

    Todo truco retórico y dialéctico vale para atizar al contrario, incluídas las interpretaciones sesgadas y el irse por las ramas. Decía Robert Macnamara: “Nunca respondas a la pregunta que te han hecho, sino a la pregunta que quisieras que te hubieran hecho”. 

    Al fin y al cabo, donde se recibe, también se da, y todo vale para ganar la mínima posición. El juicio de intenciones y las descalificaciones intelectuales, son moneda común y es solo el adelanto de las imprecaciones e insultos.

    No hay que demostrar que el contrario no lleva razón, sino que es o un tonto, o un perverso, o mejor aún que es las dos cosas juntas. Por eso decía Georges Orwell: “Un verdadero tolerante es el que puede reconocer en un oponente que puede ser al tiempo honesto e inteligente”.

    El sectarismo, en política no es algo escandaloso, porque se suele hablar o escribir para conmilitones, que piensan igual que uno, por lo que ni siquiera lo van a notar.

    En este terreno político, el sectarismo lejos de ser un defecto, es una virtud, prueba de la fortaleza e inmutabilidad de nuestras ideas. No se tiene en cuenta que como decía Hector Subirats: “Los personajes que sostienen orgullosos, que siguen pensando lo mismo de siempre, son gente que hace mucho tiempo que han dejado de pensar”.

    Y en la política, la más mínima duda es prueba de debilidad y hasta de sospecha de traición. Decía también Orwell: “No es necesario vivir en un país totalitario, para ser corrompido por la mentalidad totalitaria”.

    Todo lo anterior no quiere decir que en la política, no haya personas honradas, maduras y sabias personalmente, que rechacen las posturas sectarias y agresivas de sus camaradas, pero me da la impresión que si te gusta ir con el traje limpio, te lo piensas dos veces antes de meterte en zonas embarradas.

    En resumen, que una cosa muy distinta es el pensamiento de la cosa política, que el pensamiento como arma política.  Y por eso el intelectual “orgánico”, es una contradicción en los términos, como echar sal en el café.

  • oscar varela

    Hola!

    Leo en la presentación de A.D.:

    “Eso de posverdad es un eufemismo de mentira. “-

    ¿Conviene extremar la idea de posverdad  hasta meterla dentro de la idea de mentira?

    ¿No hay todo un lado de la mentira que se apoya –y por eso tapa- una verdad?

    ¿Qué verdad nos estaría tapando la mentira?

    Tal vez la mentira (desde el equívoco hasta la maldad) haya de ser el insoslayable frontón con el que cotidianamente hemos de pelotear nuestras íntimas convicciones verdaderas ¿no?

    ¿Vamos todavía? – Óscar.

  • Asun Poudereux

    Prosigo. Hay efectivamente  algo en cada cual que nos impulsa a oir nuestro propio eco, una y otra vez, y no se trata tanto de darnos la razón, que también, sino sobre todo de dejar huella del ego que nos confirma en ello, es decir, aquello que creemos que somos. Sin embargo, nunca se dará por satisfecho al no haber nadie tras ese papel que nos induce a interpretar. Imbuidos en el ego que no somos, no pararemos de hacer lo que sea para darles señas de identidad, confirmarlos en lo que no son, ahora mucho más,  dada la rapidez y expansión de los medios a nuestra disposición. Es embrigador.

    Esta tendencia y mimetismo esta siendo muy bien aprovechada por los intereses de otros  egos que dirigen la dispersión en el entretenimiento superfluo que no se detiene en profundizar en lo que realmente hace a la persona solidaria y responsable. Más humana y más plena.

  • Asun Poudereux

    Estupendo. Buen artículo y buenos comentarios. Gracias a todos.

