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Teología de la Descolonización, 2/7

II. Principios fundamentales y premisas teológicas clave

 A. La colonialidad como pecado estructural y realidad teológica

    • Análisis teológico de la injusticia sistémica

La teología descolonizadora no solo denuncia las injusticias individuales o puntuales del colonialismo, sino que analiza la colonialidad como un pecado estructural y sistémico que pervierte las instituciones, las mentalidades y las relaciones de poder.

Se trata de una comprensión teológica de la injusticia que va más allá de las acciones individuales y se centra en las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales que generan y perpetúan la opresión. El colonialismo no es solo un evento histórico pasado, sino una estructura de pecado que sigue operando en el presente, incluso en contextos postcoloniales, generando desigualdad, exclusión y violencia. Esta estructura de pecado se manifiesta en el racismo estructural, la discriminación racial, la desigualdad económica, la violencia epistémica y la deshumanización de los pueblos colonizados. La teología descolonizadora llama a reconocer y confrontar esta estructura de pecado y a trabajar por su transformación radical.

  • La opción preferencial por el “otro” colonizado. La teología de la descolonización desplaza el centro de la teología de la liberación desde el “pobre” al “colonizado” o “racializado” como categoría analítica y sujeto teológico prioritario.
    • Desplazamiento del “pobre” como categoría central a la del “colonizado” o “racializado”. Si bien reconoce la importancia de la lucha de clases y la opción por los pobres, la teología de la descolonización argumenta que, en muchos contextos, la opresión racial y colonial es una dimensión fundamental y estructurante de la injusticia. La categoría de “colonizado” o “racializado” permite visibilizar las formas específicas de opresión que resultan de la historia colonial y el racismo estructural.
    • Análisis interseccional de la opresión (raza, clase, género, sexualidad, etc.). La teología de la descolonización adopta una perspectiva interseccional, reconociendo que las formas de opresión (raza, clase, género, sexualidad, etc.) no operan de manera aislada, sino que se entrelazan y se refuerzan mutuamente. Se busca analizar cómo la colonialidad se cruza con otras formas de dominación para producir experiencias complejas y multidimensionales de opresión.
    • Énfasis en la reparación histórica y la justicia descolonizadora. Se pone un fuerte énfasis en la necesidad de la reparación histórica por los daños causados por el colonialismo y la esclavitud. Esto incluye la restitución de tierras, la reparación económica, la justicia epistémica (reconocimiento de saberes ancestrales) y la justicia restaurativa para las víctimas del racismo y la discriminación. La justicia descolonizadora no se limita a la redistribución económica, sino que busca transformar las estructuras de poder y las mentalidades coloniales.
  • La negación del “otro” como distorsión de la imagen de Dios

Desde una perspectiva teológica, la colonialidad se entiende como una negación del “otro” como prójimo y como imagen de Dios. Se basa en la premisa fundamental de que todos los seres humanos son creados a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, poseen una dignidad intrínseca e inviolable. El colonialismo deshumaniza al “otro” colonial, lo reduce a objeto de explotación y dominación y niega su plena humanidad y dignidad. Esta negación del “otro” es una violación fundamental del principio del amor al prójimo y del reconocimiento de la imagen de Dios en cada persona. “Otro” es, en última instancia, una distorsión de la imagen de Dios en la humanidad ya que Dios se revela en la diversidad y pluralidad de los pueblos y culturas. El racismo, la discriminación racial y la violencia colonial son, desde esta perspectiva teológica, pecados graves que ofenden a Dios y niegan la dignidad de sus hijos e hijas. La obra de James Cone sobre teología negra y poder negro fue pionera en señalar cómo el racismo es una negación de la imagen de Dios en la persona negra. Cone argumentó que el racismo no solo es un problema social y político, sino un pecado teológico que niega la verdad del evangelio y la dignidad de las personas negras como imagen de Dios.

