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La oración no es petición

Jesús Gil

*(Leyendo al obispo anglicano J. Sh. Spong)

Cuando hablamos de la oración normalmente la reducimos a la de petición. Orar es relacionarnos con Dios para pedirle que intervenga en los acontecimientos tanto personales como históricos y naturales,  y evite todos los males y contrariedades que nos acaecen. La oración así entendida supone la existencia del Dios teísta, de Dios como persona que vive en las alturas, dominando el cosmos, y decidiendo sobre los sucesos de la vida personal y de la naturaleza. Pero si prescindimos de este Dios como deidad externa ¿tiene sentido la oración? ¿podemos seguir rezando? Estas son las preguntas que se hace el obispo Spong al tratar el tema de la oración:

“Pero, ¿todavía podemos rezar si no existe una deidad teísta que pueda  contestar personalmente a nuestras oraciones? ¿Podemos rezar en este momento de exilio? La oración, ¿será una actividad que pervivirá más allá del exilio? (p.142).

La respuesta a estas preguntas parece un tanto complicada, a no ser que busquemos una alternativa a este Dios personal que vive en el cielo y que contesta a nuestras peticiones, por una parte; y que descubramos, por otra parte, otro tipo de oración diferente a la de petición.

Podemos acudir al evangelio y descubrir qué contesta Jesús de Nazaret a la petición de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar (Lc 11,1). Jesús les contesta con la conocida oración del padrenuestro: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre… Pero las circunstancias que vivimos nosotros son diferentes de las que vivieron Jesús y sus discípulos. Esta oración depende de unos supuestos que hoy no podemos admitir. Supone que Dios es una persona a la que podemos tratar como un padre. Supone que Dios es un ser que vive en el cielo. Y supone también que a este ser divino le agrada que  le tratemos como persona sagrada. Hoy no podemos seguir admitiendo todos estos supuestos sobre los que se asienta la oración que Jesús enseña a sus discípulos. Nuestro mundo ha superado estos supuestos teístas.

“Todos estos eran aspectos de un sistema de creencias teísta que, sencillamente, ya no existe. El concepto de una deidad personal que dirige los asuntos de la historia humana individual desde un lugar de ventaja sobre la Tierra, observando, interviniendo, premiando o castigando, ha muerto” (Spong p.144).

En estas circunstancias ¿es posible  hablar de la oración sabiendo que ese ser divino que llamamos Dios no habita en el cielo, y no dirige desde lo alto los acontecimientos de la historia como un ser protector de la vida humana y cósmica? Se impone la tarea de reconstruir la oración sobre unos supuestos diferentes, no teístas y acordes con la modernidad. Habrá que descubrir una nueva base  sobre la que fundamentar la oración. Una nueva forma de entender a Dios, no como deidad externa, sino como profundidad que existe dentro de cada persona, que impulsa a comunicar con la fuente de la vida, que llama a la plenitud y que empuja a la comunidad y al cuidado de los otros. Así describe el obispo este nuevo modo de entender la oración:

“La oración es la intención humana consciente de relacionarse con la profundidad de la creación y el amor y, por lo tanto, ser un agente en la creación  de la plenitud en el otro. La oración es ofrecer nuestra vida y nuestro amor a través la simple acción de compartir nuestra amistad y nuestra aceptación. La oración es mi llamado al ser del otro para después darle al otro el  valor de atreverse, de arriesgarse y de ser en una forma de ser totalmente nueva, quizás hasta en una nueva dimensión  de la vida. La oración también es mi oposición activa  a esos prejuicios y estereotipos que disminuyen el ser persona y el ser del otro. La oración es tomar la acción política correcta para construir una sociedad en la cual las oportunidades pueden ser igualitarias y nadie se vea forzado a aceptar el status quo como su destino. La oración es un reconocimiento activo de que existe un centro sagrado en cada persona que no debe de ser violado. La oración es enfrentar las exigencias de la vida, que nos hacen entender que vivimos sujetos a una amplia gama de circunstancias sobre las cuales no tenemos control. La oración no es cobardía frente a estas circunstancias, sino, más bien, la disposición para enfrentarlas con valor. La oración  es la habilidad de aceptar la fragilidad de la vida y transformarla aunque nos victimice o nos mate. La oración incluye perder la ilusión de ser el centro del universo o que nuestras vidas son tan importantes para alguna deidad externa, que esa deidad intervendrá para protegernos. La oración es una llamada a romper con la dependencia infantil para entrar en la madurez espiritual” (Spong p149-150)

Redescubrir la oración, por lo tanto, consiste en superar la huída de este mundo para encontrarnos con el Dios, deidad externa, sobrenatural,  omnipotente, protector, juez y solución de todos los problemas que afectan a la humanidad y al universo. Y centrarnos en nosotros mismos, en la profundidad de nuestro ser para vivir plenamente, compartir el amor y abrir la vida a la transcendencia. Es también lucha por la justicia humana para superar las desigualdades de cara a conseguir todas y todos la plenitud de la vida. La oración no se puede separar de la acción, Porque lo sagrado se encuentra en el centro de la vida, la oración es llamada a abrirnos a la profundidad de la vida para que se revele su profundidad. Por ello, como dice el obispo Spong, será mejor hablar de meditación y contemplación, que sugieren el cambio de uno mismo; que de oración, que alude a la idea de petición a la deidad teísta  para que intervenga en la historia y solucione los problemas que nos inquietan.

La oración es abrirse a la profundidad de la creación y el amor. Es llamada al ser del otro para que pueda realizarse plenamente. Es también oponerse a todo lo que impide la realización del otro. Es compromiso político para construir una sociedad en la que todos los seres puedan alcanzar la plenitud de la vida. Es reconocimiento de que en cada persona existe un centro sagrado que ha de respetarse. Es finalmente, tomar contacto con Dios, no como ser externo que habita en los cielos, sino como fundamento del ser, de la vida y del amor de todo cuanto existe.

*J. Sh Spong. Por qué el cristianismo tiene que cambiar o morir. Editorial Abya Yala. Quito. Ecuador 2014.

Jesús Gil García

Comunidad de Balsas.

Zaragoza. Abril 2015.

98 comentarios

  • oscar varela

    Hola Román!
     
    Leo tu frase donde piensas que:
    -“rechazo siempre cualquier revelación”-
    …………………..
     
    Cuando hablé en este “hilo” de “patencia” / “latencia”, podría haber dicho “ocultum” / “revelatum”.
    Tal vez eso te hubiera sido más claro ¿no?
     
    Lo que pasa es que fui aprendiendo en la vida que “lo de Dios” es también (y básicamente) un Asunto PRO-FANO.
    ……………………
     
    Aprovecho para aportar a los atrieros que pueda interesarles, algo de Ortega. Tal vez pueda servir de algo:
    (Notita: el “desguase de subtitulados son míos ¿ok?)
    ……………………
     
    Origen y Epílogo de la Filosofía – Cap.IX: FILOSOFÍA y ÉPOCA DE LIBERTAD (OCT9,413-417)
     
    La filosofía es un fruto, entre otros, que nace en Grecia cuando sus pueblos entraron en la “época de la libertad”
     
    1.- LIBERTAD (etapas hacia una Ecuación satisfactoria)
     
    Es un error que ha trivializado y achatado el enorme asunto, entender la palabra «libertad» refiriéndola primariamente o exclusi­vamente al derecho y la política como si fueran estos la raíz de donde brota la figura general de vida humana que llamamos libertad. Porque de esto, en verdad, se trata. La libertad es el cariz que la vida entera del hombre toma cuando sus diversos componentes llegan a un punto en su desarrollo que produce entre ellos una determinada ecuación dinámica. Tener una idea clara de lo que es «libertad» supone haber definido o encontrado con algún rigor la fórmula de esa ecuación.
     
    Probablemente toda civilización o curriculum vitae de un conjunto de pueblos afines pasa por esa forma de vida que es la libertad. Es una etapa luminosa y breve que se abre como un mediodía entre la mañana del arcaísmo y la declinación vespertina, la petrificación y necrosis de su senescencia. Las etapas categóricas de una civilización se determinan y disciernen, claro está, como modificaciones de la relación fundamental entre los dos grandes componentes de la vida humana que son las necesidades del hombre y sus posibilidades.
     
    2.- La Etapa Primeriza o Arcaica (POBREZA)
     
    En la etapa arcaica o primeriza, el hombre tiene la impresión de que el círculo de sus posibilidades apenas trasciende el de sus necesidades. Lo que el hombre puede hacer en su vida coincide casi estrictamente, a su sentir, con lo que tiene que hacer. Es muy escaso el margen de opción que le queda, o dicho en otro giro: el hombre tiene muy pocas cosas que hacer. La vida no se le presenta con el carácter de «riqueza». Porque es de advertir que, como era un error consignar la idea de libertad a la política y el derecho, lo es también adscribir originariamente el término «riqueza» a lo económico. En ambos casos, la relación verdadera es que la libertad jurídica y la riqueza económica son solo, aunque muy importantes y sintomáticos, dos efectos o manifestaciones de la libertad genérica y la riqueza vital. Riqueza en sentido económico significa, en resolución, que el hombre encuentra ante sí muchas posibilidades de poseer y adquirir; concretamente, muchas cosas que tener, que comprar, que vender. El mucho y el poco ha de entenderse relativamente a la conciencia subjetiva que el hombre tenga de sus necesidades. Generalícese ese concepto a todos los demás órdenes de la existencia humana distintos del económico y se tendrá esto: que hasta una cierta fecha los hombres de un ámbito cultural, de un cierto conjunto’ de pueblos tenían la impresión de que en sus vidas no contaban apenas con más posibi­lidades que las estrictamente reclamadas por sus necesidades. Vivir es entonces atenerse a lo que hay y ¡gracias sean dadas a Dios que se tenga lo justo para vivir! Un poco de comer, un poco de saber, un poco de placer. Vida es pobreza. El hombre vive ejercitando el sobrio repertorio de comportamientos intelectuales, técnicos, cere­moniales, políticos, festivales que la tradición laboriosamente ha ido creando y acumulando. En esa ecuación vital el individuo no se encuentra nunca en la situación de poder elegir: ello supondría que el círculo de las posibilidades es notablemente mayor que el de las necesidades.
     
    (NOTA): Entiéndase bien lo que esto quiere decir. De hecho, aun en esa ecua­ción vital, el individuo se encuentra tal o cual vez en la posibilidad de ele­gir, pero esto acontece tan insólitamente que no repara en ello y no lo ve como una función especial de su vida. Para que un modo de la vida se des­taque con caracteres propios y el hombre se percate de él no basta con que literalmente exista, sino que tiene que presentarse con frecuencia bastante para formar mole y saltar a la vista.
     
    3.- La Etapa Aumentativa (RIQUEZA)
     
    Poco a poco las relaciones entre los pueblos integrantes de ese conjunto histórico, aumentan, y aumenta también el trato, conoci­miento y tráfico con la periferia de ese conjunto que es el «extran­jero». Se produce un aumento de la vida que es, por lo pronto, espacial. Se vive en un mundo más grande. Con ello empieza el desarrollo del comercio y de la industria, se descubren minas en costas remo­tas.
     
    (NOTA): Es sorprendente la «regularidad», diríamos la monotonía de la his­toria. Fenicia y Cartago disparan su etapa de pleonaxia con el descubrimiento de las minas de España; Grecia con el de las minas del Ponto; Europa con el descubrimiento de La Mina en la costa africana por los portugueses que, todavía hoy, se llama Elmina.
     
     Aparece la riqueza económica. Al mismo tiempo surgen con abundancia técnicas nuevas, nuevas artes, nuevos placeres. El hombre tiene la experiencia de que la vida no consiste solo en lo que hay, sino que crea, que saca de sí misma nuevas realidades, que la vida, por tanto, no se define exclusivamente por sus necesidades sino que más aún que en estas, y desbordándolas, consiste en abundantes posibilidades. El vocablo se nos ha impuesto sin requerirlo; la vida es abundancia, término que expresa la relación hiperbólica entre las posibilidades y las necesidades. Hay más cosas, más posibles haceres que los que se necesitan. Comienza la luxuria o lujo. Ipso facto el individuo se encuentra con que vivir es un problema totalmente distinto de lo que era en la etapa arcaica. Entonces era un atenerse a lo que hay v… ¡gracias a Dios! Resignación, humilde gratitud al Dios si da lo imprescindible. Mas ahora el problema es casi inverso: tener que optar entre muchas posibilidades. La vida se simboliza en la cornu­copia. Hay que elegir. La emoción básica desde la cual se existe es lo contrario de la resignación porque vivir es «sobrarle a uno cosas». Comienza la emoción básica de petulancia, de prepotencia existencial del «humanismo». El ver que se han inventado nuevas cosas se funcionaliza y el hombre se pone deliberadamente a inventar. Crear nueva vida se hace función normal de la vida—una cosa que a la etapa arcaica no le hubiera cabido en la cabeza. Comienzan las revoluciones.
     
    4.- ELEGIR es dar la Espalda  a la Tradición
     
    Una y misma cosa con todo esto es que el individuo deja de estar totalmente inscrito en la tradición, cualquiera que sea la porción de su vida que quede aún informada por esta. Es él quien, quiera o no, tiene por sí mismo que elegir entre las superabundantes posibilidades. Entre estas no olvidemos las intelectuales.
     
