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3 comentarios

  • Isidoro García

    Dice el amigo Juan Antonio Vinagre, que a él “le basta con REFLEXIONAR Y MEDITAR DESPACIO EL EVANGELIO. Para mí en él se encuentra la mejor teología, la teología del Mensaje del Reino del Dios de Jesús”.

    Y verdaderamente el nuevo cristianismo del Tercer Milenio, se tiene que basar en interpretar adecuadamente, los textos en los que nos han llegado, imperfectamente reflejadas, las ideas de Jesús de Nazareth.

    Ya creamos en Jesús, como persona divina, o simplemente, como un humano excepcional, de esos textos, se colige enseguida, que Jesús, fue un humano, de altísimo nivel intelectual, y de un alto nivel de autorrealización personal.

    Tenía un dominio excepcional del uso de parábolas, (que en la predicación a la gente, era su género dialéctico favorito, con un extraordinario uso de metáforas altamente significativas.

    Por ese excepcional nivel intelectual, y una lúcida capacidad de comunicación, es muy razonable suponerle, la capacidad de expresarse simultáneamente, en varios niveles intelectuales al tiempo, lo que amplía y mucho la dificultad de su exégesis, interpretación y comprensión.

    Por ello, haciendo un paralelismo con la exegética judía, (que son los maestros en este tema), quizás se podría hacer una lectura de los textos de gente sabia-auto realizada como Jesús, en diferentes planos de profundidad y altura.

    (De hecho se considera que “la exégesis judía de la Biblia, o “Derás”, es la hermenéutica antigua de los judíos, y de los cristianos primitivos procedentes del judaísmo».

    Siendo, pues, la derás la hermenéutica con la que los autores del NT leyeron el Antiguo, e incluso «leyeron» a Jesús de Nazaret, debe ser también para nosotros camino acertado el acercarnos al Antiguo y Nuevo Testamento con la mentalidad y las técnicas derásicas”, (Miguel Pérez Fernández).

     

    Es conocida la anécdota del gran filósofo-teólogo islámico, Averroes. Parece que le preguntaron: “¿Qué respondería a alguien que le preguntase dónde está Dios?”.

    Y Averroes respondió: “Si me lo pregunta una persona que está iniciando el camino del Conocimiento, le diría que Dios está en el Cielo. Si me lo pregunta alguien que está a medio camino, le responderé que Dios está en todas partes. Y si me lo pregunta una persona que está muy avanzada en el camino, le diré que Dios no está en ningún lugar”. 

    ¿Era Averroes un cínico, un relativista, o qué?. Simplemente expresa con su contestación que la Realidad, que es una, (contra los verdaderos relativistas), se expresa con diferentes formulaciones, en función de las diferentes cosmovisiones de las personas que buscan su Conocimiento.

     

    De hecho Jesús, respecto a la revelación de Moisés, aplicó una actitud derásica de búsqueda de nuevos significados, acordes con los nuevos tiempos, en la Palabra de Dios

    Por eso siguiendo el ejemplo de Jesús, es preciso en el cristianismo moderno, la existencia de un Midrás cristiano, paralelo al judío, (Midrás se entiende una determinada obra literaria que intenta actualizar la Palabra de Dios).

    Esta idea tiene unas consecuencias importantes. Pues nos indica, que quizás, el caudal dogmático, que nos ha sido enseñado a cada uno, en nuestra Tradición religiosa-espiritual personal, quizás responde a la plasmación en una fórmula concreta histórica, de un conocimiento del que dispone nuestra mente subconsciente, en el “espíritu” o arquetipos sapienciales.

    Pero estas formulaciones concretas históricas, están hechas según las cosmovisiones culturales de las épocas y las personas concretas que las hicieron, pero pueden y deben variar en función de cosmovisiones más modernas y actuales.

    Por eso a lo mejor, todo lo que nos enseñaron de pequeñitos, al final resulta que era verdad, solo que nos lo enseñaron con la formulación concreta antigua y obsoleta, y por eso la rechazamos.

     

    Esto nos retrotrae el concepto antiguo de cultura “oral”. La cultura se difundía oralmente, y cuando se popularizaron los primeros libros escritos, allá en la Grecia del s. VI, a.C., los sabios ya decían que el escrito, no era mas que un resumen nemotécnico, como guía, y facilitación de la transmisión oral del saber.

    Por eso el gran biblista P. Lennhardt, de ‘Ecole Biblique de Jerusalén, señalaba esa oralidad de la revelación, y aseguraba que la tradición es entregar algo más que palabras. 

    Nuestra hipertrofia de la palabra escrita, ha mutado la Tradición, en la entrega de palabras escritas, cuando en realidad, esta entrega iba siempre acompañada de la interpretación correspondiente del maestro.

    La palabra escrita queda congelada, petrificada, pero la interpretación del texto, debe ser actualizada en función de las cosmovisiones del momento histórico, (los famosos “signos de los tiempos”).

     

    Según parece, el modernísimo ChatGPT, que está en desarrollo, puede adaptarse perfectamente al nivel cultural y las inquietudes intelectuales del usuario que lo utiliza, gracias a un dominio exhaustivo del lenguaje y la semántica.

    Y por eso una persona o Inteligencia como el Chat-GPT, que domine muy bien el lenguaje sobre el tema, y la semántica, quizás podrían hacerlo, utilizando la semántica de tal manera, que un mismo texto, pueda ser comprendido en varios niveles distintos, (con los conocimientos y el dominio suficiente de la metafórica).

