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De El Lazarillo de Tormes a El reino

        La película española El Reino es una ecografía detallada de nuestra realidad política, donde la corrupción es el eje cartesiano de algunos, demasiados, políticos de llevar a cabo su tarea de estar al servicio de los ciudadanos. En los personajes de la película se pueden identificar miméticamente, con pelos y señales, a algunos de los protagonistas actuales de la corrupción política. Es más, en el relato cinematográfico hay un detalle, que puede pasar desapercibido por el espectador, y es que un ciudadano de a pie entra en un bar y, después de consumir una bebida, la abona y el camarero le devuelve más dinero que el que le corresponde por el consumo; después de un fugaz titubeo, al comprobar que el camarero se había equivocado a favor suyo, el ciudadano se marcha del bar sin devolver los euros recibidos de más. Una insinuación a que el corrupto puede ser cualquiera y que el español es un “pícaro” de tomo y lomo.

        Este dato, a mi entender, enturbia la denuncia de la corrupción política y se recurre al tópico de que el español lleva la corrupción en su ADN; es un “pícaro” por naturaleza y se echa mano de la leyenda histórica de que no en vano en España se crea la novelística picaresca con La vida de Lazarillo de Tormes (1554). Pero en esto, como en otras muchas cosas de la vida, se puede aplicar el dicho de que “en todas partes cuecen habas”. Y la narrativa picaresca aparece también, pocos años después, en Alemania, Francia, Inglaterra… hasta en Rusia. La corrupción anida en el corazón del ser humano y es ahí, como relata G. Bernanos en Bajo el sol de satán, donde se libra la batalla. El poeta bíblico, al exponer los principios éticos de un príncipe, advierte que “no habitará en mi casa el que comete fraude/ el que habla mentirosamente”; de ahí que “los que andan por el camino de la rectitud serán mis ministros” (Sal 100, 7.6). Más cercano a nosotros, el poeta J. Agustín Goytisolo, en el poema musicado y cantado por Paco Ibáñez Me lo decía mi abuelito, pone de relieve

 “Trabaja niño no te pienses
que sin dinero vivirás…
La tierra toda, el sol y el mar,
son para aquellos que han sabido
sentarse sobre los demás”.

        El dinero es, pues, un dulce envenenado que corrompe al ser humano en su relación social; lo mismo que el poder. Dinero y poder constituyen un binomio inseparable que envenenan y prostituyen la dignidad humana. “Poderoso caballero es don dinero”, poetizó con acierto nuestro F. de Quevedo. No menos certera es la radiografía que describe Aristóteles en su Política: “La bajeza de los seres humanos es una cosa insaciable (…) porque en su naturaleza el apetito es ilimitado, y la gran mayoría de la humanidad vive para satisfacer su apetito”. Así las cosas, este determinismo parece insalvable, como si la corrupción que conlleva el poder y el dinero (con sus herramientas poderosas, las fake news, la posverdad…) fuese inevitable y, sobre todo, imposible de erradicar tanto en el ciudadano como en la clase política. El estribillo del poema de JA. Goytisolo propone una solución, que a simple vista parece fácil:

“Me lo decía mi abuelito,
me lo decía mi papá,
me lo dijeron muchas veces
y lo he olvidado siempre más”.

Hay herramientas eficaces contra la corrupción:

