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Javier Elzo y Hans Joas reinterpretan el hecho religioso desde las ciencias humanas

Se sigue planteando como conflicto la relación ciencia-religión. Y como por su comprobada efectividad se impone la ciencia, muchos dan por sepultada la religión, como fósil del pasado. Pero el hecho religioso está ahí y debe ser investigado por la ciencia. No por la físico-química pero por una rigurosa ciencia humana como puede ser la sociología. Ilumina todo esto todo este artículo de Leandro Sequeiros en RD. AD.

Desde esta sociedad emergente, nos preguntamos: en pleno siglo XXI, época de postsecularidad, ¿es posible elaborar una ciencia de las religiones?

¿Es posible construir un espacio en el que creyentes (diversos entre sí) y no creyentes (también diversos entre sí) puedan entrar en un diálogo fructífero los unos con los otros?

De entrada, este espacio podría ser el de la historiografía de las religiones, así como el de las demás ciencias humanas.

Es lo que pretende el profesor Javier Elzo de la Universidad de Deusto, que acaba de publicar su último por el momento ensayo: La religión desde las ciencias humanas. Tras una lectura de Hans Joas, pensando en la sociedad actual. Bubok ediciones, San Sebastián, 2022, 238 páginas.

El hilo conductor de este libro sigue el último de Hans Joas, “Les pouvoirs du sacré – Los Poderes de lo sagrado”, pero con aportaciones de otros autores y, más modestamente, las propias del sociólogo de Deusto, Javier Elzo, bien conocido en Religión Digital.

Como expresa el propio autor en el prólogo,

uno de mis objetivos es analizar la posibilidad de una ciencia de las religiones. Y, en particular, si se considera esta ciencia de las religiones, como un espacio en el que creyentes (diversos entre sí) y no creyentes (también diversos entre sí) puedan entrar en un diálogo fructífero los unos con los otros”.

Y se presenta a sí mismo:

“Javier Elzo: Tengo 80 años. Casado, con un hijo y una hija, cuatro nietas y dos nietos. Soy Profesor Catedrático Emérito de Sociología de la Universidad de Deusto. He disfrutado con la docencia, y más aún, con la investigación. Tengo más de 250 publicaciones. He trabajado preferentemente en las áreas de “Sistemas de Valores y de la Religión”, “Sociología de la Juventud”, “Sociología de la Violencia juvenil”, “Epidemiología y Sociología de la Drogadicción” y “Sociología de la familia” y, siempre, los temas relacionados con ETA y la cuestión de la convivencia y reconciliación”.

Y concluye:

“Ya jubilado de dar clases priorizo el ensayo fundamentado. La mayoría en el ámbito de la sociología de lo religioso, especialmente en la catolicidad, sabiendo que la verdad no está en un cajón del que yo detenga la llave. La verdad, siempre incompleta, la vamos construyendo, entre todos, con la deliberación y escucha de los “otros”, particularmente cuando sostienen, con argumentos, planteamientos diferentes a los propios”.

 

El hilo conductor del sociólogo Hans Joas

Javier Elzo reconoce que encontró muchas respuestas (a sus preguntas sobre el sentido de la religión en una época tecnocientífica) en la lectura atenta de la obra de Hans Joas (Múnich, nacido en 1948), un sociólogo alemán. Joas (a quien no hay que confundir con Hans Jonas) que es Catedrático de Sociología. Desde el año 2000, Joas es miembro del Committee on Social Thought de la Universidad de Chicago.

Desde 2002 a 2011, Hans Joas fue director del Max-Weber-Kolleg para estudios culturales y sociales de la Universidad de Erfurt, y desde 2011 es Permanent Fellow en el Freiburg Institute for Advanced Studies (FRIAS), School of History, de la Universidad de Friburgo. Desde 2006 a 2010 fue vicepresidente de la Asociación Internacional de Sociología.

Sus obras más notables son: Joas, Hans (2015). Do We Need Religion?: On the Experience of Self-transcendence (en inglés). Routledge; Joas, Hans (2014). Faith as an Option: Possible Futures for Christianity (en inglés). Stanford University Press.; War in Social Thought: Hobbes to the Present, Princeton: Princeton University Press 2013 (con Wolfgang Knöbl); The Sacredness of the Person: A New Genealogy of Human Rights, Washington: Georgetown University Press 2013; Bellah, Robert N.; Joas, Hans (2012). The Axial Age and Its Consequences (en inglés). Harvard University

Press; Joas, Hans; Wiegandt, Klaus (2009). Secularization and the World Religions (en inglés). Liverpool University Press.; Honneth, Axel; Joas, Hans (1991). Communicative Action: Essays on Jürgen Habermas’s The Theory of Communicative Action (en inglés). MIT Press.

