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Un Gobierno para solucionar el conflicto catalán

Siempre he estado de acuerdo con los análisis del fundador y director de eldiario.es. Y en unos días decisivos para la formación de un nuevo gobierno progresista de coalición creo que hay que destacar este sw hoy. Aquel abrazo entre Pedro y Pablo fue algo más que un postureo propagandístico y está resistiendo los improperios de la dercha. Las apocalípticas del neo-Caifás que se viste con todas las ínfulas y colas de su cardenalato hasta sibilinas y más preocupantes amenazas de desinversión por parte del Ivex. AD.

Habrá investidura. Habrá Gobierno. Todo esto ocurrirá en pocas semanas, es probable que antes de fin de año. Tal y como hoy publican Esther Palomera e Irene Castro en eldiario.es, el acuerdo entre PSOE y ERC es inminente. Y no es solo una solución cosmética, o un simple apaño para salir del paso.

El nuevo Gobierno va a adoptar compromisos audaces para intentar solucionar el conflicto catalán. Entre otros aspectos, uno no menor: una nueva mesa de negociación entre Gobiernos, al margen de la que ya existe en el Estatut. A cambio, ERC renuncia formalmente a la vía unilateral.

Es evidente que, para Pedro Sánchez, este no era el plan inicial. El PSOE está negociando con los independentistas –porque las matemáticas parlamentarias no permiten otra opción. Porque no hay otra investidura posible; porque la derecha no iba a regalarlo ni tampoco estaba realmente dispuesta a pactar. Prefieren desgastar a Sánchez por pactar con los independentistas que ser coherentes con sus críticas, y marcarse un Manuel Valls. Su estrategia es un intento de soplar y sorber a la vez: presentar el acuerdo con ERC como una suerte de apocalípsis nacional y, al tiempo, no hacer nada ante esa supuesta catástrofe que está en su mano evitar.

La investidura por la derecha nunca fue una opción real. No había plan B. Y esa es la principal razón por la que el PSOE ha aceptado esta mesa de negociación que, todo apunta, va a superar el intento de Pedralbes. Va a ir más allá. Y si la simple idea de que hubiera una suerte de relator provocó hace menos de un año todo tipo de insultos a Pedro Sánchez (golpista, felón, traidor…) imaginen el nivel de crispación que nos espera a partir de hoy.

La derecha y la extrema derecha no van a dar cuartel. Haga lo que haga el Gobierno: tanto si es poco como si es mucho. Lo cual es un buen motivo para, al menos, intentar realmente una solución.

El Gobierno, el presidente Pedro Sánchez,  el próximo vicepresidente Pablo Iglesias, el PSOE, Unidas Podemos… tienen ya garantizada una oposición brutal. El simple acuerdo entre ambos partidos ya se presentó como una decisión intolerable –por parte de los mismos partidos que están pactando con Vox–. Será la máxima crítica posible, independientemente de lo que decidan acordar con ERC. Tanto si afrontan una negociación ambiciosa, capaz de superar la actual ruptura con España de casi la mitad de los catalanes, como si montan un paripé para ganar tiempo y lograr la investidura engañando a ERC.

Pacten lo que pacten, el desgaste va a ser igual. Porque el conflicto territorial es una realidad, y no solo en Catalunya. También entre los muchos españoles –incluidos muchos votantes de la izquierda– que prefieren una solución autoritaria a una solución dialogada para el conflicto catalán.

La derecha tiene muy clara cuál es su opción: que no haya solución. Aplicar la mano dura contra el independentismo, negarse a cualquier diálogo, negar la realidad, convertir el conflicto catalán en un nuevo conflicto vasco; esa suerte de úlcera que molesta pero se puede sobrellevar. Utilizar ese conflicto para polarizar a la sociedad y ganar votos en el resto de España, ya que en Euskadi y Catalunya son cada vez más irrelevantes.

¿Y el plan de la izquierda? No parecía existir, y siempre se topaba con el miedo escénico ante el nacionalismo español. Con las críticas de algunos barones de la España interior y el enorme pavor que, históricamente, provoca en el PSOE la prensa mayoritariamente conservadora de Madrid.

El acuerdo de Gobierno va a cambiar esta situación. Y va a obligar a reconocer una obviedad: que la mejor manera de solucionar problemas políticos es dialogar. Que para ello te tienes que sentar con quien no piensa igual que tú. Que no hay nada vergonzoso en aceptar que estamos ante un conflicto político grave –¿cómo llamar si no al hecho de que casi la mitad de los catalanes se quieran marchar?–. Que este conflicto obliga a actuar. Que requiere medidas valientes y líderes que no se asusten con facilidad. Y que la mejor manera de salvar la unidad de España es, precisamente, convencer a la mayoría de los catalanes de un proyecto de futuro en común.

Solo desde posiciones muy sectarias se puede aceptar que sentarse a negociar con los representantes de la mayoría de los catalanes es una traición. Porque todos los problemas políticos, en todo el mundo, se han solucionado así: con política. Y si todos los gobiernos democráticos –el de Suárez, el de Felipe, el de Zapatero y el Aznar – negociaron con la banda terrorista ETA, ¿cómo justificar que ahora no se pueda siquiera hablar con un movimiento netamente pacífico, y que gobierna la Generalitat?

El primer Gobierno de coalición va a pasar a la historia de España. Aún no sabemos en qué lugar. En la mano de PSOE y Unidas Podemos está lograr algo importante: salvar España. Y eso se hace solucionando el conflicto catalán, no metiendo la cabeza en la arena por el miedo al qué dirán.

 

2 comentarios

  • José Ignacio Calleja

    No hay otro camino, esta es la realidad. Es incómodo, pero como lo es un problema de ruptura en la familia, el pueblo-los pueblos, o la propia persona. No hay otro camino que hablar políticamente y acordar salidas; cuanto más duraderas, mejor. ¿Definitivas? No lo veo todavía. Eso es mucho decir. No hay otro camino. Feliz día.

  • ELOY

    El camino es arduo. Hay muchos riesgos políticos.

    Pero es posible que se mejore en la paz social. Y la paz social es uno de los objetivos más importantes del Derecho.

    Hay que felicitarse de que en España tengamos un periodista como Nacho Escolar – compártanse o no sus criterios y opiniones – y de que ATRIO  lo traga en ocasiones a sus páginas.

    Gracias.

     

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