    Al frecuentarse los pueblos, al viajar y sumergirse en lo exótico se han aprendido diversas maneras de ver las cosas, modi res considerandi. En vez de estar atenido el indi­viduo a un repertorio único e incuestionado de opiniones —la tra­dición— se encuentra ante un amplio surtido de ellas y forzado a elegir desde sí mismo la que le parezca más convincente.
     
    La posibi­lidad y la necesidad consecuente de elegir la opinión que se va a tener sobre algo es la vivencia en que se basa lo que llamamos «racio­nalismo». Hasta el punto de que hemos podido, sin que acaso el lector lo haya notado, describir esa situación con las mismas palabras con que andando los siglos va a definir Aristóteles la ciencia: episteme estí hé hipólepsis hé pistotáte. «La ciencia es la presunción más convin­cente.»
     
    5.- RIQUEZA: VIDA ABUNDANTE
     
    ¿Se ve con esto claramente lo que significa «riqueza vital»?
     
    La existencia del hombre y el mundo en que transcurre han crecido enor­memente, se han llenado exuberantemente de contenidos. Por vez primera en esta civilización siente el hombre que la vida merece la pena de ser vivida.
     
    6.- RIQUEZA y RELIGIÓN
     
    Esto trae consigo un cambio en la actitud ante la religión.  La religión es siempre trascendencia, aun en el caso de la menos trascendente como la griega. Los dioses son poderes ultra o supermundanos.
     
    En la vida pobre el individuo necesita tanto de Dios que vive desde Dios. Cada acto, cada instante de su existir es referido a la divinidad, conectado con ella.
     
    Los utensilios mismos con que se vive son tan toscos, tan poco eficaces de suyo y, en cuanto meras cosas cismundanas, que el hombre fía poco en su servicio y solo confía en la virtud que el Dios, mediante un rito mágico, insufle en ellos. Esto quiere decir que, entre el hombre y Dios, apenas se interpone la vida misma y este mísero mundo.
     
    Pero, al hincharse aquella y enriquecerse este, lo cismundano intercala su grosor creciente entre el hombre y Dios y los separa. Se hace la afirmación de este mundo y la vida en él como algo por sí valioso. La irreligiosidad es el resultado.
     
    A la par que los susodichos motivos desencajan al hombre de la tradición, este entretenerse en el vivir mun­dano le desarraiga de la religión. Esto lleva al extremo lo que todo lo anterior significa que:
    * en la vida rica, el hombre queda sin raíces en nada, suelto en el aire.
    * Flota en el elemento aéreo de sus crecientes posibilidades.
     
    Es la inevitable contrapartida;
    * el asiento y seguridad vital para la existencia de la persona no le son dados desde luego y sin esfuerzo propio por su encaje nativo en la tradición incuestionada,
    * sino que es la persona misma quien con plena conciencia de ello tiene que fabricarse un cimiento, una tierra firme sobre que apoyarse. No tiene, pues, más remedio que, con el material fluido, etéreo que son las posibilidades, construirse él un mundo y una vida.
     
    Ahora bien, esto es «racionalizar» el simple existir, en vez de existir espontáneamente, en abandono y sin más.
     
    7.- INSEGURIDAD
     
    Cuando he dicho un poco más arriba que en las «épocas de liber­tad» vive el hombre sobre la base de una emoción de petulancia y prepotencia, no he implicado en ello el atributo de seguridad. La vida humana es siempre inseguridad y toda ecuación de ella la implica, si bien en cada una cobra distinto cariz. La inseguridad del pobre es una y la inseguridad del rico otra.
     
    8.- INSEGURIDAD (de las época Aumentativas o Ricas)
     
    Así la inseguridad del hombre «libre» y prepotente es sumamente curiosa: es el no saber qué hacer de puro poder hacer muchas cosas y la impresión de perderse, de volatilizarse en meras posibilidades.
     
    Un ejemplo concreto de esta conciencia de perdimiento y naufragio en la abundancia (nótese que el vocablo mismo «ab-undancia» conserva la imagen vivaz de un torrente que nos anega y arrolla) se da en el orden del pensamiento, es decir, de las opiniones, que es muy sintomático de estas épocas: es la duda.
     
    9.- La DUDA
     
    La duda no es simplemente un no-creer. Quien carece de toda opinión sobre una cosa ignora, pero no duda.
     
    La duda pre­supone varias opiniones positivas ante nosotros, cada una de las cuales merecería ser creída, pero que, por lo mismo, paralizan recí­procamente su fuerza de convencer. El hombre se queda entre las varias opiniones, sin ninguna bajo sus pies que firmemente le sos­tenga —por eso se desliga entre los muchos «saberes» posibles y cae, cae en su elemento insólito, fluido… cae en un mar de dudas.
     
    La duda es fluctuación del juicio, es decir, braceo desesperado entre olas—fluctus. Por ello la duda es un «estado de espíritu» que no es estado, que es inestable.
     
    No puede el Hombre quedarse en ella. Tiene que salir de la duda y para ello busca un medio. El medio que hace salir de la duda y nos sitúa en la convicción firme es el método.
     
    Todo método es reacción a una duda. Toda duda es postulación de un método. El haber unido ambas cosas con la mayor sencillez es el maravilloso ejemplo de perspicacia y elegancia intelectual que nos dio Descartes inventando la «duda metódica»

  • George R Porta

    Tiene que tener algún significado que los pueblos hayan dejado de pensar mágicamente, religiosamente, como queráis, según que obedecieron el “mandato” de Genesis de dominar la tierra. No puede ser que obedecer algo tan profundamente enraizado en la humanidad sea malo. No es extraño pues que una persona que hoy día piense religiosamente pero tema al progreso vea más valor negative en el desarrollo de la Ciencia y la Técnología. Hasta la mitología consider una rebeldía antireligiosa la iniciativa prometeica de ayudar a los seres humanos a dominar la tierra entregándoles el secreto del fuego.

    Posible hipótesis: Quizás la humanidad deba recorrer su camino sin distraerse con fantasias religiosas y si su ancestral intuición de que exista la divinidad ha estado justificada, en su debido momento la encontrará. O no, quizás una tal intuición se resuelva en la nada, en la desaparición más absoluta del punto de vista de la consciencia de sí, pero se transforme en un árbol, un diamante, vapores y se reintegre a la naturaleza… Es cuestión de esperanza sin certidumbre.

  • Román Díaz Ayala.

    Uno de los hilos más sobresalientes en estos comentarios principió cuando a Oscar (véase Oscar Varela, del 30.04 – 15,21 pm) no le parecía posible que a Dios se le construya a no ser desde el ser humano, dando a entender  su rechazo siempre explícito a cualquier revelación.
    Comprobamos que en la Europa a caballo entre los siglos XVI y XVII eemepzaron a darle al tema de Dios unos tratamientos nuevos, y así las clases rectoras del pensamiento, coincidiendo en el tiempo con la revolución científica se fueron desligando progresivamente de la teología que estaba hasta entonces omnipresente en nuestras bases civilizatorias, pues así había sido el pensamiento de nuestra particular cultura religiosa que tenía a Dios como su base axiomática.
    Comprobamos dos corrientes importantes que razonaban a Dios como lo había hecho la filosofía del Medioevo, pero exigiendo una autonomía que se iba desligando de la atoridad de las iglesias, pues el cristianismo occidental se dividió en dos ramas o confesiones, y alejándose progresivamente asimismo de dogmas y magisterios. Estas dos corrientes se definían en cuanto a la necesidad o no de recurrir a unas doctrinas sacadas directamente de los textos, como la Biblia, pero muy pronto se evidenció que se sustituía por racionalizar la necesidad misma de la existencia de Dios o si era posible alcanzar una explicación del Universo y del propio ser humano sin el concurso de Dios.
    Desde entonces las corrientes más secularizantes coinciden en considerar a Dios como un constructo humano producido o sometido a la evolución cultural, En otro momento más cercano al presente Dios comenzó a ser visto también como un misterio que si se puede desvelar tendrá que ser con la ayuda y el asiento de otras facultades distinguibles de la sola razón.
    Mientras tanto, las teologías más confesionales ha continuado reafirmándose en la oferta del tema sobre la existencia de Dios desde la evidencia entendida como una impronta universal que anida en el corazón humano, y que llama revelación natural. Con distintos y nuevos envoltorios se insiste en las cinco vías nacidas en la Escolástica aplicadas a argumentos insistentes para moer a razón en la aceptación del misterio sobre Dios y que son explicaciones filosóficas sobre la necesidad de su existencia.
    Y llegando a hoy, se insiste, sin embargo, en que ninguna cultura o filosofía religiosa puede dar explicación válida sobre el Dios de los cristianos.
    Los argumentos filosóficos  se ha visto ayudados, reforzados o sustituidos por los avances científicosd y que se asientan sobre un nuevo optimismo que cree encontrar en la ciencia y la técnica una solución a todos los problemas y respuesta a cualquier interrogante.
    Tal optimismo contrasta , acompaña, por otro lado, a lo que pudiera consdierarse como una reedición de las antiguas teorías del “eterno retorno”, pues el avance científico confirma que tanto la humanidad como el actual Cosmos que conocemos están condenados a un fin inexorable. Podemos mejorar la calidad de nuestras existencias individuales, y quizás, evitar el fracaso de una extinción prematura de la humanidad causada por el propio ser humano como agente, por lo que cualquier moral que establezca premisas (trascendentes) más allá del estoicismo será ilusoria, una clara utopía.
    Muchas personas que proceden de una religiosidad tradicional y que se ven introducidas en estos ambientes contemplan el fracaso histórico de las religiones, en la consideración de la propia como una más consideran que tal estado de cosas nos ha conducido a no llegar o no poder conocer a Dios. En el interior de algunas de estas personas aletea el deseo , que a veces llaman esperanza, de que se confirme como verdadero tal anhelo de eternidad, quizás referido a la escatología individual.
    Mi tesis es que estamos obviando que Jesús es la respuesta para tales interrogantes y que en él anida la solución divina para nuestros problemas existenciales. Siempre hemos tenido muy cerca de nuestras personas en él las respuestas, y la voluntad reveladora.
    Mi propuesta es que, sin ánimo de enmendarles la plana a los estudiosos y estudiosas actuales sobre los Evangelios, que volvamos a Jesús con una mirada nueva,inédita en nuestros ambientes, en aceptación a su desafío en el anuncio de la buena nueva: ¡Convertíos!, pues la fe es precisamente – no la condición previa- sino el fruto más inmediato, del arrepentimiento. El anuncio de la entrada al Reino de los cielos principia por el arrepentimiento.
    Entonces nos haremos los beneficiarios/as de lo que Dios tiene que decirnos.
     

  • George R Porta

    Hola Olga! Gracias por vuestro aprecio. Me alegra leerte y agradezco mucho tu comentario.  Huelga decir que les envidio en vuestra soledad con la naturaleza, con o sin electricidad. Un abrazo cordial a cada uno.

  • olga larrazabal

    Querido George: Aquí en Macondo, (Tongoy, Chile) escuchando el grito de los patos migratorios sin un alma a 2 Km de distancia, estamos almorzando con Oscar y me dice que lea tu intervención.  Termino de lavar pots and pans, y enciendo el aparato, con bateria ya que no tenemos luz eléctrica. Te cuento, cuando el amigo Manuel mencionó a los judíos en su intervención, me pareció que hacía el supuesto, de que un judío standard sería como un cristiano standard ante la muerte, esperando morir por su Fe en aras de la recompensa eterna.  Y a mi me parece que no es así.  Mi fundamento es que estuve casada con un judío por muchos años, mi mejor amiga es judía, y mis familiares políticos eran judíos.  Ninguno de ellos era religioso y no creían ni en Dios ni en el Cielo o el Infierno, pero seguían algunos ritos que les daban pertenencia a la comunidad como el Bris o el Bar Mitzvah, y muchos de los familiares de mi marido habían muerto en Hungría en campos de concentración y solo se enteraron de que eran judíos cuando los Nazis se los llevaron a los campos un mes antes de terminar la guerra.  Si murieron no fue por la religión ni con una oración ni creencia en el cielo o en el premio o el castigo.  Murieron por motivos étnicos, que un chiflado austriaco explotó para incentivar la cohesión del pueblo alemán alrededor de una idea  falsa  y estúpida por añadidura,como  es creer en razas puras y que estas son mejores que las mezcladas.   Yo en lo personal creo que los alemanes agarraron un botín económico espectacular, y por ese botín mataron a los judíos.
    Como soy de origen cristiano, yo creía que los judíos creían lo mismo que los cristianos, en cuanto a la vida eterna y todas esas cosas.  Y no es así. Ellos honran a los que hacen buenas obras en su comunidad, porque piensan que eso se le devolverá a sus descendientes.  Tratan de ser justos y obedecer los preceptos de la Torah, pero no se si creen en la noción de alma inmortal ni de ciel ni infierno..  Quizás dejan esas creencias al arbitrio de cada uno, porque como dije en mi intervención, el único precepto dogmático de un judío es el Shema.
    Y nuestro aprecio por tí, George, es incondicional con judios o sin ellos.

  • Isidoro García

    Advierte Nietzsche: “Cuánta gente todavía hace la inferencia de que uno no podría soportar la vida si no hubiera Dios, o como dicen en los círculos de los idealistas, uno no podría tolerar la vida si careciera de la significación moral de su fundamento ético, consiguientemente tiene que haber Dios, o tiene que haber un significado ético de la existencia.
    Qué presunción decretar que todo lo que sea necesario para mi preservación tiene que estar realmente allí, como si mi preservación fuera algo necesario”.

