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La trascendencia de lo inmanente

Otra aportación al Debate sobre No-teísmo, de uno de los autores del libro que dio origen al mismo. AD.

      Nunca comprenderemos del todo la vida que somos. Podremos amar pero no comprender. Podremos sentir el sabor de las cosas pero no sabremos si se lo debemos a un Sabor supremo más allá de nosotros mismos. No sabremos si hay una divinidad en todo lo que sentimos o un Dios Chef que cocina todo. En este caso siempre ese Chef será falso y verdadero a la vez. Al romper la cascara de lo inmediato se abre el anhelo de plenitud. Pero sin figura concreta.

      Y es ese mismo anhelo el que nos pide no identificarlo con un sabor concreto. Dicho en clave religiosa es la misma divinidad la que nos pide vivir sin un Dios concreto, cambiando siempre de figura y con nuevos matices. Pues creer no es afirmar la existencia de una de esas figuras concretas, sino resistir en el anhelo, gustar la vida, mantener firme el ánimo para vivir, para dar valor a todo y ayudarnos. Bienvenidas sean aquellas representaciones, ni ingenuas ni dogmáticas, que nos alegran la vida y dan luz a la nihilidad y alivio al sufrimiento.

      No obstante de estas cosas y seres divinos mejor es callar. Y de lo que somos, de aquello que hacemos, disfrutamos y padecemos, sí es mejor hablar. Abrir unos y otros el corazón mental siempre sumido en la penumbra de la incomprensión que nos constituye. La consciencia es el mayor don y a la par la causa principal de nuestro latente malestar por no saber. Algo propio de toda la humanidad crea o no crea en Algo o Alguien, y anterior a cualquier reconocimiento de un nombre y ser divino. Por eso es más importante construir en diálogo intuiciones y creaciones comunes que saber “a Palabra cierta” de dónde venimos o a dónde vamos. Volar como esas bandadas de pájaros completamente sincronizados que trazan figuras espectaculares en el cielo, que bordan sentidos sin saber dónde van y porqué vuelven y revuelven, tan bruscamente, en el mismo cielo; nosotros en la misma incomprensión de siempre, en dónde, cómo, por qué y para qué “vivimos, nos movemos y existimos”.

      Valga esta entradilla para sumarme a la conversación abierta por José María Castillo sobre nuestro libro “Después de Dios, otro modelo es posible” en el que colaboro. No soy teólogo y menos con la dedicación y acierto de estas personas, Castillo, Vigil y Arregi, pero como he aprendido mucho de ellos tengo por deuda incorporarme a sus reflexiones, volando junto a ellos.

      Comparto con José María Vigil la coordinación del citado libro en la colección Nuevo Tiempo Axial orientada a la explicación de cómo los nuevos paradigmas epistemológicos y las investigaciones científicas e históricas, están construyendo otra interpretación del cristianismo. Algo muy similar a lo que hizo la Teología de la Liberación desde la perspectiva social pero ahora desde el punto de vista de la secularización y el no-teísmo. No comparte Castillo esta perspectiva, la crítica y nos tilda a los autores del libro de sabiondos y ateos escondidos por vergüenza. Ya ha aclarado sus palabras.

      Sin embargo esas mismas expresiones revelan un cierto sentir general de la teología actual. Casi siempre ocurre igual, que los viejos paradigmas se sienten amenazados por los nuevos modelos hasta que poco a poco se van remplazando. Por mi parte comparto la idea común con Vigil y Arregi de que estamos en una metamorfosis o reinterpretación profunda de ese término tan valioso y usado, Dios. Y quiero añadir en este sentido un reconocimiento, además de a Arregi a la labor pionera de José María Vigil a quien no menciona Castillo en su aclaración.

      La mayor parte de los que frecuentamos estos blogs, yo mismo, somos de la generación religiosa que se va de la vieja comprensión de Dios, la que vive de solventes rentas creyentes que nos permiten dispendios atrevidos de creatividad. Nos educamos en el nacionalcatolicismo, donde perdimos la fe, abducida por una derecha mental de rostro religioso, donde ganamos en dogmatismo y sacralidad. La generación que se recuperó con el Vaticano II pero sin resurgir como los ojos del Guadiana. Dio lo mejor de sí en la teología de la liberación perpetuando el maximalismo moral en la praxis revolucionaria y enriqueciéndose humanamente con los pobres. Pero todo este mundo religioso está caduco. Responde a un esquema teísta y dualista y a una epistemología dogmática. Hasta hace bien poco no nos hemos atrevido a poner en cuestión el absolutismo de la palabra bíblica, a destronar la revelación como fuente mejor y más elevada que la razón. Pero por fin hemos cambiado los papeles, hoy es la buena y bella razón la que siente que “nace y sale” algo desbordante de su propio ser, palabras humildes de consenso humanitario. Una divinidad de abajo arriba, una trascendencia de la inmanencia.

      De la densa religión vamos destilando jugos de nuevas significaciones y silencios expectantes. Las “piernas inquietas” no nos llevan a ninguna parte pero la mente, fortalecida en el subsuelo de la fidelidad, se atreve a viajar por sendas intransitadas para lograr una mayor universalidad. Todo para que la sabiduría originaria, la palabra o relato evangélico, sea accesible en el presente donde el tiempo ha cambiado tantas cosas.

      Dos grandes pasiones han guiado el vuelo colectivo de nuestra generación de modo muy intenso y arrollador. Han conformado su modo de vida, han construido su personalidad y ahora desplazadas por la indiferencia o la crítica no sabemos cómo llamarlas. La primera, el mar o “Dios” porque todos los nombres le van pero ninguno le cae bien. De la segunda, Jesús, el árbol de la vida y la sabiduría, podría decirse “una persona como nosotras”, pero tendríamos que explicar previamente cómo somos nosotras cuando ya estamos moldeadas por él.

      Con nuestros vuelos y deconstrucciones volvemos al pasado y en cada vuelta y revuelta, sin renegar de lo vivido, se nos da otro sentir. Tal nos ocurre ante el mar de la divinidad y, valga la metáfora, el árbol del buen y bello sentir en medio del bosque. El mar, la divinidad, lleno de gotas fundidas; el árbol, Jesús, indicando un lugar y un camino. El término Dios en muchas personas ya no significa ese “Dios” de los Cielos, Creador y Redentor, omnipotentemente sabio y bueno, fruto de una inspiración particular erigida categóricamente como figura universal o Theos salvador. Ni Yahvé o Alá, ni Brahman, ni Visnú. Tampoco literalmente Padre o Madre a no ser “desde el sexto sentido” mudo de nacimiento, como así ha sido en gran parte en los místicos, los profetas y el “pueblo compasivo” que habita en muchos lugares pobres. Si sacamos la referencia al Padre/Madre de su registro simbólico la convertimos en una fórmula blasfema, mal dicha, en una figura realista. Y ya en ese registro descriptivo terminamos levantando una filosofía y teología extremadamente explicativas. Ponemos a Dios dentro de la dorada custodia de la razón discursiva y procesionamos internamente por sus atributos.

      Las palabras de Castillo reflejan ese núcleo inamovible del absolutismo religioso, el discurso de fondo de toda la teología actual que no encuentra eco en la sociedad y no se atreve a poner en cuestión sus creencias y simbolismos. Ni el Dios omnipotente y arriba por muy Padre o Madre que lo sentimos, ni Jesús como Hijo de Dios, son hoy creíbles. Y menos la Redención. Jesús es un relato inspirador, una historia incompleta y un constructo religioso. El dato originario o Evangelio es un relato de fe, ni una historia ni una filosofía. A partir de ese relato se ha intentado rehacer su historia, su “vida y milagros”, un propósito atrevido con resultado muy valioso pero algo engañoso según se interprete. Y por otro lado se ha construido un inmenso edificio racional desde la preeminencia y la autoridad de la “filiación divina”, el Cristo Hijo de Dios, un constructo sumativo de todas las experiencias y diferentes teorías de veinte siglos. Es el Cristo de la Iglesia; pero Jesús no es como ese “Dios” [1], persona trinitaria y señor supremo en sentido literal o Theos.

      En todo caso lo decisivo no es tanto cómo existió Jesús ni la atribución literal de divinidad, cuanto la elevación que despierta y la incondicionalidad que nos suscita, eso que ocurre en la memoria y el interior de quien acoge su relato como inspiración de su vida. La “divinidad de Jesús” no es un rasgo objetivo de su persona sino la incondicionalidad que le otorgamos cuando decidimos dejarnos afectar por su sabiduría

      Otro Dios, otro Jesús y otro cristianismo son posibles. La nueva epistemología e interpretación de la “materia” o realidad, la envergadura del cambio que desde la info-bio-tecnología se nos viene encima, la desigualdad social tan escandalosa juntamente con las sacudidas del absolutismo liberal nos piden una reconstrucción muy profunda del viejo paradigma redentor. Con Dios o sin Dios, desde Jesucristo u otros testimonios, con la ética y la política, con el arte, la música y el cuidado mutuo es preciso llegar a un cambio de la ropa interior del “alma”, sentir otra divinidad, nuevas significaciones para un vuelo global de sentido para toda la humanidad, no solo para los fieles de una determinada religión.

      Nos dice Castillo:

 “si no aceptas la “trascendencia”, lo que no aceptas es el Evangelio. Es decir, lo que no aceptas es el cristianismo.”

      Si por trascendencia se entiende la permanente referencia a un mundo sobrenatural separado de este, expresado en ese mundo salvífico paralelo que he citado antes, entonces es verdad que no aceptamos el evangelio, es decir no aceptamos la interpretación tradicional católica que se ha dado al evangelio fundada en el Hijo de Dios encarnado y resucitado. Pero el Evangelio es justamente lo contrario, una vida derrochando amor hasta que te la quitan. Y la muerte no redime de nada. Lo que da vida es el poder germinativo de la realidad.

      Tenemos que hablar de la trascendencia. Marcel Proust despierta su memoria al morder una madalena. Nosotros despertamos la divinidad en el sabor y valor de las cosas. Nos gustan las madalenas pero no sabremos nunca si el gusto de la madalena en ese letargo de un sueño interrumpido, empapada en la leche del día por delante, está retransmitiendo otros días y vida donde se genera y conserva ese gusto en grado absoluto. Si ese rico desayuno es solo una participación de una gran comida celestial que nos espera. Lo cierto es que los tiempos de Platón ya pasaron. Antes de decir que hay un gran Sabor en algún incognoscible “lugartiempo” hagamos una pausa para hablar. Para encontrarnos con la mentalidad actual que suspende ese impulso a crear mundos paralelos y superiores. Ese compás de espera se llama un agnosticismo creyente, un amar sin saber a la espera de atribuirlo o no a un sabor madre.

      Quizás tenga razón Castillo de que somos ateos camuflados, de que no sabemos desayunar con la calma suficiente para degustar el sabor de las madalenas, para sentir la trascendencia en la inmanencia. Pero el ateo no es tanto el que niega un Dios, eso es posterior, sino el que al romper la cáscara de lo inmediato no encuentra la yema o no degusta el significado preñado y naciente en el mordisco de la madalena. Y nosotros, ¡bien que lo encontramos! Son pocos aquellos a los que no les gustan la madalenas. Podemos ir llamando Dios a estos valores y sabores que “nacen y salen”[2] en cada madalena o realidad porque si no, no encontraremos nunca un nombre adecuado para tanta maravilla. Ni tanto ánimo para compartir con tantos que no tienen ni pan. Son muchos los que tienen hambre y no pueden degustar apenas nada. Entonces las campanas de su alma, de su “ropa interior” no les llaman a divinidad. Por eso es bueno que haya una panadería en cada barrio.

      Concluye Castillo:

Todo esto, querido amigo José, no es sino un punto de partida. Que nos tendría que llevar a la lapidaria afirmación de Kant: “La praxis ha de ser tal que no se pueda pensar que no existe un más allá”.

      Ni tampoco que se pueda pensar que el más allá es un certificado a pies juntillas, que es lo que ocurre cuando se confunde creencia con verdad y certeza. También parafraseando al mismo filósofo se puede decir que: “La praxis o la creencia deben ser tales que puedan ser tenidas como un bien por toda la humanidad”. Y hoy por hoy no toda la humanidad tiene el actual cristianísimo como un bien. Hay que buscar otro y no confundir la búsqueda con deserción y ateísmo.

Santiago Villamayor, 22-5-2021

 

[1] Véase la cristología de Jose Arregi y la genealogía de “Theos” de José María Vigil en el libro citado.

[2] Título de mi artículo en libro origen del debate, “Después de Dios, otro modelo es posible”

70 comentarios

  • M.Luisa

    Hola, Isidoro, buenos días!, ayer leí este último comentario tuyo, pero ahora no me voy a dirigir a él,  sé que no te extrañarás si vuelvo a un asunto que dejamos atrás  porque  como  yo misma  he expresado   aquí  repienso todo aquello que escribo y ahora me gustaría hacer un poco de hincapié  en algo que nos salió al paso días atrás.

