Por problemas en el correo digital no pudo publicarse ayer este artículo de Ana. También hoy, como todos los días de año y, sobre todo, los de este tiempo cuaresmal de cambio de mente (arrepentimiento, metanoia) son oportunos para plantearnos la liberación y descolonización de las mujeres. AD.
A lo largo de la historia, las mujeres han sido las grandes olvidadas, las invisibles. Fue en la Revolución Francesa cuando Olimpe de Gouches escribió La Declaración de los Derechos de la mujer y de la ciudadana en 1873.
En 1857 murieron quemadas en Nueva York 120 mujeres dentro de la fábrica textil donde hacían huelga de hambre reivindicando una jornada laboral justa. Durante muchos años se ha celebrado el Día de la Mujer Trabajadora. Ha existido una lucha constante silenciosa de los derechos de la mujer, que suele mencionarse. Y no fue hasta 1972 que la ONU declaró el día día Internacional de la Mujer que se consolidó en 1977, es decir, hace muy poco tiempo, dedicando el 8 de Marzo a tal efecto, invitando a todos los países del mundo a unirse a esta fecha dedicada a la igualdad de mujer para que se haga real. Hemos avanzado bastante, pero no podemos decir que es un día de celebración, porque, dado el largo camino que aún queda por recorrer, deberemos mantenernos en la reivindicación.
Porque se trata de esto, de que un día al año, a nivel internacional se reivindique, se denuncie, y nos solidaricemos con tantos millones de mujeres que sufren en todo el mundo, desde el “sutil” patriarcado de las religiones, hasta el descarado machismo, traducido en discriminación, marginación, desprecio, agresión física, agresiones sexuales, abuso y violencia contra la mujer, hasta el asesinato, solamente por el hecho de ser mujer y por no someterse a la voluntad del machista de turno. Esto se incrustó en las estructuras sociales que lo amparan y hasta hace muy poco se normalizó de forma generalizada y se sigue queriendo normalizarla.
No se trata de confrontación, se trata de que cada hombre y cada mujer decida, desde su libertad, sobre su vida, sin que, a una de las partes, la mujer, se la prive de los derechos que cada ser humano tiene. Y, cuando hablamos de hombres y de mujeres, no hablamos de nachos y hembras, sino de identidad personal. No debemos olvidar este aspecto, no debemos confundir sexo y género, para no caer en injusticias manifiestas contra las mujeres trans.
>Debemos afirmar que la igualdad es un derecho humano y, por favor, no debemos meter a Dios por medio, porque cuando se ha hecho esto, ahí tenemos la historia que tenemos en todas las sociedades y culturas de todos los tiempos: las religiones, todas patriarcales y masculinas. -Tomo de JJ Tamayo, las siguientes citas). La filósofa y teóloga feminista estadounidense Mary Daly dice: “Si Dios es varón, el varón es Dios”, o Kate Millet, cuando dice, “El patriarcado tiene siempre a Dios de su lado”.
Desde esta idea creo que nos es lícito pensar que Dios no ha creado al hombre, sino que el hombre-varón ha creado a Dios a su imagen y semejanza: omnipotente, todopoderoso y omnisciente. A lo que se puede añadir la siguiente pregunta: ¿¡es casualidad que todos los fundadores de las religiones hayan sido hombres!? Desde Abraham, Moisés, todos los profetas, los evangelistas, los autores de Nuevo Testamento, los redactores del Credo, los componentes de todos los Concilios, los creadores de los dogmas, los autores de toda la teología oficial-ortodoxa, siendo hombres, sólo hombres, los únicos interlocutores entre Dios y los seres humanos, ellos nos dicen saber cuál es la voluntad, de Dios, cómo es y lo que debemos y no demos hacer por orden de Dios. Igual ha ocurrido con el judaísmo o con el Islam y sus portavoces. Dice Drotthee Sölle: “Pido a Dios que me libre del Dios de los varones”
Tampoco es casualidad que toda la Historia haya estado en manos de hombres todopoderosos y omnipotentes, y que, de ellos han salido todo lo ocurrido: fronteras, guerras, leyes, códigos morales y penales, ciencia –omniscientes-; se ha invisibilizado a muchísimas mujeres filósofas y científicas, que las ha habido…, pero nunca aparecen en los libros de texto, salvo alguna excepción, como Madame Curie con el nombre de su marido, o Teresa Lejárraga cuyos libros los firmaba su marido. Eso sí, los dirigentes políticos, actuales, todopoderosos Trum, con la Biblia en la mano, o el patriarca ortodoxo a su lado, como Putin, o con la cruz de la ceniza el miércoles pasado de Marco Rubio, secretario de Estado de los EEUU.