    Nos encontramos en un verdadero callejón sin salida. Ante un clamoroso silencio de Dios, y ante una reacción neurótica de niños huérfanos, angustiados, imaginando un padre ausente, y “llorando” por nuestros “derechos”, que la Naturaleza, el Universo, no nos otorga.

    Y a lo peor el problema es que miramos en la dirección inadecuada. Miramos donde no hay nadie, y deducimos que no hay nadie. Hay que buscar en otra dirección.

    Cuando nos encontramos en una situación de callejón sin salida, paralizados por todas las contradicciones posibles, es hora de pensar que la solución es cambiar de modelo-base.

    Hablaba otro día de la necesidad de contar con un hilo de Ariadna, una idea-guía, que añoramos encontrar permanentemente en todo pensar. Es lo que decía Heidegger: “Pensar es limitarse a buscar esa única idea que un día permanecerá como una estrella en el cielo del mundo”.

    Pero nos cuesta encontrarlo, y necesitaríamos varias vidas para hacerlo. Yo creo que nosotros, los vivientes en estos tiempos finales, gozamos del gran privilegio de disponer del pensar de muchas inteligencias que nos han precedido, y por eso estamos en unas condiciones que nos permiten albergar esperanzas. Y nuestra misión es allanar más aun el camino a nuestros sucesores.

    Pero la inercia mental nos puede. Decía Charles Kettering: “La gente tiene la mente muy abierta hacia las cosas nuevas siempre y cuando sean exactamente iguales a las viejas”.

    Y es que tenemos una querencia atávica a nuestra cosmovisión heredada de nuestra cultura, y eso nos paraliza. El citado Heidegger decía: “La insistencia en lo demostrable, ¿no cierra el camino hacia lo que es?”.

    Bueno, (y a riesgo de que me caiga la del pulpo, y sin ningún ánimo de tener la verdad), pues yo personalmente creo que el hilo de Ariadna de nuestra búsqueda espiritual es la siguiente frase, (que no se de quien es):


    El humanismo no se contrapone a lo religioso, a lo trascendente. Porque el humanismo es lo trascendente.

    Esta frase yo creo que es la clave para entender todo. ¡Ojo!, no dice que no existe lo trascendente, sino que lo trascendente somos nosotros. Que formamos parte de lo trascendente.

    Pero no porque en sí lo seamos, sino porque lo seremos. La llamada “redención”, consistiría entonces en que no siendo necesario, alguien se ha ocupado en favorecernos gratuitamente et amore.

    Consistiría en que se nos anticiparía lo que aún no somos. Una categoría, la de trascendente, a la que la Ley de Evolución del Universo, llama a nuestra especie, pero que aún estamos en el lento y trabajoso proceso de conseguir.

    Porque el que nosotros seamos integrantes de lo trascendente, no significa que sólo lo seamos nosotros. Lo lógico y normal es que haya “otros”, más trascendentes que nosotros.
     

    Ese sería el kerigma, el mensaje-clave del cristianismo: del Reino de Dios.

  • Román Díaz Ayala.

    Aprovechando que todavía tengo que digerir un poco la confusión de hoy con la autoría de los comentarios, yo que vengo siguiendo tan importante hilo, quiero hacer un breve paréntesis para recoger algo colateral que había sido propuesto por George en días atrás, pero como no es la primera vez que se pronuncia en tal sentido me gustaría que alguna persona con mejor conocimiento académico lo aborde, aquí o en otro espacio ad hoc.
     
    George propone algo así como un “Libro de Estilo”, tan concurrente en las redacciones de algunos periódicos.
    Yo personalmente creo que se trataría de un error, porque si algo tiene de dinámico  Atrio lo tenemos que encontrar en que hemos constituido el espacio dedicado a comentarios en una amena y respetuosa tertulia, como alguien ya ha señalado por ahí. No toda tertulia se asienta en trivialidades y pongo por ejemplo este mismo post: “La oración no  es petición”, pues de cualquier fase del diálogo podríamos hacer sesudos ensayos, sin que por ello desvirtuemos los propósitos del autor.
    Hubiera deseado que  algún atriero o atriera con buenos conocimientos de filología, no importa que sea en la Lengua de Shakespeare o la de Cervantes, o las comparadas, interviniese.
    Comprendo que el Inglés tenga necesidad de un sujeto preciso, debido a lo cual el uso del neutro ( tres géneros bien definidos) me vuelven loco. El Castellano es mucho más libre e indiferente.
    Por la práctica de mis lecturas he aprendido a reconocer lo que yo llamo  la primera persona del plural, cuando de ello se hace un uso a veces enfático, otras veces generalizante. Es porque nosotros distinguimos muy bien entre el “ser” y el “estar” y se puede ser protagonista “paciente” de lo que es una acción o situación general general, sn general de que se nos incluya como actores o agentes directos.
    Quizás se trate de otro error redaccional, consciente comos soy de que le doy cien patadas a la sintaxis, pero demasiado generalizado como para que prescinda de su uso.
    Pero aquí como en todas las otras cuestiones, me someto al dictamen de los sabios y entendidos ( o de las sabias y entendidas)

  • Manuel

    Gracias  Antonio, por enderezar ese entuerto.

  • Antonio Duato

    Y si, resuelto artesanalmente el problema de esas “desapariciones”, puede continuar el interesante diálogo sobre  la oración y sobre Dios.

    Os invito a leer una apasionante entrevista que he enlazado en el tablón y que aquí viene muy bien. Oída ayer en la SER sobre el “cerebro espiritual”. Habría mucho que comentar. Héla aquí:

    Francisco Rubia sobre El cerebro espiritual

    A mí lo que más me cuestiona es, no la negación de Dios (se trata de palabras y conceptos) sino la negación de la libertad humana. ¿No quedamos que de Einstein acá había cambiado la concepción de la física, aceptando un principio de indeterminación? ¿O deberé perder toda esperanza de que, al menos en laguna ocasión, pueda haber en mí un acto de libertad verdadera?

  • Equipo Atrio

    Después de mucho investigar y acabar copiando los comentarios “desaparacidos”, me he dado cuenta de que algo extraño pasaba en el primer comentario de Pascual de la mañana de hoy.
    Lo he vuelto a corregir y editar y ¡han aparecido los comentarios desaparecidos!
    Todo ha vuelto a su secuencia normal en este hilo. Misterios dirá alguien. No. Son códigos de programación, a veces invisibles o inactivos según el display que de los textos se haga en diferentes sitios.

  • Manuel

    Estimado Antonio, el problema no es sólo las dos aportaciones de ayer las ausentadas, sino la desaparición de la mía incorporada hace ya varios días. Ese fenómeno no se si ha ocurrido simultáneamente, en la operación de copia y pega que ha efectuado Pascual
    Gracias

  • Equipo Atrio

    Manuel y Pascual:

     

    Efectivamente dos comentarios que constan como recibidos la tarde de ayer, desaparecen de la pantalla de la entrada.

    Estoyinvestigando.

    No ha habido censura o pirateo de nadie.

    Aún no sé el motivo.

    Como constan como recibidos, intentaré volver a ponerlos de nuevo si no encuentro solución a esta “desaparición” misteriosa. Primero voy a investigar un poco más. El hecho es que en el registro de comentarios del escritorio del webmaster yo los puedo leer, pero no sé por qué en el despligue del post no los recoge.

    Antonio

  • Manuel

    Pero vamos a ver ¿un partícipe cualquiera puede introducirse en el debate  y hacer desaparecer no solo mi aportación,  sino la de quienes han mantenido un diálogo con ella? ¿Qué significa esto?

  • Pascual

    Analizando el entuerto, creo que ha habido un cortocircuíto en los talleres  de de Atrio. ¡Vamos aver cómo se resuelve esta mezcolanza de intervenciones!

  • Pascual

    Estoy hecho un lío. No enteiendo lo que creo que me dicen.Inmediatamente que lo entienda, responderé. En serio.

  • Manuel

    Es más, ni siquiera menciona  el nombre del autor que no corresponde a una recolecta sino a una persona en concreto. ¿lo puedes explicar tú Pascual?

  • Manuel

    Es extraño. Mi aportación desaparece del debate y se incorpora íntegramente en un aportación de Pascual.
    ¿Alguien lo puede explicar?

  • Pascual

    Y luego he buscado y encontrado lo que sigue.

    “El budismo afirma que la última realidad es inefable, inexpresable e incomunicable. El Buddha dijo que toda palabra es ociosa cuando trata sobre el último misterio”.

    – “¿Crees en Dios, tío Jacob? -Pregunta una mujer- ¿en un Padre en el cielo, en un Dios del amor? ¿En un Dios con manos, corazón y ojos que velan?” Y el pastor le contesta: “No uses la palabra dios, di lo sagrado. Lo sagrado está en todas las personas; pero lo sagrado de las personas no se puede entender ni capturar. Pero a la vez es algo a lo que agarrase. Algo totalmente concreto que dura hasta la muerte. Lo que pasa después no lo podemos ver. Solo los poetas, los músicos y los santos, pueden reflejar lo que nosotros apenas podemos percibir: lo inconcebible. Ellos lo han visto, conocido y comprendido no del todo, pero sí en parte. Para mí es un consuelo pensar en lo sagrado de las personas” (De Igmar Bergman; tomado por Gustavo Martín Garzo en el Pregón del 28 de marzo de 2009 en Valladolid y publicado en Atrio.org por Javier Vitoria el 19 de diciembre de 2011. Y la cita está aquí gracias a Antonio D)

    “Digamos que “no hay Dios”; ¡concedido!, pero la última razón estriba en que tampoco hay hombre” ¡Esto afirma Pánikkar!

  • Pascual

    Soy consciente que el hilo del post ya no va por aquí pero como no entré a tiempo cuando se buscaba el concepto”Dios”, pues aporto ahora mi granito, que no es mío sino la recolecta.
    “Eminentes pensadores de diversas confesiones religiosas nos vienen diciendo desde hace ya mucho tiempo que, en rigor, “no se puede hablar de Dios”. (Panikkar) Sin embargo el individuo siente la necesidad de pedir ayuda y de apoyarse “¡en algo!”; y lo que descubre es el terrible dolor de su propia soledad”.
    En la novela de Enrique Vila Matas, “Dublinesca”.- Seix Barral. Biblioteca Breve. 2010. pág. 305, una esposa opina así de su marido: “Para empezar, está percibiendo con claridad que tanto Dios como el genio que siempre buscó han muerto; y se ve a sí mismo ahora instalado en una pocilga deplorable, dentro de un mundo repugnante”. Y luego, en la pág. 316, le dice al marido: “Vives sin un dios y te falta el sentido. Te has convertido en un pobre hombre”.

  • George R Porta

    Hola, Olga. Un saludo cordial. Lamento que hayas sentido necesidad de cuestionar la mención de los judíos por parte mía y de Miguel (¿No será Manuel?. Nota de AD).
    Si intent aclarar un poco mi parte es porque Oscar y tú no me tienen que apreciar pero yo les aprecio y les respeto. Puedes quedar convencida que la Shoah siempre será tratada por mí con el mayor respeto. Mis amigos judíos me estiman y me conocen con mis creencias y yo conozco las de ellos y les estimo y aprecio.

    A mi modo de ver la Shoah debe ser recordada y, en mi manera de pensar, es representative de los genocidios que ocurrieron antes en
    tantas partes del mundo y que no cesan de ocurrir. Fueron mencionados por mí en respuesta a la interpretación que hizo Manuel de un
     comentario que había yo escrito en este hilo. Para nada he querido mencionar sus creencias manipulándolas para apoyar las mías ni identificarlas con las mías.

    Siento un respeto muy profundo por todos esos lugares donde fueron aberradamente masacrados  no solo los judíos sino tantas personas de todas las procedencias y etnias y credos. Y mientras pueda recordarles personalmente aunque sea con la cosa minima de ir hasta ellos y colocar mi pequeña piedra en alguna tumba o muro o lápida lo haré.

    No nos conocemos pero te respeto y te confieso que me sepa mal tu reproche porque no creo que ni Miguel ni yo hayamos tratado de manipular la mención de los judíos y su sufrimiento en relación con ninguna creencia en nada. 

    Desafortunadamente no me supe expresar y Miguel cree que pienso como Santiago y yerra en ello aunque le respeto discrepando tan profundamente. Ya me retiré del debate ese y ahí se queda.

    Te respeto como respeto a Oscar y sientoe afecto por ustedes a la distancia y no espero reciprocidad de vuestra parte. Desde mi entrada en Atrio les he sentido cercanos y eso es todo. Me ha sorprendido el tono de tu reclamo. No es necesario que te diga que no me considere con derecho a ninguna explicación tampoco y que no la estoy solicitando.  

  • olga larrazabal

    Por favor saquen a los judíos del ruedo, ya que la creencia en una vida no terrenal, no es parte de su repertorio oficial.   Y el único dogma de su religión es el Shema Isroel, lo cual personalmente me parece muy atractivo, porque cada uno puede imaginarse el cuento  y comunicarse con Dios como quiera. Aunque es muy bien visto en la Comunidad hacerlo a través de las buenas obras en este mundo.  Y de estas buenas obras hablará el Rabino en su funeral.  No de su fe ni de lo que creía o no creía.
    Escucha Isroel, el Señor es tu Dios, el Señor es Uno.

