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Meditación de la técnica, 9/12

 Curso-taller basado en libro del mismo nombre de José Ortega y Gasset (1933). Ver Índice y entradas anteriores 

IX

LOS ESTADIOS DE LA TÉCNICA

     

Destilado: Acá se distingue tres estadios en la evolución de la técnica:

  • La técnica del azar.
  • La técnica del artesano.
  • La técnica del técnico.

La técnica del azar se caracterizaría por lo siguiente:

  • El repertorio de actos técnicos es escaso y no llega a diferenciarse de los actos naturales.
  • Por su sencillez puede ser utilizada por todos los miembros de la colectividad.
  • El primitivo no sabe que puede inventar,

– sus invenciones no suponen un acto previo y deliberado de buscar soluciones,
– es más bien la solución la que le busca a él.
– El primitivo siente como si la naturaleza, de improviso, hubiera hecho penetrar en él uno de sus misterios.
– Todas las técnicas primitivas tienen un halo mágico.
– Este hombre, pues, no se reconoce a sí mismo como inventor de sus inventos.

      El asunto es difícil y yo he vacilado no poco antes de decidirme por uno u otro principio siguiendo al cual pudiésemos distinguir esos estadios. Desde luego, hay que rechazar el que fuera más obvio: segmentar la evolución fundándose en la aparición de tal o cual invento que se considera muy importante y característico. Todo lo que vengo diciendo en este ensayo conspira a la corrección del error tópico que cree que lo importante en la técnica es este o el otro invento. ¿Qué es el de mayor calibre que se pueda citar en compara­ción con la mole enorme de la técnica toda en una época? Lo que ésta sea en su modo general es lo verdaderamente importante, lo que puede significar un cambio o avance sustantivo.

      No hay nin­gún invento que sea, en última instancia, importante, medido con las dimensiones gigantes de la evolución integral. Además, ya hemos visto cómo técnicas magníficas se pierden después de logradas o des­aparecen definitivamente —se entiende hasta la fecha— o hubo que redescubrirlas. Además, no basta que se invente algo en cierta fecha y lugar para que el invento represente su verdadero significado técni­co. La pólvora y la imprenta, dos de los descubrimientos que parecen más importantes, existían en China siglos antes de que sirviesen para nada apreciable. Sólo en el siglo xv y en Europa, probablemente en Lombardía, se hace la pólvora una potencia histórica, y en Ale­mania, por el ‘mismo tiempo, la imprenta.

      En vista de ello, ¿cuándo diremos que se han inventado ambas técnicas? Evidentemente, sólo integradas en el cuerpo general de la técnica fin-medieval e inspiradas por el programa vital del tiempo traspasan el umbral de la eficiencia histórica. La pólvora como arma de fuego y la imprenta son autén­ticamente contemporáneas de la brújula y el compás: los cuatro, como pronto se advierte, de un mismo estilo, muy característico de esta hora entre gótica y renacentista que va a culminar en Copérnico.

      Noten ustedes que esos cuatro inventos obtienen la unión del hombre con lo distante son la técnica de la actio in distants, que es el sub­suelo de la técnica actual. El cañón pone en contacto inmediato a los enemigos lejanos; la brújula y el compás al hombre con el astro y los puntos cardinales; la imprenta al individuo solitario, ensimismado, con esa periferia infinita —en espacio y tiempo—, infinita en el sentido de no finito —que es la humanidad de posibles lectores.

      A mi entender; un principio radical para periodizar la evolución de la técnica es atender la relación misma entre el hombre y su técnica o, dicho en otro giro, a la idea que el hombre ha ido teniendo de su técnica, no de esta o la otra determinada, sino de la función técnica en general. Veremos cómo este principio no sólo aclara el pasado, sino que de un golpe ilumina las dos cuestiones enunciadas por mí: el cambio sustantivo que engendró nuestra técnica actual y por qué ocupa ésta en la vida humana un papel sin par al represen­tado en ningún otro tiempo.

      Partiendo de este principio podemos distinguir tres enormes estadios en la evolución de la técnica:

1.° La técnica del azar.

2.° La técnica del artesano.

3.° La técnica del técnico.

      La técnica que llamo del azar, porque el azar es en ella el técnico, el que proporciona el invento, es la técnica primitiva del hombre pre y proto-histórico y del actual salvaje —se entiende, de los grupos menos avanzados—, como los Vedas de Ceylán, los Semang de Borneo, los pigmeos de Nueva Guinea y Centro África, los austra­lianos, etc.

      ¿Cómo se presenta la técnica a la mente de este hombre primi­tivo? La respuesta puede ser aquí sobremanera taxativa: el hombre primitivo ignora su propia técnica como tal técnica; no se da cuenta de que entre sus capacidades hay una especialísima que le permite reformar la naturaleza en el sentido de sus deseos.

