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Loreto, una vida luminosa

 Nos ha escrito Miguel Ángel Mesa Bouza directamente a ATRIO pidiendo, si era posible, que publicásemos esta “semblanza  de mi relación personal con esta gran mujer que nos ha dejado el pasado día 21 de marzo, al inicio de una nueva primavera, alguien que ha sido muy importante en mi vida. Ha sido cofundadora de los Comités de Solidaridad Óscar Romero, de Comunidades Cristianas Populares y Fundadora de los Comités de Solidaridad con África Negra, Umoya”. ¿Cómo no, Miguel? Loreto Rey estará siempre en la memoria de los movimientos cristianos de base como un referente. Y vivirá esta primavera ya con San Romero de América. AD.

Loreto Rey Arnáiz ha dejado una huella indeleble en mucha gente y su labor, a lo largo de los años que ha vivido, ha sido muy beneficiosa y fructífera, una llamada permanente a vivir gozosamente por los demás, sobre todo por quienes más sufren en nuestro mundo.

Podría empezar esta semblanza diciendo de ella que ha pertenecido a la comunidad cristiana Vanguardia Obrera desde sus inicios, sufriendo multitud de registros por parte de la policía franquista en la calle Argumosa. O que fue una de las cofundadoras de los Comités de Solidaridad Óscar Romero de España y de Comunidades Cristianas Populares.

Allá por 1990 hicieron un viaje varias compañeras y ella al antiguo Zaire, respondiendo una llamada de las comunidades de allí, para que conocieran su realidad y difundieran la verdad de su opresión, su empobrecimiento, sus luchas y esperanzas. Vinieron tan sumamente impactadas que decidieron fundar los Comités de Solidaridad con África Negra, el primero en Madrid, en septiembre de 1991; ahora son diez, extendidos por nuestra geografía. En Zaire una nueva opción atravesó su corazón por completo, la pasión y la vida africana y, desde entonces, se desvivió en solidaridad, verdad y cariño por África y sus gentes.

Es un currículum magnífico, si la tuviéramos que entregar una medalla a su labor solidaria durante toda una vida que, sin duda alguna, se merece. Pero no es solo eso lo que motiva estas líneas sino, sobre todo, mi experiencia vital a su lado durante unos 35 años, todo lo que hemos compartido, tanto como me ha enseñado día a día.

Nuestra amistad y el trabajo solidario en el que hemos colaborado, tiene sus orígenes en la Comisión de Solidaridad con los Pueblos Empobrecidos, de la Iglesia de Base de Madrid, desde su creación en 1986 hasta que decidimos su cese, pues ya había cumplido su función y estábamos duplicando las labores que hacían otras asociaciones solidarias.

A la vez y también posteriormente creamos el grupo Munzihirwa, intentando ofrecer nuestra solidaridad con los pueblos africanos, además de una información alternativa sobre los conflictos y la realidad que se vivía en África Negra, principalmente. Creamos el boletín A Fondo, que aún se sigue publicando y distribuyendo por los Comités de África Negra.

Cuando terminábamos las reuniones, aún nos quedábamos Loreto y yo revisando el correo del Comité, contestando, reenviando, solicitando más información, desde el quinto piso de la calle Argumosa, donde nos reuníamos.

En la última etapa de trabajo conjunto, el alzheimer ya estaba haciendo acto de presencia en su vida. Sus ojos no veían ya apenas nada, teniendo que utilizar una lupa de muy alta graduación para leer y utilizando un ordenador especial de la ONCE para seguir comunicada diariamente.

Nada le impedía continuar participando en las reuniones de su comunidad, en el comité de África Negra de Madrid algunos días a la semana, en el puesto de libros y artesanía que cada año ponían en el Congreso de Teólogos/as Juan XXIII de Septiembre. Así hasta el final, cuando no dieron más de sí ni su capacidad ni sus fuerzas.

Loreto me ha enseñado a vivir, a comprometerme por los demás, a intentar ser muy humano. Pues algo muy importante y destacable, por encima de todo, era su inmensa humanidad. Cada principio y final de curso, en los cumpleaños, cuando nos comunicaban una victoria solidaria… todo era importante para celebrar y entonces sacaba cervezas, refrescos, unas patatas fritas y allí comentábamos, bromeábamos y reíamos toda la gente del grupo.

También preparamos muchas de las celebraciones solidarias de la Iglesia de Base de Madrid o del Comité de África Negra, llenas de simbolismo, de cánticos, participativas, donde la fe se unía a las luchas y las esperanzas de tanta gente, de tantos pueblos del mundo.

Después de terminar el trabajo en el comité nos quedábamos charlando y yo la acompañaba a coger un taxi. Esas conversaciones son para mí inolvidables. Todo fluía por ellas: la Iglesia, la fe, la sociedad, la política, los comités, mi familia, la suya, nuestras experiencias íntimas, profundas, cotidianas…

La información que leía, contrastaba, compartía, eran parte de su oración y de su reflexión. Realizaba una hora de meditación todas las mañanas y hacía habitualmente ejercicios espirituales, encarnados en la realidad concreta que vivía. Toda la vida era para ella motivo de contemplación, de agradecimiento, de esfuerzo solidario, encarnando así su fe cristiana en Jesús y el Dios Padre y Madre de los pobres, para hacer viable su incombustible esperanza.

