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Diez nuevos cardenales. Dos de ellos andaluces: religiosos misioneros, recientes obispos

Esta vez el Papa ha sorprendido a toda la prensa y medios con dos noticias que han acompañado su Angelus dominical.

Lo he visto en directo y así lo comunico, aunque no hay constancia en la página del vaticano y en ningún medio.

Los mismos que hacían la retrasmisión en la RAI han quedado sin palabra ni comentarios, respecto al nuevo Cónclave.

  • La primera noticia es anecdótica. Por primera vez el papa se ha asomado a la ventana con ocho largos minutos de retraso. Por fin, al asomarse él mismo ha dicho que había quedado bloqueado en el ascensor durante 25 minutos y había sido rescatado de esa situación por los momberos, para quienes ha pedido un aplauso.
  • La segunda noticia es de gran importancia para comprender un papa que quiere poner las bases para que su renovación continúe. El papa convocará un consistorio en que creará 10 nuevos cardenales. Entre ellos (aún no tengo la lista escrita) ha nombrado dos españoles que me habían llamado la atención recientemente por lo que sobre ellos había publicado Religión Digital.

Son estos:

  • Miguel Ángel Ayuso Guixot, comboniano, de Sevilla, 67 años, secretario del Consejo de Diálogo para Religioso desde 2012 y obispo desde 2016

  • Cristóbal López Romero, salesiano, de Vélez Rubio (Almería), 67 años, arzobispo de Rabat desde 2017

27 comentarios

  • oscar varela

    Hola Carmen!

    Gracias por el “Cuentito”!

    Concluyes con la “etiología” (lo que da razón) siguiente:

    – “Los seres humanos son libres.

    Ellos escriben su historia.

    Yo me limito a conocerla“.

    ¿No te parece un poco (bastante) tontuelo este Dios Padre?

    …………………….

    El Cuentito me vale “hasta los 5 años de edad”,

    no mucho más.

    Habría que ponerlo en el Google con esa franja etaria,

    aunque evitando las “redes sociales”!

    Gracias carmen!

    • Carmen

      Por eso entiendo a Jesús. Porque soy como una niña de cinco años.
      Tiene su mérito con mi edad y mi biografía.
      Besos.

    • Carmen

      No te volveré a contar ninguno . Eres demasiado inteligente y cultivado para entender mis cuentos.
      Sigue leyendo a Ortega. Y a su hermano Gasset. Son una pareja estupenda.

      • Antonio Duato

        Querida Carmen:
        En eso de pensar y comunicar, no te hagas mayor. A mí también me gustan los cuentos y aprendo mucho de ellos. Me gustaría comunicar un día lo que me han enseñado los cuentos de ciencia ficción de un tal Ted Chiang que he leído este verano… ¿Alguien conoce este autor?

        Pero hoy te regalo esta perla de cuenta que publicó hace un tiempo Gonzalo Haya en Atrio: Las nalgas de Dios.

    • Antonio Duato

      ¿Cómo “tontuelo” ese Dios, Oscar? Seguramente de esa manera sencilla Carmen ha atinado en dar respuesta al enigma principal de la Teodicea y de toda filosofía: hacer compatible la libertad con la necesidad en toda obra de la creación. Y si hay Dios, será algo tontuelo y no poderoso, desde luego: tan sometido queda a las que se llaman constantes primordiales de la física como a la libertad humana, que, por muy condicionada que esté, algunas veces en algunas cosas es capaz de decidir y dirigir la historia.

      • Santiago

        Sin duda “voluntariamente sometido” porque el Abba lo demuestra en el Hijo que no se aferró a su condición divina co-sustancial sino que “se despojó a si mismo tomando forma de siervo”…”y estando en condición de hombre se humilló el mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de c r u z.. para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla u toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria d e Dios Padre”…Así que…con temor y temblor obrad vuestra propia salvación porque Dios es el que obra en vosotros así en el querer como en el obrar, en virtud de su beneplácito (Flp. 2:5-13)

        Gracias por vuestros comentarios!

