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Preparar el cambio más urgente en la iglesia

        Es evidente que el papa Francisco está cambiando, en cosas muy serias, el ejercicio del papado. Lo está viendo todo el mundo. Y seguramente por eso, este Papa está encontrando tanta resistencia y no pocos enfrentamientos en determinados ambientes, ante personalidades importantes y en algunas esferas de mucho nombre y poder en el clero.

        No voy a entrar en más detalles sobre este asunto, que es bastante delicado y merece un respeto cuidadoso. De todas formas, y venga lo que venga en los próximos años, tengo la fundada impresión de que, a partir del papa Bergoglio, el papado no será ejercido como lo ha sido hasta el día en que Benedicto XVI renunció a su cargo. ¿Será mejor? ¿Será peor? Será distinto. Esto, creo que es seguro.

        Pero la forma de vivir y gobernar del Papa no es toda la Iglesia. Ni mucho menos. Hay asuntos urgentes y apremiantes, que no admiten espera. De momento, me limito a indicar algunos, que, por otra parte, están a la vista de todos. Es importante y urgente actualizar la Liturgia, el Derecho Canónico, la Vida Religiosa, la Teología, la participación del laicado en la gestión de las parroquias, las diócesis, la Curia Romana, y tantas otras cuestiones que ahí están, las vemos todos. Por más que haya quienes se resisten a ver lo que ya es imposible ocultar. No exagero. NI me invento nada.

        En cualquier caso, el cambio más urgente – me parece a mí – se refiere a la renovación del clero. Cada día que pasa, hay menos sacerdotes. Y los pocos, que vamos quedando (yo no me he secularizado), somos lógicamente cada día más viejos. Los seminarios, los noviciados, están casi vacíos o se han cerrado. Son ya demasiadas las parroquias que no tienen párroco. O el que tienen, debe atender a varias parroquias más, que pueden estar distantes. A esto hay que darle – y pronto – alguna solución. ¿Se está preparando ese cambio? ¿En qué va a consistir? ¿No sería conveniente informar a la Iglesia de lo que se está haciendo para resolver este problema? Es un asunto que nos concierne a todos los creyentes en Jesús el Señor. Y a todos se nos debería dar la oportunidad de aportar nuestro punto de vista. ¿Por qué no se da ese paso? ¿Se está trabajando “bajo cuerda”? ¿Por qué se nos oculta lo que sería bueno darlo a conocer y ofrecer la oportunidad de saber lo que piensa, desea, necesita y espera quien necesita la solución?

        Somos muchos los que nos hacemos estas preguntas. O quizá otras parecidas, pero relacionadas con el mismo problema de fondo. Un problema, que (en su ámbito) afecta al mundo entero, no puede depender de lo que piensan o les conviene a unos cuantos hombres en Roma y sus “cercanías”. ¿Tendremos pronto alguna respuesta? Y si es que parece indiscreto incluso preguntarse esto y decirlo a los demás, entonces habrá que pensar en soluciones que se me antojan mucho más graves.

        No me refiero a que nos pongamos a buscar “Nuevos Paradigmas”. Que no sé a dónde lleva eso. Me refiero al “proyecto de vida”, que nos marcó Jesús, el que “renunció a su rango” y se hizo “esclavo de todos”, “como uno de tantos”, según lo que nos enseña el N.T. Si no estamos dispuestos a esto, ¿para qué seguimos cavilando en lo que no sabemos a dónde nos lleva? Siempre he creído en que Jesús es la “encarnación de Dios”, la “revelación de Dios”, la “humanización de Dios”. Pero creer en eso es vivir de acuerdo con lo que eso representa y exige. Este es el camino que yo veo más claro.

 

78 comentarios

  • Jorge

    Desde mi perspectiva siempre trato de no perder la universalidad o la catolicidad del mensaje de Cristo para toda la humanidad sin exclusiones. Por ello me fijo muy mucho en cualquier brizna de discriminación o separación entre los míos y los otros. No me gusta el lenguaje discriminatorio que habla de salvación sólo de los que tienen fe en Dios contra los que no la tienen, de los beneficiados por la “gracia” de los que no lo son, de los iluminados por la luz del Espíritu o de Cristo de los que no les llega, de los que dicen haber sido “transformados” y “levantados” de los que dicen que no lo están, de los que dicen tener un corazón de carne sensible de los que dicen que el suyo es de piedra, … Pienso y creo que toda la humanidad vamos en la misma barca, que no hay nadie ahogándose en las aguas y menos expulsado de ella. Aunque es verdad que unos reman con brío hacia el Reino, otros se sientan cómodamente y esperan, otros ni siquiera esperan que la barca les lleve a ninguna parte y los hay que reman a la contra y persuadiendo a los que reman de que paren de hacerlo. Pero todos estamos en ella. Hijos de Dios lo somos todos o no lo es ninguno.

    Por eso cuando se habla de Iglesia como asamblea de los hijos de Dios no puedo ni quiero considerarla como un grupo aparte y privilegiado con respecto al resto de la humanidad. Los pobres, los mansos, los humildes, los pacíficos, …, los que tienen hambre y sed de justicia, llenos de gracia y de luz, son en palabras de Cristo bienaventurados, pero no lo son para sí mismos ni para su propia salvación, sino que lo son para los demás, para todos, son los que reman hacia el Reino en beneficio de todos, sin exclusión de ningún tipo. Y en la Iglesia como institución hay quienes reman y los que no, y también los que lo hacen en contra, tal como pasa en la sociedad fuera de ella y en igual medida.

     
    La Iglesia no es la barca de los privilegiados con la fe y la gracia, que tienen el visado para el Cielo, situando al resto de la humanidad en las aguas turbulentas donde se ahogan. La Iglesia es una institución religiosa (según define la RAE), que agrupa a aquellos que quieren expresar de un mismo modo comunitario sus inquietudes religiosas y culto, y que proclama una misma fe en Cristo. Pero esta proclamación de la fe en Cristo no apunta hacia dentro de la Iglesia para sentirnos en ella privilegiados, agraciados o iluminados, sino que es una proclamación al mundo. La fe en Cristo no se vive “en” la Iglesia aunque también, sino en el mundo sirviendo a todos en la marcha de la humanidad hacia el Reino.

    • Román Díaz Ayala

      Tus recelos bien fundados parten de nuestro catolicismo, de varios siglos tras Trento, de una Iglesia arca de Salvación, sin la cual nadie podría encontrarla y que se armó doctrinalmente como clase mediadora en su Jerarquía, hacia el pueblo fiel y hacia el mundo.
      pero estamos en otra cosa,¿no es verdad?

      • Jorge

        Sí estamos en otra cosa, pero yo quiero seguir en mi Iglesia Católica, la de hoy con Francisco no la de Trento, participar en su culto, Misa y Eucaristía, y aunque con espíritu crítico y en parte disidente, materialista-cientificista, relativista y hedonista, …, espero y me siento bien acogido en ella.

    • Román Díaz Ayala

      Exactamente.
      En 1971 Feli y yo (ya estábamos casados y había nacido nuestro primer hijo) asistíamos como miembros a una comunidad ecuménica mayoritariamente protestante, lo cual era una novedad para los evangélicos españoles entonces tan perseguidos e ignorados.
      Hubo un fuerte movimiento carismático que no venía de afuera, porque no existían pentecostales en nuestro grupo. Recuerdo que en medio de la oración se levantó un hermano y dijo: “hasta ahora hemos sido como patos puestos en diferentes corrales, pero nos ha sobrevenido una inundación y ahora nadamos libremente por encima de todas las vallas. No sólo sabemos que somos “uno”, sino que lo estamos viviendo experiencialmente”.
      Será, pues cuestión de corrales, o de vallas.

  • Jorge

    No me parece que las Iglesias Cristianas, como instituciones que son, estén capacitadas o sean eficaces para cambiar y elevar el nivel ético o el grado de compromiso por la justicia en la praxis personal e interpersonal, en lo social y político, …, de sus miembros, ya sean clérigos, jerarquía o simples fieles. Y esto es un hecho que comprobamos todos los días. Por lo general no hay mayor nivel ético dentro de las Iglesias que fuera de ellas, más bien es el mismo que tiene la sociedad y es reflejo o imagen especular de ella. Pensamos que las Iglesias deben ser santas y cuando vemos que no lo son y saltan a los medios escándalos de corrupción, morales, …, defraudan. Y la gente se larga, mucho más ahora que empieza a haber un poco de trasparencia, destapando el oscurantismo de las épocas pasadas, que permitía a la Iglesia mantener en la ignorancia a sus fieles. Y si de puertas adentro, sacerdotes y jerarquía sí sabían que ocurría, pues supongo que permanecían en ella por causas ajenas al proyecto de vida de Jesús, entre ellas el respeto de la gente a la sotana, el honor del clero y frailes en la sociedad, el poder, cierto bienestar, …, y cuando esto cambió, quizás tras el Concilio V.II como punto de inflexión colgaron la sotana, aunque entre ellos siempre hubo y hay gente de excelencia ética, incansables por la justicia.

    Las Iglesias no son escuelas de ética y moral, ni son organizaciones para la práctica del bien común, o de beneficencia, o de voluntariado social comparable a una ONG, … son instituciones RELIGIOSAS. Socialmente hablando son medios de expresión de las inquietudes religiosas de la gente, aunque los que estamos en ella percibamos nuestra Iglesia de modo muy distinto. Si las inquietudes religiosas (diferenciadas de las espirituales) han disminuido aceleradamente en nuestras sociedades, lleva en consecuencia a que las Iglesias se vacíen porque no se necesitan.

    Aquí hay dos problemas: por un lado, la pérdida del sentido religioso; y por otro, si la respuesta de las Iglesias a esas inquietudes es la adecuada o no.

    ¿Por qué la sociedad está perdiendo el sentido religioso? El sentido religioso proviene de la percepción de Dios, de un modo u otro, y por coherencia darle culto. Pero si el contenido de Dios que hemos recibido del pasado ya no funciona ni nos sirve, evidentemente no podemos percibirlo, y la actitud e interés religioso se hunde.

     
    El problema angular que veo en la Iglesia es el fallo en la repuesta a las inquietudes religiosas que la gente tiene y quiere expresarlas, (no las inquietudes espirituales sino las específicamente religiosas). Me refiero a la gente que cree en el Dios que Jesús manifiesta, que espera encontrar en su Iglesia cristiana un medio adecuado a la expresión de su fe en Jesús y darle culto, pero se ve defraudado, y en lugar de verse acogido le sucede todo lo contrario. Por supuesto esto no puede hacerse desde la uniformidad, porque la gente es muy diversa y tiene muy diferentes necesidades religiosas. ¿Para cuándo la apertura a la diversidad legítima de las Iglesias Cristianas y su común-unión, para que los cristianos puedan escoger en libertad desde una iglesia trentina conservadora, hasta las formas más libres de pentecostales y anabaptistas? La diversidad de las iglesias cristianas me parece un bien y riqueza de formas, lo cual pienso que quizás el Espíritu Santo tenga bastante que ver en ello. ¡Ya está bien de tanta excomunión y anatemas!

    • Román Díaz Ayala

      Muy sentidas tus palabras que tropiezan con lo que describes como una institución (las iglesias cristianas que las describes “instituciones”) ¿Son las instituciones las que soportan un testimonio ético?¿Transparentan la religiosidades colectivas?
      La Iglesia de Dios (Asamblea de los hijos de Dios)es un signo de salvación, un sacramento para el mundo. Jesús dijo: Vosotros sois la luz del mundo, vosotros sois la sal de la tierra. Y además: yo os envío (Frases tomadas de los Evangelios)
      La persona creyente vive, por tanto, bajo la premisa de un testimonio, no la de una verdad muy razonable, asequible a cualquier entendimiento, o el testimonio de una forma de religación (ritual),sino el testimonio de una vida “transformada”. Porque el Evangelio no vino a ocupar una cultura, ni hacer de alimento para la razón, sino que vino a ocupar el corazón humano. El Espíritu contra la carne en palabras del apóstol. Dios obrando en el corazón de la persona creyente. Una identidad nueva. Quien se cultiva en su yo termina en la soledad de sí mismo al final de su camino, mueren soledad, aunque esté rodeado de amigos y conocidos. Quien encuentra a Dios aunque sea al final de su vida, se hace uno-con-el-Resucitado.

    • George R Porta

      ¿Que materializa la existencia de eso que designamos «Iglesia», «sociedad» «organización», «institución», etc.? No constituyen todas esas palabras nombres que corresponden a diversas entelequias?

    • Román Díaz Ayala

      Puede parece difícil, pero no lo es, entender que Dios en Jesús se anuncia a las personas, nos busca busca desesperadamente ( Con amor eterno yo te amé) en Jesús, digo, y nos constituímos en asamblea según los designios de ese Padre Dios, como “piedras vivas”. Las realidades, por muy espirituales que sean, no son entes creados por la razón humana, aunque pudiera parecerlo para quienes no alcanzan a ver la luz del Resucitado (Levántate, tú que duermes entre los muertos y te iluminará la luz de Cristo)

  • George R Porta

    Una evidencia material de la rupture o el aislamiento o cisma entre la población creyente y el clero que «ministra» lo que necesita para conducer su existencia cristiana y católicamente es precisamente el descarrilamiento de que ha dado evidencia el clero, que hace pensar al profesor Castillo que esa sea la cuestión o tarea más importante o urgente.

    De haberse mantenido la relación próxima entre clero y laicos es muy probable que aquél no hubiera perdido ni sensibilidad ni rumbo y que éstos no hubieran dejado de participar de la vida de la comunidad ecclesial, para llamarla con un nombre tradicional.

  • George R Porta

    Me parece que para que haya un cambio personal de actitud —o lo que en lenguaje tradicional ha sido llamado «conversión» y «metanoia» más técnicamente— es necesario que ocurra un cambio en los valores éticos o morales que «filtren» la conducta o la «filosofía de la vida», que asegure la intencionalidad moral de cada Cristiano sin lo cual será insignificante hablar de mejoramiento eclesial. 
     
    Esto plantea un problema fundamental: Lo que apreciamos como más importante, aquello que valoramos o le atribuimos un valor prioritario puede cambiar casi constantemente debido al bombardeo de opiniones e información —publicidad o propaganda que influye la noción de satisfacción o felicidad— y con la rapidez con la que circula toda clase de información —incluyendo la información tendenciosa, falsa o simplemente distractora— y que por lo tanto resulta modificada, más o menos perceptiblemente, por la multiplicidad de interpretaciones que sufre continuamente todo lo comunicado mientras permanece significante.
     
    Por lo tanto, parece que la mayoría de la población interesada permanezca manipulada por la fluencia de noticias que capturan su atención enterándola de lo último dicho o pensado y, por lo tanto, es obligada a existir actuando por compulsión, sin tener oportunidad de madurar sus intenciones o de reconocer suficientemente sus responsabilidades éticas.
     
    En definitivas, esta misma afluencia de información e interpretaciones exige un tiempo de discernimiento que la mayoría no dispone. (Esto se agrava si es cierto que haya cada vez más gente viviendo en el nivel más bajo de la escala de Maslov, reducida a existir para satisfacer sus necesidades materiales básicas.
     
