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Hoy la fiesta de María de Magdala

Publicamos, Olga, el artículo que nos envías para esta celebración, reivindicando para María de Magdala el título de Apóstola. Pero nos permitirás que introduzcamos en la misma entrada una carta que nos ha llegado de otra mujer colombiana. AD.  

MARIA LA DE MAGDALA

CARTA ABIERTA A JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS

Recordado y querido José Ignacio:

Porque te conozco, sé que hablas desde tu honradez y sinceridad más profunda, pero realmente no me puedo quedar callada ante lo que planteas. En la carta que le diriges a María Magdalena, dices:

Nunca sabremos si eras tú o no la pecadora de esa escena que cuenta Lucas. Pero al menos se nos dicen que habían salido de ti “siete demonios” (y 7 es número de plenitud). En cualquier caso no estoy nada seguro de que decir que María Magdalena no era una prostituta, sea una forma de defenderla y ensalzarla.

En otro aparte afirmas Si eras prostituta como sospecho… insistes también en que te gusta recordarla como tal. Y lo que quieres resaltar más: planteas que la prostituta es una víctima y en ningún caso una culpable.

Comparto tu visión sobre la prostitución y reconozco tu intención de situar la reflexión en otro lugar… Pero quiero plantearte otras cuestiones que me parecen más definitivas en el caso de esta MEMORIA, contradictoria si las hay.

Es cierto que nunca sabremos si esta fuerte y potente mujer fue prostituta o no… Pero pregunto: ¿Por qué sospechar o pensar que lo era, cuando los datos de los textos canónicos y extra canónicos, no nos plantean nada sobre ello? Si no lo conoces, te invito a leer el extraordinario libro de Carmen Bernabé, recientemente publicado por Editorial Verbo Divino: “Qué se sabe de… María Magdalena”, en el que la autora analiza con toda objetividad los datos que los cuatro evangelios nos presentan de esta figura. No se trata de afirmar que NO era… se trata de preguntarnos: ¿Por qué habría de serlo?

A las mujeres cristianas se nos ha escatimado a lo largo de veinte siglos, nuestra herencia espiritual, se nos ha ocultado, se ha silenciado, se ha asimilado a la de los varones, cuando claramente es una herencia diferente y específica. El caso más patético es de la tradición silenciada de las beguinas, pero no el único. ¿Por qué entonces si los evangelios nos presentan una figura de mujer, líder, autónoma y libre, que toma iniciativas… que puede servir de “modelo, motivación y empuje”… los varones eclesiales la convierten en pecadora o en víctima?

No amigo, no. Si tenemos libertad de pensamiento por falta de datos objetivos… la memoria de esta mujer hay que rescatarla como lo que plantean los textos: líder de un grupo de seguidores y seguidoras de Jesús, compañía suya en el camino del dolor, testigo importante (no sé si primera o segunda) de la Buena noticia de la resurrección. Es esta memoria y no otra, la que tiene hoy algo que decir a las mujeres creyentes del mundo: a las mujeres para las que Jesús de Nazaret es un faro, a las mujeres que desde el Evangelio queremos ayudar a construir una sociedad diferente, más justa en todos los ámbitos, entre ellos el de las relaciones de género.

Ya tenemos suficiente las mujeres con las múltiples situaciones de victimización que padecemos… ya tenemos bastante con los textos bíblicos y de otras tradiciones que nos colocan con demasiada frecuencia al lado del pecado… Es definitivo para nosotras reconstruir una memoria viva y actuante que nos sitúe en la sociedad, en el mundo y en la historia de manera distinta.

Un abrazo en la distancia, Carmiña

Carmiña Navia Velasco
En la festividad de María de Magdala
Santiago de Cali
(Coronavirus XLVI)

 

María Magdalena fue apóstol igual que los apóstoles

Por Olga Vélez

El año pasado comentando en clase que el Papa Francisco en 2016 había elevado la memoria de María Magdalena a la solemnidad de “Fiesta” porque ella fue Apóstola (así la llamó Santo Tomás) igual que los demás apóstoles; una estudiante, muy emocionada por conocer la verdadera historia de María Magdalena, dijo que lo iba a contar en su comunidad para que al otro día celebraran esa fiesta con la solemnidad que merecía. A la siguiente clase le pregunté cómo le había ido con la celebración y me dijo, con gran pesar, que en su comunidad no habían estado de acuerdo porque, a fin de cuentas, ella había sido una pecadora arrepentida y no podía estar a la altura de los apóstoles. De nada sirvió que la religiosa les explicará la comprensión actual sobre su figura; fue más fuerte la tradición recibida y sus hermanas religiosas no estaban dispuestas a cambiarla.

