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De la espiritualidad a la religión

          ¿Cómo se convierte la espiritualidad en religión?

Los grandes fundadores experimentan una fuerza irresistible que les impulsa en una dirección. Ese movimiento espiritual se transmite directamente a un grupo de seguidores por la inmediatez física del gesto y de la palabra iluminada e iluminadora.

          A medida que el grupo va aumentando, la pequeña comunidad se transforma en uno, o varios grupos sociales. El contacto directo se pierde. Las palabras orientadoras llegan como un eco impreciso, que es interpretado según las circunstancias de cada grupo. Las exhortaciones se transforman en preceptos. Las expresiones espontáneas, en ritos establecidos.

          A medida que pasa el tiempo se multiplican las palabras, los preceptos y los ritos en un afán de mantener la unidad, de retener el espíritu inicial para que no emprenda nuevos caminos, o para evitar que vague errático.

          Los borbotones de la fuente inicial se han transformado, en el mejor de los casos, en un río canalizado; en el peor, en aguas estancadas. La espiritualidad se ha ido convirtiendo en religión.

          Jesús de Nazaret fue un profeta itinerante. Le seguía un grupo de hombres y mujeres atraídos por su actitud de amor filial a Dios y de compasión solidaria con los hombres. Sus discípulos sentían que sus palabras tenían una energía de vida eterna, pero interpretaban su mensaje del Reinado de Dios como una garantía de poder, con puestos de honor a la derecha y a la izquierda del trono. Sólo entendieron su mensaje cuando la vida les fue enseñando con sus aconteceres de pasión, muerte, persecución, y esperanza.

          Ellos transmitieron el mensaje de Jesús, pero no podían transmitir ni la experiencia de Jesús ni su propia experiencia. Jesús había impulsado un movimiento espiritual, ellos fueron fraguando una religión. Las comunidades que se formaron -sedentarias y dispersas, cada una con su propia experiencia- reconocieron su unidad en los escritos del Nuevo Testamento. La historia transformó su primera experiencia de debilidad y persecución en la de poder, como eje y garantía de la unidad del imperio romano..

          Es la historia de los grandes fundadores. Buda experimentó la iluminación y su mensaje de compasión atrajo a un grupo de seguidores. Al correr de los siglos la interpretación de sus palabras ha llenado libros y ha fijado prácticas como camino a la iluminación. Muchos consideran que su enseñanza se ha transformado en una religión.

          Abraham experimentó una llamada a ponerse en camino. Israel, después de varios siglos, ya instalada a orillas del Jordán, codificó en el Pentateuco la religión oficial de su pueblo.

          Ignacio de Loyola descubrió en Manresa su espiritualidad y la transmitió a sus compañeros mientras caminaba itinerante hacia Roma. En Roma, al recibir las Constituciones, su espiritualidad se concretó en las enseñanzas, los preceptos y las costumbres de una Congregación Religiosa.

          La religión es la socialización de la espiritualidad, el río que encauza el agua de la fuente y la encamina para fertilizar la llanura. Si el río pierde la comunicación con la fuente se seca, o se estanca y se corrompe. El curso del río tiene que alimentarse de muchos riachuelos, del agua viva de muchas fuentes.

          La espiritualidad es movimiento inquieto, la religión es reposo sedentario. La religión es conveniente, la espiritualidad es necesaria.

16 comentarios

  • Julián Leirbag

    Para erradicar dicotomías posibles entre espiritualidad y religión yo propongo la lectura del libro del teólogo Oriental (católico) Tomás Spidlik “El camino del Espíritu”, que se encuentra disponible en internet para su lectrua o descarga. En ella los del rito latino encontrarán abundante teología oriental (católica) cosa que muy pocos, o nadie, entre los sacerdotes latinos conocen y la dan a conocer porque, en definitiva, les molesta mucho que en los ritos orientales católicos hay mucho que aprender, en principio sobre que el sacerdote tiene la opción de permanecer célibe o casado, como bien sienta su llamado y no como en el rito católico latino es de total prohibición a un sacerdote tener su propia mujer como esposa. ¡Viva la teología oriental, que en no poco supera al cristianismo latino en varios aspectos en la interpretación de los Evangelios! No tiene esos problemas de sexualidad que posee la Iglesia de Roma…

  • M. Luisa

    No se trata creo yo  de pretender desalentadamente desandar lo andado al vivir esa experiencia en la que a mitad del camino muchos coincidimos en advertir ciertos contrasentidos religiosos al contrastarlos  respectivamente  a lo que en realidad  somos en el fondo (fundamento). No es un volver atrás,  pienso,    en busca de la espiritualidad  como si ésta  de entrada nos hubiera sido dada.
     
