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Neuroespiritualidad y fe

          Es ya frecuente oír hablar de Neuroespiritualidad. El término verbal Neuroespiritualidad quiere dar a entender que nuestro cerebro tiene la capacidad de generar experiencias a nivel de esa otra región de la psique que se llama Espíritu: todas las experiencias de sensaciones, de emociones, de percepciones, de revelaciones que son transcendentes, espirituales, transpersonales, mágicas, numinosas, místicas…, además de las que pueden llamarse divinas y de fe religiosa.

          Y desde los estudios neurológicos y neuropsicológicos parece estar demostrado que estas experiencias se producen en coincidencia de causa o efecto con una hiperactivación ciertas estructuras cerebrales que pertenecen a lo que en neurología se llama sistema límbico o cerebro emocional en conexión especial con la agmídala y con el lóbulo prefrontal derecho del neocortex.

          Lo he expresado muy resumidamente, pero quiero añadir que, en la actualidad, como resultado de las investigaciones en Neurología, se ha confirmado que las estructuras límbicas del cerebro, cuando se activan, sea por estimulación eléctrica o por estimulación magnética transcraneal, son capaces de producir un tipo de experiencias que podemos llamar transcendentes, espirituales o místicas. Es decir, reacciones, sensaciones y experiencias que se originan, o que se registran, en lo que denominamos Nivel del Espíritu.

          Vamos a partir metodológicamente desde esta hipótesis de entrada: Que la materia cerebral puede generar espiritualidad, que nuestro cerebro está capacitado para producir espiritualidad. El poeta Juan Ramón Jiménez ya dijo en uno de sus aforismos: “Doctor Marañón (el Doctor Marañón era a principios del siglo pasado un famoso especialista en endocrinología): yo tengo una glándula que segrega infinito…”. Y esto que escribió Juan Ramón nos lo confirman tantos artistas, poetas, músicos, descubridores… capaces de experimentar y de generar un goce que roza lo sublime: el “placer infinito”, el éxtasis…

          Así son también las llamadas visiones: percepciones de realidades “inefables”, que transcienden la percepción habitual de las cosas y de las realidades materiales. A veces estas visiones, estas percepciones extraordinarias, nos las revelan ciertas personas visionarias, o personas que están estimuladas por drogas especiales . Y también nos las trasmiten los artistas a través de sus obras; o los místicos y los santos, como San Juan de la Cruz, según nos dice en una de sus Coplas: “Entreme donde no supe / 
y quedéme no sabiendo / 
toda ciencia trascendiendo”.

          Porque esta capacidad de nuestro cerebro de generar transcendencia y espiritualidad es lo que explica las posibilidades creativas del arte, así como hace comprensibles los relatos de lo que han experimentado ascetas, contemplativos y místicos, en sus encuentros “con la divinidad” o con “las divinidades”. Pero, incluso más cercanamente y habitualmente todavía, nos hace comprensible lo que tantas personas confiesan experimentar con la sexualidad, dentro ese estado de inter-estimulación neurológica completa que es la relación sexual, y que culmina en el éxtasis del orgasmo: “ha sido una experiencia mágica”, “inefable”, “divina”, “entré en éxtasis”, “no tengo palabras”, “estoy levitando”…, (Por lo menos así se expresan en las películas y en algunas canciones y novelas).

            Estas experiencias que son inenarrables con nuestras palabras habituales (por eso abundan en las expresiones líricas), experiencias de climax de goce y de plenitud en el amor, juntas a sentimientos de infinito de integración en el Universo, son testimonio de lo que capacidad de nuestro cerebro de generar experiencias transmateriales que nos sitúan en un ámbito distinto y especial, que es esfera de la Espiritualidad, donde transcendemos sobre nuestro ego individual y habitual y nos fundimos y nos hermanamos con el Amor, la Verdad y la Belleza. “¿Dónde gozar de la visión tan pura / que hace hermanas las almas y las flores?”, dijo Valle-Inclán en uno de sus poemas.

          De lo cual se infiere que los humanos tenemos una tendencia innata a la espiritualidad, desde la cual se accede a un nivel superior y supremo de autorrealización personal, y de perfeccionamiento también de la especie humana. Y que estas son también las experiencias sobre las que se construye todo el edificio de las artes creativas, y los pilares humanos sobre los que se han construido las grandes religiones.

          Pero quiero insistir en que Espiritualidad es un concepto más amplio que religión: no existe religión sin espiritualidad, pero sí es posible la espiritualidad sin religión, incluso en movimientos y en instituciones espirituales no religiosas, como son el budismo, el jainismo o el taoísmo. Y también en personas normales, en cualquier persona que se sienta a nuestro lado y que experimenta su estar en la vida integrando las dimensiones del espíritu en su ser, su sentir y su actuar, aunque no sean creyentes de ninguna religión.

          Y es por lo que concluyo y estoy de acuerdo en que tenemos una tendencia innata a la espiritualidad generada por estructuras cerebrales y una posibilidad de contemplar la vida y de interpretar el mundo con las luces de la Inteligencia Espiritual, en dimensiones a las que no alcanzan los focos de la Inteligencia Racional.