    Esta situación de vulnerabilidad filosófica y específicamente ética es una característica de lo existencial, lo cual parece particularmente cierto porque la posibilidad de optar, la libertad, cada vez se confunde más con la pulsión de actuar por «necesidad».  
     
    Si estas premisas son aceptadas, entonces parece aún más claro la naturaleza del aislamiento y la inefectividad de la institución eclesiástica y, por lo tanto, la inutilidad de que el clero se proponga causar un cambio en la Iglesia e incluso cuestiona la significación de que cambie o sea renovado.
     
    Una importante evidencia de esta situación es que al menos la Iglesia Católica Romana no pueda confiar a la familia la función catequética inicial sin la cual el clero no encontrará oídos receptores cuando predique, cuando realice el cometido principal que los evangelios le atribuyen al apostolado: «Id a todas las naciones y anunciad…».  
     
    Esta realidad, si es como la describo, cuestiona la interpretación tradicional de qué sea o en qué consista la intervención del Espíritu Santo en la Historia que según la teología trinitaria más ortodoxa es fundamental en la Iglesia Cristiana y Católica. Más aún pudiera sugerir que la jerarquía del catolicismo romano contemporáneo esté leyendo erróneamente los «signos de los tiempos».

  • Jorge

    (Disculpas al copiar y pegar falto el primer párrafo del comentario)

     
    Román, retiro lo de “sectario” porque levanta susceptibilidades y mi intención no es herir a nadie, no es propio de mí, ni tampoco tengo autoridad para anatemizar a nadie, pues reconozco que en mis planteamientos sobre la fe y los dogmas se cuela más de una herejía, (cosa que no me preocupa en absoluto, pues ni soy teólogo ni profesor en instituciones de la Iglesia, lo cual implicaría ceñirme exactamente a lo oficial del Magisterio de la Iglesia). Además, a Jesús se le puede considerar sectario del judaísmo, pues su profunda reforma acabó en separación y en la expulsión de las sinagogas judías de la secta de los nazarenos. Sin embargo, no todas las sectas son iguales. Las hay que pisotean la dignidad y la libertad humana, mientras que otras van en sentido contrario, en sentido humanizador y liberador, como propone el Proyecto de Vida de Jesús de Nazaret hacia el Reino.

    • Román Díaz Ayala

      Lo de secta no me resulta nada peyorativo. Solamente en los últimos años este vocablo comenzó a tener un sentido peyorativo, por aquello de “las sectas perniciosas” del argot periodístico, que en su momento entraron en el cuerpo social como una lacra más del cambio de época.( ¡Caramba, qué viejo soy!) Pablo (antes Saulo) se sentía muy orgulloso de su pertenencia a la secta de los fariseos.
      Esto de lo más urgente, que nos mantiene muy ocupados creo que no es del negociado del Espíritu Santo.
      El Espíritu del Resucitado actúa sin ningún respeto por nuestras ideologías y sin tener en cuenta nuestros personales niveles intelectuales ni posición cultural.
      Tampoco se circunscribe a quienes están puestos en eminencia jerárquica dentro de la Iglesia de Roma. Quizás por eso no le vemos Su presencia en muchos grupos y comunidades, que teñimos de diversas maneras ( políticas, confesionales etc.) y que no buscan ni nuestro reconocimiento, ni muchas veces el marchamo del Magisterio.

  • Jorge

    ¿Rechazo lo de “memorial” en la Eucaristía? No, para nada. Para mí y me parece que también para la Iglesia Católica la Misa es una celebración, una conmemoración, un revivir o hacer presente, un hacer memoria, de la muerte y resurrección de Jesús y de la Última Cena. Lo del sacrificio lo dejo al margen, porque no veo la relación entre sacrificio y redención, y creo que el Concilio V.II quitó lo de la repetición del sacrificio de Jesús como si se tuviese que añadir algo más a la crucifixión de Jesús en el s.I, por medio de la Misa entendida como sacrificio, un nuevo sacrificio repetido en cada Misa.

    Lo que sí creo es que el memorial de la Misa tiene un carácter sagrado y sacramental, no profano. Eliminar la diferencia funcional entre lo sagrado y sacramental de lo profano no me parece adecuado ni necesario. Diferencia no implica separación sustancial o de naturaleza, puesto que en mi opinión me parece lo más razonable y coherente con mi fe, que el Espíritu de Dios, el espíritu de la Plenitud Humana, esté presente o se dé en todos los seres humanos por igual, incluso entre los que lo rechazan o se muestran indiferentes. Todo, todas y todos son sagrados tanto como profanos. Sin embargo, esto no elimina la posibilidad funcional de reservar espacio sagrado y sacramental de modo específico, que congregue la comunidad para el culto religioso.

     
    Con todo me parece que me he metido en un berenjenal que no sé resolver. Pues por un lado cambiar el poder y el dinero de manos, del clero a los laicos, no resuelve el problema sino que puede agravarlo si se torna más eficaz en su gestión (aumentando ambos) y quedaría aún más expuesta a la corrupción del poder y del dinero; y por otro difícilmente pueden los laicos preservar la función de unidad, si no existe nadie que pueda resolver las discrepancias que se dan en y entre las comunidades, pues una estructura democrática que funcione por consensos no siempre conduce a acuerdos comunes. No obstante, estoy de acuerdo en que la separación entre el clero y los laicos no debería de darse, pues la Iglesia la formamos todos y todas en igualdad y dignidad. Lo que no sé es cómo podría resolverse este grave problema.

    • oscar varela

      Hola Jorge!
      Te leo:
      – “la separación entre el clero y los laicos no debería de darse.
      Lo que no sé es cómo podría resolverse este grave problema.”-
      Por mi parte lo he resuelto:
      1- saliendo del Templo
      2- pasando por el Atrio
      3- pisando las verdeas Pro-fanas.

  • ROMAN DIAZ AYALA

    Este comentario va en la línea de lo que explica Rodrigo, pero este soporte no admite el responder.
    J.M. Castillo ya en febrero de este año y aquí mismo en Atrio aborda el tema de lo que hay que hacer. Este articulo es uno más.
    En cuanto a lo de la Liturgia Eucarística también lo ha planteado aunque no recuerdo con precisión en cuál artículo en concreto.

    • Rodrigo Olvera

      Supongo que te refieres a este artículo ¿Qué urge más resolver en la Iglesia? del 19 de febrero de 2017 http://www.atrio.org/2017/02/que-urge-mas-resolver-en-la-iglesia/

      En aquél y en éste se apunta al tema del seguimiento. En aquél, referido a “la Iglesia” en su conjunto, a “jerarquía y fieles”; en éste referido al clero. No es pequeña la diferencia.

      Pero aún si se refiere a la iglesia en su conjunto, queda la misma cuestión: si la hipótesis es que no hay tal seguimiento ¿puede cambiarse a que lo haya, de forma independiente y no como concomitante al cambio de teología, liturgia, cánon, etc.?

      Veamos en lo práctico: ¿puede la Iglesia en su conjunto empezar a seguir la práctica igualitaria entre varones y mujeres de Jesús de Nazareth mientras su liturgia excluya a mujeres de realizar la funciones litúrgicas de la consagración de las especies sacramentales por el sólo hecho de ser mujer, su derecho canónico sancione con excomunión a la mujer que realice tal función litúrgica, justificando tal discriminación en una teología patriarcalista? Y si toda la cuestión de la renovación litúrgica, de derecho canónico y teológica requerida se pospone por considerarse secundaria, ¿qué contenido real y práctico se le da al “seguimiento”?

      Saludos

      • Román Díaz Ayala

        Son varios los momentos en que JM Castillo, yo diría que de forma progresiva va dejando el mensaje, que unas veces ha sido captado por el grupo de comentaristas y otras no, y podríamos ir muy atrás, pero conviene iniciarnos en un momento.
        Esto es cuando el 4 de diciembre de 2016 en “La descomposición del cristianismo” establece que Jesús ni era del clero ritual, ni pertenecía a la clase religiosa dominante, que la doctrina sacramental es una elaboración teológica sujeta a discusión y que el Evangelio de Jesús, su virtualidad tiene puntos de oposición a la religión establecida.
        Podemos, entonces ir a “Lo más importante, ¿ los ritos o las personas?” del 9 de febrero de este año, a lo por ti mencionado y luego a “La religión establecida no soportó el Evangelio” de 20 de julio. y asimismo, como segunda parte a “La religión contra el Evangelio” del 24 de octubre pasado.
        No sé siestas reflexiones las tiene más elaboradas en algunos de sus libros aparte de sus artículos, pero dan de lleno en la teología del Pueblo de Dios que yo cultivo, desde mi posición laical.

  • George R Porta

    Santiago: Te pido disculpas por lo que acabo de publicar porque al leer Jorge pensé que te dirigías a mí y para nada lo haces, porque es a otro Jorge. te ruego que Descartes lo que escribí. Ya pediré a la redacción de Atrio que por favor lo borre aunque no sé si eso es posible una vez que algo está posteado.

    Gracias y mil perdones.

  • Rodrigo Olvera

    Dice Castillo que el cambio más urgente es la renovación del clero. Pero

    a) ¿acaso una renovación de la liturgia y la teología no volvería intrascendente no sólo la “renovación” del clero sino al clero mismo?

    b) ¿serviría de algo distinto un clero -por muy “renovado” que sea- si continúa dentro del marco de la actual liturgia y la actual teología?

    c) puesto así, ¿la “renovación” del clero no sería una mera renovación “moral”, que ha sido la estrategia de renovación del clero en el catolicismo desde finales de la Edad Media y ha mostrado ya sus limitaciones?

     

    No sé, eso de la renovación del clero sin renovación de la teología y la liturgia – pero especialmente sin renovación de la institucionalidad incluyendo el código canónico- me suena a eso de capitalismo con rostro humano de finales del siglo pasado.

    • George R Porta

      Quizás, amigo Rodrigo, permíteme que te comente, para beneficio del propio clero pues sí tenga razón el Dr. Castillo. Tu segunda pregunta es muy válida y mi punto de argumento: La posibilidad de que el clero simplemente desaparezca del orden jerárquico, se gane su pan que Buena educación y gratuita tiene a su disposición sobre todo en los países ricos de Occidente, y si en las horas de Descanso pues quiere animar teológicamente comunidades o educar a quienes no pueden educarse mejor por su cuenta, que sean libres de hacerlo.

      Para mí, los curas obreros fueron una experiencia muerta poco antes de nacer que debió tener oportunidad, más oportunidad de probar que era absurd o que podia ser eficiente o efectiva. Claro, puedo estar errado. Un saludo cordial.

  • George R Porta

    La falacia o el espejismo de una Iglesia que requiera ser reformada, como en la época de los Reformadores Protestantes, solo es concebible desde fuera de ella, real o ficticiamente.
     
    Otras reformas ocurrieron en la historia, pero dichas reformas, por ejemplo, las monásticas, ocurrieron como era debido, todas desde dentro porque no implicaban a todos los miembros de la Iglesia y nunca engendraban obligaciones universales. 
     
    Una reforma de la Iglesia solo la puede pensar alguien que ya se siente fuera de ella o que se sienta defraudado o traicionado por ella, extraño/a a ella. Para revigorar la Iglesia Cristiana solo basta que cada cristiano viva en cristiano, voluntaria e intencionalmente y no requiere de la certificación de ningún otro miembro de la Iglesia.
     
    Ser humano es ser falible y ser falible no requiere perdón excepto de quien haya sido perjudicado por causa de dicha falibilidad. No en balde perdonar, en el evangelio jesuánico, viene a ser un deber porque no hay nadie que no sea falible; ni hay quien sea incapaz de victimizar a otros; ni hay nadie perfecto, ni superior, ni nadie puede llegar a serlo.
     
    Todo este rollo religioso de la necesidad de intermediarios, rituales, etc., es concebible solo si se imagina que haya habido un momento en el que la humanidad no adolecía de falibilidad.
     
    Claro que eso es deseable, pero solo desde la arrogancia de quien no acepta la humanidad que conoce en sí y sueña con otra en la que hubiera sido o hubiera podido ser perfecto/a.
     
    La realidad humana es solo una y es esta que conocemos
     
    Es la noción de pecado la que causa la necesidad del perdón mediado como en el idolátrico judaísmo contra el que se rebeló Jesús: Que haya sacrificios expiatorios y quien funja de oferente.
     
    La compasión, en cambio, implica y demanda comprensión y una relación directa no con alguna divinidad imaginaria, sino con los demás seres humanos, de igual a igual y por lo tanto ya puede sacrificar el orgullo sin necesidad de mediadores y rituales.
     
    Solo falta que cada uno se aplique a vivir humildemente defendiendo la justicia y obrando el bien (Miqueas 6,8), aunque no sea fácil. 
     
     
     

     

  • ROMAN DIAZ AYALA

    Si alguna persona pensase que nos hemos extra limitado de los propósitos de J. M. Castillo en éste su artículo, le recuerdo que en 1992 escribió un trabajo con el título de:
    El discernimiento cristiano, por una conciencia crítica.
    Leo un párrafo:
    Pero, ? Por qué ese miedo a hablar de la libertad? ? £ por qué la consiguiente falta de información que existe sobre esta materia?
    Hay, ante todo, una razón muy elemental y que se comprende fácilmente: las autoridades eclesiasticas no suelen ver con buenos ojos el que se hable sobre este asunto. Quizás porque existe un cierto miedo a que la gente se sienta demasiado libre dentro de la iglesia l

    • Carmen

      Las personas cambiamos con el tiempo. Y con las circunstancias que nos rodean. Quizás cambiamos con el tiempo, porque con el tiempo cambian las circunstancias que nos rodean. Vaya usted a saber.

  • Carmen

    A ver si va a ser cierto aquí eso de: para el pueblo, pero sin el pueblo.

  • Carmen

    Sé que el tema es la renovación del clero. Pero , por qué y para qué existe el clero? Diría que para atender las necesidades de los fieles, pero a lo mejor me pasa como con el Papa y no sé exactamente su función. Va a resultar que no sé nada de mi iglesia. Es interesante y un poco sorprendente. Pero bueno, cosas verdes, Sancho

    Un saludo cordial

  • Carmen

    Me he leído de tirón todos los comentarios. El artículo ya lo había leído. Me gusta el señor Castillo. Aunque discrepe en alguna cosa con él.

    Superinteresante. A veces creo que ha sido un acierto entrar en Atrio porque veo un poquito como piensan ustedes. Supongo que habrá quien piense qué hace una persona como yo en un lugar como éste, que dice la canción. Pues escuchar .

    Y hablando de escuchar. Ustedes escuchan a las personas que han dejado de ir a las iglesias, a las que nunca han ido aunque estén educadas en el catolicismo? Preguntan por qué los seminarios no están con el número de seminaristas que antes? Preguntan por qué , según oigo decir, vocaciones religiosas hay pocas?

    Preguntan, o dan respuestas de todo tipo y muy interesantes por ellos?

    Hablen con ellos, hablen con ellas. No con los que están, sino con los que se han ido. A lo mejor sus verdaderas razones las desconocen, es una posibilidad  a tener en cuenta. Podría ser. O no.

    Un saludo cordial.