Todavía son escasas las traducciones al castellano: Joas, Hans, Teoría social: veinte lecciones introductorias. Ediciones Akal. 2016; La creatividad de la acción. Centro de Investigaciones Sociológicas. 2013; Guerra y modernidad: estudios sobre la historia de la violencia en el siglo XX. Ediciones Paidós Ibérica. 2005; El pragmatismo y la teoría de la sociedad. Centro de Investigaciones Sociológicas. 1998.

 

La tesis de Hans Joas

La tesis que insistentemente repite en sus textos es la de la posibilidad de una ciencia de la religión, una ciencia en el sentido en el que los enunciados de un autor no eran previsibles, simplemente en virtud de sus premisas religiosas o antirreligiosas, sino consecuencia de la investigación empírica y del análisis teórico del material empírico.

En este orden de cosas cabe subrayar que la opción secular es, en una sociedad pluralista como la de Javier Elzo en otros de sus escritos, una opción que viene a añadirse a la de la fe y que transforma en consecuencia ésta última en una opción entre otras. Esta es una idea central de Peter Berger, Charles Taylor y del propio Hans Joas, entre otros.

Elzo señala aquí dos de sus libros. “Les pouvoirs du sacré. Une alternative au récit du désenchantement” (Los poderes de lo sagrado. Una alternativa al relato del desencantamiento) en el que me basaré básicamente en este libro [Hans Joas, “Les pouvoirs du sacré. Une alternative au récit du désenchantement ” Seuil, mars de 2020, 439 p. (de las que 102 p. de notas, indice de nombres y bibliografía)], y “La Foi comme option. Possibilités d’avenir du christianisme“ [Hans Joas, La Foi comme option. Possibilités d’avenir du christianisme“. Salvator, 2021, 253 páginas]. (La fe como opción. Posibilidades futuras del cristianismo), que utilizaré, sí la salud me respeta en otro libro, en parte ya redactado.

Hans Joas profesor en Berlín y Chicago, debe colocarse, a juzgar por el cotidiano “la Croix”, sin duda a la cabeza de la pila de los pensadores de matriz cristiana actuales. Sociólogo de renombre, reconocido en el mundo académico como uno de los mejores especialistas en el tema de la secularización, y en la superación de ciertos planteamientos de Max Weber, Hans Joas enlaza esta vez la historia moderna de las religiones con su momento actual.

 

El objetivo de Javier Elzo

“Mi objetivo expone Javier Elzo es el de ofrecer, en esta publicación, cómo un sociólogo aborda la cuestión de la trascendencia en una sociedad, básicamente occidental, fuertemente secularizada, aunque adelanto que proyecto un próximo ensayo de prospectiva, basada en la realidad actual, desde una perspectiva sociológica, del catolicismo de los próximos años en el sur-oeste de Europa Occidental, especialmente en España”.

El objetivo básico del libro “Los poderes de lo sagrado” escribe Joas en el prólogo a la edición francesa, parte de la idea de que ” …en el centro de los análisis socio – religiosos del último siglo, se encuentra la narrativa probablemente más influyente sobre la historia de la religión y su importancia para la emergencia de la modernidad: el relato del desencantamiento debido a Max Weber. Este libro presenta otra narrativa que explica mejor un aspecto importante: la emergencia, siempre renovada, de una sacralidad que puede revestir formas muy diversas” [Hans Joas. “Les pouvoirs du sacré“, O. c. p.7]

Mas adelante, escribirá que “este libro intenta desencantar uno de los conceptos clave gracias a los cuales la modernidad se comprende a misma: el concepto de desencantamiento. Cómo se mostrará en el libro este concepto tiene una profunda plurivocidad de tal suerte que marca también los conceptos opuestos como encantamiento y reencantamiento que se han puesto en circulación desde que se ha formulado el concepto de desencantamiento. Está plurivocidad puede llevar a confusiones y es lo que, en la práctica, ha ocurrido”.

Hans Joas remarca que gran parte de las discusiones respecto del planteamiento de Max Weber estaban teñidas de motivaciones religiosas o antirreligiosas, y él se pregunta si es posible una ciencia que hable sobre la religión de forma absolutamente general, sin que los motivos religiosos o antirreligiosos jueguen necesariamente un papel constitutivo de tal ciencia. Y ese será su empeño, logrado a mi juicio.

Hans Joas es un eminente sociólogo de las religiones y cristiano comprometido, nacido en Baviera, quien ofrece en sus trabajos una sólida reflexión sobre la secularización y las posibilidades futuras del cristianismo en el siglo XXI.