  • Asun Poudereux

    Permitidme, amigos, esta intrusión, no puedo dejar de expresar lo que, desde  mi modo y manera  de concebir y experimentar las cosas de las que aquí  habláis, me surge.
     
    Creo en primer lugar que mala cosa es catalogar o etiquetar a las personas por las impresiones,  que sus creencias o dudas o una mezcla de todo ello, con exclusión si cabe, que nuestra mente pensante  separadora no puede evitar,  y mucho menos,  si nos creemos ser lo que la mente, fuera de lo que es su funcionalidad estrictamente,   dispara sin cesar.
     
    Por otra parte,  no sé por qué, pero mira por donde, resulta que entiendo perfectamente todos los puntos de vista que aquí se expresan. Y no por eso me siento más cerca de unos  u otros, en sus afirmaciones o intentos de aproximación. Simplemente me reconozco en todas ellas, ya por haberlas vivido en tiempo pasado ya por sentirlas trascendidas,  aunque no rechazadas o si queréis aplastadas, como parte de lo que, especialmente y particularmente,  desde mi mente  o razón creí y viví al identificarme absolutamente con ella. Ya no sé si era por miedos, egos y/o inseguridades propias de la ignorancia del/de la  que cree saberlo todo.
     
    Y además,  el hecho o intento de saberse no poseedor /a de ninguna verdad es  una actitud dialogante que aproxima y acerca, o al menos da la lucidez de intentar entender la “postura” de los demás más que de rechazarla como única alternativa a la propia, cerrando el acceso a poder mirarse en el otro y recoger  la riqueza  universal que nos ofrece la escucha, la mirada  sosegada.
     
    Finalmente, con todo,  sin duda en este punto,  vale más lo conocido, lo experimentado y  siendo sido por uno/a mismo/a que todas las verdades  y razonamientos de autoridades en el tema que nos ocupa, escritos,  manifestados y hasta sellados, en muchas ocasiones,  por la divinidad y la razón infalibles.  Y  por lo mismo,  sobre todo,  siendo el universo en el que vivimos tan  inmenso,  se debería  no olvidar de que  el camino por el que se anda y se está,   no tiene porqué ser el de los demás  y,  por tanto,  huelga  el afán por imponerlo  sin alternancia  posible  y  a toda costa, si bien nos puede guiar el anhelo a expresar  la propia intimidad, sin más, en el campo que nos es más familiar.
     
    Os agradezco a todos y a todas  el estar aquí y allí al mismo tiempo.

  • George R Porta

    Amigo Manuel, Gracias. Agradezco la referencia a Freijó. Un abrazo cordial.

  • Isidoro García

    Las posturas ateas, tienen todos los argumentos del mundo. En principio no tengo nada que objetar a los 6 puntos de Manuel. La realidad es de tal forma que no hay pruebas concluyentes, de las tesis fideístas.

    .1. No hay pruebas concluyentes contrarias a que “jamás se ha producido revelación de dios alguna”.

    .2. Hay indicios claros de que “los libros religiosos son todos, construcciones humanas”.

    .3. Asimismo, no hay pruebas claras que “Jesús sea una figura cuasi divinidad en la segunda persona dentro de un insostenible triunvirato”.

    .4. En principio parece claro que “el mal del mundo es suficiente para hacer improbable la existencia de dios”.

    .5. También parece claro que las religiones cubren una fuerte necesidad psicológica: “El hombre necesita de la trascendencia para conjurar el estrés ante su finitud”.

    .6. Y también acepto que “la creencia en lo sobrenatural y disponer de un pensamiento científico, aunque concurrente en el terreno especulativo, son incompatible desde el punto de vista epistemológico”.

    Y también creo que no hay pruebas contundentes de que el Universo necesitara la existencia de un Dios Creador.

    Por ello estoy de acuerdo en que no hay terreno válido de discusión intelectual entre un creyente y un ateo o agnóstico. Lo que si deberíamos ser todos lo más coherentes posible, (dentro de lo que cabe), con nosotros mismos, y sobre todo respetuosos con la vida de los demás. Por eso la discusión con ateos o agnóstico es inútil: llevan toda la razón, (en el doble sentido de la palabra).

    Pero en la cuestión espiritual-religiosa, no estamos ante un debate filosófico, sino sapiencial en el que cada uno debe organizar y vivir su vida, como mejor pueda y sepa, para salir lo menos perjudicado del trago. El punto 5, sobre el papel psicológico de las creencias, es muy revelador. Yo que personalmente creo en la existencia de “algo”, también pienso que si no lo creyera, seguiría pensando que las religiones son un gran activo de las personas para llevar mejor su vida.

    Ahora bien, yo me considero una persona moderna y razonable, entonces ¿por qué creo, (con las sempiternas y correspondientes dudas), en algo de lo que no solo no hay pruebas sino que todos los indicios apuntan a que no hay razones para creerlo?.

    Por una causa, (no la llamo razón, porque no es algo estrictamente racional). Por una confianza interior en mi intuición personal. Todos sabemos que existe una parte de nuestra mente, la mente subconsciente, que elabora unos dictámenes e ideas, (intuiciones), sin intervención de la mente racional, la conciencia.

    Esas intuiciones, son la fuente de la creatividad en general, incluída la científica. Y estas intuiciones pueden dar origen a ideas geniales, y también a muchas tonterías. Por eso siempre hay que procurar que sean lo mas razonables que sea posible teniendo en cuenta el estado presente y el  previsible futuro de la ciencia, y además sin olvidar que siempre serán objeto de fé y por ello de duda.

    Por eso la fé tiene un algo de similitud con el amor, en el sentido de que es algo que proviene del subconsciente. ¿Por qué nos enamoramos de uno/una persona?. Porque lo sentimos así, aunque luego lo racionalicemos y lo justifiquemos. El objeto de nuestro amor, muchas veces no pasaría el tribunal racional de nuestros familiares y amigos. Y por eso muchos de estos, si rompemos, nos dicen: a mí no me gustaba.

    Aquí siempre estoy hablando de fé sentida, (aunque eso no excluye los momentos y periodos de duda). Otro tema es la fe de muchos que se sienten obligados por fidelidad cultural a la familia, la sociedad o su iglesia a creer cosas que en realidad no sienten.

    El humano que no siente esa “intuición interior”, hace muy bien en no aceptar nada que no sienta o no esté probado. Pero eso no lo hace superior intelectualmente. Cada uno elige vivir la vida con las cartas que ha recibido de la naturaleza.

    Porque hay que desmitificar un poco al “homo racionalis”. La moderna neurología ha demostrado que el humano, toma sus decisiones, fundamentalmente por vía subconsciente, mediante “intuiciones”, y luego cuando esa idea pasa a la conciencia, se racionaliza, y creemos que la tomamos por razones.

    Y por otra parte, el método que me hace más fácil aceptar intuiciones no probadas, y a sobrellevar lo mejor posible, los razonables argumentos de los racionalistas a ultranza, es que el proceso parece menos dificultoso, si mediante la imaginación creativa y los conocimientos, nos construimos un modelo lo más razonable posible, o sea una cosmovisión que explique el mundo lo mejor y más coherentemente que podamos.

    Para lograrlo hay que permanecer en un viaje de búsqueda constante, para ir perfeccionando nuestra cosmovisión interna.

    Y además al recorrer esa búsqueda “espiritual”, es necesario y conveniente tener un hilo de Ariadna, un eje-guía del modelo, para que el subjetivismo y el narcisismo no se traguen todo el “trabajo” realizado.

    Si no dispones de ese hilo-guía, te ataca la perplejidad, que te puede llevar a la parálisis y el escepticismo existencialista,
    o al reduccionismo simplificador, buscando el atajo para entender lo que en sí no es fácil de entender,
    o al sincretismo neurótico de ametralladora, (disparando sin ton ni son, a todo lo que se encuentra uno),
    o directamente al delirio cognitivo. Todos estos son peligros que amenazan a todo buscador espiritual, el primero a mí mismo.

    En mi caso, como ya he dicho en otras ocasiones, mi hilo de Ariadna es el evolucionarismo del cosmos, y la dinámica teilhardiana, (su línea general, no sus detalles concretos, que como todo, son producto de su época histórica). Y a mí esto me va sirviendo. Cada uno se debe buscar su personal eje-guía.
     

    Acabo con unas frases de Albert Einstein: “La cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos. Yo sostengo que el sentimiento religioso cósmico es el motivo más fuerte y noble para la investigación científica”.

  • Manuel

    Amigo George, no quisiera retomar de nuevo un debate en el que a fuer de entrar en el terreno de las precisiones, volviésemos a retomar un diálogo en donde no estén previamente definidas y compartidas las imprescindibles premisas.
    Pero admíteme al menos una sola cosa, que las autodefiniciones como: No soy teísta ni ateo, soy posiblemente agnóstico y más adelante dices que, En efecto soy cristiano católico y no creo que haya ningún “resarcimiento”… No me pudiera resultar un poco confuso y que pudiera coadyuvar, a que incurriese en errores interpretativos.
    Al margen de las diferencias (de las que soy consciente) tú eres creyente, aunque fueses deísta, al igual que Santiago. Tu credo, contiene un alto componente de asunción en el papel redentor de Jesús lo que en el mismo sentido, también lo comulgas esencialmente con Santiago. Para simplificar la tarea en la respuesta que debía a los dos razonablemente hemos de convenir, que mi discurso está años luz del tuyo. Y el tuyo relativamente cerca del de Santiago.
    Y ya me queda una última puntualización. Por ser católico y cristiano, no crees que dios le deba ningún resarcimiento a la especie humana. Consideras que después de haber pasado por este valle de lágrimas de la selección natural, tu dios, no le debe reparación alguna (porque ese fue el sentido que yo le di al resarcimiento que dios le debe al hombre) a ninguno de los especímenes del sapiens que aparecieron (evolutivamente) hace 150000 años en este hostil planeta. Muy bien.
    Yo soy enemigo de citas porque no me sienta bien recubrir mis ideas con el argumento de autoridad. Pero sí invitar a mis amigos a que comparta algunas lecturas de las que me nutro.
    Permíteme esta pequeña licencia George: He leído el libro de Manuel Fraijó: Dios y el Mal.
     
    Saludos entrañables

  • George R Porta

    Amigo Manuel: Lamento ser tan incapaz de deslindar mis ideas. Mis ideas no coinciden con las que Santiago expone. Le respeto aunque crea que esté errado. No argumento en su contra tampoco, como no argumenté en contra de las tuyas. De cualquier modo mi preferencia es asumir no que te equivoques al interpreter lo que escribo (aunque alguna forma de juicio tpersonal e haces cuando piensas que yo personalmente piense/sienta con las mismas ideas y sentires de Santiago y, subsiguientemente, decides retirarte) de la conversación lo que respeto pero me apena. 

    Desde luego en función de ese respeto, me salgo del hilo aunque me hubiese gustado poder explicarme al punto de que comprendieses que no soy un ateo pero no soy un teísta, que navego sin tus certezas y me siento major en el mar de la duda.

    Así, escribo esta nota para, como expression de respeto, descontinuar mis intervenciones dirigidas a ti. Un abrazo cordial. 

