Había pensado este viernes contestar a los muchos comentarios publicados por lectores a mi última columna del viernes 6 de febrero. Por algunos de los más veteranos atrieros no me veo coprendido y lo siento, pero tal vez se deba a que no he expresado bien lo que entiendo por Fe personal. Siguen creyendo que he cambiado el centro de interés original de ATRIO, aunque nada pueden hacer porque “Donde manda Capitán no manda Marinero”. Pero sigo aprobando sin censura sus comentarios. Y seguiré haciéndolo. Atrio tendrá sentido si es lugar de encuentro de quienes buscamos sentido al universo. No sólo en pensamiento racional que lo conceptualice y descubra su funcionamiento, sino también en el llamado conocimiento espiritual, que es distinto pero tan propio del homo sapiens como el conocimiento carnal y el lógico-racional. Por eso, dejando mi contestación a esos comentarios para otra ocasión, sigo hablando hoy de lo urgente que es avanzar en sabiduría.
Hoy he acabado una primera lectura, reposada no en diagonal, del libro Nexus de Yuval Noah Harari. Desde luego, no me atrevo a hacer ya una recensión completa de este complejo libro de un historiador y analista bien informado del futuro, que exige mucha reflexión posterior. Pero sí que es legítimo exponer algunos avances de lo leído, como ya hacía el viernes pasado pasado sobre el capítulo 4º.
Harari dice casi al final del libro, en el epílogo: “Volvamos ahora a la pregunta que he planteado al principio del libro: si somos tan sabios, ¿por qué somos tan autodestructivos? Somos, a un tiempo, los animales más inteligentes y los más estúpidos de la Tierra. Somos tan inteligentes que podemos producir misiles nucleares y algoritmos superinteligentes. Y somos tan estúpidos que, aunque no estemos seguros de poder controlarlas, y aunque no hacerlo podría conducirnos a la destrucción, seguimos produciendo estas cosas. ¿Por qué lo hacemos? ¿Acaso hay algo en nuestra naturaleza que nos fuerza a seguir la senda de la autodestrucción?”
Parece, por tanto, que viene a concluir su libro con un pensamiento apocalíptico: lo que parece que es la punta de lanza del progreso humano y se presenta como instrumento para la posible solución superinteligente a los complejos problemas físicos y biológicos del cosmos y de la humanidad, hoy podría convertirse en la desaparición de la humanidad y tal vez de la vida orgánica en nuestro planeta. La razón es que la comunicación de información que ha ido haciendo progresar la especie homo hacia metas siempre nuevas, no se basa únicamente en la ecuación “más información=más progreso”. Es necesario evaluar la finalidad para la que se va a emplear ese aumento de información más fácilmente comunicable.
Y ahí entra el historiador. Su estudio se basa en los diversos experiencias de progreso que, según las posibilidades de acaparar información,se han ido produciendo a lo largo de milenios. Nuestra especie empezó a progresar sobre otras cuando introdujo el lenguaje simbólico para comunicarse entre individuos. Y después cuando inventó la escritura, con diversas formas de grabar la información por signos en piedras, tabletas de barro, hojas de papiro o pieles de animales. Desde el valle del Nilo o desde Mesopotomía se pudieron hacer censos de población o llevar contabilidades. Esta información centralizada permitió organizar grandes poblaciones en tribus, reinos e imperios. Y después reunir gran cantidad de libros en bibliotecas como el conjunto conocido como la Biblia o la biblioteca de Alejandría. Y, con la caída del imperio romano, los copistas de los monasterios pudieron conservar los libros sagrados y otras obras de la antigüedad, determinando los cánones y declarando prohibidos algunos.
La invención de la imprenta, a partir de la edad moderna, permitió romper los muros que controlaban la información acumulada. Pero Harari insiste en que no todo fue progreso en conocimiento y libertad. También el nuevo invento permitió divulgar libros en los que se insistía en los falsos embrujos atribuidos a personas, sobre todo mujeres, que serían acusadas y condenadas como brujas, con terribles tormentos. Ese clima inquisitorial, con sus fake news, no hubiese cuajado tanto en la población, según él, si la imprenta no hubiese permitido la difusión tan grande como tuvo el libro del despechado dominico Kremer, El martillo de las brujas, que divulgó rápidamente sus generalizadas acusaciones a partir de 1485 en toda Europa. Harari se detiene mucho en este caso de cruel cazería de personas a partir de la difusión de ese libro. Harari se detien mucho en estos hechos (pp. 141-145) que sirven de contrapeso a los factores benéficos para la libertad de interpretación de la biblia que se produjo al permitir por la imprenta la difusión de sus traducciones.
