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¿Qué ‘valor’ se puede reconocer al sufrimiento?

GEORGEEl sufrimiento es esencialmente absurdo e innecesario, imposible de medir o comparar y, no obstante, es real e imposible de erradicar. Racionalizarlo con el Principio de Doble Efecto de Tomás de Aquino me parece amañado e irrespetuoso.

Esta argumentación situada en el plano metafísico, estableciendo la premisa de Dios, fuera incompatible con la creación ex nihilo por amor. Si nada existía antes, para qué introducir un elemento que el propio Creador no experimentaba (no había nada que le fuera imposible) y creaba solo por amor y para bien. Esto dicho asumiendo que podemos conocer “lo divino” y comprenderlo, que no podemos.

La lectura sacrificial del asesinato de Jesús que a Pablo le pareció tan necesaria en su mentalidad de Templo, Sacerdocio Sumo y sacrificio expiatorio; que Anselmo de Canterbury trató de explicar sin lograrlo unos diez siglos más tarde, ha causado demasiado mal antes y después de que una tal “doctrina” se convirtiera como en el corazón de la teología cristiana, católica y no católica. La última explicación de Ratzinger (Introducción al cristianismo, Herder, 1968) tampoco la justifica. Consecuente con la Carta a los Hebreos y la argumentación anselmiana, los sacerdotes oferentes del Cordero fueran los asesinos de Jesús.

La idea de que la divinidad probara la lealtad de Abraham sacrificando a su hijo Isaac no puede dejar de ser horriblemente salvaje (por eso en el propio relato el ángel la impide) para que el sacrificio voluntario de Isaac ahora representado en Jesús la legitime. Este no hubiese sido, además el primer filicidio de Abraham a quien Sara convenció para que expulsara al desierto, a una muerte segura, a Ismael y a su madre (Génesis 21, 12-13) y también entonces la divinidad intervino para evitar que Abraham fuera el asesino de su propio hijo. La misma predilección por los hijos segundos es algo que los exégetas estudian de cerca porque también fue el segundo reino el que perduró tras del segundo exilio, pero eso es tema para otro momento.

La creencia de que el sacrificio de una víctima inocente lave el pecado de muchos, quienes después del sacrificio reincidirán en sus pecados, es pagana. La Biblia no explica el misterio del mal y malamente explica el del Amor, como la mayoría de los demás libros sagrados. Quizás tantas naciones tuvieron en su diversidad una intuición común. ¡Hum!

Con todo hay un cierto valor en el sufrimiento y en la experiencia del mal, razonable pero injustificable.

El optimismo de Leibniz tampoco me parece suficiente porque es como utilizar un resultado fallido para explicar que se haya llegado a él.

Puede que el Mundo que existe y el ordenamiento que parece regirlo sean los mejores posibles, pero entonces quién creó ese Mundo y su ordenamiento creó el desorden. sin necesidad. La falta de una explicación suficiente no valida la mejor posible, sino deja a la pregunta sin respuesta. ¿Por qué los demás animales no parecen vulnerables a reincidir en el error culpablemente?

Yo prefiero que la necesidad engendre la libertad. El amor siempre puede ponerle riendas al exceso. Así se me justifica que un hambriento pueda con todo derecho robar un pedazo de pan que a otro injustamente le sobre y por eso no censuro la conspiración de Bonhöeffer contra Hitler para detener la Solución Final.

Por lo tanto, ¿cuál me parece que pudiera ser el único valor atribuible al sufrimiento?

Leo la respuesta en mi deuda mayor con las personas que me han solicitado ayuda profesional y al hacerlo me mostraron, con confianza inmerecida, sus rostros más feos, sus heridas más infestadas, sus deformidades más impredecibles.