        Santiago Hernández

      • Carmen

        Gracias Antonio.
        No sé qué es eso de la teodicea, solamente sé que tomo mis propias decisiones, condicionada por las circunstancias que me rodean, pero al final la decisión es mía. La de Jesús también lo fue. Producto de su libertad. No me va la obediencia en plan sacrificio. Uf. No quiero que se sacrifiquen por mi, en absoluto, como dice Elton John. No es sacrificio, es amor.
        Ni temo , ni tiemblo, al menos no por cosas de Dios. Sencillamente, confío en que no me va a hacer ningún daño, así que me equivoqué mil veces. Ya voy por ochocientas, por lo menos.
        Un abrazo a los dos

      • Carmen

        Sobra una tilde. Este corrector va a su aire. Otro que es libre. Jolín con las maquinicas . Están aprendiendo demasiado

  • mª pilar

    ¡Gracias Carmen… que claro lo tienes!

    Un abrazo entrañable ya agradecido.

     

  • José Ignacio Calleja

    Inteligente y bello, Carmen. Gracias. Paz y bien.

  • Carmen

    Hola Óscar. Te debo un cuento. Te lo voy a escribir, pero lo voy a mandar a trocitos. Se me ha borrado ya dos veces. Y, soy cabezona.

    • Carmen

      Y llegó Jesús , y se reunió con Dios. Abba, le dijo, he cumplido con lo que querías. Ha sido difícil. No veas qué geeeeente. No entendían nada. Después de una pausa dijo, y el final, ese final tan tremendo, era necesario?
      Abba guardaba silencio.

    • Carmen

      Jesús empezó a inquietarse. Algo no va bien? Ante la insistencia del silencio le dijo. Por favor, puedes mostrarme un poco del futuro de la humanidad? Quiero saber si todo esto ha servido para mejorar las cosas allí.
      A lo mejor no te gusta lo que ves, dijo Dios rompiendo su silencio. Quieres decir que es mejor el autoengaño? No te puedo entender. He pasado mucho tiempo defendiendo lo contrario. Llegué a morir por ello. Me vas a esconder ahora la verdad?

    • Carmen

      Tú lo has querido. Y ante Jesús se mostró los dos mil años posteriores a su muerte. Ahora el que guardaba silencio era Jesús.
      Te avisé, dijo Abba.
      Necesito estar solo, contestó su hijo y se perdió entre las estrellas.
      Pasado un tiempo volvió a reunirse con Dios. Me puedes conceder un deseo? Le preguntó. Claro, hijo, claro, contestó Abba preocupado.

    • Carmen

      Sácame de ahí. No entiendo, del no Dios. Es muy sencillo. Ellos dicen que he resucitado. Pues hazlo. Resucítame, por favor. No quiero dejar rastro.
      Dios cumplió el deseo de su hijo. No podía en justicia hacer otra cosa.
      Pasado un tiempo, Jesús preguntó. Abba, por qué lo hiciste? Tú ves el futuro, por qué me pediste entonces este sacrificio? Mira en lo que han convertido mi mensaje.
      Entonces Dios contestó. Que conozca el futuro no quiere decir que lo escriba. Los seres humanos son libres. Ellos escriben su historia, Yo me limito a conocerla. Pero había que intentarlo.

      Fin

      • Carmen

        Dijo Dios. Sorry.
        He escrito dos veces pasado un tiempo. Pues no. Transcurrido un instante de eternidad…
        Sorry.
        No es fácil escribir a trocitos con miedo a que se te borre.
        Sorry

  • Carmen

    Pobrecico mi Jesús. Pobrecico.

    La que se ha montado en su nombre.

    Pobrecico. Espero que no pueda ver todo este tinglado. No se lo merece el muchacho. Se merece la paz eterna. No el desasosiego eterno.

    Pobre muchacho.

  • Santiago

    Sin duda es muy interesante el artículo de Juan María Carrón y lo que el propone. En primer lugar, un Papa que fuera elegido “a término”, por un periodo de tiempo acordado, digamos, por una Constitución Apostólica. De acuerdo con la historia, según atestigua Ireneo de Lyon, Hegesipo y Eusebio,  S. Lino recibió el mando de la Iglesia  “Pedro y Pablo”, siendo por tanto el 2do sucesor de Pedro en la Sede de Roma. Es decir en vida del primer Papa. Por tanto, es posible en la Iglesia que el cargo no sea vitalicio…Sin embargo, el peligro se encuentra en una progresiva secularización del Primado de Pedro, puesto que el Papa no es simplemente “un presidente” de una nación de “creyentes”, ni un “político burócrata” elegido por el pueblo con fines mediáticos…Su elección significa que en su oficio ha de conservar su carácter evangélico primordial como pilar de la unidad de la FE cristiana, junto a la proclamación del magisterio de Cristo actualizado, siguiendo el mandato de Jesús “de confirmar a los hermanos” en La Palabra…