Y lo mismo hace con los avances de la edad moderna y la actualidad respecto a los medios de comunicación. Según él, que documenta bien lo que expone, la introducción de textos abiertamente falsos, introducidos malévolamente entre la población Myanmar por un general budista, fue lo que desencadenó a partir de 2012 el terrible odio contra los rohinyá, la minoría musulmana. Difícil de comprender era para mí ese terrible crimen de genocidio en una república regida entonces por la pacifista Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la paz y luchadora por la democracia. Según Harari fue debido a un uso etratégico violento de la información digital, Y lo mismo ha acontecido con extrañas victoria electorales formalmente democráticas.
En absoluto demoniza por ello Harari este gran avance tecno-acientífico de la acumulaión de datos y computación digital digital. Pero nos dice que al acabar su libro Homo Deus en 2016 se dedicó a informarse bien, con maestros solventes, de la IA que entonces era aún proyecto de algunas compañías. Y entonces se dedicó a escribir Nexus que. Al final, como de todo instrumento al servicio del hombre no puede hacer un juicio moral. Éste dependerá de los fines para los que se utilice. Por tanto, de la sabiduría de las personas.
Hoy mismo oigo cómo el gran emperador de EEUU y su vocero el jefe del pentágono entienden la grandeza de un árbitro mundial: en aumentar el poder militar. Ý exige a quienes quieran ser sus socios un aumento de gasto en armamento, cada vez más dependiente de procesadores. Me pongo a temblar, como creo que le pasará a todos.
Me permito acabar esta columna con los los dos párrafos finales de Nexus, resaltando unas palabras o fases que nos debden hacer reflexionar a fondo.
La buena noticia es que, si sorteamos la complacencia y la desesperación, seremos capaces de crear redes de información equilibradas que mantengan a raya su propio poder. Hacerlo no depende de inventar otra tecnología milagrosa ni de dar con otra idea brillante que de alguna manera haya escapado a todas las generaciones previas. Más bien, para crear redes más sabias debemos abandonar tanto la idea ingenua como la populista de la información, dejar de lado nuestras fantasías de infalibilidad y comprometernos con el trabajo duro y bastante prosaico de construir instituciones con mecanismos de autocorrección sólidos. Esta es, quizá, la lección más importante que puede ofrecer este libro.
Esta sabiduría es mucho más antigua que la historia humana. Es elemental, el fundamento de la vida orgánica. Los primeros organismos no fueron creados por un genio o un dios infalible. Surgieron de un intrincado proceso de ensayo y error. Durante cuatro mil millones de años, mecanismos cada vez más complejos de mutación y autocorrección condujeron a la evolución de árboles, dinosaurios, junglas y, finalmente, humanos. Ahora hemos convocado a una inteligencia inorgánica ajena que puede escapar de nuestro control y poner en peligro no solo a nuestra propia especie, sino a otros incontables seres vivos. Las decisiones que tomemos en los próximos años determinarán si convocar a esta inteligencia ajena ha sido un error terminal o el inicio de un nuevo y esperanzador capítulo en la evolución de la vida.
Óscar eso de que un robot no puede hacer daño a un ser humano,yo recomiendo leer el libro divertisímo de Ian MacEwan Máquinas como yo (y bien escrito),le acaba dando con un martillo en la cabeza y tiene un debate divertido con Turing sobre el derecho a la vida de los robots.Vaya lío que le monta xq accede a las bases de datos y saca algún trapo sucio del que lo compró. Los robots pueden hacer daño y ya te digo que los robots para la guerra no van a ser una cosa extraña. Ya estamos con los drones y el ser humano tiene una tendencia,o algunos seres humanos tienen ,para usar los avances tecnológicos en el sentido más inmoral posible.