 

El ensayo de Javier Elzo sobre la sociología de la religión en Hans Joas

Joas en los primeros capítulos aborda una aproximación científica de la religión en varias disciplinas. La primera es la disciplina histórica para lo cual se basa en el ensayo de David Hume que escribió, a mediados del siglo XVIII, una historia universal de la religión (“The natural History of Religion”) fundada empíricamente, haciendo abstracción de toda premisa teológica.

La segunda disciplina empírica será la psicológica. Joas se basa en parte en el trabajo de William James que refiere las diferentes variedades de la experiencia religiosa (The Varieties of Religious Experience”), libro que todavía hoy, un siglo después, es fuente de inspiración.

Para la tercera disciplina, la sociológica o etnológico – antropológica en materia de religión, va a trabajar con Emilio Durkheim y su clásico estudio sobre el origen de la religión en los aborígenes de Australia y en los indios de América del Norte, “Las formas elementales de la vida religiosa” publicado en 1912.

 

¿Es posible formular enunciados científicos del fenómeno religioso?

Lo que pretende Hans Jonas en estos capítulos es responder a esta pregunta “¿es posible formular enunciados científicos del fenómeno religioso?”. Y, a partir de ahí, recoger elementos diversos para poder formular una teoría global del fenómeno religioso con la que pretende concluir el libro. Será su excepcional capítulo 7º, particularmente en el apartado “la sacralización como fenómeno antropológico”, donde el autor condensa su respuesta, antes de dar paso, hasta el final de la obra, a dar cuenta del título de su libro, “Los poderes de lo sagrado” que, principal pero no exclusivamente, centra en la realeza, en el poder, en la nación o pueblo y en la persona humana.

Ya en estos tres primeros capítulos, Joas, bosqueja una primera idea de su tesis en la que propone hacer volver (“ramener”) la religión a las experiencias humanas situadas históricamente, en las cuales algo o alguna cosa es resentida como sagrada, experiencias que comprendemos de forma correcta, solamente si las anclamos en una psicología de sí mismo, si las pensamos como encarnadas en prácticas (devenidas quizá rituales sociales) y no las limitamos a una mera reducción individualista.

En el capítulo cuarto del libro aborda Joas la cuestión del desencantamiento en Max Weber, pero lo hace trabajando en primer lugar con Troelstch a quien considera junto a Max Weber las dos figuras centrales y preeminentes en el estudio del fenómeno religioso desde el punto de vista sociológico. Empieza con Troelstch en base a su “Sociología histórica de cristianismo” (libro clave, desgraciadamente no traducido al castellano) para desarrollar una imagen histórica que, partiendo del hecho empírico de la nueva emergencia de ideales, presenta la historia del cristianismo como una sucesión de procesos de sacralización y de desacralización. A partir de ahí el autor abordará el estudio de Max Weber.

Javier Elzo ha dedicado un capítulo al estudio de Troelstch, en gran parte desconocido en España, y otro a Max Weber. Por el contrario, ha adicionado los capítulos 5º y 6º de Joas en uno, único, – en este libro, que hará el sexto-, con el único objetivo de no hacer desmesuradamente largo este libro.

Joas señala que, en su capítulo sexto, va a reflexionar sobre lo que se denomina como el “periodo axial” en la historia de la religión. La cuestión es la siguiente: cuándo y dónde la historia de la humanidad, en qué condiciones y con qué consecuencias, se ha producido una transformación fundamental en la concepción de lo sagrado.

 

“Trascendencia como sacralidad devenida reflexiva”

El resultado de esta transformación fue la emergencia de un concepto de trascendencia en el sentido de una separación, de un distanciamiento (“ecart”) profundo con respecto a todo lo que haya de terrestre, una emergencia que iba de par con un crecimiento fundamental de la reflexividad. En este capítulo presenta las diferentes maneras que se ha intentado pensar esta cuestión y el resumen del estado de saber empírico en este campo. Desarrolla sobre esta base su concepto de la “trascendencia como sacralidad devenida reflexiva”, que será capital en sus análisis.

En este capítulo sexto, Hans Joas, pone en cuestión la idea de que el curso de la historia obedezca a una serie de desarrollos lineales de orden teleológico. Pone el acento crítico en tres conceptos de lo más influyentes y, por consiguiente, los más ´peligrosos´ (sic) para explicar esta linealidad histórica en nuestros días: el concepto tomado de Max Weber de racionalización; el concepto tomado de los trabajos de Spencer, Simmel y Durkheim de diferenciación funcional progresiva; en fin, el concepto, hoy dominante, de modernización, un concepto aparecido en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.