    Pienso tal como expresé en mi primer  comentario que la espiritualidad  no está en el  comienzo  sino al final fundamentando el principio. De ahí el riesgo que se corre cuando, desde la religión,  la prometen. Si para llevar a cabo  esta falsa promesa la religión comienza por disociar la unidad que nos constituye, ésta por serlo realmente la recobra más tarde pero  no por un acto de voluntad, ya se ve aquí que esto no es así, sino porque es la misma realidad de aquello que antes objetivamos y ahora  se nos impone  por el hecho de  ser nosotros mismo realidad unitaria  y nos hace ver  no como objetos sino que nos reabre a nuestra propia realidad, nos unifica en la realidad que ya somos. Se ve con más claridad ahí que la dualidad que antes la centrábamos en una disociación a nuestro cargo,  ahora esta dualidad tiene carácter de “alternancia” la cual  sí  es algo intrínseco a la realidad misma y también   un momento estructural de la nuestra propia.
     
    No hay pues que retroceder  sino continuar el camino con un mirar renovado. Sin duda que esto es problemático  a la hora de llevarlo al diálogo. Precisamente este es el aspecto de la cuestión que actualmente   me quita el sueño.

  • ana rodrigo

    La religión, tal como se hace llegar a las gentes suelen ser una serie de códigos de normas, ritos y preceptos que se nos dice ser procedentes directamente de Dios. Este tipo de religión corre el peligro de convertir a sus receptores en (siempre hay excepciones) recipientes pasivos que creen que esos ritos y esas normas, por el hecho de cumplirlas ejercen de fuerzas salvadoras. Un ejemplo clásico: ir a misa los domingos tranquiliza la conciencia, independientemente de si han participado, vivido, reflexionado o activado la renovación espiritual.
     
    Por otra parte una religión enmarcada y encauzada por otras personas que se dicen ser la voz de Dios, da mucha seguridad: haciendo x, z o h, ya puedes estar tranquilo, no tienes que preocuparte de nada más. ¿Habrá algo más absurdo y contrario al crecimiento personal que quedarse en ese marco de seguridad? La búsqueda espiritual es algo dinámico, inseguro, experiencial, personal, que brota o crece dentro de uno mismo. Claro que con referentes ajenos a nosotros mismos (en el cristianismo Jesús de Nazaret), pero no calcos que se adhieran a ti sin tú tomar parte activa en ello. El desarrollo de la conciencia y la consciencia es algo dinámico, personal e intransferible. La religión que genera robots es lo contrario a la vida que es de lo que se trataría cuando hablamos de religión o de espiritualidad.

  • Fico Sánchez Peral

    Querida Josefina G.C., no sabes como de personalmente conocido me suena tu proceso y cómo me alegro de tu progreso y liberación, porque sé, por propia experiencia, lo que es hacerlo desde el desierto (el mío duró casi quince años) y el exilio eclesial al que uno se ve forzado por fidelidad a su búsqueda de Dios. Búsqueda que en el seno de la iglesia se ve continuamente suplantada por la sumisión al magisterio de la jerarquía religiosa (que pretende ser el de Dios) y por tanto negada, obstaculizada, perseguida y rechazada, hasta que a uno no le queda más remedio que elegir el exilio como única forma posible de permanecer fiel a ella.
     