  • Manuel

    Amigos pacientes, tolerantes y respetuosos George y Santiago:
    Permitidme que os de a conocer mis impresiones y opiniones de manera conjunta. Creo que lo que compartís (la fe en Cristo Jesús y por consiguiente, la fe en un mismo dios) a pesar de los matices peculiares, me facilita la tarea de transmitiros simultáneamente mis puntos de vista.
    Me preguntaba esta mañana qué tendría yo que hacer, para engrasar al máximo la fluidez de este diálogo. Una cosa advertí, y es que en un proceso donde se exponen con esfuerzo explicativo los argumentos de unos y otros, se va haciendo cada vez más necesario y exigible, conllevar unas pocas, pero imprescindibles premisas, para que el desarrollo de las ideas que se vayan produciendo en ese discurrir racionalizador, sea mínimamente inteligible para todos.
    Yo creo conocer las ideas/fuerzas que conjuntamente vivenciáis. Ahora se trata de exponeros las premisas desde donde yo hago mis reflexiones. Estoy convencido de:
    1) Jamás se ha producido revelación de dios alguna. Entendiendo a ésta, como la epifanía incontrovertible. Como aquella manifestación directa, unívoca, indiscutible, imperecedera y universal de un dios inconfundible, que de manera definitiva, se muestra con un lenguaje diáfano y por tanto, que no necesita ni de interpretadores, ni de mediadores ni de representante suyo. Haciendo imposible pues, la existencia de las religiones por innecesarias.
    2) Los libros religiosos son construcciones humanas. Ningún dios habló mediante la delegación de un arcángel, ni bajo la forma de la primera persona de un dios trinitario y ni bajo la forma de una zarza ardiendo. Por tanto, no ha trasmitido mensaje alguno a ningún increíble intermediario que después sus seguidores, y no los propios profetas, hayan dejado por escrito, muchísimos años después, sus inverosímiles mandamientos. No hay una prueba más concluyente de la inexistencia de un mensaje divino, que la pluralidad contradictoria de las miles de religiones donde profesan sus creencias, miles de millones de personas.
    3) Aun despejando casi de forma definitiva, en mitismo sobre la existencia histórica de Jesús, este personaje en la que la mayoría de los historiadores comparten que fue una persona realmente existente, no es óbice para sostener a la vez, que Jesús no fue una figura cuasi divinidad en la segunda persona dentro de un insostenible triunvirato. Lo que se ha  levantado sobre esa persona es pura fábula. Jesús murió como un rebelde ante los romanos porque quería implantar un reino denominado de dios y cuyas connotaciones terrenales, hizo sospechar a los dirigentes políticos y religiosos de su época hasta llevarlo al mismo suplicio que se le aplicaba a todos los rebeldes del Imperio. Lo demás, fue toda una construcción teológica de Pablo.
    4) El mal del mundo es suficiente para hacer improbable la existencia de dios. La imposible teodicea es el detonante para pervivir eternamente con la duda sobre su existencia. Se han prodigado inasumibles justificaciones sobre el mal en este mundo (¡oh! Pero es el mejor de los posibles, entonces, ¿cómo sería posible la vida en el peor?) con las más irrazonables explicaciones proporcionadas por sus apologistas. Mucho trabajo han tenido éstos, desde que Voltaire y ya antes de él Jean Meslier y hasta hoy día con el darwinismo omnipresente, para rebatir la avalancha de aseveraciones que han ido fustigando la inconsistencia de sus argumentos. Cuando quedaban arrinconados y solos con su dios de los huecos (de Stenger) se nos brindaba como la respuesta definitiva, ese cortafuego tan resistente al escrutinio de la razón: Su impenetrabilidad. Así pues, que amén.
    5) El hombre necesita de la trascendencia para conjurar el estrés ante su finitud. No creemos porque deduzcamos del mundo real su existencia, no,  sino porque necesitamos creer que esta exista, para prolongar nuestra continuidad hasta la eternidad. Es un reflejo biológico de la necesidad de perpetuar nuestros genes que les traducido por nuestra mente, con esa asombrosa fórmula. Tenemos necesidad de la fe, no porque se infiera ese hálito de lo trascendente, desde la realidad tangible y a partir de nuestros conocimientos científicos, no, tenemos fe porque es vital para el equilibrio psicológico que se necesita para sortear el miedo a la nada. La pregunta sería ¿estamos convencido de que sin la idea de dios es imposible afrontar cara a cara la muerte? Si es así ¿convendremos que el ofrecimiento que nos hace las religiones, es un inmejorable, exclusivo y nada más que un buen placebo para sosegar el temor a lo desconocido? ¿Y por qué no vivir (y morir) como si dios no existiese (Bonhoeffer) que es lo habitualmente hacen los no afectados por la teodependencia?
    6) La creencia en lo sobrenatural y disponer de un pensamiento científico, aunque concurrente en el terreno especulativo, son incompatible desde el punto de vista epistemológico. No se puede aceptar a la vez la autonomía de lo inmanente y considerar a dios como un vigilante que observa lo que hago, pienso y advierte las necesidades provenientes de mis deseos cuando no, de mis peticiones explícitas para alterar caprichosamente el curso de los acontecimientos históricos o las propias leyes de la naturaleza. Las teologías más avanzadas y humanizadas ya no se va considerando a dios como un ser que manda terremotos como en Lisboa, por culpa de sus pecados (como así fue considerado entonces y que tanto enfadó a Voltaire) sino que hasta cierto punto, si se está desproveyendo a dios de cualquier papel intervencionista, nos queda un dios impertérrito e impotente ante a la despiadada indiferencia con la que somete la naturaleza al ser humano. Tampoco podemos entender que el cosmos entero, haya sido diseñado para albergar una especie inteligente que lo único importante que tiene que hacer en su vida, es sobrevivir mancomunadamente como buenos primates y perpetuar la continuidad de su especie a través de la reproducción y a la vez, sostener que hemos sido redimidos del pecado original. No podemos concebir que no pueda existir una creación sin agente hacedor, a pesar de los avances en la cosmología que nos va haciendo comprender que sólo se necesita la gravedad y la fluctuación cuántica del vacío para desarrollar el universo tal como ahora lo percibimos y quedarnos encogido de hombros, cuando se nos plantea que si dios no necesitó otro creador para existir desde siempre, por qué la materia/energía no ha podido también existir con sus transformaciones desde siempre.
    Cabría más pero no quiero hacer esto interminable. La pregunta que cabe ahora es la siguiente: ¿Es posible que pudiésemos mantener un diálogo desde estas premisas, cuando las que vosotros afloráis son tan profundamente  diferentes de las aquí expuestas?
    Esta pregunta me la he hecho muchas veces y he terminado por retirarme de todo debate al vislumbrar, la imposibilidad de lograr que ambas pudiesen conciliarse.
    Lo que me pasa es que, se me hace irresistible intervenir cuando a mi juicio, algo no encaja con la lógica, con la razón y con la coherencia de mis ideas, entonces, ingenuamente vuelvo a las andadas.
    Después me retiro y me planteo ¿Quién soy yo para cuestionar sus creencias, a pesar de que en mi consideración puedan ser, aparentemente incongruentes?
    Eso digo ¿quién soy yo?
    Muchas gracias y un fuerte saludo para los dos.
     
     
     
     

  • Santiago

    Gracias, Manuel, por tu comentario….Claro que la fe no puede consistir en lo meramente empírico….Las evidencias de la fe no consisten “en ver”…sino en “creer”, que es distinto…El conocimiento se refiere a la realidad…a que es posible creer…Es precisamente por nuestra limitación humana por la que necesitamos una ayuda extra-natural para poder acceder a las verdades  que exceden nuestra corta razón que no puede llegar por si misma a vislumbrarlas..Por eso el conocimiento de la fe se dice que es supra-racional…
    Es por eso que FE y RAZÓN no son antagónicas, sino complementarias….Sin la base de la razón, la fe puede caer en un mito o fantasía absurda…y sin la fe, la razón se repliega en un mundo subjetivo…sin una apertura a un conocimiento superior….trascendente….pues es a lo TRASCENDENTE a lo que aspira el corazón del ser humano…si no nos convertiremos en meros existencialistas-materialistas…..pero el conocimiento, aun en la pequeñez humana, puede remontarse por encima de lo meramente biológico…

    Por otro, lado -como sugieres- laa certeza “puramente” humana es solamente de probabilidad….Creemos y hacemos lo que es lo mas probable….Es una certeza humana, tambien prudencial…Claro que hay lugar para la duda….Pero hay dudas negativas, muy negativas….donde no hay por donde “agarrarse”…y hay otras dudas con un lado positivo…en la que podemos ver claro…y a veces mucho mas claro….hasta llegar a la certeza moral….que no solo es posible, sino necesaria en esta vida para nuestra salud mental, espiritual y aun física…para nuestro propio equilibrio holístico…Pero certeza probable no solamente se aplica al cristianismo sino a TODO el conocimiento humano, incluyendo a la ciencia experimental. LA certeza ABSOLUTA no existe en esta vida sino que pertenece a OTRA dimension de la realidad…que es si es absolutamente TRASCENDENTE.

    LA FE no es solamente un acto del entendimiento sino tambien de la voluntad…puesto que nosotros los humanos somos los únicos seres dotados de estas dos facultades espirituales, entendimiento y voluntad……LA FE, pues, no ve…. sino que CREE…..CREEMOS, pues, porque tenemos confienza en la coherencia de una persona o un hecho…CREO en mi medico internista porque existe, es real, lo veo, no es un fantasma, he oído muy buenas cosas sobre el(ella)…lo he visto actuar en mi ,con acierto, en mis dolencias, es compasivo, creo que posee ciencia suficiente…LE TENGO CONFIANZA…Creo en su persona y creo en los testimonios de un grupo de sus pacientes que son mis amigos…Si no tuviera esa BASE HUMANA, esa certeza moral -aunque no absoluta-, es decir, MI FE no me llevaría a el, a
     permanecer con el/ella,….Si mi razón y mis conocimientos sobre mi internista me dijeran lo opuesto entonces mi fe iría decayendo, haciéndose mas debil..y entonces quizas llegaría hasta perderla….

    ES POR ESO que la coherencia de la presencia de JESUS en el mundo, su existencia, su vida pública, sus dichos y hechos, su muerte y resurrección, el valor moral de su doctrina se imponen a mi entendimiento como algo creíble, algo verdadero, algo posible de seguir, UN ESTILO de vida que me impele a seguir a Jesus, a creer en SU PALABRA y en su TRASCENDENCIA….La virtud de la FE sobrenatural en el ser humano, no solamente requiere de una base real y no fantástica,…… sino de la gracia, que nos ilumine para poder aceptar la coherencia de la verdad…que se presenta ante mi entendimiento como posible….Como que es tambien don, un regalo, podemos aceptarlo o rechazarlo en virtud de nuestra intrínseca libertad como ser creado…De ahi se puede deducir su mérito….

    Muy acertada tu observación, amigo Manuel…..Un saludo cordial de Santiago Hernández.   

  • George R Porta

    Leo esto escrito por Manuel ( 22.16 h) entre una serie de preguntas dirigidas a mí y trataré de responderlas, pero sobre todo la siguiente. Pido perdón anticipado por utilizar tanto espacio, pero prefiero aclarar mi fallo comunicativo de una vez y ojalá que lo logre.

    Manuel ha escrito: “Nunca he llegado a comprender el regocijo que, tú crees George, sentiría  un judío en un campo de exterminio esperando su muerte mientras recita de memoria unos versículos de la Torá.”
     
     
    Yo tampoco lo comprendería. Lo directo de tu pregunta y tu propia redacción de mi afirmación me hace pensar que no he debido expresarme rectamente o que pude ofender tu sensibilidad  y comienzo por pedir que me perdones si te he ofendido en algo, porque no me das oportunidad de aclarar lo que haya deseado expresar.
     
     
    Para mejorar un poco mi comunicación al responderte traigo a colación lo siguiente. Esta es la definición del el DRAE de la palabra regocijo. (De re- y gozo). 1. masculino. Alegría expansiva, júbilo. 2. masculino. Acto con que se manifiesta la alegría. Y de esta manera define “euforia. (Del griego εὐφορία, fuerza para llevar o soportar). 1. femenino Capacidad para soportar el dolor y las adversidades. 2. f. Sensación de bienestar, resultado de una perfecta salud o de la administración de medicamentos o drogas. 3. f. Estado de ánimo propenso al optimismo”.
     
     
    Quizás debí escribir euforia para ser más preciso, pero no lo hice. Como no soy infalible ni me lo creo, aunque me gustaría serlo, trataé de esclarecer lo que siento/pienso y quise expresar y deseo que quedes satisfecho.
     
     
    En la práctica de la psicoterapia en cuidados paliativos a enfermos terminals he visto morir a mucha gente y  he escuchado agradecidoi sus esperanzas y sus interrogaciones. Muchas veces me impresionaron de modo que creo que sentir y pensar lo que expresaban cuando casi nadie miente hiciera más llevadero o menos, según lo que describíera el/la paciente, el sufrimiento o el miedo anticipatorio de la muerte.
     

    No soy ni he sido partidario de tratar de disminuir o de racionalizar la experiencia de nadie con ninguna forma de interpretación ideológica cde mi preferencia. No recuerdo que (lo cual muy probablemente equivale a que si ha ocurrido no ha sido intencionalmente) alguna vez en los treinta y tantos años de mi vida profesional,  haya sugerido a ninguna persona que se refugiara en la religión para lidiar con sus problemas o sus penas o alegrías, pero si he visto la diferencia entre quien acoge lo que le ocurre con alguna esperanza de que el sufrimiento pueda terminar de alguna forma benigna o que la vida en la enfermedad pueda estar seguida de otra forma de existencia o vida libre de sufrimientos.
     
     
    He visto a los capellanes recurrir a la religión para apoyar esa esperanza, pero como la de ellos no es mi profesión (aunque puedo considerarme teólogo y solo me queda someter mi disertación para aspirar al doctorado en esa rama de las Humanidades aunque ya no me interesa por razones de edad) ni personalmente albergo esa ilusa certidumbre, nunca lo he hecho y profesionalmente si debo éticamente respetar cualquier creencia o profesión legal, éticamente estoy obligado a  no  inducer un tal sentimiento o conducta.
     
     
    Esta es literalmente la afirmación que escribí y que me parece que se relaciona con tu comentario: Hay una alegría profunda tanto para quien sufre tremendamente cualquier forma de opresión como para quien la sufra mucho menos, en esperar confiadamente que las promesas atribuidas a Jesús por los evangelistas y la tradición sucesiva quizás se realizarán. Eso he observado. He visto el efecto de euforia, desconcertante para mí pero aparentemente beneficiosa para el/la paciente,  que juega la esperanza no he visto regocijo (que tu interpretas y que yo no menciono), en situaciones que comprensiblemente sean de adversidad, como las que preceden o llevan a la muerte. 
     
     
    Por otra parte he observado directamente la disforia (cuya definición lamentablemente no contiene el DRAE) que es lo contrario al optimismo si uno se guía por la etimología) a menudo escalando a desesperación en quien muere amargado/a o incapaz de aceptar la inevitabilidad de la muerte, o la percibe como un castigo o injuria personal e inmerecida. Aunque ha sido igualmente dsconcertante, ciertamente no deseo tener esos sentimientos ni esa conducta cuando me llegue la hora, que ya no debe tardar mucho.
     