Quienes hemos vivido en la educación cristiana, nos sabemos de memoria la praxis de Jesús, en su relación de hombre a mujer, un referente que le duró poco tiempo, ya empezó San Pablo a desvariar, y después la Iglesia católica, que, desde que se constituyó en una Institución de poder, la presencia de la mujer en igualdad de funciones y derechos, desapareció, quedando todo en manos de hombres. Y no olvidemos que las religiones han configurado las sociedades, como ya he dicho, la ya citada Kate Millet :“El patriarcado religioso y el patriarcado político se legitiman mutuamente”.
De todo lo dicho se deduce que tenemos una Iglesia absolutamente masculina y patriarcal, aunque el Papa Francisco le ha dado cargos administrativos a algunas mujeres, porque, dice, que somos muy habilidosas, buenas y responsables para estas tareas, al igual que para las tareas de los cuidados, (¿Quiénes hacen las tareas domésticas en el Vaticano?), mientras que, para lo que ellos llaman “lo sagrado” (el sacerdocio y todas sus derivas de las que ya hemos hablado), tenemos la negación absoluta, porque lo sagrado es cosa de hombres.
Por otro lado, se nos pone como referencia a imitar a una mujer, María, referente inasequible, sencillamente porque ninguna mujer podemos ser vírgenes y madres a la vez (salvo por técnicas nuevas de inseminación artificial), de ahí viene la exigencia social de la virginidad de las mujeres, no tanto la de los hombres; tampoco podemos ser madres de Dios, María consta que fue una gran madre y acompañó a su hijo hasta el último momento, como casi todas las madres hacemos. El resto de los detalles ya son interesados para demostrar que siguió a su hijo porque era hijo de Dios. ¿Magia? ¿Un ángel-espíritu inseminando a una mujer de carne y hueso, con su matriz correspondiente?
Creo que la Iglesia aún no ha firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos por no reconocer la igualdad de la mujer. Ni qué decir de las otras religiones monoteístas, en las que. Además de masculinizadas, algunas llegan la crueldad, en determinados países y regiones como Afganistán, Irán y muchos musulmanes o algunos países africanos en los que llega al extremo de mutilación de las niñas para evitarle el placer, además de la anulación total de la mujer en todos los aspectos, Sin que la comunidad internacional pueda hacer nada por evitarlo
Quienes defendemos la igualdad en derechos entre hombres y mujeres, debemos seguir en la lucha y la reivindicación hasta poder celebrar internacionalmente la alegría de haberlo conseguido. No corren buenos tiempos, ni desde los políticos ni entre los jóvenes varones ayudados por las redes sociales. Feijóo dijo el otro día, que deberíamos volver al feminismo de nuestras abuelas y la extrema derecha de muchos países, incluido España, niegan la igualdad.
En atrio, sabemos que el ejemplo de Jesús sigue vivo gracias a que unas pocas mujeres. le dijeron a los acobardados, miedosos y escondidos apóstoles, que lo de Jesús no había muerto, que seguía vivo. Y eso merece una celebración.
Que la esperanza activa acompañe a la lucha.
Abrazos de Ana Rodrigo, que soy yo.