Al hacerlo, me fueron entrenando poco a poco en la compasión, como necesidad para mi propio crecimiento, como expresión de mi libertad personal y en la necesidad de respetar, en cada uno/a su sujetualidad, como expresión de su autonomía. Su dolor me sacaba de mi ensimismamiento invitándome candorosamente a encontrarme con ellos de manera análoga a como el dolor y la perplejidad de los discípulos camino a Emaús invitaron a Jesús a encontrarles, acompañando su andadura y, de un modo, que les persuadió a salir de su perplejidad egocéntrica (Lucas, 24-31).

Me enseñaron a respetar su sujetualidad aprendiendo que solo reduciendo mi preocupación conmigo mismo y el peso de mi propia historia, podía andar ligero para encontrarles en su Dasein, en su propio lugar y en sus propios términos para acompañarles en sus andaduras quizás iluminándoselas en alguna medida, sin confundirles conmigo mismo y agradeciéndoles la oportunidad de serles útil.

Afortunadamente, me alegro de haberme adaptado siempre a sus posibilidades de pagarme y, en alguna ocasión, haber servido de gratis. Me parece que en realidad era yo quien estuviese en deuda.

 

14 comentarios

  • El cristiano no es un estoico que cante “la majestad de los sufrimientos humanos”. Por otro lado, ¿quién quiere sufrir? ¿Por qué la cruz? ¿Es una maldición el sufrimiento? ¿Cómo Pablo puede sentirse “gozoso” en el sufrimiento? ¿O es que Pablo tenía una fe “enfermiza”?
    Para que el sufrimiento tenga sentido, hay que mirarlo a través de Jesucristo. El sufrimiento hace que nuestra vida grite al Señor, como el pueblo de Israel ante el faraón. Pese a las peores catástrofes, el pesimismo NUNCA triunfó en Israel. Las Actas de los Mártires, están llenas de hechos de muerte y de sufrimiento, y sin embargo, los mártires no perdieron la fe. ¿Cómo es posible esto?
     
    Sin embargo, el sufrimiento es un mal que no debería ser. Ya lo dice el libro de Job: “El hombre (el género humano) nacido de la mujer tiene una vida breve ( como todos nosotros que ya estamos por voltear la esquina) repleta de miseria” ( Job 14,1).

  • George R Porta

    Hola Pili! Gracias por tu amistad y tu generosidad.

    Te leo: Sobre todo, aprender a mirarnos con total franqueza y conocimiento, desterrando por completo… tantas “culpabilidades” que nos han sido inculcadas a fuego en nuestra mente y corazón… o emocionalmente.”

    Usualmente quien viene en busca de ayuda de alguna manera idealiza al/la terapeuta o consejero/a. Esto que es un hecho conocido, obliga a quien quiera ser realmente de ayuda a recordarse a sí mismo/a y a comunicar paciente pero claramente a la persona a la cual desea ayudar, que la idealización será más bien un estorbo si se prolonga, que la persona que le va a ayudar solo puede hacerlo comunicándose en y por medio de lo que ambos/as tienen en comúnque es la vulnerabilidad al sufrimiento.

    En esto el modelo de Jesús, el Galileo, es extraordinariamente ejemplar: Con el joven rico “?por qué me llamas insigne”. O cuando se sentaba a cenar o a beber con los “perdidos” de Israel y no se escandalizaba. Muy a menudo me ayuda imaginar que los chistes que hacía durante la comida o en la sobremesa no podían ser absolutamente limpios de referencias “incorrectas” y que Jesús se reiría sin escandalizarse y hasta se alegraría de la alegría de sus amigos/as.

  • George R Porta

    Hola Asun! Gracias por tu comentario.

    Te leo: Y si eso que llamamos sufrimiento no es más que el síntoma de nuestro mal real,  el de no haber identificado,  a tiempo y en tiempo, que lo que nos pasa no es lo que somos, sino una vía más para despertar y encontrarnos de sopetón con ello, siempre  constante y en espera abierta a su anhelo de permanente despliegue, que descubrimos es el nuestro y al tiempo el del otro,  en medio de tanto cambio continuo e imprevisible.”