     
    Me considero persona veraz y compasiva, respetuosa de los sentimientos e ideas de los demás, sobre todo cuando no los comparto o los comprendo. No recuerdo que ante la amargura de alguno/a de mis pacientes me haya enfrascado en alguna discusión o exigido rectificación de su parte de lo que considero un error, porque creo y siento que la muerte merezca ser acogida como parte de la vida.

    Mi tradición spiritual es teresiano-sanjuanista e ignaciana y por eso deseo interpreter como soberbia u orgullo resultante del miedo posiblemente inconsciente la necesidad grandiose de hacerme creer a mí mismo que se puede demostrar la certidumbre de la existencia de la divinidad. Soy opuesto, consecuentemente, a una tal afirmación aunque quizás peque de soberbia u orgullo en muchas otras cosas cuando deseo y prefiero la humildad, en la definición de Teresa de Avila: “Andar en la verdad”. 
     

    Me he sentido útil escuchándo a mis pacientes desesperados o rebeldes contra la muerte, a fin de servir de “punching bag” y que puedan tartar de desahogar sus sentimientos y su pena de alguna manera. Hoy día, desde luego, los cuidados paliativos roban al paciente su autonomía y la posibilidad de acoger con paciencia la muerte (como no juzgo a la medicina paliativa tampoco afirmo que eso sea bueno o malo). Al escribir “pacientemente” quiero decir “sin amargarse” o sin tomarlo como una injuria personal o exclusiva.

     
    Mencionas la experiencia de la Shoah y lamento que quizás pienses que yo sea indiferente o insensible al sufrimiento de los judíos y no judíos que fueron masacrados en ella. Ese no es mi caso. De hecho tratando de hacer algo saunque sabiendo que sea poco, he visitado muchas veces por mi cuenta sobre todo Theresienstadt o Treblinka, Auschwitz – Birkenau, Le Vermet, Sobibór, y Flossemburg donde fue ejecutado un tipo al que admire grandemente, Dietrich Bonhoeffer, que murió según testigos presenciales con la convicción de que comenzaba la verdadera vida. Visitar  los lugares donde los nazis y fascistas cometieron los crímenes como tributo póstumo a las víctimas y para dejar mi testimonio de repulsa a los crímenes en los libros de visitants no es mucho, en efecto, es muy poco, y quizás hayas hecho más, pero cada uno/a hace lo que pueda o crea y merece un respeto mínimo. Yo quisiera tener la convicción de Bonhoeffer a la hora de morir, esa esperanza confiada de que posiblkemente la muerte marque el comienzo de otra forma de existencia más feliz.
     
     
    En mi experiencia propia, que no tiene que ser la tuya y que muy bien pudiera ser que se deba a alguna forma de tontería de mi parte esto de haber albergado alguna  confianza en que haya alguna forma de existencia feliz después de mi muerte, mientras he estado atravesando períodos de adversidad en mi vida, me ha dado paciencia y me parece que me haya protegido de la amargura y de la desesperación. La ausencia total de esperanza no la deseo de ninguna manera.
     
     
    No soy teísta ni ateo, soy posiblemente agnóstico, por eso hablo de atribuciones de los evangelios (conozco la existencia precarísima de esos escritos, sobre todo los canónicos) y por eso hablo de esperanza confiada. Y, aquí, en Atrio, he afirmado muchas veces mi sentir/pensamiento de que la existencia de la divinidad sea solo objeto de duda. Nadie la puede afirmar, nadie la puede negar. Acepto que pudiera existir, pero no me consta ni lo uno ni lo otro. Eso sí, lo deseo y lo espero.
     
     
    También he utilizado espacio, tiempo y energía en combatir la lectura sacrificial de la ejecución de Jesús de Nazaret (interpreto, perdóname si yerro, que te refieres a ese tema al escribir lo siguiente: es olvidarnos de ese relato tan ensangrentado. Sangre, sangre, sangre. No entiendo ese ensoberbecido disfrute por ella) (el énfasis mío.) He pagado con creces la oposición a esa tradición oficial pero no dogmática de la Iglesia Católica).
     
     
    En efecto soy cristiano católico y no creo que haya ningún “resarcimiento” (esta es la definición de resarcir que ofrece el DRAE que solo la incluyo al efecto de aclarar lo que deseo expresar aunque no te sea necesario: resarcir. (Del latín resarcīre). 1. transitivo. Indemnizar, reparar, compensar un daño, perjuicio o agravio. Usado  también como pronominal) aunque prefiero mantener mi esperanza confiada en que no sea absolutamente imposible alguna forma de existencia más feliz después de la muerte. Hay demasiada gente que la espera y la considera algo no necesariamente imposible. Hay demasiada bondad y belleza en el Universo para que me sienta inclinado a la permanencia de la belleza. Los animales no parecen ser rencorosos y por lo tanto me siento inclinado a rechazar cualquier clase de sufrimiento adicional después de la muerte o algún juicio.
     
     
    Te menciono mis credenciales porque no me conoces pero por ser teólogo (aunque solo soy Licenciado en en Teología) y he sido practicado una aplicación de una ciencia en la psicoterapia (públicamente licenciado para practicarla), soy más inclinado a interpretar la maleficencia, por horrenda que sea, más como una patología que como un vicio y mucho menos típica del ser humano que la beneficencia.
     
     
    Ojalá, Manuel, que esto aclare mi deficiencia al comentar en este hilo.
     
     

  • Manuel

    Nunca he llegado ha comprender el regocijo que, tú crees George,  sentiría  un judío en un campo de exterminio esperando su muerte mientras recita de memoria unos versículos de la Torá. ¿Qué clase de crueldad es esa que para proporcionarte un lugar en el paraíso tengas de someterte a ese sinsentido sufrimiento? ¿Cómo tu dios no pudo haber arreglado las cosas de este mundo de otra manera para que ni él mismo hubiese hecho falta que fuese destrozado, desangrado y no sé cuantas cosas más, que con solo describirlas, parece que estamos recreando un insoportable sufrimiento humano sin que nos tiemble el pulso? ¿Por qué morir insufriblemente en esa ni en ninguna cruz? ¿Qué clase de concepción divina es esa que le inventamos una encarnación, con una expiación, por un pecado original que jamás ocurrió acompañada de una soteriología que vamos reconfigurando con el paso de los siglos, por pura conveniencia racional?
    Todos los días hay muertes por causa de la justicia. Y si crees que habrá algún resarcimiento por no se sabe exactamente con qué premio, lo que primero que debemos de hacer es olvidarnos de ese relato tan ensangrentado.
    Sangre, sangre, sangre. No entiendo ese ensoberbecido disfrute por ella

  • George R Porta

    Hay una alegría profunda tanto para quien sufre tremendamente cualquier forma opresión como para quien la sufra mucho menos, en esperar confiadamente que las promesas atribuidas a Jesús por los evangelistas y la tradición sucesiva quizás se realizarán.

    La certeza que sale de la voluntad aunque se sienta como “obsequio” a la memoria de Jesús muy bien que pudiera ser lo contrario, alguna forma caprichosa de soberbia, de superioridad que nace del miedo a la incertidumbre. Esta certeza de quienes saben que aquellas promesas necesariamente se realizarán, no puede ser compartida sinceramente sin alienarse en la imaginación por quienes cada día sientan su humanidad vilipendiada como parece que la sintiera Jesús durante las últimas semanas cuando estuvo perseguido y finalmente cuando su cuerpo fuera destrozado y desangrado en su ejecución, ni tampoco por quienes se solidaricen con ellos desde la impotencia en la lucha por la justicia, cualquiera que sea la posibilidad que utilicen para luchar.

  • Manuel

    Santiago: Es una contradicción basar las creencias en pruebas empíricas. Si tienes evidencias de tus creencias no necesitas la fe. Tendrías conocimiento. Si tan incontestable son tus pruebas, no se entiende la poliédrica existencia de miríadas de confesiones cristianas.
    Necesitas,  dentro de la incertidumbre que te proporciona tu fe, mantener tus creencias  en la sempiterna duda. Porque sobre el cristianismo no hay certeza alguna y ese nivel de irresolución, es lo que hace obligado la fe.  Pedro no tuvo fe,  sino conocimiento sobre Jesús.  Ese es el estado del creyente,  y no estar instalado en certeza ni en evidencia alguna. Porque entonces, no serias un hombre de fe sino un hombre que SABES de las cosas de tu dios.
    Saludos

  • Santiago

    LA FE en la Revelación basta, siempre que esta FE esté basada en algo real o posiblemente real….Si Jesus no hubiera existido como lo retratan y lo relatan los Evangelios y los escritos de la época y si no hubieran existido mártires testigos de su Vida y  Resurrección, entonces nuestra fe y nuestra decision de creer seria una “algo tenue’…”vana sería nuestra fe”…entonces estaría basada en una burda mentira…..PERO la fuerza de la existencia de Cristo como personaje real en la teocracia judía del siglo I y los testimonios de certeza de sus discípulos y de aun de los que se oponían al cristianismo, hace que el ECO del fenómeno religioso-humanista Cristiano haya podido sostener la verdad histórica, sin claudicar, por 21 siglos….a pesar de los grandes combates librados por sostener la FE..y de

     POR  otro lado, hay muchas formas sutiles de escapar de esta presencia divina, como sugiere Román….No se puede construir un Dios que se acomode a mi “manera de ser” y a “mis sentimientos”….La semejanza con EL es de criatura….a Creador puesto que estamos aquí por pura misericordia…No cabe duda que hay mucha gente que abusa de la FE como si esta fuera una salida para “todo”…para escaper a un mundo de “ensueño”…Pero, como personas realistas, no tenemos que asumir que  solamente este mundo, este Univeso,  ES    , en definitive la “última” y la “sola” realidad….Si el mas profundo deseo del ser humano es hacia el “gozo y la felicidad que dure por siempre” (parafraseando a Nietzsche) y por lograr un conocimiento ilimitado y un perfecto y eterno amor, …ES…por tanto, razonable que nuestros deseos infinitos sean algún día saciados y realizados completamente en la misericordia y en la justicia, de la cual carecemos en esta vida….llena de altos y bajos….de grandes tribulaciones…mezcladas con momentos de alegría y felicidad….

    Nuestra FE nos reta para que desarrollemos nuestras mas nobles cualidades….que se resume en tratar de alcanzar la perfección del amor, en ser mejores personas cada día, en todos los sentidos…Solamente por este hecho y por este ideal, vale la pena lanzarse en la búsqueda del verdadero amor cuya huella dejó plasmada en este mundo Jesus de Nazaret, durante su vida mortal…

    Un saludo cordial   de Santiago Hernández

  • olga larrazabal

    Me parece extraño tener que comprobar que algo o alguien que nadie ha visto nunca, NO existe. Ya que el razonamiento para comprobar un fenómeno de causalidad, como sería la Creación, tendría que comenzar por demostrar que tanto causa como efecto existen,  para después hacer una verificación estadística  que permita enunciar una teoría acerca de la relación de los dos eventos.  Y aún y así, si está mal planteado el problema la teoría se derrumba y se puede hablar de una sincronía de eventos y no de una causalidad.
    Aún y así puede que a esa incógnita , la llamemos Dios.  Pero eso no nos da derecho para atribuirle objetivos, deseos y  sentimientos hacia el género humano como lo han hecho las religiones.  Cosa que no me molestaría si estos sentimientos fueran de un gran amor y sirvieran de consuelo a las personas. El problema es la gran atribución de venganzas, culpas, restricciones, normas y castigo que se le atribuyen a este factor X, que me huelen curiosamente a humanos que quieren oprimir al prójimo.   Así en vez de discutir los temas abiertamente donde tendrían que dar razones por las cuales quieren oprimir al prójimo, prefieren atribuirle estos deseos a Dios.
    Si me dicen que la Fe en la Revelación basta, fin de la conversación ya que entramos en un plano diferente de percepciones.

  • Ricardo

    A Dios no hace falta insistirle para que inter
    venga, sintetizado en ” Escucha, Señor, que
    tu siervo habla “. Más bien: ” Habla,Se-
    ñor, que tu siervo escucha. ”
     

  • George R Porta

    Quizás si una evidencia de progreso teológico sea precisamente la admission de que la noción de divinidad sea un constructo humano, algo similar a lo que Marx (no exclusivamente) consideraba que fuera la expression de la angustia del oprimido impotente para autonomizarse o liberarse de la alienación.

    No se pudiera agradecer ese progreso solo a la Modernidad porque tiene prehistoria y realmente Antigua. Por ejemplo en las raíces del ancestral politeismo, del  aniconismo posterior y, desde luego, de la renuncia a toda noción de divinidad que fueron siendo antiguas una especie de profecía de esa esperanza profundamente humana sentida desde la más auténtica humildad (amor por la Verdad).

  • George R Porta

    ¿Por qué es tan difícil expresarse en primera persona y, en su lugar, hay que hacerlo tácitamente afirmando un asentimiento o una concurrencia general?
     
    En general, ¿no es un problema de respeto y de lealtad asumir responsabilidad por lo que se piense, se sepa, su suponga, se desee, se opine?
     
    ¿No es más acertado expresar según lo que se crea cierto o verdadero, pero respetando la posibilidad de la discrepancia y, desde luego, la consciencia de que toda afirmación solo puede ser aproximada porque lleva en sí la subjetividad de quien afirma?
     