    • George R Porta

      Apreciada Carmen, sospecho que ya lo hace usted, sin necesariamente saberlo, aquí en Atrio. Al respect de mi, esto es cierto con toda seguridad. Yo soy uno de ellos que fue expulsado en Cuba acusado de comunista, injustamente, y después abandoné mi orden religiosa voluntariamente aunque dolorosamente, abrumado por la experiencia.

      Como siempre tengo la esperanza de que continue usted encontrando razones para permanecer en Atrio y seguir participando. Un saludo cordial.

      • Carmen

        Totalmente rocambolesco, acusado en Cuba de ser comunista. Sabe que le digo? Que hizo muy bien en dejar la orden a la que pertenecía, que ni idea la que es. Porque’ la libertad, amigo Sancho,es el más preciado bien que nos dieron los cielos. Por ella se puede y se debe dar la vida’

        A veces me invento citas del Quijote, me encanta,y a ver quién es capaz de saberse el libro de memoria. Pero esta vez, aunque cito de memoria y sobran las comillas, le prometo que es cierta.
        En cuanto a eso que dice que ya se hace en atrio, es una única opinión,la mía. No represento a nadie,soy libre como una mariposas. Hay otras miles de opiniones.
        Deberían de preguntar aquellas personas que pueden hacer algo para cambiar la iglesia.
        Tienen que entender que una institución eclesiástica, por muy ortodoxa y preciosa que sea, sin fieles o como le quieran llamar, no tiene sentido y la ciudad del Vaticano acabará siendo un centro turístico. Y por cierto, arte suficiente e historia para contar , no le faltan.
        Un saludo cordial

      • George R Porta

        Estimada Carmen, a lo que me refería es que en Atrio no soy el único que abandonó la clerecía o una orden religiosa y cuando usted sugería que si se preguntaba a ex clérigos, pues me pareció que no supiera usted cuántos hay que son varios que activamente participant en Atrio y que tienen una experiencia y un conocimiento profundo de la naturaleza de la institución.

        En cuanto a su libertad con el Quijote no tengo nada que censurarle, aunque hoy día hay ediciones electrónicas del texto y concordancias extraordinarias que permiten verificar la pertenencia sin tener que saberlo, como con todo. Quizás sea demencia, pero por muchos años podia citar sin errar en las materias que me conciernen y hoy día ni soñarlo. Confío y deseo que a usted no le pase aunque si le divierte reescribir o redactor el Quijote, pues nada, a su disposición lo tiene. Las narraciones evangélicas son llamadas «Palabra de Dios» y antes de ser inventada y generalizarse el uso de la imprenta de tipos móviles (Guttemberg) en Europa los copistas realmente los maltrataron al reproducirlos en los monasteries y al servicio de los ricos y no solo para reproducer los textos sino para reemplazarlos y aumentarlos o reducirlos y eso estuvo pasando por más de 14 siglos.
        Le deseo lo mejor.

  • George R Porta

    «Ecclesia semper Reformanda est»  es una expression popularizada en gran medida por Karl Barth en 1947 citando libremente a San Agustín y se refiere al principio del Círculo hermenéutico que require la constant revision de lo interpretado no solo para mantener la doctrina al día sino para verificar la continuidad sin interrupción de la verdad proclamada en la misma.

    Cuando se habla en transitivo de ser agente de reforma se comete un error grave. La Iglesia no puede dejar de autoreformarse o convertirse contínuamente porque cuando deja de hacerlo se fracciona y se destruye, como se ve hoy día en las multiples tendencias teológicas, interpretativas, los cismas, las sectas, los grupúsculos que representan intereses particulares en el gobierno de la Iglesia.

    Del mismo mo y como consecuencia del sensus fidelium, es la jerarquía la que sigue a los fieles a fin de confirmarlos y no, como ocurre hace siglos, lo contrario, es decir, los miembros de la Iglesia subordinados y dependientes de las veleidades doctrinales de los jerarcas.

     

  • Isidoro García

    Dice el amigo Román que la Nueva Era proviene de “la profunda sed de espiritualidad sobrevenida tras la crisis de la modernidad”.

    Yo más bien creo que esa sed de espiritualidad, no proviene de la crisis de la modernidad, sino que es una sed, que proviene al humano, de todas las épocas, especialmente, en “Nel mezzo del cammin di nostra vita”, que decía Dante en el inicio de la Divina Comedia:

    “En el medio del camino de nuestra vida, me encontré en un bosque oscuro, porque el camino recto había perdido”. 

    Aquí Dante, está describiendo la famosa y universal crisis existencial de los cuarenta, (o los 35-40). Y continúa:

     ¡Ay, cuán duro es este bosque salvaje, áspero y duro, cuyo recuerdo renueva el miedo!. Es tan amargo, que poco más (amarga) lo es la muerte…”

    Esta crisis se traduce en un malestar general existencial en na insatisfacción con la vida que se está llevando, y a veces esto puede venir acompañado con repetidos sueños lúcidos, (que se recuerdan perfectamente, con un sensación subjetiva de que son importantes).

    Hoy, con la psicología arquetipal del inconsciente colectivo, se puede comprender que hay unos programas, de evolución de la conciencia, con un reloj biológico, que va poniendo en marcha unos procesos concretos de evolución de la conciencia, que son universales, aunque cuando si se está muy distraído por los asuntos externos, o por problemas emocionales, no se entienden ni atienden. (Se precisa de cierto silencio y reflexión).

    (El que esté interesado en estos asuntos, y quiera saber según su edad, en que estado de evolución de la conciencia debería estar, puede ver el artículo “Procesos de autoorganización en la conciencia y crecimiento humanos” – Teoría matemático-geométrica de su desarrollo, de Sinesio Madrona Rodenas.

    http://procesos-autoorganizacion-conciencia.blogspot.com.es/

    Es una hipótesis, pero muy curiosa).

     

    Desde siempre, la primera época de la vida, ha sido muy ajetreada, aprendiendo e incorporando todo el arsenal de experiencias y de conocimientos  profesionales y vitales, para formar una familia e insertarse en el mundo.

    Dicen en el CETR, “Las generaciones mayores tienen de qué alimentarse, sea en el seno de las iglesias o sea en sus arrabales (movimiento espirituales, sectas, yoga, miles de ofertas de menos calidad o de más). Las generaciones menores de 45 se encuentran en un descampado tal, que no hay nada que llevarse a la boca en este terreno”.

    Y quizás se produce esa situación, porque no es terreno abonado, excepto en unos casos muy aislados, que por razones especiales, sus modelos arquetipos religiosos, disponen de una gran energía para incorporarse a la “personalidad” del joven.

    Pero muchos, (no solo ahora, sino en toda época), hemos sufrido esa “crisis” de los cuarenta, (detalle de universalización que nos debería hacer reflexionar de su origen). Esta crisis existencial se caracteriza porque sabemos que no estamos a gusto, pero no sabemos qué nos pasa.

    Unas veces esa crisis existencial, nos sirve para promover un cambio en nuestra vida, y en otras, si no la entendemos bien, cursa en depresiones, conflictos matrimoniales, apuntarse a un gimnasio, o a yoga o zumba, o dedicarse a quemar la vela de la vida por los dos extremos. No son pocos los que se quedan en el camino de las conductas autodestructivas.

    Esta crisis, antes producía muchas vocaciones tardías religiosas, después de un periodo de abandono de la práctica religiosa. Los ejercicios espirituales, de antes, y de ahora, iban dirigidos a estas personas, y el relativo éxito de los mismos, era producido, pues eran como pescar peces en un barril: la gente que iba clamaba, muchas veces sin saberlo, ni decirlo, por una salida, a su dolorosa crisis existencial.

    Pero hoy, las personas, no encuentran una oferta religiosa acorde a los tiempos en que vive. Y busca otros caminos, en un mundo en que se lee mucho más, en que proliferan las traducciones de todos los idiomas, y tenemos a nuestro alcance, libros espirituales, chinos, árabes, sánscritos y de todo el mundo.

    Desde las “grandes superficies” de la espiritualidad  y la religión, las grandes Iglesias, se hacen análisis complacientes, echando la culpa de su fracaso al empedrado: la culpa es de la gente, que no le gusta nuestro producto.

    Y echándole la culpa a las tiendas de los “chinos”, que nos quitan clientela, y para eso, promover campañas de desprestigio y calumnia, llamándolas “sectas”, (que a lo mejor muchas lo son, pero que justamente han aprendido eso de nosotros).

    No se dan cuenta de que nuestro maestro Jesús, además de (supuestamente) hacerles llamadas al proselitismo, les instaba también, con la parábola de las minas, y la del administrador infiel, a ser astutos, y hacer las cosas bien e inteligentemente.

    Y una de las cosas fundamentales para hacer las cosas bien, es darse cuenta de la realidad como es, no como quisiéramos que fuera, y que la cosa no está en estar siempre haciendo algo, sino en saber qué es lo que hay que hacer.

    Se necesita más psicología y menos teología. Psicología para comprender bien al ser humano, y sus necesidades y sus potencialidades, y con ello poder ayudarle a desarrollarse y ser felizmente maduro.

  • Jorge

    No todo vale. No todo vale para expresar algo tan profano como “un memorial” del sacrificio, o mejor de la Pascua, de la muerte y resurrección de Jesús. ¿Por qué? Pues porque basta con repasar por encima los movimientos sectarios en la larga historia de la Iglesia, y actuales (New Age p.ej.) para ver las profundas diferencias tanto en la concepción y contenido de “Iglesia” como sobre la tipología de Jesús. Son tan irreconciliables que no pueden agruparse bajo el mismo nombre de Iglesia, ni se pueden llamar seguidores de Jesús, puesto que el Jesús que dicen seguir nada tiene que ver no ya solo con respecto a lo que dice de él la Iglesia Católica sino también con el de las Iglesias Ortodoxas y las de la Reforma.

    Cualquier comunidad incluso de bautizados, que dicen reunirse en nombre de Jesús, para celebrar una cena, “en memoria” de la Cena y la Pascua del Señor, compartiendo el pan y vino bendecido, no es siempre identificable o reconocible como una Misa y Eucaristía. ¿Por qué? Pues porque en esas comunidades “sectarias” el Jesús, el nombre por el cual se reúnen, es un Jesús inventado o por lo menos muy distinto al que proclaman desde el origen el conjunto de las Iglesias Cristianas.

    Esto no significa que la única forma o estructura de la Iglesia que puede dar validez a la Misa y Eucaristía, a la comunidad reunida en el nombre de Jesús, sea la sacerdotal adoptada por la Iglesia Católica, las Ortodoxas y las de la Reforma aunque no todas, sino que pueden haber otras estructuras que también le den validez. Sin embargo, a mí me ofrecen mayor garantía aquellas que tienen una estructura sacerdotal, ya sean presbiterianas, episcopalianas, patriarcales o papales, por orden de menor a mayor garantía. Menor aún sería una Iglesia formada por una asamblea de laicos sin sacerdocio ordenado, con solo el bautismal.

     
    Además, en este tema de la Misa y Eucaristía me alineo con Santiago, pues en ellas hay algo más que “un memorial” profano de la Cena y la Pascua del Señor. Hay algo sagrado, al expresar en algo sensible, el pan y el vino, la presencia de Dios, del cuerpo y la sangre de Cristo, porque de este modo lo hizo Jesús en la Última Cena y es recogido en la Tradición de las Iglesias Cristianas desde su inicio. Y en mi opinión la mejor forma de expresar y preservar lo sagrado es mediante el sacerdocio, que no es un honor sino un servicio a la comunidad y por tanto subordinado a ella.

    • Román Díaz Ayala

      Las diferentes forma de espiritualidad con que se reviste el mundo actual no tienen que ser todas necesariamente sectarias, sino que obedecen a la profunda sed de espiritualidad sobrevenida tras la crisis de la modernidad. La New Age, y tengo que referenciarla necesariamente con la sociedad norteamericana es un movimiento culto que quiere presentar una oferta ¿seudo? científica en sustitución con la religiosidad popular de aquel país; perdon, pero hay que tener ahora mucho cuidado con el uso del término “seudo”, que levanta muchas susceptibilidades, igual que yo he puesto alguna objeción a lo de “sectario”.
      Puedo equivocarme, pero Santiago admite lo de “memorial”, pero compruebo que tú no. Conviene, por tanto aclarar nuestras respectivas posiciones.
      Creo que tus objeciones se muestran en dos aspectos distintos.El primero hace referencia al poder y privilegio del sacerdocio ministerial de la Iglesia Católica, especialmente en cuanto se refiere a la consagración de las especies en la Misa y al “perdonando” los pecados en el confesionario, pues sólo Dios perdona pecados (Mateo 9,2)
      El problema más de fondo consiste en el carácter sacrificial otorgado a la Eucaristía. La Teología Católica lo refleja de varias maneras. Algunos ven en la Misa una nueva inmolación mística de Cristo ( un nuevo sacrificio). De otra manera se explica que la esencia del sacrificio no es la inmolación, sino “una nueva oblación”. Y por último se han abierto camino otras explicaciones que evitan la expresión de nuevo sacrificio, y por tanto, sin necesidad de inmolación o de oblación, convirtiendo la Misa en una presentación del único sacrificio de la Cruz (meta-histórico y meta-temporal)
      Por último está lo del memorial que rechazas.

      • Santiago

        Román y Jorge, disculpad mi aparición tardía por aquí. Siempre es la falta de tiempo interfiriendo.

        Pero vuestro diálogo es interesante, claro, visto de diferentes ángulos. Yo sigo tratando de ir a los orígenes, a lo que me parece que “es más probable”.
        Por eso creo que Jesús SI quiso un ministerio “sui generis” para transmitir Su carisma espiritual específicamente sacramental al llamar solo a Doce para este legado como el canal ordinario de la gracia santificarte.

        De ahí que ese poder de celebrar el sacrificio perpetuo de la Eucaristía sea una verdadera”oblación” pues por el sacrificio se ofreció Cristo como “oblación” en la Cruz y este único sacrificio es el que se renueva constantemente en los altares católicos alrededor del mundo.

        De la misma manera SOLO Dios perdona el pecado pero el mismo Dios puede delegar su poder cuando consta históricamente que El comisionó a sus Apóstoles para que pudieran perdonar pecados y retenerlos como nos transmitió desde Efeso la enseñanza del discípulo amado de Jesus, Juan, en su Evangelio (Juan 20, 22-23) redactado a petición de los obispos del Asia Menor cuyos voceros fueron Policarpo, Papías e Ireneo que tuvieron relación directa con la escuela apostólica de Éfeso. De hecho, la Iglesia ejerció este poder desde el principio pero usando una “forma diferente”. Ya Pablo nos habla del “ministerio de la Reconciliación” (2 Cor. 5, 18-21) y existen pruebas documentales de como era el ritual de la Reconciliación de los penitentes en los primeros siglos d e la Iglesia.

        Por último “el memorial” de la Pasión y Muerte de Jesus que NO es un mero “recordatorio o recuerdo” pasado y que se desvanece, por el contrario es una “memoria viva” y dinámica que confiere el carisma sacramental a los que se acercan a el con limpieza del corazón. No es un mero “símbolo metafísico” ni un recuerdo devoto de la Crucifixión, ni un sacramental específico, por el contrario, ES el Sacramento por excelencia como fuente de la gracia en la Iglesia de Cristo en el que El se hace presente real y esencialmente como comunicante de la gracia que necesitamos bajo la apariencia de cosas tan ordinarias como es el pan y el vino en el mundo que habitamos.