  1. Base social del dinero. Aristóteles nos proporciona la clave: “Hay que considerar que ninguno de los ciudadanos se pertenece a sí mismo, sino todos a la ciudad, pues cada uno es una parte de ella”. Si el ciudadano tiene una función social ineludible, cuánto más sus bienes y, en particular, el dinero al ser un pilar en las relaciones económicas entre los ciudadanos. No es necesario extenderse con más textos, pero en el lenguaje bíblico es claro y meridiano que los bienes de la tierra son para uso y disfrute de los seres humanos, porque “la tierra es mía, dice el Señor, y vosotros sois en lo mío peregrinos y extranjeros” (Lev 25,23), hasta el punto de que “si tu hermano empobreciere y te tendiere su mano, acógele… No le darás tu dinero a usura ni de tus bienes a ganancia” (Lev 25,35-37). La acumulación de riquezas tiene un origen injusto, pues “vuestra riqueza está podrida” al provenir de la explotación de los “obreros que han segado vuestros campos” (Sant 5,2), o de los que “edifican su casa con la injusticia, haciendo trabajar a su prójimo sin pagarle, sin darle el salario de su trabajo” (Jer 22, 13). De ahí que en la llamada doctrina social de la Iglesia, ya desde León XIII, la posesión de unos bienes de cualquier tipo, léase también dinero, “no constituye un derecho incondicional y absoluto”, como afirma Pablo VI en la Populorum progressio.
  2. Educación en valores éticos. Para Platón en la República la educación es el único camino del hombre, y en especial del gobernante, para conformar una sociedad justa, que ame la verdad, el bien y la justicia. “Educar”, etimológicamente, es conducir a la persona por un camino, camino de la justicia, de la verdad y del bien. Es curioso que una de las primeras medidas que lleva a cabo el PP, cuando accede al gobierno en el 2011, es eliminar del currículum escolar la asignatura Educación para la ciudadanía, cuyos contenidos resaltan la vida en comunidad y los derechos y deberes cívicos, y también la Filosofía, incluida la Ética, como si se trataran de cosas inútiles para la sociedad. Este craso error va a ser reparado por el gobierno socialista; ya se han dado los primeros pasos en el Congreso. Sin educación no hay convivencia y si no hay convivencia se impone la ley del más fuerte, del que tiene más dinero y posesiones y del que insulta con palabras más groseras o miente con descaro. Si “no hay en el hombre semillas más que para el bien”, nos dice I. Kant, parece fácil potenciar esa buena semilla, o lo que es lo mismo, educar en valores éticos a niños y niñas, a jóvenes y a adultos, aunque el mismo I. Kant irónicamente advierte que uno de los logros fundamentales de la escuela es enseñar a los niños y niñas a permanecer sentados.
  3. Transparencia y códigos éticos. Si no hay códigos éticos en los partidos políticos, no hay transparencia y sin ésta la corrupción anida y se desarrolla descaradamente tanto por las élites como por los cargos menores de un partido. El PP desde que estalló el caso Gürtel ha aprobado cuatro códigos éticos. La conclusión inmediata es que la aplicación de dicho código ético brilla por su ausencia, es papel mojado, y que el partido conscientemente busca portillos para no aplicarlo. Es curioso y desconcertante que socialmente, léase TV con sus tertulianos y tertulianas, periódicos, prensa digital…, a los partidos de izquierdas se les exija una ética a rajatabla, mientras que a los de derechas se les excusa y, a veces, se comparte el razonamiento torticero de sus líderes como si la corrupción y la mala praxis de los partidos de derechas fuesen peccata minuta, pequeños deslices sin importancia.
  4. leyes y normativas justas. Es obsceno que una ley se apruebe y se promulgue contraviniendo la propia definición de ley destinada al bien común y de aplicación igual para todos los ciudadanos/as. El presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, ahora en la cuerda floja, en octubre de 2014 manifestaba que la ley está pensada para “el robagallinas y no para el gran defraudador, ni los casos de tanta corrupción”. Lo que era vox populi lo hace público el presidente del Tribunal Supremo, aunque él se refiera a los enredados procesos judiciales. El corrupto político sabe que a lo sumo pasará unos años en la cárcel, pero el dinero robado lo tiene bien escondido para disfrutar luego de él. Lo más llamativo es que la corrupción del político o del adinerado está avalada con frecuencia por la legislación como la que propicia las sociedades patrimoniales, las SICAV, los enrevesados procesos legislativos, etc. Difícilmente una sociedad puede caminar por la senda de la responsabilidad ética, si en su caminar tiene a su alcance normativas que le amparan por defraudar y por ser corrupto.
  5. La ética desde la religión. Puede parecer banal que las religiones, la cristiana mayoritaria en nuestro país, pueda aportar un plus anticorrupción, un plus de buena conducta. Bertrand Russel (La educación y el orden social) lo rechaza: “No puedo aceptar el punto de vista de los políticos que, incluso si no hay Dios, consideran deseable que la mayoría de la gente sea creyente porque tal creencia anima a una conducta virtuosa… Lo que la religión consigue proporcionarles (a los niños y niñas) en la mayoría de los casos son cierta emociones, no muy directamente ligadas a las acciones”. En párrafos posteriores el autor, partiendo de su propia experiencia, reconoce que “la ética que se enseña en los centros educativos cristianos” tiene fallos lamentables. Esta queja se puede extender en nuestro país a muchos políticos corruptos o defraudadores de derechas que se han educado en colegios privados cristianos o universidades cristianas. Pero esto no indica que falle la ética cristiana, sino la pedagogía de esos centros religiosos que se preocupan más de formar una élite social que de promover una pedagogía científica y ética a la vez, pues la una no está reñida con la otra. No sólo hay fallos llamativos en la pedagogía de colegios privados religiosos, sino también, y esto desconcierta aún más, en textos e intervenciones episcopales y clericales que resaltan más los valores morales relacionados, por ejemplo, con el sexo, que los relacionados con la ética social y política y no hacen referencia alguna a que el dinero y el poder sin ética y autocontrol corrompen al ser humano hasta el punto de pervertir la esencialidad humana según propone Aristóteles: “procurar el bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y divino conseguirlo para la ciudad”. Las referencias éticas de Jesús de Nazaret sobre el dinero y su perverso papel en el ser humano y en la sociedad no pueden ser más claras y acertadas, que las podemos resumir en su máxima: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13).