    Me apropio de tu manera de decirlo: “Lo que nos pasa no es lo que somos, sino una vía más para despertar y encontrarnos de sopetón con ello [vale decir, “lo que nos pasa”, mi adición].

    El dolor que trae consigo quien venga a buscar ayuda puede evocar en mí el mío, pero en ese momento de ese particular encuentro solo puedo y debo hacer una nota mental del mío para regresar a él. Esa posibilidad de posponer o de diferir el mío es precisamente la experiencia que debe abrir al/la terapeuta/consejero/a cuanto más posible mejor a escuchar al otro y “negarse a sí mismo/a” al menos momentáneamente. Esa es curación del otro/a sobre mí.

    Quien viene a recabar mi ayuda puede ser portador/a de muchos mensajes y entre ellos ese muy importante de que espera de mí que “me despegue” de mí mismo para que me concentre en tratar de iluminar de alguna manera y en alguna medida su experiencia dolorosa, su reflexión sobre ella, es decir, su sufrimiento para poder verlo un poco menos desde dentro; para verlo más desde afuera, y abrir de nuevo una ventanita de esperanza de que pasará, de que no va a ser su “última” y lacerante vivencia”, de que sea transitorio. Gracias.

  • mª pilar

    He tenido la dicha, de compartir unas horas con George.

    Entre otros temas, tocamos el “dolor” y me lo explicó con esa serenidad que le acompaña en cuanto hace (en lo poquito que pude disfrutarlo)

    Tiene una gran capacidad de escucha, de  atención, tiene una mirada limpia; y cuando hubo de volver al tren… me quedé rumiando cuanto habíamos conversado.

    El dolor físico es una cuestión seria, pero hay dolores físicos que derivan de una manera de afrontarlos…¿oscura?

    Eso es de mi cosecha.

    Una cosa es una enfermedad, que lleva consigo dolor (en su infinidad de categorías)  y otra el dolor de una mala comprensión de lo que nos sucede.

    Yo no sé expresarme tan bien como él lo hace, pero esto lo comprendí en mi propio vivir.

    Ante una circunstancia que no puedo comprender… “porque no sucede como yo espero”... la mente empieza a trabajar, tomando lo más débil de nuestra personalidad.

    Ante esto hay varias posibilidades, caer en la cuenta de lo que de verdad sucede y asumirlo y buscar una salida clara y contundente, o me escondo y sigo sufriendo… resultado, la salud se resiente en multitud de carencias que terminan en enfermedades.

    Mirar la vida de frente, conociendo nuestro interior más profundo para frenar sus “fantasías… o fantasmas” y seguir creciendo cada día, acomodando nuestra manera de ser a las circunstancias que me rodean y también, aunque me parezcan lejanas, a las del mundo, porque de alguna manera… siempre se puede hacer “algo”.

    Sobre todo, aprender a mirarnos con total franqueza y conocimiento, desterrando por completo… tantas “culpabilidades” que nos han sido inculcadas a fuego en nuestra mente y corazón… o emocionalmente.

    Viví la experiencia de mi compañero de camino, un hombre luchador, entregado a su trabajo, sufriendo siempre con su estómago, fumando sin parar… es la fuerza que exige estar siempre alerta para demostrar… cada cual sabe lo que necesita o pide a la sociedad.

    Cuando apareció el cáncer, estaba en una etapa más serena, quizá la edad, los hijos mayores, sin hipotecas…

    Me impresionó cómo afrontó la situación, ni una queja, ni una voz más alta que otra, hizo cuanto los Drs. le pedían, llevo con suma paz su decadencia física, que trae consigo la quimioterapia…

    Y después de tanto ir y venir al hospital, un día, le comunicaron que le dejaban descansar para recuperarse de la anemia que la quimio produce.

