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Las manifiestas simpatías de los obispos por las dictaduras

        De derechas, por supuesto. Estas simpatías se extienden también a los gobiernos democráticos de derechas, muy próximas a ideologías de poder absoluto. España es ejemplo preclaro de todo esto, no sólo con la dictadura franquista, sino también con los gobiernos de derechas. Lo vive la sociedad española en estos días con la exhumación de los restos del dictador Franco y su posible enterramiento en la catedral madrileña de la Almudena.

        Pero esta simpatía episcopal no se circunscribe a España, a la Península Ibérica, en nuestra historia inmediata, sino que va más allá de los mares como Argentina, Chile, Guatemala, Honduras (fue llamativa la actitud sospechosamente cómplice del cardenal Maradiaga en ambas dictaduras recientes de Honduras)… Más de uno se pregunta si la actitud actual del episcopado de Nicaragua y de Venezuela en defensa del pueblo que empobrece y sufre se debe a la actitud profética o porque son gobiernos de izquierdas; en cualquier caso, es bienvenida y ejemplarizante.

        Ahora bien, ante este comportamiento histórico de la jerarquía católica, que no es de ahora sino que arranca, cuando menos, desde el emperador Constantino en el s. IV, las preguntas se suceden en cascada: ¿Es la fe cristiana la que propicia esta situación? ¿Son las religiones monoteístas? ¿Son todas las religiones?, etc. No creo que la fe cristiana, por referirme a lo más próximo, desemboque irremediablemente en esta praxis detestable. No creo que el programa ético de Jesús de Nazaret en las bienaventuranzas, ni aquel examen final, que el poeta JM Valverde considera “ateo” y que se expone en Mt 25,31-46, ni aquello de “no se puede servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Lc 6,13), ni aquella respuesta a los hijos de Zebedeo “el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Mc 10,43)… puede llevar a esa praxis tan contraria al evangelio. La raíz no está en la fe, sino en conductas y estructuras eclesiales nada de acuerdo con las exigencias evangélicas y con las vivencias comunitarias de la Iglesia primitiva en unos tiempos nada sospechosos de democráticos. Las claves, a mi entender, radican en

