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La falta absoluta de parresía corrompe absolutamente

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      Precisamente de lo que hoy carecen las estructuras de poder es de autoridad, y desde luego es un tema ausente en el debate sobre los famosos empoderamientos.

      Yo hace tiempo que apenas me fio de los diccionarios, y desde luego cuando leo definiciones como la siguiente me ratifico en mi actitud: “Parresía: aparentar que se habla audaz y libremente al decir las cosas, ofensivas al parecer, y en realidad gratas o halagüeñas para aquel a quien se le dicen”. Esto lo firma el Diccionario de la Lengua Española. Seguramente entre nuestros académicos habrá más de uno que sepa griego, o incluso ética, pero no sé si algo de teología. Comprendo que todos tenemos ideologías deformadoras, sin embargo, lo que me resulta más difícil de roer es que se sepa tan poco de los conceptos antropológicos básicos, y que se conceda tan poca importancia a sus consecuencias.

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      El vocablo griego parrhesí­a (παρρησία) deriva de παν (todo) y de ρησις/ρημα (locución) y significa decirlo todo, aunque también deriva de ῥεo (reo, fluir). Es el hablar decidido, con libertad y franqueza, sin tapujos, con valentía y audacia para decir sin equívocos desenmascarando la mentira y los engaños con los que se pretende tergiversar, manipular y acallar la verdad; en suma, decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, aunque el mundo se venga abajo y ruja el cielo, las verdades del barquero dichas donde hay que decirlas, aunque a uno le tiemblen las piernas.

      Quien vive parresiacamente sostiene una utoprofética relación indisoluble con la verdad: sin esperar a que el lobo y el cordero eternicen rondas ideales de diálogo. Hay que apretar. El parrhesiastés encarna la verdad, que a él le convierte en verdaderamente verdadero. Sin esa relación entre verdad objetiva y veracidad subjetiva, la mentira se ofrece como verdad, lo cual hace depender al mentiroso de la verdad que conculca, pues la inverecundia necesita para su autodefensa de otra mentira que la purifique, misión de suyo imposible: quien se avergüenza de sus mentiras es tributario de las verdades que niega. Pero quien es parresaico (parrhesiastes) dice la verdad con fuerza doble: por la fuerza misma que la verdad posee, y por su vivencia de la misma: voluntad de verdad, no dominio de ella. Por eso el parresiarca no es un impostor, ni un manipulador, ni un embaucador; el ánimo de la verdad que propone es transitivo, sin ensimismamiento.

      El parresiarca jamás anuncia la verdad que ignora o la hipótesis que supone, ni espera decirla sólo catárticamente después de dichas todas las mentiras, ni define a la verdad como mentira y a la mentira como verdad (postverdad), es totalmente engendrado por la verdad y no un engendro de la mentira, hijo de la verdad y padre de la vida. Allí donde está el parresiarca, allí está la realidad, no hay que ir a otra parte: venid y veréis.

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      Otra cosa es que esa verdad por él enaltecida sea por los demás aceptada; no todos saben, quieren o pueden liberar las cadenas de su propio miedo (aferrarse al miedo para no enloquecer es el comienzo del enloquecimiento) ni del engolfamiento en sus egopatías. Por eso revelar la verdad coloca al sujeto de parresía en una posición de inferioridad y de peligro, pero él insiste en hablar de la verdad con la verdad que ofrece porque en ella cree y lo considera su obligación inexcusable.

      Y aquí aparece otra nota esencial de la parresía: la humildad sin prepotencia frente al poder de la mentira, y la capacidad de sufrir, a veces hasta la inmolación, la martyría final. Todo lo cual se sitúa en la antípoda del camicaze o del terrorista sin esperanza. He aquí que la liberación del tú puede pedir, y de hecho pide de suyo, la entrega servicial pero no esclava, sino liberadora, del propio yo, a la vez libre y siervo arbitrio, sumisión voluntaria a la verdad y voluntad liberadora. He aquí también que la verdad valía más incluso que la vida; o mejor, que la verdad sólo podía decirse con la efusión de sangre: en última determinación, nada se testifica sine sanguinis effusione, sacramento por su capacidad para convertir en sagrada la verdad proclamada. ¿Acaso no consiste la virtud en esto, en la fuerza con que se entrega la verdad? Toda falta a la verdad es in-decencia, in-moralidad.