    Esa noche estaba intranquilo, se levantó un par de veces…  al final… ya no despertó; sencillamente su corazón, sin ruido, sin espasmos, sin llamar… no despertó.

    Se puede cambiar ante el dolor y la enfermedad si se toma con cierta serenidad, y sobre todo, no culpando a nadie de cuanto nos sucede.

    O como dice nuestro querido Oscar…

    ¿O quizás no? Yo solo puedo hablar desde mi propia experiencia.

    Os seguiré leyendo… bueno, aquello que incluya “que todo es voluntad de Dios” ¡no!

    No puedo creer que exista un dios capaz de repartir dolor y muerte de forma caprichosa como si de una lotería se tratase, y menos, que eso nos sirva…por miedo… para una hipotética salvación.

    mª pilar

  • George R Porta

    Óscar: Espero entre citas y aprovecho para comentarte lo siguiente. Te leo: “Entonces el “Otro” (también todo lo “Otro” o Mundo) reviste (para Mí) el carácter de Peligroso (hasta que no se de-muestre lo contrario).”

    No sé si siempre o en cada expression de eso “otro” se encierra solo la posibilidad de peligro, pero ciertamente lo sano es un grado suficiente de paranoia, cuya magnitude o importancia lo determina la hostilidad ostensible de eso otro. Pero no pudiera generalizer a “lo otro” como “peligroso” al punto de que despiertes mis alertas de modo extra-ordinario.  Tampoco me parece que sea sano o bueno dejar de estar consciente de “lo peligroso”  en sí mismo.

    El miedo es el instinto de preservación mientras no se convierta en injustificablemente desproporcionado. Imagino que en el frente de Guerra bajo fuego graneado no deba ser igual el miedo a la muerte que apaciblemente tomando una siesta bajo el árbol del patio de mi casa.

    Con todo fuera ingenuo pensar, como imaginaba Narciso, que reclamar el derecho a pasar su vida mirando el juego del agua con su imagen (que no sabía que era suya) que se pueda hacer la andadura existencial pretendiendo que el Mundo o uno mismo en él, carezca de peligros, de ocasiones potencialmente y más o menos letales o dañinas.

    De lo “peligroso en mí” debo (estoy obligado) a tratarde proteger mi relación con la persona a la que trate de ayudar de lo peligroso en mí. (Continuo luego, llegó mi primera cita. Un abrazo cordial.

  • Asun Poudereux

     
     
     
    ¡Hola!  Muchas gracias por el artículo y por todo, George, y por vuestros comentarios compas. Me atrevo por mi parte  a  cuestionar  cosas.
     
    Y si eso que llamamos sufrimiento no es más que el síntoma de nuestro mal real,  el de no haber identificado,  a tiempo y en tiempo, que lo que nos pasa no es lo que somos, sino una vía más para despertar y encontrarnos de sopetón con ello, siempre  constante y en espera abierta a su anhelo de permanente despliegue, que descubrimos es el nuestro y al tiempo el del otro,  en medio de tanto cambio continuo e imprevisible.
     
    Cuando realmente hay dolor,  lo podemos sentir y vivir recordándonos  su ausencia.  Y que al observarlo y atenderlo  constatamos:
     
    -Hay dolor, sí, y lo afirmamos  diciendo: ahí hay dolor, sí y así  lo siento.  Ahí hay dolor.
     
    – ¿Pero eso es  lo que soy, dolor? No, pues tengamos paciencia con él. Igual que viene, se puede ir, dejémosle la puerta abierta. Pero acariciémosle antes, porque seguro que algo nos quiere decir.
     
    Ciertamente, no es más que el síntoma de algo escondido y mandado callar, mucho mayor, que requiere  introspección y detenimiento,  y puede darnos luz,  si no nos atascamos en un  sufrimiento  retroalimentado de victimismo.
     