    Y me pregunto, quiénes y qué circunstancias nos crean tener tal necesudad enfermiza de tener razón

  • Isidoro García

    Coletilla a mi comentario de antes:

    Necesitamos tanto que nos quieran, de sentirnos queridos, de sentir que tenemos una vida plena de sentido, que para compensarlo, y no ahogarnos en la amargura y la frustración, que tenemos una necesidad compulsiva de tener razón. Es algo superior a nuestras pequeñas fuerzas. (“Con el tiempo acabas comprendiendo que los egos inflados son el resultado de autoestimas de mierda” – Fernando Reina).

  • ELOY

    Alentador texto de Ortega el que nos ofrece Oscar y que nos ayudará a la “travesía del desierto” o a seguir  “predicando en el desierto“.

    Pero ¡cuidado!, que es muy importante escuchar a los demás aunque no se compartan sus opiniones y no vayamos a afirmarnos solo en “nuestra verdad”, cuando la verdad hay que buscarla entre todos.

    Es sobradamente conocida la frase de Antonio Machado:

    “¿Tu verdad? no, la verdad

    y ven conmigo a buscarla.

    La tuya guárdatela.”

     

  • oscar varela

    PARA LOS NIÑOS ESPAÑOLES (OCT 9, 437-8)

    (Texto escrito por José Ortega y Gasset para su inclusión en el volumen Nuestra raza, libro de lectura manuscrita escolar. Editorial Hispano-Americana. Reus, 1928.)

    ………………..

    El porvenir de España depende enteramente de vosotros los niños españoles.

    Y dentro de vosotros, niños españoles, depende enteramente de que aprendáis o no aprendáis una cosa. ¿Sabéis cuál?

    * Esto que habéis de aprender y cultivar en vosotros exquisitamente, niños españoles, es lo que en mayor grado faltaba a nuestros padres y nuestros abuelos. ¿Sabéis qué es?

    * ¡Ah!, una cosa que parece muy sencilla. Esta: distinguir entre personas.

    ……………….

    No ignoráis que con el ejercicio y el adiestramiento consigue el hombre perfeccionar incalculablemente su capacidad de distinguir.

    – El pintor llega a notar la diferencia entre colores que a los demás parecen iguales.

    – El músico distingue las más leves divergencias entre los sonidos.

    – Para el que es catador de vinos, como lo fue el padre de Sancho Panza, no hay dos vinos iguales. La palabra «sabio» significó en un principio el que distingue de sabores.

    ………………

    Pues bien, la vida de una sociedad y más aún la de un pueblo depende de que sus individuos sepan bien distinguir entre los hombres y no confundan jamás:

                – al tonto con el inteligente,

                – al bueno con el malo.

    ……………..

    Mirad:

    * a la hora en que escribo esto para vosotros hay en España, desgraciadamente, muy pocos hombres inteligentes y de corazón delicado.

    * Solo esos hombres puros, espirituales, profundos y nobles podrían mejorar a la patria. Pero no logran que se les atienda.

    * Porque los españoles que ahora forman nuestra sociedad no saben distinguir entre hombres y, acaso de buena fe, creen que son inte­ligentes los que son más necios, que son buenos los que son más farsantes.

    * Ya sabéis que hay enfermos de la visión los cuales ven grises los objetos azules.

    * Una cosa parecida nos acontece hoy a los españoles: padecemos una perversión del juicio sobre personas.

    * Se juzga inte­ligentes a esos vanos charladores que llaman «políticos».

    * Se cree que es buen poeta, buen novelista, buen profesor el que más lugares comunes dice, el que mejor halaga al público repitiendo las tonterías que este pensaba veinte años hace.

    * Y en tanto los mejores, los que verdaderamente valen son poco conocidos, nadie les hace caso o, tal vez, se les combate en todas formas.

    * ¿Veis cuán importante sería que vosotros llegaseis a la madurez con una exquisita sensibilidad para distinguir entre el valer verdadero y el falso?