    De lo que se trata solo pondré los dos encabezamientos,   el tuyo y el mío de nuestros respectivos comentarios  del pasado 31 de mayo, para ahora hacer del mío una mejor y  más amplia explicación con la intención  de hacértelo más entendible  después de tu sinceridad conmigo.  Pues bien transcribo solo, como digo los dos encabezamientos:

     Isidoro31 mayo 2021, 16:58 pm • Responder 

    El humano, como animal gregario e inteligente,  está diseñado evolutivamente para relacionarse con congéneres, mediante un sistema de comunicación, verbal y gestual. A dirigirse a un Tú, y atender sus mensajes.

    M.Luisa31 mayo 2021, 17:50 pm • Responder

    Ya me disculparás, Isidoro, pero creo que estás en un error, el ser humano o,  es gregario o es inteligente,  pero las dos cosas a la vez no. Los seres humanos vivimos en sociedad, en comunidad, como quieras llamarlo, pero no en rebaño, son cosas muy distintas…

    ————————–

    A primera vista ya se ve que la mía fue  una respuesta un tanto precipitosa  aquí precisamente se cumplió  aquello que nos dices a veces de que en un comentario no puede abarcar todo lo que se quiere decir.  Pues bien ahora en resumen lo intentaré.

    Desde el punto de vista de la realidad humana, la convivencia  procede precisamente del paso de la agrupación animal a la sociedad humana. De ahí que a la sociedad le pertenezca  no solo aquello que se tiene  por naturaleza sino también   aquello apropiado a nuestra inteligencia  y que lo hacemos nuestro  creando  sociedad, es una apropiación,  algo que no podría suceder  si solo de las cosas tomásemos su mero significado  objetivo  como hacen los animales para vivir. La ceguera(carencia de intelección)  a lo real hace que se agrupen, es lo característico de su naturaleza, pero no de la nuestra.

    En resumen,  la convivencia social  es el resultado pues de esta  precisa  estructura psico-orgánica formalmente unitaria    en la que consistimos los humanos.

    Espero, ahora, haberme explicado mejor. Un saludo

     

  • Isidoro

    Amiga M.Luisa: Dices y creo que muy bien, que la teoría se ha de subordinar a la experiencia. Pero esto yo lo entiendo como que el proceso va de abajo a arriba.

    Muchas veces me has etiquetado de psicologista, mientras que tú te etiquetas de filósofa. (El que parte y reparte…).

    Pero es que la psicología es una rama de la filosofía, que se ha desgajado, no por ir en contra de ella, sino porque al aumentar mucho los conocimientos experimentales y por ello teóricos, sobre la conducta humana, ha adquirido una categoría académica propia.

    El hombre moderno, ilustrado, tiene que basar sus reflexiones sobre el humano y el mundo, (y hasta sobre Dios –aunque aquí con reservas), en su racionalidad.

    Pero conocedor de lo muy falible que es la mente humana, debe utilizar un método precautorio, para dirigir y controlar el caballo autónomo que es nuestra mente. Y ese método, es el método científico.

    La visión práctica, experimental, se diferencia de la teoría filosófica “pura”, en que esta se basa en unos supuestos-postulados, de lo que creemos que debe ser la realidad. Mientras que la visión experiencial, es consciente de lo que es posible hacer y lo que no, en cada momento.

    Es verdad, que hay campos del conocimiento como el comportamiento humano, y las ciencias sociales, que no son tan proclives a utilizar el método científico puro. Y por eso hay múltiples teorías psicológicas de todo.

    Eso les sirve a algunos para descalificarlas. Pero en realidad, al ir muy unido desde el principio la psicología con la terapia de campo, esta actúa en cierto modo, como  un elemento de control de la dispersabilidad de la mente.

    Porque la especulación pura lo puede todo, y el papel lo aguanta todo. Pero la realidad es muy distinta, y el ser humano es mucho mas complicado de lo que la antropología clásica griego-cristiana, ha asumido.

    El psicólogo científico, no puede empezar su labor, atado a una teoría antropológica ideológica previa, sino que estas las debe poner en cuestión con la experiencia real. (Puede hacerlo, pero su labor quedará tergiversada de origen).

    Decía Lacan que “el psicoanálisis es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana”.

          “Desde Freud el centro del hombre ya no es más lo que pensábamos que era. Ahora tenemos que salir de ahí”.

    Y es que Freud, Jung, y los grandes “psicólogos”, no eran simples terapeutas, traspasaron  claramente la línea científico-médica, y se ganaron el carnet de filósofos de primera.

    (Es otra gran confusión que ha traído la necesaria especialización y compartimentación académica de los saberes, y la falsa dualidad  de los dos mundos contrapuestos de ciencias-letras).

    • M.Luisa

      Amigo Isidoro, entretenida en otras cosas me he retrasado un poco, pero ya había leído este comentario tuyo, por lo que ahora paso a comentar y a expresarte mi opinión sobre él.

      Me satisface empezar diciéndote que has entendido muy bien el sentido de abajo arriba que hay que darle a la frase que seleccionaste, el cual coincide, pienso, con el propio sentido temático del artículo.

      En cuanto a tu segundo párrafo me lo tomo un poco a risa, claro que estoy convencida de que tú también, porque yo no tengo nada de filósofa solo soy una simple aficionada y aun por rigurosa y estricta necesidad. Pienso que, en cuanto a ti lo mismo, te aficiona la psicología y has sabido sacar de la mano de importantes psicólogos un buen provecho de ella.

      Ahora bien, déjame puntualizar y es que la psicología dejo de formar parte de la filosofía a partir de la fenomenología pero yendo más allá de la iniciada por Husserl. Ahora, desde entonces, ya son dos disciplinas bien diferenciadas.

      Desde que la filosofía tomo interés por las ciencias y se adentró en ellas a principios del pasado siglo, ya integra en ella en forma de esa unidad psico – orgánica, a la que antes me referí, la dualidad que se entendía anteriormente desde los comienzos de la filosofía por alma y cuerpo de cuya problemática fue haciéndose cargo la psicología.

  • M.Luisa

    Pienso que la adecuada medicina  se encuentra  ya en lo que nos aporta este artículo de S. Villamayor  lo que ocurre es que el componente medicinal no queda registrado  a modo de instrucciones  como en el antiguo, hay que probarlo, hay que experimentarlo. Hay que atreverse, solo así sabremos de lo que hablamos.

     

    Mira, tal vez ahora, Isidoro, comprendas  una cosa que vengo repitiendo con bastante frecuencia  y quizá sea una de tantas  de aquellas  resbaladizas que no se acaban de entender como decía  ayer. Se trata de  aquella que la expreso diciendo que en la actualidad, a partir de la física cuántica, es la teoría la que se ha de subordinar a la experiencia, cosa que tradicionalmente ha sido a la inversa. ¿No te suena este orden al mismo que se subraya en el titular de este artículo? Una trascendencia de la inmanencia, es decir, de abajo  arriba.

     

  • Isidoro

    Decía M.Luisa ayer una idea muy interesante, digna de reflexión. Decía: “…con los años que llevamos comentando y comentando, no cesamos de repetir en los temas principales continuamente el mismo diagnóstico, sin dar ni un ápice con la adecuada medicina”.

    Yo también me pregunto, ¿qué hacemos aquí, dando vueltas y mas vueltas?. Y siempre me acuerdo de la frase sabia de mi madre, que nos preguntaba si solo estaríamos “llenando el  camino de huellas”.

    Creo que ese es uno de los problemas de nuestro tiempo, que como hay tanta información, que ya nos sale por las orejas, y estamos siempre acuciados en una sempiterna búsqueda y análisis, y no encontramos tiempo para reflexionar y sacar conclusiones prácticas, que incorporar a nuestra cosmovisión.

    Es ese buscar y encontrar el centro de gravedad permanente, que el recientemente fallecido Franco Battiato, nos señalaba en sus melodías.

    Somos como esos pajaritos de los documentales de la tele que acopian materiales para construir su nido. De cuando en cuando, ven un huequecillo, o un palito mal puesto y que sobresale, y continuamente lo están reparando, yendo a buscar el material necesario, para tener el nido “niquelado” y confortable.

    De forma similar, todos, desde el periodo de nuestro primer aprendizaje, vamos creándonos un relato personal propio, que mantenemos a lo largo de nuestra vida, una cosmovisión personal de todo, que vertebra nuestra existencia, “un relato mecánico, estereotipado trufado de creencias, de errores cognitivos y de generalizaciones, de ideas sobrevaloradas y de autoengaños: de mitos individuales, paralelos a los grandes temas de los que se habla en la mitografía”, (Francisco Traver).

    Esta cosmovisión-pastiche personal, supone nuestra columna vertebral, y nos agarramos desesperadamente a ella, solo para mantenernos confortablemente y en pie. “La gente se siente muy amenazada cuando alguien cuestiona el sistema de creencias establecido, porque para ellos ese sistema, es un asidero y no toleran que nadie lo ponga en tela de juicio”.

    Esta columna vertebral cognitiva de la persona, es tan importante para nuestro equilibrio psicológico, que todo ataque contra ella, nos pone en alerta máxima.

    Porque para evitarnos la ansiedad y el dolor existencial de sentirnos a la intemperie, sin nuestro querido y cómodo “nido”, la mente dota a esa cosmovisión de una gran carga de energía afectivo-vital, mediante el fenómeno de la catexización o “enamoramiento”, que nos la hace muy valiosa emocionalmente.

    De ahí que toda idea contraria a esta cosmovisión de la que nos hemos dotado, genera una gran resistencia e irritación, pues es vista como un grave ataque personal a nuestro equilibrio psicológico.

     

    Hay dos tipos de personas, los que mantienen con su cosmovisión un equilibrio muy estable, y por otra parte, los que por decirlo de alguna manera, están en un proceso de crisis existencial perpetua, manteniendo un constante y neurótico equilibrio inestable con su cosmovisión.

    Pues lo mismo nos pasa a los humanos con nuestra cosmovisión. Hay los que se conforman con lo que ya han encontrado, y los inconformistas, que siguen buscando y buscando información, sin pausa ni tregua.

    Pero la vida es inestabilidad. De esta emerge el avance. Cuando estamos demasiado tranquilos, estaos a un paso de sentirnos muertos. (“El equilibrio no es la finalidad, ni la meta de los sistemas abiertos. Para mantenerse viable, un sistema abierto necesita hallarse en constante estado de desequilibrio – Ilya Prigogine”).

    Todo el camino de la maduración humana, recorre la misma “noche oscura del alma” de la que hablaban los místicos, pues es a oscuras como se realiza la mayor parte del trayecto, con la esperanza de que al final del cual esté la luz, el supremo arquetipo universal, el vacío que todo lo crea y de donde todo procede.

     

  • Isidoro

    Amiga M.Luisa: Verás yo desde hace tiempo, he adoptado una costumbre que leí que tenía Humberto de Saboya, que decía, que un puro y una condecoración no se le niegan a nadie. Yo lo parafraseo y añado, y el apelativo de “amigo/a”.

    Yo creo que es una declaración previa de buenas intenciones: la amistosidad, la simpatía. Es como el darse la mano, que no significa que te la puedas quedar para ti. (El que tiene más de 2-3 amigos, no sabe lo que es la amistad de verdad).

    Respecto al problema de que no te completo los diálogos, te diré que la culpa es mutua. Por una parte, en mía, porque en general, me cuesta mucho entender a los demás en lo íntimo de su pensamiento. Y a mí no me gusta la logomaquia, el discutir de palabras, sino que me gusta discutir de ideas.

    Pero en tu caso, tú, también tienes mucha culpa, porque te encastillas, cuando quieres, en un lenguaje ininteligible para mí, (y me imagino que quizás a los demás, excepto quizás Iñaki, aunque sinceramente lo dudo –le puede el cariño), y no sé qué has dicho, con lo cual, ¿qué te voy a contestar?.

    Y eso se agudiza, cuando veo, que cuando quieres te sabes explicar muy clarito, con lo que da la sensación de que lo haces a posta, quizás por pereza de tener que “traducir” tu argot filosófico, (donde tú te mueves muy bien y tienes ventaja), al lenguaje, no vulgar, sino simplemente normal.

    Aparte de que en el contraste de pareceres, o se encuentra uno ante un error garrafal, y no es bonito señalárselo a nadie, (aunque a ti te gusta mucho eso de “¡Isidoro, estás muy equivocado”!), o se trata de una visión personal distinta, en que ninguno va a cambiar por mucho que le diga el otro, no por falta de voluntad, sino porque cada uno tenemos nuestra propia cosmovisión personal que es nuestra columna vertebral cognitiva y defendemos a capa y espada, para no acabar en el suelo.

    Total, que yo creo que el “diálogo”, que en la realidad suele ser un diálogo de sordos, para lo que sirve es como estímulo a la creatividad personal, y así seguir afinando el pensamiento propio, y nuestra cosmovisión personal, lo que no es poco.

     

    Entrando en harina, yo creo que mas o menos pensamos lo mismo en lo referente a la evolución emergente.

    En mi comentario, hago una especie de asociación, (no sé si acertada), entre los dos componentes el Universo, (materia/energía, e “información”), con la inmanencia, (la materia/energía), y la trascendencia, (la “información” o  destilado de la Inteligencia).

    Y señalo como durante todo el proceso evolutivo, la materia/energía, se mantiene cuantitativamente estable, mientras que la “información”, va creciendo acumulativamente con el tiempo.