    El dolor físico y psíquico tiene verdadera necesidad  de que le hagan caso, cuando hemos sido incapaces de  percatarlo y prevenirlo de manera  natural,  mientras que el  sufrimiento  se instala y no cesa de dar vueltas y más vueltas en torno al brasero mental  del ego , y cuanto más se quema,  más señales da de su protagonismo y desazón,  como las cabrillas y los sabañones de sus excesos.
     
    Claro que el dolor duele  y nos sorprende,  no  es bien recibido a primeras. Nos sobresalta.  ¿Qué haces tú aquí? Le digo,  como hablando a mi gata en medio del pasillo obstruyendo la entrada y temiendo una caída súbita y despiadada.
     
    ¿Por qué, ahora? No te esperaba. Es que…es que…siempre me sorprendes.  ¿Qué es lo que quieres? Porque,  eso sí, siempre hay algo que descifrar en su lenguaje.  Y al final, mal que bien, nos entendemos. Como viene se va, ya conoce el camino. Lo dejo ir, es su saber hacer, no el mío, por supuesto.
     
    Quisiera que siempre, fuera tan fácil como os digo. No lo es, sin embargo, cuando el enredo de la vida aumenta los conflictos  causando aún más dolor. Entonces, si es que no me enredo en su enredo,  cambio la herramienta, el chip,  si queréis,  y me digo: cuando las cosas van mal,  alerta, Asun,  y pon atención,  que  aún pueden ir peor. Y al punto oigo una voz decir: lo que viene, conviene.
     
    Siento  y así lo creo que el sufrimiento se frena no yendo a la deriva tras él,  si vemos en  él y con él un mensaje amigo a descifrar, que,  qué duda cabe,  cuenta con otra fuente de ayuda que la mental,  y solo surge de lo más hondo de uno/a  mismo/a, y que le hace capaz de sentirlo como propio en cualquier otra persona.  Ese indirectamente es su  “valor”, sorprendernos y removernos por dentro,  para ir desenterrando  lo oculto, que el ego aplasta e ignora.
     
    Un abrazo. Y que te vaya bien, George, en el estudio. Ya nos seguirás contando.
     

  • George R Porta

    Óscar: Un comentario provisional a tu referencia a Heidegger. La laguna y el río tienen su Dasein, su lugar allí donde están. En el sentido de Baumann me parece que solo el río tiene la liquidez porque fluye a pesar  en contra de  aquello que cause sus meandros. Dasein lo interpreto el permanecer o estar en el lugar de mi ser, dinámicamente, es decir, en mi estar en cada momento.

    Llevas razón me parece en tu interpretación de Sartre. Pero cuando el encuentro pro-terapéutico implica un desafío (su complejidad, su profundidad, su novedad) puede ser realmente infernal sobre todo en un ambiente como el de esta sociedad en la que vivo (seguramente no la única)  en la que se hace imprescindible protegerse legalmente en caso de cometer algún error que sea calificable como “mal-practice”. Esto es un factor real e inevitable, aunque hace tiempo que no gano lo suficiente como para poder pagarme ese seguro. La ausencia de esa protección financiera contribuye a que el “estar sentado” tratando de ayudar (ambas cosas son simultáneas) sea particularmente estresante.

  • George R Porta

    Hoy y mañana estaré en mi estudio por lo que seguramente no podré comentar cualquier otro comentario que pueda aparecer en este hilo como deseo.

    Óscar, tengo que dejar para mañana de tarde algunos comentarios tuyos que no puedo ahora mismo, cuando ya me voy al estudio, responder como deseo. Pero volveré sobre ellos. Gracias.

  • George R Porta

    Oscar, gracias por el comentario, llevas razón en lo que escribes al final. Mi sufrimiento me ha parecido menor que el de los demás cuando veo que “no tienen pies”. Eso lo interpreto como algo que debo agradecer porque me sustrae a mi preocupación conmigo mismo y mis problemas, destruye mi hiperbólica percepción de éstos, mi narcisismo, etc.