    En segundo lugar, hay que recordar que la Iglesia Católica es la maestra de la historia, superviviente de enormes crisis, y que con sus santos ha llegado hasta el siglo XXI presentando el Evangelio como La Palabra salvífica de Cristo…que es posible seguir actualmente como en el siglo I…Por tanto, sus dos mil años de vida terrestre la han servido de experiencia en todas las circunstancias, especialmente en las actuales que no son tan fáciles…Por eso hay que recordar que el Colegio Cardenalicio surgió como una reacción a la ingerencia inoportuna de los monarcas de la historia y para evitar que la Sede de Pedro cayera en manos de las familias romanas como los Condes de Túsculo y los Crescencios, como había ya sucedido con la nefasta elección de Benedicto IX hijo de Alberico…S. León IX inicia la reforma en 1050 con un grupo de prelados y Nicolás II  convocó  en el sínodo de Letrán en 1059 donde se decidió que en el futuro sólo los cardenales poseerían el derecho activo de voto, convirtiéndose en los electores del Papa…A partir de entonces cesaron los abusos en la elección papal…Por tanto, si es verdad que el Papa es la cabeza del Colegio de los Apóstoles y sus sucesores los Obispos del mundo católico, la elección papal ha de tener una base fidedigna en los mismos electores. Deben ser obispos que representen al Pueblo de Dios de manera que no se repita los escándalos del pasado debidos a la fragilidad de la condición humana..

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

  • Alberto Revuelta

    El señor Papa ha nombrado a un Borgia arzobispo titular de Milazzo y categoría y oficio de nuncio apostolico. Aunque este Borgia nació en 1966 puede ser descendiente de los Borgia papales, nada castos. Tengamos en cuenta que los ancestros

    Madre: 1
    Padre: 1
    Abuelos: 4
    Bisabuelos: 8
    Tatarabuelos: 16
    Trastatarabuelos: 32
    Pentabuelos: 64
    Hexabuelos: 128
    Heptabuelos: 256
    Octabuelos: 512
    Eneabuelos: 1024
    Decabuelos: 2048
    En un total de 11 generaciones, 4094 Ancestros, todo esto en aproximadamente 300 años antes de que naciera. Ignoro si la Sede Apostólica tiene un departamento de limpieza de sangre eclesiástica. Pero debería tenerla. Habrá que estar atentos a este nuevo representante pontificio.

    • Antonio Duato

      No sabía de qué iba. Después he descubierto que Alberto partía de esta información que se puede leer en la página del vaticano:

        Nombramiento de nuncio apostólico, arzobispo titular de Milazzo
        El Santo Padre ha nombrado arzobispo titular de Milazzo, al reverendo monseñor Paolo Borgia, hasta ahora asesor para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, confiándole al mismo tiempo el oficio de nuncio apostólico.

        Rev. Mons. Obispo Paolo Borgia
        – Nació en Manfredonia (Foggia) el 18 de marzo de 1966.
        – Ordenado sacerdote el 10 de abril de 1999.
        – Incardinado en Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo.
        – Graduado en Derecho Canónico.
        – Ingresó al servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de diciembre de 2001 desempeñando su labor en las representaciones pontificias en la República Centroafricana, en México, Israel, y Líbano; en la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado y en la Sección de Asuntos Generales de la misma Secretaría de Estado.
        – Nombrado asesor para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado el 4 de marzo de 2016.
        – Idiomas hablados: inglés, español, francés.

      Buen ojo y juvenil curiosidad la de Alberto. Pero continuando… En Italia ha hoy 1163 familias con el apellido Borgia, todas ellas descendientes de la familia Borja de Xativa, pues el apellido viene sin duda ellos a partir de 1455 según Wikipendia: https://it.wikipedia.org/wiki/Borgia
      Buenos sementales los valencianos, ¿no?