    De esta manera la materia/energía, se va complejizando, llegando primero al estadio de vida orgánica, y posteriormente, incrementándose la conciencia de los nuevos entes emergentes, hasta llegar a nosotros, con una mayor conciencia y capacidad de intelección

    Entonces nuestra especie ya tiene una parte “trascendente”, considerable, mientras que nuestra inmanencia, se mantiene estable cuantitativamente: las partículas subatómicas de los átomos de nuestro cuerpo, ya estaban hace 13.500 años en el caldo primigenio del Universo: estamos hechos de polvo de estrellas.

    Y mi referencia a los atributos de “Dios”, es para remarcar que nuestra “trascendencia”, no es más que una versión pobre y muy limitada de la “Trascendencia”, que asociamos a “Dios”.

    La trascendencia humana estaría constituida por nuestro cultivo de los tres grandes Valores: Bondad, Búsqueda de la Verdad, y disfrute de la Belleza y de la Alegría, cuyos summuns de los tres, es lo que asociamos con “Dios”, (la “Trascendencia”).

    Por decirlo así, nosotros respecto a “Dios”, seríamos algo paralelo a un feto de quince semanas, con respecto a Einstein. Por eso no es nada descabellado la frase de que somos “hijos de Dios”.

    • M.Luisa

      No, Isidoro, si las buenas intenciones nunca sobran, pero solo si se hacen reales en las obras, de ahí que no me importe que se me niegue esa costumbre del puro y de la condecoración y sí en cambio me importa que se esté por la labor.

      Dicho esto agradezco ese gentil movimiento tuyo que aun entendiendo que no es fácil, como dices, penetrar en las ideas propias de cada cual, sin embargo, te muestras voluntarioso.

      Ahora bien, pienso que una terminología adecuada y precisa ayuda mucho para entrar a comprender esa complejidad de nuestro tiempo y la formación de ideas lo cual es por lo que no confío demasiado en la navaja de Ockham que propusiste tu mismo el otro día.

      Como he expresado otras veces lo simple es solo un momento de la complejidad. Además, eso que dices del lenguaje tienes algo de razón, pero sabes por qué? Porque tú te encasillas en hablar desde el “ser” psicológico y por mi parte me encasillo a hablar desde la “realidad”, son dos campos distintos, dos perspectivas distintas… Bien creo que esto es suficiente, te agradezco tu esfuerzo e interés.

      • Isidoro

        Pero M.Luisa, si esa “terminología adecuada y precisa, que ayuda mucho para entrar a comprender esa complejidad de nuestro tiempo y la formación de ideas”, no la entiende con el que hablas, es como si le das una explicación perfecta, per en chino, y no dispone de traductor.

        El que escribe para otro u otros, debe adaptarse a que le comprendan. Si no se hace así, solo se hace un acto de solipsismo.

        ¿Y de verdad crees, que yo no estoy por la labor?. Si estoy escribiendo mas que Carmen. Ya puede espabilar, ya, porque la voy a ganar. (Carmen: es broma).

        • M.Luisa

          Esto que me dices es bien cierto, Isidoro, ¿tú crees que no me doy cuenta de los resbaladizos de interés que resultan mis comentarios? Ahora, la contrapartida no es que sea más alentadora, yo que soy consciente de ello también me doy cuenta de que con los años que llevamos comentando y comentando no cesamos de repetir en los temas principales continuamente el mismo diagnóstico sin dar ni un ápice con la adecuada medicina.

          Aún sabiendo incluso el perfil de incomprensión que aportan mis textos me agarro a ellos porque lo que no descubrirás en mis comentarios falta de coherencia entre ellos. Esto se debe al intento de sistematizar mi pensamiento.

          ¿Además piensas que a mí no me cuesta acertar en tus explicaciones con la ambigüedad que a veces descubro en ellas? Llevan sustancia sí, por eso las leo y las releo mil veces.

        • Carmen

          Es que me aburro un montonazo. Y así me distraigo. Llevo cinco semanas y media en reposo en un sillón. Uuuuuufffffff.

      • Iñaki SS

        Es un placer leeros a los dos, M.Luisa e isidoro, tratándo de penetrar en los intríngulis de la psicología y la filosofía. Aunque siempre me he encontrado más pez en la segunda que en la primera, ahora, de vejete, creo seguir mejor el discurso desde la realidad, que desde el ser psicológico. No seas celoso, Isidoro, que solo es eso.
        Un cordial saludo.

  • M.Luisa

    No, no espero que me respondas, Isidoro, últimamente con tus acostumbrados  encabezamientos  parece que tu mismo te excusas de ello, pero yo entiendo la amistad no de palabra sino por los hechos     y aquí los hechos significan comprometerse en el coloquio    y no dejar a alguien sin respuesta a quien previamente algo le has   preguntado.

    En cualquier caso daré mi opinión respecto a tu comentario de ayer,  el de las 9h 48¨ y en la línea, al menos intentándolo, de S. Villamayor.

    En efecto, todo hay que contemplarlo como tú mismo  dices evolutivamente  pero no como  un deslizamiento progresivo ni tampoco direccional, sino  desde  una evolución de carácter emergentista.

    La física actual explica y expone el carácter evolutivo  del universo con estructuras en configuración    lo cual significa que unas mismas estructuras pueden dar lugar a realidades físicas  muy distintas según sean las configuraciones en que se hallan colocadas. Cada configuración procede de la anterior, según  el juego de las leyes estructurales de la materia contenida en ella.

    Es desde esta inmanencia fontanal     desde donde hay que encaminar  la trascendencia

    Con todo,  pregunto, retóricamente, claro. ¿Cabe relacionarla  con ese intento de definir a Dios  a través de sus  atributos?

    Un cordial saludo

     

  • Isidoro

    El proceso evolutivo general, del que el humano actual, es un estadio temporal más, da toda la impresión de que es un proceso evolutivo desde la inmanencia a la trascendencia.

    Todo hay que contemplarlo evolutivamente. No es un cambio discreto, de esto a lo otro. Sino un deslizamiento contínuo, progresivo, de una situación teórica de 100-0, a 0-100, pasando por todos los estadios intermedios posibles.

    Podríamos decir que en el momento uno del Universo, la materia constituyente del caldo primigenio, tenía dos componentes, la materia/energía, propiamente dicha, (teórica pura inmanencia), junto con unos quantos de “información/orden-inteligencia”, (trascendencia pura), que conformaban y dirigían su destino futuro.

    El proceso evolutivo, (impulsado por la fuerza universal genesíaca trascendente), continuó, y se fueron produciendo múltiples y sucesivos entes, en los que en el binomio citado, cada vez era mayor la parte trascendente.

    El humano actual, el “Cromagnon” moderno, que es la 20ª o 21ª subespecie evolutiva del “homo”, somos el ente terráqueo con mayor contenido “trascendente” que se ha producido, hasta ahora.

    Esta “trascendencia”, se haya contenida e impulsada por nuestros programas autónomos instintivos, hacia la Verdad, la Bondad y la Belleza/Alegría.

    Indudablemente, (por los hechos incontestables), existe una flecha direccional evolutiva hacia cada vez más componente  trascendente.

    Y eso se observa eventualmente, en la presencia entre nosotros de personas, que han alcanzado un alto nivel de maduración humana, con unas altas capacidades trascendentes, destacando en alguno o en todos los tres grandes Valores.

    Jesús, pudo ser uno de ellos. (La realidad es que del Jesús histórico sabemos muy poquito y poco fiable, y son más bien relatos hagiográficos, pues en la época de los evangelios, ya la figura de Jesús estaba muy hiper-ensalzada, proceso que culminó en los cuatro primeros siglos, con su deificación).

    Sabemos, que se equivocó, haciendo (supuestamente), predicciones que no se cumplieron. Su mismo destino, parece como que le cogió por sorpresa, (angustia del huerto de los Olivos).

    Ahora bien, de la sabiduría que desprenden sus parábolas, se denota que era un humano muy maduro y avanzad en su metamorfosis personal.

    Estas grandes figuras humanas, nos marcan el camino que seguirá nuestra especie,  respecto a la evolución general.

    Y ya hemos llegado a un nivel de conocimientos, que nos permiten, proseguir y avanzar dicha evolución, por nuestro propio impulso, sin esperar a mutaciones evolutivas naturales.

    Posibilidades tecnológicas, como la manipulación genética, la manipulación neuronal, la ortopedia informática y cibernética, implantes de todo tipo, etc. nos permitirán ser ya la última especie humana natural, aunque quizás para dar paso a una nueva especie inteligente autodiseñada y autoconstruída, de seres sabios, buenos, felices y sensibles, verdadero hijos de su Padre, y parecidos a Él, (en el caso de que exista como tal).

    Esa será la Plenitud humana, tan soñada por Jorge.

     

    • Isidoro

      Y si se duda de la relación entre la trascendencia y los tres grandes Valores, pensemos, que si intentamos definir a “Dios”, la suprema “Trascendencia”, lo haremos a través de sus atributos.

      Como el summun de la Bondad, el summun de la Sabiduría, y el summun de la Belleza/Alegría.

      Todo lo que suponga aumentar en esos tres atributos, supone un acercamiento a lo que se supone que es Dios”.

  • Carmen

    Hola señor Villamayor.

    No sé a qué ha dedicado su vida laboral. La mía la he dedicado a la enseñanza. No sé de teología ni de filosofía ni cosas de esas. Pero tengo ojos que ven y oídos que escuchan. Y he conocido a muchísimas personas jóvenes, adolescentes, niños, padres de niños y niñas… además de las personas de mi entorno.

    Está todo muy bien. Dicen todos cosas muy interesantes y a veces me quedo sorprendida de la hondura de pensamiento de muchas personas  a las  que leo.

    Por circunstancias últimamente convivo más tiempo con mis hijos. Se turnan para cuidarme . Y hablamos.

    Mi hijo mayor acaba de ir a su casa para acostar a los niños. Ha pasado la tarde conmigo. La conversación ha ido derivando y como tiene esa idea que tiene de su madre, católica irredenta, a la que la iglesia le ha arrebatado gran parte de su sentido común , acaba todas las conversaciones igual. Soy anticristiano porque el cristianismo ha hecho mucho daño con todo eso de la otra mejilla y mata a quien quieras y luego confiésate que todo se arregla y lo que importa es esa vida rara que os inventáis después de la muerte, así no se puede construir un mundo más justo. Yo creo en la reciprocidad, en ayudar al que tenga al lado, si me deja, pero todo eso de yo te perdono porque soy buenísimo, mira mamá…

    Y esa es la realidad. El cristianismo ha fracasado a día de hoy. No convence. Porque el mensaje que transmite la iglesia es que embiste al sentido común. Además de por lo que dice, por lo que hace. Ha leído una noticia que ha salido hoy en El País sobre los Maristas en los años ochenta? Yo sí.

    Me encanta leerles a todos, ya le digo, me quedo a veces boquiabierta. Pero la realidad va por otro lado. Lo que puede parecer muy esclarecedor a nivel intelectual, de verdad está sirviendo de algo?

    Pregunto.

    No importa. La sociedad saldrá adelante pese al cristianismo.

    He entendido perfectamente lo que usted ha escrito, pero en cuanto tengo un mínimo contacto con la realidad , no puedo evitar el preguntarme. Y, todo esto, estas discusiones…de verdad sirven para algo práctico o solamente sirven para , en fin, no voy a seguir hablando. Para qué?

    En fin.

    Buenas noches.

    • Carmen

      Nada más lejos de mi intención que buscar una respuesta suya. Pero vamos, ni de lejos.
      Sencillamente me apetecía decirlo.

    • Carmen, coincido en lo que dices en tu comentario. Hay un gran foso entre lo que hablamos y la mentalidad de la gente entre la que vivimos, en especial la de los jóvenes. Sí, yo también he sido profesor, no siempre. Y ya aprovecho para presentarme mínimamente que es propio de personas educadas. Tengo 73 años, casado, tres hijos y dos nietos. Nací en Huesca y vivo en Zaragoza, en un barrio donde acudimos cuatro compañeros jesuitas de la misión obrera hace 48 años. Participamos muy intensamente en la transición democrática, social y políticamente, como tantos otros militantes obreros. Trabajé de repartidor de ruedas y en un taller de muebles y terminada la época antifranquista, “revolucionaria”, ejercí de profesor de filosofía en institutos también de barrios. Ahora estoy en la retaguardia de la movida sociopolítica, ejerzo algo de senior en la empresa familiar agraria donde trabajan dos de mis hijos y, como hobby, me dedico a la repoblación forestal. Formo parte de una comunidad de base de las CCP. Mi otra dedicación es pues la reflexión cristiana. (Y por eso he logrado ser “Sr. Villamayor”… Gracias, Carmen, por el respeto y cariño que muestras en tu escrito ;). En estas reflexiones de esperanza, el cariño es la luz de la razón aunque no se vea nada.

