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Buscando la Felicidad

Reflexionando sobre la felicidad, hace dos mil años que Lucio Anneo Séneca escribió: “Todos quieren vivir felizmente, hermano, pero al considerar qué es lo que produce una vida feliz caminan sin rumbo claro. Pues no es fácil conseguir la vida feliz, ya que uno se distancia tanto más de ella cuanto más empeñadamente avanza, si es que se da el caso de haber equivocado el camino”. Pero  al capitalismo le parece que eso está muy anticuado, asegura que sí hay un rumbo claro: la riqueza y ¡el consumo! y cuanto más mejor. Ese es el camino que nos lleva a la felicidad.

¿Lleva el consumo a la felicidad? Una persona es realmente feliz cuando se encuentra a gusto tal como está, con lo que tiene, no aspira a cambiar su vida en ningún aspecto. Consume sólo lo que necesita para mantenerse en ese estado. Vamos, una ruina para una economía basada precisamente en el consumo, que necesita fomentar la insatisfacción con lo que tenemos para que consumamos más y más. Lo que vemos es que una sociedad consumista es una sociedad insatisfecha porque siempre aspira a  algo más. Y si alguien en un momento dado se encuentra suficientemente satisfecho, la publicidad se lanza sobre él, ponderando todas las maravillas que podría tener y todavía no tiene. El capitalismo no nos quiere satisfechos.

El camino del consumo es un camino equivocado y, como nos dice Séneca, cuanto más empeñadamente avanzamos por él, más nos alejamos de una vida feliz. Hace un siglo Keynes y Russell preveían para nuestros tiempos un porvenir luminoso: “la humanidad habrá resuelto ya su problema económico”; el problema de cómo “administrar recursos escasos”, sencillamente porque ya no serán escasos. Pero ese porvenir no ha llegado. lo que nos encontramos es una sociedad insatisfecha. Aunque la productividad ha aumentado más de lo que se podía imaginar, los recursos, para una gran parte de la humanidad, no sólo son escasos, sino claramente insuficientes, y  cientos de millones llegan a padecer hambre. Naturalmente así no se puede ser feliz, y aun a los que disponen de recursos más que suficientes, es la cultura del consumo insaciable la que no les deja disfrutar tranquilamente de esos recursos.

Por otra parte, el principio de hay que competir incansablemente también promueve sociedades tensionadas, en las que aumenta el consumo de ansiolíticos y tranquilizantes. El tráfico de droga parece un negocio imposible de erradicar, porque siempre hay gente dispuesta a colaborar con ese tráfico por una paga sustanciosa, y, sobre todo, hay infinidad de clientes ansiosos del paraíso artificial que produce la droga.

Está claro que necesitamos buscar otro camino a la felicidad, y hoy tenemos nuevas herramientas que nos orientan en nuestra búsqueda. A finales del siglo XX nace la “Psicología Positiva”, la cual pretende centrarse en el estudio de los factores que pueden favorecer el bienestar y la felicidad. La psicología clásica atendía a la gente que presentaba una cierta anormalidad mental, los “normales” que se las arreglen como puedan. La Psicología Positiva se plantea cómo esos “normales” pueden llevar una vida más plena y feliz. Pues esta psicología considera que un elemento muy importante para conseguir esa vida feliz consiste en poner tus virtudes y talentos al servicio de alguna causa que sientas como más grande que tú mismo.

 

 

 

 

 

 

15 comentarios

  • oscar varela

    FELICIDAD

    • oscar varela

      FELICIDAD
       
      1- La vida que nos es dada tiene sus minutos contados y, además,
      – nos es dada “vacía”.
      – tenemos que ocuparla por nuestra cuenta -de este o del otro modo.
      – Por ello la sustancia de cada vida reside en sus “ocupaciones”.
       
      2- El hombre es un animal que perdió el sistema de sus instintos;
      – conserva de ellos solo residuos y muñones
      – incapaces de imponerle un plan de com­portamiento.
      – Al encontrarse existiendo se encuentra ante un pavo­roso vacío.
      – No sabe qué hacer;
      – tiene él mismo que inventarse sus quehaceres u ocupaciones.
       