El análisis de estos conceptos y de su aplicación le permitirán llevar a cabo una nueva interpretación de la célebre “Consideración intermediaria” de Max Weber

 

Universalidad antropológica de las experiencias de ‘autotrascendencia’

Joas, en el capítulo 7º de su libro, que es también el 7º del nuestro, parte de las diferentes experiencias concretas e históricas que viven las personas, experiencias que, por su fuerte impacto, se les atribuye la cualidad de sacralidad. Concepto este último también objeto de controversia, como el de religión. Por todo ello no defiende la tesis la universalidad de la religión, pero sí la universalidad antropológica de las experiencias de ‘autotrascendencia’ y de las atribuciones de ‘sacralidad’ que resultan de ello. Hay que subrayar, con fuerza, que Hans Joas parte siempre de la realidad humana y no de una evolución de las ideas, para, a partir de ella, en sus experiencias de autotrascendencia, colectiva e individual, en determinados momentos concretos, abrir pasado a la sacralidad, que puede ser religiosa o profana.

Completo este séptimo capítulo del libro de Javier Elzo con una evaluación, obviamente personal, de las aportaciones del ensayo de Joas, subrayando algunos aspectos esenciales, aunque sin olvidar elementos críticos a su trabajo. En realidad, como en todo ensayo con una tesis (en este caso, la superación del desencantamiento religioso consecuencia de la racionalidad y de la modernidad), se dejan de lado, o no se remarcan suficientemente, otros aspectos clave de la tesis que se propone defender.

Y añade Elzo: “En fin, concluyo con un Epílogo, aportando un ejemplo de experiencia personal de hace unos setenta años (debía rondar entonces los ocho o diez años de edad) que ilustran el papel de la experiencia como configuradora del armazón vital de mi vida, hasta el día de hoy. Veo en el libro de Joas, en la importancia que concede a la experiencia extra cotidiana en la cotidianidad de la vida, un ejemplo de lo que sacramentalidad (autosacramentalidad en un principio) supone en la vida de las personas”.

 

18 comentarios

  • Antonio Llaguno

    Ya tengo libro para mis próximas vacaciones, que están a punto de caer.

    Gracias.

  • Javier Elzo

    Gracias, de entrada, a los amigos y amigas de Atrio por el espacio concedido a mi libro, tras la publicación de la recensión de Leandro Sequeiros. Permitidme que manifieste aquí mi mayor agradecimiento a Leandro. Sin su ayuda este libro no se hubiera editado. Fue rechazado por dos editoriales – me decían que era de calidad pero que tendría muy pocos lectores por su densidad y complejidad – y Leandro, además de maquetar mi texto, me animó a publicarlo en Bubok. El libro se puede encontrar, gratuito en formato online, y por 8 € en papel, en la editorial Bubok.
     
    Quizá los editores que lo rechazaron tenían razón. Solamente conozco a tres personas que lo han leído completo. Pido excusas a los lectores de Atrio por el mamotreto que he escrito, que se refleja en algunos de sus comentarios.
     
    Mi libro tiene como objetivo realizar un análisis empírico, mediante el uso de las ciencias humanas (historia, psicología, antropología y sociología…) del fenómeno religioso en base a varios autores de referencia mundial. Soy plenamente consciente de que lo religioso va más allá de lo empírico. Relato en la primera página del libro una conversación con un buen amigo, judío, psicoanalista, argentino, escritor y melómano, que lleva 40 años residiendo en Madrid, Arnoldo Liberman, a quien le comenté el libro que tenía entre manos, “la religión desde las ciencias humanas” y me dijo que así me quedaba en la espuma de la ola, cuando él sabía, añadió, que a mí lo que me interesaba era la ola y no su espuma.
     
    Cierto, pero, y este era otro objetivo clave de mi libro, era escribirlo pensando en creyentes y en no creyentes. De ahí que no sea un libro de espiritualidad, ni de teología, menos aún de apologética, sino escrito en base a la ciencia empírica, luego, como toda ciencia, limitado, relativo. Lo escribí con la ilusión de que pudiera ser un texto que permita el diálogo entre creyentes y no creyentes o, al menos, que pueda ser leído no solamente por creyentes (que se quedan un tanto defraudados) sino también por los no creyentes, aunque no oculto en ningún momento mi condición de creyente católico. Me temo que no he logrado nada de lo que pretendía.
     
    Perdonad el rollo, amigos de Atrio.
     
    Cordialmente

    • oscar varela

      Leo:

      “Mi libro tiene como objetivo realizar un análisis empírico, mediante el uso de las ciencias humanas (historia, psicología, antropología y sociología…)”-

      Pregunto:

      ciencias humanas (historia, psicología, antropología y sociología…)
      ¿la “filosofía” está en los “…”?