            Por todos estos argumentos, quizás se podría afirmar , desde el punto de vista neurocientífico, que el ámbito de lo sobrenatural no es un mundo que exista fuera de nosotros mismos, sino que es un producto, o podríamos decir un “constructo”, de nuestro cerebro… Lo resumo en el pensamiento de Paul Eluard, un poeta francés del siglo pasado, un pensamiento que se convirtió en slogan publicitario: “Hay otros mundos, pero están en este”.

          Vamos ahora a aterrizar en nuestra propia experiencia, en el terreno de nuestra subjetividad:   Desde que se conoce y se sabe que el cerebro es productor de espiritualidad, se plantean dos posibilidades optativas, dos opciones fundamentales (se llaman “opciones fundamentales” a aquellos puntos de inflexión que ya le dan una nueva dirección existencial a la persona):

            -Una es la de los “creyentes” que piensan poder argumentar que Dios ha colocado en el cerebro humano estructuras que permiten la experiencia espiritual y el contacto con la divinidad.

            -Y la postura opuesta, la de los no-creyentes”, es la que piensa que estas experiencias metafísicas, místicas o espirituales son fruto de la evolución ontogenética y filogenética, como el resto de un organismo, el nuestro, que ha seguido el proceso de selección natural, traspasando el objetivo primario de la supervivencia, hacia el objetivo de una supervivencia en mayor plenitud posibilidades vitales…

          Las personas que han desarrollado esta capacidad pueden ser personas espirituales, pero no “sobre-naturales”, ni siquiera tienen que ser auténticamente religiosas. Porque todo lo que le sucede y experimenta es natural, todo es científico, todo es explicable por la neurología.

          Si es verdad que las estructuras cerebrales son fruto de la evolución, lo cual parece obvio, todavía queda aquí otra posibilidad para los que defienden la primera opción, para los creyentes: la posibilidad de que desde un diseño divino se hayan formado esas estructuras de nuestro cerebro utilizando los mecanismos y las leyes de la evolución darwiniana (las leyes que Darwin descubrió, pero que estaban diseñadas por designio divino) para llegar, por evolución de especies, hasta el homo sapiens, y para que éste –el hombre, el ser humano, la persona humana- pudiese seguir desarrollándose hacia otras esferas de realización, que son las esferas del Espíritu. Y es por lo que le es posible tener experiencias espirituales, y habitar con su propia mente esa región del Espíritu, donde puede comunicarse también con seres extra-materiales, es decir: espirituales.

          Es una opción razonada y razonable. Pero también es posible, también es razonada y razonable la opción intelectual contraria: la de pensar y creer que estas estructuras, por un proceso de evolución natural, son las que han generado las creencias en “seres espirituales y divinos” a través de funciones más especializadas de cerebro, pero sin salir de él.

          En este segundo caso (y repito lo que ya he dicho) la espiritualidad resultaría ser una facultad mental como cualquier otra que se ha desarrollado por evolución natural en respuesta a determinadas presiones medioambientales, con el fin de aumentar las probabilidades de supervivencia y de autorrealización más plena del organismo, igual que se ha desarrollado el lenguaje, y la inteligencia, y la capacidad para la música o para la poesía y las artes, y las capacidades descubridoras y creativas. De ahí que haya personas más espirituales que otras, dependiendo de que tengan más o menos desarrollada esta facultad, o en razón de que se lo haya facilitado el entorno, o la sociedad o el medio cultural en el que esa persona se encuentra. Y por esa razón existen, y han existido, individuos con una gran espiritualidad (los artistas, poetas, los intérpretes y los creadores musicales; también los místicos, los santos, los fundadores de religiones). Y también han existido y existen otros individuos, otras personas –homines sapientes también- en las que esa espiritualidad parece estar ausente, y para quienes la inteligencia espiritual no tiene que intervenir necesariamente en su interpretación del mundo. Solo les interesa lo que se puede explicar con los argumentos cognoscitivos de la razón.

*******

          Hasta aquí he querido llegar, hasta este límite, hasta esta frontera de la razón, para preguntar (que cada uno y cada una se lo pregunte en su interior, y se responda): ¿Cuándo llego aquí, a este punto, veo algo más allá? ¿Sigo viendo a Dios entre las brumas exteriores, o en los susurros secretos de mi corazón?

           Sabemos o pensamos que la Fe no es una demostración, no es una convicción. La Fe es una opción, una decisión libre, y por eso reitero mi pregunta; que cada persona que lee esto se la responda a sí misma: ¿Cuál es mi opción? ¿Cómo elijo configurar mi pensamiento y organizar mi estar en la vida, con la primera opción o con la segunda opción? …

Voy a volver a decirlo: La Fe no es una convicción; la Fe es una opción, una decisión libre, una entrega incondicional, una sin-razón (como el enamoramiento). Eso lo decía una nivela de Julien Green: “No se puede explicar por qué se tiene Fe: se sabe, como cualquier persona sabe cuando esta enamorada”). No es algo a lo que la persona tenga que rendirse por la evidencia de la razón. Como se decía en otra película de Inmar Bergman, tan famosa el sigo pasado, El Séptimo sello: La Fe es un gran sufrimiento; es como hablar con alguien que está afuera en las tinieblas…”.