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      Ahora bien, la parresía es univitelina de la épiméleia o cuidado, en su doble dimensión de cuidado para sí (cura sui) y de cuidado del otro (cura alterius), lo que la convierte en virtud pública, en virtud sociopolítica, evidenciando de paso la cínica falacia progresista que defiende las virtudes públicas sin las privadas, así como también de la falacia integrista que apuesta por virtudes privadas sin virtudes públicas, y en ambos casos sin horizonte societario alguno, tan sólo esquizofrenia. Una ciudad en la que cada cual cuidase de sí mismo como a la inversa encontraría en sí misma el principio de su perpetuación comunitaria.

      Esta virtud, cuyo lema imperecedero es el “cuida al prójimo como a ti mismo”, sólo puede habilitarse o hacerse hábil cuando el tú es mi prójimo como yo lo soy para él, algo denostado hoy como consecuencia del capitalismo teófobo imperante y del abandono de la regla de oro de la moral; dicho de otro modo, la partitocracia parlamentaria es incapaz de generar bien común porque el de la bancada contraria es el enemigo, comedia y vodevil astragante donde brilla por su ausencia la alegría del servir. Es el charco donde croan empoderados y empoderadas, incapaces de autoría. La crisis de identidad parresiaca permite esperpentos políticos y culturales propios de sofistas sin desbastar.

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      Por otra parte, el politiqueo pierde con la verdad su credibilidad de hecho y su credentidad de derecho, pasando a ser las instituciones políticas literalmente el primer problema del pueblo, que sigue pedaleando con la cabeza gacha para sobrevivir como puede, entre el autoritarismo y el permisivismo, ambos fruto del relativismo en el cual nada vale más que nada porque cada uno quiere valer más que todo y que todos.

      Desgraciada generación de alguaciles alguacilados, tan abundante en aulas y métodos educativos como carente de maestros de virtud. ¡Ser maestro, ser maestra! ¡Gozar del sacrificio del estudiar y del gastarse por amor a la verdad transitivamente ejercitada, fuera de los tópicos comunes, y de los vómitos sociales, más allá del trepar y del manducar! ¿Dónde queda la autoridad parresiaca? Auctoritas es la desembocadura de un río de oro en cada uno de sus meandros: viene de augeo (aupar, elevar), pasa por auxi (auxiliar, ayudar), y se convierte en auctum (convertirse en autor responsable). ¿Dónde fue a parar ese acuífero, o ya se secaron aquellas aguas suyas con las cuales regaba y fertilizaba?

      Esta generación, con tantas escuelas pero tan pocos maestros, de vida necesita referentes parresiacos. O sea, testigos. Testigo era aquel que juraba por su vida la verdad que defendía agarrando sus testes, sus testículos, pues exponerse a su castración hubiera podido resultar demasiado duro. Necesitamos echarle…, porque quien defiende sus testículos los perderá y se volverá estéril, sin que por esto decir quiera yo ser considerado como machista de/generado, o sea, fuera de género.

      Tenemos derecho al honor, derecho al derecho, que no se nos va a regalar sin cumplir con la decencia mínima de ser humanos, descendientes del nuevo Adam, pues una sociedad des-humanizada carece de parresía. Así que, a modo de coda final, pongo las primeras piedras del destruam et aedificabo para un vocabulario básico del endebilitar parresiaco. Lo primero será abolir el Ministerio o Ministerios Estatales de Empoderamiento (todo con mayúsculas); lo segundo, romper el carnet de empoderadora o de empoderador; lo tercero, rechazar el lema “la empoderadora (o el empoderador) que nos empodere buena empoderadora (o buen empoderador) será; lo cuarto, abolir los ejércitos que nos empoderan aunque estén duplicados (ejército español, OTAN, y ejército mundial en ciernes); lo quinto, eliminar los bancos empoderadores de sí mismos; lo sexto, resignificar el himno “arriba los pobres del mundo”. Y luego bajamos a orinar, primera a la izquierda.