       

      Gracias!

      • Javier Elzo

        Yo creo que, rigurosamente hablando, la filosofía, como la teología, no son ciencias empíricas. La filosofía es un ciencia del saber y nos indica cómo pensar e, incluso a pensar.

        Yo he trabajado, en este libro, con autores de las ciencias empíricas puras, por llamarlas así: historia, psicología, antropología y sociología. Por eso no he incluido la filosofía….aunque he hecho filosofía con mi libro.

        Gracias por leerme

  • M. Luisa

    Reflexionando sobre este apartado   “Universalidad antropológica de las experiencias de ‘autotrascendencia” me pregunto por qué si Joas parte de la realidad humana para mostrar desde ella la experiencia de la autotrascendencia, cómo luego,    si aquí se está hablando de capacidad    real y no de posibilidad ontológica (llegar a ser) por qué me pregunto, insisto, trata de añadir a ese dinamismo autosuficiente la idea de sacralidad? ¿No se estará con ello   contradiciendo a lo que antes con fuerza lo ha subrayado en el texto?, de que esa experiencia, la experiencia de la trascendencia, nada tiene que ver con una evolución de ideas.  Porque si así fuese, se estaría aludiendo no a la universalidad de la trascendencia, sino a lo trascendente, es decir, al más allá como aquel lugar en el que siempre se le ha asignado a lo sagrado. Y tal apriorismo es con respecto a la trascendencia humana, la negación misma de su autosuficiencia.

    • Javier Elzo

      En realidad, cuando Usted escribe que “lo trascendente, es decir, al más allá como aquel lugar en el que siempre se le ha asignado a lo sagrado”, se aleja algo al pensamiento de Joas, y al mío, pues hay un sagrado trascendente y un sagrado profano si me permite esta expresión. Por ejemplo entender el dinero o tal equipo de futbol como algo sagrado.

      Cordialmente

      Javier

      • M. Luisa

        En efecto, Don Javier, puede entenderse el dinero o tal equipo de fútbol como algo sagrado, pero entonces esto para nada nos remite a ninguna experiencia de trascendencia en el sentido al que, Hans Joas subraya con fuerza.  Y es que él parte de la realidad humana, que es justo lo que le  confiere a la persona esta capacidad de trascenderse. Algo muy distinto   de tener o  “ser capaces para”  entender las cosas a nuestro modo, porque aquí sí que no puede haber experiencia de ningún tipo. 
        También, cordialmente ¡Cómo no!

  • oscar varela

    Hola!
    ATRIO: “Lugar de encuentro”
     
    ENCUENTRO de este Post con un Comentario en otro Post:
     
    – “Las religiones ofrecen un salvoconducto para el más allá.
     
    – La vida de aquí abajo tiene sentido para los adscritos a esas religiones solo como plataforma pasajera desde la que dar el salto hacia lo alto.
     
    – La praxis religiosa se concentra en hacer cosas buenas para obtener el visado.
     
    – Prima lo individual. Incluso el otro y los insignificantes son un medio para conseguir puntos a favor.
     
    – Tratar de lograr una sociedad donde REINE LA JUSTICIA queda al margen de los objetivos de la religión.
     
    – Jesús no pasó por el aro. Se fue directo a empezar esa sociedad. Y a partir de plantarla a la vista de todos, planteó ¿qué opción tomar?
     
     
    – Aseguró que hay tiempo. Incluso los más mayores y más religiosos, los que están aún parados a última hora están llamados a trabajar en la viña recibiendo el mismo salario de los que comenzaron la faena a primeras horas, al clarear el día.”-……………………………..

    • Juan A. Vinagre

      Estoy contigo, Oscar: Hay que ser críticos y saber distinguir bien el trigo (religioso) de la paja (o cizaña, que es peor que la paja).  Por eso las religiones, que en muchas de sus creencias y formas de culto son elaboraciones humanas inmaduras, que -con el tiempo- la capacidad-madurez humana será capaz de  discriminar, de matizar y/o de mejorar-madurar progresivamente nuestras elaboraciones -y nuestras interpretaciones-, nos puede hacer ver el mejor camino que trasciende. Y ese mejor camino que trasciende (al menos del propio ego, que ya no es poco), es hacer el bien, empezando por los más necesitados.  Este es, precisamente, el criterio de la evaluación final que propuso Jesús. Que no pasó por el aro de una religiosidad solo aparente, vacía, sin contenido auténtico. Su enseñanza fue un mensaje de clara transformación religiosa -más auténtica-, y social, más humana.                   Pero en el fondo de ese mensaje religioso-social hay un gran Proyecto de futuro, que permanece vigente, y que trasciende. Proyecto que no es una ilusión. sino una APUESTA (¿con fondo en el ADN?), en mi opinión muy razonable.  Ante lo trascendente, que es más que una ilusión (hay razones fundadas para pensar así), lo más razonable es apostar con confianza por un futuro (aunque muchas veces acaso la duda ronde…, incluso a santos-as como Teresa de Lisieux, que de ingenua o tonta no tenía nada. En su vida solo buscaba la verdad, decía. Y escribió que, pese a la prueba de sus dudas,:sabía por “experiencia” que Dios estaba presente en ella. Hay “experiencias” que son más ciertas que la luz del mediodía, como diría Juan de la Cruz.