Es importante esa precisión-detalle sobre la “liberación y descolonización de la mujer”, que sugiere AD. Aunque en este tema todos -mujeres y hombres y niñas-niños- necesitamos ser descolonizados-liberados de muchos poderes que nos atan y exprimen y engañan… Esta es una de las colonizaciones más inhumanas. Tener “la casa sosegada” (que supone una buena poda íntima) es quizá la mayor liberación-descolonización. Liberación que nos hace inmunes…
Ana, te felicito por tu escrito , enriquecido por el número de facetas que contemplas. Observo que empieza a verse algún fulgor más amplio después de estos últimos años, aunque tampoco faltan los negadores de lo evidente. Gracias por tu aportación y animémomnos a insistir e insistir a lo largo de todo el año.
Querida Lola, aprovecho para manifestarte mi alegría de poder “verte” por este nuestro lugar de encuentro, atrio. Te mando un abrazo. Asimismo, agradezco vuestro apoyo a la causa a quienes así lo habéis manifestado explícitamente: Carmen, Iker, Javier, Juan A. y cuento con quienes no lo habéis hecho. Ya he dicho en muchas ocasiones, que mis primeros dos maestros en feminismo fueron dos hombres, Juanjo Tamayo y Paco Julio, compañero de trabajo, gracias al cual su mujer pudo dedicarse a otras funciones públicas, entre ellas, ser, durante muchos años, la subdelegada del gobierno en Granada. Y como referencia experiencial, a mi propio padre, hombre maravilloso en todos los aspectos, con un respeto infinito a mi madre.
Me gustaría incidir en una de las dos caras de la realidad, la que apunta Lola, de que se ve un fulgor más amplio en estos últimos años, cosa cierta, porque la denuncia de machismo, el androcentrismo y el patriarcado ha llegado a muchos ámbitos gracias a que, este grito ha salido a “la calle” y a los medios de comunicación en general, pero esto no ha sido por arte de magia, sino porque las y los feministas lo hemos hecho posible; y es éste el aspecto que yo quiero resaltar: tenemos la sensación de que sólo existe aquello que se dice, de ahí la insistencia y la persistencia en repetirlo, por lo menos una vez al año, de forma internacional.
Cuando hablo de este tema, me gusta incidir con la misma fuerza el que en cuestiones machistas, no son todos los hombres, ni muchísimo menos, no o deis por aludidos, sino uniros a la causa que no es otra que la de un derecho humano. Sí, ya sé que hay mujeres concretas que no se han portado ni se portan bien con sus maridos, pero, aunque no sea sistémico, yo lo condeno igual.
Yo misma he sido miembro de una sociedad machista, sin nadie que defendiese los derechos de la mujer y ni yo lo veía, entre otras razones, porque la educación que recibíamos eran los principios de la Sección Femenina, asignatura de la que teníamos que examinarnos, además de la “Formación para el espíritu nacional” para niños y niñas
Ante lo que dijo Feijóo, hace unos días, de que tenemos que volver al feminismo de nuestras abuelas y nuestras madres, os cuento una cosita de las muchas que podía contar. A mi generación, como acabo de decir, nos educó la Sección Femenina preparándonos para ser buenas esposas y buenas madres, además, de excelentes amas de casa. Yo conservo la tarjeta, con el yugo y las flechas, con su póliza correspondiente de 5 pesetas, más el pago de 100 pesetas, del certificado de haber cumplido el SERVICIO SOCIAL, (obligatorio, exceptuando a viudas, monjas, casadas y jóvenes con ocho hermanos solteros, jajaaj). Mi número de Registro de certificado de haber cumplido la prestación, es 20.128; era una especie de “mili” femenina, para poder, en mi caso, dar clase en el instituto. Dicho Servicio Social consistía en presentar una parte del ajuar de bebé hecho por una misma, al que yo me negué y pude convencer a las empleadas de la SF para, en su lugar, dar clase de alfabetización a personas mayores Este era el feminismo de la abuela de Feijóo. Nos os podéis ni imaginar lo que nos enseñaban, desde recibir al “pobre” marido, a la vuelta de trabajo y cansado, con las zapatillas en la mano y ponérselas, o no recibirlo adecuadamente con los rulos puestos (en la cabeza para moldear el pelo, para quien no lo sabe). Pues ya está visto, políticos y partidos políticos, que aún andan por aquellos lares.