        Un saludo cordial

        Santiago Hernandez

    • Rodrigo Olvera

      El cristianismo entero no es más que una secta herética del judaísmo, desde la perspectiva judía. Pero claro, sectarios siempre son los otros no los míos. ¿Cierto?
      Saludos

  • Santiago

    De acuerdo contigo Román en la mayoría de tu comentario teológico,… sobre todo por lo de los elementos que constituyen la comunión de la Iglesia, que son triples…Pero no podemos separar el sacrificio de la Muerte y la Resurrección de Jesús…Ambas constituyen una unidad son intrínsecas a la Eucaristía…

    El sacrificio eucarístico está expresado en el Evangelio de los Sinópticos y en Pablo que usan el participio griego en la narración, ya que el Cuerpo es “entregado” y la Sangre es “darramada” para la “remisión de los pecados” y para rescate nuestro, ya que Cristo es “propiciación de nuestros pecados”. El Cuerpo será entregado y la Sangre derramada, en realidad, muy pronto, ya que la Crucifixión es inminente…Pero la Última Cena no es una mera cena cualquiera..Lo que se celebra no es una “mera comida”…sino se celebra es lo que el Señor constituyó durante el curso de la cena y que confió a la Iglesia…que es la celebración del “memorial de su sacrificio en la muerte de Cruz”…PERO en la certeza de que Su oración iba a ser oída el Señor entregó Su cuerpo y derramó Su sangre en anticipación a su Resurrección, que es Su victoria final…

    Por tanto, los primeros cristianos “celebraban” el “memorial de la Pasión y Muerte” en el “día del Señor”, que es el primer día de la semana…Y así ya en el siglo I, La Didajé habla de la Misa así: “Respecto a la acción de gracias, daréis gracias de esta manera: Primeramente sobre el Cáliz…Después sobre el fragmento (de pan)..Que nadie, empero, coma ni beba de vuestra acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor” (Didajé, 9, 1-4)..Esta es la Eucaristía, propiamente hablando…

    Damos “gracias” por el amor de Jesús al entregarse voluntariamente por nosotros y por su triunfo final en la Resurrección. Jesús mandó a celebrar sacramentalmente su Muerte y Resurrección para nuestro bien. Es un sacramento continuo, centro de la vida de la Iglesia. Pablo clarifica el sentido porque “siempre que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta su venida” (1 Cor 11,26) y “Quien coma de el pan y beba el Cáliz del Señor indignamente, se hace reo de profanar  el Cuerpo y la Sangre del Señor” (1 Cor. 11,27). La Misa es sacrificio y Acción de Gracias a la vez…

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

  • Román Díaz Ayala

    El Concilio de Trento (1545-1560) estableció un férreo control sobre los bautizados.Desde entonces, con una base doctrinal clara que evidenciaba la asunción de poderes muy extraordinarios para la Jerarquía. y siguiendo una tradición de mil años de creciente severidad, la Liturgia de la Iglesia y su momento cumbre de la Eucaristía, pertenecía sólo a la clase clerical donde los laicos estaban como “mudos espectadores”, en palabras de Pío XI. El sacerdote posicionado en el altar, en una posición más elevada, de espaldas al pueblo y en un idioma initeligible ofrecía a Dios lo que era “el sacrificio de la Misa” en su función de intermediario, mientras el pueblo hacía de las imágenes el objeto de sus súplicas, rezaba el rosario o, en las funciones solemnes, se dejaba envolver por la música del órgano. Aquel abuso mantenía extraviado al pueblo de Dios. Incluso se comulgaba fuera de la Misa en forma de viático para no interrumpir la ceremonia. Los niños tenían prohibido comulgar. Se comulgaba en contadas ocasiones. Y así terminó el siglo XIX. Esta separación entre el pueblo y el altar era una expresión de la concepción teológica de la Iglesia.

    Según enseñaba la teología medieval la Eucaristía es la presencia de Cristo, un sacramento y un sacrificio. En los Evangelio y en todo el Nuevo Testamento, no resulta posible encontrarnos con los vocablos Eucaristía o Misa, sino la institución de la Cena del Señor (Mateo 26:26-26; Marcos 14:22-25;Lucas 22:19-20; 1ª Corintios 11:23-26.

    Con el creciente poder del episcopado ya en la segunda mitad del siglo III encontramos términos como “altar”, “sacrificio”, “sacerdocio ministerial”. En la Edad Media se va incrementando el carácter sacrificial de la Eucaristía (Eucaristía, del griego: acción de gracia) comienza a usarse el término “Misa”, por la despedida final en Latín. “Ite Missa est”.Se introducen ritos o  modos litúrgicos de celebrarla (romano, ambrosiano, bizantino, mozárabe etc). El cáliz es sustraído a los seglares alegando diversos motivos (contagios, borracheras etc) coincidiendo con el creciente poder sacerdotal y el establecimiento de una separación entre clérigos y laicos. La “Misa se dice de espaldas al pueblo, se introducen las “misas privadas” y el oficiante usa una hostia mayor  que la que reciben los seglares.

    El Concilio Vaticano II (1963-1965) se repite con respecto a Trento en la identificación del sacrificio de Jesús en la Cruz con la Misa, sin embargo, una catequesis más avanzada (Catecismo Holandés) la presenta como “un memorial” del único sacrificio de Jesús.

  • Román Díaz Ayala

    Valoro sinceramente las aportaciones de Isidoro, desde “su sicologismo”. Parece que ya es un lugar común considerar como algo puntero el avance de las ciencias del ser humano, en especial de la sicología, a partir del siglo XX, sobre las demás conocimientos e incluso de los avances de la tecnología. Pero tales avances no sustituyen, ni siquiera modifican de raíz otras realidades del ser humano. Puede existir el riesgo de una sobrevaloración.

    Tengo que insistir una vez más en la naturaleza de la Iglesia. ¿Qué es la Iglesia? No es el edificio de reunión como tampoco podemos confundirla con quienes la administran y gobiernan. Y tengo que remitirme a los textos.

    Tan legítimo es hablar de Iglesia en singular, Hechos 20,28, como “las iglesias”(en plural; Galatas 1,2) En el Nuevo Testamento oiremos hablar de la “Iglesia de Dios” y la “Iglesia del Señor”. En Mateo se dice que Jesús hace referencia a ella; la llama “mi Iglesia” y que “yo la edificaré”. El Apóstol Pedro (1ª Pedro 2,9-10) siguiendo a Isaías 43,21 cuando éste habla de un nuevo Éxodo. También Santiago en Hechos 15,14

    El pueblo de Dios está constituido en Asamblea (Hechos 5,11), la comunidad mesiánica del Antiguo Testamento (Hechos 7,38). A Pablo le gustaba usar el término “Iglesia de Dios” (1ª Corint.1,2;10,32;11,22 etc.) Pero también las “iglesias de Dios” (1ª Corint.11,16; 1 Tesal. 2,14 etc)

    Entonces, ¿en verdad qué es la Iglesia?- La Iglesia es el pueblo espiritual de Dios, el conjunto de todos los cristianos. La Iglesia significa, por tanto, la Asamblea convocada por Dios o la Asamblea de los elegidos de Dios. Estos son llamados también “los santos”: somos la iglesia de los santos, 1ª Corint,14,33. (Estas citas están tomadas de la Biblia Pastoral Latino-americana)

    Estamos, por tanto hablando de “un hecho natural” cuando mencionamos las formas de agrupación y sus estructuras. La parroquia tradicional siempre ha sido un área de convivencia, una forma de organización.

    Pero no podemos desestimar “el hecho sobrenatural”, tal como quedó expresado más arriba.

    En cuento el Evangelio era predicado los recién convertidos se reunían en grupo. Estamos hablando de los acontecimientos de la Pascua y de Pentecostés del año 30 de nuestra era (fecha más probable). La vida religiosa de Jerusalén giraba en torno a los oficios del Templo y de sus respectivas sinagogas. Los judíos de habla griega (La inmensa mayoría pertenecía a la Diáspora) tenían sus propias sinagogas e incluso leían la versión griega de la Biblia. La comunidad de habla aramea se nutría de “una paráfrasis”, por haber perdido el idioma hebreo de los textos tras el exilio babilónico.Loa ejemplos salpican todo el libro de los Hechos y las cartas de Pablo. Estas iglesias a veces se constituían en torno a las propias sinagogas judías, otras en lugares comunes de reunión y muchas veces en casas particulares.”Por imposición de las  manos” se constituían delegados de las mismas, pero era el grupo o conjunto de los reunidos en asamblea quienes formaban y constituían la Iglesia de Dios, una realidad que trasciende.

    “Jesus enseña las bases de la convivienca en la Iglesia”. El más grande se hará servidor de los demás (Marcos 10,41-45), los jefes y respnsables deben servir (Mateo 18,6;18,10) Ninguno se hará Padre, Maestro o Ddoctor, sino que la autoriddad respetará la igualdad fiundamental de todos y su relación directa a Dios; Mateo 23,8: todos sois hermanos, uno solo es vuestro Maestro, unosolo es vuestro Padre – La Ley suprema será el amor: Juan 13,34 y 15,12-14

    El amor se manifestará primero en el perdón, Mateo 18,21, perdonar al hermano setenta veces siete, Mateo 18,23-35. Parábola del siervo sin entrañas y las preocupaciones por unir; Juan 17,21- que todos sean uno.

    Las decisiones de la Iglesia serán ratificadas por Dios, Mateo 16,19;18,18

    Dentro de esta perspectiva sí podemos entonces hablar de la celebración de la Eucaristía. Ésta no crea la comunión (común-unión) sino que es una celebración de tal comunión en la fe y el amor.

    Esta comunión es el resultado de una triple experiencia colectiva: la unión con Cristo al participar de la naturaleza del Resucitado consecuencia de la fe salvífica; la comunión de los bienes espirituales, de los que el apoyo mutuo, la entrega y la colaboración desinteresada son causa y motivo; y tercero, pero que no es, menos importante, la oración con manos limpias conjunta a Dios en la armonía y la paz de los corazones.

    Si no se dan estas tres condiciones en forma de vivencia no estaremos construyendo una iglesia, por muy maravillosas que sean las personas aunque sean de muy buena voluntad,ni la eficacia ni acierto de una organización institucional.

    Tenemos que dejar lo de “la fracción del pan” para otro comentario, dada la extensión del presente.

    • Isidoro García

      Perdóname Román, pero me asombra la poca importancia que das a la ciencia de la psicología, (ciencia social, pero ciencia al fin y al cabo), para la reflexión religiosa y espiritual, en la que toda la fenomenología se produce en el alma humana.
      La psicología es fundamental para comprender nuestro esquema mental, nuestros procesos cognitivos, nuestra parte emocional, nuestros recuerdos más íntimos, nuestras heridas mal cicatrizadas producto de nuestra biografía…
      Todo ello, repercute directamente en nuestro comportamiento personal, que es el objeto de estudio de la Ética.
      Si tú o uno de tus hijos o nietos, tuvieran un problema comportamental, adictivo o emocional, ¿a quién acudirás?, ¿al párroco, o a un psicólogo o psiquiatra, según sea el tema?.
      Los mismos teólogos, sin utilizar terminología psicológica, (la red lingüística de la entrevista), que no utilizan posiblemente por exceso de especialización profesional, constantemente se están refiriendo a la psicología.
      Las diferencias de opinión entre Pelagio y Agustín, que vienen expresadas en la entrevista, (pag. 70), se refieren a las diferencias de opinión sobre la forma de actuación del alma humana.
      Dice Slenczka: “Entiende Agustín que Pelagio dice que al hombre le es posible renunciar al pecado por sí mismo, pero con la gracia recibe una ayuda que le permite hacerlo mejor.
      Pelagio afirma que en su origen el hombre es una creación buena, que no deja nunca de serlo, que se puede corromper mediante las malas influencias y que tiene en sí la fuerza para luchar contra ellas”.
      Aquí tanto Plagio, como Agustín, están dando opiniones psicológicas en pleno siglo V. ¿No habría que revisar esas opiniones claramente psicológicas con los nuevos conocimientos?.
      El mismo Slenczka, acaba diciendo:
      “Como teólogo estoy comprometido, con un proceso de reflexión contínua, en virtud del cual por un lado, estudio el contenido de la fe, mientras por otro me observo a mí mismo, la manera como me concibo a mí mismo. Es esta dinámica, la que hace emerger la vitalidad de la tradición cristiana”. (pag. 78).
      ¿Qué es eso de observarse y concebirse a sí mismo, sino pura psicología?. ¿Y cómo lo voy a realizar bien, si no conozco los modelos, conceptos y categorías psicológicas, que miles de estudiosos llevan investigando desde hace más de 150 años?.

      • Román Díaz Ayala

        No me malinterpretes, Isidoro, si el Señor me hubiera permitido poder estudiar habría hecho los estudios de Psicología con preferencia a cualquiera otra cosa.
        Evito en lo posible sobredimensionar cualquiera de las muchas disciplinas científicas, ya sea Sociología, Filosofía, Economía, etc hasta el punto condicionar mis juicios de valor sobre los hechos de experiencia.¿Por qué crees que bebo tus comentarios? Porque me mantengo permanentemente abierto a lo que aporta la New Age.

  • Jorge

    Precisamente hoy ante un Atrio que no ha suscitado mi dedicación a comentarios, me he leído el diálogo que citas Isidoro de Iglesia Viva, subrayando en azul y rojo de acuerdos y desacuerdos, añadiendo anotaciones, (tengo el nº 271 en papel). Es que ese diálogo es muy interesante en casi todas las cuestiones que plantea. Lo que destacas del marco lingüístico y la confrontación de novedades si no son aburridas, modifican las redes lingüísticas en la que nos movemos y esto no es fácil de asumir, tal como dices.

    Se habla en ese diálogo del pluralismo de las Iglesias cristinas y su horizonte de unidad, (“que todos sean uno” en la oración de Jesús en el huerto”), aunque no de uniformidad, en el respeto a las divergencias sin violencias en las confrontaciones. Añaden la importancia de las herejías para la renovación teológica, y pienso que es así, pero en mi opinión no deben conducir a la separación o división de la Iglesia, sino a posponerlas como asuntos pendientes hasta encontrarles un cierto consenso por ambas partes, como en el documento común firmado por luteranos y católicos que se cita. Claro que para este acuerdo se han necesitado varios siglos para modificar las posiciones de ambos.

     
    Y es que creo que la unidad de la Iglesia es un valor importante a defender propio de la Iglesia Católica, sostenido por la función del papado junto a los obispos en comunión con el Papa y que parte de Jesús. Por esto pienso que la función sacerdotal de un clero ordenado se debe conservar, dado que además de proponer ceñir su oficio a lo pastoral y sacramental, para quitarles el manejo del poder y del dinero, ejerce también la función de unión de su comunidad al conjunto de la Iglesia, al estar en comunión con el obispo correspondiente en su diócesis y con el Papa.

