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¿Misas o misones?

El día de Año Nuevo, TVE emitió la misa que celebró el Papa Francisco en Roma rodeado de cientos dee purpurados y capisayados y gente importantee de Roma, con fondo musical pretridentino y coral de tiempos de Palestrina, con incensarios a todas horas, con un contenido doctrinal y unas formas de lo más retrógrado que se pueda pensar.  [Si alguien quiere asomarse al principio de la misa que comenta Honorio: https://youtu.be/vfkO8RO7Jf4?t=218 ]

Tengo la impresión de que el Papa Francisco no se encontraba muy a gusto presidiendo aquel acto tan medievalesco y churrigueresco, tan constantinianoconstantinopolitano etc etc. Por lo menos su expresión facial daba a entender algo así.

De todos modos, desde que TVE inició sus misas dominicales para los confinados que no podían salir de su casa por culpa de la Covid, la Iglesia española o la Conferencia episcopal española o el que sea nos han venido ofrreciendo unas misas con obispo, sermones con teología barata pretridencina y de salvación del alma ene la otra vida y estamos en ese mundo para sufrir y para confesarnos una vez a la semana, y comodice Cañizares, no se puede ser comunista y católico, y de capitalista y católico, no hay nada que objetar.

Es que no hay ningún fiel cristiano, cura, obispo o cardenal españoles que sugieran a Televisión española un formato de misa y unos contenidos espirituales y doctrinales, con un estilo fiel a aquel soñado “aggiornamento” que preconizó el Vaticano II y reclama la Sinodalidad de que se está hablando últimamente? Y con otra música menos de corte Palestrina?

Hermanos míos de Atrio, yo alucino, yo me niego a apuntarme quinientos años de edad para sentirme a gusto en esos misones…

 

2 comentarios

  • Julián Díaz Lucio

     
     Aporto lo que escribí hace unos meses sobre

    MI EXPERIENCIA DE LAS MISAS TELEVISADAS
    Llevo más de un año sin participar en las eucaristías dominicales en mi parroquia por miedo al contagio del coronavirus. Acudo todos los domingos ante el televisor para participar al menos telemáticamente de ella. Pero cada día mi decepción aumenta al contemplar el espectáculo que se presenta en la TV.
    En primer lugar, parece que los que organizan la misa televisada desean mejor que aparezcan obispos dirigiéndola, con todos los adornos episcopales al uso, como si eso fortaleciera más la fuerza y el valor  de la ceremonia. Y no solo los obispos en sí, sino todo el acompañamiento que arrastran. Parece que desean aparentar más un espectáculo faraónico, que un encuentro profundo e íntimo con el Señor Jesús, para escuchar su Palabra y buscar luz a sus vidas en el caminar semanal.
    Muchos de los signos que se utilizan son incomprensibles para el pueblo sencillo y, por lo tanto, no significan nada si no se comprenden: los incensarios, quitarse y ponerse los gorros el obispo, etc.
    Y los cantos y más cantos: las oraciones y el salmo cantados, como si ello ayudara mejor a rezar al pueblo llano. Y los coros, aparte de la buena calidad de algunos, parece que no se cansan de cantar, más allá de ayudar a entender los diversos momentos litúrgicos, cuando los cantos deber estar al servicio de la liturgia, no al revés. Y lo absurdo es que algunos se hacen en latín, como si el pueblo entendiera algo.
    La homilías, salvo honrosas excepciones, están en las nubes sin aterrizar en los problemas del mundo de hoy, incluso muchas traslucen una teología trasnochada y tridentina. Falta transmitir aquello que se vive, no solo lo que se sabe o se cree saber. No se nota que lo que se dice haya pasado antes por la vida y el corazón del predicador. De todas las misas y homilías escuchadas en este año, creo que muy pocas han rezumado vida y experiencia profundas. Reseño especialmente la eucaristía del obispo auxiliar de Madrid, José Cobo creo que se llama, y dos o tres de otros sacerdotes, entre ellos las dos que dijo un cura catalán, porque con la borrasca de nieve los servicios técnicos de TV no se habían podido trasladar a los templos previstos. Y resalto positivamente las misas del Papa Francisco a las 7 de la mañana en tiempo de la pandemia: su forma de vivirla y sus homilías sencillas y profundas son ejemplo de experiencia celebrativa. Excluyo la adoración a la eucaristía expuesta al final de las misas, como algo inútil y sin sentido.
    Siento mucho el ser pesimista en esta experiencia, pero me preocupa que el acto religioso fundamental de nuestra fe cristiana no sea signo de nada y, por tanto se quede alejada del objetivo para el que se destina. Creo que desde luego no es atractiva ni para la gente sencilla o poco religiosa,  ni mucho menos para los jóvenes de hoy.
    Hace falta, por tanto, hacer una profunda revisión tanto teológica, como litúrgica y pastoral de la eucaristía para que pueda ser de verdad “fuente y culmen” de la vida cristiana. De lo contrario, no nos extrañe que los templos se vayan quedando vacíos.
    Julián Díaz Lucio
    Mayo 2021

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  • ana rodrigo

    Las imágenes de solemnes eventos en el Vaticano, son espectáculos únicos en el mundo, tanto por el continente, como por el contenido (cardenales, boato sin igual, lo del incienso es muy llamativo) como por el rito en sí mismo. ¿Qué tendrá que ver esto con una humilde cena de Jesús con sus amigas y con sus amigos?

    Sobre las misas de la televisión, son lo de siempre, ritos rutinarios que hacen posible que haya personas que necesitan ese tipo de ritos y cumplen esa misión. Nada nuevo bajo el sol. Y, como dices, Honorio, se ve que no hay nadie que se le ocurra otra cosa.

    Una abrazo, querido Honorio.

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