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La camilla

Remedios se ha dejado convencer por la vendedora de batidoras y otras máquinas similares que hacen las comidas ellas solas. Y ha firmado los papeles, por triplicado ejemplar en autocopiativo, que la muchacha vendedora de casa en casa, lleva en una carpeta con la foto de la empresa. A plazos y  la señal cuando envíe el primer recibo a la cuenta en La Caixa. ¿Y el chisme cuando llega? Un mensajero dentro de tres idas.

Efectivamente una furgoneta de reparto le ha traído el aparato que vale 900 € y que ha firmado a plazos en los papelillos de colores distintos  que le ha escrito la muchacha hace cuatro días. Le ha dejado el rosa. Sin sacarlo de la bolsa de plasti que lo envuelve se ha ido a casa de una vecina que menudea el hachís desde su portal y le ha vendido  el  cacharro por 600 € billete sobre billete. De 50 y de 20, que de mas llama mucho la atención.

Al cabo de unos meses la han citado del juzgado porque los de la venta del túrmix le reclaman los 900 euritos. “Como si yo supiera donde está el aparato, que le juro que ni lo abrí, ni se como funciona… y además no tengo ni un billete”. Juicio, sentencia, condena, multa, arresto sustitutorio por impago. Acudió a la compradora de su túrmix maravilloso. Le adelantó el dinero de la multa para con cumplir el arresto. “Te quedas cuatro días vendiendo en mi portal, que yo voy al parto de una de mis nietas en Sanlucar, y no te pago nada por que me debes los 600 del chisme y lo de la  multa”. Cuándo volvió la dueña del puesto de yerba en la casapuerta y cogió los ingresos de los cuatro días, le dijo a Remedios, “toma tu túrmix y vete a tu casa”.

Mateo, (9, 1-8), cuenta algo similar. Cuando se iba ir andando el paralitico curado, Jesús le recordó “toma tu camilla y vete a tu casa”. Las dos gitanas sabían que las deudas perdonadas no garantizaban que hubiera que volver a revender la túrmix. Siempre he pensado que el Señor no terminaba de fiarse de que la camilla del enfermo curado no tuviera que utilizarse de nuevo. Y, por eso, recomendó lo sensato y prudente. Llévate la camilla no vaya a ser que te haga falta.

Agustín de Hipona, pecador como el paralitico y viviente experimentado en la cuerda floja como Remedios, en su sermón 256 de Pascua, recomienda “Canta y camina. No te desvíes, no te eches atrás, no te quedes parado……Cantemos para aligerar nuestras penas”.

En las 3000, las túrmix y las camillas nunca se tiran por si son menester en otra ocasión.

5 comentarios

  • Carmen

    Estuve casada 35 años,  hace tiempo  mi hijo mayor se  casó en diciembre, al día siguiente mi otro hijo salía para Madrid, lo había contratado una empresa.

    Pasé la Navidad y los reyes magos.

    Y sentí que había cumplido. Así que me fui de casa a un apartamento. No vea la de facturas que llegaban a mi tarjeta de  crédito por la dichosa boda. Y tenía que pagar el abogado, claro. No se puede usted imaginar lo carísimos que son. O si?

    Cogí mis arras  , 13 monedas de oro que me había regalado mi tío Luis. Las alianzas y alguna que otra cosa que pude encontrar. Fui a un sitio de esos que se pusieron tan de moda cuando la crisis. El señor me miró y me dijo como apenado. Lo siento, le costará a usted trabajo hacer esto. Sonreí de oreja a oreja y le dije: no sé preocupe, es para pagar el abogado del divorcio. Ah, entonces, mucha suerte, señora.

    Cada vez que lo cuento me troncho.

    Pues si. Hay que espabilarse, si. Yo tampoco tiro nada, por si acaso.

    No sé qué habría opinado san Agustín de esto.

    Buen día.

    • Alberto Revuelta

      Habria organizado una colecta en la misa de doce para pagar al abogado. Los abogados siempre cobran (cobramos, aunque servidor poco). Buen día de playa, me parece que hay jaloque en el Mar Menor.

    • Mª Pilar García Martímez de Aguirre

      ¡¡¡Eres genial… siempre positiva y buscando el lado bueno de las cosas!!!

      Un gran abrazo.
      mª pilar

  • Mª Pilar García Martímez de Aguirre

    Si es: ¡¡¡Que somos así… de buenas piezas!!!

    …“Canta y camina. No te desvíes, no te eches atrás, no te quedes parado……Cantemos para aligerar nuestras penas”.

    Me encanta este final.

    ¡Gracias Alberto! Siempre es una lección de la vida misma leerle y … pensar en ello.

    mª pilar

  • juan antonio vinagre oviedo

    Amigo Alberto: La camilla puede ser otra parábola más. Refleja una parte de la naturaleza humana, tan floja e incoherente, que nos debería hacer más humildicos, y nunca decir “de este agua no probaré”. Algunas de tus parábolas sirven para un buen autoexamen. Un abrazo

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