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¿Dios, por qué te callas?

El silencio de Dios y la muerte de los inocentes

Vivimos globalmente en un mundo trágico, lleno de inseguridades, de amenazas y de preguntas para las cuales no tenemos respuestas que nos satisfagan. Nadie puede decirnos hacia dónde estamos yendo: ¿hacia la prolongación del modo actual de habitar la Tierra, devastándola en nombre de un mayor enriquecimiento de pocos? ¿O cambiaremos de rumbo?

En el primer caso, seguramente la Tierra no aguantará la voracidad de los consumistas (ya ahora necesitamos Tierra y media para atender el actual nivel de consumo de los países ricos) y tendremos que hacer frente a crisis y más crisis, como el Coronavirus y el calentamiento global, imparable ya (lanzamos a la atmósfera 40 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año). Es posible que no tengamos más vuelta atrás e iremos al encuentro de lo peor.

O, forzados por la situación, recuperaremos la razón sensible y sensata, pues ahora está enloquecida, definiremos un nuevo rumbo más amigable para con la naturaleza y la Tierra, más justo y participativo para todos los humanos. Trabajaremos a partir del territorio, diseñado por la naturaleza, pues ahí puede ser sostenible y crear una verdadera participación de todos. Entonces empezará un nuevo tipo de historia con un futuro para el sistema-vida y el sistema-Tierra.

¿Tendremos tiempo, valor y sabiduría para esta conversión ecológica? El ser humano es flexible, ha cambiado mucho y se ha adaptado a distintos climas. Además la historia no es lineal. De repente surge lo inesperado y lo impensable (un salto hacia arriba en nuestra conciencia) que inaugurarían un nuevo rumbo para la historia.

Mientras esperamos, sufrimos por los males que están ocurriendo en la Tierra: hay 17 lugares en guerra. El Papa Francisco ha dicho muchas veces que estamos ya en una tercera guerra mundial por partes. No es imposible que irrumpa un conflicto nuclear total y lleve a la pérdida de toda la humanidad.

En este contexto nos ponemos en el lugar de Job y clamamos a Dios en medio de tantas muertes de inocentes, de genocidios y de guerras altamente letales.

“Dios, ¿dónde estabas en aquellos momentos aterradores en que la furia genocida de Netanyahu mató a 13 mil niños inocentes y a más de 80 mil personas y madres en la Franja de Gaza? ¿Por qué no interviniste, si podías hacerlo? Más de 500 mil casas, hospitales, escuelas, universidades, mezquitas e iglesias fueron arrasadas. ¿Por qué no detuviste ese brazo asesino? Tu querido hijo Jesús sació a cerca de cinco mil pesonas con hambre. ¿Por qué permites que cientos y cientos de personas mueran de sed y de hambre?

¿Dónde está tu piedad? ¿Estas víctimas no son también tus hijas e hijos especialmente queridos porque representan a tu Hijo crucificado?”

 

Recuerdo con dolor las palabras del Papa Benedicto XVI cuando visitó el campo de exterminio de judios en Auschwitz-Birkenau:

Cuántas preguntas surgen en este lugar. ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué guardó silencio? ¿Cómo puede tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?

Job tenía razón al reconocer que “Dios es demasiado grande para que podamos conocerlo” (Job 36,26). Él puede ser y hacer aquello que no entendemos, pues somos limitados. No obstante tercamente Job profesa su fe, diciendo a Dios. “Aunque me mates, aún así creo en ti” (Job 15,13). Es inovidable el testimonio de un judío antes de ser exterminado en el Gueto de Varsovia en 1943. Dejó escrito en un papelito que puso dentro de una botella: “Creo en el Dios de Israel, aunque haya hecho todo para que no crea en Él. Escondió su rostro… Si un día alguien encuentra este papelito y lo lee tal vez va a entender el sentimiento de un judío que murió abandonado por Dios, ese Dios en quien sigo creyendo firmemente”.

No pretendemos ser jueces de Dios. Pero podemos hacer como el Hijo del Hombre en el Monte de los Olivos y en lo alto de la cruz. Jesús, casi desesperado, clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Marcos 15,34)

 

Nuestros lamentos no son blasfemias, sino un grito doloroso e insistente a Dios: “¡Despierta! No toleres más el sufrimiento, la desesperación y el genocidio de inocentes. Despierta, ven a liberar a aquellos que creaste en amor. Despierta y ven, Señor, para salvarlos”.