      En efecto:

  •       1.° El repertorio de actos técnicos que usufructúa el primitivo es sumamente escaso y no llega a formar un cuerpo suficientemente voluminoso para que pueda destacar y diferenciarse del repertorio de actos naturales que es en su vida incomparablemente mayor que aquél. Esto equivale a decir que el primitivo es mínimamente hom­bre y casi todo él puro animal. Los actos técnicos, pues, se desperdigan y sumergen en el conjunto de sus actos naturales y se presentan a su mente como perteneciendo a su vida no técnica. El primitivo se encuentra con que puede hacer fuego lo mismo que se encuentra con que puede andar, nadar, golpear, etc. Y como los actos naturales son un repertorio fijo y dado de una vez para siempre, así también sus actos técnicos. Desconoce por completo el carácter esencial de la técnica, que consiste en ser ella una capacidad de cambio y progreso, en principio, ilimitados.
  •       2.° La sencillez y escasez de esa técnica primigenia traen con­sigo que sean ejercitados sus actos por todos los miembros de la colectividad. Todos hacen fuego, elaboran arcos y flechas, etc. Es decir, que la técnica no parece destacada ni siquiera por el hecho que va a constituir la segunda etapa en la evolución, a saber, que sólo ciertos hombres —los artesanos— saben hacer determinadas cosas. La única diferenciación que se produce muy pronto estriba en que las mujeres se ocupan en ciertas faenas técnicas y los varones en otras. Pero esto no basta para aislar el hecho técnico como algo peculiar a los ojos del primitivo, porque también el repertorio de actos naturales es un poco diferente en la mujer y en el varón. Que la mujer cultive campo —fue la mujer la inventora de la técnica agrícola— le parece tan natural como que de cuando en cuando se ocupe en parir.
  •       3.° Pero tampoco cobra conciencia de la técnica en su mo­mento más característico y delator —en la invención. El primitivo no sabe que puede inventar, y porque no lo sabe, su inventar no es un previo y deliberado buscar soluciones. Como antes sugerí, es más bien la solución quien le busca a él. En el manejo constante e indeliberado de las cosas circundantes se produce de pronto, por puro azar, una situación que da un resultado nuevo y útil. Por ejemplo, rozando por diversión o prurito un palo con otro, brota el fuego. Entonces el primitivo tiene una súbita visión de un nuevo nexo entre las cosas. El palo, que era algo para pegar, para apoyarse, aparece como algo nuevo, como lo que produce fuego. El primiti­vo, así tenemos que imaginarlo, queda anonadado, porque siente como si la naturaleza de improviso hubiese hecho penetrar en él uno de sus misterios. Ya el fuego era para él un poder divinoide del mundo y le suscitaba emociones religiosas. El nuevo hecho, el palo que hace fuego, se carga por una y otra razón de sentido mágico. Todas las técnicas primitivas tienen originariamente un halo mágico y sólo son técnicas para aquel hombre por lo que tienen de magia. Ya veremos luego cómo la magia es, en efecto, una técnica, aunque fallida e ilusoria.

      Este hombre, pues, no se sabe a sí mismo como inventor de sus inventos. La invención le aparece como una dimensión más de la naturaleza—el poder que ésta tiene de proporcionarle ella a él, y no al revés, ciertos poderes. La producción de utensilios no le parece provenir de él, como no provienen de él sus manos y sus piernas. No se siente homo faber. Se encuentra, pues, en una situación muy parecida a la que Köhler describe cuando el chimpancé cae súbita­mente en la cuenta de que un palo que tiene en la mano puede servir para un cierto fin antes insospechado. Köhler la llama «impresión del ¡aja!», ya que ésta es la expresión del hombre cuando de pronto se le hace patente una nueva relación posible entre las cosas. Se trataría, pues, de la ley biológica llamada trial and error, ensayo y error, aplicada al orden consciente. El infusorio «ensaya» innumera­bles posturas y encuentra que una de ellas le produce efectos favora­bles. Entonces la fija como hábito.

      Pero volvamos a la técnica primitiva. Se da, pues, en el hombre todavía como naturaleza. La expresión más propia de ella sería decir que verosímilmente las invenciones del hombre auroral, pro­ducto del puro azar, obedecen al cálculo de probabilidades; es decir, que dado el número de combinaciones espontáneas que son posi­bles entre las cosas corresponde a ellas una cifra de probabilidad para que se le presenten un día en forma tal que él vea en ellas pre-formado un instrumento.

23 comentarios

  • M. Luisa

    ¡Buenos días! Creo no equivocarme al pensar que este escrito de Ortega  bien podría haberse insertado, cosa que no me parece mal,  con la intención de réplica a mi comentario de ayer.

    En cualquier caso  da igual porque lo que es evidente es la gran influencia que el maestro Ortega ejerció sobre su discípulo y en esta cuestión que trata sobre la racionalidad y la inteligencia del ser humano no iba a diferenciarse de las otras.

