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El éxito de este Sínodo 

El éxito de este Sínodo no estará en lo que los obispo determinen al final; el éxito estará en que los cristianos practiquemos la sinodalidad durante todo el proceso. El éxito estará en que tomemos conciencia de nuestra responsabilidad en la reforma de la Iglesia, de que somos portavoces del Espíritu Santo.

La reforma de la Iglesia no depende de la Curia vaticana ni de los obispos (¡así nos va!) depende de nuestra sinodalidad, de nuestra experiencia de Dios y del mensaje Jesús; experiencia personal y comunitaria.

No se trata de saber mucha teología para discernir entre complejas tesis especulativas; no es un sínodo teológico sino pastoral. Se trata de sentir el mensaje  que nos transmiten los evangelios, de trasladar al mundo actual el testimonio de amor y solidaridad por el que eran conocidas las primeras comunidades cristianas: “mirad cómo se aman”.

         

          ¿Qué podemos aportar nosotros?

                   Cada día podemos constatar que, en nuestro mundo occidental, las iglesias se van quedando vacías, los jóvenes se desinteresan, faltan vocaciones al sacerdocio, conocemos los escándalos de pederastia que los obispos nos habían ocultado, la Iglesia pierde autoridad y credibilidad. El Papa muestra su deseo de una profunda reforma, pero encuentra resistencia en las altas jerarquías (“como un pastor entre lobos” dijo el prudente Benedicto XVI) y pide nuestro apoyo a todos los cristianos que sientan la necesidad de esta reforma.

¿Cómo percibe todo estos nuestra conciencia? Quizás lo lamentamos pero no sabemos cómo podemos reaccionar.

Lo primeo que podemos expresar es si sentimos la necesidad de esta reforma y si queremos apoyar y realizar las líneas que el Papa está proponiendo. Podemos y debemos dialogar estas preocupaciones con nuestra comunidad cristiana.

En cuanto a propuestas de reforma, podemos expresar las que se nos ocurren espontáneamente a cada uno, releyendo algunos pasajes de los evangelios, consultando los comentarios de otros cristianos, o acudiendo a los diversos artículos que se van publicando en revistas y web sobre estos temas. Muchas web y comunicados de grupos cristianos tratan de la reforma de la Iglesia y proponen medidas más o menos urgentes. La web de Fe Adulta (www.feadulta.com) ha abierto una sección sobre el Sínodo en la que  recoge artículos, sugerencias, experiencias personales, y ejemplos de buenas prácticas.

En este artículo quiero destacar dos perspectivas sobre las que podemos reflexionar en conciencia y compartir nuestras conclusiones con nuestras comunidades.

En términos concretos, prácticos e inmediatos, podemos centrarnos en la corrección de la hipertrofia del clericalismo, sobre la que viene insistiendo el Papa, porque el clericalismo ha dominado la institución eclesiástica y ha provocado la pasividad de los laicos, su desinterés y su abandono.

El concilio Vaticano II resaltó el papel del pueblo de Dios, la importancia de los carismas que el Espíritu suscita en los diversos miembros, y el sentido de servicio del carisma de gobierno que se ejerce en la comunidad.

Para volver a equilibrar la relación entre la comunidad y la jerarquía convendría volver a la costumbre original de que el pueblo elija a sus presbíteros y obispos; y la ordenación de mujeres y hombres casados.

En términos más generales y a largo plazo pero más fundamentales,  podemos insistir en la vuelta al evangelio, al predominio de la misericordia sobre la ley, de la ortopráxis sobre la ortodoxia; y rechazar claramente los tristes ejemplos de posesión de poder y dinero, que son las dos mayores tentaciones que Jesús señaló contra el espíritu evangélico.

Para evitar la tentación del dinero podríamos proponer separar por una parte la economía necesaria para desarrollar el ministerio asistencial de la Iglesia

– centrándola en Cáritas y dirigida por laicos independientes del clero- y por otra la economía del desarrollo de la pastoral y de la misma institución eclesiástica.   Reconocer que para superar el injusto abismo entre la situación económica entre los pueblos (¡la distribución de las vacuna!), y lograda con la sobreexplotación de la tierra y  de las riquezas naturales de otros pueblos menos industrializados, es imprescindible (y a la larga inevitable) el decrecimiento de nuestro nivel de vida. Y los cristianos deberíamos ser promotores de esta dura empresa.

Para evitar la tentación de poder político habría que renunciar al Estado Vaticano, y para evitar el poder interno habría que renunciar a la absorbente curia vaticana. En ambos casos bastaría la autoridad que les atribuya el pueblo cristiano, basada en el el servicio evangélico de sus representantes más que en la imposición de leyes.