      En las comunidades de aquí comentamos con frecuencia, como tú con tu hijo, esa desafección cristiana y religiosa. Por eso nos situamos “después de las religiones”, “después de “Dios”. También desconfiamos de tanto hablar como tú dices y entendemos esas posiciones anticristianas; están fundadas. Por eso nuestra heterodoxia. No queremos cristianizar a nadie sino cooperar en la maduración del mundo con todos, sea cual sea su religión, ideología o condición social. Y sobre todo con la humanidad que tu muestras en tu comentario. Algo que también percibo en otros comentaristas. Es muy de agradecer el tono de respeto y humilde aportación con que colaboráis la mayoría de este foro donde por lo que veo ya os conocéis de tiempo. Gracias y un abrazo, Santi

      • Carmen

        Tengo un amigo que , aunque nos conocimos hace unos diez años, lo considero un amigo de esos del alma. También es cura obrero. Jesuita. Sigue teniendo papeles. Leí algo sobre ese movimiento al que pertenecísteis. Muy interesante. A eso me refiero cuando a veces digo que aquella época de los sesenta, setenta, fue el momento de cambiar cosas básicas en la iglesia. El movimiento aquel de la teología de la liberación en América Latina es de esa época. La sociedad entera pedía un cambio. Ahí está Mayo del 68.
        Lo que no logro entender es qué sucedió. De repente como que se apagó todo. Los laicos, los cristianos de a pie de aquel momento también estábamos absolutamente receptivos a un posible cambio. Y de repente todo se diluyó. Habrá quien piense que todo es debido a la llegada al Poder del Papa polaco con su segundo de a bordo para esas cosas sobre la fe . Pero no llego a entender. Era el momento de la lucha. Porque los laicos estábamos dispuestos. Nada se podrá hacer sin nosotros. Y sin embargo nos quedamos solos. Jamás lo entenderé. Ahí empezó la gente a dejar de acudir a las iglesias y a pensar que todo esto del cristianismo era algo del pasado.
        Cierto que por lo visto había comunidades de base , reductos posiblemente de ese movimiento de renovación que surgió de abajo. De vosotros los sacerdotes y apoyados por nosotros, los laicos. Pero ese no era el camino.se necesitaba un movimiento mucho más amplio.

        Si todo aquello lo pudo parar el papado, entonces en papado en sí mismo es peligroso. Porque siempre se estará en manos de que lo ejerza. Por eso me da exactamente igual lo que diga que va a hacer el Papa actual. Porque el movimiento se demuestra andando. Y porque no se sabe quién vendrá después.

        Pero bueno. La vida siempre se abre camino, eso es así, pero por favor, que no me duerman con cuentos de hadas. Hasta mi nieta de cinco años sabe que pertenecen a un mundo diferente al real. Sobre todo por las brujas. No le gustan nada . Y siempre acaba diciendo: pero como no son de verdad…
        Encantada de conocerte.

  • M.Luisa

    Mi agradecimiento por su intervención tan esclarecedora.

    Reciba un cordial saludo!

  • No, no estoy ausente, solo que hay que estar presente en muchos sitios y no se llega. Gracias por los comentarios. Aclaro algunas confusiones que he podido crear. No soy teólogo y mis escritos son aproximaciones
     Mi “agnosticismo creyente”, como el de tantos, ni es nuevo ni es negativo sino todo lo contrario, es situarse en esa frontera en la que todavía es legítimo hacer afirmaciones pero más allá se suspende el conocimiento porque ya es el terreno de lo indecible. Ni niego ni afirmo que haya otras dimensiones fuera de esta realidad. No debemos vivir en una constante trasposición a otro ámbito que al nombrarlo siempre será instituido por nosotros. Nos basta sentirnos dinamizados hacia la totalidad y lo que nos falta.
    Hablo de un agnosticismo creyente porque es perfectamente compatible sin esa plusvalía extra-mundana y sin embargo sentir el anhelo profundo, la postulación que diría Kant, de que haya un remedio para las víctimas y una satisfacción para todos aquellos cuya vida ha sido más sufrimiento que felicidad. No me preocupa exageradamente una racionalidad o corazón y bondad última en el macro cosmos o una certidumbre en el microcosmos. Primero la ciencia, con su autocrítica tan exigente y luego la esperanza; de certeza poco y menos por revelación. Por lo tanto es un agnosticismo cognitivo y un “ojalá” supra ético, es decir que ama y pide plenitud sin un fundamento firme.
    En esta posición podemos converger toda la humanidad más acá de posteriores afirmaciones o negaciones de Dios. El Dios arriba, afuera, a veces proyectado e interiorizado, es decir objetivado, que hasta ahora ha sido el alma de nuestra vida puede haber sido una creación nuestra sin que por eso la dimensión de sublimidad o de incondicionalidad desaparezca.
    Coincido y me he alegrado con aquellos y aquellas que descubrís la trascendencia de las pequeñas cosas, los buenos ratos que pasamos y el dolor ante la desgracia ajena. Son flores y tumores que se abren en esta “materia dinámica” que nos ha ido formando de una manera emergente desde los primeros instantes de la realidad. Todo es una misma y única realidad que decía Spinoza. No hay dualismo que valga. Lo contrario, como decís también alguno y algunas, puede llegar a integrarse en un grado u otro, trascendencia e inmanencia, divinidad y humanidad, dualidad y no dualidad, etc.
    No por situarnos en el eclipse de lo sobrenatural dejamos de ser cristianos. Lo esencial del cristianismo no es “lo sobrenatural” que se abre a partir del año uno tras la muerte de Jesús sino lo que se “relata” de esos 30 años que pudo vivir. Ese modo de vida próximo a la gente más humilde, derrochando compasión y crítica al sistema, y que le llevó a la muerte. La desmesura de su atención o cariño. Esa sabiduría, más que una ética, ese relato contado por los evangelistas, más allá de los posibles errores históricos, y más acá de las construcciones dogmáticas de la iglesia. Eso es lo que vale. Y vale como también valen otras personas como él, aunque a muchos de nosotros la lectura de ese relato nos inspire más.
    La divinidad de Jesús y su Resurrección y otros fenómenos milagrosos no se pueden leer de un modo literal. Su valor divino se traduce en la incondicionalidad que suscita en nosotros cuando nos dejamos afectar por él. Creo que así la figura de Jesús puede ser reconocida por la mentalidad actual en la intensidad que cada uno quiera. El amor es libre. Es la iglesia la que ha construido todo un sistema de muchos hilos, místico, doctrinal, ritual, profético, etc. pero desfigurados por la hegemonía de lo estructural y el literalismo. Esa macro construcción está en crisis porque no responde ni a la mentalidad actual ni a la mentalidad de Jesús.
    Hay una gran tarea de reinicio del cristianismo de modo que pueda llegar a ser esa movida mundial por la justicia global y la felicidad que parece que fue también el proyecto de Jesús, más allá de revelaciones, mitos y ritos, exclusivos de una religión o de una secularidad roma.
    Santiago Villamayor

  • oscar varela

    Hola!

     

    Excelente Comentario – Reflexión de
    Iñaki SS
    29 mayo 2021, 21:34 pm · Responder

  • M.Luisa

    Hola, Jorge, buenos días! No quería insistir,  de ahí  mi demora que esta vez no ha sido por falta de tiempo sino  porque no quiero hacerme fuerte frente a tus planteamientos, pero leyéndote en tu conversación con Román me has hecho cambiar de idea, al menos para hacer alguna aclaración que pueda servirnos al menos  como puntos de encuentro.

    Sí, ya recuerdo  ese pequeño cambio de impresiones  que mantuvimos hace algún tiempo y precisamente  por este reconocimiento tuyo en favor de admitir ese primigenio campo de realidad  como fundamento  es por lo que ahora, tal vez, ganemos  en interpretación.

    No es que ese campo de realidad lo englobe todo como tal es la forma en que lo expresas,  sino que ha de considerarse  a la inversa si es que se tiene más o menos claro eso de la espacialidad y la temporalidad de las cosas,  es decir, ese aspecto de ellas que tanto ha gustado al amigo Iñaki, pues visto así son ellas las que estando previamente en conexión constituyen ese todo de la realidad.

    De ahí que nuestro decir lo que son, el logos quede necesariamente en suspenso. Por eso es por lo que los conceptos y también  el tuyo tan magníficamente  hallado  no sea  lo que primero  encontramos en ese Todo.  La Plenitud Humana no en tanto concepto sino en cuanto realidad será por supuesto algo que se nos dará,   pero no en un comienzo  buscando su  esencia en la precipitación conceptual donde  encasillamos las cosas que es precisamente  donde ahí se dan las contradicciones,    sino desde abajo   bosquejando su estructura  física que según lo dicho se comprende que nada tienen   de sobrenatural…

    • Jorge Felip Fernández

      Buenos días MªLuisa. Bien, destaco de lo que dices “la Plenitud Humana no en tanto concepto sino en cuanto realidad será por supuesto algo que se nos dará, pero no en un comienzo buscando su esencia en la precipitación conceptual donde encasillamos las cosas que es precisamente ahí donde se dan las contradicciones, …”

      En primer lugar una corrección marginal, la PH no la pienso como algo que se nos dará “desde arriba”, sino más bien algo que alcanzaremos entre todos/as en la historia con nuestro esfuerzo y creo que con la guía y ayuda de Dios implicado en el Proyecto de Vida dado por Jesús. Por tanto, no es una realidad presente sino una construcción en desarrollo por los seres humanos, con lo cual la Realidad Física en origen y evolución queda libre de connotaciones sobrenaturales, espirituales, trascendentes, …, libre de principios y fundamentos sobrepuestos al margen de la ciencia, y por tanto cabe incluso el materialismo-cientifisista.

      En segundo lugar, una frase de las tuyas difícil de entender “buscando su esencia en la precipitación conceptual, …” No sé si la he entendido, pero yo al buscar la esencia de la PH no encasillo las cosas en su precipitación conceptual, pues para mí quedan al margen como también la Realidad Física. Su campo conceptual se refiere a lo humano, valores humanos en plenitud, que surgen por la vida, palabra y obra de Jesús. Mi planteamiento propone un mundo sin Dios completamente ateo. Para mí Dios se relaciona con el mundo única y exclusivamente mediante los seres humanos, al implicarse profundamente en el Proyecto de Vida eterna para toda la humanidad sin exclusiones.

      No veo contradicción, pues en el mundo y todas las cosas que existen no tienen para mí ninguna dimensión divina, incluido el ser humano, solo en el futuro al hacerse realidad la PH alcanzada se nos abrirá para todos los seres humanos la divinidad en lo Eterno.

      • M.Luisa

        Solo unos apuntes, Jorge, porque no me puede extender. Sea este concepto de PH que no lo pienses como algo que se nos dé desde arriba, sino como algo que dices alcanzaremos con nuestro esfuerzo, en cualquier caso y aun prescindiendo de esta llamativa ayuda de Dios como una añadidura tuya, en los dos casos que mencionas, digo, el pensar coge prioridad cartesiana, es decir, “la” conciencia predispuesta y disponible para conceptuar la esencia de las cosas, por ejemplo la de la PH, que la sitúas al principio y haces partir de ella toda tu teoría. Pero la conciencia no existe como entidad, existen actos conscientes y también inconscientes y son estas actitudes de los actos conscientes las que nos han de llevar a la configuración real de las cosas, entre ella la de la PH, de ahí lo sustancioso del comentario de Iñaki.

        • M.Luisa

          Bien, Jorge, amplio un poco más mi comentario de ayer, pero sin esperar que me respondas si no lo deseas, agradeciéndote, eso sí tu atención.

          Otro punto de tu argumentación que no entiendo es por qué si dices no buscas la esencia de tu idea sobre la PH porque entonces no comenzar desgranando de la realidad humana aquellos aspectos que de un modo u otro intervienen – influyen, positiva o negativamente para esa su plena realización.

          Además, no entiendo cómo si dices que no se nos dará desde arriba por qué esa cooperación de Dios en nuestro esfuerzo? No estamos intentando en esta sección la manera de como hacer este paso del teísmo al no-teísmo? Es decir, descubrir en lo inmanente la trascendencia? Desde luego sin esa posibilidad de esfuerzo tan propia del ser humano nada puede trascender, pero no es que movidos por una idea al estilo platónico las cosas sean trascendentes, lo son por ellas mismas y por la experiencia que nos aportan de ello.

          Naturalmente que la realidad física en origen y evolución, como dices, queda libre de connotaciones sobrenaturales y trascendentes, pero siendo así no por ello se ha de poner solo la mirada en un materialismo cientificista como propone el positivismo y tu mismo, sino que hay que extenderla porque lo físico en lo científico abarca también las funciones internas y elementales de la materia.

          • M.Luisa

            …Terminaba esta mañana mi comentario con esa frase “lo físico en lo científico abarca también las funciones internas y elementales de la materia” pues bien me detendré un poco en ello.

            Dices en tus observaciones a Iñaki que solo en Jesús ves constitutivamente la Plenitud Humana y en las demás personas dices ver solo notas, acentos..cualidades aisladas, sueltas, entiendo, pero esto no deja de ser un resabio sustancialista, de ahí que a continuación digas que en lo humano hay que añadirle lo divino-trascendente. Pero cómo, me pregunto, si tu mismo dices que el planteamiento que propones trata de un mundo sin Dios completamente ateo? ¿No es esto una contradicción? Lo constitutivo de algo sea lo que sea, no se ve de buenas a primeras y menos lo constitutivamente humano porque esos elementos, esas notas que ves sueltas y aisladas, forman parte de una estructura interna y es solo a la vista de los hechos, cuando se nos revela por entero. Esta consideración es fundamental porque nos previene de ver en las buenas acciones algo privativo de alguien sustrayéndole esa imprenta estructural de carácter Universal

  • M.Luisa

    Retengo, pues, por su importancia  la objeción de Rodrigo, pero en ella no alcanzo a  ver  que lo que persigue el autor dependa  de una  aceptación por parte de quienes si hasta ahora  no han creído en el Theos cristiano en adelante sí pueden creer en esta  divinidad  que propone.  Pienso que si esto fuera así  su investigación ya partiría de una base muy débil, mejor es pensar, creo,  que su propuesta busca la conciliación entre las dos posturas, no tiene porque una, la atea,  con eso de la píldora endulzada sufrir las consecuencias  de este cambio de paradigma, es decir,    del teísmo al no-teísmo.