 

B. Relectura crítica de la Biblia y la tradición teológica

    • Recuperación de narrativas y personajes bíblicos subalternizados

La teología descolonizadora busca recuperar narrativas y personajes bíblicos que han sido marginados o interpretados desde perspectivas colonizadas. La Biblia no es un texto monolítico, sino que contiene una diversidad de voces y perspectivas, incluyendo las de los oprimidos, los marginados y los excluidos. Presta atención a las voces de los explotados, los extranjeros, las mujeres, los marginados en la Biblia, buscando en ellos recursos para la resistencia y la liberación. La teología descolonizadora se enfoca en las narrativas de liberación, justicia, resistencia y solidaridad que se encuentran en la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento (el Éxodo, los profetas) y en el Nuevo Testamento (el ministerio de Jesús, las cartas de Pablo). Reinterpreta figuras bíblicas como Jesús, los profetas y las mujeres desde una óptica descolonizadora, resaltando su compromiso con la justicia y su solidaridad con los excluidos. Jesús, por ejemplo, es reinterpretado como un profeta marginal que desafió el poder imperial romano y las élites religiosas de su tiempo y que se identificó con los pobres y los oprimidos. Las mujeres en la Biblia, que a menudo han sido silenciadas y marginadas en la interpretación tradicional, son rescatadas como figuras importantes de fe y liderazgo.

      • Revisión crítica de la historia de la teología y la misión cristiana

La teología descolonizadora realiza una revisión crítica de la historia de la teología y la misión cristiana, identificando complicidades con el colonialismo. La historia del cristianismo está entrelazada con la historia del colonialismo y la teología y la misión cristiana no han sido inmunes a las influencias coloniales. Denuncia cómo la teología occidental y la misión cristiana han sido instrumentalizadas para legitimar la expansión colonial europea, la conversión forzada y la imposición de la cultura occidental. Señala que la teología cristiana occidental, en su desarrollo moderno, ha legitimado teológicamente la expansión colonial, la “misión civilizadora” europea y la subyugación de otros pueblos. La “doctrina del Descubrimiento”, la justificación de la esclavitud, la teología del progreso lineal y la “historia universal” eurocéntrica son ejemplos de cómo la teología ha servido a los intereses coloniales. Reconoce que la misión cristiana, en muchos casos, fue parte integral del proyecto colonial y que contribuyó a la destrucción de culturas y religiones indígenas. Reconoce los aspectos problemáticos y violentos de la historia misionera, como la imposición cultural, la destrucción de templos y objetos sagrados, la discriminación racial y la complicidad con la violencia colonial. Pero también busca rescatar las voces proféticas y liberadoras que surgieron dentro de la tradición cristiana en contextos coloniales. A pesar de las complicidades con el colonialismo, también hubo voces proféticas dentro del cristianismo que denunciaron la injusticia y la opresión y que lucharon por la liberación y la justicia. La teología descolonizadora intenta rescatar estas voces y tradiciones liberadoras dentro de la historia del cristianismo. La obra de Darcie Fontaine sobre la descolonización del cristianismo en Francia y Argelia ofrece un caso de estudio relevante, mostrando que la teología y la práctica cristianas pueden ser descolonizadas en contextos concretos.

 

C. Epistemología descolonizadora del saber teológico

      • Crítica de la epistemología eurocéntrica

La teología descolonizadora cuestiona radicalmente la pretensión de universalidad de la epistemología eurocéntrica. Denuncia cómo la teología occidental ha construido su sistema de pensamiento a partir de categorías de pensamiento y experiencias históricas europeas, presentándolas como normas universales para la comprensión de Dios y del mundo. Esta pretensión de universalidad esconde en realidad un provincialismo universalizado, es decir, la imposición de una perspectiva particular (la europea) como si fuera la única válida para toda la humanidad. Esta “universalidad” eurocéntrica oculta su carácter particular y situado y excluye o subalterniza otras formas de pensar y conocer. La teología descolonizadora argumenta que no existe una epistemología universal y neutral, sino que todo conocimiento está situado y condicionado por el contexto histórico, cultural, social y político en el que se produce. Por lo tanto, la teología occidental no puede pretender ser la norma universal para la teología, sino que debe reconocer su carácter particular y limitado y abrirse al diálogo con otras epistemologías teológicas.