En medio de esta profunda tristeza, nuesta esperanza prevalece, porque por la resurrección de un hermano nuestro, Jesús de Nazaret, se anticipó nuestro fin bueno. Eso es lo que nos da sentido y no nos permite desesperar ante la dramática situación de la humanidad y de la Tierra.

 

*Leonardo Boff ha escrito Pasión de Cristo-pasión del mundo, Vozes 2012, Sal Terrae en español.

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

17 comentarios

  • Juan A. Vinagre

    L. Boff en su artículo vuelve a plantear la cuestión -el gran tema- que se repite en la historia desde siempre, o al menos desde hace milenios: el MAL y el SILENCIO de Dios.

    -Nuestro YO personal, que se autoafirma, consciente e inteligente, utiliza la razón humana en busca de sentido, de un sentido satisfactorio y coherente. Ésta es la gran gesta de la humanidad, la más grandiosa proeza, que inevitablemente conlleva frustración, pues fácilmente perdemos el horizonte y nos encontramos con el MISTERIO. En este caso lo más fácil es reducir el sentido que buscamos al “aquí y ahora” y saber usufructuarlo, o también cabe instalarnos en el sinsentido, aunque barra de la faz de la mente y entierre nuestras aspiraciones más profundas, que pueden ser más que un sueño imaginario. 

    -Pues bien, ese misterio con fundamento real sugiere explorarlo a través de la ciencia o, si el misterio persiste, mediante intuiciones… o mediante el don de vivencias que van más allá de la mera razón. No contra la razón. Vivencias que para quienes las han experienciado son innegables y más claras que la luz del mediodía.

    -El Universo no es solo un misterio. Einstein decía que es un milagro…  Tal como está concebido no es el resultado de un mero azar.   Y Schröedinger no tenía inconveniente en admitir que la física cuántica estaba abierta a la posibilidad de otra dimensión…-El mal y el silencio de Dios lo pueden explicar -en cuanto nos es posible explicarlo- el AMOR que  decide servirse de la materia -inevitablemente frágil y fallona- para de ella, de lo más frágil, sacar seres humanos hechos -en el fondo- a su “imagen y semejanza”. Él es capaz de reciclar el mal…    

    -¿Y el SILENCIO?  Éste no lo sé explicar, aunque se puede comprender o intuir algo…  Dios no calla, se manifiesta, habla en el corazón de quien pide humilde y escucha. El amor se hace sentir de varias maneras. Una puede ser la fortaleza de quien sufre la ausencia de Dios, y sin embargo cree y espera. ¿En este caso, por qué, pese a todo, sigue esperando? Hay “esperas y esperanzas” en las que Alguien está presente y las mantiene. (Ésta es mi convicción)

    -Pienso que esto que digo puede dar la impresión de que levito…, pero es mi Apuesta -creo que razonable- ante el Misterio. La fe no es una apuesta irracional, absurda.

  • carmen

    Pues , gracias a Dios, saqué a Dios del Mal hace muchos años.Y lo de la infinita providencia…en fin.Que cada cual piense y sienta como desee o como pueda.Y, sí…   la iglesia católica y similares vuelven a empezar a estar en alza. De acuerdo con los tiempos que corren.

    Hay que volver al orden y a la moral y al concierto, eso dicen.Y tendremos a alguien otra vez que nos diga cómo tenemos que pensar, que sentir, que actuar…Pero …ese ciclo que ha vuelto a empezar, pasará y se recobrará muchas cosas que se van a perder. Eso sí. No sabemos los muertos que costará.

    No creo que lo viva. Ventajas de ser mayor.Y, es que, cuando se dejan pasar oportunidades por puro miedo, pues la oportunidad pasa y no sabemos cuándo volverá la siguiente. Lo llaman el silencio cómplice. Detesto con todas mis fuerzas El Silencio. Ya lo saben.Pues eso.