      En suma,  ante lo Trascendente, lo más convincente es la experiencia interior de un ALGO-ALGUIEN que habita en nosotros, si le damos alojo, humildes. Esta es la vía de acceso… Lo cual está más allá de cualquier investigación científica -sociológica, biológica o física-, por muy rigurosa que sea. La ciencia busca, indaga, comprueba, pero se queda inevitablemente dentro de los límites de lo funcional. Aclara algo tal vez, mas en este caso solo explica algo, no prueba. Como mucho atisba, intuye.  La fe que confiesan H. Joas o J. Elzo va mucho más allá de sus investigaciones, aunque éstas les ayuden (y nos pueden ayudar) a purificar su fe, nuestra fe. Lo que no es poco.

  • Isidoro García

    El problema del análisis de todas las ideas y conceptos, es que el análisis supone comprender las diferencias entre ellas, y por eso analizar es sinónimo de hacer capillitas, aisladas y contrarias unas de otras.

    Pero en realidad, con las pequeñas diferencias, (que si nos obsesionamos en ellas, se nos hacen muy grandes), todos tenemos casi todo en común: la humanidad.

    Todos los espiritualistas, tenemos una idea común en nuestras vidas: el Espíritu-espíritu-vida interior-anhelo de trascendencia estética-moral-sapiencial. Y en ese camino de vida coincidimos todos, con pequeños matices.

    Leía este mes pasado, la memoria espiritual del dominico, y conductor de los Carismáticos, el padre Villarroel, recientemente fallecido. Y toda su vida, es un canto a la acción que sintió en él, toda la vida, del Espíritu Santo. Habla con Él, como en la vida de Santa Teresa.

    Y a mí, que me salí del teísmo hace cincuenta años, esa vida del P. Villarroel, no me es extraña. Porque pienso que solo es un problema de palabras, con que denominamos a los conceptos.

    Llamamos a las mismas cosas con nombres distintos, y nuestra lógica semántica, nos hace entender conceptos distintos, y así empiezan todos los “ismos”.

    Los teístas, los no-teístas panenteísta, los espinozianos, y los agnósticos o ateos con vida interior y alma de “artista”, a todos ellos, se les pueden aplicar, las palabras del Lama Govinda, en su “El camino de las blancas nubes”: 

           “El peregrino se abandona al soplo de la vida interior que… lo conduce, más allá del último horizonte, hacia una meta que ya está presente en su interior, aunque todavía permanezca oculta a su mirada”. 

    Esa meta común es el desarrollo pleno de su conciencia, que le otorga la maduración, y que está latente en los programas-arquetipo sabios, de su inconsciente colectivo, heredado genéticamente.

    Y todo lo demás son detalles sin importancia, más que para el que se los quiera dar.

    Es verdad que hay muchas personas, en los que aparentemente este anhelo de auto-trascendencia, parece ausente. Pero eso es porque ese “espíritu” interior, o exterior, es un tesoro, del que hay que ser consciente disponer, para sacarle todo el provecho potencial.

    Y este anhelo de auto trascendencia aflora en toda época. Como ejemplo histórico, en 1771, Jefferson le daba consejos a un familiar, y le explicaba que la buena literatura puede activar emociones beneficiosas: 

    “Cuando cualquier acto de caridad o de gratitud se presenta a nuestra vista o imaginación, nos impresiona profundamente su belleza, y sentimos un fuerte deseo de realizar también nosotros actos caritativos o de agradecimiento.

           Por contra, cuando leemos o vemos una atrocidad nos asquea su deformidad y vicio. Cualquier emoción de este tipo, es un ejercicio de nuestras inclinaciones virtuosas, y las disposiciones de la mente, como las extremidades del cuerpo, adquieren vigor con el ejercicio”.

    Jefferson decía incluso que los sentimientos físicos y los efectos motivacionales de la buena literatura eran tan poderosos como los de los sucesos reales.