      • Revalorización de las epistemologías y saberes subalternizados

Se pretende revalorizar las epistemologías y saberes de los pueblos y grupos subalternizados por el colonialismo (indígenas, africanos, asiáticos, diásporas, mujeres, etc.). Reconoce que estos grupos poseen experiencias y perspectivas únicas que son cruciales para una comprensión más completa y justa de la realidad y de la fe. Durante siglos, el sistema colonial ha negado y descalificado los saberes y las cosmovisiones de los pueblos colonizados, imponiendo el conocimiento occidental como el único válido y legítimo. La teología descolonizadora desea revertir esta injusticia epistémica, reconociendo y valorando la riqueza y la profundidad de los saberes no-occidentales. Esto implica escuchar las voces silenciadas, dar voz a aquellos que históricamente han sido marginados y excluidos del discurso teológico; aprender de las tradiciones de resistencia y sabiduría de estos pueblos, que han desarrollado formas de conocimiento y espiritualidad en contextos de opresión y lucha; y reconocer la legitimidad de sus formas de conocimiento, validando sus métodos, categorías y narrativas como formas válidas de hacer teología. La obra de Silvia Rivera Cusicanqui sobre el pensamiento indígena descolonizador es un ejemplo paradigmático de esta revalorización de epistemologías subalternizadas. Rivera Cusicanqui, desde una perspectiva indígena aymara, critica la colonialidad del saber y propone una “epistemología ch’ixi” que desafía las categorías y los marcos conceptuales occidentales.

      • La necesidad de una hermenéutica “desde abajo” y “desde los márgenes”

Se propone una hermenéutica “desde abajo” y “desde los márgenes”, es decir, una forma de interpretar la realidad, la Biblia y la tradición teológica desde la perspectiva de los oprimidos y excluidos. La hermenéutica tradicional a menudo ha sido efectuada desde una perspectiva dominante, que reproduce y legitima las relaciones de poder existentes. La hermenéutica descolonizadora busca invertir esta perspectiva, tomando como punto de partida la experiencia de las víctimas de la opresión colonial y neocolonial. Esta hermenéutica intenta desenmascarar las “hermenéuticas imperiales” que han legitimado la dominación y la injusticia y construir interpretaciones liberadoras que empoderen a los marginados y transformen las estructuras de poder. Las “hermenéuticas imperiales” son aquellas interpretaciones de la Biblia y la tradición teológica que han sido utilizadas para justificar el colonialismo, la esclavitud, el racismo, el patriarcado y otras formas de opresión. La hermenéutica descolonizadora se esfuerza en deconstruir estas interpretaciones y reconstruir una hermenéutica liberadora que parta de la experiencia de los oprimidos y que promueva la justicia y la liberación. Mark G. Brett en “Decolonizing God” explora precisamente cómo la Biblia ha sido utilizada en contextos imperiales y coloniales, resaltando que ciertas interpretaciones bíblicas han servido para legitimar la violencia y la opresión. Brett analiza pasajes como la “Maldición de Cam” y la “Conquista de Canaán” para mostrar que han sido utilizados para justificar el racismo y el colonialismo. Y Fernando Segovia ha sido un autor clave en la promoción de una “lectura bíblica desde los márgenes”, desarrollando metodologías hermenéuticas que toman en serio la perspectiva de los grupos marginados y excluidos en la interpretación de las Escrituras. Se apuesta por la validación de las formas de saber y hacer teología desde las periferias. Se busca validar y promover las formas de saber y hacer teología que surgen desde las periferias del sistema-mundo, es decir, desde las experiencias y contextos de los pueblos colonizados. Esto implica dar voz a los teólogos y teólogas del Sur Global, reconocer la riqueza teológica de las culturas no-occidentales y desarrollar metodologías teológicas que sean sensibles a la diversidad epistémica.

