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¿Matar al virus mensajero?

Los menores de 26 años son centennials, los de 26 a 38 años son millennials, y los de 39 a 50 años son la generación X.  De 51 a 70 años son los baby boomers, y los de más de 70 años la silent generation. Yo (1944) pertenezco por los pelos a la generación silenciosa por haber nacido entre finales de los años 1920 y mediados de los años 1940, cuyo animal totémico habría sido el burro de carga sufrido y silencioso, a diferencia del burrito blando, suave y aterciopelado de Juan Ramón Jiménez.

He conocido a los bloussons noirs (entre 1958 et 1961) aquellos existencialistas borrachos bajo los puentes del Sena precursores de los hippys y continuadores de la secta de los cínicos griegos; he cantado con los angry joung men de la generación de Elvys aquel Blue Suede Shoes: “Now go, cat, go But don’t you Step on my blue suede shoes. Well, you can do anything But lay off of my blue suede shoes. Well, all over the place Do anything That you wanna do, but Honey, lay off of my shoes”. Y he bailado, buen rockero, aquella chulería que buscaba camorra: “If you’re looking for trouble You came to the right place. If you‘re looking for trouble Just look right in my face”.

He conocido varias generaciones, ya tengo una buena edad para que el coronavirus me mate, y la mayor estupefacción en estos días de microapocalipsis la constituye asistir al pavoroso el miedo de la gente -viejos por supuesto, pero también y por igual jóvenes- a que algún hachazo invisible y homicida vaya a matarles. ¿Esperan acaso vivir siempre en la Tierra? Pues una cosa está bien probada hasta hoy: que todos moriremos en la isla de La Palma. Da igual el trayecto, las Rozas, las Matas, y la Cagas, pero al final la Palmas.

Ese pandémico pánico a morir demuestra que la inmensa mayoría de la población necesita ser reeducada en la vida, y nunca es tarde. Es imprescindible más inteligencia emocional, disminuir la toxicidad de la histeria contagiosa, para que mueran menos. La muerte no es morir, morir se acaba. Y, ya que tenemos que morir, no matemos al mensajero. No sé qué filosofía habrán aprendido los bachilleres, o si ninguna, pero la placidez de la muerte abierta a la vida y educando a sus verdugos constituye para mí un modelo de plausibilidad, que falta por entero en el discurso hedonista de quien vivió para comer ignorando que comía para morir. Sobra histeria, e incluso crueldad cuando achechamos a todos para buscar la culpabilidad, especialmente si quien te anuncia la fecha de tu muerte es el mensajero.

Sin el signo de esa angustia yo no quisiera vivir más de lo que Dios me tenga asignado, agradeciendo que haya sido bastante. Tampoco puedo bendecir a quienes se dicen creyentes en la vida eterna junto a Dios, y sin embargo se resisten con uñas y dientes arañando la tierra para dilatar infinitamente el encuentro con ese Dios supuestamente pero no realmente anhelado, otra mentira. También los aledaños de la muerte configuran su paisaje. Sea, pues, a la muerte lo que de la muerte sea, y a la vida lo que sea de la vida.

Cada día escribo una columna breve durante media hora, ni un minuto más, y la envío a los amigos, es decir, a quienes quiero: es mi manera de aplaudirles. Yo agradezco sus respuestas, muchas de ellas reprochando mi causticidad y mi humor negro, molestas incluso con mi supuesta superioridad. Está bien, gracias. Sí que es cierto que juego en otra liga. Y, como siempre, vuelvo a mi vómito cual puerca lavada, si ustedes quieren: “Una generación va, otra generación viene, pero la tierra siempre permanece. Sale el sol y el sol se pone; corre a su lugar, y allí vuelve a salir. Sopla hacia el sur el viento y gira hacia el norte; gira que te gira sigue el viento y vuelve el viento a girar… Quien ama el dinero no se harta de él, y par quien ama riquezas no bastan ganancias. También esto es vanidad. A muchos bienes, muchos que los devoren”.

Quien no aprendió a vivir no sabrá morir. Gracias, Dios mío, por la vida que nos das también cuando morimos, incluso cuando no queremos.

2 comentarios

  • oscar varela

    Hola!

    Don Díaz es un  MAESTRO (COHÉLET).

    de “humor negro” (lo y se define: “cáustico“).

    Parece de-re-gustar su “oficio”.

    ¿Es conveniente para los españoles en esta hora?

     

    El “masoquismo” también es un “estilo”.

  • mauricio

    soy de tu misma edad y comparto plenamente tus pensamientos.Gracias por manifestárnoslos.

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