  • Isidoro García

    A todos nos cuesta mucho, incorporar novedades, especialmente si van contra conceptos recibidos en la infancia, y que se nos incrustan en lo más profundo de nuestra mente profunda, y están por ello fuertemente enraizadas.

    También nos sucede mucho el sesgo de anclaje, que es la predisposición a dar más peso a la información obtenida en primer lugar que a una información nueva que la contradice. Su denominación se debe a que esas ideas previas en ocasiones suponen verdaderas anclas difíciles de soltar.

    Y también se da el sesgo de la aversión a reconocer que nos hemos equivocado. Este sesgo hace referencia a la tendencia a considerar que las pérdidas psicológicas en nuestra autoestima, pesan más que las ganancias en acercamiento a la verdad.

    Cuando hemos pasado mucho tiempo y esfuerzo defendiendo una posición determinada, el cambiar a otra, psicológicamente lo consideramos como un fracaso y nos baja la autoestima, y nos duele más que la ganancia que podamos alcanzar.  “Procure acertalla bien, el honrado y principal. Pero si la acierta mal, sostenella y no enmendalla”.

     

    A este respecto, para comprender la dinámica de evolución de las ideas, recomiendo mucho la lectura del último nº de Iglesia Viva, en su pag. 67, en una entrevista que le hace Teresa Forcades, al teólogo luterano, Notger Slenczka, hablan de que todos recibimos una red lingüística, (un arsenal de palabras para describir la realidad), que cada uno vamos modificando un poquito, al utilizarlo.

    Pero hay momentos históricos en que se produce un gran cambio, en ese arsenal lingüístico, y entonces se puede ver la realidad de una forma nueva.

    Estos cambios radicales se producen como consecuencia de la aparición de un gran pensador seminal que abre nuevas vías, (Pablo, Lutero, Teilhard de Chardin, etc.), pero también es el resultado de la aparición de nuevas perspectivas científicas: la evolución, el desarrollo de la psicología, hasta incluso la revolución de Internet.

    La incorporación de conceptos nuevos y revolucionarios, como el modelo dinámico evolutivo, el modelo cibernético de hardware y software, o el modelo de la mente de conciencia y subconsciente, (y otros), han enriquecido tanto nuestro arsenal lingüístico y nuestro imaginario mental, que hoy nos es mucho más fácil comprender ciertas cosas, que antes costaban muchas vueltas y revueltas filosófica, para hacerlo dificultosamente.

    Como ejemplo, cuando se introdujo el concepto de elipse en la dinámica celeste, desaparecieron de un plumazo del diccionario, los complicadísimos epiciclos, que había que introducir para casar las observaciones de los planetas. O lo mismo con el éter del espacio, etc.

    +++++++

     

    (Pongo un extracto de la conversación sobre el tema):

    NS. – Tanto Rahner, como Eveling y Schleiermacher, dicen que el marco de referencia del ser humano es lingüístico, y que solamente podemos concebir la identidad humana de acuerdo con convenciones lingüísticas.

    Cada individuo recibe un lenguaje, ya sedimentado, y a la vez le aporta su contribución personal. Siempre que utilizamos el lenguaje le añadimos algo nuevo. No repetimos simplemente lo que se nos ha dicho, sino que nos expresamos con nuestras propias palabras, utilizando la red lingüística, (el arsenal de palabras a nuestra disposición), de un modo personal, que refleja nuestra situación en el mundo.

    Al lado de este fenómeno individual, se dan momentos en que el lenguaje se estructura de nuevo, momentos en que es la misma red lingüística la que se transforma. Esto creo que ha ocurrido, con la comprensión de Dios en la tradición cristiana.

        La red lingüística queda transformada de una forma radical, en relación con su uso previo, y se abren nuevas posibilidades, (y se generan nuevas tesis). Y con estas nuevas tesis, el lenguaje se estructura de forma nueva.

    Y esto no solamente ocurre en el cristianismo, sino que es un hecho fundamental de las religiones: introducen algo nuevo, que afecta el conjunto del lenguaje común sedimentado y lo transforma de forma radical.

    TF. –   Cualquier ser humano que se encuentra auténticamente con Dios, puede vehicular en un determinado momento, un “novum” capaz de alterar la red lingüística. Quizás muchos hayan experimentado algo parecido, aunque no han tenido la capacidad de influir (el cambio).

    NS. – En la re-estructuración del campo lingüístico hay una multiplicidad de inicios y re-inicios históricos. La re-estructuración del campo semántico, depende de muchos factores contextuales.

  • Jorge

    No sé si he entendido bien lo que expresa Román, pues me parece que aboga por la supresión de la diferencia entre el clero ordenado y los laicos, pues los laicos son sacerdotes y la Iglesia un pueblo sacerdotal igualitario y fraterno. Entendido así, el sacerdocio no sería un estamento o clase, sino solamente un cargo funcional, que corresponde al que preside una comunidad en la Iglesia. Apurando un poco las cosas para seguir con la Tradición de la Iglesia sin romperla, pues vendría a ser como si el sacramento del orden estuviese abierto a todos y todas los/las que quieran como lo está hoy la confirmación. Primeras comuniones para niños y niñas, confirmación para los y las adolescentes, orden para los adultos y las adultas, incluso cabría el sacramento de la unción para viejos y viejas. En definitiva, se trataría de renovar sacramentalmente los compromisos bautismales en las diversas etapas de la vida.

    Bueno, pienso que esto es ir un paso por delante de mi propuesta de empoderar a los laicos en la Iglesia, lo que significaría liberar al clero ordenado del poder y del dinero, y transferirlo a laicos capacitados en dirección y gobierno, gestión y ejecución, administrativa y financiera, …, de las comunidades parroquiales, diocesanas, y también para el conjunto de la Iglesia (Vaticana). Para esto sólo sería necesario formar en cada comunidad un equipo de laicos que llevasen a cabo esas funciones, encargando o contratando el servicio sacramental y pastoral a un cura, que ni preside la comunidad ni la gobierna.

     
    El problema que veo si se diluye la diferencia entre el clero ordenado y los laicos es que cualquier miembro de la Iglesia podría reunir una comunidad, presidirla, y asumir las funciones pastorales y sacramentales, incluida la Misa. Esto en mi opinión rompería pronto la unidad de la Iglesia. No sé valorar esta situación, no sé si esta multiplicidad y diversidad de la Iglesia sería bueno o malo, lo que sí me parece es que sería irreconocible, y a corto plazo rompería su estructura diluyéndose en la sociedad civil. ¿Es esto bueno? ¿es sintonizar con los signos de los tiempos? Es que no lo sé.

    • Román Díaz Ayala

      Jorge:
      La teología del laicado nos conduce por necesidad a plantearnos el rol del sacerdocio católico romano desde la comunidad, y empezar por dejar de atribuirle en exclusiva lo que es por derecho propio de todo el laicado. No es asunto de “madurez” cultural, sino por recortar esa distancia tan grande que se ha alejado del modelo “novotestamentario” mientras copiaba estructuras con la mirada puesta en el Antiguo Testamento, hasta crear una “Iglesia de Cristiandad”, un modelo medieval.
      La teología de “Pueblo de Dios” que fortalecida por el Concilio hoy se está reavivando desde Francisco, hay quien lo confunde con “el populismo” en un sentido más político, que evangélico.Las dificultades son grandes.
      El apóstol Pedro escribió a la comunidad cristiana: “Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os llamado de las tinieblas a su admirable luz…”
      Las nacientes comunidades cristianas se organizaban siguiendo el modelo sinagogal, y en ello encontraríamos nuestro sistema

      • Jorge

        Si como dices Román cualquier laico de la Iglesia es también sacerdote, atendiendo a la teología del laicado y al Concilio V.II, entonces el vecino o vecina de al lado muy cristiano y católico él o ella, o incluso yo mismo, podría reunir una comunidad en torno a una mesa y oficiar el sacramento de una Misa. Yo desde luego no lo haría ni tampoco iría a esa Misa digamos laica. Y no lo haría porque no tendrían en mi opinión ninguna garantía de validez, ni tampoco la credibilidad necesaria para que ese acto se hiciera en nombre de Cristo.

        Respecto al sistema sinagogal que pudiera adoptar la Iglesia, no tengo un criterio formado, así que si te apetece lo explicas. No sé cómo lo plantearías, pero mucho me temo que la unidad de la Iglesia Católica y la conciencia católica de pertenencia a una misma Iglesia, precisamente por la función principal del parado de unir y confirmar a los hermanos en la fe, quedaría pienso muy tocada. Lo probable sería una multitud de Iglesias diferentes, independientes, sectarias, o quizás asociadas entre sí en una especie de confederación, como algunas de la Reforma o las confederaciones de sinagogas judías. Esto como católico no me gusta y choca con planteamientos de mi fe cristiana a nivel más profundo.

  • Román Díaz Ayala

    Ya que me he puesto a tratar sobre el ministerio “sacerdotal” (¡Qué atrevimiento!) dentro del contexto de “Pueblo de Dios” me siento obligado a pedir que me dejéis abusar un  poco más para que algunas cosas de mis razonamientos se vean más claras.

    No se trata, creo yo que los laicos en conjunto necesitamos formar “verdaderas” comunidades cristianas dentro de las parroquias, ni que está sea la labor de cambio  más urgente de la Pastoral, sino recalcar que un un sacerdote sin comunidad no tendría ni podría ejercer “un ministerio”. Una comunidad de iguales, es decir, de hermanos y hermanas, sin barreras artificiales.

    Antes se formaban los sacerdotes y eran ordenados para el altar, porque el culto divino era su razón de ser, al estilo de los levitas de la Antigua Alianza, que sirvió como modelo. Hoy sabemos que el sacerdote es llamado por Jesús desde la comunidad para servirla. Ese es el punto de coincidencia, entre el laico y el sacerdote. Así el término sacerdote es “funcional” (el que preside) para que sea novotestamentario. El sacerdocio de Cristo está compartido por todos los fieles ( ellos y ellas). El Pastorado de Cristo es compartido por aquellos y aquellas a quienes él llama.

    Una comunidad no se comprende  igual que un rebaño  no se comprende sin pastor. Ante la imagen del pastor resultan inútiles todos los narcisismos espirituales, la cura de almas es el camino de perfección más sublime que nos ha mostrado Jesús en los Evangelios, lejos de la sociedad de “perfectos” apartados del mundo, sin el tecnicismo a que nos acostumbraron los votos. La verdadera pobreza consiste en la carencia de medios y la indefensión ante los avatares de la via, la represión de la carne vista como algo negativo impide la gracia de Dios, arrastra al pecado y lleva a la sequedad del corazon propia del egocentrismo de la soltería. Nuestra obediencia se ciñe a la conformidad de la conciencia que iluminada por la fe se somete a la voluntad expresa de Dios y no a la sumisión voluntaria a una autoridad de hombre. La clave está en Dios y su Voluntad expresa en Jesús como don a los hombres.

  • Román Díaz Ayala

    Creo entender que el sentido más primitivo de “laico”, es el de “laykos”, “pueblo”, y no tengo ahora la oportunidad de confirmar esta aseveración. Lo utilizo para explicar que “clero” está  englobado en el concepto general de pueblo o comunidad, entendido que la Iglesia es la Comunidad de creyente (La Comunidad Mesiánico del Nuevo Testamento, la Nueva Alianza inaugurada por Jesús)

    Son razones históricas y de la filosofía teológica de otros tiempos las que crearon más que dos clases, dos estamentos (Antiguo régimen e Iglesia de Cristiandad medieval. Al clero se le dió el “oficio sacerdotal”, término  teológico que no tiene correspondencia con los textos novotestamentarios, negándole el sacerdocio que le es propio al conjunto de ese “pueblo”.

    Y esto viene bien para pedir que no se confunda “Iglesia” (pueblo sacerdotal) con “Reino de Dios”, la primera es universal en su “mediación”, lo segundo porque engloba a toda la humanidad y la realidad cósmica.

    Tampoco se puede decir que el clero actual (ya sabemos que es jerárquico; alta jerarquía y clero bajo, en la Iglesia Católica de manera más pronunciada por la institución del Papado), esté carente de un rol específico, sino que ya no ocupa el rol tradicional.Anteriormente estaba obligado a desempeñar un rol específico marcado por el factor religioso. Cuando la religión abarcaba todo el ámbito social la Iglesia siempre estaba presente. Los curas ocupaban su lugar natural y un estatus digno. La gente estaba ligada a la Iglesia y veneraba a sus sacerdotes.

    El cura vivía  dentro y para una sociedad cristiana, representando el poder visible de la Iglesia y era quien daba cauce a todo el sentimiento religioso, incluso cualquier conflicto entre los poderes civiles y el religioso quedaba resuelto a favor del segundo.

    Podemos afirmar sin faltar a la verdad que el prestigio de la Iglesia tenía su base en el sentimiento profundamente religioso del pueblo llano, y además, porque los efectivos del clero se nutrían hasta de las personas más humildes que entraban de niños en los seminarios, llenando de satisfacción a sus familias. Prestigio que se fortalecía todavía más cuando la gente acudía al clero en busca de ayuda y defensa en una sociedad carente de derechos básicos.

    Tras el Concilio y en el Tardofranquismo (1960-1976) la Iglesia mantenía esa misma estructura interna condicionante de la mentalidad del clero.Sistema político confesional, mucho catolicismo sociológico, y unos movimientos, tanto reivindicativos en lo político y social, como en la  búsqueda de nuevas formas de espiritualidad que cristalizaron, para lo que en estos momentos nos interesa mencionar, que aunque dirigido a los “laicos”, venían revestidos de formas de “espiritualidad clerical”.

    Se trasmitía un concepto “posicional” de la perfección cristiana, aunque también hubo movimientos que percibían el concepto “neumático, como obra del Espíritu Santo. Espiritualidades que rigen enseñando que a la perfección se llega, y no que se recibe como un don. Se estaba y  todavía se está construyendo una nueva realidad olvidando que con los criterios antiguos con los que se sustentan, problema de fondo que se debe solventar.

    La nueva espiritualidad del clero debe ser la de la Iglesia “en su conjunto”. Los laicos viven la vida cristiana en el interior de la Iglesia alimentándose de la Liturgia, la vida de comunidad ad intra y ad extra, y las celebraciones de la Palabra. Ya no es aceptable una Iglesia predicada como sociedad perfecta donde el clero ocupe  los lugares más alto de la escala social. Tampoco una espiritualidad exclusiva para un grupo de selectos en torno a un cura-sacerdote, mientras al resto del pueblo “se le sacramentaliza”

    Igual que el clero más concienzado ya no hace labores de intermediario en lo social, ni de referencia de autoridad por razón de su ministerio específico, pues los laicos hemos alcanzado madurez suficiente, que n o se considera  “un poder necesario”, pues somos un país de ciudanos con cauces participativos y de representación, sabe. sin embargo, que  su papel se ciñe a la comunidad y de ella toma su razón de ser y de actuar, creciendo y madurando en la fe con su comunidad.