          Desde la esfera de la razón, la Fe es un sufrimiento, un anhelo frustrado, un fracaso de la racionalidad. “Cuántas veces / te buscaron mis manos, tanteando por las sombras / como un ciego…”, decía un poema antiguo. Las luces de la razón no llegan a iluminar las riberas del Espíritu donde se apacienta la Fe. Para arribar a esas orillas tengo que dar un salto en el vacío de la mente.

          La inteligencia de la razón, la Inteligencia Racional, no opera con los mismos procesos que la Inteligencia Espiritual. Ni los argumentos de la razón justifican esos encuentros supremos con la Verdad y con la Belleza y con la Bienaventuranza, que han logrado, a veces, los grandes poetas, los creadores, los grandes descubridores, los místicos y los santos.

          En este nivel de la instalación en las regiones del Espíritu, cuando están iluminadas por la Fe, el término “conocimiento” es… transparencia (“La transparencia, Dios, la transparencia”, clamó Juan Ramón Jiménez en su libro Dios deseante y deseado), y el verbo “conocer” adquiere un significado de compenetración o de interpenetración con lo conocido, cuando lo conocido queda abarcado, incorporado o fundido en una experiencia de encuentro, para la que no existe otra palabra sinónima que la palabra Amor.

          Como escribí en otro lugar, no encuentro una ejemplificación más explícita de este de este fenómeno de auto-realización humana, que la de unos versos de San Juan de la Cruz, en los que se revela un encuentro donde, metafóricamente, la noche de la inteligencia queda iluminada por la alborada de Fe en la compenetración del amor: “Oh noche que guiaste / oh noche amable más que la alborada, / oh noche que juntaste / amado con amada, / amada en el amado transformada”. Quizás aquí quede descrita la fenomenología de la Fe y la experiencia encuentro-conocimiento-amor que en ella se contiene, en este humano y divino plano del Espíritu.

          Y si a quien haya optado por esta opción, la opción en la Fe, alguien la preguntara que es lo que ha descubierto, qué es lo que ahora sabe, quizás sólo podrá responderle con san Juan de la Cruz:

“Entreme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo”.

 

30 comentarios

  • Jorge

    La relación entre las Neurociencias y la fe (en mi caso religiosa y católica) es uno de mis temas favoritos de estudio al que le dedico mucho tiempo, siempre desde mi punto de vista y posición filosófica materialista-cientista.

    El autor nos invita a tomar una de las dos alternativas: por un lado, la de los “creyentes” que optan por la fe que permite el contacto con Dios por medio de experiencias espirituales; por otro, la de los “no-creyentes” que optan por tomar las experiencias espirituales como producto del cerebro fruto de la evolución, hacia una mayor supervivencia en mayor plenitud vital.

    Sin embargo, en mi caso yo he optado por la fe, y sin embargo no pienso que las experiencias espirituales permitan el contacto con Dios, porque para mí el contenido de Dios es Misterio Incognoscible, sobre lo cual nada podemos decir. Asociarlo en plan platónico con la Verdad, la Belleza, la Bondad, el Amor, …, es una asociación que carece de fundamento no solo para la inteligencia racional, sino también para la emocional, espiritual e incluso religiosa.

    Tengo fe religiosa pero mi opción para la comprensión del cerebro y mente, de nosotros mismos y del mundo, es “no-creyente” radicalmente materialista-cientista. Es que mi fe no responde a experiencias espirituales, ni a la comprensión del mundo ni de mi mismo ni de los demás, sino que responde a la ESPERANZA. Y mi esperanza en la Plenitud Humana futura me llena de fe, y me da valor, sentido y significado, a la vida humana y su entorno. Y esto lo vivo con un profundo sentido religioso en el cual Jesús de Nazaret ocupa el centro. Para seguir a Jesús en nada necesito experiencias místicas ni entrar en éxtasis espirituales íntimos, atento a mis experiencias personales, sino que la atención se centra más bien en salir de mi mismo para compartir, acoger y amar a los demás, siempre disponible para quien me necesite.
    Nota: gracias a todos por el recibimiento de mi vuelta a Atrio.

  • M.Luisa

    Llevo bastantes días, por cuestiones que no vienen a caso,  sin poder entrar en Atrio por lo que ahora me gustaría, antes de fijarme en los últimos artículos publicados    decir algo  sobre este  que hace días  nos presentó  D. Fernando.

    Muchas veces aquí  nos ha salido al paso, o de forma expresa,  el tema de la trascendencia y siempre he considerado  su tratamiento desde este  punto de vista al que nos adentra el autor: el de las neurociencias.

    Y es que la trascendencia no alude a ninguna otra región fuera de la realidad misma, es por tanto  un momento de ella, un momento de preeminencia física respecto del momento de ser en las cosas. De ahí la diferencia con la concepción clásica del término “trascend-ente” que hace alusión a lo que está más allá de lo físico. Y por tanto vista así  la trascendencia se queda en ser algo meramente conceptivo.

