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Héctor Samour: Filosofía y Liberación

Se fue el mejor intérprete y seguidor de Ignacio Ellacuría en El Salvador, Héctor Samour. Para Juan José, un hermano como él resalta. Yo también le traté y estimé cuando le editamos la primera edición de su libro sobre Ellacuría. Sa ha ido joven, pero su vida y obra podrán continuar en otros muchos, como pasó con Ellacuría. AD.

El 10 de febrero falleció en San Salvador (El Salvador, CA) a los 69 años un entrañable amigo con el que he compartido encuentros, congresos en diferentes lugares de América Latina y España y numerosas conversaciones marcadas por una múltiple sintonía: vital, ética, política, filosófica y teológica y una corriente cálida de confianza mutua: el filósofo y sociólogo Héctor Samour (Teto, para las personas amigas, colegas y familiares), uno de los mejores especialistas mundiales y de los principales difusores del pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), filósofo y teólogo hispano-salvadoreño de la liberación asesinado en noviembre 1989 por el Ejército salvadoreño.

Las reflexiones profundas y los estudios siempre creativos de Héctor sobre Ellacuría constituyen la base de muchas investigaciones para el conocimiento y la interpretación de su obra y, sin duda, una de las principales influencias para que yo dedicara no pocos de mis trabajos intelectuales a tan relevante pensador y pusiera el nombre de “Ignacio Ellacuría” a la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, que dirigí desde su creación hasta mi jubilación en la Universidad Carlos III de Madrid.

Héctor Samour obtuvo el doctorado en filosofía latinoamericana por la UCA, donde desarrolló toda su actividad académica con dedicación plena y contribuyendo a su prestigio en el campo de los estudios filosóficos. Desde 1975 fue profesor-investigador del Departamento de Filosofía de dicha universidad, donde impartió cursos sobre historia de la filosofía, metafísica, epistemología, filosofía política, filosofía del derecho y filosofía latinoamericana. De 1993 a 2003 fungió como decano de la facultad de Ciencias del Hombre y de la Naturaleza y hasta 2010 como jefe de dicho Departamento de Filosofía y director de las carreras de maestría y doctorado en filosofía iberoamericana de la UCA. Fue el creador de la Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría, germen de las diferentes Cátedras Ellacuría de todo el mundo. Enseñó como profesor visitante en el Swarthmore College, en Philadelphia (Estados Unidos), y en la Universidad de Granada (España), entre otras instituciones docentes.

Su actividad académica es inseparable del compromiso por el cambio social y la transformación política de la realidad nacional salvadoreña. Ambas opciones se tradujeron en la citada creación de la Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría de Análisis de la Realidad Política y Social y en la actividad política como Secretario de Cultura de la Presidencia de El Salvador de 2010-2012 y hasta mayo de 2014 como Viceministro de Educación en gobiernos del Frente Farabundo Martín para la Liberación Nacional (FMLN).

Entre las aportaciones de Ellacuría, Samour destaca las siguientes: el método de historificación de los conceptos filosóficos, políticos y teológicos; las mayorías populares empobrecidas como lugar teológico; la realidad histórica como ámbito por excelencia de la liberación; la toma de conciencia del “mal común” como estado real del mundo en el que la mayoría de la gente vive estructuralmente mal, frente a las proclamas abstractas y falsamente universalistas del bien común, y el bien común como exigencia negadora de la injusticia estructural; la importancia del lugar social en las ciencias sociales; el lugar de las víctimas de los sistemas sociales y económicos; la crítica de la civilización del capital y del neoliberalismo; la tendencia globalizadora de los procesos económicos y sociales; la unidad entre teoría y praxis; la función liberadora de la filosofía.

La civilización del capital, afirma Héctor comentando a Ellacuría, ha hecho más profunda la brecha entre ricos y pobres, endurecido los procesos de explotación y opresión, depredado ecológicamente el planeta y reforzado la deshumanización, que reduce al ser humano a ser productivo y consumista. El análisis coprológico de las heces de la civilización del capital da como resultado que “esta civilización está gravemente enferma”. Pero ni Ellacuría ni Samour caen en el fatalismo histórico. Todo lo contrario, creen necesario evitar un desenlace fatal de la humanidad y para ello “revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección”.

En el centro de sus estudios sobre Ellacuría, Samour sitúa la función liberadora del quehacer filosófico y su capacidad para responder a los desafíos de la situación actual mundial. Es aquí donde vincula la filosofía con la liberación. Ello requiere dar prioridad a las realidades históricas del mundo, superar “el reduccionismo idealista” en el que ha incurrido muchas de las corrientes de la filosofía occidental que han privilegiado la razón y el logos sobre la praxis histórica, cuestionar los discursos abstractos y falsamente universalistas y poner en evidencia la falsedad encubridora del pensamiento dominante.