    ……………………

    A este fin yo os recomendaría, entre otras, cuatro reglas o cri­terios:

    1ª. No hagáis nunca caso de lo que la gente opina. La gente es toda una muchedumbre que os rodea—en vuestra casa, en la escue­la, en la Universidad, en la tertulia de amigos, en el Parlamento, en el círculo, en los periódicos. Fijaos y advertiréis que esa gente no sabe nunca por qué dice lo que dice, no prueba sus opiniones, juzga por pasión, no por razón.

    2ª. Consecuencia de la anterior. No os dejéis jamás contagiar por la opinión ajena. Procurad convenceros, huid de contagios. El alma que piensa, siente y quiere por contagio es un alma vil, sin vigor propio.

    3ª. Decir de un hombre que tiene verdadero valor moral o intelectual es una misma cosa con decir que en su modo de sentir o de pensar se ha elevado sobre el sentir y el pensar vulgares. Por esto es más difícil de comprender y, además, lo que dice y hace choca con lo habitual. De antemano, pues, sabemos que lo más valioso tendrá que parecemos, al primer momento, extraño, difícil, insólito y hasta enojoso.

    4ª. En toda lucha de ideas o de sentimientos, cuando veáis que de una parte combaten muchos y de otra pocos, sospechad que la razón está en estos últimos.

    Noblemente prestad vuestro auxilio a los que son menos contra los que son más.

    ……………….

  • M.Luisa

    La verdad no está al final sino al principio, en un nivel previo,  lo cual quiere decir que por más que opinemos un@s y otr@s, en la opinión nunca se hallará verdad alguna.

    Hay verdad porque hay realidad,  y hay realidad porque hay inteligencia, por tanto todo dependerá de cómo nosotros los humanos nos  correlacionemos  con  ella. Por eso aunque la verdad está al principio, su encuentro, puede costarnos  toda una vida.

  • Isidoro García

     “Las ataduras sólo puede cortarlas la espada del conocimiento, forjada por el discernimiento. La clara visión de la Realidad sólo puede ser obtenida con mis propios ojos, por medio de una visión clara, pero nunca por los ojos de otro, aunque sea un sabio”. (Shankara)

     

    El tema de la postverdad, es un tema para mí, controvertido. Porque a pesar de la indudable buena voluntad, con que se utiliza, muchas veces tiene un regusto claro al siguiente mensaje:

    Lo que opino yo es la verdad, los que opinan lo contrario, mienten y utilizan el subterfugio y el eufemismo cínico de la “postverdad”.

    El tema de la “postverdad”, o la manipulación mediática, en el fondo es el eterno tema del buen discernimiento personal, que todos creemos poseer en grado sumo.

    Hay una expresión que se debería poner siempre delante de cualquier apreciación nuestra: “a mi leal saber y entender”. Lo de “leal”, lo damos por anticipado. Sabemos que hay gente mentirosa patológica, otros más hay mentirosos interesados que comen y dan de comer a sus hijos, y muy bien, de sus mentiras.

    Sabemos que estamos rodeados de gabinetes de comunicación, de lobbys interesados en sus propios intereses, de agencias de “inteligencia”, y de todo tipo de fuentes de manipulación de la opinión pública, con buena o con mala intención. No nos vamos a escandalizar por eso. La gente ya lo sabe, o debería saber que el mundo no es de color de rosa.

    No nos debemos rasgar las vestiduras, porque todo el que escribe y publica sus opiniones sobre cualquier tema, lo hace con el propósito, más o menos explícito de extender sus ideas y servir de elementos de juicio del discernimiento de los demás.

    Naturalmente, vivimos un mundo complejo y complicado. Y en ese mundo campan, personas de todo tipo y pelaje. Como decía Marco Aurelio:

    “Cada  amanecer, repítete: me voy a encontrar con un entrometido, con un desagradecido, con un soberbio, con un falso, con un envidioso, con un insociable: esas cosas les suceden por su desconocimiento de los bienes y los males”.

    Marco Aurelio nos da el diagnóstico de la situación, (hace ya 1.900 años), y además nos explica la causa: El mundo, está lleno, de tontos, locos y malos.