  • Santiago

    El silencio de Dios NO es como el nuestro. Nosotros callamos por ignorancia, por malicia, por astucia, por prudencia, por obligación, por debilidad, por indiferencia etc Pero Dios no posee nuestra propia naturaleza, ni nuestras motivaciones y carencias, y por tanto, Su visión es diferente… porque ésta es trascendente, infinita, y eterna. Nosotros  sólo vemos y juzgamos desde la perspectiva de unos cuantos años de vida pero Dios tiene ante sí el panorama completo de todos los siglos. Nosotros sólo  vemos las “próximas causas” pero Dios mira todo desde Su eternidad inmanente y llega hasta “las últimas causas y efectos” y por eso: “Mis caminos no son vuestros caminos” (Isaías 55:8)

    No podemos considerar a Dios antropomórficamente, no podemos juzgarle, exigiéndole Su inmediata atención y respuesta.  El no tuvo necesidad de traernos a la existencia ni de ajustarse a nuestros planes y caprichos. Tampoco a darnos explicaciones de todo.

    Pero El nos ha hablado a través de los siglos “de muy diversas maneras, y en los  últimos tiempos nos habló por medio del Hijo” que abrazó voluntariamente el sufrimiento de la Cruz transformándolo en el medio de salvación para el mundo. Y nos enseñó cómo cargar nuestra propia cruz.Un mundo para venir a sufrir, no tiene sentido. Es absurdo, como decía Sartre. No existe respuesta humana al sufrimiento en sí. Estamos pues ante el misterio de la Trascendencia  esperanzadora.Un saludo cordialSantiago Hernández 

  • Antonio Llaguno

    Dios no calla.  Está esperando que hables tú en su nombre.

  • Javiierpelaez

    Recuerdo el comentario del libro de Job de Gustavo Gutiérrez Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Impresionante. En el libro son mucho más importantes que esa sensación de abandono de Dios,los personajes que rodean a Job y se inventan toda clase de justificaciones para justificar el destino de Job. Porque el ser humano si es algo es el animal que inventó la excusa . Nos inventamos toda clase de cosas para justificar lo injustificable. Nos inventamos para justificar la pobreza que los pobres son vagos. En versión moderna: individuos que no han rascado bola en su vida están todo el día hablando de “paguitas”. Esto es un clásico cuando se propone una ayuda social xq el mercado no da tbjo,ni pan,ni vivienda a todos,ya salen los que dicen que eso es fomentar vagos. Los que lo suelen decir son gente que no sabe lo que es trabajar o que obtienen unos beneficios de determinadas actividades que yo no calificaría de trabajo.

    Por tanto,ante atropello que observamos,convendría atacar a los que se inventan.justificaciones para justificar lo que no tiene un pase. En tiempos de Job utilizaban argumentos religiosos contra él,hoy se inventan argumentos supuestamente racionales.A nível teórico muchísimos y a nível personal nos inventamos miles de cosas para justificar que las cosas sigan como están. Yo el primero. Porque el que esté libre de este pecado(procastinar en lo que es justo y necesario) que tire la primera piedra. 

  • oscar varela

    ¿Dios, por qué te callas?

  • ana rodrigo

    Hablamos de Dios como si supiésemos algo de él. En Nicea, año 325 un grupo de hombres  fundamentó el cristianismo en el Credo del mismo nombre, completado por el concilio de Constantinopla unos años después, dogmatizando que dios era omnipotente y todopoderoso. (Creo que hasta anduvo por allí el mismo emperador Constantino, no estoy segura) pero seguro que sí anduvo muy cerca el judaísmo bíblico. 

    Bueno, pues en el momento actual, Martínez Lozano, acudiendo y argumentando desde la neurociencia actual, dice: “parece claro que, una vez la persona se ha adherido a una fe o creencia, la mente trata de encontrar la explicación que resulte más coherente y abarcadora. Todo puede ser explicado desde la nueva posición”. “Según el campo de la neurociencia, al cerebro no le interesa tanto tanto la verdad como la coherencia.” 

    Mientras sigamos pensando en el Dios todopoderoso, al mismo tiempo, que en el Dios misericordioso, la máxima hipérbole -valga la redundancia-de la contradicción mental, seguiremos preguntándole a Dios, en vez de preguntarnos a nosotros mismos.