    Lo que sí hay que tener en cuenta es de que ambos no abordan el problema de la misma manera o desde el mismo punto de vista. Ayer, que me leí todo el escrito  lo que deduzco es que Ortega  aborda el problema de la inteligencia a partir de la  clásica fórmula  “el hombre es animal racional” aquí  lo racional es lo más sobresaliente de tal forma que entonces la inteligencia se nos aparece como una facultad poderosa.

    Todo lo contrario ocurre  al cambiarle el sentido a aquella definición. Para Zubiri, el hombre ya no se define como  animal racional sino como “animal de realidades” y aquí ocurre una cosa muy curiosa y es que así como en la primera concepción, como ya adelantaba anteriormente, la inteligencia nos aparece como ya constituida en forma de facultad que ejerce un gran poder  de acción, en el segundo caso, en donde se dice que el hombre es animal de realidades es la realidad la que la va determinando como tal, es la realidad la determinante de la inteligencia.

    Esto puede comprenderse con cierta facilidad si se ha comprendido previamente el concepto de “intelección” tantas veces sacado a colación por mí  al  considerarlo  de gran importancia para desentrañar lo que media entre las   dos  formulaciones citadas y sus diferencias, cosa que por lo demás es de gran alcance.

    • M. Luisa

      …Al final del cuarto párrafo donde dice “…es la realidad la determinante de la inteligencia.” Tal vez se entendería mejor si se completa la frase diciendo “…es la realidad la determinante de la inteligencia COMO FACULTAD. Es ella la que la faculta y por tanto sí que esta consideración concuerda con lo que se lee en el escrito de Ortega en su punto 2- que dice:

      Es falso que el hombre primigenio poseyese facultad de razonar;

      Seguro que si me entretuviera encontraría más coincidencias pero ahora no dispongo de más tiempo.

    • Iñaki SS

      Hola M.Luisa
      Siguiendo tus interesantes puntualizaciones en este post, en lo que se refiere a la inteligencia, la intelección, la realidad, la naturaleza humana, etc, como alumno poco aventajado siempre me queda la duda de si he entendido bien lo que quieres decir. Por ejemplo, me he quedado con esta idea:
      “Lo que determina la inteligencia humana sería la facultad de intelección inserta en la naturaleza de las personas, capacitándoles a entender las realidades que perciben a través de los sentidos y a actuar en consecuencia”.
      ¿Tiene sentido?.
      Un abrazo.

      • M. Luisa

        ¡Dios me libre! Déjame que empiece así, querido Iñaki, para evitar confusiones. Ya sé que tú te refieres a que aclare algo dicho por mí pero que se entienda sobre todo así, pues yo sólo me he atrevido a exponer, sobre lo magistralmente ya expuesto, otro punto de vista que ya no digo humilde porque no es mío pero que asumo por experiencia propia. Y todavía diría más, creo que tú mismo y otros/as atrie@s aquí también lo experimentáis constantemente.

        No sé como hacer para no alargarme…de momento pongamos las dos definiciones: el hombre como animal racional y el hombre como animal de realidades.

        Lo primero que habría que decir al respecto es que no es de extrañar que Aristóteles definiera el hombre como animal racional pues no fuera que los sentidos le impidieran ir directamente a lo racional.

        Esta ha sido toda la deriva hacia el racionalismo que innumerables autores en la historia la han querido combatir. Dos de ellos Ortega y Gasset con su Razón Vital y X. Zubiri con su Inteligencia Sentiente. Aquí ambos ya introducen ese ingrediente sensible común al animal y a los humanos en el que los antiguos resbalaron.

        Bueno, ahora sí voy a ir yo directamente a lo que me preguntas.

        “Lo que determina la inteligencia humana sería la facultad de intelección inserta en la naturaleza de las personas, capacitándoles a entender las realidades que perciben a través de los sentidos y a actuar en consecuencia”.

        ¿Tiene sentido, me preguntas? Procuremos reconducirlo.

        Cobrará sentido reformulando su planteamiento.

        “Lo que determina la inteligencia como facultad es la realidad aprehendida en intelección, lo cual esa intelección no significa que la inteligencia actúa, es decir, haya una acción por parte suya que apunte a algún indicio de racionalidad, sino que es la realidad la que se le actualiza en la inteligencia facultándola”.

        Si el hombre, según Zubiri es animal de realidades entonces en esa afirmación ya va incluido aquel ámbito de sensibilidad compartido tanto por el hombre como por el animal cuyo análisis diferencial es lo que se dejó de lado en la antigüedad para, precisamente, poder hacer efectiva la ascesis directa a la realidad.

        Ahora bien ¿Por qué podemos decir que en esa nueva fórmula va incluida la sensibilidad? Pues porque la realidad inexorable y primordialmente es sentida, si no fuera así la inteligencia no encontraría luego su objeto y como su objeto a diferencia de los animales es la realidad, es ella la realidad misma la que faculta a la inteligencia.