 

D. Énfasis en la praxis y la liberación integral

      • La teología como reflexión crítica sobre la praxis de liberación

Al igual que la teología de la liberación, la teología descolonizadora entiende la teología como una reflexión crítica sobre la praxis de liberación. La teología no es una disciplina abstracta y desconectada de la realidad, sino que surge de la experiencia de opresión y lucha por la justicia. La reflexión teológica no es un fin en sí mismo, sino que está intrínsecamente ligada a la acción transformadora. La praxis de liberación (acciones concretas para transformar las estructuras injustas) es el punto de partida y el criterio de validación de la reflexión teológica. La teología descolonizadora no se limita a la crítica teórica, sino que busca inspirar y guiar la acción transformadora en el mundo real. La validez de la teología descolonizadora se mide por su capacidad para contribuir a la liberación de los oprimidos y a la transformación de las estructuras injustas.

      • Liberación no solo política y económica, sino también epistémica, cultural, espiritual y ontológica

Se considera que el concepto de liberación no queda limitado a la dimensión política y económica, sino que abarca también la liberación epistémica (del saber colonial), cultural (de la imposición cultural), espiritual (de la alienación religiosa) y ontológica (de la deshumanización colonial). La liberación integral no se reduce a la redistribución económica o al cambio de régimen político, sino que implica una transformación profunda en todas las dimensiones de la vida humana. La liberación integral exige la reconstrucción de la identidad y la subjetividad de los pueblos colonizados, superando la internalización de la inferioridad y la alienación cultural; la reafirmación de sus culturas y saberes, revalorizando las tradiciones y cosmovisiones propias; y la recuperación de su plena humanidad y dignidad, superando la deshumanización y la “negación del ser” impuestas por el colonialismo. La liberación integral es un proceso multidimensional que abarca todas las dimensiones de la existencia humana y busca la plena realización de la humanidad en su diversidad.

      • Conexión con movimientos sociales y luchas por la justicia y la descolonización

La teología descolonizadora se vincula estrechamente con movimientos sociales y luchas por la justicia y la descolonización en diversos contextos (movimientos indígenas, afrodescendientes, feministas, campesinos, etc.). No se desarrolla en el vacío, sino en diálogo y colaboración con los movimientos sociales que luchan por la justicia y la descolonización en diferentes partes del mundo. Reconoce la importancia de la acción colectiva y la organización popular para la transformación social y la construcción de un mundo más justo y descolonizado. No se limita a la reflexión académica, sino que busca contribuir a fortalecer y apoyar las luchas de los movimientos sociales en su búsqueda de justicia y liberación. La solidaridad con los oprimidos y el compromiso con la lucha por la justicia son elementos centrales de esta teología, como destaca Rivera Pagán en una obra reciente (Teología descolonizadora: voz profética, solidaridad y liberación). La teología descolonizadora se entiende a sí misma como una herramienta al servicio de los movimientos sociales y busca acompañar y fortalecer sus luchas por la transformación social.

2 comentarios

  • M. Luisa

    Este tema a mi modo de ver y en coherencia con el enfoque realista en el que me vengo expresando:  lo primero que diría, es que ha sido precisamente  la imagen de Dios  que se ha tenido en Occidente, (origen del racionalismo) y siendo en el uso de éste,  que al otro se le ha visto como otro, en efecto, pero no  como otro que yo.  Es decir, como otredad, como de suyo propio,  sino como “otro” sí, pero otro como yo, es decir, proyectándole  todo mi imaginario racionalista.  Esto, recuerdo que no hace mucho lo dejé planteado  en algún comentario a nivel individual o personal, pero resulta lo mismo en el tema del colonialismo que no de la colonialidad, como así se expresa en el artículo. No tiene nada de cualitativo el colonialismo y, por tanto,   se le hace un triste favor a la teología si con el paso del tiempo no se ha corregido reconociendo su error.  

  • Carmen

    Pues como la horrible Europa no responda,  verás tú qué risa.

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