Es cierto que en una sociedad laica, aconfesional, no se puede argumentar con el razonamiento que hace Iván de Los hermanos Karamazov  de Dostoievski, “si Dios no existe, todo está permitido”; pero también es cierto que la ética desde la religión ilumina y refuerza la debilidad humana.

11 comentarios

  • Alberto Revuelta

    En Cádiz, o al menos en Puntales, Fariña, Cerro del Moro y el INI, a los varilleros que desatascan bajantes y alcantarillas y, antiguamente, pozos sépticos, se les conoce por su nombre seguido de “el de las cañas”. Villarejo el de las cañas se entrevistó con la abogada del Estado por oposición y secretaría general omnipotente del PP en la planta noble de la sede social del partido. Querían ponerse de acuerdo para evitar repercusiones del caso Gurtel. Incluso el de las cañas admitió haber intentado destruir pruebas de lo ocurrido. Y ahora cuando se ha descubierto el pastel los dirigentes bisoños del PP de Casado se dedican a decir que del contenido de las grabaciones no se deduce delito alguno. Ya. ¿ No sabía la abogada del Estado y diputada nacional que estaba obligada por el Código Penal a poner en conocimiento de los tribunales los posibles delitos de los que tuviera conocimiento?. ¿ No sabía que obstruir los caminos de la Justicia es delito?. La a abogada del Estado sí que sabe y su Casado más.
     

  • Rodrigo Olvera

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de ética cristiana?

     

    ¿Cuál es la ética cristiana?

    ¿La que practicó el hombre al que han reconocido como Cristo?

    ¿La que se trasmina en los textos aprobados oficialmente que hablan del hombre de quien afirman que es Cristo?

    ¿La que practicó el movimiento de Jesús en sus orígenes? ¿Hubo sólo uno? ¿Hubo varios? ¿Si hubo varios, tenían la misma ética?

    ¿La que practicaron los distintos movimientos vinculados a  los textos neotestamentarios en su asimilación a la ética del imperio? ¿Seguía siendo cristiana? ¿Era ética estoica bajo discurso cristiano?

    ¿La que se predicaba cada vez más desligada de la práctica, siguiendo la cultura retórica-legalista del Imperio Romano de Occidente, en contraposición a la que se predicaba cada vez más desligada de la práctica, siguiendo la cultura mítica-terapéutica del Imperio Romano de Oriente?

    ¿La que afirma que no se requieren obras sino sólo fe? o ¿la que afirma que las obras producen premios y castigos eternos?

    ¿La de la teología de la liberación? o ¿la de la teología de la abundancia?

     

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de ética cristiana?

  • Antonio Rejas

    La corrupción puede existir en cualquier ser humano cualquiera que sea su ubicación geográfica, aunque yo no conozco los detalles de la existente en otros países. En la actualidad es inquietante la corrupción política porque ellos, los profesionales de la política, cuya función fundamental es servir a la ciudadanía, han optado por asegurar su provecho personal incluso con beneficios otorgados legalmente en total desigualdad con el resto de ciudadanos. Cuando legislan para ellos, trabajadores al fin y al cabo de la cosa pública, lo hacen con criterios en nada parecidos a los utilizados para el resto de trabajadores. Esta legalidad, no por ello menos injusta, repleta de privilegios, no es suficiente para calmar su desaforada ambición y un número abultado de la clase política, los mejor situados, los que ostentan mayor responsabilidad, aprovecha ésta no en beneficio de los gobernados, sino pensando en sí mismos. O sea, una actitud totalmente contraria a lo proclamado por Aristóteles. Alguna idelogía política no puede tolerar que se eduque a la ciudadanía porque esto supone admitir determinadas normas, derechos y deberes, prefiere el neoliberalismo que permite actuar al margen de cualquier normativa. Esto facilita la ganancia de dinero, blanco o negro, que es “un dulce envenenado que corrompe al ser humano en su relación social; lo mismo que el poder. Dinero y poder constituyen un binomio inseparable que envenenan y prostituyen la dignidad humana”, como afirma con toda razón el autor del artículo.

    En la actualidad, sobre todo desde la reforma laboral del Sr. Rajoy, es patente lo que decía Jeremias, como se señala en el artículo, “edifican su casa con la injusticia, haciendo trabajar a su prójimo sin pagarle, sin darle el salario de su trabajo”.

    Es cierto lo que apunta Javier Pelaez en su comentario: “Jesús nos enseña que nuestro bienestar pasa por el de los demás, por el de la sociedad, por el del mundo”. Observando la existencia de tanto dolor y sufrimiento hasta extremos inverosímiles, nuestro bienestar, al menos síquico, se estremece y altera nuestro interior sabiendo que las ayudas que puedan llegar jamás serán la solución definitiva a la situación. Y sin embargo el cambio a mejor es posible si hubiera voluntad por parte de ese pequeño porcentaje de potentados que acumulan más y más en sus graneros a base de explotación.