Bueno, Óscar. Asimov. Físico teórico de profesión y un referente tremendo en la divulgación científica y como escritor de ciencia-ficción, un dios. De hecho tiene el premio Hugo a la mejor obra de Ciencia ficción de todos los tiempos por su trilogía La Fundación. En España se editó por primera vez al principio de los ochenta. Tengo la primera edición. Se plantean cosas que me parece que están sucediendo. Su psicohistoria es alucinante. Y luego están los libros de los robots. Efectivamente, sus tres leyes de la robótica que a veces se dan como si fuesen ciertas y no de una libro de ese tipo. Por ello le pregunté a alguien, pero, las máquinas, podrán reproducirse? Porque para mí eso es algo que me produce inquietud. La inteligencia artificial no me asusta. Será cuestión de aprender a manejarla. Nos tendremos que espabilar. Bueno, se tendrán que espabilar. Puede tener cosas magníficas. Y tremendas, pero si la opción es volver al Planeta de los Simios, otra novela de ciencia ficción, llevada a la pantalla en los 70 o por ahí, con un espectacular Charlton Heston pues… Él acuño el término inteligencia de silicio. El silicio está situado justo debajo del carbono en el sistema periódico y es un no metal como él. Si hay vida basada en el carbono, por qué no se puede construir una basada en el silicio? Y anda que no hay silicio en el planeta Tierra. El cuarzo es el mineral más abundante de la corteza terrestre, o de los más. Y es un dióxido de silicio. Me encanta el tema. Y si no has leído el hombre bicentenario, no dejes de hacerlo. Plantea la inmortalidad de una manera superbonita. En fin… Hay quien llama a determinados autores de este tipo de novela tan denostado por los grandes literatos, auténticos profetas. Buen día o lo que sea por allí.
A mí el libro de Harari me gusta,pero tiene poca formación marxista( yo no tengo ninguna xq he leído más teología de la liberación que al marxismo,un handicap,jajaja). Comparto con él la crítica al estalinismo,pero creo que muchos de los problema que él plantea están mediados x la igualdad,no todos estamos en el mismo punto de partida. En primer lugar,hoy es completamente imposible establecer grandes relatos(religiones,imprentas, tecnologías …)que movilicen a la población xq el neoliberalismo ha transformado la sociedad en sociedades enfermas de individualismo.
En segundo lugar,muchos de los problemas que plantea están mediados x la economía. Si un 5% de bots produce 1/4 ó un 29% de los tweets en X será xq los que tienen la pasta son los que tienen los bots. Yo creo que ,aunque él lo sugiere,hay que prohibir los bots y hay que obligar a que él que esté en redes sociales esté con nombres y apellidos (Pedrito). Es cierto que yo me barrunto que he perjudicado a una compañera mía x estar en redes sociales con nombres y apellidos y decir determinadas cosas de ella( lamentablemente estoy en una Administración hiperpolitizada y con jefes vengativos; no quiero ser paranoico,pero yo sospecho que ha sido así). Salvando estas cuestiones la gente debe estar con nombres y apellidos xq esto haría mucho x la contención ,tan necesaria hoy en día. Yo sólo admitiría el anonimato de los más jóvenes xq tienen más que perder.
En tercer lugar,el problema de los mecanismos de autocorrección es que generalmente las condiciones las imponen los ricos. Estos milmillonarios tan partidarios de la suprema libertad de expresión,incluida la “libertad de odiar” ,se aprestan,sin ninguna duda,a censurar a los que no piensan como ellos. Los censurarán en las instituciones científicas,en las bibliotecas,en los medios de comunicación…Lo hicieron en los primer mandato de Trump y lo harán ahora…
Creo que el libro de Harari le falta analizar el concepto de igualdad…Las nuevas tecnologías no son,ni van a ser,una revolución de la información y de lo demás xq los puntos de partida de los seres humanos son muy desiguales…Le veo yo a Harari demasiado social liberal…Tonto no es,pero yo no simpatizo mucho con el trasfondo de su análisis…
USO – Gracias!
“Yo, robot”
En el año 1950, Isaac Asimov publicó “Yo, robot”:
una serie de relatos con fuerte protagonismo de máquinas inteligentes.
En varios de ellos, esas creaciones humanas cobran consciencia de sí mismas y definen sus propios rumbos.
