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Simpliciter

En el día del martirio de la virgen y mártir Inés.

        La calle Norte, en La Atunara, da a la mar mediterránea, a levante, a la playa donde atracan los barcos y botes de los pescadores. En la esquina Este de la calle, el bar de Diego, que abre a las tres de la madrugada para el café, la copa, el sol y sombra de los pescadores que van a salir a navegar, tras ser despertados por el señor Salvador el paralelo. Tres golpes fuertes en cada puerta.

        La calle Norte, en la Atunara, tiene seis casapuertas. Una habitación de cuatro por nueve metros, con una cortina que separa las camas de dormir, del comedor, cocina, sala de estar, cómoda con fotos y la imagen de la Virgen del Carmen. No hay aseo, ni retrete, ni agua corriente. Un cubo tras la cortina sirve de retrete que se tira al alcantarillado público en un espacio medio tapiado. La puerta de cada casa solo se cierra de noche y cuando ninguno de los que viven en ella está en el pueblo. Se entra, se sale, se habla, se vive siempre en espacio abierto.

        En el 4 de la calle Norte, vive Inés, la señora Inés. Viuda de pescador, de quien parió once hijos. Diez varones, una hembra. Ahora todos casados, con hijos, nietos de la señora Inés, que algunos ya tienen hijos, bisnietos de la señora Inés. De momento alrededor de sesenta almas llevan su sangre bien agradecida.

        Al número cuatro de la calle Norte, la señora Inés se ha traído a uno de sus hijos, pescador, que se ha quedado solo. Su mujer se ha ido. Los cinco hijos chicos están a cargo de las dos abuelas, la materna que ha tenido que vivir con la pena y la vergüenza, y la señora Inés que ha tenido que vivir con la pena y el tirón de gobernar y tirar de un hombre hecho y derecho y de la mar, al que hacer vivir y virar mirando de frente.

        Los días de poniente fresquito cuando el sol llena de luz el aire, los rincones y brilla la roca del Peñón que da a levante la señora Inés se sienta después de almorzar en un taburete de anea, pegada la espalda a la pared, con el ánafe entre los tobillos, cuando hace frío, mirando a la mar hacia el Gebel Tarik que lo domina todo. La señora Inés, alta, delgadísima, de negro siempre, el pelo blanco de barco recién calafateado, mandil a media pierna, con bolso para las llaves y las monedas y el rosario, mira y recuerda.

        El viento y el sol de la mar se saben de pe a pa los sueños de la señora Inés, Con doce años, ¡Dios bendito, ayer, ayer, ayer y se han ido!, entró a servir en casa de laidi Gladys Harington, la esposa del gobernador general inglés en Gibraltar, sir Charles Harington Harington, GCB, GBE, DSO. Agnes, así la llamaba laidi Gladys, era una especie de pinche para todo. Recoger la mesa hasta que aprendió a ayudar a las doncellas de la casa, pinche de la cocinera que vivía en la calle Teatro en La Línea, planchadora, minigobernanta para la ropa blanca. Se fue haciendo mocita en la casa. Las doncellas, la costurera de los jueves, la cocinera la animan a fijarse en lo buen mozo que es el ordenanza del sir. Pero Inés se bebe los vientos por un pescador de La Atunara, alto como ella, moreno de ojos negros que se la comen cuando la ve venir de la Focona (four corn, las cuatro esquinas, la frontera con los ingleses). Se asfixia cuando lo ve mirarla. ¡Qué fatiguita, madre, qué fatiguita!.

        Su excelencia el general murió en 1940 y laidi Gladys se fue a vivir a Inglaterra; le dejó ropa blanca de cama y vestidos suyos y dos cubiertos y un tu y yo de regalo y le dio dinero para casarse. Así que el moreno de ojos de candela roja se casó con ella y a su tiempo le hizo once hijos y no le hizo más porque se murió de una cosa muy mala que le entró en el pecho y acabó con él. Inés que tenía confianza con la Virgen del Carmen de la parroquia pedía por él, vivo y que viviera, y siguió pidiendo por él cuando no pudo más y tuvo que morirse. Porque morirse hay que morirse. Lo malo eran los once que dejó y que hubo de sacar adelante, y formales como el padre, entre Inés y la Virgen del Carmen. En La Atunara todo el mundo sabía que, si la Virgen echaba un cable, se salía adelante. Incluso en las rachas de levante cuando tenían que venir los militares con cocinas de campaña para que pudieran comer las criaturas.