  • Alberto Revuelta

    SIGITAS, CARDENAL TAMKERVICIUS

     
    El Papa de Roma, al salir del ascensor rescatado por los bomberos el domingo a la hora del Angelus, las 12.00 para quienes no han dado catecismo ni asistido a colegios católicos, se asomó a la ventana y, entre otras cosas, anunció que había creado cardenal a un anciano que no iba a poder votar en el próximo cónclave, pero si podía honrar con su presencia el Colegio cardenalicio. Se llama SIGITAS TAMKERVICIUS, era un cura lituano al que hicieron arzobispo de Kaunas, lo detuvieron los ocupantes rusos de su país, lo tuvieron preso en su ciudad y luego lo deportaron a Siberia. Allí lo cogio la perestroika de Gorbachov y lo pusieron en libertad. Cuando este señor Papa estuvo en Kaunas visitando Lituania, fue con él a enseñarle la celda donde lo encerraron y que ahora es parte del edificio del Museo de la Ocupación. Y, ¡ea!, cardenal.

  • oscar varela

    Hola!

    Conozco a Juan María Carrón.

    En 2010 fui a Asunción al Foro Social Mundial. Me alojó en su casa.

    En ese Foro dio una Charla conjunta con Juanjo Tamayo.

    Antonio Duato le dijo a Juanjo que yo iba a Asunción y que nos conociéramos. Así lo hicimos en taberna compartiendo famosa “Tortilla española” rociada con vinito manso.

    Seguimos, hasta hoy, compartiendo aquel encuentro.

    • mª pilar

      Gracias Oscar por esta valiosa información; podría ser esperanzadora, “pero”… mientras el Vaticano siga en las manos que está:

      ¡¡¡No hay ninguna posibilidad!!!

      Me gusta mucho lo que dice este hombre… pero el mismo, nada ha podido conseguir, y dado como funciona el Vaticano, no lo creo posible.
      Abrazo agradecido.
      pili

  • oscar varela

    SOLO CONTRA EL VATICANO – Juan María Carrón
    (Asunción, noviembre 2013)
    (Autobiografía y una Tesis para acabar con el Cuerpo cardenalicio)
     (continuación 2/2 – final)
    ………………………..
    El primer error consiste en considerar al papado como un car­go vitalicio. Si el elegido debe ser Papa hasta su muerte ¿Quién se va a atrever a elegir a un hombre de 50 años o poco menos, un hombre en plena posesión de sus capacidades mentales y físicas? Como una vez se dijo en un cónclave, los cardenales quieren tener un padre santo, no un padre eterno. Los indicadores de esperan­za de vida hoy día prevalecientes hacen muy frecuente que una persona pueda vivir bien arriba de los 80 años. Elegir a un Papa “joven” (alrededor de los 50 años) implica tener Papa para mucho tiempo, treinta años o más, lo que nadie quiere. Por consiguiente, considerar el cargo como vitalicio implica la necesidad de elegir un hombre de 70 o más años, que dure 10 o 15 años en el ejercicio del sumo pontificado, hasta que se lo lleve la muerte.
     
    Entre los 19 papas que hubo desde 1740 hasta llegar a Francis­co, solo tres iniciaron su mandato en la cincuentena, dos prácticamente ya a los sesenta (Juan Pablo II a los 58 y Benedicto XV a los 59), el resto fue elegido a una edad promedio que se acerca a los 70. La consecuencia es que se elige a un hombre todavía lúcido y relativamente sano, pero que entre 5 y 10 años después, por el peso de los años y de las tareas del cargo, empieza a perder el control de una organización tan compleja y problemática cono •; es la Iglesia; entonces vuelve a caer el gobierno de la Iglesia en la burocrática, conservadora y rutinaria Curia Vaticana. Entre un Papa viejo y enfermo y el que le sucede, solo un poco menos viejo que el anterior, hay un vacío de poder que se llena de intrigas pa­laciegas, de demoras en las decisiones importantes y de luchas de grupos de interés.
     