    Quizás alguien deba escribir un pequeño ensayo sobre estilo. Lo pido encarecidamente a quien sepa cómo hacerlo. Confieso con pena que yo fuera el primero en beneficiarme. El idioma que más frecuentemente utilizo, aunque me es extraño por no ser el mío nativo, no tolera el “nosotros” tácito o explícito en una declaración que no sea consentida previamente por quienes la suscriban sin incurrir en una ofensa grave. Generalmente provoca la exhortación a que quien hable en plural inclusivo o generalice para excluir o diferenciarse “hable solo por sí mismo o misma” (speak for yourself).
     
    Quizás en castellano o español no sea lo mismo o quizás nunca lo aprendí o lo he olvidado. De cualquier modo, no me disgusta que en el inglés americano (igual si es británico, canadiense o australiano) hablar en primera persona del plural demande el consentimiento previo.

  • oscar varela

    Hola Román!

    Te leo:
    – “Ahora a Dios se la construye desde el ser humano“-

    Te pregunto:
    ¿Alguna vez se lo construyó de otra manera?

    ¡Voy todavía! – Oscar.

  • Román Díaz Ayala.

    La espiritualidad se ha desembarazado de Dios y a nadie tiene por qué extrañarle, porque es algo de una etiología distinta a la espiritualidad religiosa cultivada en el Occidente Cristiano.
    Tampoco puede extrañar que estas nuevas corrientes estén encontrado en las espiritualidades cultivadas en otras civilizaciones históricas muchos puntos de coincidencia, no sólo a nivel filosófico  (Su concepto sobre el ser humano) sino también las praxis y conductas.
    Obedece a ese gran vácio de Occidente que provocó la cris y nos ha introsducido en la posmodernidad. Por eso cuando aquí y allí se afirma: lo moderno, en realidad lo que se quiere decir es : “en este nuevo orden de cosas superadoras de la modernidad”…
    Yo que he vivido algunos años pegado a la construcción, he podido observar  que cuando se necesita rellenar algo y arrimar toda clase escombros, no se precisa saber el origen ni la calidad o formas de los elementos, siempre y cuando cumplan con la finalidad de no dejar vacíos innecesarios.
    Hace tres siglos buscábamos la manera de racionalizar a Dios para aceptarlo como hipótesis o para desestimarlo como innecesario.
    La posmodernidad empezó a ser construida cuando aterrorizados ante dónde nos había conducido el culto a la razón empezamos a “intuir” que en el ser humano existía una dimensión distinta que habíamos ignorado y despreciado.
    El ateímo militante dejó de ser moneda de uso común, para dar paso a otras formas de ateísmos conformando a Dios a la naturaleza humana. Ahora a Dios se la construye desde el ser humano.
    En realidad buscamos formas de explicación de esa dimensión espiritual que había sido sistemáticamente olvidada.

  • Santiago

    Sin embargo, ni Spong, ni “la modernidad” han podido demostrar la NO existencia de un Dios creador personal….Para eso tendría que existir la certeza de que nosotros mismos somos “dios”, que nuestra naturaleza humana no fue creada, sino que es eterna y centrar el panteísmo evolutivo como lo que llamamos Dios….Sin embargo, la ciencia moderna reconoce que lo mas probable es que el Universo tuvo principio y tendrá fin…que existió una fuerza ..”cuasi” infinita, extranatural, que dio origen al Bing-Bang…y que el crecimiento de la entropía nos lleva a un final…La materia-energía jamás pudo -ni puede ,”pensarse a si misma”- por tanto la decision de la CREACION de una “singularidad” irrepetible, no estuvo en manos de la energía física…sino de una CAUSA extrínseca a ella….puesto que para poder venir a la existencia esta materia-energía necesitó de una información previa que pudiera darle su misma existencia….
    PERO nosotros -seres humanos contingentes- no solamente no podemos controlar los acontecimientos de nuestra vida, ni las constantes “autómaticas” vitales mas elementales como es la glucosa sanguínea y los intercambios aniónicos en el glomérulo renal, sino tampoco pudimos decidir trascendentalmente venir a este mundo….en calidad de ser que existe..que recibió el ser…PARTIENDO de estas premisas, no podemos centrar nuestra filosofía de la vida solamente en nosotros…ya que nosotros no SOMOS el origen del SER…Esto me parece un contrasentido…y un gran error del pensamiento de “la modernidad”…un apartarse de nuestro verdadero origen y de nuestro ultimo destino

    Por otro lado, nuestros deseos son insaciables e infinitos….por mas que profundicemos en nosotros mismos…vamos a encontrar un vacío que no podemos llenar aunque tengamos todo el dinero del mundo y todos los placeres…y todo el poder del Universo….Nuestro espíritu en su profundidad quiere llenarse de algo que no es simplemente material y sensual…sino espiritual…..pues llevamos dentro de nosotros un destino trascendente….que sobrepasa lo meramente natural….puesto que si estuviéramos destinados a lo meramente natural-material nos realizaríamos perfectamente con lo meramente biológico…PERO el presente “caos” mundial, lleno de guerras, miserias, violencias, odio y venganza, crimen etc….nos hace pensar que en la profundidad del ser humano hay una inmensa tragedia espiritual…que jamas puede calmarse….excepto…..cuando podamos llegar a la madurez trascendente…a la perfección del amor sobrenatural…que “salta hasta la vida eterna”….incapaz nunca de ser alcanzado por nuestro propio ingenio y labor..sino que es dado, como , fuera de nosotros mismos….Lo material-humano “per se” es efímero, termina, cesa…a menos que exista alguna rescate….

    Para los griegos los dioses si eran antropomóficos pues tenían forma de personas..tambien los egipcios creían en dioses con cuerpo humano y cabeza de animal, como para los antiguos escandinavos y para los aztecas..Sin embargo, por definición el Dios de los cristianos (incluyendo ademas el de los musulmanes y judíos) es invisible….por lo tanto, lo de antropomorfo es un misnómero atribuido a Dios…aunque para expresar la relación con Dios se ha usado un lenguaje figurado atribuyéndole a Dios emociones y características humanas….SIN EMBARGO, la naturaleza divina de Dios es diferente a la nuestra…..Nuestra semejanza es espiritual y es de relación pues por la revelación Dios quiso ESTAR CON NOSOTROS….ese es su nombre, YAHWE….Permanece con nosotros en el misterio de su divinidad….y en su amor QUISO asumir nuestra humanidad….haciéndose visible en Jesus de Nazaret….

    Por eso, la doctora mística Teresa de Ávila definía la oración como una relación de amistad: “Ansí empecé a tener oración, que no es otra cosa, a mi parecer, que tratar de AMISTAD, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama” PERO el que ama tambien ama  al amado/ada concediendo lo que se le pide….siguiendo la recomendación de JESUS de Nazaret..
    ORACION es como dice Jesus Gil, “tomar contacto con Dios”…pero no con el “dios” de nuestro ego, de nuestro ser, no con un dios panteísta, no con un dios frío e indiferente…..sino como  que es “el fundamente del ser, de la vida y del amor de todo cuanto existe” que nos precedió en el tiempo y que nos dió nuestra misma existencia….

    Un saludo cordial    de Santiago Hernández.    

  • oscar varela

    Hola ana!
     
    1) BUEN COMIENZO:
     
    antes que …debe afrontarse y clarificarse el tema Dios
     
    2) MEJOR FINAL:
     
    nada avanzaremos … si no se parte de un determinado concepto de Dios
     
    ¡Vamos todavía! – Oscar.
     
    PS.: a) Yo tengo el que fui comprendiendo. Si te interesa; después te lo cuento.
    b) Gracias Pascual! – Abrazo!

  • Asun Poudereux

    No me gusta llamarlo oración,  al hecho simple,  inmediato y directo de sentir la vida, disfrutar su plenitud, su regalo cambiante y dinámico,  experimentarla sin más,  agradecerla  y alinearse con ella  en todo lo que es,  en lo que toque y venga,  dejando que sea,  allá donde se esté y con quien se esté.
     
    Intento no buscarle definición. Sé que es imposible no hacerlo, se filtran, por unos y otros, todo tipo de condicionamientos y circunstancias  individuales y colectivas.
     
    En la profundidad de lo real,  sobran todo tipo de palabras,  de diálogos y amistades íntimas del modo que a nuestra mente le es familiar,  no habiendo  nada ni nadie fuera del espacio y fondo  de lo Real. Lo que es y somos es pura Consciencia en continuo despliegue, que se descubre y se reconoce  a sí misma en el desapego y desapropiación.
     
    A veces, por fortuna, en alguna celebración religiosa  oigo y siento ecos  de lo que menciono.  Sin embargo al punto se torna heterónomo, superficial  y confuso, cuando el  celebrante prosigue diciendo: “ Y ahora,  oremos y pidamos al Señor que nos lo conceda”. Incluyendo en ello frases y más frases …, palabras y más palabras… Y no puedo evitar de pensar que algún espía del arzobispado anda rondando por ahí.  Lástima…

  • George R Porta

    Me parece que pienso y siento en la línea que Ana comenta (Hola Ana, un saludo cordial).

    Me parece que la dificultad mayor esté  en la posibilidad/imposibilidad de llegar a un consenso acerca de qué o quien sea la divinidad  y en la posibilidad de afirmar que ésta, no siendo natural sea accessible a la imaginación humana (que sí es natural) mientras, por otra parte, se sigue atribuyendo “realidad material” base de  certidumbre sobre su existencia a esa imagen “imaginada”.

    Los budistas parece que no necesiten de un “dios”. El Catolicismo se ha atrevido hasta a describer atributos de la divinidad, imaginados filosóficamente y, un tanto sincréticamente, por ejemplo cuando Tomás de Aquino quiso cristianizar a Aristóteles o aristotelizar el Cristianismo.

    Por otra parte, Jesús es un tipo, al menos en el contexto de la humanidad que se autodefine como cristiana, bastante extraordinario.

    Tengo para mi consumo que su disloque de la jurisprudencia introduciendo el deber-derecho  de la víctima de ofensa a obstruir la justicia retributiva a base de perdonar incondicionalmente le sitúa en un plano en gran medida exclusivo. Al hacerlo si quien perdona renuncia a denunciar puede invalidando la acción del juez que se viera impedido de castigar a quien se sabe culpable.

    Por eso me gusta repensar y discernir mis cuitas, deseos, sentimientos, motivaciones aplicándome a profundizar mi relación con el Evangelio, en singular, que se le atribuye en los cuatro canónicos y en los demás, y por lo tanto a imaginar en la línea teresiana si se quiere (esa es mi raiz spiritual Cristiana).

  • Pascual

    Como escribe Óscar, “Todo este malabarismo sobre “la oración” es válido dentro de la “teología religiosa”. Y concluye: “Oración es el “momento” de Patencia de una Latencia. (quidquid latet apparebit)” ¡Sí, señor: genial!
    Shelby Spong, John P. Meiers, Roger Lenaers y tantos que están en la mente de los participantes han tratado y nosotros hemos aceptados estos malabarismos. Jesús aquí nos ha motivado con un artículo brillante sobre estos…Pero, al menos los tres citados y más aún, se confiesan practicantes metodológicos de las tradiciones en las que más o más todos nos hemos iniciado; y agradecemos a ellos y a tantos que nos iluminen, nos racionalicen, para no atragantarnos con evidentes ruedas de molinos.
    Pero ¿qué me decís de mi amigo el carbonero, el hombre/mujer sencillo, que no tiene el privilegio de ilustrarse con estos brillantes “malabarismos”?
    Opino que esta cuestión es otro idioma para gente con afanes de libros y de pensamientos. A mi amigo el carbonero no hay quien le quite de la cabeza que detrás de la nube hay un mundo y que rezar es hablar a ese “su mundo sobrenatural” porque ellos buscan en lo concreto llenar el vacío de su vida, de nuestras vidas. Veo casi a diario a muchísima gente que va y toca la mano de la escultura de Fray Leopoldo de Alpandeire (Beato) y se marcha muy feliz porque se les nota. Y digo que estos malabarismos no van con ellos. Y son legión, son la mayoría, son las periferias de Francisco. Nosotros somos una minoría circense que nos sentimos muy agradecidos a esos estupendos directores de pista.
    Tengo que añadir que las intervenciones al artículo de Jesús me son muy útiles.-Gracias.

  • ana rodrigo

    En todo lo que he leído en este post y sus comentarios correspondientes, queda en evidencia que antes que definir o resolver el tema de la oración debe afrontarse y clarificarse el tema Dios (¿¿¿???).
     
    Hablar de la oración como se ha entendido y se ha practicado hasta el momento presente, supone un concepto de Dios muy definido y perfilado: un Dios antropocéntrico, fuera de…, en cuyas “manos” estamos y con todo el poder, como dice alguien, o como dice la Iglesia, un Dios Todopoderoso y Omnipotente, al mismo tiempo que Padre, dos términos antitéticos e insultantemente y obscenamente  absurdos. ¿Cómo un Padre (¿por qué no madre?) pudiéndolo todo, permite el dolor, el mal, los terremotos, la enfermedad, etc. etc.?
     
