Para Haroldo Dilla Alfonso, historiador cubano y profesor en el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat en Santiago de Chile, no existe un único factor en estas protestas. “Las grandes eclosiones políticas ocurren cuando se superponen las contradicciones y confluyen en un mismo punto”, explica Dilla Alfonso.Todo empezó con un nuevo corte de energía eléctrica en San Antonio de los Baños, a unos kilómetros de La Habana. Desde hace un tiempo, el sistema eléctrico nacional viene fallando.

La semana pasada, la Unión Eléctrica de La Habana adelantó que iban a repetirse los cortes programados debido a la limitaciones para satisfacer la demanda a causa del deterioro de las centrales termoeléctricas. Desde el 21 de junio, la sociedad cubana empezó a sentir une serie de cortes que han aumentado en los últimos días.

Este lunes, el ministro de Energía, Liván Arronte Cruz, apareció junto al presidente de Cuba en una conferencia de prensa y argumentó que a los daños de las termoeléctrica se le suma un incremento del consumo. “Hemos tenido dos factores fundamentales: averías en las centrales termoeléctricas y un aumento significativo de la demanda en los últimos cuatro días anteriores. Esto ha provocado un incremento de la afectación al servicio eléctrico”, dijo.

Por lo tanto, la falta de energía no se entiende más que como un síntoma de una delicada situación económica. Los problemas económicos no son nuevos en Cuba, ni tienen una respuesta única pero la suspensión del turismo a causa de la pandemia complicó aún más las cosas en la isla. La falta de ingreso de divisas se ha traducido en falta de alimentos, medicamentos e insumos importados. Sin embargo, los especialistas destacan la falta de políticas económicas que ofrezcan una respuesta, parcial pero inmediata, al problema.

“Esta crisis económica, a diferencia de lo que pasó a mediados de los 90, no cuenta con el consumo subsidiado que garantizó que la gente, mal o bien siguió consumiendo. Eso ahora no existe. Hay un sector importante de la sociedad que no tiene acceso a los alimentos y eso los empuja al mercado negro”, dice Dilla Alfonso.

Este es el primer levantamiento de impacto que tiene que afrontar el Gobierno cubano sin ni Raúl ni Fidel Castro en la Presidencia. Para Dilla Alfonso, Diaz Canel no es visto como la legitimidad de la vieja guardia.

“Esta nueva generación tiene que luchar por una legitimidad de rendimiento, porque no cuentan con legitimidad de origen. Y ese rendimiento es el que no pueden producir porque la crisis económica es brutal”.

Personas vestidas de civil montan en un camión a manifestantes frente al Instituto de Radio y Televisión en La Habana. EFE

La respuesta del Gobierno cubano no tardó en llegar. El presidente Miguel Díaz-Canel dio dos discursos seguidos. Uno en la tarde del domingo donde llamó a la “masa revolucionaria” a contrarrestar el poder de los opositores en las calles. Y otro a la mañana siguiente, en el que volvió a pedirle al Gobierno de Joe Biden que levante las sanciones económicas contra isla.

“Patria y vida”, se lee en varios carteles. La consigna funciona como contrapunto de la consigna revolucionaria “patria o muerte”. Los manifestantes la tomaron de un tema compuesto por varios artistas que forman parte del Movimiento San Isidro, un movimiento integrado por un grupo de artistas e intelectuales opositores al Gobierno que lideraron las protestas de 2020.

Si bien estas últimas manifestaciones no tienen un vínculo directo con las de fines del año pasado, “aquellas sí consiguieron instalar la idea de que la calle es un espacio público que se puede usar para protestar. La calle era antes de los ‘revolucionarios’ pero esto lo cambian estos movimientos”, explica Dilla Alfonso.

En Cuba desde hace meses existe un clima de protesta desde la detención del rapero Denis Solís, cuando un oficial de policía entró en su casa sin una orden judicial y se lo llevaron detenido. Pero la dimensión que tomaron estas protestas se explican, en parte, por el uso de redes sociales, que en este momento se encuentran colapsadas, y por la difusión del videos con el hashtag #SOSCuba y #SOSMatanzas. Las consignas fueron desde la petición de alimentos hasta la libertad política.

Para Dilla Alfonso, el Gobierno cubano tiene recursos para resistir contra las protestas. Tiene un aparato represivo sumamente eficiente y a un 20% de la sociedad que todavía lo apoya, sea por oportunismo o por convicción, y que tiene capacidad de movilización. Esto no quiere decir que se vaya a derrumbar el Gobierno pero esto es un antes y un después”.