      Queda abierta esta iniciativa y se admiten donativos morales para quienes deseen añadir nuevas formas de desempoderamiento constructivo sin cargo al fondo de reptiles de los presupuestos generales del Estado.

21 comentarios

  • h.cadarso

    Y otro filósofo griego decía: “Solo sé que no sé nada” Creo que era Sócrates. Y creo que Pío IX se pasó con lo de la infalibilidad. Y no sé si Confucio y la cultura china están más próximos a la creencia en Dios que tanto Cañizares y Santiagos Abascales que andan sueltos por esos mundos de Dios…

  • h.cadarso

    Bueno, a mí se me ocurre una pregunta…hay un poeta filósofo que tiene una frase más o menos parecida a esta¨”¿tu verdad? ¿mi verdad?. Mejor será que unamos nuestros esfuerzos y nos pongamos juntos a buscar la verdad, NI LA TUYA NI LA MÍA…” ¿Cómo conciliar esta  reflexión con eso de la Parresía?

  • h.cadarso

    Pero qué nivelazo, colegas!  Habláis en cristiano, o en zuagili? Mis amigos extremeños emigrados con los que me junto en La Moncloa de Amorebieta a diario me expulsarían de la peña si les suelto palabras así. Pero a lo mejor me pongo en serio a destripar los contenidos de esa perle o pare o pirresia. Perdonadme, de todos los modos creo que podemos entendernos hablando más por lo liso y llano…Todos no hemos ido a la universidad…y algunos que hemos ido no hemos llegado tan arriba.

  • Asun Poudereux

    Pues con el título está dicho todo. Y no digamos en el artículo de Carlos, al que agradezco su trabajo y a los comentaristas.

    Esta falta absoluta de la dichosa palabra en su mejor acepción ha estado ausente desde hace décadas. Lo que ocurre es que hace algún tiempo esto ya es descarado.  Una termina por desenchufar radio y  tele por temor a ser intoxicada. Si no hubiese desaparecido de lo más alto y de su entorno en ampliación, me atrevo a decir que la corrupción en España hubiese sido frenada por los mismos que se fueron contaminando, desde las alturas más altas. A  consignas y estímulos claros y diferentes, procesos y resultados rápidos y transparentes.

    Toda esta crisis política que estamos viendo, puede que, a su debido tiempo, haga cambiar profundamente este sistema político español ante la presión ciudadana.  Y la parresia será parte de la columna vertebral de la Democracia.  Confío.

  • Santiago

    Se puede y se debe decir la verdad -la que es común, sostenible y objetivamente evidente- sin tapujos, como dice Carlos, pero sin que sea netamente ofensiva.

    Por eso es necesaria la parresía “no retórica” y que sirva para el diálogo constructivo. Puedo pedir disculpas, “si alguien se siente ofendido” pero puedo aclarar que la intención es lograr un diálogo que construya algo mejor y enriquecedor. Sólo podremos avanzar hacia  l a   paz entre los pueblos si decimos la verdad común sin miedo, pero sin lesionar la sensibilidad humana. Puedo reprender con verdad pero con respeto y caridad

    Por eso la “falta absoluta de parresía” según su acepción moderna” conduce a una corrupción absoluta puesto que pervierte el camino hacia la verdad. Pero debemos huir de la hipocresía cínica y de la ofensa cruel

    Un saludo cordial

    Santiago Hernàndez

  • ELOY

    Gracias Carlos por acusar amablemente recibo de mi comentario.   

    Te gano un poco en años, pero a estas alturas los pocos pueden pasar desapercibidos, o no, que diría un gallego.

    Tengo a la vista otro de tus libros que descubrí en alguna librería de viejo hace pocos años; se titula “La primera internacional de trabajadores” y me interesó porque yo del tema sabía , y sé, muy poquito.   