Las últimas veces que fui a verla a su casa, solía repetirme: “¡Cuántas cosas hemos vivido juntos, Miguel Ángel. Cuánta gente buena y comprometida hemos conocido. Qué suerte hemos tenido!”. Y es verdad.

Este pasado 21 de Marzo Loreto nos dejó, para iniciar una nueva primavera. No podré escuchar más sus sabias palabras, su aliento permanente para seguir siempre adelante, ni sentir sus abrazos intensos, ni oír su risa estentórea y contagiosa.

Pero todos estos recuerdos, estas vivencias ya forman parte de mí, están palpitando muy adentro, en mis entrañas, en mi corazón. Ella seguirá viva en los almendros en flor de esta primavera, en los barrios pobres de Kinshasa, en la memoria de Pedro Casaldáliga o Munzihirwa y tantos otros mártires, en la memoria de tantas amigas y amigos que ha dejado esparcidos por medio mundo.

Loreto, querida hermana y amiga, ya has recuperado tu completa lucidez y tu mirada atenta, penetrante, profética, contemplativa. Sigue acompañándonos, por favor. Son tantos los que se van marchando, que nos sentimos huérfanos sin vuestra presencia… Regálanos tu esperanza, tu alegría, tan vitales y necesarias hoy para nosotros y nosotras como el pan y la luz de cada día.

(Miguel Ángel Mesa Bouzas)

7 comentarios

  • mª pilar

    Una experiencia muy rica y perdurara en millones de corazones.

    Gracias por esta vida entregada a las personas que más sufren en este mundo.

    Yo tube la dicha de vivirlo en Zaragoza…quizá impulsados por vidas como la de Loreto…y pude gozar de un gran grupo de jóvenes totalmente entregados y que partieron a distintos lugares del mundo para entregarse totalmente a crear…¡Vida!…a tantas personas como una parte de la humanidad se las arrebata.

    Gracias por este hermoso testimonio.

  • ELOY

    ¡¡¡Cuantas cosas maravillosas  pasan muy cerca de nosotros y que muchas veces no percibimos o, percibidas, no valoramos de forma adecuada.!!!

     

    • Alberto Revuelta

      Es que de personas así, de comités así, de grupos así, está llena la realidad oculta al que tiene ojos y no ve y tiene oídos y no oye. Es que los lirios de ciudad y los pájaros que apenas se oyen antes de caer sabiéndolo el Eterno viven en un esplendor que ni lady Gaga, ni el rey emérito, ni los cardenales a quienes les acaban de rebajar el sueldo son capaces de mirar porque quedarían ciegos. Es que como Ajaz no pedimos un signo al Señor porque no queremos tentarlo y porque los tenemos los signos al lado. Es que sin doctrinas ni permisos miles de personas como la que se ha reintegrado a La Luz inmarsible, siguen a Jesús y se gozan de hacerlo sin echar cuentas más que para ayudar a otros que están peor que nosotros. Con todos los respetos esa es la santa iglesia extendida por todo el universo.

      • mª pilar

        Quizá …la iglesia… no sea el mejor ejemplo de apoyo a estas grandes experiencias.

        Muchas de ellas, se han visto frenadas, castigadas, por los grandes príncipes de esta iglesia.

        Pero no pudieron parar la labor intensa que estaban realizando; sé lo que estoy comentando…nacieron en personas que pertenecían a la iglesia…muchas de ellas hoy, viven en silencio y siguen trabajando sin ningún representante de ella.

        • Alberto Revuelta

          Mi vida ha sido, es y espero que siga así, animada por las personas seguidoras de Jesús en organizaciones o grupos o comunidades o espíritus idos. Temporadas en soledad que con las miríadas de los que hemos seguido en la praxis y en la confianza en el Señor. He mantenido siempre que he podido la distancia con los poseedores del poder eclesiástico de carrera funcionarial. No me arrepiento de ese calor en el que he vivido. No me engaño pues he ejercido funciones de gobierno y conozco el paño institucional. Pero siempre he seguido cautivado por la poesía profunda de la fe. Se que muchas personas tienen justo la experiencia contraria respecto a la institución eclesiástica. He sido agraciado con la de eius semper consolacionem gaudere. Gozo con la fe.

          • mª pilar

            Muchas gracias Alberto.
            Reconozco, que a esta personilla que soy, le falta esa tonalidad que Vd. tiene; solo es eso.

            Admiro su caminar y su labor en favor de cuantas personas lo necesiten; pero me falta …¿esa fidelidad a lo ritual?… no hay contradicción; deseo y espero que solo sea eso, una mirada diferente en algunas “esquinas”.
            Un abrazo entrañable y sincero.

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