    La solución es nombrar a un Papa por un determinado perío­do de tiempo, no vitalicio; digamos por 10 años, con posibilidad de extender el tiempo por 5 años más. Así se podría elegir a pa­pas más jóvenes, y no habría que correr el riesgo de tener como Sumo Pontífice a un hombre que ya está caduco y decrépito. No hay una razón teológica definitiva y concluyente por la cual un Papa ha de ser, necesariamente, vitalicio; como no la hay para que un obispo esté al frente de una diócesis hasta su muerte. Ya se ha establecido que los obispos deben dejar el cargo a los 75 años. Es una sabia medida para asegurar un mejor gobierno de las comu­nidades diocesanas. La Iglesia ya ha aceptado el criterio de que la edad avanzada puede ser un obstáculo para el buen gobierno. Es absurdo e incongruente que se adopte ese criterio con los obispos y no con el Papa, cuya misión es muchísimo más pesada, comple­ja y relevante que la de un obispo.
     
    El segundo error consiste en restringir la elección del Papa a los cardenales. El colegio cardenalicio es un conjunto de gente vieja. De 209 cardenales solo 40 son menores de 70 años. En el momento del último cónclave solo 117 tenían menos de 80 años por lo cual podían ser electores del próximo Papa. No solo es gen­te vieja, son continuadores de una línea eclesial, son tendencial- mente conservadores. El Papa nombra a los cardenales, los car­denales eligen al Papa. Es un sistema que potencia fuertemente la continuidad de una determinada tendencia en el gobierno de la Iglesia, dando muy poco lugar a la renovación y al cambio. El Espíritu Santo introduce a veces fisuras en este esquema rígido, como el papado de un Juan XXIII o de un Bergoglio; pero no hay que tentar al Espíritu Santo. Además, muchos cardenales tienen muy poca experiencia en el plano pastoral; han sido toda su vida funcionarios burocráticos o, en el mejor de los casos, clérigos con experiencia diplomática.
     
    A pesar de los cambios modernos, predomina en el colegio cardenalicio una marcada falta de representatividad de la grey ca­tólica: entre los electores del último Papa, Brasil, con el 10% de los católicos del mundo tiene solo el 5% de los cardenales electores, México, con el 8%, tiene menos del 3% de los cardenales electo­res. Latinoamérica en conjunto tiene al 42% de los católicos del planeta y menos del 10% de los cardenales electores. Europa tiene al 24% de los católicos y casi al 60% de los cardenales electores. El caso extremo es Italia, que no llega al 5% de los católicos del mundo y sin embargo tiene 24% de los cardenales electores.
     
    El Papa no debe ser elegido por los cardenales sino por los obispos. Existen un poco más de 5.000 obispos católicos en dió­cesis que abarcan casi a la totalidad de las regiones y países del mundo. Están repartidos de un modo mucho más proporcional con el número de católicos que los cardenales. Están en condicio­nes de representar mucho más adecuadamente que los cardena­les las necesidades, las aspiraciones, el sensus ecclesiae y el sensus fidei de la grey católica. Puede encontrarse un sistema en el que, digamos, cada veintena de obispos elija a un representante; así se tendría a unos 250 obispos, quienes viajarían a Roma en caso de sede vacante, a elegir a un nuevo Papa. Hoy en día esto no es un problema logístico, ni significa una erogación demasiado costo­sa, muchísimos católicos estarían dispuestos a contribuir con un aporte especial para hacer posible este modo de elección, que es más justo, razonable y confiable que el que actualmente existe.
     
    Es preciso, es imprescindible que, de una vez por todas, se ponga en ejercicio el colegio episcopal junto al Papa, no solo para la elección del mismo sino para colaborar efectivamente en el go­bierno de la Iglesia. Hoy está claro que los obispos forman un colegio que sucede al colegio apostólico y que se es miembro de ése colegio no por la designación del Papa sino por la ordenación episcopal. Los obispos no son, cada uno, solo rey en su diócesis sino que forman un cuerpo que, junto al Obispo de Roma, tiene una misión y una autoridad al servicio de la Iglesia univer­sal. Cristo eligió a doce apóstoles como grupo estable, dentro del cual, no fuera de él, Pedro ocupa un lugar destacado. Los obispos existentes en todo el mundo, son junto al Papa, sucesores de ese colegio apostólico; no son delegados, no son vicarios del Papa, son miembros, por la ordenación episcopal de ese colegio cuya cabeza es el Papa.
     
    La constitución dogmática Lumen Gentium del concilio Vati­cano II expresa esta doctrina con meridiana claridad: “Quos apos­tolos ad modum colegii seu coetus stabilis instituit, cui ex iisdem electum Petrum praefecit (A estos apóstoles los instituyó a modo de colegio o de grupo estable y puso al frente de ellos a Pedro, elegido de entre ellos mismos)” Lumen Gentiun III, 19.
     
