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Guardaos de los jueces, ciudadanos

        La lucha togada entre magistrados de la Sala tercera del Tribunal Supremo; las aceptaciones calladas y dimisiones sonoras para presidir el alto tribunal tras los pactos entre partidos que tan hipócritamente han escandalizado a tirios y troyanos; las trepidantes y a menudo controvertidos nombramientos de magistrados del Supremo o en salas y Audiencias provinciales en el, denunciado por la prensa , manipulador mandato del magistrado Lesmes antiguo alto cargo de gobiernos del Partido Popular; el ambiente de descrédito y pérdida de confianza en jueces y magistrados, por mucha huelga que convoquen y realicen, exigen, creo, alguna reflexión.

        La soberanía nacional se residencia en el pueblo español (artículo 1 de la Constitución), no en los jueces, no en el rey en cuyo nombre dictan sentencias. Esa soberanía de ciudadanos se ejerce mediante representantes elegidos en voto libre y secreto que se constituyen en las Cortes Generales, Congreso y Senado. Las Cortes representan al pueblo español. No lo representa el gobierno que dirige la Administración Pública como Poder Ejecutivo. No lo representan los jueces que ejercen el Poder Judicial. Ni el gobierno español, ni los jueces y magistrados representan a los ciudadanos ya que su representación la ostentan, solo y únicamente, los electos por ellos a Cortes cuando las constituyen, tras cada elección legítima.

        La soberanía nacional española está representada y se ejerce a través de los electos en el Congreso y el Senado. Ni el rey, ni el presidente del gobierno, ni los jueces y magistrados, representan en cuanto tales, la soberanía nacional. Son, dicho con respeto, empleados pagados por esa soberanía de ciudadanos para que ejerzan determinadas funciones en favor de la comunidad nacional española.

        El señor Rufián, con sus inelegancias y estulticias, forma parte de la soberanía nacional residenciada en las Cortes Generales. El señor Sánchez, en cuanto diputado, también. En cuanto presidente del Gobierno, no. El señor Lesmes no tiene representación de la soberanía popular. Es un funcionario al que esa soberanía le ha dado un poder, el de juzgar, con las leyes que aprueba el Congreso y con los procedimientos que dispone el Congreso.

        Las Cortes Generales aprueban y derogan leyes que han de ser cumplidas por los ciudadanos, por el gobierno de la Nación, por las administraciones públicas y por los jueces. Los jueces no hacen leyes. Juzgan a quienes las incumplen. Y juzgan porque el pueblo español a través de oposiciones convocadas legítimamente y hechas posibles presupuestariamente por las Cortes se dota de un cuerpo de funcionarios, jueces y magistrados, para administrar la justicia que emana de él. Esos funcionarios, lo son igual que el resto de los funcionarios, con una sola excepción: ostentan un poder delegado por el pueblo español para, una vez que han visto y oído una causa en un procedimiento regulado por la ley aprobada en Cortes, deciden en conciencia y de acuerdo con su razón, motivadamente la sentencia que corresponde aplicar en cada caso que les es sometido. Y las hacen cumplir. Ese es el Poder Judicial. No otro.

        En España había en el año 2017 5.637 jueces. No podemos consentir que 5.637 personas se erijan en dueños de horca y cuchillo de su auto organización corporativa so pretexto de que son el Poder Judicial. El poder de juzgar y ejecutar lo juzgado es personal, no corporativo.

        Nos suicidaríamos si consintiéramos que seis mil ciudadanos españoles, jueces que ejercen un poder que emana del pueblo, pudiera decidir cómo se organizan, como gastan sus presupuestos, como se sancionan, como ascienden, como constituyen las salas de justicia y la suerte de los pleitos a ellas asignados. Seis mil para seis mil poderes. Y mientras el legislativo necesita que ejerzan el voto los ciudadanos, varios millones, no seis mil personas, llamados a elegir a los diputados y senadores que, ellos sí, representan y ejercen el poder legislativo para organizar política y administrativamente con todo lo que eso conlleva a cuarenta y nueve millones de ciudadanos.

