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Unidos por la fe contra la idolatría

Insisto en que ATRIO Lugar de encuentro nació tras el gran impacto que produjo el atentado a las Torres Gemelas en 2001. Algunos decretaron –Dawkins…– que había que acabar con todo tipo de religión pues ella era la responsable del desastre ,ya que fomentaba odio y fanatismo. Otros –Bush hijo…– atribuyeron a la inspiración de Dios responder con las guerras contra Afganistán –Operación Libertad Duradera– e Irak.

Nosotros creímos que era el momento de de establecer un amplio diálogo para ir al fondo de la experiencia fundacional de las varias religiones, dejando las capas de relatos, creencias, ritos y mandatos de los que se había ido revistiendo. Una depuración así de las tradiciones religiosas debía servir para unir a los humanos, fortalecer la fraternidad de toda la creación, respetar la libertad y la dignidad de cada persona y, en definitiva, traer armonía y paz a nuestro mundo. 

Agradezco que muchos hayáis colaborado de muchas maneras en ir construyendo este portal a lo largo de 24 años. A mí ya no me queda mucho para continuar esta última misión confiada a mi existencia, la de ser un ínfimo y efímero ser frente a las dimensiones del espacio-tiempo al que nos abre la ciencia y las técnicas humanas, pero que es necesario co-creador de encuentros interpersonales y de comunicación de testimonios de fe y solidaridad, aprovechando los dones recibidos, entre ellos, los rudimentarios conocimientos que haya podido adquirir oportunamente sobre informática.  

Hoy, en este atardecer de mi vida, os confieso que cada vez veo con más claridad que hay que emprender con coraje ese último tramo de escalada o inmersión a lo más alto o a lo más profundo del ser humano. Hay que hacerlo sin miedo, sin mochilas pesadas, sin rémoras históricas, dejando atrás estructuras excluyentes, cánones y códigos caducos. Es necesario desprenderse de toda ambición por el número de seguidores o prosélitos. No ambicionar dinero ni poder. Ir por la vida, parodiando a paisanos míos, ligeros de equipaje y con la cara al viento. Pero llevando en el corazón el mayor tesoro: la fe, confianza y esperanza del niño que llevamos dentro y que estará tal vez por estrenar. 

 *  *  *

Esta introducción tan solemne es simplemente para encuadrar lo que voy a decir a continuación. Creo que hay que ir hacia el objetivo final de cada existencia y de la unión de toda la humanidad, aprovechando las rendijas y asideros que malgé lui nos deja el sistema (ya lo decís Marcuse en 1968), con toda humildad, realismo y esfuerzo. Unidos en cordada pero no en rebaño. Para, entre todos, juntar la fuerza necesaria para hacer frente al nuevo leviatán que intenta devorarnos a todos. 

Estoy leyendo a  Harari en Nexus. Como siempre veo en él un buen escritor, no solo un bestseller artificial. Sabe sacar luz de síntesis históricas y de predicciones de futuro, manifestando estar bien informado, relacionar situaciones y dejando siempre espacio para las definitivas elecciones del homo. Me recuerda mucho a la brillentez de los análisis que hace tiempo hacía Edgar Morin, con su serie de monografías El Método, que empezaba con La naturaleza de la Naturaleza. A sus 103 años sigue publicando, con ayuda de discípulos sin duda. Tango a la espera leer La méthode de La Méthode (2024) pues es un autor que, como Harari, siempre me ha hecho pensar en la complejidad. 

Pues bien, en los capítulos 4º y 5º de Nexus Harari analiza cómo los grandes sistemas religiosos y políticos consiguieron unir a personas de diferentes orígenes de manera estable y duradera. Para cada uno de los dos capítulos elige un ejemplo de mayor éxito en esta función de unir personas diversas: a la Iglesia católica y a la democracia estadounidense, respectivamente. En los dos casos, la perennidad de la unión se basó en textos muy concretos que fueron fruto de antiguas interpretaciones de la realidad religiosa o política, pero que iban a considerarse inmutables y normativos en el fututo al dejar constancia escrita en textos definitivos. Para la Iglesia Católica ese texto fue el depósito de la fe, contenido en el conjunto de cánones y dogmas. La autoridad del Denzinger (recopilación de dogmas y documentos magisteriales) se fue imponiendo de hecho a las interpretaciones varias  de las escrituras y de la tradición, las otras fuentes del depósito de la fe (fides quae). Y, en EE. UU., de la Constitución de 1787 y sus 27 enmiendas ratificadas. 