    También pudiera ser de que mi interpretación no fuera correcta.

     

    El vocablo divinidad en principio no tiene por qué avocarnos a la idea de algún dios, sino que pensando en el sentido   que la filosofía griega le concedió a la deidad, alude mejor  a ese poder que tienen las cosas en cuanto  reales.

  • oscar varela

    Hola!
     
    1- Sobre el “AGNOSTICISMO CREYENTE” del Autor:
     
    Se trata de una “CREENCIA NEGATIVA”. Así:
    a) NO comprende la vida que somos
    b) NO sabe a qué (o a quién) se debe el Sabor
    c) NO sabe si hay “divinidad”
    d) NO sabe “decir” (“lo mejor es callar”)
     
    2- Sobre la “AUSENCIA” del Autor:
     
    Se trata de su (hasta ahora) no-comparencia a los Comentarios.
    Lo objetado por Rodrigo Olvera (en torno a “endulzarle la píldora a los ‘ateos’”),
    es muy grave y no convendría que se “diluya”.
    No hay que confundir “ateo” con “un desbola’o” ni con “un banal”.

    • Román Díaz Ayala

      Tienes razón a la importancia de lo objetado por Rodrigo Olvera. Me gustaría que te pronunciases al respecto.
      Hay que saber primero en qué cancha se juega.
      El campo religioso.-
      Eliminamos la trascendencia. Tal cosa ya se ha intentado repetidas veces y por distintos autores-teólogos. Mereció una crítica muy fuerte de José María González Ruiz allá por los años del Concilio.
      Pudo haber sido eliminar la frontera entre lo profano y lo sacro, que era una de las principales líneas conciliares. Pero algunos lo hacían por el sencillo método de eliminar lo sacro, haciendo que el mundo, todo él, que es el espacio de lo profano y que no exista nada que lo trascienda
      Según González Ruíz ése es el mundo que hemos heredado en el orden del pensamiento desde la Ilustración.

      El campo del nuevo humanismo ( el humanismo ateo).-

      Fue desarrollado ampliamente por Carlos Marx, pero es una problemática masiva de amplitud planetaria. Se puede decir de lo mismo que es un valor civilizatorio, pues conforma el pensamiento de las sociedades actuales.
      El humano moderno es autónomo, porque es dueño de sí mismo, se debe así mismo su propia existencia (uno con la naturaleza), es su propia creación. Se ha liberado del mito del Dios Creador.
      Desde el punto de vista religioso es un engaño aportarle a ese mundo la desértica soledad de una teología sin Dios, huyendo de la luminosidad de la nube del Tabor.

      • oscar varela

        Gracias Román!

        Tus “canchas” me parecen “embarradas”
        (ya sabes que, también, ANACRÓNICAS)
        Su “estilo” es el de “CORRER EL ARCO”,
        para que no le entren los goles adversarios.

        Hoy se está en otro Campeonato.

        ¿No estás enterado?

  • Isidoro

    La acusación de Castillo de que los autores del libro “Otro Dios es posible”, esconden vergonzantemente su ateísmo, o al menos su no cristianismo, responde a una lógica, que yo llamaría la “lógica del titiritero”, (que es el nombre de un blog científico, muy interesante).

    “Si somos marionetas, la mejor opción para dejar de serlo es tratar de entender la lógica del titiritero”, (Pablo Palenzuela). El titiritero, es el que maneja los hilos, y hace decir y hacer a sus marionetas, todo lo que quiere.

    La Iglesia católica, gracias a su enorme poderío y hasta monopolio intelectual durante muchos siglos, creó un estado de opinión en la cultura religiosa europea, de tal manera que manejaba los hilos a su antojo, y las marionetas, primero, no eran conscientes de su realidad.

    Y si alguna vez lo sospechaban, estaban inmovilizados por el miedo, físico durante mucho tiempo, y moral, con pánico a la exclusión, que significaba una tragedia personal, (pánico que es el mismo que se induce por manipulación psicológica a los miembros de las sectas a abandonar la misma).

    Y así la Iglesia Católica durante muchos siglos, ha impuesto la consigna de que la única interpretación válida de los evangelios y cartas originarias, era la de su teología institucional y dogmática, y que la única vivencia válida del cristianismo era la de su espiritualidad sacramental tan conocida por todos.

    Al “fuera de la Iglesia no hay salvación en la otra vida”, se unió el “fuera de la Iglesia es el invierno cultural y existencial, en esta vida”, utilizando ese terror existencial para asegurarse la fidelidad ovejuna, sobre todo con los adeptos y sobre todo con sus cuadros orgánicos.

    Castillo lleva razón en que planteamientos como los de los autores del libro citado, van en contra de los criterios teológicos y doctrinales de la Iglesia.

     

    Todo el planteamiento moderno del cristianismo, se basa en la realidad del “silencio de Dios”, que a muchos nos descubrió Bonhoeffer: “La invisibilidad (de Dios), nos hace polvo”.

    La Iglesia convence a sus adeptos, de que Dios “habla“ con ellos personalmente, les dice cosas, cuando hoy día la psicología moderna nos enseña que disponemos de unos mecanismos internos universales inconscientes, que nos hacen aflorar intuiciones, sobre múltiples temas “trascendentes”, (relacionados con los tres grandes Valores humanos = Verdad, Bondad y Belleza-Alegría).

    Confesaba el escritor chileno Rafael Gumucio: “Yo no puedo asegurarle a nadie que Dios exista. He hablado muchas veces con él, pero estoy dispuesto a admitir que su voz se parece extrañamente a la mía”.

    Esa es la razón de que el “Espíritu”, siempre habla a cada uno, confirmando sus ideas previas, sean o no acertadas. A los conservadores, según lo suyo, a los progresistas, según lo suyo, a los protestantes, según los suyo,… a todos el “Espíritu”, les confirma en sus opiniones.

    Hoy sabemos perfectamente de la autosugestión y el autoengaño, y de la “voz interior”, que es tan subjetiva, equívoca y engañosa. (Si quieres buena iluminación, debes currártelo mucho, y eliminar errores y limpiarse de sesgos y prejuicios).

    (Todo este tema está muy ligado al hilo del libro de la Oración, de Küng).

    Quizás el Espíritu, no esté en las alturas, sino dentro de cada uno de nosotros, instándonos a madurar y buscar esforzadamente la verdad y su ortopraxis.

    Y muy posiblemente el mensaje de Jesús, que quedó semioculto en el Nuevo Testamento, (obra humana al fin y al cabo), y ha sido interpretado erróneamente por unos humanos, durante cuatro siglos, en función de sus esquemas culturales de su época.

    A los humanos de hoy día, nos toca la tarea de reconstruir a duras penas el mensaje verdadero de Jesús, guiándonos por el hilo de Ariadna de los conocimientos que hoy disponemos sobre el mundo y la humanidad.

    Por eso Castillo, tiene derecho a “excomulgar” a los no tradicionales, pero no a reivindicar su monopolio del cristianismo.

  • M.Luisa

    Quisiera exponer   algunas reflexiones a raíz del comentario de Jorge.

    ¿Hacer trascendente lo inmanente? ¿Esto qué significa? ¿Situarnos en el límite o en la frontera buscando una posible confluencia? ¿Se busca con ello descubrir en lo inmanente, en las cosas que nos rodean, en nosotros mismos, en nuestra experiencia, …, una carga o peso trascendente?

    No se trata de hacer nada y mucho menos de hacer trascendente lo inmanente, sino dejar de pensar  en “lo” trascendente que fue lo que justo trajo  ese peso,   esa carga  sobrenatural que todavía se arrastra y ese  intento del autor que lejos de pensar en términos teológicos  trata de  superarla con el ejemplo de la madalena que en su lugar,  en el mío, puse un fruto natural precisamente para diferenciar  el acto de saborear del degustar.

    La obertura en que nos deja el acto de saborear  nos la cierra el efecto de  la degustación  porque en ella  puede incurrir   múltiples aditivos que nos decantan bien por unos o por otros,     cosa que no ocurre  en el abierto despertar  en que nos deja el sabor de las cosas como aquella forma constituida no por inherencia, sino por coherencia que es la   forma coincidente entre nuestra inteligencia y  las cosas por el hecho mismo de ser estas reales (naturales).

    No se trata de ir al límite- racionalismo- en búsqueda  de  una objetividad en la que se nos dé  entre lo trascendente y lo inmanente lo sobrenatural. El término búsqueda hay que desterrarlo,  no es necesario  porque si como le leo a Jorge que   para él la realidad la entiende  como un campo de energía  lo tiene muy fácil  porque en ese campo  son las cosas mismas las que en su  carácter tempóreo y espacioso  llevan en sí mismas la trascendencia.

    • M.Luisa

         
      … El primer paso en el conocimiento de la realidad no lo marca la dualidad, o esto o lo otro, no se trata de elegir pues  este paso le compete a la inteligencia. Tampoco hay que confundir  dualidad  con distanciamiento lo cual este distanciamiento  es lo propio del segundo paso en el que el logos coge distancia para precisamente  poder describir lo sentido del primer paso en el que la realidad ha quedado  unitariamente compactada. Las ansias de juzgar fue lo que dio pie al dualismo clásico, pero no hay esto y lo otro sino una única realidad desdoblada en tres  momentos de ahí que se pueda hablar de ir profundizando en el conocimiento. Esta profundización del conocimiento no se llegaría nunca a producir si la índole del primer paso fuera la dualidad. Esto es lo que se intenta corregir…

    • Jorge Felip Fernández

      ¿Son las cosas mismas en su carácter tempóreo y espacioso las que llevan en sí mismas la trascendencia? ¿qué quieres decir? ¿quieres decir acaso que la modesta arcilla o el primoroso diamante o quizás el elegante ciervo comprenden en sí mismos una carga trascendente? ¿con ello expresas que van constitutivamente más allá de la descripción científica que podamos hacer de ellas? Bueno, por supuesto que la descripción científica no la agota, podemos ir más allá por ejemplo en el campo del arte, en los sentimientos que despiertan al contemplarlas, etc., pero esto no entiendo cómo puede llevar a lo sobrenatural-trascendente en sí mismas. Supongo que el problema está en que tomamos el término sobrenatural-trascendente de manera distinta, en su sentido, significado, alcance, … Disculpas, pero yo no alcanzo a ver trascendencia en una pulga o en el virus de la covid 19, y si me apuras tampoco en mí mismo ni en los demás.

      • M.Luisa

        Es que en el orden evolutivo de ese campo de realidad que tu mismo has sacado a colación hay distintos niveles… ahora no me puedo extender si acaso lo haré mañana a primera hora.

    • Iñaki SS

      Para los que no nos cansamos de intentar aprender, este post sobre la inmanencia y la trascendencia da mucho juego.
      En el día a día tropiezas, de vez en cuando, con situaciones anecdóticas que, aunque parezcan o sean una auténtica tontería, te dejan comiéndote coco.
      Un día de estos paseaba por una acera de Bilbao, esperando mi señora. Alli estaba sentadito un joven subsahariano, con su cubito, pidiendo una limosna. A la segunda o tercera pasada no pude resistir su mirada y le di una moneda. En la siguiente vuelta casualmente apareció por allï una señora, también entradita en años, que le trajo un bocadillo. Al instante aparecieron por allí tres o cuatro palomas, al olor de la sardina. Podeis creerme que me quedé un rato saboreando la contagiose sonrisa del morenito, mientras comía el bocata y repartía unos trocitos de pan con sus interesadas amiguitas. ¿Qué puede llevar dentro esta personita tan insignificante y maltratada por la vida, para que pueda brotarle tan luminosa sonrisa?. Para intentar entenderlo retengo una frase de M.Luisa. “Son las cosas mismas las que, en su carácter tempóreo y espacioso, llevan en si mismas la trascendencia”.
      Un saludo y mi agradecimiento por las interesantes aportaciones

      • M.Luisa

        Excelente comentario, Iñaki!! tu experiencia explica la razón de ser de mi pobre teoría. Cuando esta estaba todavía escondida entre pucheros, mi vida profesional se topaba diariamente con esos escenarios que nos cuentas y no ha sido hasta hace bien poco que me he percatado de que ambas, teoría y praxis, coinciden. Este es el gran hallazgo y la plena satisfacción.
        Gracias por tus aportaciones!!

      • mª pilar

        Gracias Iñaki, por compartir esta hermosa mirada.
        Un abrazo entrañable.