Samour desarrolla estas ideas en dos obras clave: Voluntad de Liberación. La filosofía de Ignacio Ellacuría, publicada en la editorial Comares de Granada (2002) y Crítica y liberación. Ellacuría y la realidad histórica contemporánea (2012 y 2018), publicada en su primera edición por ADG-N y la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, de la Universidad Carlos III de Madrid, y en la segunda por Tirant, de Valencia.

Héctor pertenece a la mejor tradición de la figura de los “comentaristas” (recuerden: Tomás de Aquino, Avicena, y Averroes, comentaristas de Aristóteles), que él recupera y aplica ejemplarmente a la vida, pensamiento y obra de Ellacuría, las tres de manera indivisa. .Y lo hace no al modo escolar y cansinamente repetitivo, sino creativamente, situando al filósofo hispano-salvadoreño en su contexto, poniéndole en relación y en diálogo, siempre crítico e innovador, con otras tendencias filosóficas sociológicas y políticas de ayer y de hoy y con la realidad histórica contemporánea, dentro de la filosofía latinoamericana de la liberación, de la que Ellacuría fue uno de los principales cultivadores. Y desde la “voluntad de liberación”, que es lo que a ambos les movía y nos mueve a nosotros a través de la lectura de sus obras tan luminosas.

Ellacuría nos ha hermando a Teto y a mí durante muchos años en el caminar por las sendas de la filosofía y la teología de la liberación a través de la praxis histórica en clave de utopía. Nuestro reciente y último acto de hermanamiento ha sido la dirección conjunta de Ignacio Ellacuría. 30 años después (Tirant, Valencia, 2021), obra que recoge las aportaciones de más de treinta participantes en el Coloquio Internacional que celebramos en San Salvador en noviembre de 2019 con motivo del 30 aniversario del asesinato de Ellacuría. Este hermanamiento no queda interrumpido con la muerte de Teto, sino que continuará a través de nuestros libros y los de Ellacuría y a través de sus lectores y lectoras. Espero podamos presentar el libro colectivo codirigido por los dos con motivo de mi próximo viaje a San Salvador. Será un acto de reconocimiento a ser humano cabal en el pleno sentido de la palabra como persona, académico, pensador, político y sincero con la realidad histórica.

Juan José Tamayo es teólogo de la liberación y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant, 2011) y Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2017).

 

3 comentarios

  • carmen

    Hola señor JJ Tamayo.

    Estoy al tanto de muchas cosas de las que escribe. Me llegan a mi correo personal. Me gustan.

    Usted sabe muchas cosas y tiene una actividad que envidio, le voy a hacer una propuesta, si la ve oportuna lo hace y si no, pues no.

    Sabe el jaleo que hay montado con el nuevo paradigma de Dios, que por otra parte no lo veo nada novedoso, pero sí  lo es en la iglesia oficial.

    Podría usted escribir un artículo de esos que escribe y con ese peso que usted tiene, diciendo lo que piensa de todo esto? Me interesaría leerlo. A lo mejor lo ha escrito ya y no me he enterado. Se me escapan muchísimas cosas, desde luego a mí correo no ha llegado y estoy en una lista donde me llegan artículos suyos, aunque supongo que no todos.

    He leído por ahí que a Jon Sobrino le llamaron la atención en Roma por todo eso de la teología de la liberación y además por sus planteamientos teológicos. Es cierto? Por qué decían que algunos de ellos eran incompatibles con la fe católica? Quizás se acercaba a eso que llaman nuevos paradigmas? No lo sé. Pregunto. Lo que sí sé es que de la teología de la liberación sabe usted un montonazo.

    En fin. Si le apetece, quiere y  tiene tiempo, sería estupendo .

    Creo que la iglesia católica está en un momento, como en un punto de inflexión con todo esto de los nuevos paradigmas. Abriría la puerta a muchos cristianos que ya no nos vale el modelo de Dios católico. La solución más corta es irte fuera, con los karmas como me han dicho, pero soy cabezona. Creo que el cristianismo tiene sitio para todos. A lo mejor estoy equivocada. A lo mejor solamente tiene hueco para los trinitarios. No lo sé. También pienso que Europa importa. Seguramente porque soy Europea. Es una guerra particular que llevé con mis monjas. A África? Les decía, a África? Pues está bonica Europa, como para no abordar el problema. Pero, como se puede imaginar, ni caso. Le escribí a la directora general de pastoral. Y …pues nada. Ya ni sé los colegios que puedan tener por allí.