    Tengo a la vista la página 30  y en ella se hace referencia a un proceso de división en los planteamientos que no sé si son (las divisiones) características de la izquierda o es que en la izquierda se notan más. Dices:

    “Hasta ahora la pugna se establecía entre los proudhonianos (Proudhon había muerto en diciembre de 1864) y los marxistas. Pero ahora cuando los proudhonianos están en auge y Marx toma personalmente la decisión de enterrar algunos puntos de vista libertarios, va a aparecer en escena un nuevo anarquista, Miguel Bakunin”.
     

    Hasta aquí la breve cita de tu dicho librito.
    En cuanto al café, por mí encantado, pero habrá que esperar a que la vacuna del COVID nos permita a los mayores “de riesgo”, iniciar lo que se llaman las “relacione sociales.”

    Muchas gracias y un afectuoso saludo.

  • mª pilar

    Gracias Carlos, por este hermoso art. gracias, o he disfrutado plenamente.

    Sé, que no estoy a la altura de un conocimiento pleno, como Vd. nos explica; pero sí, de su sentido primero y natural, y esto me enamora el corazón; he sentido la necesidad…dentro de mi pequeño mundo…de caminar así, y defender aquello que me parece fundamental para las personas que son alejadas de sus derechos.

    Gracias de corazón.

  • Rodrigo Olvera

    Un diccionario no es un tratado de antropología, mucho menos de teología.

    Lo que presenta el diccionario de la lengua es el sentido de la parresia de acuerdo a su uso en el lenguaje, basándose especialmente en el sentido del término desde la Grecia Antigua, especialmente por las escuelas cínica y epicurea.

    Lo que presenta Carlos es la reinterpretación filosófica que realizó Foucault en el siglo XX, basándose en la teología bíblica (el profeta de Dios que habla la verdad aunque arriesgue ser encarcelado o asesinado).

    Y sí, tiene sus consecuencias. La parresia en la Grecia Clásica era una figura retórica que se llegó a considerar un vicio. Mientras que la parresia en Foucault es casi casi la virtud máxima.

    ¿Por qué sería un vicio la parresia en la Grecia Antigua? Porque bajo la apariencia retórica de “atrevimiento” o “valentía”, solía esconderse o la lisonja (que es el significado que enfatiza el Diccionario) o la calumnia, o el ataque personal (véase el uso de la parresia en las obras de teatro griegas como derecho a insultar).

    Pensemos en la vida cotidiana hoy, las prácticas discursivas de “con todo respeto pero … (seguida de una expresión violatoria del respeto)”,  “no es por polemizar pero … (seguida de expresiones polémicas), “no voy a meter la discusión de X… (con lo se metió X en la discusión al nombrarlo pero no elaborar sobre ello)”, “perdón, pero … (seguida de insultos)”, o “pues yo no sé, pero yo lo que creo es …. y nadie me hará cambiar de idea”. Nada de ésto es atrevimiento o valentía al hablar, mucho menos la virtud máxima de compromiso con la verdad, sino aparentar tal compromiso.

    Si, la parresia entendida bajo la reinterpretación judeocristiana de Foucault es una virtud muy necesaria en nuestros tiempos. Pero la alerta contra la mera apariencia de atrevimiento del sentido de la parresia en la Grecia Antigua es igual o más necesaria en nuestros días.

    Abrazos y esperanzas.

    • mª pilar

      Mi querido Rodrigo:

      ¡Un gozo interior me rebosa!

      Porque tuve la dicha de conocer el espíritu de Foucault, en los HH. de Jesús en nuestra propia casa, gracias a mi muy querido hermano Paco, que los metió en su corazón inmediatamente; era mi hermano un ser muy especial, yo digo que fue:

      ¡Un hombre de luz!

      Gracias por sacar a colación la importancia de Foucault y la mirada y de su manera de vivir en los HH. de Jesús.

      Fue uno de los mejores regalos que he recibido en mi vivir, el de mi hermano primero, luego el conocimiento y vida de los HH..

      Un abrazo entrañable.

      • Rodrigo Olvera

        Querida Pili

        Mi referencia no era al hermano Carlos (he conocido a varias personas – varones y mujeres- que siguen su espiritualidad, y siempre me han impactado profundamente), sino a Michel (filósofo destacado en la disección de las estructuras y mecanismos del poder en la sociedad).