    Esta distinción hace que mi enfoque influenciado, como se sabe,  por la filosofía zubiriana,  altere por un momento, el tiempo justo de realizar mi análisis, el título del enunciado y en lugar  de partir del concepto de “neuroespiritualidad” cuya referencia viene algo sobrecargada  de contenido religioso, lo lleve a cabo partiendo del concepto de  “ neurofilosofía”  cuya sustitución consiste simplemente  en que en lugar  de hablar del espíritu se hable de la psique, siendo el objeto de su investigación alcanzar una ciencia unitaria  de relación entre  la mente y el cerebro.

    Y es en este sentido por lo que tiempo atrás decía aquello de que cuando la filosofía clásica ha tocado el tema de la espiritualidad, siempre lo ha tratado echando mano de la hermenéutica o de la lingüística en lugar de adentrarse y nutrirse de las ciencias biológicas. Este fue el camino que emprendió Zubiri y por lo que ahora Diego Gracia, como biólogo y filósofo, puede decir con fundamento que los conceptos zubirianos sean los más adecuados para entender toda esta avalancha de conocimientos novedosos acerca de las funciones cerebrales. Una nueva tentación metafísica, pero en la actualidad  enfocada para resolverla a través del lenguaje neurológico que nos ofrece  las neurociencias.

    La comunicación neuronal está en la base de esta interrelación Mente-Cerebro cuyo primer elemento de información es el sensible. Por eso Zubiri con respecto al conocimiento no comienza por la percepción sino por la aprehensión que envuelve el momento energético  de la realidad aprehendida y no sólo por su captación meramente visual y objetivada. Es precisamente en virtud de esa fluencia, de  ese momento del fluir de la realidad de las cosas  que  es posible la trascendencia.

    Esto coloca el problema en una posición de hecho más que de hipótesis, en el sentido de que enfocada así la cuestión será  el análisis de aquella aprehensión  el que nos  llevará  a tener una concepción adecuada de lo que es nuestro cerebro. A fin de cuentas, esto es ni más ni menos el contenido de los tres volúmenes  que Zubiri publicó unos meses antes de morir sobre  la inteligencia humana  cuya idoneidad estriba en ser biológica es decir, orgánica…sentiente.

    Si ahora trasladamos  este aspecto más filosófico de la cuestión  y lo relacionamos con el aspecto biológico de ella, es decir, teniendo en cuenta por un lado la mente y por el otro el cerebro, entonces, lo que llevo dicho, por su materialidad y sensibilidad  tendría su ubicación, pienso, en la zona del sistema  límbico cerebral, lugar donde también desde el punto de vista evolutivo       compartimos  con los animales. Lo que pasa es que esta misma impresión sensible  a ellos no les saca del mero estímulo, les es suficiente para señalizarles  su entorno, en cambio en  los humanos este mismo estímulo es procesado posteriormente  por el sistema cortical que es específicamente humano y cuya función consiste en  mostrarnos a través de él, de ese estímulo  algo otro que es real, es decir, no nos deja en la mera afección sino que nos abre a la realidad, a la creatividad a la espiritualidad…

    Bien, gracias a tod@s! os he leído pero lo dejo aquí…mis neuronas se sienten algo  cansadas!

  • A lo mejor es que como, efectivamente, somos capaces de reflexionar, reflexionamos sobre la muerte, nos horroriza y nos autoconvencemos de que después de esta vida hay otra. Y argumentamos de mil maneras que eso es así. Por puro terror a desaparecer.

    Es una posibilidad.

    Tengo suerte. No me importa desaparecer. Sí me importa que las personas a las que quiero y sigan vivas después de que mi persona desaparezca, tengan un buen recuerdo mio. Eso sí me gustaría.

    Creo que es en los entierros cuando se dice: polvo al polvo, cenizas a las cenizas o algo así. Pues eso, a la tierra , de dónde procedo. Mis hijos ya saben que quiero que me entierren en la alberca, tengo un lugar que me está esperando. No quiero de ninguna manera que me incineren. Polvo al polvo y como dijo , creo que fue Quevedo, polvo será, mas polvo enamorado. Precioso.

    Porque en realidad, lo que buscan todas las religiones es asegurar de una manera u otra la inmortalidad.

    Es una posibilidad.

  • Santiago

    El problema ES que la trascendencia es exclusiva de la especie humana y es esta única capacidad la que nos distingue de todo lo demás. A lo que la ciencia no ha podido llegar es -como sugiere el amigo Juan José más abajo- es “como llegaron esas experiencias a estar ahí” Aún cuando el sustrato neurobiológico produjera la espiritualidad habría que preguntarse quién plantó la primera información para que el cerebro humano que se compone en trillones de neuronas conectadas en inmensos circuitos de algoritmos complejisimos pudiera organizarse de esa manera,…puesto que la materia inerte “desde el principio” no posee la inteligencia “en si misma” y por tanto no puede pensarse “a sí misma” y evolucionar tan maravillosamente, sin antes ser “informada” complejamente para dar lugar a la espiritualidad de la conciencia.

