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Las veces en que el tipo “se queda helado”

Suele llegar un día en que las cosas empiezan a rodar mejor.
Cuando el tipo —modesto— se acomoda en la vida dice:
— Las cosas me ruedan bien…
Habla como si llevara un barril a patadas.
— Ahora que las cosas te ruedan bien, podríamos aprovechar a comprar una heladera eléctrica. Se hace un gasto una vez, pero después es un ahorro, porque todo dura más.
Hasta entonces no habían tenido heladera eléctrica. Ni de las otras tampoco, claro.
Ponían el hielo en un tachito: de un lado la botella de leche, del otro lado el sifón. Arriba, la manteca. Se habían venido arreglando así.

Lo malo es que el tipo siempre le encuentre arreglo a todo. De pronto se le pierde el pasadorcito de cuero al cinturón, él le pone una goma y ya le queda el cinturón con la goma para toda la vida.

Las cosas no debieran tener arreglo, porque todo lo que tiene arreglo siempre está remendado. Un alambre, un alfiler de gancho, un taquito, una cuña, un parche, una soldadura, una mentira… Total, así puede tirar un poco más…

Sin embargo, la heladera eléctrica había llegado a crearle un estado obsesivo a la patrona:
— Además, se pueden hacer helados en casa. El Pocho no tendría que andarlos comiendo por ahí. Con una heladera en casa, se sabría lo que se le da.

Un día, el tipo cerró trato; y al volver del centro dijo:
— ¿A que no adivinás una cosa?
— ¿Qué cosa?
— No. A que no adivinás, te digo.
— ¡Anda! ¡No seas así! ¿Qué…?
— ¡Mañana traen la heladera!
— ¡Ay, qué regio! ¿De mañana o de tarde?
— La hora no dijeron.


La llevaron de tarde.
El tipo —de licencia— estaba solo en la casa. La muchacha había ido a buscar al Pocho a la escuela, y la patrona a hacerse reformar un sombrero.
Tocaron el timbre, y él fue a abrir. Cuando abrió, se encontró con tres de overol que tenían la heladera en el medio. Los hizo entrar.
— La vamos a poner allá, ¿ven?

El sitio ya estaba elegido.
Él iba adelante, sacando cosas para abrirles paso.
Finalmente, la heladera quedó ubicada. Firmó la boleta, dio la propina, los hombres de overol se fueron.

Él volvió de la puerta frotándose las manos. Le había, preguntado a uno de los acarreadores:
— Dígame una cosa: la luz, adentro, ¿siempre queda prendida?
— No. Cuando se cierra la puerta, se apaga.
— Ah, mire qué bien.


Ahora, estaba solo frente a la heladera. La envolvió en una mirada acogedora, intensa, abarcante. La tocó, como para ir agarrándole confianza. Pasó el dedo por la manija cromada, y luego, decidido, la empuñó.

Súbitamente recordó el asunto de la luz. Abrió. La luz estaba encendida.
— Sí, claro, el hombre dijo que al abrirla, la luz se prendía …
Y quiso comprobar si, en efecto, al cerrarla, se apagaba.
Empezó a cerrar despacito. Dejó una hendijita diminutísima. La luz seguía. Cerró del todo.
— Ahora ¿cómo estará?
Volvió a abrir. Despacito. Una hendijita.
¡Por la hendijita se veía la luz!
— ¡Cómo! ¡está prendida!

El tipo discutía consigo mismo: —El hombre dijo que al cerrar, se apagaba. —Sí, bueno, al cerrar se apagará, pero es que yo ahora la abro apenas…

Cuando Protágoras dijo que el tipo es la medida de todas las cosas, se olvidó de dejar dicho quién lo mide a él.
El tipo siempre se cree con la suficiente habilidad como para modificar la marcha del Universo. No admite que pueda tener las cosas adelante, yéndoseles; ni atrás, siguiéndolo. Cree que las tiene alrededor. Y que el que está en el medio es él. Por eso es que la mejor acepción que se le halló a la palabra cementerio sigue siendo la de que “es el lugar donde están todos los que creían que sin ellos el mundo no iba a poder seguir”.

Llegaron juntas: la señora, de la sombrerera; la muchacha, con el Pocho.
A la señora le extrañó no encontrar al tipo donde lo había dejado, leyendo. Pero de pronto la muchacha gritó:
— ¡Trajeron la heladera!
Corrieron, la señora y el Pocho, gritando, asimismo, al unísono:
— ¡Trajeron la heladera!

Formaban un montón, en el suelo, los estantes desmontables. Nadie se fijó en ellos.
— ¡Es brutal!
— ¡Ay, qué amorosa!

El Pocho se colgó de la manija y la abrió.

Adentro, arrollado, tiritando, azulado: el tipo.
Había querido comprobar por sí mismo si cuando la heladera estaba cerrada la luz se apagaba o no.

De lo cual se obtiene la siguiente conclusión:
el tipo siempre debe creer en lo que le dicen los demás, porque cada vez que quiere cerciorarse de algo por sus propios ojos, ¡queda helado!