        Esto requiere una breve explicación, así como en los animales les faculta la mera potencia del sentir, (recordemos el medio por donde transitan) en los humanos no sucede lo mismo pues para estar capacitados en lo que son, necesitan también la potencia del pensar (digámoslo así para no complicar más la cuestión) y al llegar aquí, nos podemos preguntar ¿Qué es lo que piensan? Pues en nada distinto que no sea lo que primariamente han aprehendido sentientemente. De ahí que sea la realidad, la que nos faculta y por tanto también la que nos abre a nuestra propia capacidad.

        Claro está que el juego entre la facultad y la capacidad requeriría una atención más rigurosa pero con tan sólo lo dicho podría servirnos para aquellos contextos en los que nos ha salido al paso el tema de la maduración humana.

        Espero que me hayas comprendido un poco al menos!

        Un abrazo

      • Iñaki SS

        Hola M. Luisa
        Disculpas por haberte robado un tiempo (que dicen que es oro), para aclarar mis ideas. Al mismo tiempo, gracias por tu amabilidad y paciente explicación.
        Un abrazo

      • M. Luisa

        Tú eres, Iñaki, el que convierte en oro mi tiempo! y quien también así quiera interpelarme, pues esforzándome para que se me entienda, al mismo tiempo van aclarándose también en mí estos temas de tan enorme complejidad.

        Con todo, por eso, no me has dicho si ahora con la explicación dada me has comprendido un poquito mejor, porque si fuera así me sentiría muy feliz pero, por si ha quedado algún escollo, aquí sigo en soledad confinada con todo el tiempo del mundo para, precisamente, ponerlo en valor.

      • Iñaki SS

        Hola M. Luisa
        No te preocupes. Creo que te voy entendiendo, aunque soy un especialista en liarme leyendo por aquí y por allá. Por ejemplo estoy tratando de encajar una frase de Marcus Gabriel en la introducción de “El sentido del pensamiento”. Dice: “Nuestro pensamiento es un sentido sensorial, igual que la vista o el oído. Mediante el pensamiento palpamos una realidad que solo es accesible al pensamiento mismo, al igual que los colores son solo accesibles a la vista o los sonidos al oído”.
        Tu mencionas la potencia de pensar que, sumada a la potencia de sentir, puramente animal, diria que nos faculta a vivir como humanos.
        Preguntas en un momneto dado: ¿En qué pensamos los humanos?.
        Respuesta: En lo que primariamente hemos aprehendido sentientemente. Es decir, entiendo yo, en la realidad captada por los sentidos … (todos en general, incluido el sentido del pensamiento ¿?).
        Esta realidad, creo entenderte, es la que se actualiza en nuestra inteligencia sentiente y nos faculta para vivir como humanos, abriéndonos a nuestra propia capacidad creativa y permitiéndonos avanzar en nuestra deriva evolutiva.
        Un abrazo

      • M. Luisa

        Así es Iñaki!! perfecto…un abrazo

  • oscar varela

    1- La tradicional fórmula de que el hombre es un ser racional
    – ha sido casi siempre mal entendida,
    – y esta mala inteligencia ha ocasionado graves errores en la teoría y gravísimos en la práctica.
    – Ha inducido siempre a que se haga el hombre extrava­gantes ilusiones sobre sí mismo;
    – que el hombre, apenas empezó a serlo, tuvo ya a su disposición,
    – con suficiente integridad, ese poder que llamamos «razón».
     
    2- Es falso que el hombre primigenio pose­yese facultad de razonar;
    – tenía de ella sólo conatos y gérmenes que luego, a lo largo de la historia,
    – con gran lentitud, a duras penas y sufriendo pasmosos retrocesos, se han ido desarrollando.
    – A la hora presente, luego de un millón de años,
    – está todavía fabulosamente lejos de una suficiente racionalización.
    – Urge hacernos cargo de que el hombre es racional solo con cuentagotas, y
    – que al hombre primigenio hay que contarle poquísimas.
    ……………………………
     
    3- Ese hombre auroral tuvo que dedicarse íntegramente a cazar para subsistir.
    – Fue, pues, la caza la primera ocupación, el primer trabajo y oficio del hombre.
    – Al ser inexcusable y prácticamente única, el menester venatorio,
    – centro y raíz de aquella existencia, impera, orienta y orga­niza la vida humana entera:
    – sus actos y sus ideas, su técnica y socialidad.
    – Fue, pues, la primera forma de vida que ha adoptado el hombre, y esto quiere decir
    – que el ser del hombre consistió primero en ser cazador.
     
    4- Si imaginamos que hubie­se nuestra especie desaparecido entonces,
    – carecería de sentido la palabra «hombre».
    – En vez de llamar a aquella criatura «el Hombre» deberíamos denominarla «el Cazador».
    – Como no desapareció, y esa ocupación central fue sustituida por otras no menos centrales,
    – se hizo necesario un término más general que involucrase infinitos modos de ser,
    – incontables formas de vida.
    – Esa capacidad de ser, una tras otra, infinitas cosas diferentes,
    – sin que haya una sola imaginable que pueda en principio excluirse de su posibilidad,
    – es el verdadero significado de la palabra «hombre».
     
