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Gianni Vattimo, “ateo y cristiano”

        Hoy, 20 de septiembre de 2023, me entero de que ha muerto, a los 87 años, Gianni Vattimo (Turín 1936), el padre del llamado “pensamiento débil”, defensor del Papa Francisco (“le critican porque está en lo correcto”) y, a la vez, según confesión propia, “ateo y cristiano”.

        Tuve la suerte de escucharle en Nápoles el año 1989. Y después, en diferentes ocasiones. Escuchándole y leyendo dos de las obras en las que ha tratado la relación entre pensamiento débil y cristianismo (“Credere di credere”, Milano, 1996; “Dopo la cristianità. Per un cristianesimo no religioso”, Milano, 2002) me llamó la atención que se auto–presentara como “ateo y cristiano”. Entendía que el núcleo de la revelación cristiana era la “kénosis” o abajamiento de Dios que, iniciada con la encarnación y ratificada en la cruz, se consumaba en el “descenso a los infiernos”. Percibía en tal abajamiento o anonadamiento de Dios una sintonía total, y más allá de toda duda, entre su pensamiento postmoderno y débil y el corazón del cristianismo.

        Explicando esta tesis, solía argumentar que el proceso de secularización estaba ayudando a que el cristianismo recuperara y centrara la atención en su auténtico núcleo: la asociación entre la encarnación de Jesús y la debilidad que es propia de la historia. Además, proseguía, tal proceso de secularización estaba presidido por el rechazo de toda clase de violencia y por la apuesta en favor de un Dios amigo, nunca de un Dios jefe, partidario de estructuras fuertes y violentas o de un pensamiento y discurso racionalmente consistentes. Con otras palabras: era un proceso –gustaba indicar– en el que se estaba cuidando, de manera particular, el precepto de la caridad.

        Pero, por si todo ello, no pareciera suficiente, constataba gratamente, que también se estaba asistiendo a una sorprendente circularidad entre la herencia cristiana, la ontología débil de la que se hacía cargo el pensamiento débil que él apadrinaba, la ética de la no-violencia y la secularización. Y como resultado de tal circularidad estaba emergiendo un cristianismo en el que “creía que creía”,  sin que ello supusiera aceptar sus dogmas y, particularmente, la Iglesia católica.

        Escuchándole y leyéndole, siempre me ha parecido que existía una innegable consistencia –desde el punto de vista teológico y cristiano– en la asociación que establecía entre secularización, pensamiento débil y kénosis o abajamiento de Dios. Era y es una tesis que compartía, y sigo compartiendo, en muy buena parte, con él.

        Pero siempre me ha costado aceptar su negación de un imaginario divino también, aunque no exclusivamente, todopoderoso, pero no necesariamente, prepotente al ser o estar fundado en el amor. Creo que G. Vattimo tenía dificultades para diferenciar la omnipotencia de Dios –desde el punto de vista deísta o racional y argumentativo o teísta– de la lamentable historia de violencia y enfrentamientos en que frecuentemente ha desembocado la defensa, impositiva y ciega, de concepciones e imaginarios prepotentes de la divinidad.

        He ahí mi cercanía y, a la vez, mi amigable lejanía de este apasionado buscador de la verdad, padre del pensamiento débil y “ateo” –desde el punto de vista racional, tanto deísta como teísta– y “cristiano”, por la kénosis, encarnación o abajamiento de Dios.

2 comentarios

  • carmen

    Pues sin embargo no entiendo esa obsesión con no aceptar, o no entender que hay personas que su cabeza no les deja aceptar un tipo de Dios concreto.

    Ya me lo pueden explicar, rebota en mi cabeza. No es que lo rechace por cuestión de ideología, prometo que no, es que llega esa idea a mí cabeza, la idea de Dios es como tal religión dice que es y zas. Como una pelota de tenis en el frontón.

    El señor Vattimo ha sido una persona frágil. De cristal. Y transparente , también como el cristal. Una persona honesta, inteligente, reflexiva, rompedora, homosexual , buscadora de respuestas, con un componente espiritual grande… Y sin embargo tiene que pensar en un Dios teísta? Por qué no se entiende que nadie sabe lo que es  Dios? Por qué no se entiende que eso está dentro del concepto de la libertad humana, por qué tiene que ser un dios como dice la iglesia católica que es?

    No logro entenderlo. Con lo sencillo que sería decir: Jesús, un gran Maestro , y Él, repito, Él creía en un Dios… Y ahí todo tipo de opiniones de los expertos. Que por cierto, unanimidad no hay.

    Todo el resto del mundo mundial tiene que creer en el Dios de Jesús de Nazaret? Por qué? Todo el mundo tiene que aceptar que Jesús Es Dios mismo? No logro entenderlo.

    A no ser que la que se la juega sea La Iglesia católica. La actual. Tal y como la conozco ahora. Y, francamente, entonces me importa un bledo, que le dice Reth Butler a Escarlata O’hara en lo que El Viento se llevó.

    Porque hay cosas que el viento se lleva. Antes o después.

  • Juan A. Vinagre

    La muerte de G. Vattimo, que hoy nos recuerda Jesús M. G., me parece una pérdida para lamentar, aunque queda su pensamiento vivo y sugerente, aleccionador. Su pensamiento es, en muchos momentos, esencialmente cristiano, evangélico.

    Su “pensamiento débil” -como el amor débil, que defiende la no violencia evangélica- es, a mi juicio, un reflejo del Vattimo innovador, creyente en el Dios de Jesús, y “ateo” ante el dios fuerte en poder que han creado los hombres. El pensamiento humano es siempre -o casi siempre- un pensamiento débil -flojo, deformado- cuando habla de Dios.  En este tema Vattimo fue por libre… sin dejar de compartir la esencia del mensaje evangélico, y de adherirse a las reformas del Papa Francisco.

    Por otra parte, Vattimo era un especialista de Nietzche y Heidegger, y alguna lectura sobre Heidegger me ayudó a comprender -a éste- algo mejor: La esencia de la realidad es la persona humana. Cosa que comparto.Quizá sea bueno recordar que J. Rojano Martínez defendió en Salamanca una espléndida tesis sobre Vattimo y su obra. Tesis que ilustra mucho y eleva la figura de G. Vattimo.

    Por todo, gracias a este hombre libre, seguidor “anónimo”, “en secreto”, de Jesús de Nazaret.

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