    Serán los auténticos traductores e intérpretes, los grammatikoi, equivalentes al retórico entre los griegos.

    Por eso no es de extrañar que dentro de muy poco tiempo, el ChayGPT, o alguna versión perfeccionada, alimentado con los dichos evangélicos de Jesús, nos brinde una hipótesis racional y verosímil, del pensamiento filosófico y religioso de Jesús.

    La interpretación que hacemos cada uno de nosotros, según nuestro buen saber y entender, son solo proyecciones personales de nuestros valores elegidos, según nuestra subjetividad personal e íntima, y que son dificilísimos de variar, pues antes de una reestructuración cognitiva, es preciso una deconstrucción previa, que nos genera mucha ansiedad.

    • Juan A. Vinagre

      Comparto muchas cosas contigo, Isidoro. Y una de ellas  es la de relativizar el valor de nuestros conceptos y verdades. Y más cuando hablamos de lo absoluto, de Dios, el  -por definición- inefable.  Comparto especialmente ese concepto que expresas acerca de Jesús de Nazaret.  Es una persona muy muy singular, cuyo Mensaje no pasa, y cada día es más actual y necesario para la salvación de esta inteligente? y torpe humanidad, a fin de que no se autodestruya o suicide. Por eso, la Iglesia, que dice reprensentarlo, debe renacer. Nada más, Isidoro. Cuando oigo hablar o hablo de Jesús de Nazaret, acabo diciendo: ¡Yo creo en la Esperanza!

  • Juan A. Vinagre

    Creo que aprendería -o reforzaría conceptos- en ese curso, y quizá viera con otros ojos algunos temas… Pero de momento me basta con lo que tengo: REFLEXIONAR Y MEDITAR DESPACIO EL EVANGELIO. Para mí en él se encuentra la mejor teología, la teología del Mensaje del Reino del Dios de Jesús, no la teología, más especulativa que evangélica, que a veces se mete en una nube y se embarulla o anda por las ramas de la pura especulación… 

    Por eso no entiendo que se considere “teólogo” al ilustrado teórico, y se le niegue ese “rango” al especializado en otras materias…, pese a que la referencia fundamental de su vida y servicio sea el Evangelio, como es el caso del papa Francisco.  

    Me parece que muchos teólogos “teóricos tradicionalistas”, instalados en su tradición,  evalúan más ese “rango” con criterios conciliares que con el Evangelio de Jesús, que era el que sí sabía la mejor teología. 

    Y su teología era práctica (frutos…), no teórica. Ortopraxia más, mucho más que ortodoxia. La ortodoxia que valora menos la praxia (en esta praxia se encuentran las estructuras, el sistema eclesial, las jerarquías, el poder…), ¿es de verdad ortodoxia…, ortodoxia evangélica?                        

    En suma, el mejor texto de teología es el Evangelio. No las sumas, ni siquiera los concilios, por mucho valor que éstos tengan.

    Pues bien, meditando (y perdón que la cite una vez más) la parábola del “Venid, benditos”, donde cabe y sugiere la mayor pluralidad de interpretaciones, ¿es correcto y evangélico restringir la teología y el camino hacia Dios a una sola vía o formulación teórica (recordemos el “extra Ecclesia…”, o fuera del papa…, no hay salvación…?). Es correcto y evangélico, digo, reducir el acceso al Dios de Jesús a un solo camino?  Los creyentes cristianos somos unos privilegiados (por conocer mejor (?) el Mensaje y la persona de Jesús de Nazaret, pero la Iglesia no es el único camino…   

    Jesús era un hombre que veía lejos… con un espíritu más abierto y plural que el que después se le atribuyó en la iglesia “jerárquica tradicional”, que reconvirtió su función esencial de ser SERVICIO (el que sea el primero sea el servidor de todos…) en poder jerárquico, sacralizado para reforzar más ese “poder”.   Mientras la Iglesia jerárquica no se baje del trono  (de sus estamentos-sistema), y en vez de mandar, coordine, escuche más y consensúe más…, ¿esa Iglesia clerical es fiel al Mensaje del Reino?  ¿Atribuir a Jesús jerarquías es Evangelio de verdad?  A mi juicio, una de las grandes innovaciones de Jesús de Nazaret es la fundación de una Comunidad fraterna dirigida por un sentido de servicio en la unidad del amor (no tanto de las doctrinas teóricas).  En este diseño de servicio en Comunidad fraterna solidaria, con sentido trascendente, ¿no se percibe una siembra de democracia eclesial  y social?  (Democracia interna que la jerarquía, en general, no acepta)    Jesús era más pluralista de lo que después los hombres de Iglesia (y los políticos) lo hicieron. (La Iglesia -hoy lo sabemos todos- copió e introdujo en sus estructuras el sistema secular, olvidándose del Evangelio.)  Por eso, la necesidad de revisión y de soltar lastres históricos, demasiado humanos… Revisión que sufrirá  -y frenará, y condenará- la oposición más conservadora (y la ultra), que no quiere cambios, solo tradición, aunque sea al margen del Evangelio de Jesús.  Oposición, que lee e interpreta y sacraliza a “su medida”. Y llama infidelidad, si se prioriza o interpreta el Evangelio en contra de su tradición ideologizada, que compagina Dios, tradición y dinero.  Los creyentes, la Iglesia, necesitamos re-convertirnos al Evangelio, admitiendo la pluralidad y la democracia interna, entre otras cosas.

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