    No existe una teoría completa y plausible de como la actividad del cerebro se relaciona con la conciencia. Por eso la actividad mental no corresponde 100×100 a la actividad neuroquimica y neurobiologica y la conciencia puede estar separada del cuerpo físico y puede afectar hechos distantes de nuestro cuerpo ya que existen numerosos testimonios de experiencias extrasensoriales. Existe por tanto una interacción y un sustrato biológico pero la causa primera es inmaterial

    Por otro lado la fe es -como dice el autor- una decisión personal pero basada en un acto racional, no ciego, puesto que la razón iluminada por La Luz de la Fe, consiente y acepta aquella verdad que se le propone,como posible o cierta.

    Por eso Juan De la Cruz decía en sus versos en medio de la noche  de  la  FE y hablando de esta LUZ:

    “Aquesta me guiaba

    mas cierto que  la  luz del mediodía

    adonde me esperaba

    quien yo bien me sabía…

     

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

  • Emilio Carrillo, es un cristiano de nuestro tiempo. Antepone la sabiduría a cualquier cosa, como creo debe ser.

  • Asun Poudereux

    Admito que no tengo los conocimientos del autor del artículo, a quien agradezco su dedicación y esfuerzo  en  compartirlos.
     
    Aún y con todo, creo que el artículo se mueve más  en el terreno de la teoría de la neurociencia, aunque así lo demuestren investigaciones científicas.
     
    Separar a la persona según actúe y priorice su cerebro es y sigue siendo,  a mi parecer,  en cierto modo muy primario  moviéndose en el terreno claramente dualista. Hay otros factores que hacen al ser humano tomar una vía u otra, según circunstancias y evolución consciente.
     
    También se pasa  por alto lo que se llama el centro vital, capaz de controlar la mente, al menos acallarla al activarse la atención no pensante.  Hay quien habla de tener tres cerebros, en la cabeza en el corazón y en lo que es llamado centro vital, Hara.
     
    Tengo aún pendiente de leer el enlace que  Juan José nos dice. En principio, por lo que comenta no parece estar de acuerdo con lo que se supone es centrar la vida como tal en el cerebro. A lo mejor me equivoco.
     
    Tiendo a identificarme  más con una interrelación de conexiones, universal e integradora  de lo diverso en  Unidad  a un Todo: Consciencia.  Y eso quiere decir, que nada se excluye en lo que va emergiendo y que al mismo tiempo lo va haciendo trascenderse.
     
    Por lo que razón y fe son solo nombres que insisten en señalar su separación, cuando en realidad surgen de la misma Fuente. ¿Por qué será?
     

     

    • Hola Asun:

      “Por lo que razón y fe son solo nombres que insisten en señalar su separación, cuando en realidad surgen de la misma Fuente. ¿Por qué será?”

      Tal como yo lo veo. El famoso “salto al vacío” que se propugna como modo de abrazar la fe, es en muchos casos violentando la razón.
      Hay otro modo de -sentir- la divinidad, sin necesidad de salto abrupto ninguno.
      Silenciando la mente y percibiendo que nosotros somos mas que mente. que esta es un ordenador que debemos poner a nuestro servicio,al servicio del Ser.Y que el Ser, tiene conexión directa con el Kosmos.
      Kosmos, lo escribo como Wilber. Los antiguos griegos incluían en esta palabra lo que de metafísico tiene nuestro concreto mundo material.
      El cerebro y nuestro cuerpo todo, es la concreción en el mundo de una frecuencia. Pero pretender explicarlo todo desde el cerebro. Es como quedarnos mirando al dedo que señala la Luna…

      • Asun Poudereux

        Lo explicas bien claro, Luis.

        La comprensión de lo que realmente podamos ser, cambia el modo de ver y por consiguiente de estar en el mundo, en la vida misma, en apertura constante a la No-Dualidad, con todo lo que va implicándose.

        Gracias. Un abrazo.

  • ana rodrigo

    Este artículo me está haciendo pensar mucho estos días, ya que el fondo del contenido es tan amplio como cualquiera quiera tirar de alguno de los hilos que lo componen. De ahí la diversidad de temas que han salido en los comentarios.

    Aparte de alabar lo bien escrito  (el autor es muy exquisito en su estilo siempre), lo bien estructurado y el aterrizaje en la realidad, digo que lo que yo pienso sobre el fondo de la cuestión que plantea, es decir que el cerebro es el motor de nuestra actividad espiritual (en oposición a lo corporal-material), digo que mi pensamiento coincide con lo que plantea Fernando. Jiménez. Siempre partiendo de la realidad de que yo soy una lega en conocimiento específico de la neurociencia, y que utilizo la escasa información que tengo y, sobre todo, mi sentido común procedente de mi observación de lo que veo en las vidas, individuales y de grupos sociales que están al alcance de nuestra observación.

    Pongo unos ejemplos: la persona que nace con una lesión cerebral o la adquiere en un momento de su vida, que tienen una existencia vegetativa, no tiene actividad espiritual ninguna. Personas que tienen alguna patología cerebral que le lleva a comportamientos antisociales, violentos, agresivos, etc. nos indica que su comportamiento no procede de un cerebro capaz de generar un jerarquía de valores al uso en su ámbito. El autor de este artículo, que es sicólogo de profesión, habrá visto las consecuencias de muchas personas que hayan acudido a su consulta, cómo su cerebro, por las razones que sean, necesita ayuda exterior, ya sea personal, ya sea farmacéutica.