La obra propone llevar adelante su construcción en base a tres leyes inamovibles:
1ª. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por su inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2ª. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
3ª. Un robot debe proteger la existencia en su misma medida para no autodestruirse en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
..decía que la sabiduría como constituyente de la inteligencia, obra en ella no como fuerza, sino como poder. ¿Qué se quiere decir con ello?, me he referido en otros lugares diciendo que la inteligencia como potencia no está capacitada para producir su acto. Para estarlo, es decir, para cobrar facultad, la inteligencia ha de formar unidad con la potencia del sentir, el cual este sí está ya potencialmente facultado para producir su acto…(y ya conocemos sus consecuencias) a menos que se produzca la alteridad estructural de la cognición humana…, que entonces sí se puede avanzar en humanidad.
Retomando aquí la reflexión y centrándola ahora sobre el libro de N. Harari, lo que en inicio, para llevarla a cabo, me remite a hacer una distinción entre “progreso” y “avance”. Lo enumerado por él como la senda de la autodestrucción ha sido la consecuencia de haber instrumentalizado la inteligencia, sometiéndola al progreso con la fuerza de la razón instrumental.
La sabiduría como constituyente de la inteligencia obra en ella no como fuerza, sino como poder. Aquel poder que por ser real le posibilita abrirse a la realidad, la cual le es congénere a la inteligencia y en su función, por tanto, no la puede instrumentalizar, al contrario, por la propia derivación compartida ( ya no digo actualizada formalmente en ella, en la inteligencia , para que así se me entienda) , la sitúa frente a lo real de las cosas haciéndolas “avanzar” y nosotros con ellas… En fin, saber no es lo mismo que conocer…
En este artículo, el autor se enfrenta y nos enfrenta, noblemente, sin prejuicios, a opinar sobre el eterno problema del mal. Lo hace desde su extrañeza existencial que, a pesar de tanto progreso en todos los órdenes, el panorama que vislumbramos está muy ensombrecido precisamente por causa de dicho progreso. Es por ello, que nos dice: “Sigo hablando hoy de lo urgente que es avanzar en sabiduría.” Aquí interpreto que no se refiere a un saber cualquiera, sino a un saber con sabor a gloria, porque el mal es portador de un mal sabor.
El autor, se apoya en la tesis de Harari en que todo avance técnico no puede llegar a establecer fines y sentido a la humanidad. Aspecto que comparto completamente, pero quiero aportar mi impresión personal, sobre todo al final de este comentario.La historia del pensamiento humano es la historia de un sueño recurrente: la esperanza de que la razón, con su lógica implacable, su rigor científico y su capacidad para diseñar sistemas, pueda instaurar un orden social libre de conflictos. Desde los diálogos platónicos hasta las utopías ilustradas, desde el cálculo utilitarista hasta las promesas tecnológicas de la inteligencia artificial, y desde todas las epistemologías filosóficas, el ser humano no ha cesado de buscar una norma objetiva, universal e infalible que garantice tal armonía. Sin embargo, este sueño choca una y otra vez contra la misma realidad ineludible: la razón no gobierna, no lleva el timón del orden y la armonía social, y todo aquello que construye, lleva la amenaza de una total destrucción, pero no gobierna, simplemente, “porque no puede gobernar”.
Cuando el autor cita como elemento estructurador de todo orden a la sabiduría, me imagino que está dotándole de un sabor moral, un sabor orientado al bien y no al mal. La textura de la sabiduría es una textura moral. Este paso de la sabiduría pensada a la sabiduría ejercitada, es decir del dicho al hecho, es el “acto moral”. La sabiduría se encarna en el sujeto de dicho acto.Decir que el mal es una limitación inherente a la finitud de lo creado puede ser todo lo irreprochable que se quiera desde un punto de vista metafísico, pero no resuelve nada desde el punto de vista existencial. Ante el mal no hay razón que valga. El único esclarecimiento posible al misterio del mismo, adviene por la vía de la praxis, y no por la de la elucubración teórica.
Las soteriologías laicas solo saben postular y prometer su abolición. Actitud que trivializa el mal degradándolo a la categoría de una realidad contingente, es decir relativizándolo, cuando el mal es inobjetable, es decir irrebatible. Está por ver que una respuesta especulativa haya callado alguna vez una pregunta vivencial. Ni que el más entusiasta racionalista materialista dejara de sufrir por la desaparición de un ser querido leyendo la “explicación” engelsiana de la muerte en términos de necesidad biológica.
En definitiva, el autor no solo describe el problema, sino que nos interpela directamente: ¿seremos capaces de guiar el desarrollo tecnológico con responsabilidad y ética, o nos dejaremos arrastrar por la inercia de la autodestrucción?