    5- Aquella caza primigenia no fue puro invento del hombre primigenio.
    – Éste la había recibido, heredado, del animal primate en que la peculiaridad humana brotó.
    – No se olvide que el hombre ha sido una fiera.
    – Testimonio irrecusable de ello son sus colmillos y caninos de carnívoro.
    – Verdad es que también había sido vegetariano, como el óvido, según lo atestiguan sus molares.
    – El hombre, en efecto, reúne las dos condiciones extremas del mamí­fero, y
    – por eso se pasa la vida dudando entre ser una oveja o ser un tigre.
     
    6- Mas entre la pura fiera que era el antropoide y
    – el esbozo de humanidad que es el hombre del primer paleolítico,
    – la Naturaleza da un salto.
    – Porque esta Naturaleza, de quien tantas veces se ha dicho que non facit saltus,
    – casi no ha hecho otra cosa que brincar.
    – A la doctrina de una evolución por continuidad se opone hoy
    – la doctrina de la mutación, es decir, de la evolución a saltos.
     
    7- Hemos de representarnos a este hombre primerizo muy cerca aún del animal.
    – Se diferencia de él en que ha perdido algunos instintos o, lo que es parejo, se le han embotado.
    – En cambio, po­see una mayor dosis de memoria y de fantasía.
    – Tesauriza más impresiones, más experiencias que la pura bestia, y
    – esto le permite crear más combinaciones imagi­nativas, más fantasmagoría íntima,
    – que le proporcionan una «vida interior» negada al animal.
     
    8- El papel del instinto es dirigir auto­máticamente el comportamiento.
    – En este primer hombre que era todavía el último animal, cuando un instinto fallaba
    – y el pobre ser se encontraba sin saber qué hacer en la situación,
    – la fantasía aprontaba la imagen de una posible acción.
    – Estos fantásticos proyec­tos de conducta eran insensatos y torpes.
    – Pero, a fuerza de ensayar muchos, algunos resultaban útiles y
    – quedaban fijados como adquisi­ciones prodigiosas.
     
    9- Esto y poco más es la razón del hombre inicial.
    – Por tanto, mero suplemento al instinto deficiente.
    – Por fortuna conservaba aún vivaces la mayor parte. Era todavía principalmente bestia.
    – Con la dosis mínima de razón no se las hubiese podido bandear en la existencia.
    – Solo aquí y allá esta razón actuaba como aparato ortopédico puesto a un instinto quebrado.
    – Sin ella habría caído bajo el animal.
    – Con ella conseguía estrictamente man­tenerse sobre su nivel
    – a una distancia no mayor de la que suele ha­ber entre una especie zoológica y otra.
     
    La razón del hombre primigenio tiene casi el mismo radio de acción que el instinto, y, para los efectos de la economía vital, debe computarse como un instinto más que vicaría los perdidos.
     
    10- El hombre del primer paleolítico, el más antiguo que conocemos
    – y que da la casualidad de ser el hombre cazador por excelencia,
    – es el hombre en cuanto inscrito todavía en el animal.
    – Su razón no es suficiente para permitirle trascender la órbita de la exis­tencia zoológica:
    – es un animal entreverado de discontinuas lucideces,
    – una bestia en cuya penumbra íntima de cuando en cuando fulgura la intelección.
    – Tal es la manera primordial, originaria de ser hombre.
     
    11- Entonces se inventan las primeras trampas.
    – El hombre desde un principio es un animal muy tramposo.
    – E inventa las primeras estrategias venatorias:
    – la batida, por ejemplo, que empuja a los animales hacia un despeñadero.
    – Las armas iniciales no permitían matar al animal suelto.
    – La caza o era despeñamiento, o era captura en la trampa o en redes y alares.
    – Una vez prisionera la pieza, se la mataba a golpes.
    – Otras veces se la ahogaba con humaredas.
     
    12- Partiendo de este esquema, hay que representarse el desarrollo posterior.
    – Para ello es preciso llevar partida doble. La razón se robus­tece.
    – Inventa armas y técnicas cada vez más eficaces.
    – Por este lado se va el hombre distanciando del animal, ganando altitud de nivel.
    – Pero paralelamente avanza también la atrofia de sus instintos y
    – se va alejando de la prístina intimidad con la Naturaleza.
    – De substancial cazador pasa a ser pastor, es decir, semisedentario.
    – Muy pronto, de ganadero se convierte en agricultor; se hace sedentario del todo.
    – Pierde piernas, aliento, olfato, sentido de la orientación, de los vientos, de las pistas.
    – Deja de ser, normalmente, baquiano.
     
    13- Llamar «edad de piedra» a la cultura primigenia es un poco arbitrario.
    – Probablemente antes, y más que la piedra, el hombre inicial manipuló la madera,
    – que utilizan para fabricar instrumentos los monos superiores: chimpancé, gorila y orangután.
    – La ausencia de instrumentos xílicos en los yacimientos paleolíticos
    – se debe a la tenuidad de la materia vegetal.
     