    Mencionaba el ejemplo de una obra de teatro francesa de la época, y se preguntaba si la fidelidad y generosidad de su héroe no dilataba el pecho del lector, y no elevaba sus sentimientos de la misma manera que podía hacerlo una historia real.

    Jefferson decía: “¿No se siente de hecho el lector una mejor persona mientras lo lee y estimulado a copiar su ejemplo?”.

     

  • M. Luisa

     Por lo dicho anteriormente piénsese que no me estaba refiriendo a ninguna reflexión proveniente del artículo (todavía no) sino a la de un comentario sobre Jonathan Haidt.

     

    Y es que ahora al seguir leyendo el artículo me encuentro con que H. Jonas alude, en efecto, a la sacralización como término o concepto que de alguna manera pudiera explicarse en él antropológicamente el fenómeno religioso. 

     

    Sin embargo, luego él mismo,  más abajo propone subordinar la religión a la experiencia humana. Y si esta existe, él no la entiende sino desde la realidad en que consiste el propio ser humano, y es entonces cuando nos encontramos que la posibilidad de la sacralización para dar cuenta de lo religioso no es lo primero, sino algo que revierte sobre lo real, como él mismo indica…    

  • M. Luisa

     … De momento lanzo esta reflexión, pues voy leyendo el artículo lentamente buscando su tiempo…
    Y dice Haidt: “Cualquier cosa que nos una, tiene un aire de sacralidad” Pienso que la cosa, cualquier cosa que nos una, no nos une porque tenga sacralidad, sino por ser ella misma real. Si de ahí nos lleva luego a la sacralidad, ciertamente será algo por ver. Las cosas no es que tengan, sino que  poseer  desde sí misma realidad. Lo que nos une a las cosas ha de ser visto desde su unidad    y no de lo que por predicación de notas externas pudiera tener. Es decir, su realidad, la de las cosas, no les llega por conexión sino por la propia coherencia interna de su estructura.
     
    Es la diferencia entre cosa sustancial y cosa sustantiva, configurando cada una de ellas estos dos sentidos, Cosmos y Mundo, respectivamente. Haidt es un perfecto sustancialista…

  • carmen

    Pues no lo he leído despacio. Más bien en diagonal porque , me encanta el señor Elzo. Cuando él quiere que se le entienda, lo entiendo. Pero el resto de señores no tengo ni idea quienes son y es tarde para intentar saberlo. Tengo otras cosas en la cabeza. Cada persona tiene sus gustos.

    Sabe qué me gustaría, señor Elzo? Que escribiese un libro con este tema, pero a un nivel que personas como yo podamos leer y entendamos lo que dice. Luego lo compartiremos o no. Eso da un poco igual.

    Uno de los problemas de todo esto de las religiones, es que las personas normalicas no tenemos ni idea de, pues de la historia de ellas y el porqué surgieron , los retos a los que de enfrentan actualmente, en fin.

    Pero siempre escriben ustedes para ustedes y, a mí juicio, el problema está en que personas menos formadas en estos temas, sencillamente abandonamos. Quizás porque nos sentimos abandonadas a nuestra cabeza. No lo sé.

    Pues eso quería decirle. Es un tema interesante , depende para quiénes quieran escribir. Le recuerdo que el problema del catolicismo y supongo que de las religiones en general es , por una parte el desconocimiento cuasi total de ellas, y sobre todo, en la mía, es porque todo o  casi todo lo que tengo que creer me parece incluso, perdóneme, que va contra natura y contra cabezas.

    No nos infravaloren. Somos la base del catolicismo. Quién dijo que no se puede construir sobre arena? Quizás habría que reforzar los cimientos que, según mi opinión, están absolutamente descuidados.

    Un abrazo, señor Elzo.

    Cuídese.

  • Isidoro García

    Complejo el artículo del maestro Sequeiros, sobre el pensamiento de Joas, pasando por Elzo.

    Mi opinión, (y creo que la duda expuesta por Ana va por ahí), es que la modernización de la cultura, la ha hecho pasar del estado terracéntrico a un estado cosmocéntrico.

    En la cultura terracéntrica, la distancia mental con la supuesta divinidad, es muy grande, y por ello, se instaló la trascendencia sobre-natural, lo que caracteriza a las religiones clásicas.

    Mientras que con la cultura cosmocéntrica, ante las maravillas y las extraordinarias complejidades del Universo, las experiencias autotrascendentes, adquieren sentido por sí mismas, sin necesidad de una idea-gancho de un Dios teísta sobrenatural, y por ello llega la hora de la espiritualidad.