      • Jorge Felip Fernández

        Pues no Iñaki, no veo trascendencia en tu bonito relato. Lo que veo es el esplendor de lo humano, lo asombroso que puede llegar a ser, pero de ahí a la trascendencia va en mi opinión un grandísimo trecho. Quizás por el contenido que le doy a la trascendencia colocándola en relación directa con la divinidad, lo eterno. Pero tu comentario me lleva a la pregunta: si a lo humano yo no le añado lo divino-trascendente ¿por qué veo en la excelencia humana de Jesús la divinidad? Y es que en Jesús veo constitutivamente la Plenitud Humana en exclusividad personal, en todas las demás personas solo veo notas, acentos, …, de la PH, pero no completa como en Jesús, por tanto, puedo decir que la divinidad está presente en Jesús, pero aún no en los demás.

        • Iñaki SS

          Hola Jorge F.F.
          La respuesta de un científico como Vd., a mi humilde comentario me obliga a seguir dándole vueltas al tema.
          Con todas mis limitaciones, visto lo que voy intentando aprender a los largo de mis muchos años, yo me inclino a pensar que a lo humano no hay que añadirle nada. En el fondo, fondo, debe de tenerlo todo y solo le falta el ir evolucionando hasta la soñada PH.
          Así, en mi día a día, el pensar que hay un germen divino en todo lo humano,(desde siempre nos han enseñado que somos templos del Espíritu Santo), me permite soportar mejor, por ejemplo, la catástrofe diaria en el Mediterraneo. A todos nos quedó grabada, hace unos años,la imagen de un niñito muerto en una playa. No podría intentar comprender y soportar la trementa injusticia de muertes como esta, si no pensara que algo de trascendente debe de haber , en cada uno de los pendejitos que, con más o menos suerte, pululamos por el mundo mundial. Por eso me aferro a la teoria de M.Luisa, intentando descubrir siempre, en lo inmanente, lo trascendente. Me consuela aferrarme a la
          no-dualidad.
          Un cordial saludo

  • Isidoro

         “Buscar significa fijarnos en las diferencias, entre cosas que se parecen mucho; comprender es buscar similitudes”. (Jorge Wagensberg).

     

    Decía hace unos días, que hay dos tipos de pensadores. Pensadores de síntesis y pensadores de análisis. Los primeros son especialmente sensibles a lo que une las tesis opuestas, y los segundos, especialmente sensible a lo que las separa.

    En el camino del conocimiento de la realidad, (la sabiduría), el primer paso, es el del dualismo bipolar: o esto o lo otro. Pero a medida que vamos profundizando en el conocimiento de todo, entramos en un mundo de la complejidad, de múltiples cusas y múltiples efectos, y a darse cuenta de que todo no es tan claro como nos parecía al principio.

    Dice Maslow: (p.255): “A nivel de la auto-realización se resuelven muchas dicotomías, se perciben los opuestos como unidades, y se reconoce todo el sistema dicotómico de pensar como algo inmaduro.

       Las personas que se auto-realizan poseen una fuerte tendencia a fundir el egoísmo y el altruísmo en una unidad superior, superordenada: trabajo y diversión, vocación y pasatiempo, deber y placer, elevada madurez e infantilismo.

       La división entre lo exterior y lo interior, entre el yo y lo demás, se difumina, y ambos elementos aparecen como permeables mutuamente, en los niveles superiores del desarrollo de la personalidad.

        La dicotomización parece actualmente ser característica de un nivel inferior del desarrollo de la personalidad y del funcionamiento psíquico; es tanto causa como efecto de psicopatología”.

    Toda contradicción irrita y angustia, y eso explica muchas cosas, como la tendencia irrefrenable a eliminar dichas contradicciones, si es posible por las buenas, y si no por la malas.

    Y así se puede caer en tautologías banales, en sincretismos incoherentes, y en gatopardismos oportunistas. Cuando se asan dos conejos al mismo tiempo, la sabiduría popular advierte de que uno siempre se quema.

    Pero también es verdad que para el que sigue la regla de todo debe ser “sencillo”, y que “al pan, pan, y al vino, vino”, todo intento de síntesis compleja, se le hacen los dedos huéspedes y no ve en ello mas que tautologías, sincretismos barato y gatopardismo.

    La sencillez es un valor deseable, pero hay dos tipos de sencillez, como en el colesterol y los langostinos, la buena y la mala. Existe la sencillez trabajada, y la sencillez espontánea.

    No hay que equivocarse: la sencillez sólo se logra a través del trabajo duro. Y todo es muy difícil, antes de ser sencillo. Ya decía Albert Einstein:

     “Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo de lo posible”.

    Todo esto viene a cuento, de que siempre que alguien intenta profundizar en un tema, en este caso, en el de la síntesis entre inmanencia y la trascendencia, encontrando una síntesis entre dos hipótesis opuestas, (esto o lo otro), recibe de los dos lados.

    Y se pueden ver en ese intento, intenciones espurias: que si disimular un ateísmo vergonzante, que si hacer comulgar con ruedas de molino, que si pasarse de listillo, etc.

    Pero sin poder asegurar que a lo peor, en algunos casos esa sospecha fuera verdadera, (¡humanos somos todos, y nada de lo humano nos es ajeno!), eso no descalifica en sí, la fiabilidad e sus argumentos teóricos, que hay que juzgar en sí mismos, y no en las supuestas intenciones con que los usamos.

    • Román Díaz Ayala

      ¿Irónico? Un rato. Pero ironía fina de la buena, de la que nos hace pensar porque desnuda los pensamientos. Te aproximas a veces a ese modo de escribir de Alberto Revuelta, que es como las capas de la cebolla, que hay que examinarla una a una, pero sin arrancarlas porque entonces te quedas sin cebolla. Las capas son su esencia, y te deja con la consciencia de que hay otra capa debajo, y luego otra más abajo.
      Objetivamente hablando y sin que caigamos en el subjetivismo continuamente expresado por ti, en todo pensador que se precie tiene que existir a la vez análisis, concordancia, divergencias y síntesis, pertenencias y extrapolaciones.
      ¿Quién definió en un principio el término ” trascendencia ” y qué sentido le dio? Luego vienen los del oficio de pensar y usan el vocablo dándole otros sentidos varios. Se parte de la teología bíblica y se termina en la filosofía. ¿ Qué concepto de “trascendencia” se pretende, entonces, superar ?
      Pero, claro, es más fácil seguir engordando la oca para ver si pone un huevo de oro.

  • Jorge Felip Fernández

    Pues al hilo de lo que se va diciendo me declaro como agnóstico creyente. Agnóstico porque no sé nada sobre la divinidad, sobre lo Eterno, …, pues es Misterio para mí indecible e incognoscible, sobre lo cual nada puedo decir ni proponer ni imaginar, …, ni sé decir si existe o no Algo o Alguien con el contenido de lo Eterno, ni de qué trata ese supuesto contenido. Y también agnóstico porque para mí la realidad la entiendo mejor como materia-energía, como campo de energía quizás tan eterno como lo pueda ser Dios cosa que desconozco, siendo cuanto hay producto de su evolución espacio-temporal. Prefiero una realidad sin nada de trascendencia, nada de sobrenatural, nada de otras dimensiones o planos distintos que no tengan su correlato en lo físico, aunque no lo sé. El amor, las experiencias espirituales, lo místico, …, son para mí propias de lo humano, de su complejo cerebro, y como tal producto de la evolución natural de nuestra especie biológica. Prefiero pensarlas sin añadidos espirituales o sobrenaturales ni trascendentes, …, aunque esto tampoco lo sé.

    Proponer en teología la sustitución de un Dios tradicional con sus atributos, un Theos personal, por una divinidad impersonal que pueda aparecer como razonable a personas agnósticas o ateas, me parece que pasa por alto que estas personas han decido prescindir o eliminar ese segundo plano o piso sobrenatural o trascendente. Y hacerlas pasar por “creyentes” al pensar que lo son al buscar sentido a la vida o a lo que existe, …, y que manifiestan con ello anhelo de trascendencia me parece un juego vano que no conduce a nada, pues difícilmente esto les hará repensar sus opciones. Es muy mala ética tratar de incluir en el “redil” a los que se han ido o no quieren entrar con subterfugios supuestamente razonables, y una falta grave de respeto a la libertad y a las decisiones de los/as otros/as que han tomado opciones distintas a las nuestras. ¿Cristianos anónimos? Esta proposición la leí por vez primera en K.Rahner y me parece desafortunada incluso ofensiva para aquellos que viven una ética de máximos en línea con Jesús de Nazaret, que pueden servir de ejemplo, pero no quieren que se les incluya como cristiano/as, pues de ninguna manera quieren serlo ni siquiera como anónimos. Y el colmo de la contradicción es afirmar que los no-creyentes sean agnósticos, ateos, o lo que sean, en el fondo lo son al compartir con los que se dicen creyentes ciertos anhelos o deseos o lo que les ocurra.

    Y en contraposición con lo dicho soy creyente, pues creo en el Proyecto de Jesús de Nazaret hacia la Plenitud Humana abierto al futuro en lo Eterno. Sé del camino abierto por Jesús, intuyo lo que puede consistir su Proyecto de Plenitud por ser humana, pero nada sé de lo Eterno en el que se abrirá nuestro futuro por medio de la Plenitud. Creo y confío en que Jesús conocía ese final en lo Eterno, pero yo ni nadie puede ser Jesús, y por ello hablar de Dios Eterno lo encuentro improcedente al tratar de deducirlo de los dichos y hechos de Jesús. Entiendo que Jesús revela la Plenitud Humana, el Reino, el camino para llegar a lo Eterno, pero nada de su conocimiento.

    ¿Hacer trascendente lo inmanente? ¿Esto qué significa? ¿Situarnos en el límite o en la frontera buscando una posible confluencia? ¿Se busca con ello descubrir en lo inmanente, en las cosas que nos rodean, en nosotros mismos, en nuestra experiencia, …, una carga o peso trascendente? Esto nada tiene de nuevo sino todo lo contrario, puesto que esa fusión o unión se ha pretendido hacerla desde antiguo y nunca se ha logrado mediante religiones y espiritualismos varios, y menos ahora con el aumento de ateos, agnósticos, indiferentes, …, que pretenden vivir sin esa carga sobrenatural trascendente. Debo haber entendido mal la propuesta, supuestamente como nueva teología, pues no me parece nueva en absoluto.

    • Román Díaz Ayala

      Bien, te declaras agnóstico y creyente al mismo tiempo, pero tal cosa va en consonancia con tu experiencia y la construcción de tu pensamiento desde tu “profesión” de fe y desde tu “profesión” de científico.
      Fíjate que acabo de expresar una misma palabra con dos connotaciones distintas.
      Profesión: confesión pública de algo ( en este caso al fe de un creyente)
      Profesión: Empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce públicamente.

      Desde este planteamiento, un científico tiene que ser por narices un agnóstico, y me atrevo a decir que incluso una persona filósofa. Ambas razonan y en su contenido está el cosmos, el mundo de las cosas visibles sujetas a la masa y la energía, lo que alcanza la fuerza de la mente. Se es agnóstica, es decir, desconocedora de otras posibles existencias con la consciencia de que tiene que ser mucho más grande lo que se desconoce que aquello que abarca nuestra “profesión”.
      Pero en tu caso esa profesión de fe, el reconocerte una persona creyente no nace ni es producto de un agnosticismo, sino “una opción”, que surge, permanece y cultivas, desde un posicionamiento distinto, es decir, desde una experiencia que no “reconoces como científica”, pero que quieres reconciliar con la ciencia que cultivabas en tu vida. Con otras palabras: has planteado siempre (de ahí tu libro) en tus escritos que ambos conocimientos parten de dos fuentes distintas. De ahí tu lucha. Son los dos brazos de una sola balanza.

      Pero, ¿crees con rigor científico, que tal es el agnosticismo que proclaman los autores, siendo así que recurren a “las intuiciones”?

      • Jorge Felip Fernández

        Como comprenderás Román en mis pensamientos y argumentaciones no puedo prescindir de mi experiencia personal, ya sea de fe, de profesión, de estudio y lectura, de vida, … Por supuesto, es mucho mayor lo que desconocemos y más aún lo que desconozco de lo que voy llegando más o menos a conocer. Además, considero que la vida sería muy aburrida sin misterios, sin cuestiones que preguntar ni problemas que resolver, aunque la mayoría me queden pendientes. Y sí mi fe en Jesús es una opción de vida que cultivo con esfuerzo, y como dices no nace de mi agnosticismo ni tampoco de la ciencia que he llegado a conocer. Y también reconozco que en mí ciencia y fe surgen de fuentes distintas, que trato de reconciliar, pero en el sentido en que no se contrapongan o se interfieran negativamente entre sí, y no en búsqueda de una fuente común porque creo que son campos distintos, aunque puedan tener ciertas relaciones y en algún caso se complementen. Por ello no busco conocimiento de la Realidad Física por medio de la fe ni de mi seguimiento a Jesús, ni busco valores de la Plenitud Humana en la Naturaleza o el Cosmos, aunque tengan relación en el comportamiento humano respecto al medio natural.