    Así como el Papa es sucesor de Pedro, los obispos son suce­sores de los apóstoles: “Y así como permanece el oficio concedido por Dios singularmente a Pedro, el primero entre los Apóstoles, y se transmite a sus sucesores, así también permanece el oficio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia que permanentemente ejercita el orden sacro de los Obispos” (L.G. III, 20). “El orden de los Obispos que sucede en el magisterio y en el régimen pastoral al colegio apos­tólico… junto con su cabeza, el Romano Pontífice, y nunca sin esta cabeza, es también sujeto de la suprema y plena potestad sobre la universal Iglesia” (L.G. III.22). Destaca seguidamente el Concilio que los obispos “gozan de su potestad propia en bien no solo de sus propios fieles, sino incluso de toda la Iglesia” (L.G. III. 22).
     
    ¿Cómo ejercer esta colegialidad, cómo cumplir con esta res­ponsabilidad que tienen los obispos sobre toda la Iglesia, como asumir esta “suprema y plena potestad sobre la Iglesia univer­sal” que comparten en unión con su cabeza, el Papa? Uno es el modo que se ejerce cuando se reúnen en concilio; pero no basta un concilio, que se reúne cada 100 años, para cumplir con esta norma constitucional de la Iglesia que ha sido instituida por el mismo Cristo. Hay que aplicarla en la cotidianeidad del gobierno del Pueblo de Dios. Hay que hacer que ese “senado de los obis­pos”, esos 250 o poco más representantes de los obispos de todo el mundo, se reúnan con frecuencia en Roma, junto a Pedro, para impartir normas, corregir errores, hacer sentir a la cabeza de la Iglesia los clamores de los fieles, para tomarle el pulso al mundo y a la cristiandad.
     
    El Papa ya no debe ejercer su poder de una manera solitaria y verticalista, debe apoyarse en sus hermanos en el episcopado, escucharlos, consultarlos; ellos serán mucho mejor ayuda que un conjunto de burócratas o un colegio de cardenales poco represen­tativo de la grey católica.
     
    Y que se recuerde que los obispos en el gobierno de su diócesis “no deben ser tenidos como vicarios del Romano Pontífice, ya que ejercitan potestad propia y son, en verdad, los jefes del pueblo que gobiernan… su potestad no queda anulada por la potestad suprema y universal, sino que, al revés, queda afirmada” (L. G. III.27).
     
    Sin metaarjía, sin renovación en el estilo de conducción de la Iglesia, no habrá reforma de la Iglesia y sin reforma de la Iglesia no habrá vida evangélica dentro de la misma.
     
    No quiero terminar este libro sin hacer un acto de fe en la san­tidad de la Iglesia y en su capacidad de purificarse, una y otra vez, de sus imperfecciones y pecados. Suscribiendo un bello párrafo de un escritor católico de nuestros días (J. I. Gonzales Faus), quie­ro decir:
     
    “La Iglesia, nuestra Iglesia, tiene una historia blanca y lim­pia y otra historia negra, muy negra. (“Soy negra, pero her­mosa”. /Ct/01/04). Debemos de lamentar su historia negra, la de las tácticas y apariencias. La historia de los contrasentidos, errores y paradojas; su historia llena de barro, más próxima a la Babilonia prostituta que a la Jerusalén celestial.
     
    La Iglesia que se desposó con el poder y la política viviendo en alegre y consentido maridaje; que volvió la espalda al ham­bre de los pueblos y se dedicó a dorar y policromar sus templos y vaticanos; que encendió la cerilla en las hogueras de la In­quisición y eliminó a cristianos más fieles al Espíritu que ella misma; que construyó cárceles y ató demasiadas cadenas; que se embriagó y mareó con el tufillo de su autoridad y verdad, haciendo de la Jerarquía coraza tras la que ocultó sus propias perezas y turbios intereses.
     
    Que se arrogó títulos de maestra indiscutible de todos los saberes y en todas las ciencias, frenando investigaciones y con­denando avances. Que bendijo espadas, bautizó cruzadas, le­galizó muertes. Lamento sus alegres infidelidades al esposo, su manía de legislar hasta la respiración de los creyentes. El poder mundano la invadió a los pocos siglos de nacer de la cruz de Cristo y surgió la cristiandad.
     