    Con estos ejemplos, quiero concluir que cuando hablamos de personas y de sus capacidades neuronales, siempre tomamos el patrón de un cerebro sano, pero, y las personas que no gozan de salud cerebral, qué? Quedan excluidas de su ser personas, o pasan a ser personas de segunda categoría? Si lo que nos diferencia de determinados animales es la calidad y cantidad de actividades espirituales, en estos casos a los que me he referido, rebajamos la categoría humana a este tipo de personas?

    Otro tema sería la actividad cerebral de determinados animales que saben hasta el estado de ánimo de sus dueños, o su fidelidad, aún después de la muerte de su dueño, o infinidad de gestos que, quienes hayáis tenido una mascota podríais dejarnos asombrados.

    Y, termino, otra cuestión en la que no voy a entrar, es que la existencia de Dios, por ejemplo, no tiene nada que ver con que haya cerebros que lo piensen, existirá independientemente de que haya una especie, la humana, pensante. Y el misterio existe aunque nadie se haga preguntas del porqué, del dónde y de qué manera existe el universo o seres tan complejos y fantásticos como hay en el universo.

    Nota: perdón me he alargado demasiado.

     

  • Juan José

    Fernando no comparto para nada el cerebro-centrismo y la moda “neuro-tal”, ya que como mucho explica las “correlaciones entre estimulación de zonas y detrminadas experiencias subjetivas, pero no “explica” como llegaron esas experiencias a estar ahi; o sea no explica la relación entre el sujeto total y su vida.” Te recomiendo el siguiente artículo de Marino Pérez Álvarez al respecto que enlazo aquí

    http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/1946.pdf

    Un abrazo

    Juan José

  • Alberto Revuelta

    En algún interesante comentario hace unas semanas se decía que con el Proeycto del Galileo y tratar de plasmarlo en el acontecer de nuestra historia personal; era suficiente. Al leerlo entonces me sentí disconforme y sigo estándolo. Creo que la Fe, al menos la mia, está muy cercana a la de los Zebeos,, o la de Natanael, o Andres. Es la persona atrayente y contradictoria de Jesús de Nazaret. Su proyecto me interesa y trato de llevarlo a la práctica. Pero el que verdaderamente me atrae y me llenó el corazón de niño, y sigo igual de anciano, es Jesus. Y al que espero ver, es Jesus. No se si es opción racional, que lo es, o tiron afectivo, que lo es, o una mijinina  de bobaliconeria, que lo es.

    • Se que no le importa demasiado lo que mi persona pueda pensar. Pero yo diría que a Jesús lo ve usted todos los días con los ojos del alma. Es una presencia en su vida. De alguna manera es también una presencia en la mía, pero el suyo y el mío no son iguales. Quizás sean parecidos.
      Un saludo cordial.

  • He escrito aproximadamente lo mismo que ahora. He intentado enviarlo  me aparece una página en blanco, y he perdido lo escrito. Esto el sábado a las aproximadamente las 23:30 h.. Pruebo de nuevo).
    Ken Wilber, en su obra define muy bien con su famoso cuadrante de la Realidad, que esta está dividida entre lo subjetivo y objetivo. Una división ficticia, porque como sabemos todo es UNO.
    La materia, algo objetivo, procede del Vacío. O sea que esta materia necesariamente ha de ser subjetividad metafísica densificada que forma nuestra tercera dimensión. “El huevo fue antes que la gallina”. El huevo se formó con elementos de la Tierra y estos elementos proceden de lo Inatrapable.
    Tierra, aire, agua y fuego. Los Elementales que conforman nuestro mundo. Como todo, como nosotros. Tienen su parte metafísica. O mejor “ante-física”. Por ese motivo en China, en Asia, los Dragones símbolo de los elementales, se les respeta y teme.
    La Biblia en esto tiene razón. “Al principio fue el Verbo”. O sea vibración.
    La ciencia hoy nos demuestra que el Vacío vibra. Investigando sobre el bosón de Higgs “la partícula de Dios” esta ciencia puntera lo descubrió.
    Este descubrimiento científico es primordial, nos dice que el Vacío, a partir de su vibración, origina las “10000 cosas” del Tao. O sea, el mundo manifiesto. Tal como ya nos decían los místicos orientales, el Vacío no es inerte. En el Zen, se dice que el Vacío es materia y la materia Vacío.
    Todo incluido nosotros, es Vacío y vibración. Nosotros estamos morando en la vibración de la tercera dimensión. Una dimensión de vibración menos densa que la 2ª pero más que la 4ª o 5ª.
    La espiritualidad consiste en sutilizar nuestra vibración haciendo que entonces a nivel personal vibremos en 4ª o 5ª. Cuanto menos densos seamos mejor. Los místicos de todos los tiempos esto es lo que en realidad buscan.
    Todo esto que digo, traído a nivel personal, nos lleva a que somos relativas singularidades parte de un Todo común. En nuestro ADN tenemos inscrito el anhelo de retornar a La Fuente. Todos los pueblos del mundo, de un modo u otro miran hacia el mundo metafísico, ( lo subjetivo de Wilber), porque este mundo “metafísico” en realidad es “ante-físico” y está más cerca de La Fuente. El Vacío, Y hacia ese Vacío dirigimos nuestros anhelos espirituales y de sabiduría. Por este motivo, perdidos la mayoría, miramos de colmar nuestro anhelo cometiendo mil locuras, cuando en realidad lo que nos colma es sutilizarnos y morar a nivel personal y colectivo en la 4ª o 5ª dimensión.
    La Fe…
    El que tiene Fe. En realidad lo que tiene es el anhelo a que me refiero. Se puede decir mucho de la “envoltura” de esta Fe de que se rodean los clérigos y dan a obedecer al pueblo. Que cada cual juzgue. Solo diré que somos grandes y libres por derecho propio que creo es mejor ser ateo, que metido en una cárcel mental religiosa. El ateo a su manera sigue su autoempoderamiento que le llevará o no a caminos de sabiduría. Y sabiduría y espiritualidad es igual.
    Yo al Vacío lo llamo Wakan-Tanka (que quiere decir Gran Misterio en lengua Lakota o Sioux).
    (Ahora he escrito más… Es la 1:30 del domingo, pero he dormido siesta…)