    Mejor dicho se podría decir, que todos y cada uno de nosotros, tenemos una parte de nosotros, que es tonta, otra que es loca y otra que es mala. Participamos de todo, de lo bueno y de lo malo.

    Todos somos “tontos”, en el sentido que le da Ortega en el video, personas que acríticamente nos dejamos llevar por la opinión de los demás, sobre todo si es mayoritaria, o es muy repetida una y otra vez.

    Los consejos de Ortega y Gasset a los niños, en el video, para un buen discernimiento son:

    1. No hagáis caso de lo que la gente opine, de la masa. No saben por qué dicen lo que den.

    2. No os dejéis contagiar fácilmente de la opinión ajena.

    3. Lo más valioso nos parecerá extraño, difícil de comprender, insólito y hasta enojoso.

    4. En principio valorad más la minoría que la mayoría.

    Y estos cuatro consejos se resumen en uno: pensad vosotros mismos, por vuestra cuenta y no hagáis caso de comisarios políticos, ni propagandistas interesados.

    Pero esto es muy difícil. El hacerse una cosmovisión general de todo, lo más acertada posible, es muy complicado, porque además de necesitar mucho esfuerzo en un aprendizaje continuo, (mi “saber”), estamos prisioneros de nuestra emocionalidad, que es fruto en parte de nuestro equilibrio psicológico, que los avatares de la vida se encarga de enturbiar.

    Por ello, también todos tenemos una parte de “locos”,  en el sentido de que todos y cada uno de nosotros, tenemos nuestras neuras, nuestras manías, nuestras obsesiones, nuestras neurosis, nuestras angustias y miedos que nos atenazan, y lo que es peor, de los que no somos conscientes muchas veces. Y todas estas lacras, influyen decisivamente en nuestro buen “entender”, en nuestro buen discernimiento. Y lo malo es que como dice el Papa Francisco: “En momentos de crisis, no funciona bien el discernimiento”.

    Y estas partes alícuotas de “tontería”, y de “locura”, nos conducen inevitablemente a nuestra parte alícuota de “maldad”, que yo creo que es un efecto de las anteriores, más que una causa en sí.

    En resumen.  Es muy fácil aseverar con toda seguridad que 2 + 2, son 4. Pero cuando salimos de esas realidades matemáticas y nos metemos en cuestiones humanas, la solución es más difícil y plural, y aceptar que hay muchos puntos de vista, y que ahí, hay que espabilar y esforzarse, para que no nos den gato por liebre.

    Y acaba Marco Aurelio:

    “Yo, que he comprendido la naturaleza del bien, que es bella, y la naturaleza del mal, que es fea, y la naturaleza de aquél que yerra, que es mi semejante, no por participar de una sangre y una semilla, sino de un intelecto que es parte de la divinidad, no puedo recibir daño alguno de ellos, pues nadie me hará caer en vergüenza, ni tampoco puedo encolerizarme con un semejante ni odiarlo; hemos nacido para una tarea en común, como los pies, como las manos, como los párpados, como las filas de dientes superiores e inferiores. 

       Por ello, actuar unos en contra de otros es contrario a la naturaleza; y obrar en contra de la naturaleza es también indignarse y mostrar aversión”. 

  • mª pilar

    ¡Gracias por este art. Y gracias por la cita sobre Ortega y Gasset!

    Parece que el tiempo no ha pasado… tristemente.

    mª pilar

  • Antonio Duato

    El hecho de que la información se diluya de los medios tradiciones a las redes sociales y el hecho de ya no sea la verdad sobre los hechos el criterio principal de valoración me estremece. “No dejes que la verdad te estropee una noticia o un agudo Tweet”. ¿Nos salvarán los verdaderos periodistas testigos de la realidad (mártires) del marianismo y el trumpismo que hoy nos dominan? No pierdo la esperanza

    Y he disfrutado con las palabras de don José, el gran periodista,  a los niños, que he puesto en el tablón de Atrio. Gracias Oscar!

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