        Cuando los hijos se casaron y fueron dejando la calle Norte, la señora Inés dejo de ir a trabajar como asistenta a casas de Gibraltar y de La Línea y se encargó de cuidar la iglesia de La Atunara, construida sobre un antiguo saladero, rectangular, con la puerta mirando al Peñón y en línea con la playa de arena negra de la playa de levante, como campanil y una cruz sobre un orbe de hierro comido por el marismo, albeada de cal, refulgente al sol, su pared este pegaba con la mar que la lamía cuando había mucho resbalaje.

        La imagen de la Virgen del Carmen, alta, con manto y corona, con niño en brazo y ángeles dándole la tabarra, está en una hornacina un poco elevada y tiene por detrás de la pared una puertecica para limpiarla, poner velones y flores. La señora Inés hacía de camarera de la Virgen, limpiaba la iglesia con otras mujeres del pueblo y la tenía como los chorros del oro. Un rato por la mañana y otro por la tarde se sentaba en uno de los bancos del fondo y le contaba chismes, penas, peticiones de unos y otras, de muertos y vivos. De náufragos y de la vendé del marisco, de los nietos, de las nueras en peligro. Un sinvivir.

        Cuando servidor era cura de La Atunara, iba todos los días a la calle Norte 4 a comer a la una en punto, como en casa de su excelencia el gobernador. Mesa con mantel blanco y uno de los cubiertos de plata del tu y yo de laidi Gladys, guisantes hervidos con aliño de un chorro de aceite y tres jureles, o mojarras, o herreras, según lo que Manolito trajera de rancho. Y café negro espeso, en taza de porcelana con tres cucharadas de azúcar. En esa época empezaba el menudeo de la droga y ya la señora Inés le hablaba del asunto a Nuestra Señora. Se nos han muerto de sobredosis, desde entonces acá, por lo menos ocho de los monaguillos de aquel tiempo. Estoy seguro de que la señora Inés los tendrá con alba impoluta echándole incienso a nuestro Señor en cualquier planeta donde hayan ido los muertos por la droga.

        Una tarde, ya yo no servía la parroquia, la señora Inés sentada en su banco empezó a hablar en lenguaje ignoto, como los de la glosolalia de San Pablo y no se recuperó. Murió bajo el manto de la Virgen del Carmen que le llevó el cura a la Residencia. Nuestra segunda hija se llama Inés en su recuerdo, en homenaje a su fe, a su bondad, a su entereza, a sus once hijos y a una patulea de nietos, biznietos y tataranietos que andan por el mundo.

        Cuando servidor estudiaba filosofía en la Ponti salmantina, don José Riesco, cátedro de Metafísica a las nueve de la mañana, canónigo de la S.I. Catedral, capellán de las Hermanitas de los Pobres, terminó el curso así: ut autem simpliciter dicam, quod est in corpóre anima, hoc sunt in mundo christiani “. No lo olviden.

        Sencillamente, lo que es en el cuerpo el alma, son los cristianos en el mundo. Nunca lo he olvidado.

        Nota bene:

        Al leer anteayer que el señor Papa ha aceptado la renuncia del obispo de Ciudad Rodrigo simpliciter, después de tenerlo en una abadía varios meses con prohibición de recibir visitas y mensajes, no he podido por menos de contar esta semana lo que mejor recuerdo SIMPLICITER del alma cristiana en el cuerpo cristiano de la señora Inés que pasó por el mundo haciendo el bien.

        Alberto Revuelta

       

       

26 comentarios

  • Manuel Gómez

    Enhorabuena, Alberto Revuelta, por su relato.

    Usted posee una sensibilidad exquisita y se expresa literariamente.

    Unicamente me atrevo a puntualizar que lo cristiano es accesorio en esa vida, que lo que usted tan magistralmente refleja es simplemente (simpliciter) humano y que cada uno puede añadir las consideraciones que desee.