    Pero prepárate porque la cosa no se acaba ahí y aún habrá quien, después de haber forzado nuestra salida al exilio, aún venga a acusarnos de haber traicionado a la iglesia, de habernos ido de ella y de ofenderla y ofenderles por, de rebote, poner en evidencia a quienes, en lugar de arriesgarse y apostar sólo por Dios en la plena inseguridad de confiar sólo en Él, prefieren aferrarse a las seguridades de la doctrina. Pero llegan tarde, porque ya caminamos por tierras de la maravillosa inseguridad de haber confiado sólo en Dios, y lo que nos pase en el futuro (inseguro siempre y nunca fácil) sólo depende de cómo uno mismo se implique y viva el auténtico mensaje de Jesús de Nazaret, que es un mensaje de amor, y muy especialmente hacia quienes nos rechazan.
     
    Avanzar por ese proceso me ha hecho sentirme plenamente iglesia y en comunión con mucha más gente que antes. Con toda aquella que hubo de salir del reducido espacio de sus cuatro paredes para sentirse uno con todo aquel que, desde su personal opción, creyente o no, busca desarrollar una espiritualidad que le lleve a ser mejor persona. Y si encima se encuentran con Dios dentro de sí, miel sobre hojuelas. Y si no lo encuentran pero sí alcanzan su objetivo de ser mejores, ¡más mérito tienen!
     
    Un abrazo. Fico.

  • ana rodrigo

    Querido Gonzalo, me ha encantado tu post. El símil del agua en su origen, el agua en movimiento o el agua estancada es muy acertado.
     
    La mayoría de las personas nacemos en una sociedad en la que se nos inocula una determinada religión como sinónimo de espiritualidad. Muchísima gente se queda ahí, en que la religión que se nos viene dada es suficiente, un porcentaje no satisfecho con una religión “muerta”, incapaz de satisfacer su realización espiritual opta, o bien por abandonar toda cuestión relacionada bien con la espiritualidad o bien con la religión, y otro pequeño porcentaje, sigue buscando, como dice Fico,requiere de un largo proceso de análisis crítico de la practica religiosa que uno ha vivido (preconizada esta –claro está- por la doctrina de la iglesia) para, poco a poco ir aclarando lo confuso, rectificando y superando lo equivocado (desandando y desaprendiendo parte de lo andado y aprendido antes) y recuperando lo esencial cristiano que quedó “catolificado”, sepultado bajo excesos y capas de religión que lo hacen irreconocible”. (la negrita es mía).
     
    Para mí personalmente la rebeldía primero y la búsqueda y “limpieza” religiosa, después, ha sido y es muy gratificante.  Ya no es algo que te viene dado desde fuera, sino que es algo tuyo, y eso cambia mucho la perspectiva tanto espiritual como religiosa. Cada día y en cada circunstancia de la vida sigues buscando un sentido para no dejarte aplastar por las pesadas losas que en ocasiones se te vienen encima, dándote cuenta, al mismo tiempo de que no estás sola, que la búsqueda es solidaria y, sobre todo, que la vida no es algo etéreo (puro espiritualismo) sino, todo lo contrario, tu realización espiritual  conlleva la colaboración en una sociedad fraterna y justa.

  • ana rodrigo

    Querido Fico, tú siempre con los pies en el suelo y el “alma” donde tiene que estar. Has hecho un estupendo análisis de la evolución religioso-espiritual de ciertas personas con el que me identifico. Gracias y un abrazo.

  • Josefina G.C.

    Estimado Fico, me alegra que hayas superado esta última operación, vayas recuperando y te encuentres bien.
    Reitero todo tu planteamiento pues es muy similar al mío, tras el detenido análisis crítico y a fondo, creí volverme loca y caí en una profunda depresión 
    de la que con ayuda psicóloga y todo mi empeño, afortunadamente conseguí salir, poco despues encontré Atrio, fuente de aguas claras y que fue el colofón de mi liberación, a cuyos titulares y contertulios siempre agradeceré, así como ahora te agradezco a tí por todas tus aportaciones con las que casi siempre me identifico.  
    Buen dia y saludos muy cordiales para todos. 