Y no es de extrañar porque durante siglos se invisibilizó su papel y su protagonismo en el cristianismo de los orígenes y se divulgó una imagen que no tenía nada que ver con la realidad. Se le confundió con la pecadora pública que entró a casa de Simón y ungió los pies de Jesús y con María la hermana de Marta y Lázaro. El arte cristiano, la liturgia y la predicación se han encargado de mantener esa imagen de María Magdalena y han dejado en la sombra el hecho de haber sido la primera testiga de la resurrección y a quien primero se le confió anunciar esa Buena Noticia. Es decir, fue ella la primera evangelizadora y la que anunció a los otros apóstoles que Jesús había resucitado.

Mons. Roche, secretario de la Congregación para el culto divino, explicando el sentido del decreto cuando fue publicado en 2016, dijo que la iglesia estaba llamada a reflexionar profundamente sobre la dignidad de la mujer y por eso consideraba que el ejemplo de Santa María Magdalena debía ser presentado a los fieles de un modo más adecuado. Más aún, que era justo que la celebración litúrgica tuviera el mismo grado de festividad que se daba a la celebración de los apóstoles en el calendario romano general y que se resaltara la misión especial de María Magdalena, como ejemplo y modelo para todas las mujeres de la Iglesia.

En verdad, es urgente que se presente a los fieles no solo “de un modo más adecuado” sino de la manera como siempre debió ser -y que lo confirman los datos de la hermenéutica feminista-, el papel de las mujeres en el cristianismo primitivo y, por ende, el lugar que hoy deberían ocupar en la iglesia. Más aún, es cuestión de justicia, como lo dijo el arzobispo, porque no es un capricho, un intento de introducir en la iglesia los avances sociales respecto a los derechos de las mujeres, sino una característica esencial del movimiento de Jesús: la inclusión de mujeres y varones en condiciones de igualdad.

Los estudios actuales han avanzado mucho en comprender cómo se fue quitando el protagonismo a las mujeres -bien por acomodarse a la sociedad de entonces y evitar problemas, bien por cuestiones de poder que siempre han estado presentes-, pero la dificultad es que los resultados de esos estudios entren en la conciencia cristiana y se renueve nuestra manera de ser iglesia. Los clérigos podrían estar mucho más actualizados porque la bibliografía es abundante y eso ayudaría a que el laicado recibiera una predicación más viva, más profética, más empeñada en recuperar los orígenes cristianos para sacudir el lastre del tiempo y mantener la vitalidad de los orígenes. También el laicado -que ahora ya tiene más acceso a estudios teológicos- podría apropiarse más de esta riqueza que aporta la teología actual, frente a tantas realidades eclesiales y así promover los cambios que se precisan. Pero siempre hay que preguntarse qué teología se enseña porque abundan los centros de estudios teológicos o catequísticos que parece no han sido permeados por el Vaticano II y solo eso explica que todavía tanto pueblo de Dios -clérigos y laicos- se escandalicen por los comentarios que se hacen y que ya son patrimonio de la teología actual.

Esperemos que este 22 de julio, la solemnidad de María Magdalena sea ocasión para afirmar y reconocer su participación y protagonismo en el movimiento de Jesús. Ella que acompañó a Jesús “desde Galilea hasta Jerusalén” (Mc 15, 40-41) y fue apóstol igual que los apóstoles, nos convoque a todo el laicado pero, principalmente a las mujeres, a un apostolado activo y a una palabra “pública”sin miedo a que nuestra palabra sea vista con recelo, como fue la de ella y la de las otras mujeres que la acompañaban (Juana y María la de Santiago) cuando anunciaron a los apóstoles y a todos los demás que Jesús había resucitado. Según dice el evangelista, a los que las escuchaban “todas esas palabras les parecían como desatinos y no les creían” (Lc 24,11).