    Un abrazo

  • M.Luisa

    Apreciado Alberto: Un día, hace muchos años, hundida, desolada y deshecha por dentro, caí a los pies de la Virgen del Pilar. Ahora cuando miro hacia atrás en ese largo recorrido nunca en él he dejado de pensar en aquel momento ya tan lejano.

    Otra experiencia ves?  Ésta directa y también positiva llevando además consigo su correspondiente criba transformadora. Por eso mi crítica al cristianismo, buscando su otro reverso, aquel que moral y físicamente ha producido tanto daño, nunca ha sido destructiva sino siempre dilucidadora como así intenté mostrarme en mi primer comentario.

    Gracias también por compartir tu experiencia! Un abrazo lleno de afecto!!

     

  • Honorio Cadarso

    A mi Virgen de la Natividad de mi pueblo, por los años 1930, se la llevaron de su ermita de la Cuesta de los Palacios y la dejaron en una `peana de la parroquia sin ropas ni nada. Y la ermita se convirtió en garaje de la camioneta del señor Manuel el manco, dueño de la fabrica de harinas.

    Así que no puedo hacer poesía a su cuenta…Pero su ermita-garaje tiene su encanto, como el nido de un canario que se fue y nos dejó huérfanos.

    Amigo Revuelta, eres un crac. Y encima has despertado el estro poético de todos los que han comentado tu historia de la señá Inés.

  • M.Luisa

    Lo que nos relata  de la señora Inés  el amigo Alberto  es  realmente memorable,  contiene grandes dosis de vivacidad como todos sus  escritos que no pueden hacer sino  causarnos gran admiración.

    Ahora bien, conociendo a Ana desde hace tiempo, aquí durante  ese tiempo tod@s hemos hablado mucho sobre lo bueno y lo malo del cristianismo pues de una forma u otra  sale  aquí por  doquier   hasta el punto de poder decir que a tal discernimiento estribaría  toda  la razón de ser de Atrio.  Y por eso no sólo no me extrañó sino que  de pensamiento yo misma también me sumé a su primer comentario.

    La bondad está ahí con o sin cristianismo. La señora Inés era ya buena de por sí,  de tal forma que  su bondad innata  no le permitía  objetivar estos signos  cristianos de los que se servía para vivir,  sino que era ella misma la que trascendía con ellos.

    Lo malo del cristianismo, lo negativo de él  para mucha gente ha sido haberse quedado atrapada, engañada bajo esos  signos que lo representa.
    Justo lo  que decía más arriba respecto a los signos cuando hay quienes los  objetivan   cerrándose a toda la  significación que éstos mismos signos conllevan. Entonces es cuando sale,  paralelamente al bien, todo el mal, todo el daño  que  hacía fuera, por contagio, a  causado el cristianismo  y que  la historia se ha encargado de publicitar.

    • Alberto Revuelta

      Un minuto solo. Dejó de lado los males que el cristianismo ha causado. Están ahí y cual obra de hombres que es seguirán estando, siguen estando. Quiero, solo, llamar la atención sobre el bien envuelto en malas prácticas y en engaños que ha causado y proporcionado a infinidad de sufrientes seres humanos. La ermita de Honorio sin pajarico dentro y la última reflexión de Maria Luisa, me dan el pie. Fui el abogado acusador del asesino de Mari Luz Cortes en aquellos penosisimos días, horribles y en momentos, espantosos. Autopsias declaraciones, testimonios, peritajes. Cuanto dolor y cuantas penas. Casi un mes de juicio en sesiones de mañana y tarde. Dos de las testigos contaron como habían sido violadas por sus padres respectivos y por sus hermanos. Lo impresionante en medio de aquel silencio compacto fue cuando contaron que habían resistido y se habían rehecho y habían salido adelante por su fe en la Virgen de las Angustias, patrona del pueblo donde vivían y a quien iban a ver a una ermita medio derruida. Explicaciones racionales, claro. Psiquiátricas, claro. Psicológicas, claro. Políticas, claro. Las dos mujeres hechas y derechas, una de ellas, madre de cuatro hijos, salieron de la miseria moral salvaje de sus familias, gracias a su confianza sin límites en que una mujer que sabia del dolor en este mundo, tiró de ellas. Le dije a una de ellas que había observado que llevaba un pequeño rosario como collar en el umbral de la blusa y que no tuviera miedo al tribunal, que estábamos allí para ayudar. “No tengo miedo. Desde niña, con la Virgen aprendí a no tener miedo”. Se razonar. Soy racional con tendencia a la duda y al escepticismo. Pero, claro, lo que he visto y vivido a lo largo de mi vida lo llevo dentro. Y aunque no es religiosamente correcto hoy, me gustaría que la madre del Galileo estuviera en mi puerta diciendo que salga que esta claro que estoy mal de la cabeza y que me vaya con ella a Nazaret, como las dos testigos del juicio de Mari Luz.