    14- Tan pronto como el desarrollo de la razón llega a un grado
    – que permite a la vida humana trasponer el horizonte del animal;
    – por tanto, cuando la superioridad del hombre se hace casi absoluta,
    – el papel de la razón en la caza se invierte.
    – En vez de emplearse en la faena a fondo y de modo directo,
    – se preocupa de intervenir más bien oblicuamente y de estorbarse a sí misma.
    – La razón adulta se dirige a otros menesteres que no son la caza.
    – Procurará muy seriamente fomentar con medios científicos las especies,
    – selec­cionar las castas de perros,
    – dictar buenas leyes de caza,
    – organizar bien los cotos y hasta fabricar armas, que,
    – dentro de límites muy es­trechos, sean más certeras y eficaces.
     
    15- Pero en todo esto presidirá una idea:
    – la de impedir que el desnivel entre pieza y cazador sea excesivo:
    – procurará conservar la distancia misma que al comienzo de la historia guardaban y,
    – a ser posible, mejorarla en beneficio del animal.
    – En cambio, a la hora del efectivo cazar la razón no inter­viene en mayor dosis
    – de lo que hacía en la hora primigenia,
    – cuando era ella no más que un elemental sucedáneo de los instintos.
    – Esto aclara el hecho, incomprensible en otro supuesto,
    – de que las líneas generales de la cacería sean idénticas hoy y hace cinco mil años.
    ……………………………

  • M. Luisa

    Desde una visión global en la historia de la técnica sería impensable, respecto de la actual  que  fabrica artificialmente cosas naturales,   atribuirle esta misma posibilidad a la de los griegos, medievales y modernos, pero precisamente por esta   paradojal deriva que toma    la técnica actual hacia la naturaleza de nuevo es por lo que me pregunto por qué Ortega prescindió de ella, de la naturaleza al conceptuar la técnica? Recuérdese, por ejemplo, la afirmación en la que dijo” El hombre no tiene naturaleza sino historia”.

    Sin embargo, este  eludir la naturaleza de la técnica lo entendería  en su noción de realidad dual  en la que la idea de naturaleza ha pervivido desde antiguo hasta la modernidad, pero me resulta difícil admitir que a la naturaleza  se la pueda eludir todavía  en su noción posmoderna de realidad unitaria.

    Entonces es claro, si el correlato de la antigua, es decir, su  percepción  iba  a cargo de una inteligencia de concepción instrumentalista  o racionalista, la percepción de la segunda, de esta nueva concepción unitaria de naturaleza exigirá por tanto una inteligencia que la perciba unitariamente.

    Y esa unidad es lo propio de la Inteligencia Sentiente. Es la teoría que sobre la inteligencia desarrolló Zubiri discípulo de Ortega, quien no la llegó a conocer, la estructura de la cual  es fundamental para entender la técnica no como algo que nos fuera externo sino como un momento estructural del carácter mismo intelectivo del ser humano en su trato con las cosas reales.

    Ahora bien, no se confunda la inteligencia sentiente  con la inteligencia emocional o sensible tanto hoy en boga,   porque en este caso lo que no podría haber de ninguna de las maneras sería esto que llamamos técnica.

    • M. Luisa

      …Con respecto a lo ambivalente y dramático de la técnica, es precisamente esta unidad intelectiva, la que nos puede alejar de esta relación crucial.

  • oscar varela

    Hola!
     
    ¿Por qué ofrecí a Antonio Duato el Tema de LA TÉCNICA?
     
    Pienso que:
    – LA RELACIÓN QUE TENEMOS HOY CON LA TÉCNICA-
    es una relación ambi-valente, tornasolada, dramática:
    – Por un lado, apreciamos que nos “libera” de males
    – Por otro, pre-sentimos que nos “encadena”.
     
    Me pregunté, entonces:
    ¿Qué podemos hacer ante la encrucijada?
     
    Tibiamente me respondí:
    Encendamos algunas luces al complicado escenario actual.
    ……………………..
     
    La ambi-valencia y dramatismo de lo “técnico” y “científico”
    Tal vez pueda otearse en otras formas expresivas (Mito y Novela):
     
    Mito de Prometeo: el titán amigo de los mortales.
    – Era hijo de Jápeto, descendiente a su vez de Gea y Urano, el titán primordial que representaba el cielo.
    – Prometeo no tenía miedo a nada ni nadie, ni siquiera a los dioses.
    – Tanto es así que se atrevió a plantar cara al más poderoso de ellos, el rey del Olimpo, Zeus.
    – Y lo hizo a favor de los hombres
    https://www.youtube.com/watch?v=ooENCT0umQM
     
     
    Novela: “Frankenstein (o el moderno Prometeo)”
    Mary Shelley nace en Londres en 1797, hija de dos pensadores progresistas que establecerán las bases de su avanzada educación.
    – Su madre, Mary Wollstonecraft, era una conocida pionera del feminismo.
    – En 1816 se casa con el poeta Percy B. Shelley.
    – Su tendencia a la depresión y la tensa relación con su marido marcarán su vida y su obra.
    – Muere en 1851 en Italia.
    * De su obra destacan Frankenstein (1818), Valperga (1823) y The last man (1826).
     