  • Fico Sánchez Peral

    Estoy de acuerdo con el planteamiento, hasta el extremo de creer que, una vez generalizada esa deriva, en la práctica, la religión, que debería ser etapa de iniciación a la espiritualidad, mal entendida, se ha convertido “etapa” que se atasca en sí misma y deriva en un fin en sí misma: en un viejo “nuevo becerro de oro”. Pero, ¿y ahora cómo hacemos para desandar gran parte de lo andado y volver a la espiritualidad, que es lo que importa? Entendidas ambas, religiosidad, espiritualidad y alguna más, como etapas sucesivas de un mismo proceso que pretende llevar al creyente, desde la profundización en el conocimiento de sí mismo hacia Dios.
     
    Tanto en los casos en los que se logra trascender la religiosidad para llegar a la espiritualidad, como en los que no, mi experiencia personal (y la de muchos otros con quienes he compartido este camino) es que requiere de un largo proceso de análisis crítico de la practica religiosa que uno ha vivido (preconizada esta –claro está- por la doctrina de la iglesia) para, poco a poco ir aclarando lo confuso, rectificando y superando lo equivocado (desandando y desaprendiendo parte de lo andado y aprendido antes) y recuperando lo esencial cristiano que quedó “catolificado”, sepultado bajo excesos y capas de religión que lo hacen irreconocible.
     
    Hace unos meses, a primeros de año, en el Curso de iniciación a Legáut que se publicó en Atrio, se abordaba esta cuestión acudiendo a lo que Legáut llamaba los cuatro sintagmas que caracterizan la evolución de un creyente  hacia la espiritualidad y que eran (cito de memoria): pasar primero por un delicado proceso de emancipación, después por una etapa de progresiva sustitución, y más tarde por otra de vigorosa independencia, para llegar, finalmente, a la de la maravillosa inseguridad de la confianza en Dios.
     
    Requeriría cada etapa de un detenido análisis, pero en mi caso particular la más difícil fue la primera, la que, mediante un análisis crítico a fondo, da acceso a esa delicada autonomía.
     
    ¡Y tan delicada!, pues es la que requiere (al menos en mi caso) de un mayor esfuerzo. Esfuerzo que además hay que hacer con la máxima discreción, en lo que al  resto de la iglesia se refiere, sin poder compartir inquietudes, incertidumbres y opciones casi con nadie, pues en cuanto en tu entorno eclesial se sepa lo que estás haciendo, de inmediato se te considera subversivo enemigo de la iglesia y sospechoso de herejía. Por no hablar de cómo, los que desean permanecer en la religiosidad, se consideran ofendidos y hasta insultados por los hallazgos de tu búsqueda. ¿Cómo evitar que quien no ha hecho –porque se limita a practicar sumisamente unas normas que le “garantizan” su salvación- un proceso de análisis y de evolución similar, se considere ofendido por tu descubrimiento de que la excesiva fidelidad al magisterio de la iglesia te ha mantenido atrofiado durante décadas, hasta que te has decidido a saltarte las reglas y confiar más en Dios que en la religión? ¡Nos estás insultando!, suelen decirte.
     
    Así que, si deseas seguir avanzando por las siguientes etapas, más vale que las hagas delicada y discretamente –por no decir en secreto- pues en la iglesia, en cuanto seas descubierto, serás excluido como sedicioso.
     
    Difícil asunto este. No sé si era Torres Queiruga quien decía que no se puede entender y valorar los planteamientos de un paradigma nuevo, desde los de otro anterior y menos evolucionado. Por eso los encontronazos que se suelen producir entre los esporádicos visitantes procedentes de la ortodoxia católica y la gente de Atrio. Y por eso que tal regreso de la religiosidad a la espiritualidad, cada vez más haya de hacerse: desde dentro pero de forma clandestina, o desde fuera de la iglesia, en lugares como Atrio. Y no digo que sea imposible hacerlo dentro de la iglesia y desde la religiosidad bien entendida, pero hoy en día, tal y como están de atascadas las cosas, es más factible desde fuera de ella (en mi modesta opinión).
     
    Saludos. Fico.