¡Ven, oh Santo Espíritu! llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Gonzalo Haya. gonzalohaya@trelefonica.net

5 comentarios

  • Yo me pregunto una cosa.

    Si desde el punto de vista tradicionalista Dios interviene en el mundo y los ritos y dogmas fundamentalistas son tan buenos.

    ¿Por qué son un fracaso?

  • Julián Díaz Lucio

    Creo que todo lo que se  propone como sinodalidad vaen la línea del método a seguir, pero hace falta ver qué contenidos se quieren sinodal izar, para que todo este gran movimiento no quede en papel mojago. Y toda la sinodalidad tiene que comenzar por las bases, parroquias  comunidades de bases. Pero ala vez, yo veo imprescindible que haya una formacion sobre quées la sinodalidad y las repercusiones que puede tener en el conjunto de la Iglesia.

  • Juan A. Vinagre Oviedo

    Gonzalo, comparto tu reflexión (y la de Ana), especialmente donde dices que “la posesión de poder y de dinero son las dos mayores tentaciones que Jesús señaló contra el espíritu evangélico”. Hay que sustituir el poder -también el jerárquico- por el SERVICIO, y el dinero por una vida solidaria y moderada. Y quien no sea capaz de servir y de vivir moderadamente, solidariamente, no vale para servir, sino que se sirve……  Por lo mismo, vivir en un palacio hostentoso o figurar como Jefe de Estado, va contra el Evangelio…              El Vaticano debería transformarse en museo y en recuerdo de nuestras infidelidades (las del poder altoclerical) para aprender a no recaer en la tentación. Pero me temo que muchos obispos -mas bien jerarcas- no estén dispuestos a renunciar a sus palacios (o a vivir en mansiones) por fidelidad a sus tradiciones y sábados…  Digo muchos, no todos, porque alguno, como el actual obispo de Boston, O Maley, vendió su palacio…, para irse a vivir a un piso… y desde allí trabajar y dar ejemplo de vida evangélica.

    En suma, ojalá que este sínodo constituya  -pese a todos los atascos y opositores- un primer paso para el cambio, y la Iglesia que manda se convierta en servidora… Ojalá que -pese a todo, insisto- este sínodo nos ayude a renacer de nuevo…    Como tú haces, Gonzalo, es bueno acabar suplicando:  ¡Ven, Espíritu bendito, y enséñanos a comprender mejor y a vivir el Evangelio del Reino, que no es de este mundo!

  • ana rodrigo

    Me parece muy bien que hayas traído este tema a atrio, lugar en el que, en tantas ocasiones nos cuestionamos la Institución-Iglesia tal como existe y la urgente necesidad de que busque ese paradigma modernos adecuado a la nuevas formas de organizarse que se practican en nuestra sociedad como puede ser la democracia, la igualdad de mujeres y hombres, la eliminación de una sociedad jerárquica cuya cúspide es ni más ni menos que el representante de Dios en la Tierra, la falta de aggiornamiento del clero – y no digamos del resto de creyentes- en cuestiones teológicas, y un sin fin de cuestiones importantísimas.

    La estrategia de Francisco me parece muy adecuada en tanto en cuanto va caminando hacia adelante en vez de estar machacando todos los días normas y doctrinas que tanto irrita a los ya irritados componentes de la curia, muchos obispos y gran parte del resto del clero.

    Yo estoy a la espera de que comuniquen qué estrategia o qué mecanismos de participación popular van a proponer, porque no creo que se puedan tabular opiniones u ocurrencias de mil millones, o de doscientas mil de personas sin una línea común en las propuestas a tener en cuenta.

    Creo que puede ser muy interesante. La iglesia-religión nos puede gustar más o menos o nada, pero está claro que es un poder fáctico importante y cuya autoridad moral se tiene muy en cuenta a nivel mundial, creyente o no. Ahí tenemos el crédito que tiene Francisco en sus declaraciones, de tipo religioso o no.

    • Gonzalo Haya

      Gracias, Ana. La canalización principal va por las parroquias, obispados, y comsejos episcapales, perosería muy interesantes que las Comunidades de Base Cristianas se asociaran con otras organizaciones semejantes para presentar un documento común y controlar que llegue al Secretariado Nacional del Sínodo en España (no recuerdo el nombre técnico, me refiero al presidido por Cristina Inojé) y al mismo Secretariado vaticano para el Sínodo.

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