  • 1. El miedo a la libertad, tanto psicológica como comunitaria, como bien recoge E. Fromm al analizar el proceso de Lutero con el papado haciéndose eco de su lucha por defender la autonomía del creyente, de manera que su concepto de la fe y de la salvación se apoya en la experiencia individual subjetiva, según la cual toda la responsabilidad cae sobre el individuo y ninguna sobre una autoridad susceptible de darle lo que él mismo es incapaz de obtener. La doctrina de Clemente VI que afirmaba que al Papa le estaba confiada la cantidad infinita de méritos adquiridos por Cristo y los Santos, y que, por lo tanto, podía distribuir entre los creyentes partes de este tesoro, llegó a su punto álgido en la época de Lutero. La libertad, en general y la del creyente en particular, no es un mal, sino todo lo contrario, un bien que especifica al ser humano y lo dignifica. Con razón solía decir Y. Congar que en la Iglesia cuando se plantea un problema que molesta, se lo elimina de raíz, en lugar de buscar soluciones. La Vehementer Nos de Pío X lo dice sin tapujos: La Iglesia, “en virtud de su misma naturaleza, es una sociedad jerárquica; es decir, una sociedad compuesta de distintas categorías de personas: los pastores y el rebaño… Y estas categorías son de tal modo distintas unas detrás, que sólo en la categoría pastoral residen la autoridad y el derecho de mover y dirigir a los miembros hacia el fin propio de la sociedad; la obligación, en cambio, de la multitud no es otra que dejarse gobernar y obedecer dócilmente las directrices de sus pastores”.
  • 2. Dictadura de la institución jerárquica. Éste es un punto clave para explicar el comportamiento de la jerarquía. El canon 331 del Derecho Canónico lo explicita sin ambages: “El Obispo de la Iglesia Romana, en quien permanece la función que el Señor encomendó singularmente a Pedro, primero entre los Apóstoles, y que había de transmitirse a sus sucesores, es cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal en la tierra; el cual, por tanto, tiene, en virtud de su función, potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente”. Falta añadir “cuando se le antoje”. Este canon recoge la tradición de la dictadura papal, y por extensión de la episcopal, que se explicita de modo contundente en los Dictatus Papae de Gregorio VII (1075), que entre otros de los 27 puntos cabe destacar: Que sólo la Iglesia romana ha sido fundada por Dios; que sólo el pontífice romano tiene derecho a llamarse universal; que sólo él puede deponer o establecer obispos; que sólo a él es lícito promulgar nuevas leyes de acuerdo con las necesidades del tiempo; que nadie puede revocar su palabra y que sólo él puede hacerlo… Ya en el s. III, Cipriano, obispo de Cartago, se opuso radicalmente a las pretensiones del papa Esteban para quien la Iglesia de Roma no sólo tenía autoridad moral sobre las restantes Iglesias, sino que además poseía autoridad jurídica sobre todas las iglesias. La historia nos dice que se impone la interpretación sesgada e interesada del Tu es Petrus que dura hasta nuestros días. Aquellos polvos traen estos lodos y no es de extrañar que el poder absoluto, el de la Iglesia jerárquica, se empareje con el poder político dictatorial o con ideologías democráticas próximas.
  • 3. Maridaje dictadura política y eclesiástica. Este matrimonio sí que es indisoluble o por lo menos muy difícil de que pueda darse divorcio. A este maridaje se le llama nacionalcatolicismo y es cuando religión y dictadura política se identifican interesadamente, o una alimenta a la otra, y ésta a la una. La catequesis y la predicación defienden los valores de la dictadura franquista y ésta a su vez se apropia del catolicismo como religión del Estado, hasta el punto de que el dictador es “caudillo de España por la gracia de Dios”, inscripción acuñada en las monedas. De manera sutil se somete y adoctrina a la sociedad española. No hay diferencia entre el púlpito o el discurso político, aunque la jerarquía católica, no en su totalidad, mostraba un celo llamativo por adoctrinar y someter a toda la sociedad que por decreto era católica. Los catecismos Astete y Ripalda, a los que se solían añadir como apéndice el Catecismo Patriótico Español, vigentes hasta la década de los setenta, eran los vehículos apropiados para la tarea de adoctrinar y someter. Con razón poetizaba Blas de Otero: “Madre, no me mandes más a coger miedo/ y frío ante un pupitre con estampas”. Todo lo que pudiera ser “enemigo” de la religión católica lo era del régimen político. Así en una respuesta del Catecismo Patriótico Español se dice que “con la gran Cruzada esos enemigos (la democracia, el judaísmo, la masonería… y el separatismo) han quedado vencidos, pero no aniquilados; y ahora, como sabandijas ponzoñosas, escóndense en mechinales inmundos, para seguir desde las sombras arrojando su baba y envenenando el ambiente”.

        Este nacionalcatolicismo no arranca en la guerra civil cuando la jerarquía católica, poniéndose de lado de los rebeldes, considera su rebelión como una Cruzada. No se inicia, pues, en ese momento, sino que se consolida y robustece. Para M. García Morente, discípulo de Ortega y Gasset, converso ya y sacerdote, en un escrito de 1942, es la providencia divina quien establece esa estrecha unión que se remonta a la invasión de los árabes en el 711, pues “para que la idea de España como nación esencialmente católica se realizase dispuso Dios que los árabes invadieran victoriosos España y crearan una circunstancia que impuso a los españoles la identificación de su realidad política con su realidad religiosa”. El maridaje entre lo religioso y lo político es muy profundo, de manera que no es posible delimitar el campo de actuación de cada uno de ellos, ya que España, como declaró el Papa Pío XII en sus declaraciones por radio el 19 de abril de 1939, al celebrar el triunfo de Franco, es “la nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del nuevo mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica”. ¿España se convierte en instrumento de evangelización? No puede estar más lejos de la realidad. España es católica, pero no por conversión, sino por decreto-ley. Es la religiosidad sociológica, la que se mide por las estadísticas, la que interesa, no la religiosidad profunda que transforma a la persona y a la sociedad. Es la clase de religión en las escuelas la que interesa o que los clérigos y las diócesis tengan asegurado el pan y el futuro. Se puede decir que para este viaje no se necesitan tales alforjas.