      • carmen

        Perdone. Eso es una manipulación en toda regla. Usted es un hombre inteligente y culto. No debe de manipular.
        A quien no le gustaría que la virgen del carmen estuviese a su lado siempre?
        Eso no está bien.
        Y no quiero discutir. Entre otras cosas porque no me va a contestar, no doy la talla. Pero no se debe de manipular.
        Un abrazo.

      • Alberto Revuelta Lucerga

        No hay que perdonar. No manipuló. Digo lo que siento igual que usted. Lo que he escrito es lo que he vivido, lo que siento yo. Así que de manipular nada, estimada señora. Mis sentimientos son míos y el que le moleste leerlos tiene perfecto derecho a no hacerles ni caso.voeri no ha afirmar que lo que yo pienso es una manipulación. De quién?. Para que?. No estimada señora, se equivoca respecto a mi.

      • Carmen

        Un abrazo, estimado señor Revuelta.

      • Carmen

        Posiblemente no le he entendido y, efectivamente, digo lo que pienso, estimado señor.
        Le mando otro estimado abrazo, aunque no lo entienda . Yo tampoco entiendo su estimado rebote. Por lo visto está acostumbrado a que su opinión tenga una gran aceptación. Mi estimada personica no lo está.
        Pero le aseguro que jamás tendrá un comentario de esta estimada idiota, que en su estimada ingenuidad cree que hay algún lugar en este mundo , donde todos podemos ser considerados iguales.

  • Antonio Rejas

    Una historia real, no ficción, profundamente conmovedora, la vivida por Inés desde su niñez (12 años) que podría haber sido causa para carecer de tanta bondad. Pero no fue así porque era genéticamente buena, suponiendo que la genética influya (no lo sé) en la herencia de la bondad. No tengo seguridad de que su bondad era debida a los ratos  que pasaba con la Virgen del Carmen. Sí pienso que esos ratos la hacían feliz y esta felicidad premiaba su bondad, a pesar de su dura vida.

    • Asun Poudereux

      Sí, ciertamente. Es lo sencillo lo más genuino de la persona. Pasa desapercibido su estar para quien pone en valor otras cosas como los honores.
      Habría que ser Inés para sentir, rezar y vivir como lo hizo.
      Muchas gracias.

  • ana rodrigo

    La gente es buena con cristianismo o sin cristianismo. La bondad y el ser bueno/a lo notamos todo el mundo, sin papeles de bautismo o con ellos.

    Gracias, una vez más, Alberto por ponernos ejemplos vivos de bondad.

    • Alberto Revuelta

      Por supuesto Ana, pero sin cristianismo no podría echar un ratito con la Virgen del Carmen en La Atunara. Cordial saludo

      • ana rodrigo

        Tienes razón, Alberto, he conocido a personas que con unas creencias muy tradicionales, que rezando el rosario les daba una fuerza y consuelo interior enorme, y que en vida fueron personas maravillosas. Por eso insisto que con Virgen del Carmen o sin ella, con rosario o sin rosario, lo importante es que le ayudaba a su gran bondad. Tengo muy familiar muy próximo, con una práctica religiosa muy tradicional pero que, gracias a su Dios y sus creencias, ha sido y es la bondad hecha persona.

      • Isabel

        ¡Es usted genial! Por todo, pero esta respuesta es única.