        Apuntas hacia lo dual de la balanza que propuse en mi libro, dos fuerzas contrapuestas, y mi esfuerzo se centró en que la ciencia no se opone a la fe, pero sí le sirve de navaja para cortar proposiciones de fe anticientíficas. Hace algún tiempo traté el tema con MªLuisa pues apuntaba una supuesta dicotomía o esquizofrenia como pensamiento divido en mis planteamientos. Puede ser, pero yo sigo sin verlo. Claro que si se parte como fundamento de una Realidad única que lo engloba todo, la consecuencia es que mi planteamiento aparece como dual, porque la Plenitud Humana que propongo dentro de la Realidad Física se abre al final a lo trascendente eterno. Pero es difícil hacer converger todo cuanto existe, Dios incluido, en una unidad a menos que descubramos el modo de disolver contrarios y contradicciones, o la multiplicidad de los campos y partículas cuánticas, etc., que parece ser la pretensión de la propuesta de este hilo (inmanencia-trascendencia). ¿Acaso es menos racional o estética una Realidad dual o múltiple y diversa como lo es por ejemplo la humanidad? ¿La Realidad Física tiene que ser en sí misma o de algún otro modo también sobrenatural-trascendente? ¿Por qué? Preguntas y más preguntas …

  • Santiago

    Claro que como dice el autor de este artículo que comentamos  “la consciencia es el mayor don y a la par la causa principal de nuestro malestar, por no saber” …Es porque los problemas existenciales no podemos responderlos adecuadamente con sólo nuestra razón natural que escapa a las verdades “eternas” que sólo atisbamos.  No es suficiente “construir en dialogo intuiciones y creaciones comunes” y no es preferible a la Palabra cierta”…Fue necesario algo más que decidiera al Ser inmanente a iluminar la mente humana..

    Aunque los filósofos griegos llegarán a ese atisbo de la divinidad, sólo la filosofía cristiana pudo dar respuestas más coherentes con nuestra humana naturaleza. No fue imposible que Alguien intentara salvarnos del “no saber” y permaneciéramos en “las tinieblas” de nuestra vida temporal en el naufragio seguro e irremediable de la muerte. Y es esa incertidumbre “ad mortem” lo que todavía nos mortifica porque los “sentidos” no nos ayudan. La hora es incierta pero la muerte es cierta.

    Sólo Cristo vino a responder “el no saber” de la “consciencia”. Por eso dijo: “El que cree en Mi tiene vida eterna…Y esta es la vida eterna: que Te conozcan a ti, el solo Dios verdadero, y a quien enviaste Jesucristo” (Juan 17:3)

    Por eso todo consiste en creer en la vida eterna (o no).

    Saludos cordiales

    Santiago Hernández

  • Rodrigo Olvera

    – Los unicornios no existen

    – Sí existen, yo acabo de comprar uno. Te lo mostraré.

     

    Le muestra un caballo

    – Éso no es un unicornio

    – Claro que sí, tan solo es que evolutivamente ya no necesita el cuerno y entonces ya no lo tiene, pero el resto sigue siendo un unicornio.

     

    No puedo dejar percibir a esta visión de divinidad no teísta como un Caballo que me quieren vender como un unicornio evolucionado.

     

     

     

     

     

     

     

     

  • M.Luisa

    Lo de las madalenas, el hecho de que me haya  acogido a este ejemplo era para simplificar la exposición   porque según la  experiencia que comento las madalenas no es algo natural pues llevan muchos aditivos. El caso es que se entiende mucho mejor cuando se pone el ejemplo de un fruto o algo natural como puede ser una naranja, un limón.ect., con cualidades propias que hagan de la cosa un todo, una sustantividad con sus notas características que son las que todo el mundo puede apreciar menos las personas afectadas de anosmia…

    Desde esta consideración pueden salirnos al paso muchas cosas de las que tanto me gustan resaltar aquí y que coinciden con el trasfondo del artículo , pero ahora no puedo entretenerme intentaré alargarme un poco mañana…

    • Rodrigo Olvera

      Querida María Luisa.

      Mi comentario no fue en respuesta al tuyo, sino al artículo original en donde la metáfora apunta a que si alguien rechaza la madalena, se le cambia el nombre y ya la aceptará.

      En el caso del artículo original, si alguien rechaza creer en divinidad, con cambiar las denominaciones (que es la operación tras la distinción entre ‘Theos’ y ‘divinidad’) ya lo aceptarán (lo rechazable es Theos pero una divinidad con el nombre Absoluto sería aceptable).

      Abrazos

      • M.Luisa

        No, querido Rodrigo, si la espontaneidad de mi réplica   ayer fue más por el propio descontento que me produjo una segunda  lectura de mi comentario que lo que pudiera extraer del tuyo tan interesante respecto del mío.

        Lo expresado por mí no dejaba de ser una mera similitud   caracterizada por mis circunstancias, creo que es fácil entenderlo así. Una similitud consistente por ejemplo, entre el esquema fisiológico al que   tímidamente dejé apuntado: gusto-sabor y el esquema cerebral  límbico-cervical, creo que ambos planos, de abajo arriba se necesitan cada uno en su función, precisamente  para  esto que el autor llama una trascendencia de la inmanencia.

         Un abrazo,  amigo!

  • Rodrigo Olvera

    – Gracias, pero declino la madalena, soy intolerante al gluten. Pero me queda bien una ensalada verde con fruta de temporada.

    – Son muy pocas personas a las que no les gustan las madalenas y es por su propia deficiencia, por incapacidad de apreciar todo lo que yo amo de las madalenas. Entonces, solo es cuestión de cambiarles el nombre para que de todas formas te la tengas que tragar.

     

    Sí, ya sé que estoy llevando el argumento al extremo, y en esta versión extrema no representa el talante ni la intención del autor. Pero justamente al llevar el argumento al extremo pretendo mostrar con cuánta facilidad personas creyentes hablan sobre las personas no creyentes y sus experiencias personales, sin ponerse realmente en sus zapatos.

     

    Es como aquello de los “ateos anónimos”. Originalmente fue un recurso para resolver un problema no de las personas ateas sino de un sector de creyentes. El problema era el escándalo de tener que condenar al infierno a buenas personas por ser ateas. El problema era de la doctrina cristiana de la salvación, doctrina que llevaba a esa paradoja: una buena persona se condena al infierno sólo por no creer. En vez de concluir “esta paradoja nos muestra que la doctrina cristiana de la salvación es un error” se inventaron una madalena light, “aunque digan que son ateos, si son creyentes de manera anónima”. Esta falsa salida, con una intención original “a favor de las buenas personas ateas” va propiciando poco a poco un giro en su uso. Cada vez es más frecuente -y así se ha usado varias veces por comentaristas aquí en ATRIO – que se convierte en un recurso CONTRA las personas ateas, al cuestionar la veracidad y credibilidad de su ateísmo “aunque digan que no creen, si creen”.

     

    Entiendo que quien ame las madalenas quiera que todo mundo coma madalenas. Pero no, el problema no es sólo de cambiarles de nombre para que las coman. El “problema” del ateísmo, del agnosticismo,  no es de afirmar divinidades no teístas para hacer “aceptable” la creencia en divinidades. Vamos, quizá habría que empezar por no percibir como un “problema” que haya ateísmo y agnosticismo, así como no debería ser percibido como un problema que en vez de madalenas yo coma una ensalada.

     

    Abrazos y esperanzas

     

     

     

    • Asun Poudereux

      Pues, qué pasa entonces, Rodrigo, si se come de todo y se está calladito, porque todo alimenta llevándolo dentro….

      Abrazos y esperanzas

    • Rodrigo Olvera

      Claro, querida Asún

      Que cada quien ordene el desayuno que quiera, siempre y cuando nadie impida a otra persona alimentarse.

      Y en vez de tratar de convencer que las demás personas coman lo que a mí me gusta, disfrutemos la plática de sobremesa

      🙂

    • Isabel

      Me ha gustado mucho tu comentario, Rodrigo.
      A mi entender, y no solo, ya que así consta como intención del libro “Después de Dios…” no solo se pone en cuestión la veracidad y credibilidad del ateo, también de una forma de creer. Yo si digo soy creyente no estoy diciendo tan solo que crea en la existencia de Dios sino que creo en Él. Por un acto de fe, sin absolutas certezas ni seguridad, por medio de la voluntad digo sí, creo en ti, confío en ti.
      En palabras de Küng “… si sé que Dios es la realidad infinita que todo lo abarca y todo lo dirige, una realidad que no se puede concebir separada pero sí distinguida de mi realidad finita, puedo reconocer que no carece de sentido ver en esa amplia realidad espiritual un interlocutor, que todo lo abarca y todo lo fundamenta, pero a quien puedo hablar fuera o dentro de mí”
      Los autores del libro en cuestión pretenden conseguir “una amplia zanja” donde nos igualemos, eliminar o diluir los límites entre las diferentes formas de creer. A unos dicen, todos esos sabores que tú conoces, ateo, son la divinidad. A otros, eso que llamas Dios solo es esto, la divinidad que está en todas las cosas, no podemos saber más.
      Me pregunto por qué le llaman divinidad. Es como un afán por no soltar del todo amarras, querer creer pero no atreverse sin pruebas, quedarse solo con las que suponen que tienen y ya.
      Bueno, ningún problema con las diferencias, siempre y cuando ninguna se erija como la verdad superior y sus creyentes salvadores de los demás.

    • mª pilar

      Mi querido Rodrigo.
      ¡Tranquilo!
      No ofende, o se ríe, o intenta condenar a las personas que no piensan igual…al final quienes hayan decidido según lo presentado por el Proyecto serán dichosos.

      Deja ha cada uno con sus “madalenas” y el resto ya haremos lo que creamos desde nuestra propia entraña y nuestras experiencias.

      No suelo intervenir en estos temas, porque nadie cambia de manera de pensar…cada cual…sigue donde estaba.

      Al final de la vida, cada cual sentirá de verdad, ha que lado se ha inclinado y como se siente por ello; lo demás son pamplinas.

      Un abrazo entrañable y siempre lleno de esperanzas…para acompañarte en las tuyas.

      • Rodrigo Olvera

        Querida Pili

        Nunca dije que se ría ni que pretenda condenar.

        Señalé sí el no ponerse en los zapatos de quién no cree. Decir que no ofende eso de “si no le gustan las madalenas es porque no degusta el significado del mordisco”, habrá personas ateas a las que no les ofenda y habrá a las que sí. Justo es mi punto, no dar por supuesto yo – que no soy ateo – si ofende o no a los ateos la expresión.

        Puedo asegurarte que muchas amistades ateas mías me han dicho que están hasta los c***s de que les digan “dices que eres ateo pero en realidad eres un creyente anónimo”.

        Ese es mi punto, salir de los zapatos de persona creyente y ponerse en los zapatos de persona atea, para tener más cuidado en lo que se afirma de las personas ateas.

        Abrazos

    • Román Díaz Ayala

      Hola, Rodrigo:
      No había oído hablar de “ateos anónimos”, aunque sí, y repetidamente de “ateísmo práctico” con el sentido que puedes adivinar con respecto a un cristiano confesional que no vivía “en cristiano”, según los parámetros españoles de mediados del siglo pasado.
      En los años sesenta, y para personas de la pastoral o cercanos a ella. como era mi caso de laico comprometido sí se utilizaba la expresión de “cristianos anónimos”. Piensa que entonces toda persona española estaba bautizada. Entonces la expresión adquiría el sentido de que su militancia social, sindical o política ( en la clandestinidad ) eran “signos” de una vivencia cristiana no reconocida. Eran otros tiempos.

      • Rodrigo Olvera

        Tienes toda la razón Román, y te agradezco la corrección.

        Es falso que la expresión fuera “ateos anónimos”, la expresión real era “cristianos anónimos” o “creyentes anónimos”, como bien apuntas. Reconocido lo anterior, el cetro de mi crítica a tal expresión (ya corregida) se sostiene.

        Gracias

        • Román Díaz Ayala

          Creo que has pillado con mucha claridad la inconsistencia de la tesis de los autores, aunque en este caso sea Santiago Villamayor quien se pronuncie. Igual que hace años convertíamos en cristianos a todo militante, ahora pretendemos pasarlos por “creyente anónimo” de forma generalizada. Entonces era una manera de racionalizar como positivo nuestro esfuerzo “evangelístico” y ahora se pretende diluir la fe hasta hacerla moneda común de toda persona pensante.
          Lo que me inquieta es que lo explique como una consecuencia lógica de la Teología de la Liberación, como adscribiendo estas tesis a tales trabajos constructivos teológicos en plan de síntesis. ¿Acaso no tiene nada que ver la teología protestante liberal y sus planteamientos previos? La Teología de la Liberación tiene su origen en el Vaticano II, aunque haya tenido algunos antecedentes (teología política, curas obreros…) Esta nueva concepción “teológica” tiene su origen en el Luteranismo-Calvinismo alemán influido por el Siglo de las Luces, la que dio origen a la Teología Liberal del campo protestante.

  • M.Luisa

    Pienso, y este es mi parecer que a su modo  el autor con el ejemplo de la madalena  ya explica eso del AGNOSTICISMO CREYENTE. Será porque soy anósmica  desde hace tiempo y no capto el verdadero sabor de  las cosas, que entiendo lo que en él, el autor  nos quiere decir.

    Digo cosas (manjares)  y no alimento, es decir, cosa naranja o cosa fresa etc., cosas naturales, por ejemplo, porque en el alimento puede añadirse sustancias que para una persona que padece anosmia, sin facultarlo, pues no es posible, le potencian (sal, pimienta, especies) sensitivamente el sentido del gusto, por eso distingo   entre gustar y saborear y solo es en el saborear mismo donde como también sucede en su sinónimo del saber se nos cuela entremedio algo  que trasciende el contenido, tanto el físico como en el intelectual.