                Sinodalidad es la vía de solución a todo este desatino, para que el creyente, desde su autonomía, sea responsable como bautizado de su quehacer en la comunidad eclesial y en la comunidad civil. La Iglesia es sínodo, dice Juan Crisóstomo, es decir, un caminar juntos, sintiéndose responsable del otro. Cuando yo miro al otro, escribe È. Levinàs, me hago responsable de él. La sinodalidad se debe vivir en los espacios concretos donde se vive la fe y desde unos postulados de corresponsabilidad. Si la Iglesia es sínodo debe construirse desde las exigencias del bautismo; todos somos responsables de ella, aunque como dice Pablo hay muchas funciones en el seno de la comunidad. Los obispos en su mayoría hablan de sinodalidad, pero consideran esta lexía sin carga semántica. Una palabra nueva, bonita, atractiva, pero se le da el contenido semántico que ellos quieren y, por supuesto, lejos de su significado. Cambiar las formas para no cambiar nada. Ahí está el Sínodo llamado de los jóvenes. Se ha hecho la pantomima de que los jóvenes expusieran con antelación sus preocupaciones como creyentes y viene el Instrumentum laboris con temas propuestos bastante matizados, y en el Sínodo, celebrado en Roma en el pasado mes de octubre, apenas se dan respuestas concretas a las demandas de la juventud en cuanto al protagonismo de los jóvenes en la Iglesia, a un nuevo concepto y praxis de eclesialidad, a la reforma litúrgica, a la sexualidad incluida la LGTBI… La estructura misma del Sínodo está lejos de ser sinodal. Hay asistencia de jóvenes, previamente escogidos, que apenas intervienen en la discusión del temario y que, por supuesto, no votan; la votación corresponde a los obispos y a los representantes masculinos, varones, de órdenes religiosas.

        Con estas mimbres no se puede llegar muy lejos. La sinodalidad está secuestrada. La Iglesia así no es sínodo, ese caminar juntos responsablemente. No se puede hacer camino, como decía A. Machado, si se está estancado y quieto en la misma estructura de autoridad absoluta. En la Iglesia primitiva se planteó el problema legal -¡siempre la ley!- de la circuncisión de los gentiles. Pablo y Bernabé marchan a Jerusalén donde “fueron acogidos por la iglesia y por los apóstoles y por los presbíteros” (Hch 15,4) y después de una larga reflexión concluyen que “el Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponeros ninguna otra carga” (Hch 15,28). Este es el camino de la sinodalidad. Éste es el verdadero territorio de actuación, si la Iglesia con su jerarquía quiere salir del atolladero y del desprestigio en que se encuentra. Si no hay sinodalidad, no hay Iglesia; la sinodalidad auténtica es el camino para erradicar el maridaje de las dictaduras política y episcopal.

27 comentarios

  • Antonio Rejas

    Corrijo una afirmación de mi anterior comentario: antes que los evangelios escribió Pablo sus cartas.

  • Antonio Rejas

    Carmen, yo no he pensado en absoluto que tú quisieras relacionar a Francisco con la hipocresía. Leo con frecuencia tus comentarios, pletóricos de sinceridad y casi siempre estoy de acuerdo con tu pensamiento, aunque no estarlo sería normal y, además, enriquecedor.

    Tu comentario del día 18 me llevó al siguiente razonamiento: si Francisco “está lleno de buenas palabras”, pero hay duda de sus buenas intenciones, deduzco yo que esto supondría una contradicción. Tener buenas palabras y no hacerlas realidad sería una actitud próxima a la hipocresía. Entiendo y creo sin duda alguna que esta palabra sea ajena a tu vocabulario y a tu conducta, pero la realidad es que la hipocresía existe y con abundancia hoy y en la época de Jesús y tal vez siempre.

     

    • Pues fíjate que no creo que sea hipócrita.
      No . El dice cosas preciosas en la línea de lo buenos y acogedores que debemos de ser. Pero el pensar que por ello él piensa que es necesaria una renovación profunda en la forma de gobierno de la iglesia, pues creo que es mucho pensar.
      A mí juicio, que ya ves,no es nada de otro mundo, este señor quiere que se gobierne la iglesia a su modo y manera

      Pero no es suficiente. Cambiar a unas personas por otras más acordé con su pensamiento jesuítico hasta la médula, para mí no es solución. No sé si eres jesuita o lo has sido, pero, con todos mis respetos, los jesuitas son superdirectivos.
      Pero él , creo, actúa con honestidad. Es fiel a lo que piensa. Lucha por lo que cree. Las expectativas que genere , que genera un montón, no sé hasta qué punto es él responsable. Hay un deseo muy fuerte en un sector de la iglesia que está pidiendo a gritos un cambio profundo desde hace muchos años. Quizás le ven una intencionalidad que no soy capaz de ver. Por eso digo que está lleno de buenas palabras. Sus intenciones, las desconozco. Quién conoce en realidad lo que piensa un jesuita de esos importantes ?