        Me alegra de todas maneras la confusión que ocasioné al mencionar sólo el apellido sin dar el nombre; por el gozo que experimentarse al recordar a Carlos de Foucault y su obra; por el gozo mío al leer y compartir tu gozo; y por la ternura que me inundó al recordar a hermanitas y hermanitos que tocaron mi vida en distintos momentos.

        Abrazos y esperanzas

        • mª pilar

          ¡Lo siento! Ahí puedes ver mi absoluto desconocimiento de temas muy importantes.

          Pero me alegra infinitamente, haber llamado tu atención, porque el gozo…y pena por mi falta de conocimientos…de saber de ti; siempre estás en mi corazón y pensamiento.

          Mi abrazo entrañable y agradecido por tenerte como amigo…de alma.

    • carmen

      Pues no sé yo esto.
      Ya me puedes apuntar en la lista. Pero me he ido directa al diccionario de la RAE y he visto varias acepciones. Efectivamente habla de parresía en el antiguo y nuevo testamento. El origen de la palabra en griego…en fin.

      Todavía no he entendido el significado del título del artículo. No sé. Solamente sé que hay personas logran que mi cabecica entienda su mensaje y otros , no entiendo a donde quieren llegar.

      Tendré que pensar qué significado tiene exactamente la palabra parresía en este artículo. Soy muy muy lenta.

      Luego lo pensaré.

      • Rodrigo Olvera

        Muy interesante, Carmen

        No sé que edición del diccionario revisaste. Yo he revisado la actual, disponible en línea, y da sólo una acepción (la que menciona Carlos en el principio de su artículo).

        Si en versiones anteriores había más de una acepción, me parecería muy interesante conocer la razón para eliminarlas.

        Saludos

        • Carmen

          Aaayyyy
          Sorry.
          Tenéis razón los dos.
          He vuelto a mirar. Por lo visto me he pasado en Google de la RAE a la Wiki.
          Ya me parecía muy largo para un diccionario. Es que cuando no entiendo el significado exacto de una palabra voy directamente a consultar el diccionario de la RAE. Y por lo visto he tecleado sobre saber más o algo así y me he metido en la Wiki. Y claro, no entendía nada. Porque no sabía exactamente de qué parresía hablaba.

          Sorry.
          Pero es extraño. Siempre hay todas las acepciones posibles. Pues está vez , pues no.
          Mira por dónde he aprendido lo que es parresía. A mí me sonaba a algo bíblico pero no sabía exactamente.
          De todas maneras, ya me conoces, mi lenguaje y mi forma de hablar es mucho más sencillo.
          Buena tarde.

        • Carmen

          Y hay algún término para indicar que alguien se expresa como si estuviera o estuviese convencido o convencida de estar en posesión de La Verdad. Pero seguro , segurísima…?
          Porque si eso de la parresía está ligado a la humildad , pues el término parresįaco parece que no es el más acertado.
          O si.
          No sé…

          Sabes qué? No me gusta esa palabra. Pero bueno, sobre gustos…

    • Antonio Duato

      Vuelvo sobre el tema del DRAE sobre Parresia, que considero un monumental error. Yo también fui enseguida al diccionario y a Wikipedia, la gran enciclopedia autogestionada global que es de las cosas más grandes que se han construido en este siglo XXI. Yo le tengo un especial cariño porque ella y Atrio nacieron en el mismo año (2001) y alguna vez pensé Atrio como una gran autogestionada enciclopedia de ética y espiritualidad.