    Sabe qué pienso y opino bajo mis luces que no son precisamente de la misma intensidad de las de Navidad en la ciudad de Vigo? Pues pienso que Europa también es merecedora de una teología de la Liberación, porque todo empezó aquí.

     

    Me interesa su opinión.

    Mucha suerte y no se queme trabajando.

    Un saludo cordial.

    carmen, de Murcia.

  • mª pilar

    ¡Cuantos recuerdos de aquellos años!

    Pude escuchar en directo una conferencia dada por Ignacio Ellacuría, eran los primeros pasos de la “Teología de la Liberación” Encendía los corazones, y él, no lo buscaba, solo expresaba lo que allá en El Salvador, comenzaba a ser:

    ¡Vida!

    Mi querido C. Pignatelli, desde entonces…cambió el estilo de explicar el evangelio…y fue muy enriquecedor.

    Fueron años muy fecundos en el conocimiento de “La Palabra” y despertó en la juventud…y no tan jóvenes…otra manera de vivir y ser.

    Por aquellos años, empezaron a salir hacia América Latina, much@s jóvenes, y entregar sus vidas, un@s por tiempo ¿limitado? cada cual ofreció, lo que deseo hacer en esos años con su vivir.

    Hay, quien sigue allá todavía, algun@s de ell@s han estado 19 años por aquellos lares y en distintos países.

    Fue muy rica las distintas experiencias…a pesar…de la dura crítica de la iglesia “poder” llegando hasta el castigo mayor:

    ¡La expulsión del lugar o el silenciamiento de quienes allá estaban entregando sus vidas, para que otras se levantaran de la exclusión y el abandono en todos los sentidos de su vida!

    Fue una pieza clave para la iglesia…que apenas aprovechó…al nivel alto de sus mandatarios; a ellos no les interesaba seguir por estos caminos, preferían el poder, la riqueza, los principados y demás comportamientos mundanos.

    Grandes personas…por su valía humana…acudieron a su llamada, para hacer una iglesia acorde con el Vaticano II, y se dieron grandes pasos.

    Luego el poder…venció…de alguna manera.

    Fueron tantas las personas, que cambiaron su vivir y entregaron su vida para bien del pueblo sencillo, que quedó muy marcada America Latina con el paso de ellas; y estoy segura, que muchas, están vivas en los corazones del pueblo por su manera de ser y vivir.

    ¡Gracias a todas ellas…también…a cuantas de ellas porque eran laicas!

  • ana rodrigo

    Qué ocasión perdió la Iglesia condenando la teología de la liberación y a los teólogos que abrían las puertas a la esencia del evangelio, a que la Iglesia dejase de mirarse a sí misma para pensar en su presencia activa allí donde la praxis de Jesús el Galileo centraba su vida: liberar a los vulnerables.

    Y mientras santificaban a Juan Pablo II,  que tan activo estuvo contra la teología y contra los teólogos de la liberación, proclamándolo santo súbito y, poco después de su muerte, llevarlo oficialmente al cielo, sin esperar a tener perspectiva histórica de su, digamos, “pésima gestión” de la pederastia en la Iglesia, pongamos por ejemplo lo de Marcial Maciel, u “olvidarse”, a modo de desprecio, el Vaticano II, y tantas otras cosas que poco o nada tiene que ver con la ejemplaridad.

    Le siguió Benedicto XVI aún vivo, con fuerte influencia aún con el grupo de la Curia que le están haciendo la vida imposible a Francisco, Papa mejor valorado por esa sociedad que no quiere saber nada de la Iglesia que por el clero.

    Resumiendo, no nos olvidemos de lo que pudo ser y no fue la teología de la liberación, y mantengamos en la memoria a personas a las que Tamayo dedica este artículo.

    Las últimas generaciones nunca han oído hablar del Vaticano II, ni mucho menos de la teología que pudo haber sido “el santo y seña”, de la Iglesia como institución humana, mirando más, al estilo de Jesús, a los seres humanos que necesitan de la Iglesia, la liberación de las penas y sufrimientos, en vez de tanta moral sexual, que paradójicamente infestaba a muchos clérigos durante el papado de los dos Papas anteriores a Francisco.

    Mientras, asesinaban a Ellacuría junto a sus compañeros y las dos mujeres que estaban con ellos, o a Oscar Romero y tantísima gente anónima que han estado y están viviendo una teología de auténtica liberación, como son  los misioneros y las misioneras, por ejemplo. Mientras muchos cardenales u obispos, desde sus palacios episcopales, están preocupados por el poder y los privilegios.

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