    • ana rodrigo

      Literalmente lo que dice Martínez Lozano en “F Adulta” es “Según investigaciones recientes en el campo de las neurociencias, lo que realmente le interesa al cerebro no es la verdad, sino la coherencia: que todo lo planteado resulte un conjunto que aparezca como coherente”

  • carmen

    Pobre Dios.Me lo imagino tan solico, tan incomprendido por una especie que ha surgido, dios sabe cómo, con capacidad para pensar, reflexionar o como le quieran llamar…

    Si se alegró cuando vio que surgía esta especie nuestra, pensaría, mira…algo que parece que me puede hacer compañía…No se imaginaba la criatura lo que le esperaba. Se le hace responsable de todo, de una cosa  y su contraria.

    Pero si no sé ni hablar el lenguaje de estos seres, cómo me dicen que me callo? Pensará. A lo mejor no les gusta esto del universo, pero es que no lo he construido yo, a mí sí me gusta. Voy por aquí y por allá…lo encuentro precioso. Me piden que les libre de todo mal, como si pudiese intervenir en sus decisiones… Y cada uno de estos seres pide una cosa diferente.

    Realmente no los entiendo.Si mi persona creyese que existe un Dios personal , tal y como me han contado, creo que así lo vería. Pero no soy teísta, ni panteísta, ni nada de nada. Si ni tan siquiera lo que pueda o no pueda ser eso que llamamos Dios… Lo que sí sé es que no le hago responsable de nada que sea responsabilidad nuestra

    .Y doy gracias a la vida por haberme permitido vivir.En fin.

  • Isidoro García

          De nuevo damos vueltas en la noria, sobre la Teodicea, o el problema del mal y el Dios teísta.

    • Isidoro García

      Las cosmovisiones personales de cada uno, son “sistemas de ideas”, con todos sus elementos, (ideas = conocimientos + creencias), y sus respectivas interrelaciones lógicas entre ellas.

      Y esos sistemas contiene muchos errores, tanto en ideas como en sus mutuas relaciones, con lo que navegamos por la vida con un sistema de ideas, incoherente, corrupto y lleno de contradicciones internas.

      Y de ahí vienen todos nuestros contínuos dilemas que no sabemos resolver, que nos paralizan y nos conducen al dolor, la ineficacia, y la queja contínua por nuestra miseria intelectual.

      Aquí la I. A., jugará un papel trascendental, en el futuro próximo, llevando a la realidad, el viejo sueño de Ramón Llull, de construir un sistema cognitivo y de creencias, (su “máquina de pensar”, de la que tuvo la revelación de su correspondiente imagen primordial sabia, en el Puig de Randa): un sistema de ruedas de ideas, con todas sus interrelaciones lógicas mutuas, de tal manera que se pudieran obtener los cambios concretos necesarios, para hacer eficaz  dicho sistema.

      Y este tema se relaciona directamente con las miserias intelectuales del teísmo, que pertenece a la tierna infancia de la humanidad, (la conciencia mitológica), y que en nuestros actuales tiempos, ya adolescentes, (conciencia racional), es claramente una idea obsoleta).

      Y que claramente nos impide avanzar hacia sistemas de ideas mas avanzados, como la conciencia integral y más allá.

      Señala Jean Gebser, como las diferentes etapas de evolución de las conciencias personales, con el cambio de circunstancias ambientes, y la aparición de nuevas ideas mejores, entran en obsolescencia, por falta de eficacia para resolver los problemas de la gente.

      Somos tan infantiles y elementales, que pensamos que para que Dios “haga” alguna cosa, la tiene que hacer personalmente de su puño y letra. Es como pensar que  cuano saca uno dinero de un cajero del Banco Santander, está la Sra. Botin en persona, contando y colocando los billetes.

      Si nosotros que somos muy limitaditos, ya hemos inventado y usamos, máquinas automáticas, robots, contestadores automáticos, y últimamente asistentes inteligentes, ¿cómo podemos seguir penando que a Dios no se le ha ocurrido lo mismo y mejor, mucho antes?. Pues eso es el teísmo.

      Y luego, a quejarnos  al mismo Dios, por nuestra simpleza, de no funcionar como nuestra corta mente, le achaca.

      Dejemos a Dios, en su compleja dirección, (o mejor, autodirección), del Universo, y empecemos a pensar de una vez.

  • oscar varela

    LA TRICIÓN DE DIOS(si Ud. Quiere puede seguir dándole vueltas)

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