    Fenomenológicamente lo que hay que suspender no es la realidad de las cosas sino el impulso gustativo de su explicación

  • oscar varela

    Hola!
     
    Dice el señor Villamayor:
     
    – “La mentalidad actual ‘suspende’ ese impulso a crear mundos paralelos y superiores.
    – Esa ‘suspensión’ se llama “AGNOSTICISMO CREYENTE”.
     
    Convendría, tal vez, averiguar qué sería ese “AGNOSTICISMO CREYENTE”.
    Veamos lo que encuentro pensado y escrito hace 95 años:
    ……….
     
    1- Sobre el “Tiempo Axial”:
     
    “No basta que algo se halle ante nosotros para que lo percibamos;
    – es menester, además, que el órgano receptor lo busque y se acomode a él.
    – Pero, a su vez, esta acomodación muscular de los ojos
    – es consecuencia de la acomodación atencional de nuestra conciencia entera”.
     
    “Cada época es un régimen atencional determinado,
    – un sistema de preferencias y de posposiciones, de clarividencias y de cegueras.
    – Esa peregrinación del atender constituye la historia humana.
    – De modo que si dibujamos el perfil de su atención habremos definido la época”.
     
     
    2- Sobre el “AGNOSTICISMO”
     
    “La segunda mitad del siglo XIX se caracterizó por un régimen atencional muy curioso,
    – que puede resumirse bajo el nombre de «AGNOSTICISMO».
    AGNÓSTICO significa «el que no quiere saber ciertas cosas».
    – Se trata de un alma que antepone a todo la cautela y la prudencia:
    (al emprender, el evitar);
    (al acertar, el no errar).
    – Y las cosas cuya ignorancia complace al agnóstico no son cualesquiera,
    – sino precisamente las cosas últimas y primeras; es decir, las decisivas”.
     
    “La actitud del agnóstico reconoce que la realidad inmediata no es la realidad completa;
    – que más allá de lo visible tiene que haber algo, pero de condición tal,
    – que no puede reducirse a experiencia.
    – En vista de ello, vuelve la espalda al ultramundo y se desentiende de él”.
     
    “La consecuencia de ello es que el paisaje agnóstico no tiene últimos términos.
    – Todo en él es primer plano, con lo cual falta a la ley elemental de la perspectiva.
    – Es un paisaje de miope y un panorama mutilado.
    – Se elimina todo lo primario y decisivo.
    – La atención se fija exclusivamente en lo secundario y flotante”.
     
    “Se renuncia con laudables pretextos de cordura a descubrir el secreto
    – de las últimas cosas, de las cosas «fundamentales», y
    – se mantiene la mirada fija exclusivamente en «este mundo».
    – Donde «este mundo» es lo que queda del Universo cuando le hemos extirpado todo lo fundamental;
    – por tanto, un mundo sin fundamento, sin asiento, sin cimiento, islote que flota a la deriva sobre un misterioso elemento”.
     
    “El hombre agnóstico es un órgano de percepción acomodado exclusivamente a lo inmediato.
     
    3- Sobre el “GNOSTICISMO”
     
    “El hombre gnóstico parte, desde luego, de un profundo asco hacia ‘este mundo’.
    – Este tremendo asco hacia todo lo sensible ha sido uno de los fenómenos más curiosos de la Historia. – Ya en Platón se nota tal repugnancia, que va a ir subiendo como una marea indominable.
    – En el siglo I, todo el Oriente del Mediterráneo está borracho de asco a lo terrenal,
    – y busca por todas partes, como una bestia prisionera, el agujero para la evasión.
    – Las almas tienen una acomodación a lo ultra-mundano.
    – Sólo existe para ellas lo divino; es decir, lo que por esencia es distante, mediato, trascendente”.
     
    “El asco hacia ‘este mundo’ es tal, que el gnosticismo no admite ni siquiera que lo haya hecho Dios.
    – Marción, se obstina en afirmar que el mundo es obra de un ente perverso, gran enemigo de Dios.
    – De aquí que la verdadera creación del verdadero Dios sea la «redención».
    – Crear fue una mala acción; lo bueno, lo divino es «descrear»; esto es, redimir.
     
    “El paisaje gnóstico se compone únicamente de últimos términos,
    – no tiene plano inmediato; es, por esencia, un mundo ‘otro’.
    – Por eso, mientras la palabra del agnóstico es ‘experiencia’
    (lo que quiere decir atención a ‘este’ mundo),
    – el vocablo del gnóstico es ‘salvación’
    (lo que quiere decir fuga de éste y atención al otro”.
     
     
    4- ¿Acaso (Villamayor) propone un “AGNOSTICISMO/GNÓSTICO”?
     
    “Frente a estas dos preferencias antagónicas e igualmente exclusivas
    – cabe que el atender se fije en una línea intermedia,
    – precisamente la que dibuja la frontera entre uno y otro mundo.
    – Esa línea en que ‘este mundo’ termina, le pertenece.
    – Mas a la vez, en esa línea comienza el ultramundo, y es, en consecuencia, trascendente.
    …………………………..
     
    NOTA: Todas las ciencias particulares, por necesidad de su interna economía, se ven hoy apretadas contra esa línea de sus propios problemas últimos, que son, al mismo tiempo, los primeros de la gran ciencia de Dios como Asunto PROFANO (NO-RELIGIOSO).

    • Asun Poudereux

      Gracias, Oscar, por toda esta explicación. A la hora de la verdad los etiquetados puede que sirvan para saber dónde situarse, una sobrecarga a veces innecesaria a mi modo de ver.

      Estar en paz consigo mismo sin dejar de estar alerta, no se amarra a lo que le dicen es más seguro. Esto lo puedo decir a mis casi 72 años. Visto lo visto.

      Lo trascendente e inmanente requieren un tiempo de comprensión y punto final.

      Un abrazo.

    • Román Díaz Ayala

      Hola, Oscar:
      Me alegra muchísimo que hayas regresado a Atrio todo entero y citando a Ortega después de un desacostumbrado silencio que a mí se me hizo demasiado largo, tratándose de tí y así se lo hice saber a Antonio Duato hace ya algunas semanas.
      Es bueno el juego de palabras, pero el agnosticismo y el gnosticismo son dos regímenes “atencionales” distintos y distantes en el tiempo. Ortega habla del tiempo axial atendiendo a la época nueva que el vislumbraba como adelantado. Las tesis que se están dilucidando aquí y en los trabajos al respecto no son ninguna labor de síntesis, como tampoco lo era para el filósofo, más de que manera tangencial para señalarnos lo contradictorio del agnosticismo, pues la materia, en su concepción era habitáculo del mal, pero tal cosa es ajena al cristianismo., como lo fue en esencia el pensamiento gnóstico.

  • M.Luisa

    Estoy muy de acuerdo en todo lo que se dice en este artículo  rebatiendo o como contrapartida  a lo dicho por J. M. Castillo  quien, por cierto,  fue uno de los teólogos   que despertó mi búsqueda a finales del siglo pasado, sin embargo ha transcurrido  mucho tiempo desde entonces   y en la actualidad  me identifico  en lo que ya se lee  en el mismo comienzo, eso  de que podemos amar, pero no comprender,  es lo que con el horizonte de la realidad como fondo   no se puede decir otra cosa  respecto del  conocimiento humano,  lo cual es lo que intento siempre expresar  cuando me refiero a aquel.

    El problema no reside   en la comprensión del ser concibiéndola   en términos ónticos clásicamente  heiderggerianos sino en términos noológicos  contemporáneamente  metafísicos. Es la interpretación, pienso, que se hace   de la frase:

    Pero por fin hemos cambiado los papeles, hoy es la buena y bella razón la que siente que “nace y sale” algo desbordante de su propio ser, palabras humildes de consenso humanitario. Una divinidad de abajo arriba, una trascendencia de la inmanencia”.

  • Isidoro

    Toda esta controversia entre trascendencia o inmanencia se reduce, o a una visión naturalista, o a una sobrenaturalista.

    Y según la regla de oro de la navaja de Ockham, todo lo que pueda explicarse sencillamente, es preferible a las explicaciones extraordinarias y maravillosistas.

    Y la psicología moderna, ya hace cien años, que va dando hipótesis naturalistas sobe temas que anteriormente se entendían solo en clave extraordinaria.

    Dice Bernardo Pérez Andreo, que según Henri Lubac, “la gracia, siguiendo a Santo Tomás, es creada en el alma, no es una naturaleza exterior o superior, superpuesta a la naturaleza humana, como un revestimiento, sino que es una cualidad infundida en el alma que la adapta, en cuanto alma, a vivir la vida de Dios”,

    Y ese es el sentido en el que algunos místicos clarividentes, como el Maestro Eckhart, decía: “Ruego a Dios que me libre de Dios”. Y la gran Simone Weil, “Lo malo del falso dios es que nos impide ver al verdadero”. (El falso Dios sería el maravillosista, y el verdadero, el naturalista: un Dios que nos habla mediante su creación: los sistemas autónomos incorporados a nuestra mente).

     

    Se habla de anhelo de “trascendencia” en el humano. ¿Y en qué consiste?. Yo creo que es un grupo de emociones superiores de las que estamos dotados naturalmente.

    Las emociones son unas conductas instintivas con las que estamos dotados, para conseguir resolver los problemas que se nos presentan en la lucha por la supervivencia y la maduración humana.

    Por ejemplo, la sed, que es una de las mas primitivas o inferiores. Todas esas conductas instintivas llevan asociadas unos fuertes sentimientos gratos o ingratos, para incentivar el complimiento de esas conductas: en el caso de la sed, el placer de saciar la sed y no deshidratarnos.

    Pero además de las necesidades fisiológicas, los humanos en nuestra naturaleza, tenemos tres anhelos o necesidades psicológicas superiores fortísimas: el fuerte anhelo de sentirnos buenas personas, el fuerte anhelo de saberlo todo, y conocer el Universo, y el fuerte anhelo de disfrutar de placeres estéticos y de alegría, y evitar displaceres sobre esos temas.

    Y esos tres grandes anhelos o necesidades connaturales, son la fuente de las tres fuertes emociones naturales de los tres grandes valores humanos: la Bondad, la Verdad, y la Belleza/Alegría.

    Y a ese flujo de influencias en la mente humana es lo que llamamos espiritualidad trascendente, o Trascendente, en algunos casos.

    Dichas grandes emociones, residen muy potentemente en el fondo de nuestra mente subconsciente, (lo que Jung llamó “el inconsciente colectivo”), y constantemente, nos apremian a comportamientos en esas líneas.

    Cada vez que nos encontramos ante un input de nuestros sentidos, (la magdalena de Proust, que usa como metáfora Santiago Villamayor, nos “excita” esos mecanismos inconscientes, y se nos propone un curso de acción o una idea seminal, junto con una fuerte descarga emocional, ese “sabor” wilberiano, que nos maravilla y asombra tanto que, hechizados ante él, a veces lo solemos atribuir a la gran fuente de todo lo maravilloso: “Dios” – la Trascendencia.

  • Gonzalo Haya

    Me gustaría destacar algunas reflexiones de Santiago con las que estoy muy de acuerdo y me parecen esclaredecedoras:

     

    Podremos amar pero no comprender.  No sabremos si hay una divinidad en todo lo que sentimos o un Dios Chef que cocina todo. En este caso siempre ese Chef será falso y verdadero a la vez.
     

    “Dios” porque todos los nombres le van pero ninguno le cae bien.

    Si sacamos la referencia al Padre/Madre de su registro simbólico la convertimos en una fórmula blasfema, mal dicha, en una figura realista. Y ya en ese registro descriptivo terminamos levantando una filosofía y teología extremadamente explicativas.

    lo decisivo no es tanto cómo existió Jesús ni la atribución literal de divinidad, cuanto la elevación que despierta y la incondicionalidad que nos suscita,  La “divinidad de Jesús” no es un rasgo objetivo de su persona sino la incondicionalidad que le otorgamos cuando decidimos dejarnos afectar por su sabiduría

    hagamos una pausa para hablar. Para encontrarnos con la mentalidad actual que suspende ese impulso a crear mundos paralelos y superiores. Ese compás de espera se llama un agnosticismo creyente,
     

     

     

     

     

     

  • Carmen

    Un texto esperanzador. Y precioso.

    No dejen a los jóvenes solos. Son el futuro. El sentido de transcendencia creo que es muy importante, pero cada época tiene, pues eso, un sentido diferente.

    Nosotros, nosotras, somos mayores. Tenemos una idea más o menos clara, hemos llegado a nuestras conclusiones. Cada cual a la suya. No importamos demasiado. Ellos, ellas sí importan.

    Me ha gustado un montonazo.

  • mª pilar

    ¡¡¡Gracias de todo corazón!!!

    Impresionante art. para gozo de aquellas personas, que a lo largo de su vida lo han descubierto.

    Gracias y un abrazo entrañable.

     

  • Asun Poudereux

    Grachttps:

    https://www.enriquemartinezlozano.com/semana-23-de-mayo-aceptacion-esther-fernandez-lorente/

    Confiando en que este testimonio, el de Esther, nos dé algo de luz…

    Un abrazo.

     

     

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