      Es algo complejo de entender esto que digo.
      Pero es que los seres humanos lo somos.
      No sé si he logrado expresar lo que pienso.
      Un abrazo

      • Antonio Rejas

        No, Carmen, ni soy ni he sido miembro de alguna organización religiosa. Lo digo para aclarar tus dudas. Soy solamente un cristiano de a pie, aspirante a seguir a Jesús de Nazaret en lo posible, lejos del Cristo paulino, pero sin negar nada de las enseñanzas de Pablo porque mi formación filosófica y teológica no es para tanto, adquirida solamente a base de lecturas, además de que yo tengo más interés por la figura real del Jesús terrenal que por el significado de Cristo, concepto teológico más profundo.

        Parece ser que tenemos diferente opinión sobre Francisco ya que mi pensamiento es el siguiente:

        1. Estoy convencido de que es necesaria una renovación profunda de la Iglesia
        en la forma y en el fondo.
        2. Cada Pontífice ha gobernado la Iglesia “a su modo y manera”, no solamente
        Francisco. La diferencia entre unos y otros radica precísamente en ese modo
        y manera. Unos se han aproximado más a las enseñanzas evangélicas y otros
        no las han tenido muy en cuenta. De esto se podría hablar mucho.
        3. Para mí carece de importancia que el pensamiento del Papa sea jesuítico,
        dominíco, agustino o de cualquier otra Orden religiosa de la que proceda.
        Solo me interesa que la gestión papal proceda y esté basada en el Evangelio
        que es la base fundamental y primera del cristianismo.
        4. El Papa debe ser fiel a las enseñanzas de Jesús, no a sí mismo, a su
        pensamiento. Y es muy fácil entender el evangelio, pero difícil
        practicarlo. El camino está marcado: “ven y sígueme”, decía Jesús.
        Gracias por tu sinceridad, yo he procurado también responder con fidelidad a mi pensamiento.
        Saludos cordiales.

      • Pues entonces estamos igual.
        También voy de por libre.
        Y es estupendo pensar cosas diferentes. Al escucharlas siempre te cuestionas lo que tú mismo o misma piensas.
        Tengo pocas cosas claras , poquísimas , casi ninguna. Pero una de ellas es que la solución a muchos problemas pasa por el diálogo. Pero no un diálogo en el que intentes reafirmar tu postura, sino en escuchar la del que habla contigo.
        Y luego, pues tratar de ordenar tus ideas.
        No sé qué es la verdad, pero trato de buscarla. A pesar de mi cabezonería, que es algo que me supera
        Y luego están los brotes. Pero humanos somos, no? No sé si he tenido alguno con usted. Si es así, no me lo tenga en cuenta.
        Un saludo cordial.

  • Antonio Rejas

    Lo que transforma a la persona y a la sociedad es la vivencia evangélica profunda que no necesariamente va acompañada de una religiosidad profunda. Distingo entre religiosidad y fe auténtica. Ésta vive del evangelio, aquélla se alimenta de la práctica religiosa habitual y cumplimiento de los preceptos impuestos.

    ¿Exigencias del bautismo? Dudo que por el hecho de ser bautizado según el rito actual tengamos responsabilidades eclesiales. Un bautismo realizado sin la petición y aceptación del bautizado, porque su edad no lo permite. ¿Qué impide que el bautismo se realice en edad adulta, con capacidad de compromiso?

    Si lugar a duda, la jerarquía de la Iglesia Católica se ha inclinado siempre por ls política de derecha. Esta realidad causa gran perplejidad en la gente creyente que reflexiona y observa que la actitud de la jerarquía dista mucho de las enseñanzas evangélicas y muy concretamente de las palabras de Jesús citadas en el artículo que se comenta.

    Lo de “Caudillo de España por la gracia de Dios” debería considerarse como una herejía y, no obstante, fue aceptado por el episcopado de la época y tal aceptación continúa vigente, si no en las monedas, sí en mentes episcopales y presbiteriales que desearían la continuación de la dictadura de derecha, no así si hubiera sido de izquierda, sin tener en cuenta que cualquier dictadura es contraria al evangelio y carente de ética.