Seguir mirando a la iglesia de los orígenes para estar más a tono con ella, es prueba de fidelidad al querer de Jesús y de docilidad al Espíritu que no deja de “soplar donde quiere y como quiere” (Jn 3,8) para que a la iglesia entren esos aires nuevos que tanto se necesitan para que mantenga su significatividad en estos tiempos que vivimos.

11 comentarios

  • carmen

    Hola Salvador.

    Me apetece  contarte una cosa.

    Hará como unos diez años, una persona que sabía mucho de estas cosas de Biblia me dijo que era como la Magdalena, que seguía a Jesús pero sin saber por qué. Me sentó como un tiro. Recuerdo que le dije: pues bueno, pero si hubiera sido ella, eso de noli me tangere me hubiese dado igual, el abrazo no se lo quita nadie.

    Han pasado los años. He leído cosas. Y no me considero seguidora de Jesús. No me gusta esa expresión. Además , no lo soy. Coincido con su manera de pensar en muchas cosas. Pero la palabra seguidora no encaja en mi manera de ser ni de pensar. Creo que cada uno tiene que seguir su camino.

    Ayer me dijeron que era una especie de error de base, porque no podemos saber lo que pensaba o algo así. Pues fíjate, creo que lo sé, porque pese al universo entero y a la iglesia con todo su poder y esplendor, logré intuir muchas de las cosas que ahora decís. A lo mejor porque los evangelios son como cuentecicos y están escritos para que personas de cabeza sencilla capten el mensaje, pese a todas las traducciones del mundo mundial, que han sido unas cuantas.

    En fin. Me apetecía decírtelo.

    Cuídate mucho. Un beso a Mercedes.

  • carmen

    Pues como soy un desastre, sabía que sabía cosas de esta señora , María Magdalena, pero no me acordaba por qué las sabía , ni dónde las había leído.

    Me ha encantado volver a leerlas. Las entiendo mejor. Releer tiene eso.

    Con razón aquella señora de la iglesia de París me miraba alucinada. Por lo visto ella sabía.

    Gracias por hacerme recordar.

     

  • ana rodrigo

    La tradición y la iconografía de María la de Magdala, no es que sea solamente una cuestión religioso-cristiana, sino que, como se corresponde con la visión de la mujer desde la óptica del varón. pues se ha aprovechado para cimentar aún más, si cabe, el machismo y el patriarcado incrustado desde siempre en el imaginario colectivo.

    El otro día, escuchando una tertulia en la que se hablaba de la gravedad de los hechos que se están investigando del emérito rey, Juan Carlos, con todo lo que esto supone, un tertuliano desvió el tema y llegó la conclusión que la tal Corina era una prostituta de lujo y de ahí habían salido todos los trapicheos del emérito. Ejemplo claro claro de cómo la mujer, aunque atienda diariamente a veinte prostituidores-puteros, a la que se la señala siempre es a la mujer.

    A nivel eclesiástico, da igual que la Magdalena estuviese siempre con Jesús, hasta cuando sus apóstoles renegaron de él y lo dejaron solo, sino que fue la que puso en marcha lo que hoy es la Iglesia, a partir de la resurrección. Como dice Tamayo, si no llega a ser por las mujeres, quizá hoy no existiría la Iglesia. Los apóstoles desaparecieron muertos de miedo, pero las mujeres, sin miedo alguno allí estuvieron, y madrugaron al tercer día para ir al sepulcro. El otro día dije que, enseguida fueron los hombres los que marginaron a las mujeres para tomar ellos el poder, la representación exclusiva de Dios, la teología, los dogmas, la interpretación de las escrituras con sus concilios, catequesis y prédicas. Así que, como alguien ha dicho, la Iglesia es una cosa de hombres para mujeres.

    A seguir luchando y poner la historia en su sitio y las mujeres en el nuestro. Que no estamos pidiendo favores, eh?, que el derecho a la igualdad es nuestro, no es un regalo.

  • carmen

    Gracias. Luego lo leeré.