      Como en otras ocasiones, cuando algo de Wiquipedia me indigna o sorprende, acudí a ver la historia interna de quien inició la voz y siguió la historia, que a veces encierra un gran debate. En esta ocasión ha sido un joven profesor mexicano, antropólogo y migrantólogo, muy interesante. Os invito, Carmen y Rodrigo, a buscar arriba del todo la historia de la entrada y abrir la página en la Wiki que tiene su editor: https://es.wikipedia.org/wiki/Usuario:Bernardo_Bola%C3%B1os

      He disfrutado leyendo lo que piensa Bernardo Bolaños (¿Lo conoces?, Rodrigo) sobre Wikipedia y los tmas que más le interesan. Me uno a esta reflexión: ” ¿Para quién trabajan esos voluntarios que hacen la mejor Wikipedia? Para los que no tienen libros, diccionarios ni enciclopedias en sus casas (y, debo confesarles, también trabajan para la mayoría de los académicos e investigadores universitarios que, aunque no les gusta reconocerlo, no pueden resistir la tentación de consultar de vez en cuando este maravilloso libro colectivo).” Y ved lo que dice sobre cómo le censuraron una imagen para un escrito sobre el amor… ¡Quién fuera un verdadero jubilado con tiempo para dedicarse a estas exploraciones! A duras penas puedo a veces leer un libro. El que estoy leyendo, en kindle of course!, es “El infinito en un junco”…

      A donde nos lleva el viejo amigo Carlos Díaz!

      • Carmen

        Lo haré.
        Gracias

      • Carmen

        Me da mucha pereza ir a las enciclopedias y diccionarios y esas cosas. Muchísima. Aquí, tecleas y… El problema es que pueda o no ser cierto. Creo que están los textos más o menos controlados, aunque a veces se nota un montonazo la tendencia del escribidor. Pero en el papel sucede lo mismo.
        Los reyes magos me pusieron un libro digital. Siempre había dicho que los libros han de ser en papel. Lo sigo pensando. Pero mis hijos ven que estoy mucho en el ordenador y buscando con el móvil. No lees , mamá?
        Pues ahora vuelvo a leer.
        Los tiempos cambian.
        Gracias.

      • Carmen

        Y sin embargo lleno a mis nietos de libros preciosos. Ahora es una maravilla los libros para niños.
        Otra contradicción más.
        Así son las cosas

  • ELOY

     
    Gracias Carlos por esta aclaración del contenido de  “parresía”
     
    Desde muy joven tuve especial aprecio por los libros distribuidos por ZYX. S.A.  dado que me acercaban a realidades y opiniones que no conocía por otras fuentes.
     
    Una frase de Jacinto Martín en su librito “Juventudes de Hoy”, Madrid 1864, la tuve siempre por seria advertencia vital; es aquella que decía: “A vuestra ilusión de jóvenes, a vuestro ímpetu, a vuestro sed de conquista se le pondrán puentes de plata para que os paséis al campo del Sultán”  
    Repasando ahora un catalogo de ZYX de 1970, veo varios libros de Carlos Díaz, (“El niño proletario” “Aburrimiento y sociedad”, “Personalismo obrero”, “Hombre y dialéctica en el marxismo-leninismo”),  que creo que es el mismo autor de este artículo. Por eso, siendo así, es de agradecer el esfuerzo de escritor y analista de tantos años, compartamos o no, en todo o en parte, sus planteamientos

    • Carlos Díaz

      Querido Eloy, no sabes cómo te agradezco tu recuerdo. Soy aquel jovenzuelo que ahora tiene 76 años. He procurado seguir en la brecha desde entonces, hasta el punto de haber escrito 306 libros ya, siempre diciendo lo mismo, que ya conoces. No he sabido hacer otra cosa.

      Vivo la mitad del año con los pobres de la calle en Latinoamérica, pues las cosas de antes, aquellas luchas, ya no existen apenas en España.

      Antes de mi actual escrito sobre la parresía ya había tratado el asunto en muchos otros artículos, todos anteriores al articulito de Michel Foucault de marzo de 1982, que a mí me parece flojito, aunque la gente piense que Foucault estuvo al principio del mundo. Por lo demás, la parresía no tiene el menor encaje en el pensamiento del propio Foucault, como digo en el volumen segundo de mi voluminosa Historia de la Filosofía. Yo aprendí estos temas en el Antiguo Testamento y en el Nuevo.

      Un gran abrazo, y a ver si nos tomamos un café juntos. Nuestro común amigo Antonio Duato tiene mi mail.

      Carlos Díaz.

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