        No. Los jueces deben votar una parte de los vocales del Consejo General del Poder judicial. El Congreso y el Senado, la soberanía nacional, elegirá la mayoría de los vocales. Los jueces deben tener asegurada por el Congreso y el Senado y por el Ejecutivo su independencia personal para dictar sentencias conforme a las leyes dictadas por el Legislativo. Y echar mano de policía y otros funcionarios para hacerla cumplir. Y se acabó.

12 comentarios

  • oscar varela

    Hola!

    Perdonen una “intromisión” latinoamericana.

    Pero este “problema” de la “distribución-de-la-justicia

    (igualdad y libertad: ¿no es el Proyecto de Jesús?)

    nos atraviesa transversalmente a casi todos los países.

    …………………..

    Habría que repensar el “PODER DE LA GOBERNANZA

    a) ¿Quién MANDA en el mundo?

    b) ¿Cuál es el “papel-protagónico” del PUEBLO?

    …………………..

    En los 2 links siguientes creo aportar algo

    que no es meramente un “problema-argentino”.

     

  • Antonio Rejas

    Me parece bastante coherente el artículo. La soberanía radica en el pueblo. Las Cortes Generales es la representación de todos los votantes y actúan en nombre de todos estos. Todo esto es una verdad de perogrullo. Es la soberanía nacional quien dicta las leyes, através de sus representantes, que deberían obligar a todos, sin excepciones ni aforamiento alguno. Entiendo yo que el artículo dice cómo debería funcionar la cosa, aunque después degenere y los constituídos en poder por delegación del pueblo lo olvidan y ejercen el mandato recibido como si fuera caído del cielo a su persona.

  • Asun Poudereux

    Tenía pendiente hacer un hueco y comentar hasta donde me llega el entendimiento este artículo, , que como dice Carmen , crea más confusión que aclaración, si tenemos en cuenta el anterior artículo sobre este tema centrado en la judicatura en España, dado el sistema democrático, todo él, que venimos teniendo. Bueno, más bien, sufriendo.  

    Por lo mismo, dar legitimidad al Congreso en la elección de jueces es doblemente engañoso, pues ninguno de sus representantes es elegido ni controlado directamente, tras su elección, por los votantes, el Pueblo que dicen soberano.

    Son sus partidos y punto, los que determinan a quién y a qué hay que votar, venimos observando bastante calladitos, cada día y cada vez, desde tiempo inmemorial, algunos, aún pocos,  vergonzosamente conscientes de su falta de transparencia, en definitiva, de respeto a los ciudadanos de a pie, votantes suyos o no.  Seamos coherentes y no lo consintamos, pues a ser cómplices de esas pésimas prácticas nos va en ello  el consentirlo más, con perjuicio de las generaciones siguientes.

    ¿Por qué sería aquí distinto?
    En principio parece que sea el mundo judicial con todos los trabajadores que lo conforman, todo él, de arriba abajo y de abajo arriba, el que está mejor informado y preparado para saber qué jueces y qué fiscales están más dotados de imparcialidad política  para hacer justicia y ejercerla, sin demora,  defendiendo la ley , toda ley, en equidad, respeto y bien ciudadanos, sin excepción.

    Habrá que hacer, entonces,  lo que esté a nuestro alcance para que nos lleven más a engaño, y más precisamente los que conocen mejor  los problemas de fondo. Y  si no les termina de convencer,  pues nada ni nadie es perfecto,  pongan todo el esfuerzo, inteligencia y atención en hacer un sistema que pueda hacer dimitir, con base certera y clara para todos, a quien no es independiente de los otros dos poderes, y más especialmente el ejecutivo.

    • Alberto Revuelta

      No creo, estimada Asun, que mantenga posiciones contradictorias entre la dos columnicas que he dedicado al Consejo. Denunciaba en la primera el espireo modo en que PSOR y PP, habían repartido puestos y dados por bueno hartaba diciendo quién iba a ser presidente. Eso es lo criticaba y critico. Como bien dice Antonio, la segunda opinión mia, señalaba lo que me parece constitucionalmente correcto. Contesto así, al tiempo, a Carmen. Saludos

  • El presente articulo me recuerda el profeta Esaïe en el capitulo 5. Se lee entre otras cosas
    Isaías 5:20 ^
    ¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

    Parece que no hay muchas cosas que cambiaron en lo que se relaciona al “tener”,

    • oscar varela

      Hola tocayo!
      Precisamente, Juanjo Tamayo empieza su Conferencia jubilar (presentando su último Libro) parafraseando algo parecido:
      Tiempo y sazón: Qohelet 3,1-8
      Abrazo!