    Gonzalo, agradezco tu comentario.

    Arriba en mi entrada anterior aclaro mi noción de sufrimiento a la que añado lo siguiente.

    El dolor puede ser interpretado como algo disfrutable, es el caso típico del llamado sado-masoquismo, y lo es también en la interpretación bíblica del trabajo y el parto doloroso, en los relatos etiológicos, pero eso no le impide al dolor adquirir un valor mucho más real al abrir al otro a la empatía como forma del amor que es compatible con la situación profesional de prestar ayuda, consejo, etc., e incluso lo es de manera necesaria y preferible. Eso es particularmente distinguible en lo “doloroso” del trabajo o del parto en los dichos relatos etiológicos, sobre todo a la luz retrospectiva de los frutos respectivos.

    Una distorsión de ello fuera que el/la terapeuta o consejero/a se permitiese obrar en la dirección de la atracción sexual hacia la persona que viene a por ayuda, que no es imposible. Ello llevaría a la perversión de la relación de ayuda convirtiéndola en una de control o dominio y ello constituirá  siempre una distorsión contra la cual deba actuar. De ahí la necesidad de revisar o volver a mirar su  relación terapéutica constantemente a solas y periódicamente con su supervisor/a profesional. Al menos eso aprendí y hago a pesar de que llevo poco más de 38 años en la profesión.

  • George R Porta

    Leo vuestros comentarios y los agradezco. También agradezco la ayuda de mi supervisor clínico cuando examina críticamente lo que le refiero de mis encuentros en el estudio.

    Lo único que quise expresar es eso que escribo, aunque lo haga insuficientemente. Por eso me gusta responder en alguna medida o co-responder a vuestros comentarios.

    El dolor es, en mi interpretación, el sentimiento o emoción sobre el/la cual el sufrimiento es pensamiento o reflexión.

    Siempre refiriéndome a las personas que vienen al estudio a buscar ayuda, siento y pienso que al ocupar la atención de quien tratará de ayudarle, le sustraerán de sus otras ocupaciones muy a menudo egocéntricas, por ejemplo la de pensar en su propio dolor. Y siento mi necesidad de agradecer ese beneficio que recibo de quien venga a buscar mis servicios profesionales.

    Nadie debe necesitar el sufrimiento ajeno —o propio— para crecer o desarrollarse o mejor evolucionar humanamente. Permitirse la empatía por el sufrimiento ajeno al final no solo aumenta su experiencia y su efectividad técnica como terapeuta o consejero/a, sino que personalmente le entrena en aceptar las áreas de los demás que no son admirables per sé y, casi simultáneamente, las propias porque está obligado/a a reflexionar críticamente (solo o con ayuda de un supervisor clínico) sobre aquello que disfruta o repudia de su encuentro con quien le pide ayuda.

    Lo contrario también es válido. Su propio sufrimiento le abre puertas, si lo acoge verdaderamente, al aprendizaje de la empatía cuando confronte el sufrimiento ajeno. El dolor, per se, no lo puede acoger si no es por la observación empática del sufrimiento del otro, la historia del dolor ajeno que le es contada.

    Pero no es esa la única opción de quien ayuda. En el encuentro de ayuda nada impide a quien la proveerá de utilizar la ocasión solo comercialmente (escribir un libro de recetas universales en un libro o podcast de auto ayuda, por ejemplo, basado en los sufrientes con quienes se ha encontrado). Nada impide tampoco acoger a la persona que le llega empáticamente y tratar de tenderle una mano a quien se la pide de la manera menos onerosa para ambos.

    ¿Puedo estar errado? ¡Quién no es susceptible de error! Pero eso no impide mi interpretación empírica de que haya una relación de ayuda mutua en quien profesionalmente se dedique a tratar de ayudar y en ese sentido reconozco mi necesidad de agradecer a las personas que han venido a mi estudio en busca de ayuda, su candor y su confianza, algo así como que debo agradecer poder acoger su esperanza y eso lo considero un privilegio.