    Un creyente no puede leer una historia de la Iglesia, sin ho­rrorizarse casi en cada página. Basta leer las vidas de los san­tos para ver quién les ha perseguido.
     
    Por eso, alguien ha dicho que quien haya superado la his­toria de la Iglesia, ha superado todas las dificultades de la fe. Sin embargo, esta no es toda la historia de la Iglesia. Existe la otra, la historia blanca y limpia, más importante y menos conocida.
     
    En el haber de la Iglesia hay un acontecimiento, un regalo, un don capaz de reducir a nada y cenizas todos sus yerros y pecados: es el hecho de habernos conservado vivo el recuerdo de Jesús; de habernos entregado viva la persona de Jesús;
     
    Yo amo a esta Iglesia santa y pecadora. La “casta-meretrix”. La “puta-virgen”: virgen incontaminada, porque Jesús es la ca­beza; puta y pecadora, porque nosotros somos sus miembros. Esta Santa Iglesia, vieja madre, fea y arrugada, aun en la no­che más negra de su historia ha seguido siendo paridora de hombres nuevos: “una muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas… que la­varon sus vestiduras y las blanquearon con la sangre del Cor­dero” (Ap/07/09/14).
     
    Yo creo en esta Iglesia que, día a día, soporta las imper­tinencias de este empedernido y engreído pecador y de todos sus detractores, y una y otra vez, en nombre de Dios, perdona nuestros pecados y rabietas. No tengo derecho a juzgarla aso­mado ladinamente a su puerta como mero espectador; me creo en el deber de sentirme dentro de ella -mi barro es su barro y mi tiniebla tiniebla-y desde allí hacerle sitio a la luz”.
    ………………………………….

  • oscar varela

    SOLO CONTRA EL VATICANO – Juan María Carrón
    (Asunción, noviembre 2013)
    (Autobiografía y una Tesis para acabar con el Cuerpo cardenalicio)
    ………………
    ÍNDICE
     TOC \o "1-5" \h \z EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS

    EN EL PRINCIPIO
    LA VOCACIÓN AL SACERDOCIO
    SACERDOS IN AETERNUM
    EL CONCILO VATICANO II
    SIN AVERGONZARSE DEL EVANGELIO
    LA IGLESIA Y LA INTIMIDAD MATRIMONIAL
    EL CELIBATO SACERDOTAL
    UN SACERDOTE CASADO
    ENTRE LA GUERRA FRÍA Y LA DICTADURA
    DE VUELTA A MI PAÍS
    UN HOGAR Y UNA FAMILIA

    EPÍLOGO: Hacia una METANOIA y una METARJIA en la iglesia
    ………………………………….
     
    Aclaración sobre el título de este libro
     
    Cuando digo “solo contra el vaticano” quiero expresar que no me opongo al cristianismo, ni a la Iglesia Católica, ni al Papado, ni a la Jerarquía eclesiástica. Solo estoy en conflicto contra la curia vaticana, a la que considero una institución nefasta para la Iglesia, una rémora, un lastre, que ya no debe seguir funcionando como lo hace ahora. Debe ser profundamente renovada, hasta de nombre debe ser cambiada. Debe estar sometida al Papa y al Senado de los obispos. Debe estar integrada, en su mayor parte, por eclesiásticos y laicos con experiencia pastoral en las tareas de evangelización. Debe ser liberada de la nobleza vaticana. Debe ser auténticamen­te católica, es decir universal. Debe estar al humilde servicio del Pueblo de Dios.
    Sé que no estoy solo en estos deseos y esta lucha. Sé que hay millones de católicos que desean lo mismo que yo propongo en este libro. Quiera Dios que seamos escuchados para que en la Igle­sia se vuelva a expandir la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
    ………………………………….
     
    EPÍLOGO
    Hacia una metanoia y una metarjia en la iglesia
     
    Ahora ha llegado el otoño. Me hago cada vez más viejo. Me acerco cada vez más al fin de mi vida en este mundo. Ahora me he mudado de casa; ya no estoy en aquella, amplia, donde mi esposa y yo criamos a nuestros cuatro hijos. Ahora residimos en una casa nueva que hicimos construir para nuestra vejez. No es por cier­to, una mansión pero es fresca, acogedora, con ventanales desde donde se divisan grandes árboles, con un jardín más pequeño, pero aun suficiente para que lo nietos puedan jugar algo de fútbol. En el jardín florecen los rosales y dan fruto los bananos que he­mos trasplantado desde la otra casa. En el medio del mismo da su sombra a nuestro corredor y al de la casa de al lado, que también es nuestra, un magnífico tataré de grandes ramas. Un guayabo asoma al fondo, el que también da muchos frutos.
     