  • M. Luisa

    Parece ser, ateniéndonos al enunciado del artículo, que la espiritualidad es susceptible de derivar en religión y por tanto le antecede. Sin embargo según se lee ya se ve que la espiritualidad es más “principio” que “comienzo” sobre todo en donde  se dice que  Jesús “había impulsado un movimiento espiritual” esto quiere decir  que lo que fundamenta la praxis de  Jesús es la espiritualidad a la que se llega mediante el ejercicio de nuestra  integridad personal entendida ésta como realidad.
     
    De ahí que la religión siendo conveniente para ello, mientras  no considere a la persona como realidad absoluta, es decir, como propia,  le obstacularizará tal posibilidad. La religión usurpa el principio de espiritualidad y en él la sitúa como  comienzo el cual su posición parte  de  separar, precisamente, lo que constituye  la unidad  de la persona,  cuerpo –  alma  y a partir de ahí, así desintegrado el ser humano está más receptivo a “preceptos” que a “exhortaciones”, porque  éstas sí   están a la base no ya de meros actos humanos sino  de actitudes que  le comprometen al ser por entero. Contrariamente los preceptos envuelven sólo actos racionales que derivan en espiritualismo pero niegan la espiritualidad como praxis y realización   última de los seres humanos.
     
    Lo dejo aquí porque  si puedo hoy aún me dará para  centrarme  en el post. de “LA SEMILLA DE LA IGUALDAD”
     
    Gracias Gonzalo Haya,  un saludo cordial

  • Luciano Vazquez

    Diria que la religión es un conjunto de normas establecidas que no te llevan a la espiritualidad, si tú, no deseas buscarla.
    Ya en el antiguo testamento, los profetas decian: (Oseas 6,9), “Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos”, Amor y conocimiento de Dios, son los ejes principales.  Jesús tambien lo dira y así lo leemos en el evangelio.
    No creo que Jesús es un principio, sino una continuidad, en el plan Divino, ya que Dios se comunica con su pueblo a traves de los profetas, y muchas de las palabras de Jesús, ya estaban en el antiguo testamento. Los pobres, los oprimidos y desventurados, los leemos en Amos y en Oseas ( llamados el uno y el otro, el profeta de la justicia y del amor).
    A poco que leamos el evangelio, veremos que Jesús busca al Abba en retiros y oraciones y estoy convencido que lo hace más veces, que las señaladas por los evangelistas.
    No podemos pretender que nuestra religión es la unica que nos lleva camino de la espiritualidad, entendiendo como tal, el acercamiento o busqueda de Dios a traves del ser humano, o bien, en la soledad del alma a la busqueda de la verdad.
    Pienso que otras religiones también buscan la espiritualidad y lo logran a traves de la meditación, oración y pensamiento.
    Nuestros misticos quedan nombrados en la historia, como algo que va más allá de la simple espiritualidad, ¿cuantos misticos habrá de otras religiones que buscan a Dios?, no lo sabemos, es más, ni queremos saberlo, porque creemos que esta religión nuestra  es la verdad.
    Y así despreciamos a las grandes culturas y religiones del oriente, a las animistas, donde los ejes del amor y cuidado de la comunidad se hayan presentes.
    Un día le pregunte a un Franciscano quién era Dios para él, me contesto diciendo: “Dios es un mendigo, que esta a nuestro lado, con la mano extendida, a la espera, de que le demos nuestro amor”.
    La busqueda de cada: mendigo, prostituta, condenado, pobre, hambriento, persona que desea conocer a Dios, doliente, herido, incomprendido, marginado, seguro que nos lleva a la espiritualidad.
    ¿Acaso el Negrito, Hindu, Japones o aquel que siente a la Pacha Mama, tendra menos espiritualidad que nosotros? 
    Paz para todos

  • Carmen (Almendralejo)

     
             
    Me rechina algo… Las religiones tienen solo fundadores ¿No?
    Esto quier decir que quienes tienen mucho tiempo para ellos, tienen muy poco para l*s demás.
    Si la mujer tiene una sensibilidad bastante más desarrollada que el hombre, ¿cómo es que siempre es el varón quien descubre que la verdad, felicidad está en una religión?
    ¿Que hubiese pasado de haberse dedicado la mujer a estudiarse ella misma, y psicoanalizar a los demás?
    Bueno, estoy con esto ”  La espiritualidad es movimiento inquieto”, es decir inquietud…
    Ahora bien la religión, más que  ese “reposo sedentario” es matar al espíritu bajo las normas de quienes enlosan con azulejos y alzan torres de marfil.