  • Jorge

    Si el contenido de “Pueblo de Dios” del que habla el Concilio V.II, es diferenciador y discriminatorio, no puede estar en línea con Jesús. Mejor sería hablar de los Pueblos de Dios en sentido ecuménico, abarcando a toda la humanidad, en sus diversas culturas y religiones. No es de justicia que los no bautizados, los que supuestamente no pertenecen al Pueblo de Dios, sean excluidos de derechos y de “gracia”. Hay mucha gente, quiero pensar que multitudes, que en su práctica o comportamiento siguen a Jesús de facto, aunque no hagan profesión de fe cristiana ni estén bautizados. Estos son los que son levadura, los que están implicados en la causa de la justicia, la causa de Jesús, junto con los que hacen lo mismo pero en la Iglesia. Por el contrario, hay desgraciadamente también mucha gente que bautizados, incluso muy fieles y practicantes, hombres y mujeres de Iglesia, muy alejados del seguimiento a Jesús, que tienen muy poco que ver con el Reino, sino más bien todo lo contrario.

    Si esto es así, entonces ¿de qué sirve la Iglesia? ¿para qué el bautismo? ¿podríamos seguir a Jesús en libertad, bajo la única soberanía de Dios, comprometidos en la causa del Reino, sin pensar siquiera en la Iglesia y sus sacramentos? Pues evidentemente nada lo impide. Sin embargo, aunque la causa de Dios, de Jesús, del Reino, de la justicia, …, es lo prioritario, lo segundo (que no secundario) es hacerlo no en solitario sino participando y compartiendo con los demás, con sentido fraternal y comunitario. Y si la causa del Reino es sagrada al estar Dios implicado al partir de Jesús (Dios con nosotros), también lo comunitario lo es por las mismas razones.

     
    La Iglesia no es una mera asociación de personas con un proyecto común de vida, ni sólo un vehículo o medio de expresión de una fe común, y menos aún una ONG o un tipo de institución humana entre muchas. Lo importante en la Iglesia es su vinculación a Jesús, y por él, con él y en él, a Dios. Sin esa vinculación la Iglesia carece de sentido. Otra cosa bien distinta es que esa vinculación con Dios de la Iglesia, la exprese y la transmita de forma coherente y creíble.

  • Isidoro García

    Amigo Román: Has tocado el punto clave. Antes de tratar de reformar y mejorar algo, tendríamos que tener claro, que es lo que consideramos Iglesia, cada uno.

    Y el problema que yo veo, es que el concepto tradicional de Iglesia, tiene poco sentido en el mundo actual y además la terca realidad lo contradice con su historia.

     

    Sin haber estudiado teología, mi concepto “ideal” de la Iglesia de Cristo, es el de toda la Humanidad, en camino, peregrinación o metamorfosis hacia un estado nuevo, el “Reino de Dios”, con una naturaleza humana transformada.

    Luego, dentro de esa humanidad global, hay unos grupos de personas, agrupadas en asambleas, (“ecclesías), o no, que están más adelantadas en ese camino, o por lo menos son más conscientes del mismo.

    Unos con unas creencias o con otras, y otros sin creencias religiosas explícitas, (que no implícitas, profundas, subconscientes, que todos tenemos), y todos juntos son como la levadura en la masa, de la parábola jesuanica.

    La Iglesia no es el Pueblo de Dios, (aunque es razonable que se considere integrante del Pueblo de Dios). El Pueblo de Dios, es la humanidad entera. Y las iglesias, cristianas y no cristianas, y muchos individuos no creyentes, son si quieres, la vanguardia, la avanzadilla, la levadura.

    Hoy día no es de recibo la idea de la Iglesia como continuación del Pueblo elegido judío, que es un concepto claramente tribal, propio de épocas pastoriles. Y menos aún, la idea, (subsidiaria de la anterior), de que esa Organización, cuenta con la exclusiva del apoyo de la “trascendencia”.

    Yo creo en Jesús, como cabeza designada de la humanidad, y en la existencia del Espíritu. Pero la tutela de Jesús o del Espíritu, (sea este lo que sea, que no lo sabemos bien), sobre nosotros, tanto individuos, como Organizaciones, es misteriosa, y desde luego no es como el manejo de las marionetas con hilos.

    Decía no sé quién, que los mejores Papas, para la Iglesia, son los que no creen en Dios. Era un chiste, pero tenía mucha razón. La Iglesia, si creyera en el “piloto automático” del Espíritu, no se ocuparía, de buscar los más inteligentes, captarlos, y enseñarlos durante mucho años. Pondría a cualquiera, que total, al final, Cristo lo haría todo.

    Ni se encargaría de construir muchos y buenos templos, y de sus muchas editoriales y colegios religiosos, etc.

    El tema de la “gracia”, (la acción de Cristo o el espíritu, sobre personas y organizaciones), es otro tema que hay que repensar seriamente. Leía ayer en el nº actual de Iglesia Viva, una pequeña controversia sobre que los católicos piensan que la gracia sacramental, transforma las conductas humanas per se, mientras que los luteranos, decían que lo que transformaba las conductas, era la palabra, el razonamiento.

    En el fondo, todos buscamos la manera de transformarnos, de mejorarnos, de madurar, de autorrealizarnos, y cada uno para ello, adopta un modelo subjetivo, de la naturaleza y funcionamiento de la mente, un poco por intuición subjetiva y un poco por prueba y error personal.

    La moderna psicología hecha muchas veces por no creyentes, o desde fuera de la fe personal, nos ayuda bastante a hacernos ese modelo.

    Hoy día que sabemos que una gran parte de nuestra conducta es de origen subconsciente, conceptos como los de voluntad personal, y decisiones racionales, son muy dudosos, cuando sabemos que nuestra mente subconsciente, (de la que sabemos muy poco), tiene mucho más mando en plaza, de lo que creíamos.

    Incluso, este descubrimiento reciente de la mente subconsciente, (de hace 150 años), influye en nuestro concepto moderno del Espíritu. Pues además de la acción exterior” del Espíritu, se contempla ahora la acción “interior”, mediante unos programas conductuales arquetípicos, que por decirlo así, tienen la “Voz de Dios”, y que se activarían cuando hablamos, oramos o clamamos a Dios. Y que nos hablan o mandan intuiciones.

    Sería el “maestro interior”, el “Ángel guardian”, el “daimon”, el “Cristo interior”, el Atman, (la chispa divina), etc.

    Se podrá decir que esto es naturalizar lo divino. Pero para un creyente, todo lo que hay en la naturaleza humana es de origen “divino”, directamente o a través de la Creación del Universo.

    Como ves amigo Román, la espiritualidad, es algo mucho más amplio de lo que nos han enseñado. “Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía”, decía Shakespeare.

  • Isidoro García

    Perdonadme mi visión “pesimista”. Pero  ¿vosotros creéis que unos aficionados, la mayoría con muy pocos conocimientos del tema, va a llevar una organización, mejor que unos profesionales formados?.

    Es como si en una empresa, se decidiera la política industrial y comercial, por votación paritaria entre todos los empleados. Sería un guirigay.

    Aparte de que dada la pluralidad intrínseca de los humanos, enseguida habría que hacer elecciones contínuas entre varias candidaturas, con la separación y la desunión que genera eso.

    Habría que articularlo con la buena fórmula propuesta por Román, de una parroquia, como comunidad de comunidades. Estas comunidades deberían ser bastante homogéneas interiormente, y tener una relación de unidad con el resto, con ligaduras de goma y no de cuerdas. O sea ser una organización muy flexible ideológica y orgánicamente.

    • Román Díaz Ayala

      Perdóname, Isidoro, pero creo que no acabas de captar la noción de Iglesia, Pueblo de Dios (ecclesía, asamblea, escritos cristianos escrito en el griego de la koiné, porque era la lengua franca y llevaban tres siglos de helenismo), al menos la que yo quiero trasmitir, aunque me siento apoyado tanto en la militancia de mi fe como en lo doctrinal y escriturístico.Es una opinión (doxa) ad intra en la trasmisión de la comisión dada a los apóstoles y profetas.
      No es, por tanto, “un descabezamiento” como tú pareces interpretar, sino una Iglesia que tenga por principio rector (cabeza) el Señorío de Jesús el Cristo (Ungido, Mesías, título de gloria impuesto por Yahvé Dios en sus teofanías narradas en los Evangelios) y el ministerio permanente del Espíritu Santo. El receptor de toda esta Economía Divina es el Pueblo de Dios, y nó solo una clase rectora, ni va por grados, mucho para unos pocos y muy poquito para la inmensa mayoría.
      Si no aceptas o no percibes la naturaleza espiritual de la Iglesia, y sólo alcanzas a ver una organización humana y yo tampoco alcanzase a verlo, sino como tú lo ves, entonces podríamos llegar a una discusión como la que tu planteas, con los problemas de fondo que descubres.

  • Román Díaz Ayala

    Mientras que el contenido de esta entrega de don José María señala como problema más urgente  la renovación del clero, para nosotros, los  laicos que estamos comentando nos parece más prioritario señalar el lugar que debe ocupar el laicado.

    Este problema, aunque no lo parezca nació con el lema protestante de “sola scriptura”, porque ayudó a descubrir que la iniciativa de la Revelación de Dios fue la de crearse un pueblo para sí, depositario de sus promesas y beneficiario de sus hechos de salvación.

    Los beneficios de cada creyente se reciben de forma individual y directa por su pertenencia a ese pueblo, los inicios del Reino de Dios. La Iglesia realizada por Jesucristo es esa misma asamblea (ecclesía) nacida de su costado abierto en la cruz inaugurando los tiempos mesiánicos. “Cuando sea levantado en alto, a todos atraeré a mí mismo”.

    Pero la teología que predominaba entonces en el Occidente cristiano y que se oficializó en Trento era la de poner el laicado al servicio de la jerarquía.

    El Concilio, doctrinalmente, rompió con ese estado de cosa, pero no se abrió paso en la mentalidad del clero, que ha retenido el “sacerdocio ritual” como exclusivo del sacerdocio pleno de Cristo, y propio de una clase ( más bien estamento) dejando de ser el laicado el fundamento de la Iglesia.

    No se puede solucionar el problema del clero de manera funcional si no queda resuelto doctrinalmente en el seno de las comunidades cristianas, donde no cabe una sociedad estamental. Especialmente ahora que  se han superado los conceptos “filosóficos” sobre la realidad de otros tiempos, tales como una vida espiritual en supremaciá sobre las realidades humanas, un espíritu superior a la materia y todo aquello que hacía del mundo algo negativo.

    • George R Porta

      Como suelo hacer, como esta respuesta es larga, quien la mire (sobre todo tú Román por ser mi surfeo sobre tu ola, lo notará y podrá evitársela sin lamentar perderse algo importante. Me permito responder a lo que Román ha escrito, aunque estoy consciente de que no lo dirigió a mí. Por lo tanto, comienzo por pedirte que me lo perdones, Román, porque para nada pretendo desautorizar tu opinión que respeto, pero estas afirmaciones tuyas merecen refutación con ánimo de avanzar la conversación, no con ánimo de sacarlas del juego. No te refuto, solo refuto las cosas que has dicho que me parece que merecen atención y solo opino en mi propio nombre tratando de evitar generalizaciones.

      1. «…para nosotros, los laicos que estamos comentando nos parece más prioritario señalar el lugar que debe ocupar el laicado.»
      R: No puedo incluirme en tu generalización y por eso deseo refutar tu afirmación. No es, a mi modo de ver, una cuestión de prioridad sino de necesidad. El clero, a mi manera de ver, debe pasar a aportar lo que le es propio, pero ni el clero ni el laicado necesitan ser jerarquizados. El evangelio atribuido a Jesús en las narraciones fue dirigido a la gente y dentro de este anuncio global, kerigmático, aquellos que mostraran interés debían ser bautizados. Estos bautizados tendrían que ser no una rama entre otras, sino el tronco del árbol. El bautismo es anterior a la ordenación jerárquica y por lo tanto no parece que sea objeto de discusión que el clero solo emerge del laicado y por razones históricas y políticas explotó su poder (educación literal, representatividad en un imperio de estructura piramidal que adoptó, etc.) para explotar a quienes no eran clérigos. Las reformas monacales (al monacato von Balthasar muy bien que lo clasifica como estilo laical de vida cristiana, (Cf., H. U. von Balthasar, Gloria 3, Estilos Laicales, Una Estética Teológica, Isbn: 847490161, Madrid, Encuentro, 1987) dan testimonio de ello desde el siglo VI hasta el presente.

      2. «Este problema, aunque no lo parezca, nació con el lema protestante de “sola scriptura”, porque ayudó a descubrir que la iniciativa de la Revelación de Dios fue la de crearse un pueblo para sí, depositario de sus promesas y beneficiario de sus hechos de salvación.»
      Este es otro asunto para disputar, desde mi punto de mira. La reforma precisamente fue respuesta a la prolongada opresión o explotación del laicado por el clero y a la corrupción generalizada de éste que insistía en imponerse como mediador entre la humanidad y la divinidad y medrar para su propio beneficio material. El tema luterano a que te refieres había comenzado, por lo menos, con John Wycliffe (1320-1385) y Jan Hus (1369-1415). El primero insistió en la traducción de la Biblia no porque la persona individualmente tuviera derechos de interpretar como prefiriese sino porque creía que no le faltaría la asistencia del ES cuya promesa es atribuida a Jesús en las narraciones evangélicas. Las cinco solas: sola Escritura, solo Fe, solo Gracia, solo Cristo, solo a Dios la gloria, representan la evolución de la «protesta» que ha permitido el ecumenismo moderno arrancando una respuesta al catolicismo. El segundo (Hus)actuaba más en contra de la corrupción moral reinante y la situación de extrema pobreza que la complicidad del clero con la nobleza imponía en general. El laicado, me parece que se puede afirmar que haya existido cronológicamente antes que el clero porque los cristianos primitivos son el material del que emerge la infamante estructura clerical durante el Imperio y no al revés, culminando en el siglo iv.

      3. «Los beneficios de cada creyente se reciben de forma individual y directa por su pertenencia a ese pueblo, los inicios del Reino de Dios. La Iglesia realizada por Jesucristo es esa misma asamblea (ecclesia) nacida de su costado abierto en la cruz inaugurando los tiempos mesiánicos. “Cuando sea levantado en alto, a todos atraeré a mí mismo”.»
      Esta afirmación me parece que pudiera ser sostenible si se eliminara la afirmación de que la Iglesia ha sido realizada por Jesucristo. Y la interpretación teológico-mística del costado. El pecado de la Iglesia toda, no solo del clero, sino de la totalidad de la Iglesia es obra humana y por lo tanto la «realidad» de la Iglesia no es atribuible solo a Jesucristo. Por otra parte, el título de «Cristo» carece de significado cuando estamos pensando y hablando en castellano de la nacionalidad que sea, porque se trata de una noción griega, adoptada posiblemente utilizando la traducción de los LXX por los judíos-cristianos, alude al ungido y Jesús de Nazareth que sería ese ungido no se proclamó él mismo rey o mesías. La afirmación de Pedro como el resto de las afirmaciones en las narraciones evangélicas son atribuciones de terceros, en algunos casos, la mayoría, tampoco eran testigos presenciales y la historia tan difícil de la preservación y trasmisión de los textos de dichas narraciones es suficiente para cuestionar la significancia de los títulos que la Edad Media consideró tan importantes (incluyendo el de Rey ligado a la unción véterotestamentaria) y que hoy más bien deforman la imagen de Jesús (Cf. B. Sesboüé SJ, Imágenes deformadas de Jesús, Bilbao, Mensajero, 1999, Isbn: 9788427122093) .