  • Javier Pelaez

    “Si Dios no existe todo está permitido”,creo que es una reflexión antiilustrada,antikantiana.La ética puede ser autónoma.La “religión refuerza la debilidad humana”.Cierto,pero el problema es que entendemos por religión o cristianismo.Hay mucha gente que su cristianismo no les afecta para nada a sus comportamientos sociales,laborales,profesionales,es una religiosidad que les afecta en su vida emocional o afectiva,les alivia su sufrimiento.No quiere decir que esto sea exclusivo de determinadas personas religiosas,vivimos en una sociedad que cultiva mucho el yo.Hay una anuncio muy expresivo de nuestra sociedad que habla de “yoismo es….” y salen una serie de personas que salen en una sauna,en una…No es que yo piense que el cristianismo no pretenda la felicidad o el bienestar físico o psíquico,pero Jesús,creo yo,nos enseña que nuestro bienestar pasa por el de los demás,por el de la sociedad,por el del mundo.No basta con decir,como oigo a amigos míos religiosos conservadores “todo el mundo tenemos una cruz”(que la tenemos sin duda),sino hacernos cargo que aquí hay mucho crucificado.Hay mucho católico conservador que practica el “yoismo religioso” que es una mezcla de fitnes religioso,yoga,meditación,etc,etc.Ser cristiano es una cuestión muy exigente.Sólo basta ver como era Jesús o Romero y ciertamente en los líos que se metió Jesús o Romero exige una fuerte espiritualidad.Pero tb yo conozco a gente no religiosa que se ha metido en unos líos considerables y que tb tienen unas convicciones casi místicas.

  • Efectivamente, no es cierto que si dios no existe, todo está permitido. No es cierto.

    Esa novela , preciosa por cierto, está escrita en el siglo XIX. En esos años la idea de dios nada tiene que ver con la de ahora. Además de que el autor era un señor bastante complejo. Porque  crimen y castigo se las trae.

    Me ha gustado mucho su artículo.

    Un saludo cordial

     

     

  • Mª Pilar

    Estimado Antonio:

    Me uno totalmente a su sentir, en todo lo manifestado en este art.

    ¡Estoy de verdad triste, cansada!

    ¿Por qué somos tan vulnerables a los cantos de sirena, que bajo sus trinos y promesas, nos embarcan en un sin fin de “malas artes” y nos sentimos reafirmados… porque son muchas las personas lo hacen?

    ¡También hay personas que no se comportan así!

    Esto en cambio, no parece tener ningún éxito, para seguir esas sendas.

    ¿No hay como salir de este entramado, que nos mantiene… a la baja, de cualquier deseo de ser buenas personas?

    ¡Me niego a creer eso!

    Por otro lado… me reconozco incapaz de luchar contra esta “lepra” que está en todos los lugares de este enfermo mundo.

    Un abrazo entrañable.

    mª pilar

    • No te rindas.
      También estoy cansada, pero siempre hay algo que te vuelve a empujar hacia arriba.
      Siempre he pensado que: veremos a ver mis hijos cuando su madre los necesite . No sé, será por la experiencia de que las que cuidamos al final a mi suegra, mi madre, mi padre y mi hermana fuimos las mujeres de la casa. Educación machista, en ese sentido,a tope. Sin embargo, ahora que he tenido tres semanas duricas, mis hijos, varones los dos, me han demostrado que estaba equivocada. Las cabezas son otras.
      Porque, querida Pilar, avanzamos. Despacito, pero avanzamos. Hay que mirar hacia atrás tres o cuatro siglos para darse cuenta. La vida de una persona es demasiado corta y cuando crees que hemos avanzado, volvemos atrás y ya no nos da tiempo a ver que pasado un tiempo volvemos a avanzar.
      Acuérdate lo que dijo ese señor que no recuerdo su nombre. La historia avanza en zigzag
      Pero avanzamos.
      Un abrazo.

    • Antonio Gil de Zúñiga

      Gracias, Mª Pilar, y como te dice Carmen ¡Ánimo! La utopía debe animar nuestro quehacer diario desde la ética individual y solidaria.

  • Javier Peláez

    La idea de que los españoles son corruptos por naturaleza es una idea inoculada por las élites españolas que son corruptas y mediocres.Que la sociedad española es dirigida por los peores para mí es una evidencia.No es una sociedad meritocrática.Las élites conscientes de su mediocridad difunden esa especie de que todos robaríamos en la misma situación.Aquí incluyo a políticos y formadores de opinión,entre las élites.

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