Se espera que al menos 50 secuestrados (la mayoría niños y mujeres) por Hamás durante el atentado del pasado 7 de octubre puedan finalmente volver a Israel. El acuerdo llega el mismo día en el que Israel ha atacado dos hospitales de la Franja y un campamento de refugiados, que han dejado decenas de muertos; que se suman a los más de 14.100 provocados por las seis semanas de bombardeos continuos.

El intercambio se realizará en varias tandas: 10 rehenes israelíes por cada 30 prisioneros palestinos. Esto significa que todavía quedarían en torno a 180 rehenes en manos de la organización islamista que gobierna la Franja. Así mismo, fuentes gubernamentales citadas por medios israelíes aseguran que el acuerdo exige que Hamás localice a los rehenes que están en manos de otros grupos como Yihad Islámica Palestina, que también participó en el ataque del 7 de octubre.

La presión de las familias de los rehenes

En las últimas semanas la presión de los familiares de rehenes israelíes sobre su Gobierno había aumentado, obligando al Ejecutivo a acelerar las negociaciones. Entre los más señalados se encuentra el ultraderechista Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, que el lunes fue acusado en una reunión pública de no querer llegar a un acuerdo para rescatar a los rehenes. “Dejen de hablar de matar árabes y empiecen a hablar de salvar judíos”, le llegó a gritar una de las familiares presentes. Menos de un día después, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, convocaba una reunión tanto del gabinete de guerra como de Gobierno para abordar “la liberación de rehenes”.

El propio líder del brazo político de Hamás, Ismael Haniya, había asegurado en la mañana de este martes que el acuerdo de tregua con Israel “estaba cerca”. En el mismo sentido se pronunció Joe Biden. “Hemos estado trabajando en eso intensamente por semanas (…) estamos muy cerca de poder traer a algunos de estos rehenes a sus hogares”, señaló el presidente estadounidense.

El papel de Egipto, EEUU y Catar

En las negociaciones entre Israel y Hamás han participado Egipto, EEUU y Catar. Este último se ha convertido en el mediador clave en el conflicto, al ser un país que mantiene buenas relaciones con Hamás (ya que se especula que la cúpula política se encuentra en ese país) y con Estados Unidos. El portavoz del Ministerio de Exteriores de Catar, Majed al Ansari, reconoció también en la mañana del martes que “solo faltaban algunos detalles logísticos y no esenciales”.

Aunque a lo largo de la tarde se especuló con un bloqueo del acuerdo por parte de los ministros de extrema derecha del Gobierno de coalición israelí, finalmente ha salido adelante. No sin suspense, ya que el propio Netanyahu ha tenido que pedir públicamente a su gabinete que votara a favor: “Es una decisión difícil, pero correcta”. Tras varias horas de deliberaciones, el acuerdo se confirmaba unos minutos después de las 03:00 hora local (una hora menos en España) sólamente con el voto en contra del partido Poder Judío.

El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, afirmó antes de hacerse público el alto el fuego que “había que tomar decisiones difíciles e importantes” y que “no ha habido ni un solo momento de los 45 días de campaña militar en los que no se haya pensando en los rehenes”. Entre esas “decisiones difíciles” se encuentra la liberación de decenas de palestinos encarcelados a cambio de los rehenes.

Por otro lado, Israel impedirá que durante el alto el fuego regresen refugiados al norte de Gaza, ya que cuando se acabe el plazo, la ofensiva militar contra Hamás seguirá. Así lo ha aclarado el propio primer ministro, que ha asegurado que “la guerra continuará”. “Hay tonterías por ahí como que después del alto el fuego para devolver a los rehenes pararemos la guerra. Quiero dejarlo claro: estamos en guerra, y continuaremos la guerra hasta que logremos todos nuestros objetivos: eliminar a Hamás, devolver a todos los rehenes y desaparecidos, y garantizar que no habrá ninguna amenaza para Israel en Gaza”, ha dicho Netanyahu.

Decenas de muertos en los últimos ataques a la Franja

Mientras las negociaciones se llevaban a cabo, la ofensiva sobre toda la Franja de Gaza seguía causando estragos. Entre las últimas acciones militares de Israel antes del alto el fuego ha estado el bombardeo de dos hospitales: el Indonesio y Al Awda, y un ataque a varios barrios y al campamento de refugiados de Nuseirat donde han muertos decenas de palestinos, entre ellos dos periodistas: Muhamad Nabil al Zaq y Asem al Barsh.

Israel justifica sus ataques contra escuelas, mezquitas, mercados y hospitales de Gaza argumentando que Hamás utiliza estas estructuras civiles para actividades militares. Esta semana, el Ejército de Israel ha hecho públicas imágenes que supuestamente mostraba túneles y espacios de Hamás en el entorno del hospital Al Shifa, y aseguró que los milicianos usaron esos lugares para esconder un nutrido arsenal y para ejecutar a una soldado israelí.

Aunque esta información no ha sido confirmada por un organismo independiente, lo que sí están alertando las ONG presentes en la zona es de cómo están afectando estos ataques. La organización internacional Médicos Sin Fronteras ha denunciado este marte la muerte de tres médicos que trabajaban en el hospital Al Awda. Dos de ellos pertenecían a la organización internacional. Además, una fuente médica del departamento de cirugía del hospital Indonesio aseguró que la situación actual “es trágica e indescriptible”. “Transportamos los cadáveres nosotros mismos, y esto está más allá de la resistencia humana”, afirmó.