  • carmen

    Echo de menos a Salvador Santos. Es de la única persona que me fío en estos temas de exégesis. Es un figura. Además de griego y latín sabe arameo. Es un estudioso del evangelio de Marcos. Ha trabajado con alguno de los grandes. Se fiaron de él como traductor. Hay que ver lo que puede cambiar el sentido de un texto una preposición, incluso el llevarla o no llevarla. Las preposiciones son definitivas. A mí en inglés me llevan de cabeza, nunca acierto. Y los tiempos verbales y todo. Todo. Soy de ciencias y no sé de estas cosas, pero si se la importancia que han tenido en mi civilización.

    Resulta que no va a ser palabra de Dios. Va a ser palabra del traductor.

    En fin.

  • carmen

    Y es que no dejo de preguntarme. Pero , todo esto viene de aquella traducción que se llamó Vulgata? Qué conocimientos tenía de griego, de arameo, o de los idiomas en que estuviesen los primeros manuscritos? Quién , quienes construyeron la primera Biblia? Qué sabían? Por qué manos y por qué cabezas ha podido pasar las diferentes ediciones, traducciones…? Qué conocimientos tenían?

    Y dicen que es palabra de Dios? De qué Dios? Uno hecho a su medida?

    Es todo tan tan tan …uf.

    • carmen

      Anoche me di una vuelta por la Vulgata. O las vulgatas.
      Es increíble a lo que llamamos palabra de Dios. Increíble. Es palabra de Hombres, que no de mujeres, a nosotras que nos registren.
      No es la primera vez que lo digo. Se lo leí a alguien que tenía pinta de saber mucho de estas cosas. Pero anoche entendí perfectamente a este señor que no sé quién es. Supongo que uno de tantos que saben millones de cosas pero solamente hablan entre personas guay, para no quitarnos la fe , esa que llaman del carbonero, al la inmensa mayoría de personas que según ellos, somos incapaces de entender. Pues lo mismo que hacían los monjes en los monasterios. Determinados libros, bajo llave.

      Pero, pero, pero…el carbón ha resultado ser supercontaminante, como su primo hermano el petróleo.
      Ahora hemos vuelto los ojos hacia el sol, el mar, el viento…
      A ver si toman nota.
      No creo.

  • carmen

    Creo que fue en el 215 o por ahí cuando fui a París. Me apetecía volver. Soy de esas personas a las que le gustan los edificios, las catedrales, las casas antiguas…las piedras en general.

    Vi una especie de iglesia y entré. No entendía. No sabía a quién estaba dedicada. Le pregunté a una señora. Me miró con un poco de recelo y me dijo: A santa María Magdalena. Pero, es Santa? Pregunté. La señora no daba crédito. Pues sí, me dijo. Y básica en el evangelio. Ya, le dije, pues ni idea. En España no se la conoce mucho.

    Ella se quedaría a cuadros, pero es que yo me quedé a rombos, que es un cuadrado alucinado.

    Luego leí cosas y entendí. Bueno, a ver, entendí el porqué no sabía nada.

    Es todo tan falso. Está todo tan tan tan manipulado…

    A mí me da lo mismo si fue o no prostituta, y yo qué sé, anda que no las hay a montones. Lo que no perdono es ese ninguneo que la iglesia católica ha hecho de esa figura. Real o no. Es que también me da igual. Puede o no ser un símbolo en el evangelio, o tan real como la vida, no lo sé. Lo que si tengo clarísimo es la intencionalidad de hacerla desaparecer , de convertirla en una sombra. Pero claro. Ahí están los evangelios o el evangelio que sea, y al final la verdad acaba imponiéndose. Porque si se le apareció a ella por primera vez, por algo sería, digo yo. Seguramente porque estaba cuando aningún varón le pasó por la cabeza estar. Lo dieron todo por perdido. Solamente una mujer es capaz de luchar contra todas las evidencias del mundo mundial si cree en algo.

    No creo en eso de la resurrección. Lo siento. No lo creo. Pero no tengo ningún problema en aceptar que una mujer dijera: pero bueno,, muerto? Su mensaje no morirá nunca y mientras viva su mensaje, vivirá.

    Tampoco me cuesta ningún trabajo entender que los hombres – hombres, una vez tomado el mando de una nueva religión basada en las celebres escrituras, decidieran hacer lo imposible por silenciar su memoria. Y lo consiguieron.

    No había ninguna mujer para impedirlo.

    En fin.

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