    • Antonio Duato

      Ya ves que esta vez llegó completo el comentario, que por cierto es muy bueno y pertinente. Me alegro, Luis, que nos esté aportando investigaciones de otros y propias sobre “estados de conciencia”, en esa búsqueda de lo que es la realidad objetiva exterior e interior. A esa realidad interior (espiritualidad, mística, estados de consciencia) la denominamos a veces subjetivas, descalificándolas de la auténtica realidad que sería siempre exterior e independiente de nosotros, “puramente objetivas”.

      Por cierto, tu alusión a Wilber me ha llevado a buscar un célebre artículo tuyo que no he olvidado y que aporto, con imagen de espiral incluida, para quien no lo leyó en su día o no lo recuerda:

      De la Teología a la Mística de Liberación. Una carta a Jon Sobrino. 4 abril 2007. Por Luis Troyano

      • Gracias Antonio por tu atención y buenas palabras. Me alegra que saques del cajón mi primer escrito para ATRIO. Creo que es de lo mejor que he escrito en este Portal.

      • ana rodrigo

        Luis Troyano, qué interessante el artículo que escribiste hace diez años. Me ha gustado. Un abrazo

      • Gracias Ana. Fue el tiempo en que descubrí a Wilber “el Einstein de la consciencia”, que me ha influido poderosamente y todavía.
        A Wilber se le debería estudiar en todas las facultades de teología. En las mejores seguramente se estudie.

    • Me ha gustado un muchísimo.
      Seguí aquel año lo del bosón de Higgs. Es que me encantan esos físicos teóricos que dicen: esto es así. Los otros le contestan: demuéstralo y vuelve a decir: demostradlo vosotros, no tengo tiempo y además, soy teórico. Es que me encantan.
      Creo que fue la prensa la que la bautizó con el nombre’ la partícula de dios’ porque si todo era energía, cómo se originó la masa? La respuesta es superbonita. Fue muy interesante.
      Tengo una amiga de toda la vida, que es Kika y además lleva unos jaleos con eso del hopo…no lo sé decir. Pero por lo visto está pegando fuerte ahora.
      Y si, somos grandes y libres por derecho propio. Y si hay otra vida después de esta, me encantaría tener a alguien o algo con una paciencia infinita que me contestaran a todas las preguntas que se acumulan en mi cabeza. Son un montonazo, pero también habría tiempo suficiente. Y si se cansan, pues que se turnen.
      Leeré su artículo, ahora me voy a la playa.

      • Gracias Carmen.

        Creo que el Hoponopono es similar al Hesicasmo de los monjes griegos. De raíz milenaria también como el Hesicasmo, en Hawaí y las otras islas de Oceanía. Yo lo practico a veces. Cuando voy conduciendo por ejemplo, en lugar de poner la radio.

      • No entiendo nada de zen. Pero a usted lo he entendido estupendamente.
        Me ha gustado un montonazo. Comparto muchas cosas de las que dice.
        Sabe qué pasa? Qué las personas, cuando se desilusionan ,por la causa que sea , con la iglesia, la identifican con Jesús, con el mismo dios y mandan todo a hacer puñetas. Usted no lo hizo.
        Tampoco yo lo he hecho. Creo que hemos acertado. Porque claro, para la gente que tiene estudios de teología y de historia de las religiones y esas cosas, tienen unos recursos que los demás no tenemos. Nos sentimos herejes,nos sentimos mal, pero algunos seguimos luchando. Creo que merece la pena.

        En fin.
        Buenas noches.

    • Asun Poudereux

      Sí. Este Luis me encanta. Tanto el comentario como el artículo de la pasada década van ciertamente muy por delante de la cosmovisión religiosa acostumbrada, que se resiste a todo lo que no surge de ella.