Immanuel Kant, en su esfuerzo por encontrar una moral universal, formuló el imperativo categórico: “Obra solo según aquella máxima que puedas querer que se convierta en una ley universal.” En apariencia, esto ofrece una guía infalible para la convivencia. Pero, como señala Harari, este principio es tan sólido en la teoría como frágil en la práctica. Porque el verdadero problema no es la norma en sí, sino en quién decide su ámbito de aplicación.
La razón puede establecer principios, pero no puede hacerlos obligatorios sin una voluntad que los acepte. Y en la voluntad reside el misterio de la libertad, que está por encima de toda razón y de todo saber para no perder su libertad. Por lo que, compartiendo la tesis de Harari, no confío en que las decisiones que tomemos en los próximos años en esa inteligencia ajena, resuelva el problema del Mal, entre otras cosas, porque esa llamada inteligencia ajena no es nada ajena. En ella nos ocultamos. Por más que progresemos con algoritmos o sin ellos. Por más redes de información equilibradas que creemos para que la mantengan a raya, mi tesis final es la de que: No hay más inteligencia que la Humana.
-Ante el artículo de AD sobre NEXUS de Harari, y algunos muy sensatos y sabios comentarios que siguen, no siento otra cosa que la conveniencia de releerlos y repensarlos. El “homo sapiens” actual se autu-refleja muy bien en sus proyectos, conductas y apetencias más bien ciegas. Somos inteligentes para algunas cosas, pero también demasiado torpes para otras, y de esto último parece que somos poco conscientes. Al menos algunos llamados pro-hombres. De ahí lo peligroso de que algunos progresos científico-técnicos estén en sus manos. Dejados en manos de tales “sapiens” con poder, que no dudan y se auto-afirman sin límites, el planeta tierra puede volverse inhabitable…-¿Cuál es el problema o la causa de este “retraso mental” o de esta ceguera moral “inconsciente”? A mi juicio es el ego-deus, que anda tan desorientado que se consume a sí mismo levantando torres de barro…, en las que se instala como el “señor”, que pone y quita… El ego auto-endiosado puede considerarse dueño del planeta y decidir a su antojo, sin conciencia de que su trono es de barro, y de que la historia que escriba una sociedad más madura lo defina como un monstruo. La máxima contradicción e inmadurez y ceguera y patología se encuentra en el interior, emocional y cognitivo, de ese ego-deus, que no ve, pero dice que ve mejor que los otros… Ego-deus que es más cretino de lo que se podría imaginar, si recobrase algún momento de cordura y lucidez.
-¿Qué prever y esperar para el futuro? Que ese homo-deus vea o que otros más sabios le hagan ver y le ayuden a bajarse del burro de su estulticia.
-¿Qué concluir y esperar? Que cuando el Homo más sapiens entre en razón, sea capaz de aceptar que el progreso verdaderamente humano no es tecnológico sino el psico-ético. Un mundo con ética humana -no elitista- será capaz de hacerse mejor.
-¿Y la libertad? La libertad, si quiere llamarse tal, debe ser una libertad con ética. Y éste es uno de nuestros grandes problemas: El gran Poder no quiere libertad más que para sí, para engrandecer a ese homínido-deus. El Poder vive y se engrandece con servidumbres a su servicio… ¿Y la democracia? Qué razón tenía aquel sabio político que afirmó que la democracia es el menos malo de los regímenes políticos…
-Termino: el problema de fondo es que entre los llamados hombres-mujeres hay poco amor y sentido solidario. El individualismo, cuando se desmadra, desmantela… Por eso, la tierra es un campo de explotación y de luchas, que pueden acabar en exterminio. Y mientras no haya amor o un sentido solidario aceptable, el homo es un pobre homo. ¿Quién escuchará al gran sabio que dijo que el amor, el amor solidario, salva…? El amor o algo que se le parezca… o son el futuro de la tierra o la tierra tiene muy mal futuro.