  • oscar varela

    (Hola! -No sé si es ficticio el siguiente Reportaje)
    *ENTREVISTA DEL MEDIO TELEVISIVO GLOBO EN BRASIL AL CAPO “MARCOLA”:

    Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de Marcola, es el máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC).

    Las respuestas de Marcola nos aproximan a lo que puede ser el futuro de la delincuencia común en América Latina.
    …………………………….
    O Globo: ¿Usted es del PRIMER COMANDO DE LA CAPITAL (PCC)?

    Marcola: Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía… ¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre “la belleza de esas montañas al amanecer”, esas cosas…

    Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social.

    O Globo: Pero la solución sería…

    Marcola: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de “solución” ya es un error.
    ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una “tiranía esclarecida” que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal de país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta “conference calls” entre presidiarios…)

    Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.

    O Globo: ¿Usted no tiene miedo de morir?

    Marcola: Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva “especie”, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.

    La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común.

    ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja…! Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo a Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país.

    No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. Es eso. Es otra lengua.

    Está delante de una especie de post miseria.

    La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes.

    O Globo: ¿Qué cambió en las periferias?

    Marcola: Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio… Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, ¿entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y “colocado en el microondas”.

    Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes.

    Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en “super stars” del crimen.  Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos “globales”. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros “clientes”. Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos. (¡MENUDO COMENTARIO WOW!)

    O Globo: ¿Pero, qué debemos hacer?

    Marcola: Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a “los barones del polvo” (cocaína)! Hay diputados, senadores, empresarios, hay ex presidentes en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata?

    No tienen dinero ni para comida de los reclutas. Estoy leyendo “Sobre la guerra”, de Klausewitz. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros… solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radiactiva?

    O Globo: Pero… ¿No habrá una solución?

    Marcola: Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la “normalidad”. No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: ” Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno”.

    • Mª Pilar

      Ufff…:¿A donde nos dirigimos?

      Y tiene razón, nuestros mandatarios están… de…m… hasta el cuello… casi todos.
      pili

  • ana rodrigo

    Yo pienso que antes que jueces y juezas, son personas que tienen sus ideas y sus ideologías, y, como hay leyes bastante ambiguas, a la hora de intervenir en una sentencia, sin que sean conscientes o siéndolo, sus decisiones estén condicionadas por sus ideas y sus ideologías políticas.

    Lo que no me parece correcto es que jueces que han ocupado cargos en partidos políticos sean elegidos para ocupar altos cargos en la magistratura.

    Si perdemos la confianza en la justicia, ¿a quién pedido auxilio? Sí, es cierto que tribunales supranacionales pueden echarnos una mano, pero para llegar a ellos, tienes que disponer de un alto poder económico ya que antes que a ellos, has tenido que acudir a abogados y no sé quién más a los que hay que pagarle bastante dinero.

    Y, es por esto, por lo que estamos viendo corruptos que ha podio pagarse los mejores abogados y, después de años, aún siguen en la calle. O en EEUU que te pueden condenar a pena de muerte y después de pasar décadas en el corredor de la muerte este español, Pablo Ibar, han necesitado un millón de euros para que se le pueda repetir el juicio.

    Efectivamente, como dice el refranero “pleitos tengas y los ganes”

  • Cuando veo el título de sus artículos en castellano, pienso: éste lo voy a entender. Y creo que he entendido perfectamente lo que dice. Pero el final me desconcierta. No sé si es una propuesta , si es como se hace actualmente o si es como se hace actualmente hay una serie de intereses que en realidad hacen que no sea así.

    Perdón. Es que no lo sé. Pero sí sé que usted no da puntada sin hilo, aunque la mayoría de las veces no sé qué tipo de puntada está dando. Debe de ser usted un abogado magnífico.

    Un saludo cordial..

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