      Muchas gracias, Luis. Releeré con mucha más calma ambos escritos.

      De acuerdo a que el nombre que se ponga es lo de menos, siendo el actuar y estar en la vida fruto de la comprensión y modo de ver no-dual, ampliándose un nivel más integrador y sutil de consciencia.

      Un abrazo.

  • olga larrazabal

    La capacidad de tener estados extáticos, en que se exacerban las sensaciones y emociones la tiene una buena parte de la Humanidad. Y muchas de las cosas que llamamos buenas, no en el sentido de bondad sino de placer, es porque nos producen pequeños éxtasis.

    ¿Han visto una gata amamantando a sus crías? ¿O el perro cuando le rascamos la barriga? ¿O los enamorados mirándose, para los cuales el resto del mundo desapareció?

    “Hoy los cielos y la tierra me sonríen, hoy llega hasta el fondo de mi alma el sol, hoy lo he visto, lo he visto y me ha mirado, hoy creo en Dios”. Decía un poeta.

    El placer sexual es un estado extático, sin el cual no existiría reproducción ni apego en las parejas.

    Y muchas de las descripciones de poderosas sensaciones que dicen haber tenido los místicos, suenan a orgasmos.

    Quizás hay personas que en esos estados ven cosas, escuchan melodías etc y eso será lo que le pasa a los místicos.

    Pero, del estado extático a la Espiritualidad y a la Fe, no entiendo como pasamos, las personas corrientes, por lo menos que no hemos tenido visiones.  O será que la Fe se alimenta de pequeños extasis, así como el amor de los enamorados….hasta que se acaba.

    ¿Entonces que es lo que llamamos Espiritualidad? ¿Será el mundo de los pequeños éxtasis que nos conducen a una Fe en algo superior, lo que exacerbado puede llevar a visiones sobrenaturales y sentimientos que ya no caben en nuestros cuerpos?

    Perdonen las divagaciones, es que es mi modo de pensar, errático.

    • Las cabezas erráticas ,para mí, son las mejores. El problema es que el que intente entenderte tenga las suficientes claves como para poder hacerlo. Tú das muchas y no es nada difícil seguirte.
      A mí también me gusta Bécquer. Sus leyendas son fantásticas y sus poemas superbonitos. Por lo visto el señor, como buen romántico tenía altibajos.
      Tiene un poemita que siempre me ha hecho pensar: los suspiros son aire y van al viento, las lágrimas son agua y van al mar. Cuando el amor muere, sabes tú a dónde va?
      Es fantástico.
      Supongo que se romperån conexiones y todo ese jaleeeeeeo de hormonas se tranquiliza, pero, uf, no me gusta la respuesta. Prefiero seguir preguntándome donde va. Soy una romántica.
      Besos

  • Fernando Jiménez

    He dicho “pasan a ese enamoramiento humano” debí decir “optan por ese enamoramiento humano”…

  • Una pregunta. Para mí algo opcional es algo que puedes elegir. Usted insiste en que la fe es una opción. En otro momento la compara con el hecho de ensmorarse.

    Enamorarse es una opción? Yo diría que no. Es algo que ocurre. No lo puedes evitar. Sucede.

    La fe la eliges? No lo se. Hay personas que la tienen y otras que no. No estoy hablando de los que dicen que la tienen y la defienden a muerte. No me refiero a esos. Me refiero a los que en verdad la tienen.

    Acabas creyendo lo que eliges? Lo que alimentas?

    Y sin embargo hay amores contra los que se lucha y es inútil.

    No se

     

    • Fernando Jiménez

      Bueno, lo del enamoramiento es una metáfora. “Enamorase” es -por decirlo muy simplificadamente- una intoxicación hormonal, un fenómeno pre-racional que abre la puerta al ‘enamoramiento humano’, al “amor”, que ya es opción, conocimiento, decisión, actitud valorativa, conocimiento afectivo, compromiso, dedicación, cultivo de emociones, resonancias espirituales, comportamientos vinculativos….
      Muchas personas pasan a ese enamoramiento humano, que es el amor, sin haber pasado necesariamente por una previa ‘intoxicación hormonal’.

      • Perdón.
        Una cosa es estar enamorado y otra cosa es querer a una persona y querer compartir parte de tu vida con ella. O toda, según vaya la cosa.
        Enamorarse es otra historia. Va de flechazo. Las hormonas están muy bien para el amor físico. Pero yo hablo de ese por el que entra humo en tus ojos, como dice la canción.
        Pero insisto. Y la fe?
        Va de flechazo o de querer y luchar por conservarla?
        Perdón, soy un poco pesada.
        Si le apetece y quiere y tiene un ratito, me contesta. Me interesa su opinión. Parece que sabe de esto
        Un saludo cordial.

  • Bueno . Yo tampoco tengo palabras para mostrar mi agradecimiento por este artículo tan, tan…magnífico? Espléndido?

    O sea, es que me ha encantado. Si pudiera poner los emoticonos de aplausos, llenaría este comentario, pero no se.

    Es que me ha encantado. No sé si me explico.

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