  • Mª Pilar

    ¡Hermosas vivencias… de la vida de la Sra. Ines y sus avatares!

    Esta es la verdadera esencia de la ¡Vida!

    Ahí palpita la verdad de esta vida, vivida con un profundo sentido y entrega amorosa.

    Por ese motivo, tenemos que despertar y trabajar, para que cada día, este dolorido mundo:

    ¡Esté mejor repartido, aminorando así tanto dolor injusto!

    Gracias Alberto… cuantas experiencias ha vivido, y todas tan hermosas (humanamente hablando) y profundas… ¡Para pensar…!

    mª pilar

  • Carmen

    Es usted único encontrado belleza en la pobreza. A lo mejor porque no sé detiene ahí y sigue mirando hacia el horizonte, como la señora Ines.

  • Juan García Caselles

    En este mundo la única verdad verdadera es el amor y la entrega a los demás, con Virgen del Carmen o sin ella. Un abrazo.

    • Carmen

      La virgen del carmen es la mejor de todas. Con diferencia.
      Seguida de la de la Fuensanta, pero eso solo para nosotros,los murcianos, murcianas y gente de mal vivir.
      Se siente.

      • Juan García Caselles

        No dispongo del escalafón de las Vírgenes, así que daré por bueno que la del Carmen sea la primera. Aunque he de hacer dos aclaraciones. La primera que la segunda es la de la Fuentesanta, que parece lo mismo que la de Fuensanta, pero no lo es, aunque he de reconocer que tiene mucho menos tronío, si bien tiene la virtud de ser la de mi pueblo. Y, segundo, que en el escalafón con toda seguridad no está María, la madre del Nazareno, porque ni tiene manto, ni vara de general, ni corona, ni flores, ni ná.
        También he de reconocer que le rendido pleitesía a la de la Fuensanta, si bien la mayoría de las veces que llegaba a su puerta pasaba de largo subiendo a la casa de oración que había mas allá de la Cresta del Gallo. Besos.

    • Carmen

      No me digas que eres murciano
      Es que mi madre era de las que vestía a la virgen de la Fuensanta. Sencillamente la adoraba, y yo adoro a mi madre.
      Creo que para ella era como jugar a las muñecas, no era excesivamente religiosa. Jamás, ahora que pienso, le oí ningún comentario en esa línea. Iba a misa con frecuencia, pero vaya usted a saber lo que pensaba.
      Cuando la vestían con el manto blanco, bajaba feliz, diciendo que era la virgen más guapa de todas. Recuerdo que un día bajó indignada: hoy la hemos vestido de torero, dijo. Se refería al manto rojo. Me partía.
      Cada vez que veo a la Fuensanta, veo a mi madre.
      Y de pequeña me decía que la virgen del carmen era muy buena, porque sacaba a las almas del purgatorio. Que teníamos suerte al llevar su nombre
      Por eso me gustan. Porque me acuerdo de ella.
      Hay que ver, qué tendrán las madres?
      Un abrazo.

      • Carmen

        No. No eres murciano. Ya sé de qué pueblo eres. Esto de internet tiene eso.
        Pero sí que has venido por aquí. A mí también me gusta la Luz. Está por la cresta del gallo. Supongo que te refieres a ese monasterio o lo que sea eso. Una especie de ermita.
        Pero no me digas que mí virgen no es guapa. Es una huertana total . Y el niño es precioso. Y no trasmite sufrimiento ni nada. A mí me encanta.

      • Juan García Caselles

        Hechos los oportuno cálculos (y a ojo de buen cubero), tengo por cierto que la quinta parte, por lo menos, de mi corazón es murciana, o, mejor dicho, yeclana, que es la forma altiplanera de ser murciana.

  • Gonzalo Haya

    Gracias, Alberto, por estos sabrosos relatos que nos traen un poco de aire fresco y oxigenan nuestros quebraderos de cabeza. Lástima que sea a costa del sufrimiento ajeno.

  • Julián Díaz Lucio

    Qué bonito artículo. Maravillosa sensibilidad ante los valores de la gente pobre y entregada. Siempre olfateas entre las situaciones de marginación. Gracias. Esto es evangelio.

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