    Frankenstein es una historia macabra en la que Víctor, un joven ávido de conocimientos científicos, se obsesiona por lograr el mayor reto posible en el mundo científico:
    dar vida a un cuerpo muerto
    – Su éxito será su condena, la creación de un monstruo estremecedor que, en respuesta a su rechazo por todos se entrega por completo a saciar una sed de venganza hacia su creador, culpable de su desgracia, y hacia todo lo que éste ama, tornando en muerte todo alrededor de Víctor.
    – El monstruo, enfermo de soledad, solicita una compañera a su creador a cambio de desaparecer para siempre,
    – pero Víctor se niega a ello, provocando así que la única salida hacia la paz y el descanso sea el fin de uno de los dos.
    …………………………….
     
    En este Capítulo IX leo que Ortega intenta:
     
    1- “corregir la creencia de que lo importante en la técnica es este o el otro invento”.
     
     2- “periodizar la evolución de la técnica atendiendo
    – la relación misma entre el hombre y su técnica o,
    – la idea que el hombre ha ido teniendo de su técnica,
    (no de esta o la otra determinada, sino de la función técnica en general)”.
     
    Estimo que Ortega no es proclive a “dar recetas de solución”,
    sino ofrecer un “mapeo” del terreno para orientar y
    dejarnos elegir los pasos que habremos de dar.
    …………………………….

  • M. Luisa

    …Este acto carente de toda manifestación  técnica es muy importante   para darnos cuenta de  cómo desde lo físico sentido  se nos abre ulteriormente el campo de todo lo que nos es sentido en alteridad.

    Y esto, creo, que para entender la técnica es fundamental porque con ella  las cosas dotadas de funcionalidad ya no le serán  necesarios los sujetos y los accidentes para describirlas o juzgarlas, sino que quedaran determinadas por su propia estructura…

  • M. Luisa

    La distinción de estos tres niveles, ciertamente expresan coherencia con  la teoría defendida por Ortega según la cual   nos dice que el ser humano no tiene naturaleza sino historia.

    Si bien, podría  estar  de acuerdo  en el segundo y tercer nivel pues en ellos el hecho de la técnica sería  incuestionable, contrariamente  pienso que  el azar nunca se inscribiría  en ella.

    La vida azarosa  del hombre primitivo le eximía de toda técnica. A mi modo de ver sus actos carecían de cualquier  instancia, eran estrictamente naturales,  estantes y sobrevivientes y por tanto actos  de  mero enfrentamiento  con la realidad de su entorno.

    Desde este punto de vista, la  técnica mienta  una concepción de la naturaleza que la asume, la modifica y la  autocrea,  generando así nuevas formas de estar en la realidad…

  • carmen

    Desde luego la filosofía no es lo mío. A lo mejor soy una mujer como esas primitivas que piensan sin saber que están pensando y que de vez en cuando se me ha ocurrido parir.

    Y por favor. Un respeto a Fleming. Ojalá hubiese otro error como el de Fleming para combatir a los virus. Que de error nada, interpretación de por qué habían desaparecido bacterias de la placa de Petri.

    Ha llegado un momento en que creí que iba a decir el autor que Sir Isaac Newton descubrió accidentalmente la actividad porque una manzana  le cayó en la cabeza.

    Pero reconozco que la filosofía no es lo mío, si es que esto es filosofía.

    • carmen

      Gravedad. Sorry.

      • carmen

        Ha hecho usted muy bien en explicar que una mala utilización de los antibióticos puede crear bacterias resistentes, porque mutan, o hay algunas resistentes porque cada individuo es único e irrepetible,eso al menos dice Darwin, y existe la posibilidad de que sobrevivan las resistentes. Ese es el problema. Por eso están las campañas de no automedicación. Esa voz de alarma se dio en los años ochenta. Pero ni caso.

        Si. Hay un problema con los antibióticos, hay miedo a esa famosa superbacteria, que no sería otra cosa que un proceso de las distintas especies de bacterias para adaptarse al medio y sobrevivir. Menudo desastre sería. Ya tenemos bastante con los virus, los protozoos, la proteínas y mil cosas infecciosas más.

    • Jose Antonio Pastor M.