    Es cierto que, si no estoy equivocada, todas las culturas y sociedades han buscado respuestas a tantos interrogantes vitales en un más allá y, si no llegaban las respuestas, se resignaban y aceptaban la voluntad de esos seres con el denominador común de DIOS. En esta cultura y mentalidad hemos sido educados las sociedades religiosas y en esta mentalidad se sigue en todas las religiones. La oración en actos sociales como lo que se llevan a cabo en funerales de catástrofes masivas, son conmovedoras y evidencian la desesperación y desamparo del ser humano ante el dolor derivado de absurdos terribles, como el caso del avión, los atentados terroristas, el tsunami, o supongo el que algo se hará por las pobres gentes de Nepal.
     
    Un Dios al que se le ruega, se le pide, se le ofrece, se le da gracias y hasta se acepta el sufrimiento como prueba de ¿amor? ¿para?…. Nadie va a dudar que a muchísimas personas les “sirve” este tipo de Dios y les ayuda a soportar sufrimientos inmensos poniéndose en manos de Dios…. El mismo Jesús practicó el ” en tus manos pongo mi espíritu”.
     
    Todo lo que digo son obviedades, así como decir que las sociedades modernas y, en concreto, muchísimas personas a título individual intentan buscar algo más convincente, como es el caso del autor de este artículo, o el caso de quienes estamos comentando este post, pero muchedumbres han abandonado el intento de encontrar respuestas convincentes desde una mentalidad racionalista pura.
     
    Sin embargo, quienes tenemos tan incrustado en nuestro ser la necesidad de Dios, no nos resulta fácil abandonar el tema, entre otras razones porque seguimos con las mismas interrogaciones y angustias que han tenido todos los seres humanos desde que la especie ha dejado sus huellas, sin encontrarle un sentido a tantas incógnitas vitales. Así pues, las preguntas de siempre (alguna antiguas las ha resuelto la ciencia) siguen vigentes, mientras que las respuestas se os alejan más y más. Pero la búsqueda  de sentido a esta fragilidad en seres pensantes es un reto muy interesante, especialmente si se toma como referente existencial en lo personal y en lo relacional con nuestros semejantes. Pienso que el dilema está en, o bien dejarlo todo en manos de ALGUIEN que llamamos Dios, o pasarse, por la ley del péndulo, a dejar de buscar respuestas a nuestra existencia.
     
    Conclusión: nada avanzaremos en clarificar el tema de la oración si no se parte de un determinado concepto de Dios.
     
     

  • Román Díaz Ayala.

    La oración no es una petición, en ese sentido también podríamos decir que es algo distinto a lo que entendemos y se practica como “rezos”.
    Pero Gil García en sus comentarios de Spong nos  pide que busquemos una alternativa a este Dios personal que viven en el cielo, pues no vale la enseñanza de Jesús sobre la oración al Padre (Lucas 11,1), porque “no podemos” admitir los supuestos de Jesús.
    Es decir, que no podemos admitir que Dios sea una persona a la que podamos tratar como padre, que Dios sea un ser que vive en el cielo, y que le agrade el que le tratemos como persona sagrada.
    Y sigue… Jesús ha tenido la poca fortuna de no haber nacido en nuestra época cuando hemos superado los supuestos teistas, Dios ha muerto y Jesús entonces aún  no podía saberlo.
    ¿Quién es, pues, ese Dios para el ser humano inserto en la Modernidad? El ser humano moderno es quien entiende a Dios como una profundidad que existe dentro de cada persona.
    Pero yo me tropiezo con una dificultad previa. Resulta que también soy moderno y que he tenido la suerte a diferencia de Jesús de haber llegado al siglo XXI. Me pregunto: ¿dónde puede estar esa autoridad o bien ese criterio de verdad que me niegue categóricamente lo que/ a quien yo tengo por conocido?
    Previo a un criterio de verdad tiene que haber existido una experiencia previa que me demuestre que a ese ser a quien he conocido lo debo considerar una entelequia, cuando se trata de Alguien personal y vivo. Y mi razón lo concibe cuando y después de haberlo conocido, y Jesús me lo ha confirmado.
    Cuando Jesús dijo:Padre nuestro que estás en los cielos  (Padre nuestro celestial) con esta oración nos introduce  en esa dimensión espiritual de Dios, porque Dios es Espíritu y los verdaderos adoradores a quienes buscaba Jesús en espíritu y en verdad le adoran.
    La oración adquiere así algo más que un simple ejercicio de nuestra facultades espirituales pues entrando en tal misterio descubrimos el secreto de la oración.
    (A vosotros os ha sido concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos)
    Celestial no significa que Dios tenga reservado para Él un rincón del Cosmos. La oración se hace un acto, una experiencia, la de vivir en comunión con Dios. (No podemos hablar tampoco de nuestro interior en un sentido localista, pues)
    Dios Padre tienen todo el poder, el derecho y la autoridad divinos, un Padre protector revestido de toda misericordia (Abba Padre, como diría Antonio Vicedo)
    Jesús nos enseña a relacionarnos con Dios, lo cual significa que vivimos con El en una experiencia, nos sentimos objeto de tal misericordia. Somos objetos de su amor, de sus bendiciones, de su cuidado.

  • mª pilar

    También comparto lo expuesto por Oscar.
     
    Y… (copio) “La oración es abrirse a la profundidad de la creación y el amor”
    Desde lo más profundo de mi…
    Oscar lo define de manera genial, como es el.

    Para mí es…¡Silencio y escucha! para sentir y experimentar lo que bulle en lo más profundo de mi.

    mª pilar

  • Gonzalo Haya

    Me gusta la idea de Óscar por su sencillez y profundidad. En esa línea yo diría que la oración es ponerse en contacto con Dios -con lo Trascendente- de una manera explícita, y conscientes de nuestra fragilidad

  • George R Porta

    Con todo respeto por el autor y más bien leyendo críticamente, pero sin ánimo de controversia, al mismo Spong, escribo estos  comentarios al párrafo perteneciente a las pp. 149-150.
     
    S-1.: “La oración es la intención humana consciente de relacionarse con la profundidad de la creación y el amor y, por lo tanto, ser un agente en la creación  de la plenitud en el otro.
    ¿Cómo puede orar ser “intención” y ser acción al mismo tiempo capaz de causar un efecto (agencia) “en la creación de la plenitud en el otro”? ¿Hay alguien que llegue a ser pleno por sí mismo o con ayuda antes de que se le acabe la vida?
     
    S-2: “La oración es ofrecer nuestra vida y nuestro amor a través de la simple acción de compartir nuestra amistad y nuestra aceptación.”
    El rejuego con el lenguaje es mala señal. “Ofrecer nuestra vida y nuestro amor” tiene todo el carácter de la visión sacrificial típica del sacerdocio. Llamar simple acción a “compartir nuestra amistad y nuestra aceptación” es un eufemismo. La aceptación es un hecho consumado que puede ser solo transitivo a cambio de nada y la amistad es ya el espacio donde la aceptación ocurre en forma de acogida. ¿Cómo eso puede ser ofrecido? Lo que se ofrece es propiedad del oferente y tanto la amistad como la aceptación son por definición realidades dinámicas que no se retienen, que se dan y se entregan. Además si algo hay complejo es la amistad
     
    S-3: “La oración es mi llamado al ser del otro para después darle al otro el  valor de atreverse, de arriesgarse y de ser en una forma de ser totalmente nueva, quizás hasta en una nueva dimensión  de la vida.”
    Este es el tipo de condescendencia cristiana que resulta siempre irritante y que implica un nivel de responsabilidad que carece de justificación. Cada persona anda a su paso. Nadie y menos un amigo/a puede decidir si otra persona debe arriesgarse en un momento dado e inyectarle (o manipularle) como si fuese una inyección hipodérmica ninguna fuerza o valor y menos para que sea de una forma totalmente nueva o diferente a la que sea. Eso implica el juicio valorativo, condenatorio, que espera que el otro cambie de manera de ser o actuar cuando a mí me parezca necesario. Peor aún si se trate de empujarle por un camino que no conoce (es una nueva dimensión) y que por lo tanto no ha escogido por sí mismo/a.
     
    S-4. La oración también es mi oposición activa  a esos prejuicios y estereotipos que disminuyen el ser persona y el ser del otro.
    Oponerme al empleo de prejuicios o estereotipos, estigmas sociales, etc., es simplemente una obligación de justicia que no es un empeño verbal (oración) ni se puede reducir a la mera “intención” (según se define al inicio). Lo que disminuye la dignidad o la personalidad del otro es maltrato y eso no puede esperar a persuadir a nadie por la palabra (oración) sino que requiere de la intervención efectiva inmediata.
     
    S-5: La oración es tomar la acción política correcta para construir una sociedad en la cual las oportunidades pueden ser igualitarias y nadie se vea forzado a aceptar [la situación] de  “status quo” como su destino.
    ¿Cuánto se puede estirar razonablemente la cuerda del significado de la palabra intención? La acción política es acción no intención y no es oral solamente (o persuasiva o educativa o propagandística). La acción política es un gesto visible y encaminado a tomar la justicia por las propias manos de cara a la injusticia flagrante.
     
    S-6: La oración es un reconocimiento activo de que existe un centro sagrado en cada persona que no debe de ser violado.
    Esta habilidad de jugar con palabras puede ser exasperante. ¿No es redundante la expresión “reconocimiento activo”? ¿Cuál es el centro sagrado de la persona? ¿Dónde estará localizado? Si a alguien se le aísla que parte de su centro sagrado se afecta versus el de la persona a la que se le arrancan violentamente las uñas, se le aplica corriente eléctrica en sus genitales, o ase somete a días de ruido ensordecedor? La totalidad de la persona se vuelve sagrada cuando alguien ignora la dignidad humana ajena o la propia. No hay un tal “centro sagrado”. Lo único que hay es la persona.
     
    S-7: “La oración es enfrentar las exigencias de la vida, que nos hacen entender que vivimos sujetos a una amplia gama de circunstancias sobre las cuales no tenemos control. La oración no es cobardía frente a estas circunstancias, sino, más bien, la disposición para enfrentarlas con valor”.
    Debe haber alguna dificultad en la traducción del inglés original. Las exigencias de la vida no nos hacen entender nada, hay que entenderlas a ellas desde la carencia de control. La oración no es disposición para enfrentarlas. No hay posibilidad de escapar de las propias circunstancias si son las propias. La oración no es cobardía ni valentía, no tiene sentido referirse a una “intención humana” (ver arriba el S-1).
     
    S-8: La oración  es la habilidad de aceptar la fragilidad de la vida y transformarla aunque nos victimice o nos mate.
    ¿Cómo puede ser la oración una “intención” (algo potencial) y una habilidad (algo adquirido y utilizable efectivamente) para transformar?  
     
    S-9: La oración incluye perder la ilusión de ser el centro del universo o que nuestras vidas son tan importantes para alguna deidad externa, que esa deidad intervendrá para protegernos. La oración es una llamada a romper con la dependencia infantil para entrar en la madurez espiritual” (Spong p149-150)
     
    Estos son objetivos y metas humanos, pero cómo una intención humana puede estar ya en el deseo y al mismo tiempo ser deseada constituye un enredo incomprensible.
     
    Parece que Spong quiere evitar todo lenguaje tradicional y diseñar una nueva comprensión de qué sea el fenómeno orante.
     
    Todo parece indicar que la oración sea esencialmente mental o contemplativa, silenciosa, íntima en la que deba predominar el afecto dirigido al recuerdo o la imaginación que se tenga de Jesús o de otra persona, pero ocurre en el ámbito interior de la persona.
     
    Solicitar la intervención de una divinidad todopoderosa puede representar un alivio o una fuente de consuelo que humanamente no debe ser prohibida, dificultada o renunciada, pero es imprescindible aceptar que esa manera de pensar es mágica, ingenua, infantil.
     
    No sé si exista una tal divinidad esotérica, inaccesible pero real, valga la posible contradicción ¿cómo se pudiera afirmar?.
     
    En cuanto a mí, sigo prefiriendo la definición de Teresa de Ávila esa impresionante mujer enamorada de la humanidad de Jesús: “… que no es otra cosa oración mental – a mi parecer -, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama.” (Vida 8,5).
     
    ¿Dónde, cómo, cuándo ha de ocurrir? es cosa que cada persona decide según su circunstancia (en singular) pero para mí es un espacio solitario de discernimiento de revisión, de agradecimiento, de disfrute o consuelo, o de amargura y desconsuelo…según mi circunstancia.

  • oscar varela

    Hola!

    Todo este malabarismo sobre “la oración” es válido dentro de la “teología religiosa”.

    Es un esfuerzo que reconozo en los tales esforzados “teo-religiosos”; pero un intento infructuoso por lo infinitamente difuso de sus postulados de “i-rracionales” o “a-críticos”.

    Tales posiciones “teo-religiosas” pueden producir un comprensible entusiasmo y alegría por el lastre que nos permite dejar (a los muertos enterrar a sus muertos).

    Pero las intentonas andan a los manotazos para ver si dan con algo donde agarrarse en este cada vez más sentido “teo-emotus”.
    …………………….

    Pienso, en cambio, que:

    Oración es decir lo que hay que decir.

    Hay que decir lo que Hago y Me pasa.

    Oración, entonces, es el “espectáculo” que damos de nuestra intimidad.

    Oración es el “momento” de Patencia de una Latencia.
    (quidquid latet apparebit).
    ………………………..

    Tal vez ¿no?

    ¡Voy todavía! – Oscar.

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