Utilizo el Responder. Gracias
En primer lugar, gracias, Antonio, por ofrecernos este resumen de un libro y de un autor, al que hay que tener en cuenta y que nos ayudará a la hora de determinados análisis. Yo sólo he leído de este autor, su libro “SAPIENS”, hace varios años, y aún guardo el impacto que me produjo -no tanto la memoria de lo leído, ya que mi memoria anda a la baja-. Recomendado entonces por personalidades relevantes, desde Obama, Bill Gates, Julia Navarro, o Iñaki Gabilondo, entre otras. Seguramente volveré a leerlo de nuevo, porque más que un libro de Historia, es un libro sobre la historia del ser humano. Voy a hacer mi reflexión sobre lo que dice tu resumen o comentario al mismo, ya que, como acabo de decir, éste no lo he leído. Me recuerda otro libro no menos interesante al respecto, es el de Irene Vallejo, “El infinito en un junco”, que, aunque el tema va sobre los libros, dada la enorme cultura de la autora, lo hace intercalando o contextualizándolo con la historia de la Humanidad. Libros como estos, nos corrigen la miopía intelectual para conocer de dónde venimos y, si sabemos ¿?, hacia dónde nos encaminamos. ¿Mutación? ¿Evolución? ¿decisión humana? ¿Progreso?
Estamos viviendo un presente en el que, en determinados ámbitos , amplios y eficaces, llaman libertad a cualquier cosa: desde asociarla a poder tomar una cerveza en la terraza de un bar de Ayuso, a lo de “carajo, libertad” que dice Milei, o la reunión de ultras el otro día en Madrid para defender la libertad (Abascal), o lo que determinados influencers propagan en la redes y, alguno, como Alvise, hizo posible que llegase al Parlamento europeo como diputado, o los más de 70 millones de estadounidenses que votaron a Trump y así sucesivamente.
¡¡¡El presente!!! (con artículo, no confundir con “¡presente!”), No sé si se puede utilizar la expresión de que “ha habido tiempos peores”, muchas cosas, afortunadamente, han quedado en el pasado porque se superaron, otras no, más las nuevas. Quizá la diferencia consista en que lo que ocurre ahora es más peligroso a escala mundial. Por ejemplo, ya sabíamos del capitalismo, pero en este momento, el sigiloso poder de media docena de millonarios cargados de ignorancia (no de conocimientos, sino contrarios a la sabiduría), o el no menos sigiloso, pero eficaz, desarrollo económico de China, etc., a los que hay que añadir los mencionados por Harari en este libro. Ufff, la historia corre tan veloz…, que, sumando la dificultad de asimilar todo lo que acontece cada día, da miedo la capacidad técnica de divulgar masivamente la mezcla de fake news con hechos ciertos.
En fin, todo ello, nos pone en clave apocalíptica, aunque, como dice Harari al final, por lo que nos da a conocer Antonio, la esperanza es lo último que se pierde, con el reto de desarrollar la sabiduría de cada persona para saber discernir.
El otro día decía Elon Musk que determinados jueces iban a ser destituidos si criticaban las leyes de Trump, no fueran a creerse que esto es una democracia. Así están las cosas, las tenemos delante de los ojos, como dice Isidoro, nos las meten en nuestras casas a cascadas de “verlas y no verlas”, porque rápidamente, viene otra burrada mayor.
Ayer escuché en un telediario que la radiación nuclear producida en Chernovyl en 1986, no desaparecerá hasta dentro de veinte mil años. Con un par de sustos más como éste, las cosas pintan mal, porque hay descerebrados con acceso al botón rojo.
Repito, alimentemos activamente la esperanza, aunque sea solamente como utopía.
Creo que se está cogiendo el rábano por las hojas, lo cual significa que se está rehuyendo cada vez más de los diálogos confiados y tranquilos.
Soy consciente que muchas veces lo que expongo o expreso está tan carente de explicaciones que siempre espero algún momento que otro en que se me dé la oportunidad de explicarme. No me tienta la costumbre de explicar todo de una vez aquello que en principio meramente expongo porque a lo mejor haciéndolo no doy precisamente con lo que pueda interesar más o acertar con las dudas que haya suscitado. Por otro lado, no creo que la frase de Oscar – igual me equivoco – porque, ya se sabe, él es parco en palabras, pero quiero entender que por extensión la aplicación de tal frase le cae mejor al “hacer pastoril institucional” ….y sobre lo de seguir aprobando sin censura ¡por Dios! es lo que se debe esperar,¡faltaría más!
A estas alturas de la película, negar que o cambiamos radicalmente de actitud frente a la hipertrofia de la tecnología o nos extinguimos equivale a negar la existencia del sol en Sevilla en agosto a las 4 de la tarde.