6 comentarios

  • oscar varela

    “VIAJES ALREDEDOR DEL SOFÁ” (WIMPI)

    PALABRAS
    Claro: esto con que se adorna el amor, no son más que palabras. Pero ¿acaso es otra cosa que carbón cristalizado el diamante que es gracia y homenaje en la gloria de una mano pálida?
    Si las cosas fueran nada más que lo que son; si no estuviésemos nosotros para inventarles una
    historia, una merced y un destino … ¡qué poco serían las cosas!
    ·····················
    COMPROBACIÓN
    No es que haya mujeres irresistibles; ocurre, apenas, que hay hombres que no resisten.
    ···················
    OTRA COMPROBACIÓN
    Un hombre recién empieza a ser peligroso para una mujer, cuando a esa mujer le gusta.
    ·························
    EL BUEN CONSEJO
    En aquel buen tiempo de los consejos paternos, decíale la madre al hijo mozo:
    —… y cuando elijas mujer, no te fijes tanto en que sea linda, porque la belleza dura poco … .
    Y respondió el muchacho:
    —De acuerdo, madre. Pero la fealdad, no se acaba nunca.
    ····················
    VIEJOS REFRANES
    El soltero es un león, el novio un pavo y el marido un asno.
    ·························
    DEFINICIÓN DEL PIROPO
    El buen piropo es un bombón que se come con el oído.
    ······················
    LOS PIROPOS
    Uno colombiano:
    “Eso no es caminar, es hacerle cosquillas al piso”.
    Uno andaluz:
    “¿Es que se abrió un agujero en er cielo y han llovío ángeles?”
    Uno porteño:
    “¡Muñeca! ¿decís ‘mamá’ cuando te tocan?
    ·····················
    LA FRASE DEL CENTINELA
    Siendo tan corta, como lo es, la vida, no hay nadie en el mundo que tenga el derecho de hacerla pequeña.
    ····························
    AVISO
    Un gran obstáculo para la dicha es esperarla demasiado grande.
    ··················
    VIEJAS DEFINICIONES
    Patrimonio es un conjunto de bienes.
    Matrimonio es un conjunto de males.
     
    ·····················

  • oscar varela

    Hola!
     
    Un otro del Libro de WIMPI: “VENTANA A LA CALLE
    (yo le des-arreglé la presentación escrita)
    …………………………..
     
    LA MISIÓN DE LA FE
     
    1- Hay gente que no se da cuenta
    – de las cosas que pueden hacerse mientras se está vivo;
    (y sin necesidad, casi, de “ser” vivo).
     
    Es esa gente que anda con la obsesión
    – de que le falta algo,
    – de que las cosas van mal,
    – de que a lo mejor quien sabe.
     
    2- Habría que decir:
    – “este HOY es aquel MAÑANA que AYER te pareció tan inquietante:
    – y, ya ves, todo va bien.”
     
    3- Si al tipo característico de ese grupo de sobrevivientes al que acaba uno de aludir, se le dice, por ejemplo:
    – ¡Qué hermoso día!,
    – él responde, de inmediato:
    – ¡Y uno tener que estar encerrado en la oficina!
     
    4- Si le dice:
    – ¿Vio qué tiempo horroroso?
    – Él contesta:
    – Y, seguro. Después, cómo no va a sentirse aplastado, uno,
    – con un tiempo así, qué ganas de trabajar va a darle!
     
    5- Esa gente no debe pensar nunca en el maravilloso mecanismo
    – que mantiene al tipo en la lucha
    – y que no le deja caer anonadado,
    – abandonándolo todo por la decepción o el terror.
     
    6- Al tipo puede pasarle cualquier cosa en cualquier momento
    – y sin embargo él tiene el poder de seguir como si no pudiese pasarle nada.
     
    7- El tipo
    – tiene el pasado
    (que lo persigue más con el recuerdo de lo malo que de lo bueno);
    – tiene el futuro que es un misterio;
    – tiene que construir el presente influido por aquel pasado
    – y referido a un futuro que se ignora completamente.
     
    8- Y, sin embargo, ¡el tipo puede seguir!
    – Es un fenómeno y no se da cuenta.
     
    – Existe la posibilidad de que se le caiga el techo encima mientras duerme
    (muchas veces se han caído techos encima)
    – pero basta con que el tipo “esté en la creencia” de que el techo no ha de caerse,
    – para que pueda dormir tranquilo toda la noche.
     
    9- Es la fe que lo mantiene, sin que él lo advierta.
    – Es el creer.
    – La creencia es el modo normal de presentarse, de anticiparse, la inmensa mayoría de las realidades latentes, de las realidades que aún no se han hecho presentes “en persona”, ¡dirá, uno, así.
     
    10- La misión de la fe consiste en renovar constantemente la capacidad de creer,
    – después que las cosas se han producido,
    – en que las que quedan por producirse serán de otra manera
    – si las que se produjeron fueron malas
    – o serán mejores si habían sido buenas aquéllas.
     
    11- Es gracias a ese mecanismo, que tiene tanto de magia y de milagro,
    – que el mundo sigue andando.
     