      3- Existir se convierte para el hombre en una faena poética,
      – de dramaturgo o novelista: inventar a su exis­tencia un argumento,
      – darle una figura que la haga, en alguna ma­nera, sugestiva y apetecible.
       
      4- Cuando alguien nos dice que «está muy ocupado»,
      – suele darnos a entender que tiene en suspenso su verdadera vida,
      – como si realidades extran­jeras la hubiesen invadido y la hubiesen desalojado.
      – Hasta tal punto es así, que quien trabaja lo hace con la esperanza,
      – de ganar con ello un día la liberación de su vida,
      – de poder en su hora dejar de trabajar y…
      comenzar de verdad a vivir.
       
      5- Sumergido penosamente en sus trabajos u ocupaciones forzosas,
      – el hombre proyecta con su fantasía, a ul­tranza de ellos, otra figura de vida
      – consistente en ocupaciones muy distintas,
      – en cuya ejecución no le parecería perder su tiempo, sino, al revés,
      – ganarlo, llenándolo satisfactoria y debidamente.
       
      – Frente a la vida que se aniquila y malogra a sí misma —la vida como trabajo
      – erige el programa de una vida que se logra a sí misma—la vida como delicia y felicidad.
       
      6- FELICIDAD ES LA VIDA DEDICADA A OCUPACIONES
      – PARA LAS CUALES CADA HOMBRE TIENE SINGULAR VOCACIÓN.
       
      (la consagración del trabajo -gran tema característicos del Renacimiento-,
      – en que coinciden hasta los mayores antagonistas; Ignacio de Loyola y Lutero)
      – El trabajo ha sido la virtud «moderna» por excelencia, la virtud de la burguesía.
       
      7- Ejercitamos las “actividades trabajosas”, no por estimación alguna de ellas,
      – sino por el resultado que tras sí dejan,
      – pero nos entregamos a “ocupaciones vocacionales
      – por complacencia en ellas mismas, sin importarnos su ulterior rendi­miento.
      – Por eso deseamos que no concluyan nunca. Quisiéramos perennizarlas, eternizarlas.
      – Y, en verdad, que absortos en una ocu­pación feliz sentimos un regusto,
      – como estelar, de eternidad.
      ………………………
       
      [He ahí a los humanos colocados frente a dos repertorios opues­tos de ocupaciones: las trabajosas y las felicitarías. Es conmovedor y de gran melancolía ver cómo en cada individuo combaten ambos. Los trabajos nos quitan el tiempo para ser felices, y las delicias mor­disquean cuanto pueden el tiempo reclamado por el trabajo. Tan pronto como el hombre descubre un resquicio o rendija en la ma­raña de sus trabajos escapa por ellos al ejercicio de actividades ven­turosas].
      ………………………
       
      [¿Qué figura de existencia venturosa ha procurado hacer el hombre en cuanto las circunstancias se lo permitían? ¿Cuáles han sido las formas de la vida feliz?
      Aun suponiendo que estas hayan sido muchas, innumerables,
      ¿no ha habido algunas, con cla­ridad, predominantes?
      La cosa tiene la mayor importancia, porque en las ocupaciones felicitarías se revela la vocación del hom­bre.
      Sin embargo, advertimos con sorpresa y escándalo que este tema no ha sido nunca investigado. Aunque parezca mentira, falta por completo una historia de la imagen que los hombres se han forjado de la felicidad].
      ………………………
       
      [Si dejamos aparte las vocaciones excepcionales, nos encontramos con el hecho estupefaciente de que, mientras las ocupaciones forzo­sas han sufrido los más radicales cambios, el programa de la vida feliz apenas ha variado a lo largo de la evolución humana.
      Siempre y dondequiera, tan pronto como los hombres gozaban de un respiro en sus trabajos acudían presurosos, ilusionados y enar­decidos a ejecutar un mismo y reducido repertorio de actividades felicitarías].
      ………………………
       
      8- La cosa es extrañísima; pero, en lo esencial, me parece incuestionable.
      – Para convencerse de ello basta con proceder un poco metódicamente y empezar por acotar la información.
      – ¿Qué clase de hombres ha sido la menos oprimida por los trabajos y que más fácilmente ha podido vacar a ser feliz? Evidentemente, la aris­tocrática.
       
