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“GERONTODIDÁSKALOS”

         La catequesis que con frecuencia, amor, evangelio y respeto imparte el Papa Francisco en relación con el tema de los viejos- ancianos- abuelos, es digna de consideración y ejemplo. La recia y clásica antigüedad del término platónico de “gerontodidáskalos” –“anciano y maestro” (Entídemo 272.c), recristianizada por el Papa, justifica multitud de reflexiones, con intensa y extensa proyección hacia tantas, importantes y dramáticas situaciones, que crecientemente genera la vida en este sector de la sociedad.

          El citado término griego “gerontodidáskalos” incluye, de modo acentuado y originario, también el concepto de “promoción de adultos”, o “promoción permanente”. Y es que, sin preparación – educación integral, cualquier planteamiento en la intencionalidad, hábito, formación y programa personal o social, carece de consistencia, imposibilitado para crear y fomentar el desarrollo y la convivencia.

          Una vez más, y en áreas tan sensibles para ser, y practicar, la sacrosanta vocación a la felicidad a la que como seres humanos, y como cristianos, fuimos creados, se nos frustra radicalmente, escatimándosenos los medios y procedimientos adecuados para afrontar tarea de tanto relieve y satisfacciones.

          El paso del tiempo, y las conquistas en los caminos del llamado progreso, presagian el alargamiento de la antes llama “Tercera Edad”, con posibilidades realmente impensables hace tan solo un reducido puñado de años, sin nadie atreverse aún, a señalarle fronteras o límites, con invocaciones y argumentos serios, humanos o divinos.  

          Ni se nos educó, ni se nos educa, ni todavía educamos para ser, comportarnos y ejercer un día de personas mayores, afrontando esta etapa de la vida con la dignidad exigida y el coste mínimo posible para no obstaculizar el disfrute legítimo de la convivencia con el resto e la comunidad a la que pertenecemos, por razones familiares o sociales.

          No son válidos todos los argumentos en los que se basaron, y basan, comportamientos que hoy se mantienen hasta como ejemplares. No existen instituciones que los suplan o los complementen. Tampoco la política o la religión subsidiariamente aportan imaginación, elementos de juicio y medios que contribuyan con eficacia a asumir los nuevos, sorprendentes e impensables retos de la historia en la penúltima etapa que nos ha de corresponder en el atardecer de la vida. Tomar conciencia de la colosal importancia de la misma, a la vez que de los altísimos costes que en todo orden de cosas -materiales, espirituales, tangibles y no tanto-, es ya preciso y urgente reseñar como deber prioritario, de cuantos individuos y colectivos han de sentirse responsables del bien común, al servicio de su condición de personas.

          La de los “gerontodidáskalos”, como asignatura concomitante con cuanto se refiere a “promoción de adultos” y “promoción permanente”, se halla inédita en la actualidad, con muy reducidas posibilidades de ser aprobada, por hipotéticos educandos, tanto objetiva como subjetivamente. Más aún, en ocasiones, hasta con positivo rechazo por parte de muchos.

          La labor educadora del Papa Francisco, también en estas áreas de la convivencia, es digna de reconocimiento, agradecimiento y ejemplo, a la espera consecuente de soluciones presentes y futuras. Entre ellas, es posible que algunas no encajen en el organigrama ético moral que presidió, y preside, los manuales tradicionales, ofrecidos y argumentados con caracteres de indefectibilidad y de dogma. Tal convencimiento contribuirá a afinar el análisis, sin generalizaciones posibles, al amparo de la conmiseración, de la misericordia, del perdón y de la audacia, siempre en el contexto del santo evangelio y por la gracia de Dios.

          La empresa no es fácil. Es difícil. Es ardua. Pero para su acierto, se cuenta también con la colaboración y el testimonio decisivo de un Papa que además se apellida “Francisco” y a cuyo ministerio lo identifican por encima de todo el servicio a la comunidad y la fidelidad a la gracia.

          “¿Quiénes son estos que viven como hablan y hablan como viven?”

        

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