Vengo diciendo (en vano, como las demás que plantean un mínimo de reflexión al respecto que hay ya mucha gente muy seria que viene apuntando en dicha dirección (Hawking, Heidegger, Bergoglio, Fromm, Pigem, Arregi, Boff, Illich, Hidalgo…).
La simpleza consiste en plantear que la tecnología en sí es neutra, que el problema consiste en el uso que se le dé. ¿Tan difícil es ver que el problema es la sobreexposición a ella por parte del individuo y la especie, y las repercusiones físicas, fisiológicas, psicológicas, emocionales, éticas y espirituales? ¿Y las sistémicas, geoestratégicas, sociales, económicas, ecológicas y sociológicas?
Cuando alguien (quien lo probó lo sabe) plantea al respecto algo de reflexión, o se le dice que exagera o se habla de otra cosa. Pero nunca, absolutamente nunca, se le responde con argumentos de peso. Por algo será.
En mi universidad ecuatoriana (para más inri de pedagogía), cuando yo hablaba de esto me miraban como a un bicho raro. Cuando me decían que yo satanizaba la tecnología yo les decía que proponer luchar contra la gula no es pretender imponer la desnutrición. Pero este fundamentalismo tecnolátrico de masas no da para mucho más.
Este problema no es peor que el del hambre, el cambio climático, la guerra o el machismo. Pero salvo una inmensa minoría, nadie se da cuenta. Como ayer con el ecologismo, como anteayer con el feminismo.
No oculto que esto me provoca un profundo, muy profundo dolor.
Buenas noches.
Aprovecho el responder. Gracias.
(Este comentario es un refrito del artículo de El Confidencial”, “Piensa como Sócrates, y huye de los gurús de la autoayuda“, de Noa de la Torre).
El filósofo y terapeuta escocés, Donald Robertson, ha escrito el libro, “Piensa como un filósofo griego”, en el que analiza los tiempos actuales, y cree que actualmente se da la misma situación que en tiempos de Sócrates y los sofistas y populistas y demagogos, cuyo pecado fundamental era que eran mucho menos sabios de lo que ellos creían. «Los sofistas serían hoy nuestros actuales influencers», (y periodistas y tertulianos añado yo).
«Es como si los sofistas hubieran invadido nuestras vidas. Antes había que ir a escucharlos a que nos lavaran el cerebro y nos manipularan, y ahora los tenemos metidos todo el día en el teléfono móvil, y en la TV, desde donde nos bombardean con la retórica -también la política- provocando ira y extremismo».
Los demagogos y populistas ya existían en la Atenas de Sócrates, con la que Robertson ve peligrosos paralelismos con nuestra situación actual. (No es casualidad: Es el estado mental natural que se produce por la desconexión con nuestra guía interior espiritual).
Y los demagogos atenienses se aliaron con los sofistas, que les enseñaron a perfeccionar el arte de la oratoria política… y la manipulación retórica.
«Decían a la gente lo que quería oír, apelando a sus prejuicios para conseguir su aprobación y ganar cualquier debate, lo cual es extremadamente peligroso», advierte Robertson.
En su libro, relata cómo «los demagogos no tardaron en darse cuenta de que las medidas populistas y la retórica emotiva se podían utilizar para manipular al pueblo, y hacer cambiar los votos en la Asamblea mediante el truco de utilizar las debilidades humanas como la codicia, el miedo y la ira”.
Y culmina: «Es obvio que hoy estamos viendo cómo nuestras democracias se ven sometidas al peso de la retórica política, que provoca ira y extremismo, y que ahora se ha visto enormemente amplificada por la tecnología».
Los males del ser humano radican en su excesiva confianza en sí mismos. Lo que nos engrandece, la autoconfianza, lleva dentro de sí, el veneno que nos destruye. Y eso se ha agudizado y alcanzado su cúlmen, con la Modernidad racionalista.
Hay que aprender a conocer que todos llevamos dentro, una guía de sabiduría, el “daimon”, que guiaba a Sócrates. Y que le enseñó una lección de oro: Cuestionarlo todo, incluso las propias convicciones.
“Las personas que tienen más resiliencia y bienestar emocional demuestran flexibilidad cognitiva, que es la capacidad de pensar de forma innovadora para ver excepciones a las reglas y analizar la realidad desde diferentes perspecti-vas».