    No ha habido un Sínodo. Creo que sinodalidad es sinónimo de colegialidad, pero con un significado más amplio, o sea, el voto no corresponde solo a los obispos e instituciones religiosas, sino que deberían tener derecho a voto también los laicos que han intervenido, jóvenes en este caso, ya que sinodalidad es la consecuencia normal de una Iglesia-comunión.

  • La jerarquía no puede cambiar. Es que eso es la iglesia. Nadie llega arriba en esta sociedad jerárquica si no está de acuerdo en prácticamente todo. Es imposible . No lo dejan llegar. Además de su voto de obediencia. Si no obedeces, estás fuera. Automáticamente. Un obispo no tiene voto ni de castidad ni de pobreza , solamente de obediencia. Como los sacerdotes normales .
    Personalmente no espero nada de la jerarquía, pero puedo esperar todo de los de a pie. Por eso creo que el camino para que las cosas cambien, vendrá de la mano de la insurrección.
    Eso es lo que creo, pero vamos…no sé cómo decir, es una opinión muy personal.

    Un abrazo

  • ROMAN DIAZ AYALA

    Hace una crítica de los planteamientos católicos romanos. En eso hay coincidencia con todos los catolicismo donde el mundo hispano también ha sido protagonista.
    Incide de forma particular en nuestro nacional catolicismo español. Debo advertir que la forma particular del catolicismo español no es ni ha sido la misma del resto del mundo catolico, a pesar de los contagios y las influencias. Esto es causa de muchos malentendidos. En lo político, pero también en la esfera religiosa.

    • Asun Poudereux

      Debido y a falta de un mayor conocimiento del asunto por las causas que aquí se señalan, podría ser aconsejable publicarlo en Atrio, para ir más al grano de una visión conjunta y bien documentada, sin prejuicios ni temores.

      Gracias, Javier.

    • Juan García Caselles

      Suscribo el artículo de pe a pa.

    • Y otra.
      Por favor, hagámoslo.

      • M.Luisa

        No, Carmen, me he expresado mal, suscribo todo cuando dice el artículo, pero por muchas suscripciones que lográsemos sobre el particular, frente al autoritarismo eclesial, éstas no dejarían de ser más que papel mojado! Podemos preguntarnos a eso, ¿por qué la iglesia todavía no ha estampado su firma sobre la Carta de los Derechos Humanos?

  • Antonio Rejas

    Carecer de buenas intenciones y decir buenas palabras, podría calificarse de hipocresía. Quiero creer que  Francisco no tiene una mente hipócrita. Es difícil conocer las intenciones de las personas, podemos imaginarlas a partir no de las palabras, sino de las obras. Y éstas, pienso yo y muchos más,  son mejores en Francisco que en bastantes de sus antecesores.

    • En ningûn momento he dicho que sea hipócrita. Es una palabra que no me gusta en absoluto.
      Sencillamente creo que dice una serie de cosas, muy bien dichas por cierto, que luego no veo que se plasmen en acciones. Hay quien cree que porque se lo impiden, en mi modesta opinión, su modelo de iglesia no coincide con el que de alguna manera se está comentando aquí, quizás soñando aquí.
      A veces sus palabras , repito, preciosas, evangélicas, como corresponde a alguien que cree en Jesús,se pueden interpretar como que desea una serie de cambios en la estructura de la iglesia que quizás él no desea.
      No lo sé.
      Es una opinión.
      Habrá quien piense que su objetivo al llegar al papado es hacer una serie de reformas , sin embargo pienso que, los cambios que intentará hacer, siempre se quedarán en su lado de la frontera.
      Es una opinión con la que casi nadie está de acuerdo. Pero es la mía.
      Repito, no lo he llamado hipócrita. Creo que no he utilizado esa palabra casi nunca
      No me gusta. Parece el resultado de un juicio de valor. Solamente expreso mi percepción
      Un saludo cordial.

  • Asun Poudereux

    Mientras que el poder se nutra del poder, no habrá cambio, sino puras buenas intenciones. Ellas son como un coche sin engranaje, no se mueve.

     

    Lo de puras buenas intenciones, ha debido de ser un lapsus.