      4. «Pero la teología que predominaba entonces en el Occidente cristiano y que se oficializó en Trento era la de poner el laicado al servicio de la jerarquía.»
      Esta afirmación es la única que me parece completamente sostenible porque en efecto demuestra al absurdo la realidad histórica: El esfuerzo de Trento estuvo encaminado a acallar y suprimir la protesta contra la opresión del clero a base de institucionalizarla y legalizarla.

      5. «El Concilio, doctrinalmente, rompió con ese estado de cosa, pero no se abrió paso en la mentalidad del clero, que ha retenido el “sacerdocio ritual” como exclusivo del sacerdocio pleno de Cristo, y propio de una clase (más bien estamento) dejando de ser el laicado el fundamento de la Iglesia.»
      No fue un fallo del Concilio no abrirse paso en la mentalidad del clero, sino fue el clero el que por una parte se salió de sus cauces sobre todo en la Liturgia y se secularizó de buena gana en rebeldía contra la sumisión prevaleciente, o de otra, se radicalizó clericalizándose aún más y a ello, Juan Pablo II y Ratzinger le dieron todo el apoyo de varias maneras (entre muchas) favoreciendo los movimientos clericalizantes, creando obispos y obispos auxiliares por millares, reduciendo la participación activa del laicado que quedó supeditado al liderazgo clerical, sobre todo en lo sociológico y lo político.

      6. «No se puede solucionar el problema del clero de manera funcional si no queda resuelto doctrinalmente en el seno de las comunidades cristianas, donde no cabe una sociedad estamental. Especialmente ahora que se han superado los conceptos “filosóficos” sobre la realidad de otros tiempos, tales como una vida espiritual en supremacía sobre las realidades humanas, un espíritu superior a la materia y todo aquello que hacía del mundo algo negativo.»
      «La primera frase me parece que se abra a la interpretación del problema como de algo más quede «funcionalidad» y eso me parece sostenible desde mi punto de vista. La segunda, que se refiere a la superación de la percepción o interpretación filosófica de «otros tiempos» me parece injustificable o que no se pueda demostrar. De hecho, el que considero que sea el movimiento filosófico más importante del siglo pasado, el Existencialismo, sigue siendo rechazado por filosofías menos revolucionarias o menos radicales o más convencionales y menos peligrosas para el establishment sociopolítico y hasta menospreciado por muchos filósofos, aunque la historia filosófica moderna y postmoderna del Occidente Cristiano, en mi opinión más bien profana, le debe y mucho.

      • Román Díaz Ayala

        Sin problema, george,
        me agrada que opines y que manifiestes tantas discrepancias como creas oportuno.Para éso está el diálogo. No entiendo mucho de surfing, pero creo entender que una ola en particular sólo es pertenencia de un único surfista por lo que manifiestas. A veces el fluir de la opiniones es un elemento más dínámico, o inestable, según se vea, que la de las aguas que buscan la orilla, aunque ya sé que no son las aguas, sino las ondas las que se trasladan., salvo cuando tocan tierra.

      • George R Porta

        Gracias por tu paciencia, Román.

  • George R Porta

    Quizás se trata de una cuestión semántica, pero la Iglesia no pudiera ser de los laicos o de los curas sin ser excluyente u opresora del grupo minoritario. Tampoco pudiera ser «para» unos u otros. Lo que propuso el Concilio Vaticano II fue una participación.

    A mi modo de ver in ejemplo de eso estaba dibujándose cuando la jerarquía lo hizo abortar, en el Proyecto de los curas obreros y los Hermanitos y Hermanitas de Jesús que se sostienen de su trabajo y no buscan proselitismo, son in ejemplo que no ha sido abortado aunque pasó por una crisis grande en Sudamérica cuando trataron de inserirse en medios realmente peligrosos para la salud con el propósito de compartir las penas de los pobres enntre los cuales deseaban ofrecer su testimonio del evangelio jesuánico.

  • Jorge

    Sobre los asuntos intraeclesiales conozco más bien poco y mi experiencia de los entresijos internos de la Iglesia es más bien escasa, por no decir nula. Solo soy un observador externo, un humilde laico, miembro de una comunidad parroquial por mi asidua asistencia a la Misa dominical en mi parroquia, cuya actividad en ella es más bien escasa. Nunca he dedicado tiempo a informarme sobre el laicado en la Iglesia pues es un tema marginal en mi fe. He leído muchas veces con atención los documentos del Concilio V.II (incluida la “Lumen Gentium” y el punto 10 que habla del sacerdocio conferido por el bautismo) y algunos desarrollos posteriores, pero es verdad que me he fijado muy poco en lo que la Iglesia dice sobre el laicado.

    Sin embargo, lo que observo, a pesar de lo que dice el CVII, los párrocos lo siguen siendo todo en las parroquias, su protagonismo es total y los laicos mantienen una posición subordinada, por mera delegación de funciones, no por su propia responsabilidad e iniciativa. Se puede decir que la parroquia es del cura y no de los laicos, pues cuando cambia el cura cambia todo en ella su carácter, sus actividades, … Es como si la parroquia estuviese al servicio del cura y no al revés. No ceden su posición preferente.

    Y esto que pasa en las parroquias, sucede en las diócesis y en el Vaticano.

    Mi propuesta es hacer de la Iglesia no “para” los laicos sino “de” los laicos, de forma real en la práctica y no sólo en los documentos de la Iglesia. Poner los cargos de la Iglesia en manos laicas, no es lo que dice el Concilio V.II en sus documentos “Chistus Dominus” ni en “Presbyterorum ordinis”, por tanto, mi proposición se sale de las pautas del concilio, pero pregunto ¿en cuántos puntos de los documentos del CVII, la Iglesia a partir de JPII se los ha saltado olímpicamente o incluso en la práctica los ha contradicho?

     
    Y esto en mi opinión no resta para nada la sacralidad de la Iglesia, ni disminuye en nada lo sacramental y pastoral como funciones específicas del clero ordenado, al servicio de la comunidad, y por tanto subordinado a ella.

    • Mª Pilar

      Estimado Jorge:
      También en la sacralidad…en los sacramentos…está plagado de ¿magia?…

      Solo hay que pensar, de donde ha nacido tanta “divinización” de cualquier acto realizado por el clero.

      Jesús, no hizo nada de eso… recibió el agua del rió de manos de Juan Bautista…¿?, en señal de un comienzo personal de vida; quizá, porque las palabras de Juan, le llevaron a tomar una decisión para iniciar ¡su! camino.

      Es solo una mirada personal; porque siempre desde muy niña, he participado intensamente en mi parroquia allá donde viviera; y esa vivencia, me ha llevado hoy, a alejarme de los centros de culto.
      Nada o muy poco ha cambiado, ni en lo más sencillo, como educar, como hablar, expresar, toda la hermosa riqueza que el Proyecto de Vida de Jesús entraña.

      Cuanta más teología estudiaba, incluida la Teología de la Liberación, explicada por algunos de sus “padres” venidos de aquellas hermosas tierras, han fortalecido mi obediencia ciega a cuanto se explica y predica.

      He tenido la dicha de comprobar, como algunos obispos y religiosos… “hacían” Vida la Palabra, precisamente en favor de las personas más sufrientes de la zona donde vivían… y es una maravilla; pero sin hacer ruido… que llegase lo menos posible al Vaticano.

      Aún así… fueron expulsados, y destrozado todo cuanto sembraron… Una experiencia muy triste y vergonzosa.
      Un abrazo entrañable.
      mª pilar

      • Jorge

        Mi querida MªPilar, no, para nada creo que en la sacralidad de la Iglesia, ni en los sacramentos se produce un culto mágico. La sacralidad de la Iglesia proviene de la sacralidad de la encarnación de Jesús, Dios con nosotros. Porque los amigos de Jesús, los apóstoles, que compartieron su mesa, lo que hicieron fue imitar a Jesús, y si se une su promesa de estar siempre presente al reunirse en su nombre con el “esto es mi cuerpo, … esta es mi sangre”, lo que tenemos es una actualización concreta de la presencia de Jesús como “verdadera comida y bebida” tal como él dijo. ¿Magia? Pues depende del significado o del relato que se haga. Ni la magia es una interpretación veraz del relato explicativo ni el espiritualismo tampoco. Aquí lo único que funciona es la fe en Jesús, en lo que hizo, en su palabra, que el sacramento repite e imita.

        No hay divinización en la Iglesia ni en su culto, ni puede haberla. El único divino es Jesús. Ni los Apóstoles ni la Iglesia, ni lo que hacen ni el culto pueden ser divinos. Son humanos y con ello es más que suficiente.

        La obediencia ciega a cuanto se explica y predica en la Iglesia es en mi opinión un error tremendo, origen del poder del clero. El evangelio es la buena noticia de la liberación de todo poder y dominación, por lo que la actitud de sumisión y obediencia lo contradice. El único Señor para los cristianos, los seguidores de Jesús, es Cristo, no hay otros señores a los que someterse y obedecer. La actitud en la Iglesia no puede ser de sumisión y obediencia sino de colaboración, la de compartir y participar en comunidad fraterna entre iguales.

        Estuve apartado de la Iglesia muchos años. Volver a ella con una decisión firme por coherencia con mi fe, fue tremendo pues tardé mucho tiempo en serenarme. Cada vez que entraba en un templo me cabreaba, ridiculizaba lo que allí sucedía, era incapaz de sintonizar, …, ¿qué hacía yo allí dentro con mis pintas y mi trayectoria de un tipo rockero y “rebelde”, que cuando entraba la gente se volvía a mirarme sorprendida? Superarlo no fue nada fácil, hasta que pensé que sería también interesante prolongar mi trayectoria rompedora y rebelde dentro de la Iglesia. Después, no ha sido para tanto, porque aprendí a serenarme y acomodarme con los años. Sin embargo, siempre en mi interior llevo el espíritu de libertad, de contradicción, nada sumiso ni obediente.

        Yo que te diría MªPilar, pues que volvieras a intentar entrar en el templo, si por coherencia de fe crees que deberías hacerlo, con una actitud crítica y libre, nunca sumisa y obediente. No es fácil, pero puede hacerse si se pone en ello esfuerzo y empeño.
        Un entrañable abrazo para ti

    • Mª Pilar

      ¡Gracias Jorge!
      Tu comprensión me anima… De momento no puedo; me enfado con las cosas que se dicen…

      ¡La Palabra es tan hermosa!

      Y la han convertido en una acomodación a los intereses de la misma iglesia… muy alejada del espíritu de Jesús, claro desde mi punto de vista.
      De momento no puedo.

      Pero vive en mi interior la fuerza de esa Palabra, es parte firme y base de todo mi ser.
      ¡Gracias!
      Un abrazo entrañable.
      mª pilar

  • George R Porta

     
    (Continuación y final de la entrada anterior)
     
    2.    Si los seminarios y noviciados están vacíos o vaciándose, o, mejor dicho, no se están llenando como parece necesario, eso también apunta en la misma dirección de que una reforma está ocurriendo sin tener un objetivo explícito o definido, espontáneamente. Cuando esta clase de proceso entrópico ocurre espontáneamente, es otro proceso el que está ocurriendo o un proceso de otra naturaleza que si tiene un propósito implícito. La juventud católica no desea inyectar su energía en una institución que no aprecia. Si lo contrario fue siempre interpretado según aquel dictum atribuido a Jesús en los evangelios de que había que pedir «obreros para la mies» y por lo tanto cuando estaban saturados los noviciados y seminarios se trataba de una respuesta celestial a esa solicitud, solo es lógico pensar que quizás, sea una respuesta celestial no proveer ahora nuevos trabajadores. Eso es, como el de la disminución del clero en cantidad y calidad, otro signo de los tiempos.
     
     
     
    Dos agravantes para tener en cuenta son:
     
    1.    La crisis por la que pasa la familia sobre todo en cuanto se refiere al rol de la mujer en ella y en la sociedad, en general y la creciente rebeldía de su parte contra el maltrato y la explotación y el destape de la vida gay (LGBT) que siempre ha estado bullendo a escondidas y ahora desafía muchas concepciones tradicionales y religiosas de la naturaleza, la forma, el rol y el destino de las relaciones familiares a la raíz de la sociedad.
     
    2.    La corrupción extensa y profunda del laicado comprometido en la función del liderazgo económico y político con lo que ello implica para el diseño de normas de conducta y la legalidad y la ética sociales, así como para definición del «Bien Común»
     
    3.    Como quiera que la Iglesia engloba el Mundo según la «Constitución Pastoral de la Iglesia en el Mundo Moderno» estos son factores críticos en la evolución (o reforma) de la Iglesia que la mentalidad teológica tiene que interpretar como signos negativos de los tiempos que de alguna forma el Espíritu Santo no obstruye o impide.
     

    • Jorge

      Te he leído con atención George y no logro aclararme por dónde vas. ¿Crees que los signos de los tiempos, (y el soplo supuesto del Espíritu Santo) van en el sentido de dejar caer la Iglesia por la falta de vocaciones, junto con otras causas? ¿crees que la Iglesia sobra para la trasmisión del proyecto de Jesús y su causa, el Reino?

      Por mi parte creo que los signos de los tiempos están zarandeando la Iglesia por todos lados para forzarla a realizar un cambio profundo, no para hundirla. Una jerarquía en desprestigio creciente, dirigida por viejos algunos viejísimos una gerontocracia, con una estructura piramidal a modo de monarquía absoluta, etc., no es sostenible.

      ¿Cuánto tiempo tardarán los laicos en darse cuenta de lo que sucede, entre los que quieren conservar la Iglesia, para TOMAR el poder y la dirección de la Iglesia? El Antiguo Régimen no cayó por una cesión del poder de los poderosos, sino por una revolución, la Revolución Francesa, muy violenta por cierto, precisamente para que la sociedad pudiera respirar y seguir adelante. La Iglesia requiere una revolución, por supuesto pacífica, para poder seguir adelante.

      • George R Porta

        ¡Hola, Jorge! Puede que simplemente yo ande confundido o errado. Me parece que el ES no actúa si existe solo al interior de la Iglesia, de otro modo no hubiera amor donde el cristianismo o la Iglesia no ha llegado. Cuando los caminantes de Emaús de los cuales se habla en el evangelio llegaron a Jerusalén estaban seguros de traer una noticia y resulta que ya en Jerusalén sabían, posiblemente por las mujeres, que Jesús no estaba en su tumba. La Iglesia de Cartago desapareció y no fue la única.

        Por otra parte por activo que esté, poderosos que sea y mucho que se empeñe puede haber pudrición en la Iglesia que hasta provoque cismas y, después, pudrición entre los cismáticos también. No creo en la existencia del mal en forma de persona (Satán o como le llamen) solo creo en la posibilidad de errar y eso solo me conduce al callejón sin salida que exige confianza y esperanza que admite el carácter azaroso del caos y del desorden como todo lo que anda revuelto en un beaker hasta que la solución que sea se aquieta y reposa, decanta.