Sócrates, decía que confiar en la guía moral o psicológica de otra persona es como confiar en sus indicaciones para atravesar un bosque: solo sirve hasta que vuelvas a perderte.
A la larga, te iría mucho mejor si aprendieras a utilizar un mapa y una brújula”.
Hemos iniciado el camino de la sabiduría, pero, sin guía y sin brújula, y hemos equivocado el camino.
La brújula ya la tenemos, si la sabemos reconocer, y el mapa, nos lo debemos ir creando poquito a poquito, tesela a tesela, del enorme puzzle o mosaico, (“obra relativa a las Musas”), de nuestro conocimiento personal y subjetivo de la Realidad.
La sabiduría consiste en ir adquiriendo conocimiento, y luego ir sometiendo dicho conocimiento al dictamen de nuestro daimon o guía, y solo quedarse con lo que “le guste”.
Para ello debemos poner una confianza extrema en nuestra guía, como un ciego con su perro lazarillo.
“Sócrates, probablemente nos invitaría a desconfiar al máximo. Incluso de nuestros propios prejuicios. O sobre todo de ellos”.
Hola Nacho!
Te leo: “La tecnología en sí es neutra”
La TECNOLOGÍA la fueron y vamos haciendo los humanos.
¿Conoces a algún Humano que sea NEUTRO?
Hasta la misma NEUTRALIDAD es un invento humano
¡Gracias!
Antonio. Te prometo que te entiendo. Pero eso no quiere decir que comparta todo lo que aquí leo. Lo que no sé es hasta qué punto tú entiendes a los demás. Me refiero obviamente a los que no opinan cómo tú. Creo que está muy claro lo que digo. Por favor. No mezclen. No juzguen . Los demás, no sé.
No me desdigo de nada de lo que he dicho. Y quién se haya molestado, también me he molestado muchas veces. Porque pertenezco a ese grupo de personas que no tiene FE …en lo mismo que vosotros. Creo en otras cosas y muy importantes. Creo en el SER HUMANO. Sorry. Y recuerdo que el Apocalipsis de Juan es un canto de ESPERANZA, porque una vez que se desaten todos los males, vencerá el BIEN. Y mi trabajo me costó entenderlo. Así que con todos mis respetos a este escritor que sabe mucho sobre el futuro. Discrepo. La Humanidad se ha enfrentado a muchas encrucijadas, y ahí está la Historia. Otra cosa es que mi persona lo llegue a ver. Pero no soy el centro del universo. Seguirá sin mí. Y, perdona que insista, pero si alguien cree que para alguien de los que aquí escriben la dimensión espiritual no tiene importancia, se equivoca. Totalmente. Precisamente el interés que en mí despierta todo esto es porque sé de la importancia de la dimensión espiritual y religiosa. Lo sé. No lo creo. Lo sé. Haces muy bien en publicar sin censura, te arriesgas entonces a que haya comentarios que no te gusten . Pero ten muy claro que aquí, cuando los escribidores escriben, no es exactamente del texto del artículo, ni del autor. No. Y eso es algo que todo el mundo sabe. ‘ Los de Atrio son así…’Y hasta aquí. Ya está bien. He cumplido y con creces. Y eso quería decir. Punto.
USO – Gracias
“Cuando todo hacía pensar que EE.UU. tenía la delantera, muy por delante de China en el terreno de la Inteligencia Artificial (IA), apareció DeepSeek y provocó un terremoto. los valores de las acciones de los grandes empresas gringas en la bolsa cayeron de una forma que produjo pánico en muchos.
El lunes 20 de enero Trump anunció, con bombos y platillos su proyecto estrella: «Stargate«. Una inversión de US$ 500.000.000.000. Por si no puede leer ese número, se lo escribimos: ¡Quinientos mil millones de dólares!
Pasados apenas unos días de ese lanzamiento de Trump, un sistema de IA de fabricación china aparece en el mercado y provoca una avalancha de millones de descargas, pues es de código abierto y gratis. Mientras los grande de la IT gringa gastan miles de millones en desarrollos, DeepSeek habría sido desarrollado con menos de 10 millones de dólares”
Hola!
Emocionado hasta las lágrimas del corazón
no puedo dejar de leer una y otra vez:
“nada pueden hacer porque “Donde manda Capitán no manda Marinero”. Pero sigo aprobando sin censura sus comentarios.”
¡Gracias, mil gracias: Mi Capitán!