    12- El tipo que se queja mientras pueda creer que al salir de la casa de mañana va a volver de noche, es un desagradecido.
    ————————
     
    ÍNDICE de “VENTANA A LA CALLE”
    El tipo y los animales
    El ingenio
    El precio de la dicha
    Saber y cultura
    Plagios
    El mundo sigue andando
    La calle de uno
    Lección de esperanza
    Primavera
    El tipo y la importancia
    Hay casos así
    El caso estupendo de Friné
    Hay que tener defectos
    El hombre normal
    Defensa del gaucho
    Invención del mundo propio
    LA MISIÓN DE LA FE
    Pelean por el acuerdo
    Los arruina cuentos
    ¿Valdrá la pena ser un tipo normal?
    Casi todo lo que se puede ser
    ¡Para qué adivinará el hombre?
    Lo que no queremos ver
    Hay que aprender la vida
    El tipo y los demás
    Es más lindo señoras
    Andar por el aire
    El escrupuloso, un fugitivo
    Meditación sobre el milagro
    Mens sana
    Historia de la compostura
    La planta, una maravilla
    Los cromosomas
    El veneno, fuente de vida
    ¡Por fin corrigieron a la leche!
    Dientes y dentistas
    Agua y duchas
    Necesidad de una baranda
    Aspiración a la felicidad
    Mujeres de ayer y hoy
    Todo el mundo boca abajo
    Historia del corpiño
    Tipo y polilla
    Excursión alrededor del tipo
    En torno a la margarita intacta
    Hambre
    El cuento de los anteojos
    La locura y sus ramos
    Higiene mental
    Hombre normal
    En la vidriera de los juguetes
    El termómetro y el transporte
    Aspectos sorprendentes del amor propio
    El tipo aprensivo
    Tipo y caballo
    Humoristas
    El pelo
    Goma de papa y zapatos de choclo: su ineficacia
    Un insólito medio de transporte
    El color
    Civilización y barbarie
     …………………………..

  • mª pilar

    ¡¡¡Genial!!!

    Gracias Oscar.

  • oscar varela

    WIMPI
     
    Había nacido en Montevideo.
    – Su verdadero nombre era Arthur García Núñez de muchacho vino con su madre a nuestra ciudad, Buenos Aires, y estudió en el Colegio Nacional Mariano Moreno, para ingresar más tarde en la Facultad de Medicina. Pero abandonó la carrera, marchándose a la aventura, a El Chaco.
    – Luego de mil peripecias, a las que relegó en el último lugar de la memoria, como si hubiese querido borrarlas definitivamente del recuerdo, regresó a Montevideo.
    – Fue redactor de El Imparcial y posteriormente de El Plata. El periodismo y la radio sustentaron su prestigio, que se tornó amplio y aplaudido, sin dificultades para aceptárselo con plenitud absoluta.
     
    – Cuando Wimpi apareció en la prensa porteña, allá por 1946, se produjo un fenómeno cercano al deslumbramiento que provocan siempre todas las revelaciones gratas al espíritu, la aprobación y hasta la adhesión ruidosa del público que comenzó a leerlo, fue inmediata y resonante. El gusano loco y Los cuentos del viejo Varela fueron los únicos libros que la timidez de Wimpi se atrevió a publicar después de tremendas dudas.
    – Muchos otros corrieron el destino del fuego, al que los arrojó el autor, incapaz de sobreponerse a su sentido extremo de la autocrítica. La taza de tilo, Ventana a la calle, Cartas de animales, Viaje alrededor de un sofá, Vea amigo, La risa. Los cuentos de Don Claudio Machín, El fogón del viejo Várela y La calle del gato que pesca, acaso pudieron correr idéntico camino, pero el inesperado y llorado fallecimiento de Wimpi acaecido en Buenos Aires el 9 de septiembre de 1956, los salvó de tan quemante suerte.
    – Las manos queridas y el afecto intacto de Caracol, más allá de la vicisitud inevitable, tuvieron preservados esos originales inéditos con amor ejemplar y ‘permiten que nuestro sello Editorial Freeland, al editar los 11 títulos, presente al lector las obras completas de Wimpi y tengamos fresco, lozano, ingenioso y exultante su humor alado y restallante de talento.
    —————-
     
    Wimpi pudo y debió ser médico, pero renunció a los estudios sistematizados cuando conoció la vida vibrante, buliciosa y múltiple de las redacciones periodísticas de su Montevideo natal.
     
    Pudo ser un ensayista de alto mérito, un escritor de profundas indagaciones individuales y, de habérselo propuesto, también un estilista brillante, porque todas esas características se dan en este hombre de sólida cultura, observador profundo que remonta los escondrijos del alma humana con admirable facilidad.
     
    Pero terminó triunfando en él la cualidad predominante de su singular personalidad: la del humorista que, en cierto modo, sintetiza todas aquellas otras que resignó deliberadamente. No se parece ni imita a nadie; es el creador de un modo propio, acentuado por rasgos que lo tornan inconfundible y único en la literatura americana.
    ———————–

  • Román Diáz Ayala

    Y el tipo le preguntó a Jesús:

    ¿Y en qué  otro voy a creer, Señor, si tu tienes palabras de vida eterna?

    Muy bueno, Oscar

     

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