  • No sé qué espera el papa Francisco para cambiar de completo el proceso del nombramientos de los pastores servidores de los Evangelios y de sus pueblos. Ha llegado, me parece, la hora para que las comunidades elijan a sus pastores. Pienso que el Espíritu tiene mas escucha en las comunidades que en los detentores del poder. Me acuerdo cuando Marc Ouellet fue nombrado obispo y cardenal de Quebec. Lo declaraban hombre de Iglesia. Mi reacción fue de que no se necesitaba un hombre de Iglesia (doctrina) sino un hombre de Evangelio (convivencia). Mientras que el poder se nutra del poder, no habrá cambio, sino puras buenas intenciones. Ellas son como un coche sin engranaje, no se mueve.

  • Juan García Caselles

    Creo yo que el problema de verdad no son los obispos, sino nosotros, el pueblo del Señor, que seguimos añorando el papaíto que nos resuelva los problemas, porque ni no les hiciéramos ni p. caso, a ver de qué les servían sus ínfulas.

    Si partimos del hecho de que vivimos en un mundo capitalista (ateo de corazón y de práctica), el sistema coloca a unas personas en lugares con poder (caso de los obispos) y a otros en lugares subordinados, y tanto unas como otras tienen muy difícil escapar a la presión de la estructura.

    Para ser obispo es necesario creérselo y actuar como te lo exige la santa madre y si así no lo haces, o abandonas por las buenas, o te expulsan por las malas, que en esto consiste el poder.

    Respecto a los subordinados, nosotros, la educación (familia, enseñanza, medios de comunicación, cultura, costumbre y leyes) nos dejan en situación de desamparo para que solo los que deciden puedan solucionar nuestros problemas, así que nos pasamos la vida esperando a que venga un buen rey, un buen presidente, un buen gobierno, un buen alcalde, un buen papa, un ben obispo, un buen diputado, etc.), Claro, si algún días nos hacemos mayores de verdad, ciudadanos, seguidores de Jesús, libres e independientes, con no hacerles caso a los obispos resolvemos el problema.

    Que yo recuerde, en el evangelio se dice que no llamemos a nadie padre, y eso no solo por el hecho de llamarle, sino por el hecho de reconocerle como tal.Porque solo hay un Padre.

  • Alberto Revuelta

    Cada cual busca a su semejante. (Similis similem quaerit). Unos caballeros que a estas alturas no saben:1/ si todos lös cristianos son iguales que ellos en derechos y que deben participar en su elección y renovación; 2/ si las mujeres cristianas son personas como ellos con idénticos derechos que ellos y elegibles para todas las funciones de las comunidades; 3/ si la Declaración de Derecos Humanos les obliga en conciencia o pueden prevalerse del Poder vaticano para ser solo observadores parlantes pero no cumplidores de sus exigencias; 4/ si igual que se alimentan, piensan, duermen y hacen deporte y, se supone, oran, deben fomentar la vida sexual de los miembros de sus comunidades para que sonrían y disfruten de ese estímulo puesto por el Eterno en sus entrañas; 5/ sí han de seguir ocultando a los miembros de nuestras comunidades lo que todo biblista y teólogo ilustrado sabe sobre los errores que están predicando engañando a los sencillos y manteniéndolos en las sobras de muerte para garantizarse vida y hacienda, NO MERECEN  atención, ni respeto colectivo, más allá del amor al prójimo que todo samaritano herido lleva en sí.

  • A mi me parece que lo que los obispos siempre han tenido es una manifiesta empatía por las dictaduras de derechas.No es nada extraño, porque el buen vivir está en consonancia con los más ricos y poderosos. No han tenido que hacer el menor esfuerzo para ponerse en el lugar de los dictadores y de las derechas. Por eso nos llama tanto la atención que sus excepciones, Pedro Casaldáliga, Helder Cámara,Romero y algunos más. Pero no muchos.                                                            Tengo un libro escrito por Domingo Benavides que titula: EL FRACASO SOCIAL DEL CATOLICISMO ESPAÑOL-Arboleya Martínez (l870-l951) donde trata de los esfuerzos de este canónigo de Oviedo, por crear un Sindicato Obrero Católico. Fracasó naturalmente, o le hicieron fracasar tanto las jerarquías católicas, como los empresarios católicos españoles. A este buen hombre durante los sucesos de Asturias, un grupo de mineros lo hizo preso. Al verlo uno que lo conoció les dijo: ¡¡¡Ni tocar a este hombre, es de los nuestros!!!.

    Y es que, en su tiempo, la línea social por él propugnada fue considerada como laicista y peligrosamente próxima a los movimientos del signo marxista.

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