Cuidado, no bajemos la guardia, pues lo mismo que, en algunas autonomías en las que forma parte del gobierno VOX, de violencia de género por el de “Violencia familiar”.
Ya sé que hablar de feminismo, como dice Nuria Varela, en su libro “Feminismo para principiantes”, es una impertinencia, quizá yo también lo sea, me da igual, pero es que estamos hablando de millones y millones y más millones de mujeres en todo el mundo a las que se las excluye de la pertenencia de ser humanos, en todas su variedades y, en ocasiones, en su totalidad de su ser.
Si hablar de las cifras oficiales y no oficiales de agresiones de distinta índole, y de asesinatos en nuestro propio país, donde tenemos ¡una ley! de Igualdad. Desde 2003, que se comenzó a contabilizar las mujeres de asesinatos machistas, hay 1.230 mujeres asesinadas en España.
Que la esperanza activa, nos acompañe en la lucha.
Que así sea.
Esta mañana, aparte de agradecer a Antonio la publicación de mi artículo, envié un pequeño comentario con algunas cositas, aunque mi idea fuese corregir una errata de mi escrito, y vi que entró a espera de la aprobación, pero se ve que la técnica no está de mi parte otra vez, porque no lo veo publicado.
Repito solamente la corrección de la errata. Donde dice “Ha existido una lucha constante silenciosa de los derechos de la mujer, que suele mencionarse”, falta un NO, y debe decir “que no suele mencionarse”, y ahora añado, que no suele conocerse. La historia de la reivindicación de las mujeres no ha ocurrido de la noche a la mañana, nunca hemos sido tontas por ser mujeres, sino sometidas por el sistema social injusto.
Iker, mi solidaridad siempre con todas las personas que quedan marginadas por diferentes y demasiadas causas. ¡Y son tantas…! Lo que es cierto es que todos los seres humanos somos, eso, seres humanos, iguales en dignidad y derechos. Un abrazo
La lucha feminista ha conseguido grandes avances en pro de la igualdad, no estamos en 1848, cuando Cady Stanton y Lucretia Mott impulsaron la Convención de Seneca Falls, pero aún quedan asuntos pendientes, estoy muy de acuerdo. Aún quedan muchos espacios por conquistar y algunos parecen resistirse, y hablo en nuestras sociedades más avanzadas, ni que decir tiene que en muchos otros lugares, en donde la situación es crítica y no se avanza. La violencia contra la mujer es el problema más grave, que suma cada años más y más víctimas. Aunque no es el tema, quiero reivindicar a otro gran colectivo marginado y vulnerable, el de los enfermos, enfermos ancianos, enfermos mentales, en centros hospitalarios y residencias. Pese a sus limitaciones mantiene una capacidad de decisión por lo que hay que respetar sus deseos y hacerles participar en las decisiones que afecten a sus cuidados. La marginalidad y la vulnerabilidad sigue siendo un hecho contrastable, y hay que reivindicar su derecho a la dignidad e intimidad. Cuando estamos frente a un hombre o una mujer, somos simplemente dos seres humanos de idéntico status, las jerarquías se desvanecen, las jerarquías cumplen una función en la estructura social, pero no en la confrontación clínica, en donde el paciente es un cuerpo, lo que conlleva un cierto menosprecio, pero sin cuerpos de personas humanas, con necesidades emocionales, no cuerpos dóciles e ignorados. Disociar a la persona del cuerpo enfermo es un error, hay que tratarle en su conjunto. La medicina, a pesar de presentarse como ciencia objetiva, ha sido acusada desde otras disciplinas de reproducir desigualdades sociales. Así, se ha manifestado también su función de control social al definir qué es un cuerpo “normal” y estigmatizar todo aquel que no se corresponda con los parámetros fisiológicos. Es un tema muy largo, pero que a mi me ocupa y preocupa como médico.
Un abrazo, Ana.Me acordé de todas vosotras ayer. Y de todas. Adelante, pues.