      – Sin duda los aristócratas tenían también sus trabajos, con frecuencia los más duros de todos: guerra, responsabilidades de go­bierno, cuidado de sus propias riquezas.
      (Solo las aristocracias dege­neradas han dejado de trabajar)
       
      9- Ese hombre máximamente liberado ha hecho siempre lo mismo:
      1)  correr con caballos o emularse en EJERCICIOS CORPORALES,
      2) concurrir a FIESTAS; cuyo centro suele ser
      3) LA DANZA, y CONVERSAR.
      – Mas antes que todo esto, por encima y con constancia aún mayor…
      4) CAZAR.
       
      10- Eso es lo que preferentemente han hecho reyes y nobles.
      – Pero acontece que lo mismo han hecho o deseado hacer las demás clases sociales.
      – Casi, casi podían comprimirse las ocupaciones felices del hombre normal
      – en las cuatro categorías: CAZA, DANZA, CARRERA Y TERTULIA.
       
      11- Las ocupaciones felices, conste, no son meramente placeres; son esfuerzos,
      – y esfuerzo son los verdaderos DEPORTES.
      – No cabe, pues, distinguir el trabajo del deporte
      – por un más o menos de fatigas. La diferencia está en que
      – el DEPORTE es un esfuerzo hecho libérrimamente, por pura complacencia en él,
      – mientras el TRABAJO es un esfuerzo hecho a la fuerza en vista de su rendimiento.
      ………………………
      (CAZA Y FELICIDAD en “A veinte años de caza mayor” del Conde de Yebes” – José Ortega y Gasset =CT6,419-490)

  • oscar varela

    ¿La felicidad? Cuando nada en vos bosteza.

  • ana rodrigo

    Si la felicidad fuese una fórmula matemática, cualquiera tendría acceso a ella y, si le apetece, optar por ella, y ya tendría resuelta su vida. Sospecho que la cuestión no es tan simple y las fórmulas no suelen ser un bloque de circunstancias que se puede aplicar a cada persona. Hay personas que consumen más de lo que necesitan para vivir y son felices, y las hay que en las mismas circunstancias, que no lo son, la pertenencia a una religión no produce felicidad a todo el mundo y de la misma manera, etc.   

    Sí se sabe lo que no hace felices a las personas, exceptuando alguna patología como es el masoquismo más frecuente de lo que sospechamos: pienso que no produce felicidad la falta de salud propia y/o de sus seres queridos, la falta del sustento, la falta de techo, las guerras, la falta de cariño hacia un@ mism@ y hacia l@s demás, el no tener un trabajo retribuido, el maltrato, la mala convivencia, la marginación social, las enfermedades mentales, y otras muchas cosas más. Hay cuestiones que entran dentro de lo personal y lo subjetivo. Eso sí, por instinto, cada cual, en cada situación, lucha por salir adelante, menos quienes se suicidan , que son más que los que se dan a conocer. 

    Os deseo que seáis felices si el “destino”  o “la suerte” os lo permite. Siempre hay imponderables que no están a nuestro alcance.

    • ana rodrigo

      Ayer hice mi comentario reflexionando sobre la felicidad, basándome en el título del artículo, teniendo en cuenta también aquello que no está en nuestras manos para conseguir ciertos objetivos, como es, por ejemplo, la salud.

      Dejé para hoy tocar el tema de fondo que lleva la reflexión de Zugasti al desarrollar en todo su escrito la asociación del consumo con la infelicidad, lo que reduce la felicidad a cada individuo, como no puede ser de otra manera, puesto que la felicidad, aparte de ser un concepto poco delimitado en algunos aspectos, sí es individual.

       

      Yo, ayer mencionaba algunos de los obstáculos que impiden la felicidad individual y que, al convertirse numéricamente en multitudes ingentes de pobres en el mundo, es lo que nos lleva a que el causante de dicha infelicidad, no sea individual, sino que está en el entorno socio-económico en el que se viva.