     

    La cuestión que Joas señala es la de las experiencias humanas de autotrascendencia, que yo creo que es una extensión del concepto de Maslow de experiencias-cumbre, o del concepto de satori en el Zen, y conceptos similares.

    Yo creo que se refiere a esos impulsos instintivos por la “Belleza”, tanto en fuertes impulsos estéticos, así como por la “belleza moral”, y como por la belleza cognitiva”, (fuerte impulso por saber, por conocer).

    En resumen es lo ya conocido de los fuertes valores instintivos por la belleza, la Bondad y la Verdad, que vienen acompañados de una fuerte carga emocional. Es lo que constituye la actividad espiritual, o proveniente del “espíritu” situado en lo mas profundo de nuestra mente.

    Son experiencias, de mayor o menor grado, en los que uno siente que le adviene un estado “no racional”, no voluntario, de carácter cognitivo a veces, aunque siempre acompañado de un fuerte efecto energético y emocional.

     

    Dice el psiquiatra Francisco Traver: “La autotrascendencia es un rasgo de personalidad psicológicamente medible, (test de Cloninger), y que puede definirse como el deseo o la sensación de pertenecer a algo más grande que uno mismo, a un Todo del que nosotros somos parte. 

         Normalmente no suele darse este tipo de vivencias de pertenencia o filiación, pero a veces en determinadas situaciones, tenemos acceso a ello, en el otro lado del espejo.

         Usualmente este acceso es descrito con una sensación de júbilo o de éxtasis, de un sentimiento oceánico como decía Freud, y que supone la dilución del Yo en un nosotros. 

        Esta dimensión de nuestra personalidad, es conocida con el nombre de espiritualidad, y eso que se encuentra al otro lado de lo profano es conocido como “lo sagrado””.

    Esta auto trascendencia tiene efectos de tipo enteógeno, es decir, producen esa alteración de conciencia en la que se suele experimentar una cierta unión con el Cosmos, un sentido de trascendencia, de pérdida del yo, y de conexión con algo más grande.

    (Wiki: El término está formado por las palabras griegas éntheos, que significa “(que tiene a un) dios dentro”, “inspirado por los dioses”, y génos, que quiere decir “origen, tiempo de nacimiento”. 

           El sustantivo “genos” pertenece al campo semántico del verbo gígnomai, que significa “llegar a ser”, “volverse”. 

          Por tanto, el significado etimológico de enteógeno alude a la posibilidad de llegar a ser inspirado por un dios, así como al (re) “nacimiento” que esto supone).

    (La Wiki también señala que quizás la zarza ardiente de Moisés, no era una zarza que ardía, sino que hacía “arder” al que comía sus hojas –quizás una acacia, cuyas hojas tienen dimetiltriptamina (DMT).

    Y también apunta a que la idea de John Marco Allegro, (uno de los traductores de los manuscritos del Mar Muerto), sobre que la Comunión cristiana, pudiera ser una sublimación simbólica, fusionando el recuerdo de la última cena de Jesús, con la ingesta de la Amanita Muscaria, enteógeno que los esenios y otros grupos religiosos judíos utilizaban para entrar en comunión con la divinidad).

     

    Jonathan Haidt, lo ha llamado “Elevación”, (tendencia hacia la “auto trascendencia”), y lo considera una emoción humana más, junto con de las seis emociones clásicas, la ira, el miedo, la alegría, la tristeza, el asco y la sorpresa. De hecho lo considera la contraparte del “asco”.

    Y dice Haidt: “Cualquier cosa que nos una, tiene un aire de sacralidad”.

    (Seguirá).

  • ana rodrigo

    Todo lo que dice este artículo me parece que debe tener mucha autoridad intelectual y muy interesante, pero me ha desconcertado este párrafo. “En realidad, como en todo ensayo con una tesis (en este caso, la superación del desencantamiento religioso consecuencia de la racionalidad y de la modernidad), se dejan de lado, o no se remarcan suficientemente,”, (la negrita es mía) porque yo tengo muchísimo interés en saber porqué la racionalidad y la modernidad actual produce ese desencantamiento de lo religioso. Porque del pasado ya se ha escrito mucho, pero la sociedad sigue evolucionando y es precisamente el momento presente el que me interesaría conocer.

    • LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN

      Se lo paso a Elzo para que, si puede, te conteste..

      • ana rodrigo

        Gracias, Leandro. Es que pienso mucho en porqué del desencanto religioso de la sociedad actual y no le valen los argumentos clásicos que sí han servido a otras sociedades del pasado, incluso del presente de ciertos sectores y de ciertas sociedades, pero es la sociedad disconforme la que está desencantada.

        Un abrazo cordial y te deseo buena salud.

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