        Respeto tu decision de atenerte a tu propia teología y a tu propia interpretación de las cosas y solo a ello como adduces en otro lugar y ya una vez me parece que me escribiste.

        De cualquier modo agradezco que te detengas a leer las tonteras que escribe, pero quizáxs hagás major confiando en tus propias intuiciones y sabers, que en mis especulaciones. In saludo cordial.

  • George R Porta

     
    Del artículo: «En cualquier caso, el cambio más urgente – me parece a mí – se refiere a la renovación del clero. Cada día que pasa, hay menos sacerdotes. Y los pocos, que vamos quedando (yo no me he secularizado), somos lógicamente cada día más viejos. Los seminarios, los noviciados, están casi vacíos o se han cerrado. Son ya demasiadas las parroquias que no tienen párroco. O el que tienen, debe atender a varias parroquias más, que pueden estar distantes. A esto hay que darle – y pronto – alguna solución.»
     
     
     
    Esta es una entrada que por su longitud publico en dos partes.
     
     
     
    No tengo duda de que esta afirmación del autor sea sincera y a su parecer cierta, sin embargo, es cuestionable.
     
     
     
    1.    Si el clero está en proceso de desaparición ya eso es un indicio de reforma, en y por sí mismo, con severas consecuencias para ambos el clero y el laicado. Para el primero porque su poder, aunque se concentre también ha de extenderse y esa es una ecuación que solo puede resolverse negativamente. «Quien mucho abarca poco aprieta», va el refranero popular y es muy acertada la expresión. Por otra parte, para el laicado, porque carente de un claro sentido de responsabilidad sobre el sostenimiento de su espiritualidad y del servicio de solidaridad (diaconía) que debe prestar la comunidad a través de la institución parroquial, muy probablemente se volverá apático o negligente y continuará abandonándola. El Concilio abrió las ventanas al aire fresco de la renovación, Juan Pablo II y su claque revisionista y conservadora, pro-clerical y Ratzinger a seguidas con su obsesión litúrgica e intelectual se encargaron de permitir que bajo mirada las tales ventanas conciliares fueran cerradas de nuevo. Los escándalos sexuales y la corrupción financiera hicieron que la autoridad o liderazgo de la jerarquía perdiera crédito a los ojos de los laicos y por lo tanto solo han contribuido a hacer más inviable la posible recuperación o reforma.
     

  • George R Porta

     
    Acerca de la posibilidad de empoderar a los laicos en la Iglesia Católica Romana. A simple vista esta es obviamente una entrada extensa y basta ignorarla y seguir en busca de otras mejores y más breves.
     
     
     
    Este dice el DRAE de la palabra «empoderar (2) Del inglés, empower. 1. transitivo. Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. Usado también como pronominal.» El DRAE menciona una forma en desuso, apoderar, que se refiere más bien a una noción legal de otorgar un poder, jurídicamente hablando. Me refiero aquí no a esa acepción en desuso, sino a la primera que viene del inglés.
     
     
     
    En la Iglesia Católica Romana es doctrina oficial, sobre todo desde el Concilio Vaticano II (Cf. Lumen Gentium, nn. 11-12) que los laicos o seglares participan a su manera del triple ministerio sacerdotal de Cristo por razón del bautismo que LG distingue fundándose en la idea de que la jerarquía es de origen divino lo cual es disputable o interpretativo. Por lo tanto, en cualquier caso, participan del suficiente poder en la Iglesia para opinar y regir sus propias vidas según la sincera exigencia de sus conciencias tras de haber agotado su discernimiento en su circunstancia. Por otra parte, en «Lo Dinámico en La Iglesia» K. Rahner ofreció un análisis suficiente del peligro de abuso por parte de la jerarquía de su autoridad (que por lo tanto es defectuosa y sujeta al riesgo de ilegitimidad) en perjuicio del carisma (QD, Barcelona, Herder, 1968). En dicho ensayo no examinó el abuso de parte de los seglares de sus propios carismas, pero J-Yves Congar, en su «Los seglares en la Iglesia» y en su «El Espíritu Santo» que son clásicos que han sido publicados con acceso libre en el Internet, sí revisó la relación carismática de los laicos o seglares con la jerarquía y la de ésta con ellos y la función del Espíritu santo como fuente teológica de los diferentes carismas y la obligación de la jerarquía de agotar todos sus recursos de autoridad en el discernimiento presuponiendo la autenticidad y la necesidad de los carismas que surgen en la vida de la Iglesia (como conjunto, no solo la institución) de buena fe y agotando las posibilidades de fomentar y proteger la vida de dichos carismas.
     
     
     
    Así, nadie puede empoderar a los laicos, porque los laicos tienen su propio poder y no necesitan otro.
     
     
     
    La conversión al evangelio es una llamada al menos implícita en el anuncio que las narraciones evangélicas que conocemos atribuyen al propio Jesús. Esta es la obligación, si tales atribuciones han de ser creídas y aceptadas, del cristiano bautizado: Convertirse y no solo en el sentido kerigmático atribuido a Juan el Bautista, sino en el sentido mucho más amplio e integral de la invitación atribuida a Jesús que además llega a la relación con su grupo más cercano, según las propias narraciones, en el sentido de confirmación de aquello que los convertidos interpreten y crean.
     
     
     
    El Concilio Vaticano II, no digo nada nuevo, reconoce la validez del Sensus Fidelium (Cf. LG, 2, 12) que en 201, que Gerhard Müller en su postura revisionista trató de identificar con el Sensus Fidei, cf., http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_cti_index-documentazione_sp.html) más bien siguiendo a Ratzinger y no a Francisco. La jerarquía no está por encima del tal Sensus Fidelium, sino que queda incluida en el mismo. Si se apartara en su proceder o en su enseñar, ella misma se excluiría, aunque se negase a reconocerlo.  
     
     
     
    Estas, lo admito, son cuestiones aún disputadas, pero eso no le resta valor al razonamiento que le propongo y no es mi intención desviar del artículo distrayendo con este punto que trato de hacer.
     

  • ROMAN DIAZ AYALA

    Jorge, el soporte que estoy usando no obedece al “responder”, pero es glosa a lo que acabas de escribir.
    No se trata tanto de un empoderar sino asumir la reforma del concilio en lo teológico con respecto al laica do. Su base doctrinal es la gratuidad iniciada por José Maria González ruiz en el Concilio y en sus obras y luego desarrollada espléndidamente por Chus Villarroel, el teologo de la gratuidad, y figura relevante de la renovación carismática española.
    La parroquia tradicional como comunidad de comunidades.

  • Jorge

    Empoderar a los laicos en la Iglesia, no significa destruirla o desmantelarla, ni siquiera sanearla. Sanearla en todo caso es una labor que tiene que ser permanente ya sea en una Iglesia laica o clerical. Empoderar a los laicos en la Iglesia a todos los niveles, sigue una estrategia gatopardista, quiero decir que para poder sostener toda la estructura y función de la Iglesia, del modo más eficaz posible, no puede seguir en manos de una gerontocracia con un sistema jerárquico de monarquía absoluta. Esto no puede funcionar.

    El clero ordenado se encuentra “casi” completamente desbordado. El número de parroquias desatendidas crece y los curas no pueden atender las múltiples parroquias que se les asignan. Y esto va a peor. Es necesario y urgente descargar casi completamente a los curas de sus funciones, a excepción de sus funciones específicas sacramentales y pastorales. No se trata de “delegar” en los laicos esas funciones no específicas del orden sino de empoderarlos, que las asuman con plena responsabilidad. De este modo las parroquias funcionarían autónomamente sin necesidad de un cura al frente de ellas. Al contrario, sería la comunidad parroquial la que contrataría los servicios pastorales y sacramentales de un cura, pagándole su sueldo.

    La misma organización puede trasladarse a las diócesis y al propio Vaticano.

     
    El cambio de estructura no lo veo como resultado de un Concilio, porque no afecta a cuestiones teológicas, doctrinales, litúrgicas, sacramentales, o pastorales específicas del clero, sino a la dirección, gobierno, finanzas, patrimonio, …, que nada tienen que ver con lo religioso. Se trata simplemente de abrir las puertas a los laicos masivamente para que asuman responsablemente todos los cargos de la Iglesia.

  • George R Porta

    Si de repente todos los puntos negros de in línea se tornaran a rojos, la línea entera fuse roja.

    Si todos los miembros de la Iglesia Católica se convirtieran al evangelio jesuánico, la institución como tal, quedaría herética y o tuviera que apresurarse a convertirse o dejar de ser. Tal fuera el legítimo o auténtico objetivo ultimo del sensus fidelium.

  • Jorge

    Muchos estamos en que la reforma de la Iglesia es necesaria y urgente. Se perdió por el camino el empuje de la fuerza de renovación del Concilio V.II con el largo papado de JPII, en el que precisamente su lema de “no tengáis miedo” jugó en contra de la renovación profunda que se iniciaba y que él y su equipo cortó de raíz. Miedo a quedarse sin gente, pues los seminarios y los templos se vaciaban, frailes y sacerdotes colgaban sus hábitos en desbandada. Intentarlo de nuevo parece un asunto peligroso, en particular para la jerarquía asentada en sus sedes.

    Comparto no solo dar responsabilidad eclesial a los laicos, sino empoderarlos. Hacer de la Iglesia no sólo de los pobres, sino también laica. Quiero decir que la dirección, el gobierno, la gestión, la financiación, la administración, …, y todos los cargos de la Iglesia, pasarlos a manos de laicos preparados, responsables y éticamente honrados, que puedan elegirse democráticamente por sus comunidades, cuando haya varios candidatos capacitados. Y esto tanto a nivel de las parroquias, como de las diócesis, como de la institución del Vaticano para el conjunto de la Iglesia. Esto implica la cesión del poder tanto de sacerdotes, como de los obispos y del Papa. Empoderar a los laicos, elegibles y renovables democráticamente, en coherencia con lo que mejor funciona en nuestras sociedades.

     
    Al suprimir el poder de sacerdotes, obispos y también del papado, retomarían su función de servicio a la Iglesia sin interferencias con el poder y el dinero. Y el oficio del clero ordenado es en mi opinión exclusivamente sacramental y pastoral, todo lo demás sobra.

    • Mª Pilar

      Una pregunta.
      Ante esta nueva realidad de una iglesia totalmente saneada:
      ¿Que hacemos con los centenares de iglesias “edificios” todos ellos llenos (más los antiguos) de magia, que sigue incitando a la ceguera constante, que obstaculiza la fuerza sanadora que el Mensaje de Jesús (en nuestro caso) posee?

      Hace tiempo que soy incapaz de compartir nada en ellas… ni siquiera la Palabra… porque como citas en otra entrada, se dicen tantas necedades, que desencantan.

      Solo a quienes nunca se preguntan, quizá por temor a perder el paraíso prometido, sin caer en la cuenta, que todo aquello que atropellamos en las demás personas es, lo que de verdad mancha y emponzoña nuestra mente y corazón, no lo que cada persona, ¡jamás! puede hacer en contra directamente de “Dios”.

      Una labor altamente complicada, sobre todo, porque ha llegado a tener tanto poder político y tanta riqueza, que es muy complicado extirparla.

      “No se puede servir a dos señores”
      ¡Gracias Jorge!
      mª pilar

  • Yo diría mas bien que el cambio está llegando imparable y de lo que se trata es de ir adaptándose a él, más que de prepararlo.

    Me ha parecido interesante el comentario de George R Porta y lo suscribo. Quizá no entiendo bien lo que quere decir con eso de…”el sentido martirial de la solidaridad…” y esto me lleva a reinterpretar, a mi manera, una de sus aportaciones básicas. Yo diría, por ejemplo, algo así: “la naturaleza del auténtico poder evangelizador del pueblo cristiano está en la felicidad que proporciona, a mucha gente anónima, la solidaridad y la dedicación a discernir el bien común, cuando realiza este tipo de actividades en cooperación con los demás, fuera de los templos”. Es decir, que cuando la solidaridad, el ayudar en lo posible a los demás, sea un placer y no un sacrificio, para todas la personas del mundo mundial, se podrá decir que la Humanidad ha encontrado su rumbo….hacia el Reino¿?.

  • Antonio Toston De la Calle

    Pues yo, hago mias las palabras que hace en su libro, ·”Religión sin magia” pag.257, mi amigo Juan Luis Herrero del Pozo: “Con la superación del pensamiento mágico se produce un seísmo en la dogmática tradicional que habrá que reinterpretar en categorías de “relato mítico o metafórico”:en sentido estricto, Dios no elige a un pueblo, no predestina, no se revela al profeta, no envía a su Hijo , no funda ni cauciona una iglesia, no juega a alquimista sobre los altares…..Dios es siempre fundamento óntico, pero no interviene entre bambalinas en el curso de las cosas….”

     

    • Mª Pilar

      Totalmente de acuerdo. Lo comentamos con él aquí en Atrio… Como le echamos de menos… y le acompañamos en silencio y con mucho cariño.

      …”Dios no elige a un pueblo, no predestina, no se revela al profeta, no envía a su Hijo , no funda ni cauciona una iglesia, no juega a alquimista sobre los altares”…

      Y hasta que no se parta de ahí…iremos desperdigados,sin lugar ni compañía de hermanos … no como “borregos” sin opciones personales ante un lenguaje rancio y anclado en los más rancio y mítico de la iglesia…iglesias diría… porque eso mantiene las arcas llenas a rebosar, mientras en muchos lugares las personas se mueren de hambre.

      Es que se me rompe el alma, cuando veo imágenes llenas de oro y brillantes que el pueblo… dona ¿?.

      Disculpas por haberme salido del tema.
      mª pilar

  • George R Porta

    Cuestionar el paradigm en uso es un cambio paradigmático en sí mismo. Es pasar a pensar más autónomamente.

    Agradezco mucho que se otorgue relieve en el artículo a algo que considero crucial y es la participación de los seglares o laicos en la gestión de la Iglesia y de las iglesias que aparezca un esfuerzo dirigido a animar o a estimular a este sector mayoritario de la población católica a asumir responsabilidad por hacer desde su interior y directamente la crítica social y politica que exprese su profetismo y por lo tanto que se percate de las dimensiones, la naturaleza de su auténtico poder evangelizador mucho másd allá que la de hacer proselitismo y military en movimientos espiritualistas que no son necesariamente malos, pero que ponen el énfasis en el «edor» de ovejas en lugar de ponerlo en el sentido martirial de la solidaridad y la dedicación a discerner el bien común y a realizarlo en cooperación con los demás fuera de los templos.

    Una vez más me viene a la mente cuán importante fue y cuán rápidamente fue suprimida sin darle chance a vivir, la iniciativa de los curas obreros, si quieren, «de la misa al tajo».

  • Alberto Revuelta Lucerga

    Perdón por la intervención: un servidor tampoco se ha secularizado. Solo pedí, en tiempo de Juan Pablo I, la dispensa del celibato. Me concedieron la dispensa de cargas (sic). Como ordenado in sacris secundum ordinem Melquisedec, laico desde la dispensa, estoy sin cargas porque para mí el ministerio nunca ha sido, ni es, una carga. O sea, encantado de estar ordenado y sin cargas clericales que no deseo. Feliz.

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