      Y sí, me estoy refiriendo al capitalismo como sistema único, y sin rival, a la hora de administrar equitativamente los bienes que hay en la naturaleza o los que se producen en una sociedad concreta. El no tener techo donde cobijarse, el carecer de alimentos para el sustento, la ausencia y/o la precariedad del trabajo, el acceso a la cultura o a la sanidad universal, las causas de las migraciones y maldecir a las personas migrantes con una ultra derecha boyante a nivel mundial, pienso que es aquí donde hay que profundizar, más que en la filosofía de la felicidad como concepto.

      Nunca en la historia de la Humanidad ha habido tantos y más que suficientes recursos como para que no hubiese ni un sólo ser humano que pase por la indignidad de la pobreza. Solamente tenemos que mirar a las ingentes cantidades que se dedican a fabricar armamento para guerras miserables -todas lo son-, sólo hay que reparar en los sueldos multimillonarios de los presidentes de la banca y de las grandes empresas, sólo hay que mirar el capital que poseen los dueños  las redes sociales en internet, sólo hay que mirar -siempre que nos dejen ver- los capitales inmensos en paraísos fiscales, sólo hay que conocer que el capital está en poquísimas manos, mientras los recursos tienen un origen tan inmoral como, la explotación de la mano de obra o la expropiación de materias primas de tantos países a los que, encima, se les denomina subdesarrollados, o hipócritamente “en vías de desarrollo”. Esta mañana escuché en la SER unos datos sobre el poder no adquisitivo que supone para que alguien pueda acceder a una vivienda, al mismo tiempo que los millonarios compran edificios enteros para explotarlos económicamente y de forma inmisericorde contra quienes no pueden acceder a una vivienda. Desahucios de personas mayores, jóvenes que no pueden emanciparse, atarse de por vida a una hipoteca especuladora por parte del capital, y así sucesivamente

      Sí, es el CAPITALISMO, el que organiza su avaricia sin límites saciándose y apoyándose en la INJUSTICIA a nivel local y mundial. Es el SISTEMA, señores, es el SISTEMA. Somos marionetas en sus manos

  • Isidoro García

    Para mí, la felicidad es sinónimo de “alegría de vivir”. ¡Pero cuánto nos cuesta engancharnos a esa alegría, y más aún a los viejos y enfermos!.

    • Isidoro García

      Porque no es algo que se consiga con fuerza de voluntad. Esa es una más de las falacias de la modernidad racionalista voluntarista.

      La felicidad es algo que se siente o no se siente, y es como el agua, que no se puede fabricar, solo podemos detectar donde existe una fuente, y cavilar la forma mejor de beber de ella.

      La felicidad = Alegría de vivir, es un amor por la vida, y eso nos hace creativos, porque como dijo Osho: “Ser creativo significa estar enamorado de la vida. Sólo uno puede ser creativo si ama la vida lo suficiente para querer realzar su belleza, aportarle un poco más de música, un poco más de poesía, un poco más de baile”. 

      Y todo esto no se consigue, no haciendo ciertas cosas, sino en positivo, haciendo lo que hay que hacer para ser feliz.

      Es como la salud, que no solo se consigue no fumando, no bebiendo, no drogándose, etc. sino que se consigue teniendo hábitos saludables.

      Y el único hábito que se precisa para ser auténticamente feliz, es dejándose guiar por la guía del espíritu personal, y así armonizarnos con el Universo y sus leyes.

      Y es el premio del Universo, por nuestro seguimiento de sus leyes, no solo las físicas y biológicas, sino sobre todo las leyes superiores de la inteligencia. Porque como decía Teilhard: “La alegría de vivir es el más grande poder cósmico”.

      Esta alegría de vivir, es la clase mas elevada de felicidad: la dicha existencial, que es la felicidad para negra.

      Porque la alegría de vivir, es la situación opuesta al vacío existencial. Y por eso va unida también al conocimiento. Decía Viktor Frankl, que “una visión reduccionista del hombre y del cosmos, refuerza el vacío existencial. La interpretación reduccionista de los valores, acaba por minar y erosionar el entusiasmo de vivir”.