    Sigo trabajando. Ahora soy el fiscalizador de un equipo que realiza diagnóstico rural participativo en las colonias creadas por la reforma agraria. Estoy de nuevo en estrecho contacto con cam­pesinos de todo el país. Hablo con ellos, visito sus casas, evaluó sus potencialidades para el desarrollo. Soy bien recibido, no desconfían de mí. Les digo que este es mi último trabajo y que quiero hacerlo bien. Ellos hacen cálculos acerca de mis años y concluyen que ya no estoy en edad de mentir. Yo gozo con esta forma de comunión y de diálogo.
     
    Me ha tocado vivir lo suficiente para ver cambios importantes dentro de la cúspide de la Iglesia católica. Primero la renuncia al papado de Benedicto XVI. En verdad, siempre tuve una valora­ción de Ratzinger más positiva que la que suelen tener la mayoría de los eclesiásticos progresistas. Siempre pensé que su sólida for­mación teológica iba a influir dando racionalidad a su mandato. Su renuncia al papado, cualquiera sea el motivo que la inspiró, fue un acto de gran valentía, y un aporte extraordinario a la desmitificación del papado. Fue también una drástica reacción a dejarse manipular por el Vaticano en un momento en que la edad y el deterioro de su salud ya lo habían debilitado para resistir a las presiones que venían de todas partes. Fue un gran gesto y una sabia decisión que demostraron a toda la Iglesia que el papado es solo un cargo, que no imprime carácter, que no tiene que ser, por fuerza, vitalicio.
     
    Luego vino la elección del cardenal Bergoglio como Papa que se autodenominó Francisco. Había tenido ya antes muy buenas referencias acerca de Bergoglio. Soy miembro de una organiza­ción internacional de sacerdotes casados. Julio Pérez Pinillos, quien fuera presidente de esa organización internacional, estuvo alojado durante varios días en mi casa en Asunción. En esa oca­sión vinieron con él el Obispo Jerónimo Podestá y Clelia, su es­posa. Con Podestá y con Clelia tuve frecuentes contactos a través de los años. Ellos, que son argentinos y que conocían muy bien al episcopado de su país, me hablaron muy bien de Bergoglio. Tuve desde entonces la imagen de que es un hombre honesto y sencillo, virtuoso e íntegro, sin hipocresías ni desplantes autoritarios.
     
    Siento una gran alegría y una paz en el alma por tener a un sa­cerdote como Bergoglio al frente de mi Iglesia, no porque sea lati­noamericano -vivo plenamente la universalidad de la Iglesia-, no porque me sea conocido, aunque sea por referencias, sino porque parece reflejar un modo de ser evangélico, un sacerdocio según el orden de Melquisedec, no según el orden de los sacerdotes del Templo de Jerusalén, un estilo de ser el mayor de todos estando al servicio de los demás. Es de nuevo un aire fresco que se introdu­ce en la Iglesia, más allá de los formulismos y de los cánones. Es como un Juan XXIII revivido, de quien recuerdo ese aire festivo y al mismo tiempo profundamente renovador que introdujo en la Iglesia.
     
    Este Papa puede hacer mucho para dar una mejor imagen de la Iglesia. También puede lograr en muchos católicos una metanoia, un cambio de mentalidad, una conversión hacia un modo de vida más evangélico. Hasta puede lograr una cierta reforma en el estilo de gestión de la burocracia vaticana. Pero todo eso no basta.
     
    Ninguna reforma será profunda y durable en la Iglesia si no se cambia el modo de generación del poder dentro de la misma. Sin metaarjía no hay reforma de la Iglesia. Con el actual modo de elección del Papa y con el actual modo de ejercicio de su poder no hay posibilidad de verdadera reforma en la Iglesia. Hay varios errores en la modalidad actual de designación del jefe supremo de la Iglesia.
    (sigue en 2/2)

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