Hoy estamos viendo cómo la Iglesia Católica está a punto de profundas divisiones internas, a pesar de tener un sumo pontífice (¡vaya titulito veterotestamentario!) que parece tener fe y voluntad de reformas, pero no background teológico que le autorice a presentar profunda revalorización de la doctrina atada y bien atada. Y, por otra parte, un emperador estadounidense que, tras jurar con la mano en biblia su cargo constitucional, quiere volver a ser el amo del mundo aunque sea echando por la borda no solo la propia constitución sino todos los consensos a que había llegado el resto de la humanidad. La ONU, el derecho internacional, las grandes declaraciones de derechos humanos y la Carta de la Tierra, las grandes agencias para la salud, el comercio, el clima, son descartadas y humilladas por quien se declara el enviado por Dios para ejecutar ese plan. ¿Y vamos a seguir callados los creyentes en el Dios que no es un ídolo (palabra o imagen construida para legitimar el poder) sino misterio y fundamento de toda la creación, sobre todo de toda existencia humana? 

Hace una semana, acababa mi columna ofreciendo algunas sugerencias al papa Francisco, que da testimonio continuamente de su fe y esperanza. Le sugeriría hoy que, frente a los crímenes contra la humanidad de quien pretende guiar la historia, no se sintiera atado para abrir las puertas a todos, todos y todas. Hoy le digo que muchos agradeceríamos que no se limite a hacer una denuncia profética desde la ventana de la Plaza de San Pedro, todo un símbolo barroco del poder eclesiástico. Por muy modesto que quiera que sean su vivienda y sus coches, con frecuencia da la impresión que se presenta arropado por signos de poder y aplausos de multitudes, cmo cualquier otro de los grandes y poderosos. Por eso, como un creyente más que sigue aceptado a la Iglesia como su comunidad de fe, me atrevo a sugerirle hoy otras cosucas: 

  • No limite el Año Santo que acaba de proclamar a llenar las calles de Roma de rebaños de peregrinos, desfiles procesionales de imágenes, displays televisivos, ingresos para el Tesoro vaticano o italiano. No creo que con ello se ganen más indulgencia para sacar almas del purgatorio, una de las finalidades del año santo en ese documento en que hablaba tanto de la dignidad humana. Este debe ser el objetivo central: salvar esa dignidad aquí y ahora, en la época del gran despliegue blasfemo de Trump y del asentimiento a él de tanto elector manipulado en todos los países. Es urgente reunir con silencio y sin despliegues mediáticos a todas las personas e instancias que creen de verdad en la igual dignidad de toda persona humana, dando un testimonio conjunto de fe libre y comprometida.  
  • Como en Asís hace tiempo, podrían reunirse todas las iglesias cristianas con islamistas, judíos no cegados por el sionismo, budistas, hinduistas e incluso humanistas laicos o ateos. Pero no para orar por la paz. Dios no está para demostrar desde fuera la potencia de su brazo justiciero. Sino para inspirar desde el interior de personas, con frecuencia las más pobres y no ideologizadas como el casi anónimo soldado Slovik, no las cultas y poderosas, cambios profundos de actitud personales y colectivos.   
  • Entre estos cambios yo propondría la descapitalización radical de la Santa Sede en un conjunto de fundaciones que pusieran sus tesoros e ingresos al servicio de los pobres. Frente a los grandes planes de hacer de Gaza una riviera turística mundial, con el apoyo del capitalismo financiero mundial, es el momento de proponer, con fondos reales, un gran proyecto de reconstrucción de la franja como casa habitable y educadora del gran pueblo palestino que tiene el derecho de primacía para poseerla y volver a hacerla habitable. Hacer las paces con Israel no es rendirse y huir, sino aceptar su existencia como estado vecino con el que hay que convivir en paz, aceptando las decisiones de la ONU de 1947 y algún pacto actual de paz aceptado por las dos partes. Pero con derecho a reconstruir su propio estado en su tierra.

Y perimitidme  que ceda la palabra a otra persona que dice seguramente las cosas mejor que yo, Tomáš Halík:  

 

La respuesta a la pregunta de qué forma podría adoptar el cristianismo del futuro la sugerí al final del capítulo cinco: la palabra religión, religio, no solo debe derivarse del verbo religare (reunir), es decir, entender la religión como una fuerza integradora en la sociedad, sino también del verbo relegere (releer). La Iglesia del mañana puede ser una comunidad de una nueva hermenéutica, de una nueva y más profunda lectura e interpretación, tanto de la Escritura y la Tradición (según el Concilio de Trento, las dos fuentes de la revelación divina) como de los signos de los tiempos. Esto requiere el arte de la contemplación. Con la contemplación, una persona aprende de nuevo, para poder leer y escuchar más profundamente, con más atención. Escuchar lo que sucede en su interior y a su alrededor: la voz de Dios puede llegar a través de ambos. Me parece muy útil para los creyentes de diferentes religiones (pero también para las personas sin afiliación religiosa) leer juntos los libros sagrados y hablar sobre cómo los entienden.¹⁷ Mirar los propios textos fundacionales con los ojos de otros puede contribuir a una comprensión más profunda y a un mejor entendimiento mutuo. El sincretismo barato o la búsqueda de un esperanto religioso artificial aceptable para todos son un callejón sin salida; hay que aprender a comprender y respetar las diferencias de los demás, no a oscurecerlas, minimizarlas o ignorarlas. 

La tarde del cristianismo (Herder 2023), pp. 233-234 

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