      Es ese vacío existencial que nos rodea en el mundo actual y el de siempre, el que nos genera infelicidad, que tratamos inútilmente de rellenar con placebos e ídolos, que no lo consiguen y no nos quitan la sed y la angustia.

      Como todas las actividades compulsivas y negativas para nuestra felicidad. Es lo que decía Jesús, del agua que no apagaba la sed. Él conocía la fuente del agua que apagaba la sed: el “espíritu”.

      Hasta en la Biblia, aunque eso sí, llena de mensajes contradictorios, se recomienda  la alegría de vivir. Dice el predicador del Eclesiastés:

      “Vé, come alegremente tu pan

           y bebe tu vino con alegre corazón,

           pues que se agrada Dios en tus buenas obras.

           Vístete en todo tiempo de alegres vestiduras,

           y no falte el ungüento sobre tu cabeza.      

       Goza de la vida con tu amada compañera todos los días de la fugaz vida que Dios te da bajo el sol,

           porque esa es tu parte en esta vida

           entre los trabajos que padeces bajo el sol.        

          Cuanto bien puedas hacer, hazlo, pero alegremente,

           porque no hay en el sepulcro a donde vas,

       ni obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría”.

       

      • Isidoro García

        En paralelo a la falacia de que venimos a este mundo con la mente como una pizarra vacía que se va llenando con la cultura, los ilusos creyentes en el pleno libre albedrío y alérgicos a cualquier determinismo cósmico, también piensan, que estamos en este mundo para “inventarnos”, y descubrir el camino de la felicidad, según nuestra razón.

        Pero no es así. La felicidad, es un estado de gozo que se siente, en determinadas circunstancias: cuando se cumplen las leyes del Universo.

        Y en este Universo del que somos integrantes, todas las especies, tienen marcada en su naturaleza, los comportamientos que deben realizar para obtenerla.

        Por eso la felicidad humana no es algo que tenemos que inventarnos desde cero, sino tenemos que “descubrir”, cual es el camino “natural” establecido en nuestra naturaleza, y seguirlo.

        Esa labor de investigación es tradicionalmen-te, propia de la filosofía, y según la hipótesis anterior, es propia de la filosofía de la naturaleza humana, por lo que la ciencia aquí es la clave.

         

        Cuando Albert Camús hablaba del Sísifo “feliz”: «A Sísifo hay que imaginarlo feliz», se refería a lo anterior. Sísifo seguía su naturaleza, lo que en su realidad ambiente, le causaba muchos esfuerzos y sinsabores, …pero es “feliz”.

        Porque la felicidad no es un estado de celestial placidez y bonanza, sino un estado de sentirse conectado e integrado con el Universo, a través del cumplimiento de la naturaleza que el Universo le ha dado.

        El existencialismo de la Modernidad, por boca de Camús para imaginar a Sísifo feliz, insta a persistir en los trabajos de la vida, sin ceder a la desesperación, solo aceptando el aparente “absurdo” de la vida.

        Pero la corriente “espiritual”, de la superación de la Modernidad, o sea la Transmodernidad, no acepta ese absurdo de la vida, sino que reconoce que aún desconocemos la lógica interna del Universo, por lo que nos puede parecer absurda la vida, según nuestra limitada lógica humana.

        Y por eso la felicidad humana, es algo un poco de “locos”, o sea fuera de la lógica clásica, porque es adaptarse a una lógica del Universo, que intuimos con el “espíritu”, pero de la que en el fondo desconocemos su desarrollo completo, que hay que descubrir.

    • Mónica

      El Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard es una investigación pionera en su ámbito. Su singularidad radica en que, mientras otros estudios sobre la felicidad ponen el foco en factores externos como el dinero o el estatus social, los investigadores de Harvard se centran en las relaciones humanas como desencadenantes del bienestar y la satisfacción de las personas.

      El equipo dirigido por Robert Waldinger concluye que las relaciones interpersonales son la principal fuente de felicidad, ya que permiten cubrir necesidades afectivas, de comunicación o de crecimiento personal, esas relaciones personales tienen efectos positivos tanto a nivel fisiológico como psicológico.

      Robert es psiquiatra y psicoanalista, además de profesor, pero también monje Zen.