    Tampoco creo que “la religión es conveniente” sino que es conveniente conocerlas.
    La espiritualidad es la sensibilidad de las personas y esta más que beneficiosa “es necesaria” para no vivir ahogada en lo material.

    Para mi, la religión no es la socialización, sino el bozal que se le pone a la sociedad en nombre de una religión y de un espiritualidad que solo ciertas personas tienen que a la fuerzan toda persona creyente debe obtener a veces castigando el cuerpo y el alma…

    De ahí que nada y nadie puede tapar este flujo, y a la vez, tampoco hay modelos a seguir para ser espiritual, Se, es o no se es, y sin más.

  • mªpilar garcía

    Siempre habrá personas deseosas de buscar…

    “Las fuentes de agua viva, clara, siempre en camino, para poder beber de ellas”

    Siempre habrá personas que utilicen sus sentidos para discernir donde encuentran ¡Vida! y la seguirán…

    A “pesar de lo que hagan las iglesias enredadas en las cuestiones jurídicas por encima de todo; mientras las personas mueren de inanición.

    ¡Siempre hay esperanza! de que aquello mayor que cada ser lleva en su interior, y sea más fuerte que los legalismos.

    mª pilar

  • Gabriel Sánchez

    Estupendo Gonzalo, como todo lo que leido escrito por ti…dices…-“Si el río pierde la comunicación con la fuente se seca, o se estanca y se corrompe. El curso del río tiene que alimentarse de muchos riachuelos, del agua viva de muchas fuentes.”…Yo diria que todo en el caminar la comunidad eclesial universal, debe, volver a refundarse permanentente , en la confrontación y en la fidelidad a la fuente…Gabriel

  • Julián Leirbag

    Es de ver qué sentido posee la religión como para ser o tener su desarrollo depentiente de la espiritualidad. Es posible una religión sin ritos y preceptos, personal, y nunca separada de la espiritualidad por el mismo hecho de que no existe esa “parafernalia” de dogmas , ritos, mandamientos, etc. que son propios de las religiones oficiales, especialmente derivados del judaísmo y del cristianismo, de modo especial el catolicismo. Cuando la religón, sin embargo, no es más que el cumpliento de ritos y preceptos, me temo que está lejano su concepto a lo que entiendo personalmente por religión: el modo humano de unirse en amor a Dios. Cuando no se ama de verdad a Dios es común en las religiones oficiales las ceremonias religiosas, los ritos y cultos, pues no hay mayor culto debido a Dios que amarlo de verdad y amar a Dios de verdad no es posible si no se ama a cada una de las criaturas de todo el universo, para comenzar.

  • ” Los borbotones de la fuente inicial se han transformado, en el mejor de los casos, en un río canalizado; en el peor, en aguas estancadas. La espiritualidad se ha ido convirtiendo en religión.”
    Eso ocurre cuando se pierde la tecnologia para poder alcanzar el reproducir el mismo estadio de nivel de conciencia que tuviera el inicial promotor de la corriente religiosa que sea.
    Por ejemplo: budismo.
    Ternemos literatura con las enseñanzas del Buda, y tenemos una tecnologia para igualarnos a el. La meditación. Por eso el budismo está fresco como el primer dia.

  • Magnífico, Gonzalo, el esquema de cómo la espiritualidad se transforma en religión. Presentas la fuerza de los fundadores y la progresiva decadencia de los seguidores. Pero también apuntas al origen de los orígenes: el agua que se embalsa de los afluentes al río que no encuentra salida al mar. Esa agua viene de las cumbres, de los ventisqueros y de la lluvia.
    La lluvia que se derrama sobre justos y pecadores! La lluvia que riega las libertades humanas y cuya respuesta define  el destino de espiritualidades y de religiones.

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