      Creo que el autor al que se refiere usted soy yo. Y también creo, bueno afirmo que usted pone palabras que yo no he utilizado en mi articulo, como por ejemplo el termino error, bueno si lo he utilizado pero me explico… si que he utilizado la palabra azar para referirme al experimento de Fleming. Me he referido eso si al ensayo y error que muchas veces guían algunos experimentos de otras personas, pero nunca de Fleming precisamente para mi es un gran científico del siglo XX y no seré yo quien diga que no lo fue, faltaría más. Tampoco me he pronunciado sobre Newton no se porque usted presupone que yo iba a mencionar o no mi opinión sobre este Físico. Le pido por favor que lea mejor y sin sesgo, mis opiniones, solo le pido eso. Yo solo me dedico a escribir mi opinión sobre lo que nos pone Oscar Varela que nos guía en este fantástico curso-taller sobre Ortega y Gasset, por lo tanto no me da tiempo a criticar a los compañeros que libremente dan su opinión sobre esto de la técnica. Podría dedicarme a opinar de todo, de todas las opiniones de todos, pero no tengo tanto tiempo. También le querría corregir un error, pero este es ya más técnico. La penicilina que así se llama el compuesto que por AZAR aunque con un experimento guiado, descubrió Fleming (quien estuvo por cierto por España y le nombraron Doctor Honoris Causa) no es un antivirico que combata los virus, sino que este compuesto destruye las bacterias.La penicilina es untibiótico utilizado para curar infecciones bacterianas y se obtiene de hongo del género Penicillium aquel cuya espora cayo en la placa de Petri que se dejo Fleming abierta y el azar hizo que cayera ahí precisamente y se creara un halo de inhibición sobre la bacteria que estudiaba. La observación de ese hecho y la toma de conciencia en la mente de Fleming de lo que estaba ocurriendo, es la que diferencia la mirada técnica de la mirada primitiva. Y ya aprovecho desde aquí para recordar que no se deben tomar antibioticos frente a enfermedades víricas tipo catarros, gripe incluso el coronavirus SARS-CoV-2 como he dicho anteriormente pues se están creando resistencias. Actualmente en el mundo mueren millones de personas porque los antibióticos no tienen el efecto de combatir la infección de determinados individuos por las resistencias creadas por las bacterias. Los que nos hemos dedicado a la microbiología estamos pendientes de un proyecto ilusionante donde se están buscando nuevos microorganismos procedentes del suelo que combaten las infecciones nosocomiales anteriormente mencionadas. Sobre todo son interesantes, la familia Actinomicetos.

      • carmen

        Perdón
        El autor del texto no es Ortega?

      • carmen

        Gracias por la información. Seguro que viene bien a muchas personas. He estudiado biología. He dado infinitas clases de microorganismos. Todo eso que usted ha dicho lo hemos estudiado desde los años ochenta.
        Por supuesto que la penicilina es antibacteriana. Por supuesto. Lo que digo es que ojalá haya otro error que permita descubrir un medicamento que haga con los virus lo mismo que los antibióticos hacen con las bacterias. Porque los antivirales que hay, pues , en fin, qué voy a decir en este momento del problema de los virus.

        No. Me refería a Ortega y Gasset. Sé que es una vaca sagrada. Lo sé.

        Lo de la penicilina lo dije porque, o sea, no me pude callar. Adoro a Fleming. Otro hubiese limpiado la placa y andando, pero se preguntó el porqué. Eso es lo que nos lleva a avanzar a la especie humana, el preguntarse el porqué. Y ha salvado tantísimas vidas…

        En fin. Siento el error. No sé quién es usted. Lo siento. No me dedico a criticar lo que dicen otros. O sí? Si así piensa, lo siento.

  • m* pilar

    ¡Gracias Óscar, sigue siendo un gozo seguir ese curso de Ortega Gasset, gracias!

  • Jose Antonio Pastor M.

    La técnica del azar.
    La técnica del artesano.
    La técnica del técnico.

    Hubo una época no muy lejana, hace unas décadas, cuando en la facultad de biología, los técnicos a pesar del aparataje y tecnología que había en los laboratorios, algunos hacían una labor de artesano y recuerdo de algunos científicos famosos en la historia  (y que estudiábamos en algunas asignaturas) como Fleming que por azar aunque con un experimento guiado, descubrió la penicilina. Aunque en la ciencia incluso actual, también existe el ensayo y error.

    Comparto todo lo que apunta en los estadios de la técnica, el primitivo o la primitiva encontraba por azar algo que luego fijaba porque funcionaba para cubrir las necesidades básicas pero sin un plan establecido, no se registraba en ningún soporte para luego recurrir a ello. .

    Perfecto el articulo.

  • Asun Poudereux

    La verdad es que lo interpretativo, imaginativo y creativo se  ha mezclado  de maravilla en esta entrega filosófica, pues estamos bien lejos de saber qué demonios pasaba por la cabeza  del hombre primitivo ante tanta maravilla inesperada de la naturaleza, e incluso de él mismo.    
    Por otra parte me permito insertar  una pequeñísima observación. En la primera infancia los bebés  tienen movimientos corporales  que solo la repetición les va haciendo descubrir su potencialidad y finalidad práctica.  Y sí creo que se alegran al conseguirlo y verse capacitados para ello, aunque no le pongan nombre.  
    Muchas gracias, Oscar, por tu dedicación plena y entusiasta. Un abrazo.  

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