  • Antonio Llaguno

    Me pregunto… ¿Cúando habrá hablado Zugasti con el capitalismo para saber con tanta certeza lo que piensa?

    • Nacho Dueñas

      ¿Y qué falta hace, Llaguno?
      ¿Es que acaso por sus obras no los conoceremos.

      Y acerca de pretender ser feliz desde actitudes capitalistas, valga la frase de Facundo Cabral donde la clava:

      “La humanidad de hoy  es infeliz
      porque trabaja en lo que no les gusta
      para comprarse lo que no necesita
      con el dinero que no tiene”.

      Al parecer, nadie se ha tomado a molestia de ver qué dicen al respecto “los pocos sabios que en el mundo han sido” (Cristo, Buda, Lao Tse, Gandhi…), accesible desde el móvil de cualquier ciudadano o desde cualquier biblioteca de cualquier barrio marginal.

      Más reflexión y menos pantallita (no lo digo por ti, lo digo por la sociedad) nos haría muuucho más felices.

      Pero me temo que el proyecto cultural de la ya agonizante modernidad es el placer y la comodidad. Los cuales no nos hacen felices (vuelvo a “los pocos sabios que en el mundo han sido”).

      Feliz día a todas.
      Nacho.

  • oscar varela

    Desgrabación del mensaje del Papa Francisco a los miembros del COPAJU (Comité Panamericano de Jueces y Juezas por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana). Hoy 28/02/2024

    • oscar varela

      “Queridos hermanos y hermanas de COPAJU:
      Quiero compartir con ustedes la alegría de su nueva casa en Buenos Aires y de la primera subsede del Instituto Fray Bartolomé de las Casas en América Latina.
       
      Qué importante es la justicia en este presente tan complejo y qué importante es poder reflexionar y formarse ante los nuevos desafíos.
       
      La misión de los operadores judiciales, abogados, jueces, fiscales, defensores es trascendente y es crucial.
       
      El Poder Judicial es el último recurso disponible en el Estado para remediar las vulneraciones de derecho y preservar el equilibrio institucional y social.
       
      Sabemos que vivimos épocas de tanta injusticia, casi digo de intensa injusticia. Pocos ricos cada vez más poderosos y millones de pobres negados y descartados.
       
      No hay futuro, no hay desarrollo, no hay justicia ni democracia en un mundo en donde millones de niños comen diariamente solamente los desechos de aquellos que sí consumen.
       
      Los derechos sociales no son gratuitos. La riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales, equitativas. El Estado —hoy más importante que nunca— está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social.
       
      Las normas, queridos jueces, ya han sido dictadas, rigen, el problema es su vigencia efectiva, su concreción. Y ahí empieza vuestro rol.
       
      El dios mercado, la diosa ganancia son falsas deidades que nos conducen a la deshumanización y a la destrucción del planeta. La historia lo ha demostrado en muchas y muy tristes oportunidades. Son mologs devorando a las generaciones recién nacidas.
       
      La palabra de Jesús, que fundamenta la Doctrina Social de la Iglesia, es siempre es un sendero seguro, un sendero luminoso para coadyuvar en el ejercicio de la magistratura.
       
      Hermanos y hermanas, todos los que ejercen un poder público tienen que tener presente que no alcanza con la legitimidad de origen, el ejercicio debe también ser legítimo.
       
      ¿Qué justificación puede tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas y dignas?  ¿Puedo ser un buen magistrado mirando hacia el costado frente al sufrimiento del otro? Por favor, es un consejo que a mí me ayuda, por favor, cada día frente al espejo pregúntense por ustedes mismos y pregúntense por los otros.
       
      Saludo al COPAJU, saludo al Instituto Lascasiano, saludo a todos ustedes, bendigo su nueva casa, les deseo éxito en todas sus actividades.
       
      Por favor, les pido firmeza y decisión frente a los modelos deshumanizantes y violentos porque la paz es una construcción de todos los días y ustedes son obreros de la paz.
       
      Que Dios los bendiga y, finalmente, les pido que recen por mí; yo lo hago por ustedes.
       
      Adiós.”

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