  • oscar varela

    Hola (de nuevo)

    Quizás pueda servirle a George considerar mi interpretación del pensamiento de Sartre, cuando declara que:

    – “El Infierno son los Otros“- e.d., el AD-versario.

    Pienso que esa es solo una de las alternativas de el “Otro” respecto a “Mí”.

    La otra alternativa es que sea PRO-versario.

    Que no me sea Dificultad o Estorbo, sino Facilidad o Ayuda. (Que esa es su Profesión de Terapeuta).

    Entonces el “Otro” (también todo lo “Otro” o Mundo) reviste (para Mí) el carácter de Peligroso (hasta que no se de-muestre lo contrario).

    ¿Será?

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • oscar varela

    Hola!

    1- El Sufrimiento nos hace “estar mal” (jode).

    2- El “MAL-estar” nos aparece como cerrando el Paso al deseo de “BIEN-estar” (“estar bien” – felices). No es PRO-verso, sino AD-verso a nuestra Pre-tensión.

    3- Así es que “¡somos unos empedernidos IN-FELICES!”.

    …………….

    SER y ESTAR:

    La experiencia milenaria Indo-europea (donde se han originado nuestras lenguas) muestran que todo el esfuerzo y lucha por la vida es la de lograr ESTAR-SENTADO (el máximo Poder es una SEDE-SILLÓN).

    Pero la experiencia radical de la vida mostró y muestra que esto es un Deseo, una Necesidad, un Delirio (Bedürfnis), pero no un logro alcanzable.

    Yerra M. Heidegger cuando (idealísticamente) “cosifico-sustantivisa” la praxis vital humana con el vocablo “Dasein”.

    La Experiencia de la vida (acumulada en “Sabiduría”) ha sido y sigue siendo permanente en el ser humano: la de una situación “líquida” y “pantanosa”, como la que se experimentaba desde los inicios de las Culturas, siempre junto a las Aguas (ríos, mares,lagunas).

    Nada es definitivamente (¡de una vez por todas!) “estable”.

    Vivir es el verdadero verbo personal (Yo vivo) que ejecutamos en Gerundio (voy viviendo)

    …………………

    Concuerdo con Gonzalo en que: -“Tenemos que ser muy conscientes de que el universo entero está en evolución“-, al mismo tiempo que nosotros no estamos seguros de que sea, o tenga, algo “Programado”.

    Por eso andamos inventando “Relatos felicitarios”.

    Ese es nuestro Drama.

    ………………….

    ¿Tal vez, no?

    ¡Voy todavía! – Óscar.

  • Gonzal Haya

    Entiendo que el amigo George apunta al sufrimiento (en general a lo negativo) como estímulo al desarrollo (personal y de los demás). Si no recuerdo mal, algo así entendí yo al estudiar a Dostoyewsky; el demonio se consideraba como estímulo necesario para el progreso. La vida es dialéctica; la antítesis es necesaria para salir del espacio de confortabilidad y provocar una síntesis (que al surgir otra antítesis provocará una nueva síntesis). Tenemos que ser muy conscientes de que el universo entero está en evolución.

  • oscar varela

    Hola!

    A ver si entiendo algo de este intríngulis que nos presenta el Cumpa George:

    1- Busca una “estimativa” (ciencia de los “valores”) del Sufrimmiento (no sé si lo distingue de el “dolor”).

    2- Asegura que “en sí” y “por sí” NO tiene “valor”,

    3- Aprendió que el Sufrimiento (de los Otros) le “vale” como exito-incitante (hormnal) a su Praxis de Ayudador.

    ………………….

    Me pregunto si todo esto tiene alguna relación con el dicho:

    – “Me quejaba que no tenía zapatos,

    hasta que vi a uno que no tenía pie”-

    ¿Puedo ¡Seguir yendo todavía!? – Óscar.

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